El siguiente día de clases comenzaba con una hora de Estrategia Económica. Ahora Nereida se sentaba detrás de Esmeralda, así que ella pudo observar cómo la orgullosa chica entregaba con indiferencia su trabajo al profesor. Al terminar, Esmeralda estaba un poco nerviosa, era hora de la clase de Historia, con la profesora Clovery, aquella odiosa mujer que le cerró la puerta en la cara el primer día y la misma que lo había repetido las últimas clases.

Al ingresar al salón la profesora saludó a todas por su nombre, excepto a Esmeralda. Cuando se sentaron la mujer miró a la muchacha un segundo y comenzó a escribir en el pizarrón una serie de nombres que la chica desconocía.

—Redacten su opinión acerca del tema visto la clase pasada, describiendo también de qué manera impactaron estos personajes que anoté en el pizarrón desde el punto de vista económico —explicó rápidamente la profesora sentándose en su escritorio.

—Disculpe. —Levantó la mano Esmeralda—. No pude tomar las últimas clases y no sé cómo hacer mi ejercicio.

—Esa no es excusa, señorita Daar, si no me equivoco. Usted fue la que llegó tarde la primera clase, al notar su falta de interés le prohibí la entrada a las siguientes. Como veo que ha recuperado las ganas, creo que era usted la que debió haber preguntado lo que he expuesto estos días. No sé cómo vaya a realizar su ejercicio, pero le advierto a sus compañeras que tienen estrictamente prohibido ayudarle. —La mujer se quedó sosteniendo la mirada de la muchacha hasta que ésta bajó la cabeza y estuvo el resto de la hora mirando su hoja en blanco.

Esmeralda salió furiosa de aquella clase pero afortunadamente siguió Contabilidad, en donde trabajó muy a gusto con Nereida, si bien no se reventaron de la risa, al menos hablaron un poco y el ejercicio lo realizaron juntas.

Kimiosea y su amiga salieron del salón de la profesora Acárada y esperaron a Nereida que se quedó sorprendida al verlas. Las amigas le ofrecieron que se fueran juntas a todas las clases, a lo cual Nereida aceptó alegremente. Y así se repitió durante la hora libre que tenían para comer, donde la chica se sentó en el kiosco a compartir sus alimentos con su nuevo grupo de amigas.

Después de un delicioso almuerzo siguió la clase del profesor Dahen. El anciano profesor siempre traía consigo a sus fieles amigos, los libros. En el escritorio también yacía una pila enorme de obras literarias y tenía aún más guardadas en las repisas y los cajones.

—Bien —dijo el profesor dejando sus cosas sobre el escritorio y colocándose al frente—. Quiero saber si alguien ya termino con su libro.

—Yo, profesor. —Levantó la mano Esmeralda y todas las miradas se giraron hacia ella.

—Muy bien, señorita Daar pase a mi escritorio, por favor, las demás continúen su lectura. Recuerden entregarme el resumen al final. —El profesor Dahen caminó lento hacia su escritorio y se sentó.

—Veo que te gustaron los libros de El Cazador de ideas —le dijo el profesor en voz baja a Esmeraldamientras sonreía.

—Sí, me fascinaron. Me gustaría pedirle otro de él, si no existe problema con eso.

—¡Pero claro que no! Muchacha, no sabes el gusto que me da que estés tomando afecto por la lectura, en especial de un autor tan exquisito. Justamente te quería asignar otro de él, pero quisiera darte una opción que, en lo personal, ha sido la obra que más me ha gustado de todas. —El profesor abrió uno de los cajones y sacó un libro color rojo que se notaba aún más extenso que el de «Luna de agua».

—Este es «Datka no encuentra a Datka». Es un libro muy bonito y yo creo que, por tu edad, te gustará mucho.

—Gracias, profesor —La chica tomó el libro y fue a tomar su lugar.

Para no cometer el mismo error que en la clase anterior, Esmeralda decidió que cada dos capítulos se detendría y anotaría su resumen, pero era muy difícil lograrlo con aquel libro. Comenzaba, como siempre con el colibrí y la rosa, pero la dedicatoria, a diferencia del libro anterior, era bastante breve pues sólo decía:

«A todas aquellas personas que no quieren vivir con un extraño en su interior».

Resultó ser un libro interesante desde el inicio: Datka, de dieciocho años, era una de las muchachas más adineradas y guapas que se pudiese conocer. Todos creían conocerla muy bien, tanto sus padres, como el pueblo en donde vivía, siempre pensaron que era una chica callada, reservada y en extremo tímida, que no despegaba la nariz de los libros y que sólo sabía hablar de temas altamente cultos. Pero un día, al salir de excursión, se pierde, desesperada corrió hasta que encontró un poblado y fue auxiliada por los habitantes que resultaban ser personas muy humildes pero tan agradables que rápidamente hizo amistad con ellos. Después de pasar una semana ahí, encuentra una nueva personalidad, una Datka que ríe a todo pulmón, que tiene un gran sentido del humor, que no tiene miedo de explorar ni de ensuciarse los finos guantes. Sus padres la encuentran y mandan por ella, cuando regresa se siente atrapada en un mundo al que ya no pertenece. Así, mantendrá una lucha interna entre lo que debe hacer, ¿elegir a la Datka que esperan que sea? ¿O a la verdadera Datka? Y entre todo eso, ¿quién es la verdadera Datka?

Esmeralda escribía su reporte lo más rápido que podía, quería continuar con el capítulo cinco, pero desafortunadamente terminó la clase de dos horas que tenían aquella vez.

Le gustó tanto el libro que lo venía leyendo en el camino de regreso a los dormitorios, se quedó leyéndolo hasta muy tarde, cuando por fin lo cerró se quedó dormida profundamente, pero con la primera línea del capítulo seis en su cabeza: «A veces, la persona a la que más trabajo te cuesta entender es a ti mismo, si lo logras, vivirás plenamente, pero si no, acabas de crear a tu peor enemigo».

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-Sweethazelnut.