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¿Voy a ir a la cárcel?

De manera veloz corrí hacia una dirección desconocida, no sé por qué tenía el instinto de esconderme de todo y todos.

Lo que había hecho estaba mal, por supuesto, y tenía miedo, estaba aterrorizada. En algún momento del día, tarde o temprano, terminarían encontrando el cuerpo sin vida de Haeran en el salón de música.

Estaba viviendo en una especie de limbo, mi ser se mantenía completamente shockeado, no podía razonar nada.

Navaja, sangre, muerto.

Navaja, sangre, muerto.

Navaja, sangre, muerto.

Eran mis pensamientos.

Qué increíble mi vida, me había convertido en una asesina.

Ni siquiera supe cuándo llegué al baño de chicas del colegio, solo sé que mi aspecto en el espejo era horrible, la chica que se reflejaba allí no era yo, la verdadera Lixue había muerto junto a su profesor de matemáticas.

— ¿Lo maté?

Solté una risa maniática junto a mis palabras.

¿Por qué me daba gracia?

— Lo maté, Lili – y volví a reír como desquiciada — ¡Lo maté! — grité con euforia.

¿Qué me estaba pasando? Me encontraba totalmente fuera de mí, chalada, chiflada. Completamente demente.

— ¿Lili?

La voz femenina me hizo voltear, allí se encontraba la bonita Khaleesi, tan perfecta y única — la novia de Yeonjun — sus ojos me analizaron cautelosamente, parándose en la vista de mis manos y uniforme ensangrentado.

— Khaly — mi voz salió en un hilo, temblorosa. ¿Ya se me había pasado la locura?

— ¿Estás bien? ¿Qué te ha pasado, ah?

En un movimiento rápido, ya se encontraba a mi lado tomando mis manos entre las suyas, con una mirada maternal me observaba, sus orbes parecían preguntarme lo mismo y podía percibir lo ansiosa que se encontraba por escuchar las respuestas.

— ¿Te han hecho daño? ¿Por qué... estás llena de sangre?

¿Sangre?

Y entonces volví a recordar lo ocurrido.

Me tiré encima de ella, aferrándome a su cintura, llorando como si se me fuera la vida en ello. Las lágrimas corrían como si fuesen ríos por mis mejillas, empapando la blusa de la castaña, que me tenía abrazada, tratando de calmarme con palmaditas en mi espalda y caricias en mi cabello.

— ¿Qué pasó? Puedes confiar en mí — me habló afectuosamente secando mis mejillas y ojos del agua salada que salían de ellos a borbotones.

— Lo maté... — sollocé escondiendo mi rostro entre mis manos aún tintadas en sangre, me tensé al no volver a escucharla hablar otra vez.

¿Yo le daba miedo?

— ¿A... quién ma.. mataste? — balbuceó con inquietud.

— Haeran.

— ¿Qué? — chilló exasperada.

— ¿Bizcochito? ¿Estás ahí?

La voz de mi mejor amigo me espantó y comencé a negar agarrándome la cabeza, no, no podía verme así, tampoco quería que se me acercara. El también me daba asco. Era un sentimiento de repugnancia horrible.

La chica nos escondió a ambas en un cubículo, haciéndome una señal de silencio para que no nos descubrieran. Sentí un alivio increíble cuando sentí los pasos del chico alejarse del lugar.

¿Podría volverle a mirar? ¿Por qué fuí tan idiota de alejarme tanto de él?

— Vamos, salgamos de aquí — las palabras de la chica me erizaron los vellos de todo el cuerpo.

No podía salir, si me veían sabrían de inmediato quién había sido la asesina y volverían los murmullos de los estudiantes, esos malditos murmullos que tanto odiaba.

— ¡No! — me negué soltándome de su agarre.

— No puedes quedarte aquí encerrada. ¿Quieres que te encuentre otra persona?

Y tenía la razón absoluta, si alguien más entraba aquí entonces todo se pondría peor.

— ¿Puedo.. ir a tu casa?

Por un momento ví un poco de duda en su mirada, pero no tardó en tomarme de un brazo y  halarme para salir corriendo.

🎵🎵🎵

La habitación de Khaleesi era confortable y hermosa, como lo era ella. Luego de una larga ducha me había prestado algo de ropa y me había hecho meter debajo de las mantas de su cama, se sentía calentita y parecía una cueva que me resguardaba de todo mal.

Cuando llegamos, su casa estaba completamente desolada. La abuela Sasha no nos intercedió en ningún momento en nuestra travesía hasta su alcoba y Jungkook estaba trabajando en el hospital desde la mañana, por lo que me había comentado.

Me sentí segura junto a ella y otra vez las lágrimas empañaron mis ojos y temblé de impotencia y dolor. La chica se comportaba como si fuese mi madre y se lo agradecía con fervor, yo no tenía a la mía junto a mí desde hacía mucho tiempo, siempre fuimos Jin y yo contra el mundo.

¡Jin!

Mi hermano casi había reventado mi teléfono móvil de tanto llamar, no contesté ni una sola vez. Con solo un mensaje le dije dónde me encontraba y que necesitaba que no me molestara, quería estar sola un tiempo. Debía pensar en todo y en el giro tan inesperado que había dado mi vida.

Era de noche, la luna llena se asomaba por los cristales del ventanal de la habitación haciendo resplandecer su luz en la penumbra que me rodeaba y me hice una bolita volviendo a llorar desconsoladamente. Cuándo me dí la vuelta dándole la espalda a la ventana una figura masculina imponente se acercaba a mí y chillé dramáticamente con gran terror en mis gritos.

¡Era él, Haeran me perseguía aún muerto!

— ¡No! ¡Déjame, no te acerques! ¡No quiero que me toques! ¡Aléjate!

Mi garganta se desgarraba con cada uno de mis lamentos. En cualquier momento mi alma dejaría mi cuerpo.

La luz fue prendida y con lágrimas aún en mis ojos traté de enfocar la imagen del chico frente a mí con rostro abatido, parecía querer llorar también al verme tan vulnerable.

— Lili..

— No te me acerques — le frené al verle querer acercarse a mí, él apretó los labios dejándolos en una línea.

¿Ya dije que detestaba la presencia de cualquier hombre a mí alrededor?

Pues Jeon Jungkook no era la excepción.

Debí habérmelo imaginando en cuanto coloqué un pies dentro de éste lugar, él en algún momento pasaría a verme.

— Déjame ayudarte — susurró con cautela, estuvo quieto dándome a entender que no daría un paso, pero eso fue lo contrario que hizo pues se acercó a mí. Abracé mis rodillas sentándome en la esquina más alejada de la cama.

— ¿Voy a ir a la cárcel? — musité entre nuevas lágrimas, en cualquier momento me deshidrataría.

— No, Lili, no hiciste nada malo — habló en voz baja.

¿Cómo que no? Yo le ví desangrarse en frente de mis ojos.

— ¡Mentiroso! — le acusé tomándolo por sorpresa — Yo.. yo lo ví.. estaba muerto.

El negó mostrando una sonrisa que lo más que reflejaba era lástima.

— ¿Tú... lo salvaste?

Volvió a negar dejándome aturdida. ¿Estaba o no estaba muerto?

— ¿Qué te hizo? ¿Me puedes contar? — al percibir un poco de duda en mí se acercó mucho más quedando sentado frente a mí — ¿Me dejas ayudarte? — pegué mis piernas un poco más a mí pecho reposando mi mandíbula a mis rodillas, sentí mi labio temblar, no podía dejar de llorar.

Todavía tenía mis dudas. ¿Qué tal y si él también quería hacerme daño?

— Quiero ayudarte, Lili, pero si no me cuentas no podré hacer nada.

Suspiré rendida cerrando mis ojos tratando de tranquilizarme, tal vez si no lo veía directamente se me haría más fácil decirle.

— El me violó. Lo hizo durante ocho meses.

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