Te quiero.
Había llegado la hora de partir hacia la capital. Por fin nos iríamos a Seúl o eso creí hasta que...
- ¿Entonces no nos vamos? - pregunté un poco aturdida.
- ¡Que no, hoy es el cumpleaños de mi cuñadito! - respondió por enésima vez Yeonjun, apretándose el puente de la nariz.
Y yo ni siquiera había recordado el cumpleaños de Jungkook. Me sentí mal por eso, él siempre se preocupaba por mí y yo no prestaba atención a días tan importantes como éste. Porque sí, Jeon Jungkook era muy significativo para Jin y para mí. No tenía un regalo para él. ¿Qué podía darle yo? Si él lo tenía todo.
- Entonces nos quedaremos.
- ¡Qué sí! - chilló mi mejor amigo arrastrando su maleta de vuelta a mí casa.
- Ay pero no te enojes - chisté con una mueca.
- ¿Qué es lo que te preocupa? - inquirió Khalessi abrazándome por los hombros. Al verme callada continuó hablándome relajadamente, la castaña era una chica maravillosa, de las que solo se encuentran en los libros - Sabes que con que estés presente Kookie se pondrá feliz.
- ¿Ustedes habían planeado ésto desde antes?
- Mmm, la verdad, fue idea de Jin. Le haremos una pequeña fiesta sorpresa en la noche - me respondió - Como está de turno hasta las ocho en el hospital, tú hermano le pedirá venir a cenar y luego solo ocurrirá la magia - sonrió ayudándome con mis pertenencias - Quita esa cara.
- No recordé su cumpleaños y tampoco le compré un regalo, yo...
- Lili - suspiró tomando mis manos - Eso no es importante, a Jungkook le gustan más las muestras de afecto, no lo material. Le podrías tocar algo en el piano.
Sin decir nada más, se adentró a mi hogar directo a la cocina, donde un eufórico Seokjin la recibió con un cucharón en la mano. Sería un día largo.
🎵🎵🎵
Escondida detrás de las cortinas esperaba ansiosa a que el festejado por fin llegara. Estratégicamente, mi hermano había dejado la puerta principal entreabierta para que solo pasara y poder recibirle con vítores y la típica canción de cumpleaños.
¿Debía tocar el piano otra vez?
Ya hacía un año que no acariciaba las teclas del instrumento. El piano era como un teletransportador que me hacía viajar al pasado, ese pasado dónde Haeran me hacía daño. Dónde sus burlas bajaban mi autoestima y mi amor por la música. Habían ciertas cosas que aún no superaba, y sé que ya es hora de que deje ir esa parte de mí que tanto me atormenta. Debía ser fuerte, por mí hermano, mis amigos, Jungkook, pero principalmente por mí.
Si continuaba refugiándome en esos pérfidos pensamientos, jamás podría salir adelante. Hoy era un buen día para escapar de ese hoyo hondo y oscuro.
- ¿Jin? - la voz curiosa de Jungkook se hizo presente en el salón. La casa se encontraba en penumbras hasta que las luces fueron prendidas y salimos de nuestros escondites cantando a todo pulmón.
Jeon estaba pasamado en su lugar con una mano en su pecho debido al susto que se había llevado.
- ¡Feliz cumpleaños Kookie! - corrió su hermana a abrazarle - ¿Pensabas que nos habíamos olvidado? - rió apretándole sus mejillas - Te quiero - lo volvió a abrazar y luego le entregó su regalo.
¡Ay no, voy a llorar!
- Yo ya te había dado las felicidades - levantó las cejas Jin haciendo una pose de diva que nos hizo reír a todos. Al percer ya se habían visto hoy porque mi hermano no le entregó ningún presente.
Todos dirigimos nuestra mirada a Yeonjun que esbozó una sonrisa perturbadora. Eso era malo.
- Feliz cumpleaños cuñadito.
Le dí unos golpecitos en las costillas con mi codo.
- ¿No le regalarás nada? - murmuré.
- Mi presencia - dijo victorioso.
¡Maldito loco!
Su novia resopló pronunciando algunas injurias en su contra que parecían una clase de conjuro de hechicería.
- No esperaba nada menos de ti - dijo su "cuñadito".
- Lili faltas tú - me animó Khali regalándome una bonita sonrisa.
- Eh.. yo... Feliz cumpleaños Jungkook - bajé la mirada a mis pies.
¿Todavía tenía tiempo de arrepentirme?
Tomé una respiración profunda y volví a mirar al chico que me sonreía con calidez.
- Yo no te compré un regalo, pero tocaré una canción para ti - suspiré.
- ¿Lili, estás segura de hacer eso? - Jin se preocupó, yo solo asentí.
Me dirigí hacia el piano blanco de cola que permanecía como un mueble más del salón, en una esquina. Las manos me comenzaron a sudar, me limpié las palmas varias veces en mis jeans y traté de calmar el temblor que me hacía estremecer. Yo debía ser fuerte. Cerré los ojos tocando la primera nota musical.
Un nudo apareció en mi garganta, quería llorar pero reprimí esos sentimientos negativos para poder darle un bonito regalo al chico de ojos como las estrellas.
Cuando pude tocar la primera parte de la melodía me sentí extraña, como si de una vez hubiese sido libre.
Gracias por estar y no retroceder, gracias por quedarte cuando no había miel. Gracias por sacarme lo que me molesta, por oler a flores cuando el mundo apesta.
Te hiciste amigo de las voces de mi mente y me enseñaste a ver monedas en la fuente. Gracias por matar mi mala actitud, mi espíritu animal lo domesticas tú.
Vístete bonito que hoy se come afuera, vamos a quedarnos no haya luz. Vamos a matarnos las ganas de estrellas, vamos a crear un par de dejá vu's.
Antes de encontrarme tú color yo era, una cosa malita, muñeca vudú y sigo teniendo muy mala suerte, pero es diferente.
Me diste un abrazo amigo, no te asustaste cuando dije, los de atrás vienen conmigo. Me quisiste a mí y a los brujos que me cuidan, me alejaste de la gente mala y de las despedidas. Saltaste sin saber si había agua en la piscina y llenaste mi pared completa de pegatinas.
Es mentira eso de que el dolor desaparece, pero contigo se me olvida un par de veces.
Creces cuando crezco y yo merezco, tan poquito y tú me das bastante. Me haces sentir importante ya tengo el cerebro del tamaño de un elefante, de ti..
De tu canción favorita, de tu asiento en la mesa, del nombre de tu abuelita. De las calles que te pierdes, de los gatos que has perdido, de limpiar en tu pupila y de tu rostro con el mío.
Vístete bonito que hoy se come afuera, vamos a quedarnos no haya luz. Vamos a matarnos las ganas de estrellas, vamos a crear un par de dejá vu's.
Antes de encontrarme tú color yo era, una cosa malita, muñeca vudú y sigo teniendo muy mala suerte, pero es diferente.
Ahora estás tú, ahora estás tú.
Sin esperar un momento más, cuando terminé de cantar, corrí a los brazos de Jungkook, lloramos juntos como un par de tontos. Su calidez me envolvía en una sensación de paz y lo más importante, seguridad.
Limpió las lágrimas de mis mejillas y me regaló un beso en mi frente.
- Te quiero - susurró, con sus labios tocando aún mi piel.
Fue el te quiero más sincero que había escuchado desde que regresé a casa.
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