¡No me toques!
¿Una violación se puede superar?
Me parecía mentira que algo así me hubiese pasado, no sabía qué hacer, tan si quiera me salían las palabras para poder hablar. Quería gritar, me sentía sucia, acongojada.
Me había pasado todo el fin de semana encerrada en mi habitación, apenas probé bocado y las constantes visitas de mi hermano a la puerta de mi recámara me hacían llorar cada vez que preguntaba lo que me sucedía. Tan solo el simple hecho de pensar en decirle lo acontecido me aterrorizaba. No quería que le sucediera nada, era lo más valioso que poseía y me lo querían quitar.
Min Haeran, ese cabrón, me amenazó con hacerle daño, Yeonjun también estaba involucrado en dicha advertencia.
No me hallaba en mí misma, aparentaba una muerta viviente y los círculos negros debajo de mis ojos daban testimonio de lo cansina que era la situación. Pensar, pensar y pensar, solo eso hacía.
Lunes de porquería, deseaba que el colegio se derrumbara y cayera sobre mí, a ver si solo así podía descansar de todo el suplicio por el que estaba pasando.
— ¡Kim Lixue!
Ví la mano de la profesora de Literatura — Shana — posarse en mí pupitre tamborileando sus dedos con perfecta manicura color sangre.
— ¿Podría exponer ante sus compañeros de qué trata lo que acabo de leer? — inquirió con burla.
No sabía de qué hablaba, mi mente se encontraba inerte, no le había escuchado.
— No lo sé — murmuré en un hilo de voz, odiaba que me hicieran pasar vergüenzas en frente de mis compañeros de salón, había tenido demasiado con sus burlas en el pasado por culpa de mi ex novio y no quería que se repitiera.
— ¿Qué ha dicho?
— ¡Qué no lo sé, joder! — vociferé con mis manos echas puño respirando con dificultad.
— Lili...
Tan solo fue un roce de los dedos de mi mejor amigo en mi antebrazo, que me hizo saltar del susto.
— ¡No me toques! — le grité con lágrimas en mis ojos que opacaron mi vista. Solo podía imaginar que ese hombre me manoseaba, ese recuerdo me hacía querer vomitar.
Su bonito rostro se desfiguró en confusión, tenía el ceño fruncido y sus ojos me reparaban analíticamente. Lo único que quería era escapar de todo el tormento que me perseguía.
Corriendo salí del salón con mis mejillas empapadas, los murmullos habían comenzado otra vez y la perfecta Kim Lixue había desaparecido.
🎵🎵🎵
Me estoy rompiendo, me desmorono y caigo, y brillo en la oscuridad.
Me estoy rompiendo, viviendo en el recuerdo, dentro de mi memoria.
Es nuestro destino, ven, aplástame fríamente.
Solo se hace más profundo en ésta oscuridad rojiza...
Un estruendo proveniente del pasillo del colegio me hizo parar de tocar el piano del salón de música, era lo único que podía relajarme un poco.
— ¿Quién anda ahí? — abrí la puerta mirando hacia todas las direcciones, no había nadie, el corredor se encontraba desolado, debían estar aún en clases.
Cuándo salí del salón de clases, nadie fue detrás de mí y lo agradecí, necesitaba quebrarme sola. No quería que nadie me observaba mientras lloraba como si mi vida dependiera de ello.
Una mano venosa y pálida se posó sobre mis labios y cerraron la puerta pégandome a ella, sentí que me exprimían los sesos y otra vez volví a sentir ese sentimiento de angustia y terror al percibir lo que sucedería a continuación.
— ¿Me extrañaste?
Se me erizó la piel al escucharlo tan cerca de mi cuello, jamás le desearía a alguien algo así. Deseaba nunca haberle conocido o fijado en él. Lo odiaba con todo mi ser y lo quería lejos de mí, a millas de distancia.
— Deja que me vaya, por favor — imploré en llanto.
— No, Lili — jadeé de dolor cuando tiró de mi cabello — Eres mía ahora.
— Por favor... — volví a impetrar, aunque sabía que era en vano, nunca hacía algo que yo quisiera, siempre era él y todo lo que le diera la gana hacerme.
Todavía conservaba hematomas de golpes en mis glúteos de la primera vez y ni hablar de los cardenales en mis pechos y abdomen. Era crispante la manera en la que injuriaba y profanaba mi cuerpo.
Se me heló la sangre cuando metió su mano debajo de mi falda y tiró del elástico de mis bragas desgarrándolas al instante. Las veces que había tenido sexo en el pasado lo había disfrutado demasiado, era delicioso, pero nunca fue de ésta forma que se me hace tan espeluznante.
Su miembro se hizo paso dentro de mi hendidura, ni siquiera había lubricado, claro, él me daba asco, cómo podía exitarme de ese modo, jamás sucedería.
Me estaba haciendo daño, sentía dolor, ardor, no podría explicar cosa tan repugnante y corrompida. Solo él podía sentir placer así, porque yo solo quería cortarle el pene y dárselo de comer a las pirañas del río Amazonas.
— Quiero escucharte gemir, Lili.
Musitó jadeante en mi oído. En sus sueños haría algo así, no había Dios que me hiciera soltar un solo sonido de satisfacción, solo mis sollozos se escuchaban por todo el lugar. Quería que terminara ya, que su maldito orgasmo explotara de una maldita vez.
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