¡El chico de las flores!
«Cinco meses después»
Una noche increíble de horribles recuerdos, ya no quiero volver otra vez.
El amor está ardiendo, todo está ardiendo, todos los recuerdos están ardiendo.
Por un camino muy, muy largo, déjame muy, muy lejos. Espero que eches de menos mi lado por mucho, mucho tiempo.
No hay nada como piedad, no hay piedad, mi corazón es privacidad. Ni siquiera me importa lo que hagas, solo espero que tengas un final infeliz.
Una flor de margarita en mi sueño y me quema ese falso amor, eres tú el que falta me estoy volviendo loca.
Un pétalo blanco puro de margarita, dentro estoy loca de nuevo. Como una idiota, yo, hasta la muerte, yo te amé pero ¿esto es lo que obtengo?
Mentira, todo es una mentira, mentira.
Me quema éste falso amor.
Lo siento, sé que ya es tarde, vine porque hubo algunas cosas que no pude decir. No estoy descuidada, mis recuerdos son débiles ¿por qué mi corazón sigue dudando?
Tus ojos fríos, nuestro amor desvaneciente.
Ni siquiera me importa lo que digas, solo espero que tengas un final infeliz.
Una flor de margarita en mi sueño y me quema ese falso amor, eres tú el que falta, me estoy volviendo loca.
Un pétalo blanco puro de margarita, dentro estoy loca de nuevo. Como una idiota, yo, hasta la muerte, yo te amé pero ¿esto es lo que obtengo?
Mentira, todo es una mentira, mentira.
Me quema éste falso amor.
El amor que derramó lágrimas por una mentira, querido pájaro azul llorón, vuela lejos.
El que derramó lágrimas por una mentira, aunque es horrible, sigue viviendo. Eres un sol brillante querido, por favor sé feliz al final.
Un pétalo blanco puro de margarita, es suficiente, no me odies. Como una idiota, yo, hasta la muerte, yo era feliz de poder amarte.
No te vayas, no te vayas, no te vayas; mi eterna margarita.
– ¿No te vayas mi eterna margarita?
Leyó en voz alta mirando sobre mi hombro, el chico que se encargaba de joderme más la existencia. Ni siquiera supe cómo había hecho para escabullirse a mí habitación de hospital otra vez, era demasiado ingenioso para mí gusto.
Estaba demasiado concentrada escribiendo aquella canción en mi cuaderno que apenas sentí cuando habia entrado.
– ¿Tú otra vez? – le reclamé con un bufido – Si te me acercas voy a gritar.
Y sí, yo aún sentía miedo a que los hombres se me acercaran, solo dejaba a Jin y Jungkook visitarme y por supuesto también a Khaleesi que parecía una hermana más. A Yeonjun no lo ví más después del arrebato que tuve en la mansión de los Jeon y me cedaron por primera vez. Me mantenían internada en una institución mental bajo tratamiento con antidepresivos, en algunos momentos las dosis aumentaban si tenía una recaída, llevaba un mes sin tener una.
Se preguntarán qué ocurrió con Haeran. No lo sé y tampoco tengo el interés de saberlo. Jin se encargó de todo lo ocurrido junto a sus abogados, lo supe por Khale, que últimamente se ha vuelto un poco más habladora conmigo y se ha ido un poco de lengua.
– No me voy a acercar – levantó los brazos en forma de inocencia y sonrió con esa enorme dentadura que tiene.
Me explico, no es que tenga los dientes grandes, es que sonríe ampliamente, como si su boca fuese cuadrada.
– Taehyung vete a tu habitación – bramé refugiándome bajo las mantas de mi cama.
– No, quiero estar aquí con mi amiga.
– No somos amigos.
– Eres mala, muy mala – se quejó revolviéndose el cabello, luego de unos segundos se detuvo y lo dejó hecho una maraña.
Reí por lo bajo al ver su aspecto, ahora sí parecía un desquiciado.
– ¡Waa! Te ríes de mí.
– Pareces loco.
– Somos locos – admitió él bajando la mirada a sus manos que jugaban con un hilo del pantalón de su pijama.
Sus pies se encontraban descalzos y morados, como si hubiese golpeado algo, tuve curiosidad de preguntarle pero como siempre, no lo hice. No quería saber sobre nadie, mi nueva regla era no acercarme a los extraños y él lo era. No sabía sus intenciones, ni por qué estaba internado.
Todos en este lugar teníamos una cosa en común, la demencia. Muy pocos conservaban algo de cordura, incluso el enfermero Hobi estaba un poco chalado. El más lúcido era el psiquiatra Namjoon.
Y hablando de los reyes de Roma.
Taehyung corrió a esconderse detrás de las cortinas de la ventana que daba a mí cuarto. No sé ni para qué lo hizo pues sus pies quedaron a la vista de los de bata blanca y enseguida le descubrieron.
– Kim Taehyung, a tu habitación – la voz seria del doctor Kim le hizo sacar la cabeza de su escondite.
Jung Hoseok casi que se muere de la risa al ver la cara de terror que había puesto el chico, todos respetábamos al doctor de los hoyuelos como le decía Taehyung o el loquero como le apodaba Hobi.
– Pero Lixue iba a cantar.
Arrugué el rostro al escucharlo, no haría eso. Los otros dos chicos me observaron inquisitivamente.
– Eso es mentira, él se coló y no quería marcharse – le acusé con dramatismo, el castaño me fulminó con la vista matándome en su mente, murmuró un bruja antes de obedecer al doctor e ir a su habitación. Cuando se giró a echarme una ojeada le saqué la lengua como venganza porque yo estaba loca pero no era una bruja.
– ¿Comenzaste a escribir?
Ese fue el metiche, Hobi, que tomó asiento en mi cama y buscó entre mis cosas hasta dar con la pequeña libreta que él mismo me había obsequiado hace un tiempo, cuando se enteró que me gustaba la música.
– ¿Daisy? – miró con rareza el título de la canción.
– Margarita – tradujo el doctor con una sonrisa – Hablando sobre eso, tienes visita.
– ¿Quién? – intercalé la vista entre los dos, ambos le prestaban más atención a las dichosas líneas escritas en el cuaderno, que a mí, su paciente.
– El chico de las flores – canturreó el enfermero con efusividad, y pasó otra vez, me cohibí con su visita.
No entendía cuál era el capricho de Chanbing de visitarme cada viernes y traer con él un ramo distinto de flores, admito que me gustaron las margaritas y creo que eso fue lo que me inspiró para componer.
– Yo..
– Lili, dale la oportunidad solo de verte. No pasará nada, si quieres puedes recibirle en el jardín si así estás más cómoda.
Admiraba la paciencia que me tenía Namjoon y la delicadeza con la que me hablaba. Se me hacía irónico que fueran dos hombres los que me atendieran, cuando ellos eran mi mayor fobia.
Aún así, con miedo, se dió la ocasión para aceptar la visita del chico que ésta vez me traía lirios.
Observé a mí alrededor optando por una salida rápida si llegaba el momento de huir, pero me encontré con la mirada de Hobi recordándome que todo estaría bien y que él se quedaría allí para velar por mí.
– Lili...
La voz afable del pelinegro me paralizó a unos pasos de estar cerca de él, su sonrisa era muy bonita. Con cautela me senté en una banca dándole a entender que hiciera lo mismo y así hizo, conservando en todo momento una prudente distancia que me daba tranquilidad.
– Yo... – un carraspeo salió de su garganta, de reojo podía ver un ligero temblor en sus manos, que aún sostenían el hermoso obsequio floral – Esto... ésto es para ti – lo extendió hacia mí, no dudé en tomarlo pues siempre me habían gustado las flores y mucho más las que se encontraban en su hogar.
– Gracias – susurré a la vez que enterraba mi nariz en los lirios para olfatearlos, hasta me relajaban un poco esas fragancias.
– ¿Cómo estás?
Estaba nervioso, su comportamiento intranquilo me lo decía todo, su pierna derecha no dejaba de moverse y si me seguía concentrando en ello me daría ansiedad y no quería que me cedaran otra vez. Desvié la vista hacia las flores otra vez, atreviéndome a responder su pregunta.
– Mejor.
El sonrió con tranquilidad mirándome a los ojos. ¿Qué pensará sobre mí?
– Es la primera vez que me recibes – suspiró, fuí yo ésta vez quién lo observó con inquietud, pero el sonrió asintiendo – Lo entiendo. ¿Las anteriores flores te gustaron? – cambió radicalmente el curso de la conversación.
– Sí – admití un poco más relajada – ¿Por qué vienes cada viernes? – me atreví a preguntar, su preocupación por mí era un poco extravagante y tenía curiosidad por saber.
– Creo que vendría todos los días si no fuera por la universidad. Estudio Astronomía en la Universidad de Seúl.
– Las estrellas – sonreí al recordar aquello, hubo un punto tan bonito en nuestra relación que él, como todo Romeo moderno, nombró algunas constelaciones con mi nombre, ese había sido un detalle lindo pero no creí que estudiaría algo así.
– ¿Recuerdas?
Asentí, lo ví pararse de la banca y colocarse frente a mí, de rodillas, con los ojos hecho cristales.
– Tenía que verte Lili, me siento tan estúpido por haberte engañado. De verdad que te quería, sé que no tengo una razón para...
– Detente – murmuré sintiendo el nudo en mi garganta.
Estaba harta de revivir el pasado, pero siempre venían a recordármelo una y otra y otra vez.
– No. Tal vez si yo no hubiera hecho lo que hice, seguirías siendo mi novia y... Y nada de esto habría pasado. Yo.. yo lo siento tanto – a éstas alturas el pelinegro ya se encontraba hecho un mar de lágrimas y yo estaba igual o peor
– No tienes la culpa – me atreví a tomar su rostro entre mis manos para que me mirase – Nada de lo que pasó es tu culpa – sollocé junto a él al verlo besar mis manos como si yo fuera lo más preciado que tenía en el mundo.
– Te amo – volví a sollozar al escucharlo, era injusto que él también sufriera mi dolor y que aparte se sintiera culpable y aún así me dijera que me amaba.
No le respondí, mis sentimientos por él habían terminado hacía mucho. Pero dolía, me quebraba al verlo tan desbastado.
– Sé que no me amas – él supo mis pensamientos con tan solo observarme llorar desconsoladamente – Quería que lo supieras antes de que fuera demasiado tarde.
¿Tarde?
– Esta es mi última visita a éste hospital, Lili.
No entendía de qué hablaba, pero de algo sí estaba segura, ésto me estaba rompiendo aún más, era una despedida.
– Iré a vivir a Londres – me hizo saber a la vez que secaba mis mejillas del agua salada que aún salía como cascada de mis ojos.
– Te voy a extrañar.
Lo dije porque era cierto y porque él también merecía algo a cambio de palabras tan bonitas.
– Te traeré flores cuando vuelva...
– Disculpe, pero el horario de visitas ha terminado – la voz de Hoseok me hizo ponerme en pie al igual que Chanbing que secaba con sutileza sus ojos.
Nos miramos una vez más, pero no nos dijimos nada, solo seguí al enfermero que iba delante de mí.
En un impulso me giré y todavía me observaba con una minúscula sonrisa y no demoré en echarme a correr hacia él y abrazarle por última vez.
– Mis favoritas son las margaritas.
Dejé un beso en su mejilla y salí corriendo una vez más. Parecía incierto que me hubiese acercado de esa forma a él.
Al final del día terminé sonriendo y deseándole lo mejor a Chanbing, que también era merecedor de las estrellas.
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