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El chico con el síndrome de los pies descalzos.

Hoy era el gran día, había estado toda la semana como loca, preparando mis cosas para irme a Seúl.

Cursaría la carrera que me gustaba, pero era en la Universidad Nacional. Quería cambiar y tratar de ser alguien mejor, no la chica por la cual sentían lástima, sí, lo sé, no me lo habían dicho; sin embargo las acciones de todos a mí alrededor me lo confirmaban.

Seokjin estaba demasiado empalagoso y aunque siempre se mostraba así, creo que exageraba un poco. Khaly se pasaba el día en mi casa junto a Yeonjun que no se nos separaba ni un mísero instante, ya me estaban agobiando. De todas formas se irían junto conmigo, habíamos decidido ser roomies mientras fuésemos estudiantes universitarios, no entendía el por qué del capricho de estar pegados a mí como sanguijuelas.

Jungkook era otro que estaba medio raro ultimamente, aquella noche que lo había encontrado dormido en mi habitación se fue enseguida que le llamaron por una emergencia en el hospital, ni siquiera me dijo de qué se trataba eso tan serio de lo que quería hablar conmigo. Después de eso no lo volví a ver.

Creí que iba a gritar de la histeria si volvía a escuchar a mí hermano decir Lili, en algún momento lo iba a tirar por las escaleras, así que por eso decidí colocarme unos cascos y escuchar a todo volumen la música de mi reproductor.

La melodiosa voz de SZA cantando Snooze me acarició los oídos que ya se encontraban irritados por los gritos de Jin. El estribillo me contagió a hacerle un dueto, sin importarme si desafinaba, pues ni siquiera yo misma me escuchaba.

... mientras sueñes sobre mí, no hay problema. No tengo a nadie, solo a ti por ahora. Dí la verdad, luzco mejor debajo de ti — un cepillo para cabello era mi nuevo micrófono y mis animales de felpa eran la audiencia que observaba mi gran show — No puedo perder cuando estoy contigo, no puedo solo descansar y perderme el momento. Eres muy importante, nadie me lo hace como tú — giré haciendo una coreografía sexy que no sé de dónde la había memorizado, los vídeos musicales de Jay Park me estaban haciendo mal — No puedo perder... cuando estoy... — mi voz fue perdiendo decibeles al ver a mi hermano y Jungkook observando directamente hacia mí — ... contigo.

¡Qué vergüenza!

No podía escuchar nada de lo que me decían pero lo que sí noté fue la risotada que había armado mi hermano, fue el momento en el que me quité los cascos que le escuché decirme.

— ¡Yah! Pareces una serpiente con diarrea bailando así.

Su amigo que parecía haber perdido el habla apretó los labios evitando reírse con la mirada furibunda que le dí a Jin.

— ¡Y tú pareces un papagayo borracho cuando ríes! — le grité.

— ¿A quién le dices papagayo borracho, Kim Lixue?

El rugido de mi hermano que venía hacia mí me hizo correr hasta esconderme detrás de Jungkook que no paraba de reír.

— ¡Tú, deja de reírte! — le pellizqué haciéndole saltar.

— Ahora mi mejor amigo es tu guardaespaldas — volvió a refunfuñar Jin.

— Bueno, fuera de aquí que estoy haciendo cosas de chicas — les eché.

— ¿Sí? ¿Haciendo el baile de la víbora...?

— ¡Yah!

— Vale, vale, ya me voy, pero Jungkook ha venido a verte — hizo saber el mayor de los tres.

Miré al pelinegro que asintió regalándome una sonrisa un poco apenada.

Cuando la puerta quedó cerrada le pedí que tomara asiento a mí lado en la cama, que aceptó al instante.

— Mi hermana me ha contado que se irán hoy en la tarde — habló él.

— Sí, Yeonjun ha insistido en ser el chofer asignado — reí.

Mi amigo era un cabezota, prefería manejar que a tomar el metro, no lo podría entender jamás.

— ¿Estarás bien? — inquirió tomando mis manos entre las suyas, acariciándolas con cariño.

— Eso espero, igual Khaly y la pulga estarán conmigo — le sonreí afable.

Ojalá y todo siguiera tranquilo para mí y no se presentaran una vez más los ataques de ansiedad. Odiaba esos momentos, era extraño y tormentoso.

— Jungkook deja de preocuparte, estoy bien ahora — y aunque era un poco verdad , todavía sentía ese miedo de que Haeran volviera a aparecer y destruyera mi vida otra vez.

Sin más me envolvió en sus brazos brindándome la paz que él necesitaba. Sabía que Jeon había estado protegiéndome todo éste tiempo, pero aún no entendía qué le tenía tan nervioso últimamente, como si algo estuviera afectándolo.

— ¿Pasa algo? — negó con el rostro escondido en la curvatura de mi cuello, podía sentir su respiración pausada arremeter contra mi piel.

— Ah, lo olvidaba — sacó un sobre blanco de su chamarra y me lo entregó — Hoseok te lo ha mandado.

— ¿Hobi? — asintió.

El enfermero del loquero, no lo había vuelto a ver y él me simpatizaba bastante. Hoseok siempre fue amable conmigo, era por así decirlo, un solecito, todo el tiempo llevaba una enorme sonrisa y me hacía reír con sus bailes y chistes malos. Le extrañaba.

El papel estaba un poco arrugado y la tinta de lo que había escrito estaba un poco corrida, como si se hubiese mojado.

Para Lili:

En mi almohada, no me puedo cansar; compartiendo mi frágil verdad.

Donde todavía espero que la puerta esté abierta porque la ventana alguna vez se abrió contigo y conmigo.

Ahora mi "para siempre" se está derrumbando, preguntándome si me querrás ahora.

¿Cómo podría saberlo?

Un día me despertaba sintiéndome más, pero ya he alcanzado la orilla, supongo que éramos barcos en la noche.

Me pregunto...

¿Eres mi mejor amigo?

Se siente como un río corriendo por mi mente, quiero preguntarte si todo ésto está solamente en mi cabeza.

Mi corazón late con fuerza ésta noche, me pregunto...

Si tú, eres demasiado bueno para ser verdad y estaría bien...

Si yo, te acerco más.

¿Cómo podría saberlo?

...

¿Por qué lo hice?

Empezó como una sensación, que después creció en una esperanza, que después se convirtió en un pensamiento silencioso, que después se convirtió en una palabra silenciosa y entonces esa palabra se hizo más y más fuerte hasta que fue un grito de guerra.

Solo porque todo está cambiando, no significa que nunca halla sido antes de ésta manera.
Todo lo que puedes hacer es intentar saber quiénes son tus amigos, mientras te diriges a la guerra.

Escoge una estrella en el horizonte oscuro y sigue la luz, volverás cuando termine.

Ahora estamos de vuelta a el principio, es solo una sensación y nadie lo sabe aún, pero solo porque no puedan sentirlo demasiado, no significa que tienes que olvidar.
Deja que tus recuerdos se hagan más y más fuertes hasta que estén ante tus ojos.

Volveré cuando me llames, no hay necesidad de decir adiós.

Kim Taehyung
El chico con el síndrome de los pies descalzos.

Me estaba diciendo adiós y me sentí culpable, debí haberlo ayudado a salir de aquel lugar. Taehyung era bueno, un alma pura que ahora se encontraba en el cielo, el lugar que merecía.

Nunca olvidaría esa enorme y hermosa sonrisa cuadrada que me ayudó a huir de un agujero oscuro.

— ¿Cuándo? — pregunté en un sollozo.

¿Por qué la vida era así de dolorosa?

— Anoche — respondió en un susurro.

El pelinegro me volvió a fundir en un abrazo apretado que ahora era yo la que desesperadamente lo necesitaba.

¡Adiós Kim Taehyung!

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