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En el mundo existen muchos tipos de enfermedades mentales. Todas incomprendidas ante casi toda la sociedad. La mayoría ni los conocemos y las que conocemos, ni las entendemos del todo. Y es un buen ejemplo si les pregunto si han escuchado hablar sobre el síndrome del caballero blanco. No la han escuchado ¿no? Y la razón es de qué se habla muy poco sobre esta. Muchos la padecen y ni saben de su existencia.
Este síndrome es más como una característica de la personalidad, y comienza a partir de un abandono en su pasado. Abandono que sufrí gracias a mi padre y que me provocó padecerla.
El caballero blanco defiende de una manera casi compulsiva a los demás. Y a partir de esta información que yo, Jeon Khaleesi os brindo, quiero que entendieras el porqué de mis acciones. Y es que aunque yo sea uno tipo “equilibrado” de caballero blanco y me controlo, a veces se me va de las manos. Y lo mejor es hablar con mi hermano. Este síndrome se resuelve de una sola manera: Salvándonos a nosotros mismos. Emprendiendo el viaje más difícil de todos, ese donde es necesario transitar un universo interno, ahí donde enfrentamos a nuestros propios demonios para entenderlos, vencerlos y llenar de luz los rincones más oscuros.
Pero como mismo hay personas tan bondadosas como los caballeros blancos, también los hay malévolos. Y aunque parte de la naturaleza de los seres humanos está el causar daño a otro ser humano, hay personas mucho peores. Personas que no necesitan tener sangre en sus manos para ser perversos. Gente que en sus juicios son los buenos cuando en realidad, son los más terribles dragones.
Pero no teman.
El caballero blanco siempre vence al dragón en los cuentos de hadas.
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La luna y las estrellas eran testigos de lo que iba a ocurrir esta noche. La noche se había tornado fría repentinamente. Podía ver como el vaho salía de mi boca con mi respiración. Mis manos se encontraban dentro de uno de los bolsillos del abrigo que vestía Yeonjun mientras este último conducía su moto.
Habíamos sido sorprendidos por el frío de la noche y corrimos con la suerte que traía la llave de casa de mis padres en uno de mis bolsillos. De ahí nos habíamos cobijado con ropas aprueba de bajas temperaturas y unos guantes que usa el conductor.
Yeonjun a diferencia mía se encontraba muy hablador como era de costumbre, solo que esta vez se excusó con que era para combatir del frío. Y de hecho, cuando volvió a soltar el temita de que me pegara más a él, no lo dude.
Al llegar hasta nuestra calle estacionó la moto frente de mi casa y bajé para entregarle el casco. Él soltó su discursillo de novio dolido que no dormiría bien sin un beso de despedida. Así que para callarlo preferí cumplir su demanda. Y justo cuando el beso se volvió algo ¿sobrepasado? Fui agarrada por el cabello y alejada de él abruptamente.
El alarido doloroso que solté debido a la fuerte presión en mi cola de caballo, se quedaba corto a lo que mis ojos descubrieron al voltear para descubrir de quien se trataba...
Un par de ojos claros como el cielo estaban desbordantes de ira y cólera al mirarme. La cara de Eunsang estaba deformada por tanta ira que parecía un animal rabioso en plena crisis. ¡Tenía aspecto de desquiciada!
No lo pensé mucho, de hecho la idea de libérame fue algo instantánea al recorrer por mi cabeza.
Para lograr liberarme enlace mis manos a la muñeca con que me sostenía y enterré tan fuerte mis uñas en su piel que sentí como el líquido rojizo se escurría por mis dedos.
Yeonjun irrumpió, me ocultó tras suyo y enfrentó con la mirada a la mujer.
- ¡¿Qué haces?!
Fue lo que le gritó un sobresaltado pelinegro antes de recibir una fuerte bofetada de parte de la ojiazul.
La mejilla de Yeonjun quedó enrojecida y con un arañazo que destiló sangré rápidamente. El chico ni se inmutó por el golpe, solamente la empujó con una mano, haciéndola caer al suelo.
- ¿¡Qué te pasa!? – Clamó colérica la mujer.
- ¡No! ¡¿Qué carajos te pasa a ti?! – Le gritó de vuelta.
- ¡Estoy defendiendo lo que es mío!
- ¡Qué no te pertenezco, joder! ¿¡Qué tengo que hacer para metértelo en la cabeza!? ¡Estas loca!
- ¿Loca yo? – Satirizó con cinismo – ¡Loca la zorra esa que tienes detrás!
- ¡No hables así de Khaleesi!
La mujer se levantó e lo miró con asombro y desconcierto tan genuino que daba aspecto de shockeada. Se levantó e ni se quitó el polvo, solamente mantuvo una mirada lastimera sobre Yeonjun.
- ¿Qué por qué la defiendes? ¿Acaso no ves que quiere destruir tu vida? – Inquirió con voz más regulada.
- ¡Eso lo conseguiste tú sola!
- ¿Cómo puedes decir eso? Tomé el lugar de tu madre y lo hice mucho mejor.
- ¡Deja de mencionar a mi madre!
- ¡¿Por qué?! ¿te molesta que hable de lo insignificante que era? ¿o qué diga que por su estupidez se mató y casi te mata? Ese estúpido accidente en donde por estar molesta con Jiho huyo de su casa, y en medio trayecto se lanzó sobre un camión mientras conducía ¿Cómo es que no la odias? Casi te mata. Tú estabas en la parte de atrás ¿no? Si hubieras estado adelante hubieras tenido el mismo destino que ella.
- ¡Cállate!
- Aún te quedan las marcas de aquel día. Todavía no eres capaz de montar en un coche, por eso siempre andas en moto. Sin embargo, a pesar de eso te sacrificaste por la asquerosa mascota de esa zorra y condujiste uno.
Esa, esa fue la razón del porqué aquel día del accidente de Laika vi como sus manos temblaban en el volante.
Asombrada mire a mi pareja, este se mantenía totalmente firme, casi rígido y con sus manos echas puños. Veía como sus facciones del rostro estaban contraídas de la ira. Y parecía a punto de explotar ¿Sería capaz de golpear a Eunsang?
- Yeonjun – Agarré una de sus manos e hice una leve acaricia en ella.
El chico se volteó a mí. Su mirada se suavizó y sus músculos amainaron. Le negué con la cabeza y él me dedicó una tierna sonrisa antes de enlazar sus dedos con los míos.
- Lo que hice por Khaleesi no se llama sacrificio, es amor.
La burbuja tierna que se formó a nuestro alrededor explotó cuando nuevamente la rubia explotó de la cólera e intento agarrarme con sus garras, pero Yeonjun la detuvo antes de que hiciera algo.
- Vete de aquí Eunsang – Acoté ya enfada.
- ¿¡Qué!? – mofó incrédula.
Es hora de usar mi arma secreta.
Me puse enfrente de Yeonjun, afrontándola por primera vez. Ella me miró como si la inferioridad entre las personas realmente existiera y yo le sonreí hipócritamente ¿Cómo iría a una guerra de espadas con un cuchillo? Por esa razón adoro a Wednesday Addams y sus concejos.
- Si te no te marchas llamo a la policía.
- ¿Crees que te creerán?
- No lo sé, pero sabes quién si lo hará? Mi hermano. Y ¿sabes qué? Es médico ¿Qué pasaría si convenciera a la policía de que te hicieran un chequeo? ¿Qué crees que se descubriría?
- ¿Qué intentas insinuar? – Me miró con ojos entrecerrados.
- Venga, quítate de una maldita vez esa mascara conmigo, Eunsang. Las dos sabemos muy bien que cuando llega la noche te levantas con un fuerte dolor de cabeza. Ese dolor es la voz de la señora Choi retumba en todo los lugares maquiavélicos de tu cabeza. Ella se está burlando de tu insignificante existencia porque todos saben que ella es mucho mejor que tú y que nunca la podrás superar. Entonces tu corres asustada y gritando… pero lo único que te recibes la oscuridad y te encuentras cara a cara con tu mayor miedo. Le gritas a la sombra con forma humanoide que deje de atormentarte, y ella se ríe estruendosamente de ti. Tiemblas y buscas a alguien por qué sabes muy bien que ella desaparece cuando hay alguien contigo ¿pero qué pasó esa noche? El señor Choi tampoco se encontraba en casa y cuando vas a buscar a Yeonjun, él no se encuentra en su habitación. Las risas continúan y tú te acercas a la ventana gritando que se callen. Les ruegas que las voces paren. Entonces vez desde mi cuarto gracias a la ventana. Y cuando nuestras miradas cruzan descubres como Yeonjun estaba follándome, pero él no te ve, esta segado por la excitación y los gemidos. Entras en crisis y descubres al ver mis ojos que se te parecen a los de Yeonjun, a los de las sombras, a los de la madre de Yeonjun. Eso te carcome y empiezas a gritar todo lo que te pasa a los cinco aires…. Pero para mal tuyo. Lo que viste esa noche no fue una sombra ¿sabías?..... Fui yo.
- ¿Cómo…? – El rostro mayor se desfigura, adoptando una expresión de terror.
- Yo conozco bien tu secreto, Eunsang. Yo puedo destruirte. Yo soy igual de despiadada que las voces que escuchas.
Yeonjun intenta preguntarme de qué estaba hablando pero le reniego con la cabeza, susurrándole que este no era el momento. Mi espada se había convertido en una intimidación que para Eunsang era muy peligrosa. Y si quería que ella desapareciera de la vida de Yeonjun, tenía que mantenerme así de severa. Una persona con la deficiencia que ella poseía, tenía varios puntos débiles. Uno era el miedo de que las personas descubrieran su secreto, otro era el miedo a que realmente ocurra lo que decían sus demonios internos, y el más importante, miedo a esas voces. Yo tenía que convertirme en una de sus sombras, una que la asuste.
- Huye Eunsang, no vuelvas a aquí. Yo soy una sombra de carne y hueso. Yo si te puedo dañar.
Entonces ella hizo algo nunca me imaginé, en medio de todo el caos mental que portaba su cara, se echó a reír, risa sínica que delataba su condición psiquiátrica.
- Eres igual que esa mujer. La madre de Yeonjun también me descubrió y me dijo exactamente lo mismo… Y me deshice de ella ¿Sabes que otra diferencia tienen las sombras contigo y la madre de Yeonjun, Khaleesi? – Hizo una pausa tenebrosa y se acercó hasta quedar frente a mí – Que tanto tú como la fallecida Choi si las puedo matar – Envistió contra mí, así que lleve una mano a mi cabello pensado que iba a dar con ese lugar, sin embargo, Eunsang me empujó hacia la calle.
Y entre el grito ensordecedor de Yeonjun que no llegué a entender, y una luz cegadora que recibí al ladear la cabeza…. Fue lo último que vi antes de ser devorada por las tinieblas.
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