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Las olas rompían contra la arena con más ímpetu que horas antes. El agua espumosa había tomado una tonalidad violácea como el horizonte que la rodeaba y las abundantes nubes se veían perfectamente reflejadas desde la orilla en que me encuentro.
El sol ya estaba casi en su totalidad oculto, y la luna mostraba una parte de su redondez en la bóveda celeste. Amaba observar los crepúsculos de días como este donde puedo apreciar así al sol y a la luna. Es como si ambos tuvieran un pacto escondido donde prometieron nunca chocarse en el mismo lugar, aunque sí compartir el mismo reino celestial. Son astros por igual, y cada uno tan diferente al otro como el estado del día que promueven. Mientras que la luna es oscura, pequeña y fría. El sol es luminoso, gigantesco y cálido. Ellos eran la clara muestra de que dos cosas extremadamente diferentes podían coexistir en armonía total, claro, no siempre seguían las normas al pie de la letra, y terminaban topándose cada cierto tiempo para cambiar la sintonía, pero constantemente arreglaban las cosas y continuaban su transcurso normal.

Los rostros del retrato que abrazaba se volvían menos visibles cada vez que oscurecería más. Irónico. Porque así mismo acontece en mi cabeza.
En los duros momentos de mi vida en donde quiero recordar la dulce voz de mi madre, se desvanece. Ya el sonido de su voz iba marchitando y desconociendo cada vez más. La mayoría de los recuerdos que tenía de ella podían estar distorsionados de la realidad que vivimos castamente. Había momentos que despertaba llorando por la impotencia de no recordar sus facciones o por haberse enfriado la calidez de su tacto. Era difícil como mi cabeza misma me privaba de ella.

Una manta encerró mi anatomía del frío eventual del ambiente. Puse a descansar la fotografía a un lado para cubrirme bien. Tallé mis ojos para quitar las lágrimas y poder encontrarme con mi hermano o Jeongin. Sin embargo, cuando esa persona reposó a mi lado, descubrí que no eran ninguno de los dos.

- No te imaginas el trabajo que pase para encontrarte.

- ¿Por qué me encontraste sino estaba perdida? – Inquirí.

- Para mí si lo estabas.

Un espeso silencio paso factura por ambos al chocar miradas. No sabía que transferían sus ojos a mi ser pero prontamente aparté la vista al panorama.
Sentí como enrollaba sus brazos contra mi torso y me unía a él.

Si bien en un principio me sonroje, nunca me incomodó. Dejé que el abrazo continuara y me apoye a su pecho con agrado. Quedé sentada entre sus piernas y con la mirada deleitando del destellar de la primera estrella en la bóveda celeste.  

- ¿Cómo me encontraste, Yeonjun?

No lo miré, y de igual forma sabía que estaba sonriendo.

- Un mago nunca revela sus secretos.

Sus manos bajaron a mi regazo, sostuvieron mis entrelazadas muñecas y comenzaron a jugar con mis deditos. Sus palmas estaban calientes y eran gravemente opuestas al congelador de mis dedos. No pude evitar pensar en el sol y la luna. 

- ¿Te gustan los ocasos? – Me atreví a soltar la interrogación al disfrutar de su tacto.

- Mi madre me enseñó a degustar de ellos… – Soltó una profunda respiración – ¿La tuya también te enseñó a disfrutarlos?

- No, pero de igual modo me unen a ella tanto como este lugar.

- ¿Lo dices porqué vivían aquí?

- Tampoco, en realidad lo digo por un recuerdo.

- ¿Uno muy lindo?

- El mejor.

Otro denso silencio que duró unos minutos.
Cuando los dos volvimos a hablar soltamos al mismo tiempo diferentes frases que nos sorprendieron por igual y nos tomaron de sorpresa.

- Lo siento – Fueron sus palabras.

- Gracias – Eran las mías.

Y como el karma es una mierda muy entretenida volvimos a inquirir a la vez.

- ¿De qué te disculpas? – Fueron las mías.

- ¿Por qué me agradeces? – Eran las suyas.

Reímos sin gracia antes de continuar como si fuera un buen chiste.

- Responde tú primero, soy muy tímido.

- ¿En serio? No me había dado cuenta de esa cualidad tuya.

- No me vallas a la contraria, por favor, no querrás mañana despertar con tus zapatos debajo de mi cama.

- No traigo zapatos puestos, duh – Satiricé.

- Me importa poco, duh – Repitió.

- ¡No cambies de tema y respóndeme! – Reñí irritada.

Sentí la vibración causada por su risa en toda mi espalda.

- Ya te dije que soy demasiado tímido y por eso tienes que comenzar tú – Sin embargo la forma en que lo dijo mientras susurraba en mi oído demostraba todo lo contrario.

- Una persona tímida no hace eso. Te debería dar vergüenza la forma tan sosa en que actúas.

- ¿No hace qué? – Mofó mientras comenzaba a besar mi nuca.

Mi cuerpo se tensó completamente ante las sensaciones que se producían en mi estómago. Eso pareció gustarle porque percibí una sonrisa contra la piel de cuello antes de que comenzara a torturar el lugar.

- ¿Por qué hueles tan dulce y excitante a la vez? – Su voz se volvió a tornar ronca contra mi persona.

Sus brazos me apretaron más contra él, y mis muñecas apretaron las suyas cuando sentí la humedad de su lengua contra la piel de mi espalda, clavícula y últimamente mi cuello.         

- N-no hagas eso – Supliqué.

Por un momento creí que al igual que las otras veces, no se iba a detener. Eso aumento mi sorpresa al detenerse y susurrar con voz ronca un...

- Perdón.

Su cabeza descansó en mi hombro con una respiración pesada ¿Escuche mal? Ladeé mi cabeza para ver si de verdad era lo que yo creí escuchar. Y me percaté que sus orejas estaban de una tonalidad más rojiza de lo normal.
Era extremadamente extraño. Yeonjun no parecía de esos chicos que se disculparan por sus malas acciones ¿No lo era, no? Explico, ni siquiera aquel día en el baño pareció tomarle mucha importancia al "percance" que él mismo creo.

- ¿Escuche mal? Puedes volver a repetirlo – Inquirí todavía con la duda.

- ¡Que siento mi acción basada en hechos reales en estos momentos! – Su tono de voz me hizo dar un respingo del susto – No tengo la culpa de que mis instintos naturales me pidan que te coma ¿Entiendes? Es tu culpa por ser tan tierna y excitante – Gruñó lo último – Recalco. La de ahora, porque las anteriores no.

- Eres increíble.. – Suspiré abrumada.

- Lo sé. Me lo dicen muy ha seguido ¿Y adivina en dónde? – Erigió su cabeza junto a un baile de cejas que comencé a interpretar mal.

- ¡No quiero saberlo!

Sentí por segunda vez su risa detrás de mi espalda. Y ya no la sentía como la primera vez. Quizás ahora tenía más expectativas con este chico. Pero definitivamente era diferente el sonido de su risa para mí.   
   

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¡Feliz cumpleaños a mí!🤗😅

Lo pasé toda emocionada con la presentación de Jungkook en mi TV ¡Acere que lo sentí como un regalo de cumpleaños!

Espero que lo hayáis disfrutado este capítulo tanto como yo a Kookencio hoy en vivo. Sin más, me despido...

K.

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