05
Siempre he creído en lo increíble de la genética. Es alucinante como las enfermedades mentales como la psicotia se transfiere mediante ella. Hay veces que hasta los rasgos de la personalidad pueden transmitirse. Y ahí está Lixue, quién me dedicaba una mirada desaprobatoria cuando bizcochito y el chico se alejaron de nosotros. Conozco a la perfección el porqué de esa mirada. Mi mejor amiga repudia grandemente mi forma de conquistar. Es igual de justa que su hermano aunque tal vez ni lo sepa.
- Si yo fuera ese chico puedes estar completamente seguro de que ahora no estarías respirando – Soltó con molestia mientras volvía su lugar – ¿Por qué ella? No es ni siquiera tu tipo.
- ¿Tengo un tipo ideal?
La verdad es que me daba igual cualquier mujer. Mientras me gustara, me podría divertir metiéndome en su cama.
- Sabes a la perfección que te van más las de cabello oxigenado y de esas que se lanzan a tus brazos a la primera – Acotó cruzando sus brazos.
- Las personas cambian de gustos – Alce los hombros.
- No, no es eso – Entrecerró los ojos mirándome analíticamente – Hay algo más ¿no? Siento que hay un gato encerrado en todo esto.
Hay veces que me da miedo la forma en que Lili me conoce tan bien. Nos conocemos tan bien que solo la forma en que respiro me delataría al frente de ella.
- Es… raramente complicado – Confieso con una mueca mientras intento poner a mi cabeza a hacer el trabajo que le toca, que es pensar, pero que ella lo incumple constantemente.
- Bueno, entonces ¿qué rayos esperas para soltar la zopa?
Dejo de mirarla para concéntrame mirando a un punto imaginario y pongo a ordenar mis ideas antes de hablar. Es estúpido pero verdaderamente es complicado de explicar.
- Cada vez que la veo siento un deja vú. .
- ¿Un deja vú?
- No sé, Lili, siento que la conozco, que la he visto antes... – Gruñí sobando mi sien – Estoy empezando a creer en la reencarnación. No encuentro una respuesta más lógica.
De pronto el rostro de mi mejor amiga cambió. Está vez me miraba con notoria diversión. Sus labios sonreían descaradamente y su ceja estaba alzada.
- Tal vez fue tu mujer en tu vida pasada – Molestó pinchando con su índice mi mejilla.
- ¡No, eso no puede ser! – Dramatice un lloriqueo – Estoy completamente seguro que mi mujer en la otra vida eras tú.
La abracé como si la fuera a asfixiarla.
- ¿Pulga, qué hemos hablado de espacio personal? – Se quejó.
Pucheree haciendo ojitos de cachorrito. Ella en respuesta volteó los ojos sin paciencia y cambio repentinamente el tema.
- ¿Qué hay del chico? No creo que te entregue a su novia así por así.
- ¿El peliazul? Es el mejor amigo de ella. No su pareja.
- ¿Cómo lo sabes? ¿Les has preguntado?
- Sé distinguir a un mejor amigo en cualquier lado. Ellos son así como tú y yo.
La pelinegra abrió su boca para hablar, pero fue interrumpida por su “Dios griego de trasero hermoso” quien entró por la puerta como si el mundo le perteneciera.
Ash, odio a ese tipo.
Miré como Lixue le miraba el trasero y puedo jurar que está salivando como un perro cuando ve comida cerca.
El pamplinoso comenzó a dar su clase. Clase que no entendía ni mierda, pero debo de admitir lo gracioso que se escuchaba hablando de números y las miraditas que le lanzaba a mi amiga.
A mí no hay quien me joda, ese hombre quiere algo con Lixue.
- Psss – Le susurré a mí amiga que estaba idiotizada – Burra ¿Cuánto falta para salir de este infierno? – La chica estaba a mi lado pero seguía ausente – Lili hazme caso – Seguí sin respuesta – ¡Lixue!
Mi tono de voz la hizo dar un brinco, sus ojos me miraron con molestia mientras que rápidamente tuve los ojos de toda el aula sobre mí.
- ¿Choi Yeonjun, no? – Inquirió el estúpido con la tiza apuntándome.
- El mismo – Sonreí de lado ¿Hijo del director, eh? Eso es lo único bueno que tiene ser hijo de Choi Jiho. Lo único.
- Si tienes suficiente tiempo para incordiar a tu compañera en medio de una clase estoy completamente seguro de que puedes resolver este problema tan sencillo.
Ja. En primera no estaba molestando a Lixue, sólo me preocupe porque parecía en otro mundo – Uno morboso con el profesor –. En segunda ese problema no es sencillo. Y en tercero... Bueno no hay tercero.
Miré la problemática en la pizarra. No entendía absolutamente nada. Lo siento, no es mi culpa que las matemáticas no se me peguen.
- ¿Qué esperas? Anda, ven y resuélvela – Insistió con una sonrisa triunfante.
¿Se está burlando de mí? ¡En mi propia cara!
Rodé ojos, lo miré como si fuera un tonto y le hable:
- Miré, profesor – Mofé el “profesor” – Yo lo único que sé de su clase es cuando termina.
- Sabía que eras ignorante, pero no que sobrepasarás el límite del analfabetismo.
¡Será gilipollas!
Estuve a punto de levantarme para darle un golpe... Y digo “estuve” porque el trasero de bizcocho obstruyó mi campo de visión – Y buen trasero que se carga – cuando paso enfrente de mí y le estiró la mano a ¿Cómo era que se llamaba ese estúpido? Bueno, no importa.
- ¿Qué quiere, pequeña?
¿Pequeña? ¡¿Cómo se atreve a llamar a su alumna así?!
- Sé resolverlo – Habló decidida.
Era la primera vez que la veía tan decidida. Si se ponía nerviosa hablando conmigo – No la culpo, soy muy guapo – no me la imaginaba jamás que enfrente a un aula estuviera tan decidida.
- Ese problema está a otro nivel...
Ella lo interrumpió.
- Sé la respuesta.
- Es imposible que la conozcas sin hacer los pasos. Solo Einstein podría resolverlo sin necesidad de plantear las fórmulas.
- Menos quince.
- ¿Eh?
- La respuesta de ese problema es menos quince. Puede resolverlo sino me creé.
Silencio. El aula de sucumbió a un terrible silencio. Si llegaba a pasar una mosca seguro que retumbaba el sonido por las cuatro paredes.
La moracha le arrebató la tiza y muy oronda fue a la pizarra a resolverlo. Cuando la problemática estuvo resuelta se volteó al profesor.
No sé quién estaba más orgulloso, sí bizcochito o yo. Estoy tan orgulloso que destilo unicornios verdes.
- Profesor, la capacidad intelectual de una persona como Einstein no nos hace a los demás más estúpidos ni menos capaces – Hablé sonriéndole con total descaro.
¡Toma esa, profesor de quinta!
La mirada de bizcocho cruzó con la mía. Simplemente le guiñe. La verdad es que tenía ganas de besarla por la euforia del momento.... Un segundo ¿besarla?
- Bien hecho. Me sorprende tener alumnos tan aplicados y capaces en la materia – Desde aquí podía escuchar su orgullo roto.
Miré a Lixue con una sonrisa orgullosa. Me encantó demostrarle que el profesor no es una eminencia. Ella simplemente soltó un bufido hastiado. No le gustaba que le dijera un “te lo dije, burra”.
- Puede volver a su sitio – La castaña asintió para volverse a su lugar.
Hay algo que no entiendo ¿Es cosa del destino que su trasero quedé frente de mí ahora? Porque no tengo ningún problema con eso.
- ¡Kyaaa! – Chilló la chica cuando mi mano impactó con el lugar donde su espalda termina.
- Lo siento. Es que tenías un mosquito ahí.
Sin más que decir, Bizcochito se marchó corriendo hacía su lugar con la cara más roja que un tomate. Que linda es cuando se sonroja.
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Holis otra vez. Como prometí estoy actualizando más a seguido. Este capítulo era necesario escribirlo porque narra como Yeonjun aborrece al profesor de matemáticas, de hecho, esa es una de las preguntas que Lixue se plantea en el libro de mi unnie y quise responderla aquí.
Por si no lo han notado es la segunda vez que Khaleesi ayuda a Yeonjun, y eso tiene un porqué. Ahora seguro que empiezan a descubrirlo o sencillamente esperen a que la trama de la historia lo explique.
Hasta mañana.
K.
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