9.- Idea de nada
Logan
Un mes, treinta días es lo que llevamos pretendiendo que la súper estrella y yo tenemos un romance, las revistas tienen nuestras fotos en portadas, de pronto pasé de ser ignorado, a ser el maldito centro de atención.
Timmy estaba entusiasmado por eso, los medios hablaban de la manera en la que la super estrella parecía estar haciendo las cosas bien, ¿qué mierda era esa? ¿Realmente me daban todo el crédito a mí?
Mi hermana enloqueció, con la primera fotografía de nosotros me llamó gritando por teléfono, la tuve cerca de media hora en la línea hablando de que sería la cuñada de la artista a la que más amaba en el mundo, mi madre en cambio, estaba algo recia al respecto. Me reprendió por estar con alguien por interés, dijo que ella no había educado a su hijo de esa manera.
Claramente ninguna tenía idea del contrato, no podían saber, así que me tocaba fingir que todo esto era voluntario, que yo realmente estaba interesado en Harriet Campbell.
Salíamos dos veces por semana, nos encontrábamos en el mismo café, y en un par de ocasiones salimos a caminar. Nuestros encuentros nunca duraban más de una hora, hablamos de cosas superficiales, sobre el clima, y dábamos un par de sonrisas tratando de mostrarnos tan felices con la compañía del otro.
—¿Irás con nosotros? —inquiere Arthur colgándose la mochila al hombro.
—No lo creo —me excuso—. Ya tengo un compromiso.
—Oh, si —dice rodando los ojos—. Con tu nueva novia.
No me pasa desapercibida la mirada que me lanza, Arthur ha estado resentido conmigo por dejar a Liana, según él no puede entender como fui capaz de dejarla para salir con una super estrella.
Quise explicarle, pero Daniel me advirtió que nadie debería de saber sobre el contrato, mucho menos mis compañeros de equipo, ya que podrían utilizarlo para ganar ventaja. Y aunque me molestara, tenía razón.
—No es mi novia aún —lo corrijo.
—Da igual —se acomoda la chaqueta del equipo.
—Arthur, ¿realmente vas a estar enojado? —Un suspiro brota de sus labios y sacude la cabeza.
—Fue mutuo acuerdo —continúo—. Liana quería eso tanto como yo, estuvo de acuerdo, ni siquiera...
—¡La dejaste por una mujer con una reputación de mierda! —grita—. Dejaste a una buena mujer por una...
—No te atrevas a insultarla —espeto con molestia—. No te atrevas a faltarle el respeto, Arthur.
Sí, tal vez Harriet podía tener una reputación arruinada, pero eso no le daba el derecho a nadie de hablar sobre ella, me bastó leer los comentarios en los posts para saber a lo que la chica se enfrentaba todos los días.
Gente estúpida que cree que poner comentarios como "perra" "interesada" "convenciera" y muchas palabras más asquerosas, palabras que sinceramente, no van con Harriet.
Arthur sonríe sin ganas.
—Diviértete con tu novia —dice cruzando por mi lado.
Cierro los ojos por una fracción de tiempo en la que me repito que no importa, que no debo prestar atención, pero lo cierto es que hablar de Liana crea un vacío en mi pecho, un vacío que no había podido llenar.
La echo de menos, muchísimo. He retenido los impulsos de llamarla porque sé que eso complicaría todo, Daniel dijo que la clausula que sugirió el abogado de Harriet fue por mí, porque investigaron y supieron de Liana.
Timmy me mataría si por mi culpa todo se va a al mierda, así que lo único que me queda, es confiar en que al final del año, Liana va a cumplir su promesa y esperará por mí.
Salgo de los vestidores, me acomodo la mochila sobre el hombro mientras salgo del edificio del club de entrenamiento, atravieso el estacionamiento y ubico el auto estacionado a un par de metros.
Las risas me hacen voltear, distingo a mis compañeros caminar en dirección contraria, van en grupo y por un par de instantes tengo la tentación de llamar a Harriet y cancelar nuestra salida, sin embargo, cuando me llega un mensaje de ella diciendo "ya estoy aquí, no demores", la desecho por completo.
Me he retrasado un poco y con el tráfico de la tarde aún más, para cuando llego al restaurante van casi treinta de retraso, y ella no parece contenta con eso.
—Lo siento —me disculpo mientras me deslizo hacia el asiento—. El entrenamiento se alargó.
—Comenzaba a creer que me dejarías plantada —dice y sonríe un poco. La sospecha de que estuviese enojada por mi retraso se esfuma.
Hoy luce un poco más relajada, su cabello se encuentra suelto, sujeto de los lados con un par de prendedores en forma de diamante.
—¿Ya has ordenado? —inquiero.
—Solo un té —informa señalando la taza vacía frente a ella—. Estaba esperándote.
La mesera llega en ese momento, deja frente a nosotros los menús y luego se marcha diciendo que volverá cuando estemos listos para ordenar. Observamos en silencio lo que el restaurante tiene para ofrecer, permanecemos así por un par de minutos hasta que la mesera vuelve, toma nuestras ordenes y vuelve a dejarnos solos.
Se aclara la garganta, parece tener la intención de decir algo, pero es como si no se atreviera.
—Suéltalo —exijo. Harriet eleva la vista, sus ojos me observan un poco más abiertos de lo normal. El color verde resalta en ellos, no parece molesta, o sorprendida, más bien parece nerviosa, demasiado.
—He hablado con mi manager esta mañana —comienza—. Y él cree que ya es tiempo de, bueno, ya sabes...
—¿De comenzar a salir? —inquiero—. Quiero decir, de afecto y esa mierda. —Ella asiente.
—Le he dicho que nos dé un mes más —dice desviando la atención—. Para que no se vea demasiado apresurado, pero dice que debemos dar indicios, o confirmar que estamos...saliendo.
Asiento con lentitud.
—Bien, entonces creo que debemos salir un poco más, y umm, no lo sé, ¿salir alguna noche tal vez?
—Sí, eso estaría bien —dice.
Vuelvo a asentir, el silencio nos consume de nuevo mientras ambos permanecemos ahí, uno frente al otro sin decir o hacer nada más. La comida llega unos diez minutos después y entonces nos concentramos en comer.
—¿Tus guardias no te han seguido esta vez? —inquiero al no mirar a sus fieles acompañantes.
—A veces me gusta salir sin ellos —dice encogiéndose de hombros—. Me hace sentir mas normal.
Sonrío de lado. —¿Con ellos te sientes una especie de alienígena?
—Tu sentido del humor apesta —dice, pero sonríe levemente.
Me río un poco, la miro enrollar un poco de pasta en el tenedor y llevárselo a la boca. En las salidas anteriores siempre ha consumido ensaladas, variadas, pero no dejan de ser ensaladas.
Harriet no necesita una dieta, tiene una figura esbelta, una cintura que reluce aún cuando no lleva esos vestuarios tan ceñidos, no entiendo el porqué ella parece creer que la necesita.
Hacemos nuestra rutina acostumbrada, comemos, platicamos un poco más, y luego pedimos la cuenta.
—Nos ponemos de acuerdo para este fin de semana —expreso abriéndole la puerta para permitirle la salida—. Tal vez podemos...
Mis palabras se interrumpen cuando ella se detiene, parece mirar a un punto detrás de nosotros, y luego parece incomoda. Rebusca algo en su bolso, saca el par de gafas oscuras y se las coloca.
—¿Qué...?
—Debemos irnos —dice con los dientes apretados—. Los reporteros.
Volteo, solo en ese punto me percato del par de reporteros que caminan hacia nosotros, Harriet se apresura a avanzar, pero no somos lo suficientemente rápidos.
—¿Qué mierda? ¿De dónde...? —es cuestión de segundos, varios reporteros no rodean lanzando preguntas hacia nosotros. Harriet se acomoda las gafas y noto como intenta mostrarse amable.
—Harriet... ¿es verdad que están saliendo? —inquiere uno.
—¿Esta vez lo estás tomando en serio? —pregunta otro.
—Logan, ¿están saliendo de manera oficial?
Todas las preguntas se lanzan hacia nosotros de manera rápida que apenas las capto, Harriet pide que nos dejen pasar, pero ninguno parece hacerle caso.
—Si nos disculpan, queremos pasar —mascullo con algo de impaciencia—. Necesitamos llegar al auto.
Ellos insisten, preguntan la misma cosa mientras nosotros intentamos fallidamente avanzar.
—Realmente queremos pasar —insiste Harriet—. No hablen todos, no entiendo sus...
Alguien la empuja, trastabilla hacia atrás y por el movimiento golpea contra el micrófono de otro reportero. Sus gafas caen, y ni en ese jodido instante la prensa se detiene.
Me inclino con rapidez para recoger las gafas, Harriet luce avergonzada por su casi caída que mantiene el rostro bajo, los reporteros se apegan más y ubico al idiota que la empujó.
—Ten cuidado —lo señalo—. Si vuelves a empujarla serás tú quien acabe en el suelo.
Me siento sofocado por no poder dar ni un jodido paso, siguen preguntando las mismas cosas y me impaciento, me apego a Harriet, le rodeo la cintura con el brazo sujetándola con firmeza contra mi cuerpo.
El reportero detrás de ella se acerca y el movimiento de las personas del otro lado la hacen golpear contra él.
—Joder, tengan cuidado —exijo con molestia. Harriet se apoya en mi cuerpo para estabilizarse—. ¿Estás bien?
Asiente medio aturdida y la rigidez en su cuerpo me confirma que la está pasando mal.
—¿Pueden dejarnos pasar? —insisto. Las preguntas siguen siendo lanzadas, preguntan innumerables cosas que es imposible entender—. Señores realmente necesitamos pasar.
Cubro a Harriet con mi brazo, la apego a mi mientras intentamos avanzar. El auto está a un par de metros, pero la distancia se siente eterna, por poco y no llegamos, la conduzco hasta el mío empujando con algo de brusquedad a los reporteros y solo así consigo abrir la puerta.
Ayudo a Harriet a subir, la prensa me sigue rodeando el auto y cuando abro la puerta, los miro perdiendo la paciencia.
—Si no se quitan ahora les pasaré el auto por encima, están advertidos —ingreso al auto, cierro la puerta con fuerza y coloco los seguros—. Joder, son...
—Mi auto está del otro lado —dice interrumpiéndome al mismo tiempo que se deshace de las gafas.
Solo en ese punto caigo en que la he traído a mi auto, y ella tiene el suyo propio. Ni de loco dejaría que baje otra vez, los reporteros aún se mantienen rodeando el auto y sé que, si baja para ir al de ella, será peor.
—No puedes bajar —informo. Suspira, apoya la cabeza contra el respaldo del asiento y cierra los ojos.
—Llamaré a Covey para que vengan a recogerlo —dice—. ¿Puedes llevarme a casa?
—Claro.
Enciendo el motor y gracias a Dios los idiotas se quitan. Avanzo con rapidez por la avenida, dejando al grupo de personas atrás. Harriet me dicta la dirección, me dice que avenida tomar y da cortas indicaciones.
—¿Te hiciste daño? —inquiero cuando nos detenemos en un semáforo—. Cuando golpeaste con el micrófono.
—No —dice—. No fue nada, y gracias por eso. De ahora en adelante siempre saldré con guardias.
—¿Siempre es así? —inquiero—. Es decir, tan insistentes.
Asiente. —Me he acostumbrado.
—Pues no lo parecía —objeto—. Lucías demasiado tensa.
—Casi caigo, y como pudiste darte cuenta, ellos no perdonan ni una caída —sacude la cabeza lentamente—. Es lo único que odio en todo esto.
—¿En serio? —me mira por un corto tiempo. El semáforo cambia de color y avanzo.
—Sí —dice con firmeza—. Vale la pena después de todo, aunque a veces parezca una mierda.
No respondo, tomo una desviación que nos conduce a una calle de un solo sentido. Pronto comienzan a aparecer construcciones lujosas, grandes casas con jardines enormes.
—Tienes que detenerte ahí —dice señalando una especie de residencial—. Te pedirán tu nombre para acceder.
Hago lo que dice, el guardia de la entrada se acerca y bajo el vidrio.
—¿Nombre y a quien viene a ver?
—Buenas tardes, señor Rogers —Harriet se inclina hacia mi lado.
—Señorita Campbell, esperaba verla con sus guardias —dice el hombre con una sonrisa.
—Ellos tuvieron su descanso hoy, ¿podría registrar el auto y el nombre de Logan Walker? —me señala—. Dele acceso cada que venga, ¿de acuerdo?
—Claro, señorita Campbell. Adelante caballero.
—Gracias —le sonrío con amabilidad y subo el vidrio. Me permiten la entrada y avanzamos—. Vaya, me siento como si me dieran acceso al palacio real.
Harriet ríe, señala una de las calles y entro en ella.
—Ahí es —una bonita casa se deja ver, estaciono en la entrada y Harriet parece aliviada de llegar—. ¿Quieres pasar?
Lo considero por un momento, no debería hacerlo, no tengo porqué, pero termino asintiendo. Bajamos del auto, los guardias de la puerta la reciben con la misma amabilidad que el hombre de la entrada. Me miran por un corto tiempo y comienzo a preguntarme si me ven como una amenaza.
—¿Vives sola? —inquiero examinando la gran sala que nos recibe.
—Sí —dice quitándose los zapatos—. ¿Quieres algo de tomar?
—No, estoy bien —caminamos hacia el centro, Harriet se deja caer con descuido sobre el sillón y me mira. Hago lo mismo que ella, posicionándome al otro extremo del sillón—. ¿Una casa tan grande solo para ti?
—Es grande, pero fue la zona más segura que encontré —dice con un suspiro.
—¿Por qué necesitas tanta seguridad? ¿Es por como te acosan los periodistas?
—En parte —se acomoda contra la esquina del mueble—. Antes solo tenía un par de guardias, y los fines de semana descansaban, no quería tenerlos todos los días vigilándome, así que consideré que no pasaría nada por estar sola un par de días. Fue un error, alguien averiguó mi dirección y aprovechó la oportunidad para intentar colarse.
Se estremece por unos segundos.
—Fue una experiencia horrible, tener a un hombre gritando en mi ventana, diciendo que quería ser el padre de mis hijos, que me convencería de casarme con él, viéndolo tratar de ingresar...fue horrible —sacude la cabeza—. Llamé a la policía, se lo llevaron y desde entonces, nunca me doy el lujo de estar sin mis guardias, además, esta zona prácticamente está vigilada todo el tiempo, así que no es fácil entrar.
—¿La gente trata de meterse a tu casa? —Harriet eleva la mirada, asiente con lentitud y suspira.
—Trataban de meterse, dejaban fotos desagradables en mi puerta o pegadas al auto, a veces solo dejaban obsequios o cartas de admiración, pero...—se encoge de hombros—. Supongo que lo malo pesa más.
La miro a detalle, joder, ¿realmente le hacían todo eso? Yo no podría dormir tranquilo sabiendo que hay gente loca con deseos de meterse en mi casa a media noche.
—¿Qué? —sacudo la cabeza cuando me mira con confusión—. ¿Te he traumado?
Sonrío—. En lo absoluto.
—¿Qué hay de ti? —sube las piernas cruzándolas a modo de flor—. Por lo que sé la prensa no te acosa, debe ser nuevo todo esto para ti.
—Lo es, no acostumbro a tener tanta atención —admito—. Pero creo que eso significa que está funcionando, ¿o no?
—Supongo que si —concuerda—. ¿Lo hiciste solo por la fama? Quiero decir, ¿solo para ser mas conocido?
Considero el hablar de esto con ella, Harriet había contado una parte de su vida, lo justo es que yo hiciera lo mismo, ¿no es cierto?
—Hay la oportunidad de tener un gran patrocinador —murmuro—. Y jugar en un equipo reconocido, necesito ser popular para tener ventaja, y que ellos me acepten. Si todo resulta, pueden ficharme la siguiente temporada, y darme un contrato.
—Así que tú también me necesitas —dice elevando la barbilla y mirándome con algo de suficiencia.
—Bueno, he subido varios miles de seguidores en mis cuentas —admito—. Pero no te des la gran importancia, que mi rostro ayuda.
Una carcajada brota de sus labios, echa la cabeza hacia atrás y sus hombros se sacuden levemente.
Luce relajada, con esa sonrisa que me resulta bonita, más de lo que debería. El recuerdo de la forma amable en la que la tratan sus guaridas, y el hombre de la entrada, como se comportaba con el personal del restaurante, y hasta la interacción con sus fans, no coincide en lo absoluto con la imagen que intentan vender de ella, ¿por qué entonces la prensa la atacaba tanto?
—No entiendo —digo cuando ha dejado de reír—. ¿Por qué la prensa parece tenerte bajo ataque? —su sonrisa titubea.
—Yo tampoco lo entiendo.
—Si sabes como son las cosas, ¿por qué eres tan descuidada? ¿Por qué no cuidaste de tus espaldas?
Su sonrisa se borra por completo, el aire relajado la abandona en cuento termino de formular la pregunta.
—¿Crees que yo lo he querido así?
—Bueno, no haces mucho para evitarlo —me encojo de hombros—. Si sabes como es la prensa, si eres consciente de que eres el foco de atención...
—¿Qué sabes tú? —inquiere—. Un deportista con una ignorada carrera, ¿qué sabes de como es la prensa?
Me mira con molestia ahora, y la forma en la que me habla, me molesta a mi también.
—Es sentido común, super estrella —respondo con obviedad.
—Sentido común dices —se ríe sin ganas—. ¿Tienes idea de lo jodido que es no poder aceptar un café con un amigo porque al día siguiente ya hay notas hablando de una supuesta relación? ¿O te han fotografiado saliendo de una fiesta e inventándote adicciones que claramente no tienes?
—Harriet...
—¿Han hablado de tu padre en televisión? ¿O de tu hermano? ¿Le han dicho mal padre al hombre que te educó? —está enojada, sus cejas están arrugadas y se incorpora, mantiene los labios apretados mientras espera por una respuesta.
—No quise...
—No tienes una puta idea de lo que sucede —reclama—. Así que no te sientas con el derecho a juzgarme, Logan. Tú solo necesitas atención, tú solo necesitas ser notado. Yo desearía todo lo contrario, yo tengo una reputación que arreglar, estoy pagando por algo que ni siquiera ocasioné, siendo juzgada por como me comporto, por como visto, por como hablo. Y lo peor, es que tengo que lidiar con idiotas que creen que solo debo "cuidar más mi reputación" o "emplear sentido común".
—Hablo de lo que veo, Harriet —objeto—. Hablo de las fotos que aparecen en las revistas, de los artículos, hablo de que tienes toda la jodida atención y ni siquiera tienes el cuidado de moderarte.
—¿Moderarme? —casi grita—. ¿Por qué debería hacerlo? Vivo mi vida como lo que soy, una mujer soltera, libre, una chica que solo quiere disfrutar de su juventud.
—¡Y ocasionas toda la mierda! ¡Míranos, por eso estamos aquí ahora!
—¡Hasta donde sé nadie te obligó! —grita enfurecida—. No te confundas, Logan. No eres tan indispensable para mí, si acepté esto, si firmé ese papel fue por mi familia, no porque me importara lo que dijeran de mí, fue por ellos, para que no tuvieran que vivir la mierda que yo estoy pasando. Si ahora mismo decidiera romper el contrato, fácilmente podría encontrar a otro chico, en cambio ¿tú? Tú no podrás encontrar a nadie que te de tanta fama como yo.
Sus palabras se sienten como un golpe directo en mi orgullo, tenso la mandíbula mientras la observo, no duda ni un segundo en la forma en la que me mira, hay una ira en sus ojos que está esperando a ser desbordada.
—No eres el maldito centro del universo, Harriet —espeto—. Tal vez las revistas tienen razón, solo eres una maldita niña egocéntrica.
No preveo lo que hace, camina con rapidez y en una fracción de tiempo, su palma se estampa contra mi rostro en un movimiento fuerte que me hace voltear.
—No vuelvas a faltarme al respeto —exige—. Porque en ese segundo, romperé el maldito contrato sin importar cuanto tenga que pagarte. Y juro, Logan, que no quieres meterte conmigo.
—Largo ahora —exige con la ira llenándole la voz—. Fuera de mi vista.
Llevo la mano hacia la zona en donde ha golpeado, el ardor se presente, estoy apretando los dientes, tan fuerte que comienzan a doler.
—Largo si no quieres que les diga a mis guardias que te echen —advierte.
Como si estuviesen esperando la indicación, un par de guardias entran. El rubio que siempre va con Harriet me mira de forma amenazante, sé bien que una palabra de la chica hará que me boten del sitio, y no planeo dejar que eso ocurra.
La miro una última vez, niego un par de veces y le doy la espalda. Salgo con rapidez de la casa, un guardia abre la puerta para mí y en cuanto la cierra detrás de mí, permanezco ahí.
—Es un idiota —escucho que uno de los guardias dice—. No eres nada de eso.
—Estoy cansada —su voz brota de manera inestable y un dejo de culpabilidad me atraviesa—. Si alguien me busca, dile que no puedo atender.
Sacudo la cabeza, camino con rapidez hasta el auto y subo. Cierro la puerta con fuerza y golpeo el volante. Una oleada de molestia me envuelve mientras cierro los ojos con fuerza.
—Bien hecho, Logan —me reprendo—. Bien hecho.
_____________________________________________________________________________
No se olviden de votar y comentar, ¡significa mucho para mí!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro