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8.- Debe funcionar

Harriet.

Fue cuestión de horas para que alguien publicara la fotografía de Logan y yo juntos, para cuando la noche llegó había varias imágenes de nosotros en internet, pero la foto que más sensación causó, fue la que tomaron en el momento justo en el que Logan me entrega la mitad de su hamburguesa.

No suelo leer los comentarios en internet, sin embargo, esta vez lo hago esperando encontrarme la ola de ataques en mi contra. Pero no lo hay.

Aunque claramente no es como que hablen mucho sobre mí, la mayor parte de los comentarios se centran en lo "bueno" que Logan es, en lo lindo que resulta el gesto y en las hipótesis de si él será el chico definitivo.

Mis amigas enloquecieron, y esta vez no pude hacer mucho para evitar que vinieran a mi casa y me cuestionaran absolutamente todo sobre Logan Walker.

—¡Es apuesto! —exclama Missy mientras examina la fotografía de Logan—. Solo miren ese rostro, super estrella, ¿cómo es que no nos contaste nada?

—Porque no era nada —miento—. Pero es agradable.

Lo segundo no es una mentira, estuvimos cerca de una hora más en el restaurante, intercambiamos números y luego cada quien se marchó en su auto.

—No mientas, te dio la mitad de su hamburguesa, eso tiene que significar algo —insiste Kath golpeando mi hombro—. Lo tenías bien escondido, eh.

Resoplo con fastidio.

—Bien, puede que me parezca atractivo y me agrade más de lo esperado —no es una verdad completa, pero tampoco una mentira.

Logan Walker es agradable, probablemente de habernos conocido en otros términos que no nos obligaran a fingir que estamos enamorados, hubiésemos sido buenos amigos.

El chico es atractivo, demasiado. Tendría que tener problemas serios de visión para no darme cuenta de lo agraciado que es físicamente, y Jesús, el cuerpo atlético es una característica que no pasa desapercibida.

—Las redes sociales comienzan a volverse un poco locas —informa Sandy—. Parece que Logan llama más la atención de lo que pensamos.

Gira la pantalla hacia nosotras y soy capaz de leer los comentarios, me rio cuando leo un par de "quiero casarme con él" "Quiero que sea el padre de mis hijos", sin embargo, la sonrisa se borra cuando percibo uno.

"Envidio a la perra, no lo merece. Logan es demasiado para ella"

—No leas eso —Sandy apaga el celular—. Son idiotas.

Sé que lo son, pero eso no impide que sienta la molestia instalarse en mi pecho. ¿Por qué siempre terminaba prestándoles más atención de la debida?

—¿Adivinas quienes ya tienen boletos para ese sensacional concierto? —Missy cambia el tema de manera tan drástica que son evidentes sus intentos de que olvide lo que acabo de leer.

—¡Nosotras! —gritan y eso me hace sonreír un poco.

—Saben que no tienen que comprarlos —les recuerdo con la sonrisa un poco más genuina—. Puedo dárselos perfectamente y asientos VIP, además.

—¿Y perdernos la experiencia de gritar y brincar como fanáticas normales? —inquiere Kath—. No gracias, queremos disfrutar la experiencia al máximo.

Sacudo la cabeza en forma de negativa pero no aparto la sonrisa de mis labios.

—Aunque si ese tal Logan estará ahí, nos gustaría conocerlo —dice Missy elevando las cejas—. Ante todo, necesitas la aprobación del escuadrón para salir con él.

Resoplo, el escuadrón fue la manera en la que llamamos a nuestro grupo de amigas, éramos unas adolescentes que creían genial el ponerse un nombre, pero ahora realmente solo es gracioso.

Creí que sería más difícil convencerlas de lo que supuestamente sentía por Logan, mis amigas pueden ser demasiado...especiales en cuanto a chicos, sin embargo, parecía que, con Logan, fue un trabajo sencillo.

—No lo sé, probablemente esté ocupado —miento—. Pero si está, tal vez se los presente.

El grito entusiasta me hace reír, por Dios, parecíamos un grupo de adultas en vez de mujeres de casi veintidós años.

El tema de Logan y la prensa pasa a un lado y agradezco internamente por eso, pronto nos sumimos en una conversación que no tiene absolutamente nada que ver conmigo y eso me hace sentir tan bien.

Me agradaba no tener la atención constante, suficiente ya tenía con la prensa, no quería que mis amigas se sumaran a mi agobiante preocupación de atención indeseada.

Esta vez no se marchan demasiado tarde, apenas ha comenzado a oscurecer cuando las tres chicas que hicieron mi medio día ameno dicen que deben irse. Las acompaño hasta la puerta, Covey está en su puesto habitual y me regala una sonrisa cuando cruzo por su lado para volver al interior.

Reviso el celular, tengo un par de mensajes de mi hermano diciendo que hable pronto con papá porque no soporta más su mal humor, y casi rogándome porque fuese a casa.

Lo considero, no he hablado con papá desde la reunión que tuvimos con Logan. Tampoco con mi madre, la poca comunicación que he tenido es con Axel, y detesto como el infierno sentir que he arruinado nuestra relación.

Le envío un mensaje a Stacy preguntándole si tengo un compromiso pronto y cuando responde que el resto del día y mañana lo tengo libre, voy por mi abrigo.

—¿A dónde la llevo? —inquiere Covey y entorno los ojos hacia él—. Lo siento, ¿A dónde te llevo, Harriet?

—Mucho mejor —respondo—. A casa de mis padres, por favor.

Covey asiente, otro guardia sube con él en el lado del copiloto y avanzamos, decido no decirle a Axel que estoy yendo a casa, no sé en realidad si mis padres se encuentran, pero deduciendo el mensaje de mi hermano, es más que probable que sí.

Nos toma cerca de veinte minutos llegar, reconozco el bonito auto estacionado afuera y considero la idea de pedirle a Covey que demos la vuelta y volver a casa. Sin embargo, es demasiado tarde porque Axel ha visto el auto desde su ventana.

—Has enfrentado cosas peores —me recuerda Covey—. Esto es pan comido.

Le sonrío, asiento antes de abrir la puerta y bajar. Tomo una inhalación convenciéndome de que puedo enfrentar a mis padres, y a mi abuela.

Marian Campbell sale cuando apenas estoy atravesando el jardín delantero.

—¡Mi estrellita! —exclama y sonrío.

—Hola abu —saludo recibiendo abrazo que me brinda—. ¿Mis padres están en casa?

—Lo están —dice y me abraza un poco más.

Caminamos juntas hasta la casa, cuando ingresamos, mis padres aparecen.

—Mas vale que no sean tan duros —advierte Marian—. Ahora, Axel, vamos que tus padres y hermana tienen que hablar.

Mi hermano no opone resistencia y luego ambos desaparecen, escondo las manos en los bolsillos de mi abrigo, y miro a mis padres.

—Hola —papá suspira, la tensión en su cuerpo parece esfumarse y abre los brazos.

—Ven aquí, Hattie —no dudo en hacerlo, elimino la distancia entre nosotros y me siento protegida al estar entre sus brazos—. Lo siento, fui muy duro contigo.

Sacudo la cabeza —Fuiste un padre, eso es lo que fuiste.

—¿Estás bien? —inquiere mamá ahora acercándose—. Lo sentimos, cielo, pero debes entendernos, eres nuestra niña y lo que aceptaste...

—No hablaremos de eso —la interrumpe papá—. Solo quiero que me digas, ¿él es un idiota?

Sonrío, me aparto un poco y niego.

—Es agradable, me compartió de su hamburguesa —mamá ríe—. No tienes nada de que preocuparte, papá.

—Sí en algún momento es un idiota, si te trata mal o...

—Estaré bien —lo interrumpo—. Y te lo haré saber, por supuesto.

—Lamentamos haber sido unos padres muy duros —dice mamá abrazándome con fuerza—. Solo queremos cuidar de ti.

—Será un año, Scott dice que será tiempo suficiente para acallar todo —tomo una corta inhalación—. No es el fin del mundo, ¿o sí?

—Y aunque lo sea, estaremos aquí para ti —asegura papá—. Nunca vas a estar sola, Hattie.

Me siento frágil cuando él dice aquello, tal vez después de todo, mi vida no es un completo desastre.

Tengo padres maravillosos, un año de sacrificio valdría la pena.

Tenía que valerlo.

Me quedo a cenar, papá invita a los guardias a entrar así que Covey y Tyler comparten la cena con nosotros. Es un rato agradable, y no quiero volver a casa, así que mamá dice que puedo quedarme esta noche en mi antigua habitación.

—Los llamaré si requiero algo —pronuncio hacia el par de guardias.

Ambos asienten, se despiden de mi familia y pronto me quedo de nuevo en el acogedor ambiente de mi casa.

Permanecemos largo rato en la sala, la abuela tampoco parece tener intenciones de irse pronto así que cuando llega la noche, me siento cansada.

Son cerca de las diez cuando subo a mi habitación, me descalzo los zapatos y me escabullo en la cómoda cama. Tomo el celular, apenas he abierto la aplicación de mensajes para contestar los que tenía pendientes cuando la puerta se abre.

—¿Se puede? —mi abuela asoma la cabeza.

—Sí —respondo elevando la espalda del colchón, cruzo las piernas en flor y miro a mi abuela.

—¿Cómo estás, estrellita? —se coloca en el borde del colchón y extiende la mano para colocarla sobre una de mis rodillas.

Marian Campbell es hermosa, aun a su edad, los casi cincuenta y cinco años, sigue luciendo tan hermosa como en su juventud. Somos cercanas desde que tengo uso de razón, ha sido mi principal confidente, la persona con la que puedo ser tan franca como quisiera, sin riesgos a preocuparla, porque ella siempre escucha, sin juzgar, sin enojarse.

—No es tan malo como parece.

—¿Es solo un año? ¿Revisaste las cláusulas? —asiento.

—Papá lo hizo, con Bill —informo y ella parece un poco más tranquila —estaré bien, abu.

—No me cabe duda de eso, eres igual de fuerte que tu padre —dice—. Pero me preocupa que esto sea demasiado, fingir que estás en una relación con alguien... ¿consideraste todo lo que implica, Hattie?

—Lo hice, pero no tuve opción, abu —un suspiro brota de mis labios—. Hablaron de papá, y de Axel.

Un dejo de dolor se apodera de su mirada, baja la vista por un par de instantes y ahora es ella quien suspira.

—No podía dejar que continuaran hablando de él —aseguro y vuelve a mirarme—. No si puedo evitarlo. Scott dice que un año será suficiente para acallar todo, y podré vivir normal. Sin preocuparme de que vuelvan a hablar de mi familia.

Marian sonríe, extiende la mano para acariciar mi rostro y me mira con dulzura.

—Tienes la misma bondad de tu madre, y eres tan fuerte como tu padre —dice acomodando mi cabello detrás de mi oreja—. Eres la perfecta combinación de las mejores cualidades de tus padres, cielo. Y eso te hace tan maravillosa, no dejes que nadie te arrebate eso, ¿quieres? No dejes que nadie te haga dudar de lo mágica que eres, no necesitas a ese chico, es solo una solución que apresura, pero no lo necesitas, no dejes que te convenzan de que necesitas a un hombre, Harriet.

Mis comisuras se elevan levemente mientras asiento con lentitud.

—No necesitas a un hombre, grábate eso ¿sí?

—No necesito a un hombre —repito y ella sonríe.

—Así es —se acerca hasta envolverme en un abrazo—. Y si alguna vez hace algo para lastimarte, asegúrate de hacérmelo saber y me haré cargo.

—No dudo de que así será —mi abuela se incorpora, camina hasta la puerta y me mira una última vez antes de salir.

—Eres mágica, estrellita —dice con dulzura —no dejes que nadie te haga pensar lo contrario.

Y tras decir eso, se marcha.

El fin de semana llegó con rapidez, y pronto me encuentro rodeada de personas preocupadas por mi aspecto.

—¡Tiene que salir en cinco! —grita alguien.

La presentación del festival de la música había llegado, yo soy la encargada de abrir el festival, y eso consigue ponerme nerviosa.

Brochas cruzan por mi rostro, maquillaje y personas acomodándome el cabello.

—¡En tres! —insiste otra voz.

—Está lista —Stacy me entrega el micrófono y me hace una seña. Un chico de staff se acerca y lo sigo por el backstage del escenario hasta llegar a la plataforma que me subiría.

—¡Un minuto! —subo, me aseguro de estar lo suficientemente sujeta como para no caer, y me preparo.

Marcus eleva el pulgar y me sonríe, papá me lanza un beso y mamá eleva las manos. Sonrío con sinceridad mientras la plataforma comienza a moverse y pronto, me encuentro frente a miles de personas que lanzan gritos eufóricos hacia mí.

—¡Buenas noches, Baltimore! —el grito que recibo en forma de respuesta me hace sonreír un poco más, las luces me enfocan y entrecierro los ojos hasta conseguir acostumbrarme a lo intenso de la luz.

La melodía comienza a sonar, los bailarines me rodean mientras me muevo por el escenario, y las letras vienen a mi mente.

Fue viernes por la noche,

Cuando te vi por primera vez.

Éramos tan jóvenes que apenas,

y nos pudimos reconocer.

Pero ahí estás, cierro los ojos,

Y ahí estás.


Apareces en sueños,

En destellos sin realidad

Te apoderas de mis noches, haciéndome pensar,

Que tal vez he perdido la cabeza al quererte así


Dime, ¿Cómo saber que eres real?

Fueron menos de sesenta segundos,

un minuto para decidir,

un corto tiempo para decir:

Por favor quédate aquí.


Las luces de las calles,

la música de la ciudad.

De pronto nada tiene sentido, todo se siente irreal.

Sé que estuviste ahí, sé que tal vez, también estás aquí.

Pero chico, dime ¿Cómo saber que eres real?


Dime, ¿Cómo saber que eres real?

Fueron menos de sesenta segundos,

un minuto para decidir,

un corto tiempo para decir:

Por favor quédate aquí.


Y ahora estoy aquí, con un bonito vestido,

Esperando tu llegada.

Y ahora estoy aquí, convenciéndome de que eres real.

Diciéndome que aquel viernes en la noche,

Exististe para mí.


Y ahora estoy aquí, deseando que aparezcas,

estoy aquí, rogando por una señal,

estoy aquí rogando por verte aparecer y decir:

Oh, cariño, definitivamente soy real.


Mi voz se desvanece en el aire, son cortos segundos de silencio en donde todo permanece quieto, y luego la ola explota. Los aplausos y gritos, las luces del público, las sonrisas a mi alrededor.

La enorme atmosfera de felicidad que me envuelve, y me recuerda porque estoy aquí, la siguiente melodía comienza a sonar, elevo la vista y ahí está él.

Logan me mira, está a una distancia considerable así que apenas y distingo su rostro, pero está ahí. Es cuestión de segundos para que la letra comience, y cuando lo hace, sostengo el micrófono con fuerza, y canto mejor de lo que lo he hecho alguna vez.

Mi presentación acaba seis minutos y medio después, ha habido dos canciones con coreografía así que estoy algo sudorosa cuando llego a mi camerino, no me gustaba recibir a nadie al finalizar, pero cuando entro, alguien está ahí.

—Logan —apenas estoy recuperando el aliento, él se incorpora y sonríe levemente.

—Hola, ellos dijeron que debía venir —dice como si quisiera excusarte—. Les dije que necesitarías tiempo, pero...ya sabes.

Su mirada me recorre por unos segundos, y luego la fija en mis ojos.

—Estuviste increíble —dice—. Y tuve razón, esa hamburguesa no te hizo subir dos kilos.

Sonrío.

—Fuimos tendencia —él hace una mueca—. Creo que está funcionando.

Asiente, recorre la habitación con la vista como si quisiera apreciar cada detalle y luego la vuelve a mí.

—Tiene que funcionar —dice colocando un gesto un poco más serio—. Bueno, te dejo. Estaré un rato afuera, por si ya sabes, la prensa está esperando.

Asiento.

—Nos vemos, Harriet. —cruza por mi lado y permanezco en silencio hasta que él sale por completo, cuando me quedo sola, me desplomo contra uno de los taburetes.

¿Cómo vamos a conseguir fingir que estamos enamorados? ¿Cuánto tiempo más tendremos antes de tener que fingir un amor que no existe?

—Tiene que funcionar —murmuro—. Por favor, tiene que hacerlo.

Cierro los ojos y dejo caer la cabeza hacia adelante.

—Solo quiero que funcione.

Solo deseo que al final, no haya resultado ser una locura sin beneficios, un sacrificio en vano, porque estoy dejando una parte de mí al hacer esto, y la única manera de recuperarla es que, al final del contrato pueda decir:

Esto funcionó. 

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¡Hola, hola! 

No se olviden de votar y comentar, significa mucho para mí 

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