7.- Un acuerdo, 365 días
Harriet
Tamborileo mis dedos sobre la mesa de la sala de juntas, la suela de mi zapato golpea la losa al mismo ritmo.
—Tranquila —Bill, el abogado de confianza de mi padre coloca una mano sobre mi hombro—. Si comienzas a arrepentirte, si hay algo en lo que no estés de acuerdo, solo debes decirme.
Asiento, es todo lo que puedo hacer. Dirijo la mirada al reloj, hace cinco minutos que Logan Walker debió de haber llegado, una parte de mí mantenía la esperanza de que no se presentara, de que se arrepintiera en el último segundo y decidiera no firmar el contrato.
Papá también está en la sala, se ha mantenido en silencio desde que ingresamos y apenas me mira. No hemos hablado mucho, sé que está enojado, mamá también lo está, ninguno de ellos está de acuerdo con esto, es una locura, lo sé bien pero no hay nada más que pueda hacer.
Marcus dijo que podía darme toda la información necesaria sobre Logan, y aunque realmente no estaba interesada en conocerlo, preferí hacerle caso antes de agotar su paciencia, otra vez.
Logan Walker, veintidós años, un popular, pero no lo suficiente, jugador de Hockey sobre hielo. Según la información de Marcus, Logan es conocido como "el chico bueno del hockey", una reputación intachable, sin adicciones, sin problemas con la prensa, una tranquila y casi inadvertida carrera deportiva.
Hubiese sido inteligente buscar alguna fotografía de él, o alguna red social, sin embargo, preferí no hacerlo. Quería verlo por primera vez aquí.
—Llegaron —mi pulso se dispara cuando Scott habla. Se incorpora acomodándose el saco y resoplo. No me molesto en levantarme, permanezco sentada sobre mi cómoda silla intentando aparentar que no estoy a punto de sufrir un maldito colapso nervioso.
En el instante en el que las puertas se abren, dejo de respirar, Tres hombres entran primero, y luego, Logan Walker.
Parpadeo cuando consigo verlo, porque es él...es el chico del restaurante. Ese al que le di un autógrafo horrible y, comparado a esa vez, en esta ocasión no tiene intención alguna de mostrarse amable.
Los hombres se presentan como Timmy Benson, el agente de Logan. Frank Rogers, su entrenador y Daniel Beckham, su abogado.
—Harriet —dice Timmy con una sonrisa—. Es todo un placer conocerte.
—El placer es mío —murmuro, aunque no tengo idea de quienes son.
Logan no se molesta en hablar, parece tan incomodo con esto como yo así que deduzco que tampoco está aceptando el trato de buena manera.
—Bueno, si están de acuerdo, comencemos —Bill abre el par de carpetas, mi padre se mantiene detrás de mi cuerpo, cruza los brazos por el pecho sin apartar la mirada de los documentos que los hombres comienzan a explicar.
Intento prestarles atención, no se extienden mucho porque se suponía que ya nos lo habían explicado de manera individual, y vaya que Marcus lo hizo.
—Salir con otras personas mientras el contrato está vigente lo hará nulo —dice Bill—. Y la parte que infrinja la cláusula tendrá que pagar la cantidad establecida. El contrato es de un año iniciando desde hoy y al terminar, deberán esperar al menos cuatro meses antes de dejarse ver con una nueva pareja.
Bill mira directamente a Logan, quien lo único que hace es encogerse de hombros.
—Supongo que lo tienen claro —dice Scott—. No hay mucho que decir al respecto.
—Si ella lo arruina, ¿Qué pasará? —la voz aburrida de Logan se deja escuchar.
—¿Qué? —Scott lo mira y yo me siento indignada.
—Si la super estrella lo arruina —repite con molestia—. ¿Qué pasará?
—Yo no voy a arruinar nada —espeto con irritación—. ¿Qué te hace pensar que yo voy a arruinarlo?
Sonríe de una forma nada amigable, y luego rueda los ojos en un gesto desinteresado.
—Porque según sé, la de la mala reputación eres tú —sisea—. ¿Cómo se que no vas a terminar perjudicándome?
—Cuida tus palabras —la voz firme de papá suena detrás de mí—. Si estás tan preocupado tal vez podamos encontrar a otro candidato para esto.
—Según sé, me quieren a mí —dice con suficiencia—. ¿O me equivoco?
—Logan —el hombre junto a él lo reprende—. Lamento esto, no creemos que Harriet pueda arruinar algo, créanme, estamos agradecidos por la oportunidad.
El idiota, como he decidido llamarlo a partir de ahora, se mantiene en un silencio que agradezco.
Bill y el otro abogado hablan y luego, el momento llega. La pluma se siente más pesada cuando la tomo entre mis manos, tomo una inhalación mientras observo en silencio el espacio en blanco en donde debo colocar mi firma.
Siento una mano posarse en mi hombro y volteo, papá está ahí, y en su mirada encuentro la valentía que me hacía falta para escribir sobre el papel.
No debería estar haciendo esto, no debería tener que sacrificar mi libertad para arreglar algo que ni siquiera es culpa mía.
Esto es una mierda por completo.
—¿Harriet? —la voz de Marcus se cuela por mis oídos, obligándome a reaccionar.
Un ápice de valentía me llena, llevo la pluma hasta el espacio y antes de poder arrepentirme, firmo.
Aparto el documento de mí, deslizándoselo a Bill. Él mira un par de cosas más y luego se lo da al abogado de Logan.
Cuando se lo entregan, lo miro a detalle. El músculo de su mandíbula está tenso, sostiene la pluma con fuerza y lo noto por la vena que resalta en sus brazos. Igual a lo que hice, mira el contrato por un par de minutos, quiero que se niegue, quiero que termine arrepintiéndose de firmar, pero es en vano, porque lo hace.
—Bien, se les hará llegar la copia del contrato a cada uno —dice Bill.
—Ahora tenemos ciertas cosas que tratar —dice Scott—. Deberán comenzar a seguirse en redes, y tener mínimo dos apariciones públicas por semana. De igual manera asistirán juntos a todos los eventos, Harriet te acompañará a partidos importantes, a eventos deportivos y tú, harás lo mismo en galas, conciertos, y apariciones públicas.
Ninguno responde.
—¿Está claro? —inquiere.
—Lo está —Scott asiente.
Supongo que espera que hagamos lo de las redes sociales ahora, así que tomo el celular. Instagram es la primera aplicación que abro, escribo el nombre de Logan en el buscador y cuando el perfil aparece, pulso el botón de "seguir".
Logan toma su celular cuando la notificación llega, y hace exactamente lo mismo. Un par de minutos después nos tenemos en todas las redes sociales posibles, y también nuestros números telefónicos.
—Los dejaremos solos —dice Scott—. Necesitan ponerse de acuerdo, porque no tenemos tiempo, debemos comenzar lo más pronto posible.
Bill se incorpora, los hombres que lo acompañan también y una parte de mí se siente aliviada de que todos se fuesen. Papá es el último en salir, me mira por sobre su hombro y sacude la cabeza.
Cuando todos salen, me siento derrotada. Elevo la mirada, Logan me mira de manera detallada, como si quisiera descubrir algo.
—Lucías más amable en el restaurante —mascullo. Él echa la espalda hacia atrás apoyándose en el respaldo de la silla, luego se cruza de brazos y me mira con aburrimiento.
—Porque fue antes de toda esta mierda —dice.
—Si es una mierda para ti, ¿por qué lo haces? —inquiero con fastidio—. Me necesitas, así como yo a ti.
Decir eso me revuelve el estómago y me hace sentir tan impotente. Nos sumimos en un silencio incómodo, él no parece tener la intensión de hablar y yo necesito acabar con esto.
—Dijeron dos salidas por semana —le recuerdo—. ¿Cómo lo haremos?
—Tengo entrenamientos toda la semana —dice en un suspiro—. Estoy libre luego de las cuatro de la tarde. ¿Tendrá que ser en un lugar público...?
—Evidentemente, necesitan vernos juntos —respondo—. Martes y jueves a las cinco —sentencio.
Logan arquea una de sus cejas.
—¿Qué hay de los fines de semana?
—Creo que tener que vernos dos días a la semana, ya es más que suficiente —aseguro.
—Harriet, nadie va a creer que estamos juntos si solamente nos vemos dos veces por semana, además, creo que necesitaremos más tiempo para saber el uno del otro, no quiero arriesgarme a que la prensa me cuestione y no tener ni puta idea sobre ti.
—Te puedo enviar un informe con todo lo que necesites —me encojo de hombros.
—Ni una mierda —sentencia—. Si vamos a hacer esto lo haremos bien, necesito que esto valga la pena.
Elevo las cejas, mantiene los puños apretados contra la mesa, y solo en ese punto me fijo del dije que cuelga en su pecho. Un pequeño corazón, con dos iniciales iguales grabadas en el centro.
—Deberías quitártelo —señalo con la barbilla—. ¿Tienes una novia?
—Tenía —dice llevándose una de sus manos al dije—. Pero eso no te importa.
—Me importa porque no quiero que me sigan acusando de roba novios —objeto con molestia—. Así que deberías quitártelo.
No lo hace, por el contrario, solamente lo esconde en el interior de la camisa.
—Espero que seas tú quien joda todo primero —espeto con molestia incorporándome.
—¿Quieres apostar? —inquiere con una sonrisa sarcástica—. No me vendría mal unos cuantos cientos de miles de dólares en mi cuenta.
Ruedo los ojos, me apodero del bolso que cuelga del respaldo del asiento y le doy una última mirada.
—Nos vemos mañana.
—¿Mañana?
—Mañana es jueves —respondo con impaciencia—. Café Louvre en el centro, no se te ocurra dejarme plantada, Walker.
—No prometo nada, super estrella —dice y me regala una sonrisa falsa.
Resoplo acomodándome el bolso en uno de mis hombros, y simplemente salgo de la oficina, con la esperanza de que todo esto, no acabara en un maldito desastre.
—¡Concéntrate! — Marcus me reprende cuando me equivoco en una de las estrofas de la canción—. Harriet, necesito que estés concentrada.
—Estoy concentrada —replico.
Él entorna los ojos hacia mí y yo resoplo.
—Tienes una presentación el fin de semana —me recuerda—. Todos esperan verte dar la apertura del festival musical del año, no puedes darte el lujo de cometer errores.
—¿Cuándo he cometido un error en mis presentaciones? —inquiero con una ceja arqueada.
—No quiero arriesgarme a que sea la primera vez.
Luego de la reunión con Logan, había tenido que quedarme en la disquera para ensayar, y llevaba horas haciendo lo mismo. Mis piernas estaban cansadas, la mala noche de los últimos días comenzaba a pasarme factura, mi garganta se sentía forzada y sabía que lo que menos necesito, es enfermarme.
—De acuerdo, tomemos un descanso —indica Marcus con una palmada.
Suspiro con alivio bajando el escenario, me acomodo el cabello y me detengo cuando Marcus me intercepta.
—¿Qué pasa contigo? —cuestiona cruzándose de brazos.
—¿Qué?
—Nunca antes, y no miento cuando lo digo, nunca antes te has confundido con un fragmento de canción —masculla—. Así que dime, ¿Qué pasa contigo?
Pasa que no tengo cabeza para concentrarme en las letras, que no he dormido casi nada en los últimos siete días, que mis padres casi no me hablan y que ahora tengo que lidiar con mi supuesto "novio", eso es lo pasa.
—Solo tengo muchas cosas en la cabeza —me encojo de hombros intentando restarle importancia.
Mueve la cabeza con lentitud, formando un asentimiento.
—Ya estás en esto, Harriet. Pasará en un parpadeo —responde—. Todo esto al final va a valer la pena, ya lo verás.
El estomago se me contrae por la molestia, siento el ardor expandirse y no dudo de que a este paso tendré gastritis pronto.
—Continuemos con el ensayo —es todo lo que digo.
Lo hacemos. Tres horas más de ensayo en las que intento concentrarme al máximo, sigo los pasos que el coreógrafo marca, practicamos con los bailarines, hago todo como debe de ser.
Estoy realmente agotada cuando vuelvo a casa, mis piernas duelen más de lo que deberían y mi humor no es precisamente el mejor, sin embargo, me veo en la necesidad de abrir los mensajes de mis amigas en el momento adecuado para evitar su "intervención".
Missy: Estoy preocupada.
Kath: Harriet, hemos visto las noticias, ¿necesitas algo?
Sandy: Declaro oficialmente mi odio a la prensa.
Missy: ¡Super estrella responde!
Kath: ¿Creen que debamos visitarla?
Sandy: Seguro no nos abrirá la puerta.
Missy: ¡Intervención de emergencia!
Yo: No es necesario, estoy bien.
No ha pasado ni un minuto cuando el celular suena con insistencia anunciando nuevos mensajes, resoplo dejándome caer en la cama con descuido y miro la pantalla.
Missy: ¿En serio? Creo que necesitamos comprobarlo por nosotras mismas.
Sandy: Se vale decir que todo está de la mierda, Harriet.
Kath: Podemos ir y llevar helado de chocolate, el chocolate siempre ayuda.
Sonrío con ligereza.
Yo: Me encantaría, pero realmente estoy agotada, mañana tengo ensayo y un compromiso, ¿podemos posponerlo? Prometo que si aceptaré ese helado de chocolate.
Dejo el celular de lado, me quito los zapatos de manera descuidada y suspiro. No tomo el celular otra vez a pesar de que suena más veces que las anteriores, simplemente lleno mis pulmones de aire, cierro los ojos y mascullo:
—Todo está de la mierda.
Realmente desearía que el tiempo se detuviera para hacer que las cinco de la tarde del jueves jamás hubiese llegado.
Pero lo hizo, y ahora me encuentro en el interior de una cafetería que no resulta tan pública como temía. La mesa que se me otorgó estaba detrás de un par de pilastrones, hay un ventanal a un par de metros, pero las plantas decorativas dificultan un poco la visión, no es imposible conseguir una fotografía, pero tampoco es tan sencillo como en las demás.
Miro la hora en el reloj, son las cinco con tres minutos, mantengo la atención en las manecillas mirando como corren a cada segundo, el café que he pedido llega en ese instante y agradezco con una sonrisa a la chica que me lo entrega.
Me acomodo las gafas y vuelvo la atención al reloj.
—Eres perfectamente reconocible con las gafas —no tengo que mirar para reconocer la voz. El cuerpo de Logan se coloca en el asiento frente a mí y solo entonces aparto la atención del reloj—. ¿Qué? ¿Vas a reclamarme por llegar cuatro minutos tarde?
—¿Esa es tu manera de saludar? —reclamo—. ¿Qué hay de tu cordialidad?
Logan sonríe, mantiene los labios apretados, pero eso no impide que el gesto se apodere de su rostro. Extiende una de sus manos a través de la distancia entre nosotros y se apodera de las gafas, tira de ellas antes de que pueda impedirlo y las deja sobre la mesa.
—Mucho mejor —dice—. Así cuando nos fotografíen sabrán que sin duda eres tú.
Sonrío. La chica vuelve para tomar la orden de Logan, el pide una hamburguesa con doble queso y una Coca-Cola.
Cuando es mi turno, pido una ensalada y decido quedarme con el café.
—Oh, por favor —dice cuando la mesera se ha ido—. ¿Realmente eres una chica de ensaladas?
—Tengo un concierto en dos semanas, no puedo darme el lujo de no entrar en el vestuario —me encojo de hombros llevando la taza hacia mis labios.
Logan permanece en silencio, asiente levemente y parece desinteresado así que cuando vuelve a hablar, no espero lo que dice.
—Envíame la fecha exacta.
—¿Irás? —Me mira como si la respuesta fuese obvia.
—Tengo que estar ahí, ¿recuerdas? Tu deberás hacer lo mismo con mis partidos. Debemos ser una pareja ejemplar que apoya los logros del otro —no me pasa desapercibido el sarcasmo en su voz.
—Te lo haré llegar —es todo lo que respondo.
Logan se acomoda en el asiento, mira a nuestro alrededor y parece examinar el lugar.
—Esa chica acaba de tomar una fotografía —dice con la frente arrugada—. ¿Siempre es así?
—A veces es peor —vuelvo a encogerme de hombros.
Su celular suena, lo mira por un par de segundos y la curiosidad puede más que yo así que desvío mi atención al celular. Un nombre de mujer se lee, el rostro de Logan se contrae y aprieta la mandíbula, luego, rechaza la llamada.
Me fijo en su cuello, ya no lleva el colgante que le vi ayer. El recuerdo de que dijo que tenía una novia vuelve a mi mente y la curiosidad me gana.
—¿Hace cuando que terminaste con tu novia?
Sus hombros se tensan, así como también el músculo de su mandíbula. No me mira, y por la forma en la que sus manos se cierran en puño sobre la mesa, sé que debí de haberme guardado la curiosidad.
—Lo siento —me disculpo—. No quise ser entrometida.
—Ella me dejó —dice conectando su mirada con la mía—. En el instante en el que le dije lo del contrato, así que tiene menos de una semana.
¿Debería sentirme culpable por eso? Una parte de mí se siente así, como si fuese la autora intelectual de un rompimiento, técnicamente soy eso, ¿o no?
—Lamento escucharlo —admito.
No responde, nos sumimos en un incómodo silencio que ninguno quiere romper. No toma su celular en ningún momento así que solo nos quedamos ahí hasta que la comida vuelve.
Mi atención viaja hasta su hamburguesa y me reprendo el no haber ordenado algo más que una simple ensalada. Decido dejar de mirar y concentrarme en mi ensalada, pensando que después del concierto ordenaría una necesaria hamburguesa con papas fritas.
Logan se concentra en su propia comida, seguimos sin hablar mientras cada uno consume sus alimentos, un par de minutos más tarde mi acompañante llama a la mesera y pide un plato.
Me abstengo de preguntar por qué y vuelvo la atención a la ensalada. Ugh, detestaba el hecho de tener que portar trajes tan justos a la medida durante mis conciertos, si pudiera simplemente subir con ropa holgada como cientos de artistas, no estaría preocupándome por una aburrida dieta.
Marcus decía que era necesario, los artículos hablando de mi imagen eran los peores, así que, según mi representante, teníamos que hacer lo posible por evitarlos.
No le estoy prestando mucha atención a Logan, así que el hecho de que de pronto deje un plato con la mitad de su hamburguesa frente a mí, me desconcierta.
Lo miro incrédula mientras sirve la mitad de mi ensalada en su plato, y luego actúa como si nada.
—¿Qué...?
—No te hará nada comer la mitad —dice—. La mirabas como si estuvieses profundamente enamorada de mi hamburguesa —se burla.
No respondo.
—Si haces ejercicio, no hará absolutamente nada —dice —. Además, dudo que subas algo en dos semanas.
Parpadeo.
—¿Acabas de darme la mitad de tu hamburguesa y tomar la mitad de mi ensalada? —inquiero.
—Eso fue exactamente lo que hice —dice como si no significara nada.
Lo miro a detalle, su mandíbula se mueve cuando le da el primer mordisco a la comida y contrario a los sentimientos que experimenté antes, esta vez soy capaz de sonreír.
—Gracias —él me regresa la mirada, coloca una sonrisa ladeada en el rostro y se encoge de hombros.
—No es para tanto, super estrella —extrañamente no me molesta que me llame de esa forma, y a pesar de que pone los ojos en blanco en un gesto desinteresado, su voz no sale en forma sarcástica.
Volvemos a quedarnos en silencio, sin embargo, esta vez se siente bien.
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Hola, hola!
Espero que estén disfrutando de la lectura tanto como yo estoy disfrutando escribirla.
¡Nos leemos mañana!
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