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31.- La elección correcta.

LOGAN

He estado una semana en el hospital, y ya odio este lugar. Pero odio más todo lo que el traumatismo trajo consigo.

Empujo la comida con brusquedad cuando mi boca no es capaz de sentir el sabor, el aire de frustración me envuelve otra vez y me apoyo contra la almohada.

—La comida no se empuja —reprende Harriet frunciendo las cejas.

—No sirve —me quejo y ella suaviza el rostro.

—Dale tiempo, escuchaste al doctor —dice y me quita la bandeja para colocarla sobre la mesita de noche que está a un costado.

Sí, escuché cada maldita palabra del doctor. Escuché como dijo que mis reacciones motrices tardarían en volver, escuché como dijo que los dolores de cabeza seguramente permanecerían conmigo por algunos meses, sino es que de por vida, y el jodido equilibrio que no me permitía colocarme en pie sin terminar aterrizando el trasero en el suelo.

Por suerte mis extremidades cada vez me respondían más. Ahora soy capaz de sostener una cuchara sin terminar soltándola en el camino a mi boca. He tenido algunas sesiones de rehabilitación para los músculos que me han ayudado, así que me mantengo positivo. Es solo cuestión de tiempo.

Harriet me mira con comprensión y la forma dulce en la que toma mi mano hace que la frustración disminuya. Ha estado conmigo en todo momento, se ha quedado a mi lado gran parte del día aún cuando sé que tiene sus propias ocupaciones.

He querido decirle que no tiene que hacerlo, pero tenerla cerca me hace bien. Sentir su cercanía es lo único que no me hace perder la cabeza.

No verla con claridad fue aterrador, no poder ser capaz de mirar sus rasgos, sus ojos verdes que conseguían darme tanta paz. Considerar que no podría volver a mirarla casi me hizo entrar en pánico.

Fueron dos días en donde solo su voz y cercanía me hacían sentir menos aterrado. Harriet cantaba cuando comenzaba a perder la cabeza, y su voz...dios...esa voz tan angelical bastaba para calmar toda sensación de terror en mi sistema.

—Lo siento —me disculpo. Ella sacude la cabeza en una negativa.

—No tienes que disculparte —asegura volteándose para recuperar la bandeja de comida —pero debes comer.

Hago una mueca y ella entorna los ojos hacia mí, dándome una mirada muy similar a la de mi madre.

Esta vez no coloca la bandeja sobre mis piernas, sino que las mantiene sobre las de ellas. Está lo suficientemente cerca así que aprieto los labios intentando contener la sonrisa cuando ella hace el ademán de darme de comer.

—Abre —ordena y hago lo que dice.

Esta vez la gelatina tiene un sabor más dulce, ya no me parece tan desagradable. La puerta se abre y cuando veo a Rony, Harriet está a mitad de camino con la cuchara.

Mi amigo arquea una ceja y nos mira con diversión. Me encojo de hombros antes de abrir la boca otra vez y disfrutar un poco más de la gelatina.

—Me haré al enfermo a ver si Tracy decide darme de comer —dice con una sonrisa. Su mirada deja la burla a un lado cuando me mira y se acerca —¿Cómo estás, amigo?

—Lo llevo bien —admito —tan bien como puedo.

—Empujando la comida y de mal humor —aclara Harriet —a eso se refiere.

Esta vez solo me entrega el sándwich de pollo y deja la bandeja a un costado.

—Tan bien como puedo —repito con una sonrisa ladeada —¿qué tal va el equipo?

—Preparándose para la siguiente temporada —dice y noto cierta mirada de lástima en sus ojos.

Un pinchazo de decepción me atraviesa. El doctor había dicho que mi recuperación completa abarcaría ocho semanas, y aún con eso, no era recomendable que volviera al Hockey de inmediato. Un golpe brusco, o una caída podrían ser más serias tomando en cuenta el traumatismo que sufrí.

Harriet dijo que Hunter Carson estuvo aquí mientras estaba inconsciente, pero es evidente que tal vez lo hizo como acto de buena fe, no porque los Boston Bruins siguieran interesados.

Me llevaría al menos cinco meses poder recuperarme, sin contar que tenía que trabajar en mi equilibrio antes de considerar ponerme unos patines.

Así que es casi seguro, he perdido el fichaje.

Y tal vez es eso, el saber que he perdido la oportunidad de mi vida, lo que me tiene en un estado de constante irritabilidad. No podía esperar que el siguiente año los Boston Bruins siguieran interesados en mí. Tal vez los Halcones Rojos es el sitio en donde debo quedarme.

—¿Ficharon a alguno? —pregunto y él niega.

—A nadie —toma una inhalación y sonríe —supongo que te tendremos la siguiente temporada, ¿o no?

Harriet me mira preocupada, no hemos tocado mucho el tema de mi ahora incierta carrera deportiva. No es que me agradara precisamente, me sentía abrumado con la forma tan rápida en la que todo se ha jodido.

—Supongo —me encojo de hombros —me tomará un tiempo recuperarme.

Rony asiente.

—Entiendo, pero lo harás, eso es seguro —le sonrío a modo de agradecimiento.

Rony permanece un tiempo más, en cierto punto Harriet sale dándonos un poco de privacidad. Mi amigo habla sobre los chicos, sobre el par de partidos amistosos que han tenido y también me pone al día con alguna de las noticias que nos envuelven a Harriet y a mí.

Lo cierto es que el hecho de que ahora el "rumor" de nuestra relación arreglada esté dándole vuelta al internet, es en realidad un alivio. Harriet y yo no hemos hablado sobre nuestra relación, pero quería pensar que habíamos vuelto.

Aunque claro, tenía que hacerle la pregunta de nuevo. Y asegurarle que esta vez no tenía intenciones de apartarme otra vez. Ya no más.

Pero primero tengo que salir del hospital, me darían de alta en un par de días, o eso fue lo que el médico me dijo.

Harriet se marcha cuando sus representantes la llaman, sé que ha estado trabajando en unos nuevos sencillos para el siguiente álbum así que prefería que fuese a trabajar, aun cuando la sensación de extrañarla se intensificaba.

Estar en la habitación del hospital es tan aburrido como nada. Me mantengo observando la pantalla del televisor, mirando un partido de los Boston Bruins e intentando entretener a mi cerebro lo más posible.

Mi madre posiblemente está en la cafetería, procuraban no dejarme solo pero tener compañía a veces se siente más sofocante que la soledad.

La puerta se abre, no espero ver a Timmy ingresar, y mucho menos, a Hunter Carson detrás de él.

No he hablado mucho con mi agente, Timmy vino varias veces diciendo que no me preocupara, que él se encargaría de todo lo relacionado con mi carrera, pero hasta ahora, no había tenido noticias.

—Hola, Logan —Timme sonríe con entusiasmo —¿Cómo estás hoy?

—Estoy bien, gracias —una leve sonrisa se filtra en mis labios —Señor Carson, es un honor conocerlo.

—No hay necesidad de tantas formalidades, muchacho —Hunter se acerca, tiene un paquete debajo del brazo y comparte una mirada con Timmy antes de que ambos me miren —¿estás bien como para hablar de tu carrera?

Una ligera tensión me invade, sacudo la cabeza en un asentimiento y levanto levemente la espalda para conseguir sentarme.

Ellos toman asiento frente a mí, no con tanta cercanía, pero si la suficiente.

—Seguramente como te has enterado, fuiste uno de los principales fichajes en los que los Boston Bruins estaban interesados.

"Fuiste" "Estaban"

Mi corazón se estruja cuando reconozco las palabras en pasado, sin embargo, me las arreglo para sonreír levemente y asentir.

—Fue desafortunado tu accidente —explica y me brinda una mirada comprensiva —pero todo deportista tiene ciertos baches en su camino, y Timmy dice que eres fuerte.

—Lo soy, o al menos, lo intento.

—Todo lo que has aprendido a lo largo de tu carrera, gran parte está en el cerebro —dice Hunter —pero los músculos tienen memoria, y tú posees una gran habilidad en el hielo.

Miro a Timmy, él asiente con una sonrisa entusiasta lo que me hace volver la mirada a Hunter. Un estallido de emoción se produce en mi interior ante la sospecha de lo que él hombre frente a mí va a decir.

—He hablado con tu médico, el tiempo de recuperación es de un estimado de cinco meses antes de que puedas volver a las canchas de juego —dice con tranquilidad —así que he hablado con la junta directiva de los Boston Bruins, y están dispuestos a esperarte para la siguiente temporada.

—¿Qué? —la incredulidad me llena la voz —¿ellos van a ...van a esperar?

Hunter asiente.

—Eres un jugador de gran valor, te hemos observado toda la temporada con los Halcones Rojos, esa habilidad tuya no va a desaparecer así tan rápido —asegura —cuando comiences tu recuperación, te canalizaremos con un club especial de ayuda a deportistas que han sufrido lesiones, estamos dispuestos a esperarte seis meses, esto es si tú estás dispuesto, claramente.

Parpadeo, la emoción me desborda y miro a Timmy, intentando saber si esto realmente está pasando.

—¿Estoy fichado? —Hunter se incorpora, mira el paquete entre sus manos y luego me lo extiende.

Lo tomo, me hace un gesto para que lo abro y tan pronto rasgo el papel, reconozco los colores. El color azul y amarillo acaparan mi atención.

Es el uniforme de los Boston Bruins. ¡Es el jodido uniforme de los Boston Bruins!

La emoción explota como una bomba atómica, la incredulidad también me llena, pero el sentimiento de triunfo acapara hasta el último rincón. Porque está sucediendo, realmente ha sucedido.

Sonrío, una risa nerviosa me asalta mientras tomo la tela entre mis manos y miro la camiseta. Esto se siente como la gloria, la tela entre mis manos es suave y no puedo dejar de mirar el logo del equipo. Pero tengo que hacerlo, así que cuando elevo la vista, Hunter Carson sonríe.

—Felicidades, Logan. Eres oficialmente el jugador número 37 de los Boston Bruins. Bienvenido al equipo.

Harriet lanza un grito emocionado antes de abalanzarse sobre mí. Sus brazos rodeándome me proporcionan una sensación de calidez, por lo que mi sonrisa se vuelve un poco más grande.

—¡Eso es estupendo! —chilla apartándose tan solo un poco —los Boston Bruins, ha sido tu sueño desde siempre.

Asiento con entusiasmo.

—Me dieron seis meses antes de volver a los juegos, hablé con el médico, ese tiempo es más que suficiente para mi recuperación —Harriet aplaude y me rio ante la emoción que desborda.

—Estoy tan feliz por ti —sus palabras brotan con igual entusiasmo —seguro lucirás igual de apuesto con ese traje. Estoy ansiosa de verte con el uniforme.

Me rio, extiendo la mano hacia ella y entrelazo nuestros dedos. Harriet ladea la cabeza levemente, aun sonriendo con dulzura.

—Sé que este probablemente no es el mejor momento —murmuro, pero siento la necesidad creciente de decirlo —y sé que dijiste que no querías platicarlo, pero...

—Logan...—el cuerpo de Harriet se tensa ligeramente cuando capta el mensaje que quiero trasmitirle.

Suelto su mano, me giro hacia la derecha cerrando los ojos levemente por el dolor debido al movimiento, y estiro el cuerpo para abrir el pequeño compartimiento y tomar entre mi mano la caja de terciopelo dorado.

—Estar lejos de ti un mes fue una jodida tortura —hablo centrando mi atención en ella otra vez —no quiero volver a alejarme, estrellita. En este tiempo me he dado cuenta que todo lo que conocí antes de ti, no se compara con el amor que experimento justo ahora, sé que te amo, sé que me amas, y sé que eres la mujer correcta para mí.

Miro la caja de terciopelo y la abro, Harriet suelta un jadeo emocionado y sus ojos se iluminan como dos bellos luceros.

—Te amo, Hattie —susurro —y con este anillo te prometo que nunca más volveré a alejarme, que no volveré a mentir, que estaré a tu lado siempre y algún día, espero no muy lejano, cambiaré esta joya por una de compromiso.

Una sonrisa preciosa se extiende por sus labios, su mirada se cristaliza y ahoga un sollozo.

—Quiero pasar mi vida entera contigo —saco el anillo de la caja y le sonrío —creo que podemos comenzar otra vez, ¿no lo crees?

—Solo debemos continuar —susurra —porque nada acabó entre nosotros.

Tomo su mano, deslizo la joya por el dedo indicado y esta se ajusta perfectamente alrededor de su dedo anular.

Harriet lo mira con adoración, llevo su mano hasta mis labios y dejo un beso contra su dorso.

—Nuestra melodía se ha arreglado —susurra ella acunando mi rostro entre sus manos —y nunca más volverá a arruinarse.

—Nunca más, mi amor —ella me mira con ternura —nunca más.

Y con eso solo la beso, como una manera de sellar mi promesa, como una forma de dejarle saber que mis palabras son total, y enteramente verdad.

Tres semanas después.

La noticia de que fui fichado se expandió con rapidez cuando el equipo de los Boston Bruins lo anunció en sus redes, diciendo que esperaban una pronta recuperación para mí y que llevaríamos a cabo el encuentro pronto.

Rony y Pol casi se volvieron locos y solo por la herida que aún no estaba del todo curada, fue que se resistieron de hacer una fiesta. Mi salida del hospital fue un caos, los guardias de seguridad de Harriet nos ayudaron a cruzar sin inconvenientes, la noticia de nuestra relación arreglada también fue un motivo para que los reporteros nos persiguieran.

Harriet fue invitada a un programa en donde directamente se le preguntó si eso es verdad, utilizaron "disonancia" para cuestionarle si eso tenía que ver con nuestra relación, y realmente me sorprendió la habilidad de Harriet para responder.

—Fue un arreglo de ambas partes, queríamos obtener algo, y claro que lo obtuvimos —respondió con sinceridad —ahora estamos tan felices como nunca, nuestro amor es real, lo es desde mucho antes de que alguno de nosotros pudiera darse cuenta. Yo amo a Logan, y sé que el me ama de igual manera, estamos felices, y solo les digo que este arreglo, nunca va a tener fecha de vencimiento.

Eso bastó para quitar toda duda sobre nosotros, el resto de su entrevista centró sobre sus proyectos, y el "escandalo" sobre nuestra relación con los días se olvidó.

Y aquí estamos, tres semanas después, con Harriet intentando ayudarme a mantener el equilibrio sobre los patines.

Esa fue una de mis principales afectaciones, mi coordinación se vio comprometida, me tardé cerca de una semana y poco más para caminar sin caer de trasero al suelo y mucho más antes de poder subirme a un par de patines.

Maldigo cuando pierdo el equilibrio y casi caigo sobre el hielo. Harriet ríe cuando me aferro a ella y mi cuerpo se pone más rígido de lo que debería.

—Tranquilo —dice mientras se desliza hacia atrás, llevándome con ella.

—Nunca pensé que necesitaría ayuda para mantenerme arriba de un par de patines —me quejo —si no puedo patinar, ¿Cómo se supone que juegue?

—No pienses en eso ahora —reprende —solo concéntrate en patinar.

Intento hacer lo que dice, llevamos un par de días patinando en la pista del Club de LHR, Frank fue amable al dejarme ingresar cuando el equipo no tenía entrenamiento, así que estábamos en "privacidad".

No quería presentarme al club de rehabilitación de los Boston Bruins sin ser capaz de patinar.

—Eso es —dice cuando me suelta y se aparta —vamos, chico bueno, seguro recuerdas lo bien que patinabas.

—Claro que lo recuerdo, pero mis músculos no —mascullo deslizándome con lentitud por el hielo.

Algo en mi pecho golpea con furia cuando consigo avanzar sin caer, la sensación de deslizarme por el hielo y avanzar como si estuviese flotando, es increíble. Parecía que hace mucho no me sentía de esta forma, parece que cuando te acostumbras a algo, dejas de prestarle atención a las cosas que te hacen disfrutarlo.

Parece que Hunter tenía razón, cuando me olvido de la frustración por no conseguir patinar, mis pies se mueven por la pista, haciéndome avanzar. Es como si mi cuerpo supiera exactamente que es lo que debe de hacer.

El sonido de las cuchillas contra el hielo me llena, sonrío levemente cuando llego al borde de la pista y me detengo.

—¡Excelente! —grita Harriet desde el otro lado de la cancha y solo en ese momento me doy cuenta de la distancia que avancé.

Tomo una inhalación y patino de nuevo hacia ella. Harriet sonríe con entusiasmo, ya me espera con un palo de Hockey y el disco en el hielo. Me entrega uno a mí y uno se queda ella.

—Vamos a jugar un poco —dice señalando el disco —para que te quites lo oxidado.

Me rio, ella patina un poco hacia atrás y luego se prepara.

—¿Has jugado hockey alguna vez? —inquiero. Ella niega.

—Pero tengo a mi novio para enseñarme —se encoje de hombros y me lanza una sonrisa inocente —¿jugamos?

Sonrío.

—No creas que porque tengo problemas con mi equilibrio soy un blanco débil —aseguro cuando ella me entrega el casco.

Me acerco a ella cuando hace el ademán de colocarse el suyo y la ayudo a asegurárselo.

—¿Listo para perder, chico bueno? —inquiere con una sonrisa mientras se posiciona al otro lado.

El disco queda justo a la mitad de nosotros, termino de asegurarme el casco y le permito a una sonrisa entusiasta colarse por mis labios.

—No me subestimes, estrellita —mascullo con diversión mientras avanzo, y luego ella también lo hace.

Y el tiempo que le sigue a eso, es sin duda uno de los mejores que he compartido a lado de la mujer que justo ahora, es la entera y absoluta dueña de mi corazón. 

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