29.- Melodías dolorosas.
Harriet.
—No sé mucho de hockey, pero creo que ha sido una falta —dice papá mientras observamos a Logan incorporarse.
El arbitro confirma las palabras de papá y solo puedo sentirme aliviada cuando Logan gira y su mirada se posa en mí.
Algo en mi parece haber vuelto a la vida desde el día anterior, luego de verlo al finalizar el concierto. Cantar esa canción significó todo un reto, y mis representantes casi quisieron asesinarme, pero valió la pena.
Claro que valió.
—Debes controlar esos nervios —se burla papá mientras observamos el partido continuar.
—No creo nunca poder controlarlos —objeto mientras mantengo la mirada fija en Logan —esos golpes me preocupan, son demasiado...fuertes.
—Los deportes son así —se encoje de hombros —¿Cierto Covey?
—Así es señor —responde mi guardia —la señorita Campbell debería acostumbrarse —bromea.
No me molesto en responderles, mantengo la atención fija en Logan mientras se desliza por el hielo con habilidad. Ubico a Hunter Carson, él mantiene una sonrisa satisfecha en el rostro mientras observa a Logan y mi estomago se retuerce con emoción, tal vez Logan está más cerca del fichaje de lo que siquiera imagina.
—¡Ahí va! —grita papá incorporándose cuando Logan pretende ir por el disco. Mi cuerpo se tensa al mirar la velocidad con la que se desliza, esquivando con agilidad, dispuesto a atacar.
El otro chico hace un pase y todo ocurre tan rápido, un jadeo colectivo brota cuando un quejido particularmente fuerte brota de Logan.
Creo que mi corazón se ha detenido por un microsegundo, me congelo mirando a Logan tambalearse, y luego caer sobre el hielo.
—Papá...—mi voz brota aterrada —papá... ¿por qué no se levanta?
El terror me consume cuando sus compañeros patinan hacia él, reconozco el número de Pol arrodillándose junto al cuerpo inmóvil de su amigo.
Olvido las indicaciones de Covey y de mi padre y corro hacia abajo.
—¡Harriet! —gritan detrás de mí, pero no me detengo, no paro hasta que estoy en la entrada de la cancha y unos brazos fuertes se envuelven a mi alrededor impidiéndome continuar.
—No —es la voz de Frank —no puedes entrar....
—No se levanta —mi voz brota aterrada —¿Por qué no se levanta?
—Logan, hey...amigo —reconozco la voz de Pol hablando —Maldición... ¡fue golpe con el disco!
Los murmullos se hacen más fuertes, y me siento aturdida, aterrada. Tan asustada como nunca antes en mi vida.
Varios paramédicos cruzan arrastrando una camilla con ellos, alguien me habla y reconozco la voz de mi padre a mi costado. Pero no puedo escucharlo, no puedo prestar atención a nada más que no sea el chico al que suben a la camilla, inconsciente.
Caminan con rapidez, les toma cerca de cinco minutos salir del hielo y cuando lo hacen, corro hasta Logan. Le han quitado el casco y colocado un collar para sostener su cuello, la sangre se desliza por su frente en donde una abertura impresionante se deja ver.
—Logan...—mi voz brota en un sonido de pánico.
Covey intenta detenerme, pero me libero de su agarre con brusquedad, es como si mi mente de pronto hubiese entrado en una especie de trance, siguiendo a los paramédicos como un movimiento automático.
—¿Es familiar? —inquiere cuando llegamos hasta la ambulancia que aguarda justo en la entrada del club.
—Es mi novio —respondo con rapidez —necesito...necesito ir con él.
El chico asiente y me extiende la mano para ayudarme a subir.
—Te seguiremos en el auto —dice papá cuando volteo —tranquilízate, Hattie.
Asiento aturdida. Los paramédicos atienden la herida de la cabeza de Logan y me congelo mirando la sangre brota de su frente.
—Háblale —dice la chica que revisa los signos vitales —eso ayudará para que su mente no se apague por completo.
La chica se corre del otro lado lo que me permite acercarme más al costado del rostro de Logan, las lágrimas se agolpan en mis ojos dejando una sensación ardorosa en ellos, quemando tan fuerte que no consigo ver nada.
—Chico bonito, soy yo —tomo su mano con la esperanza de sentir algo, pero no hay nada —vas a estar bien, fue solo un golpe. Vas a estar bien, ¿escuchas? Tenemos una cita y una conversación pendiente, no puedes dejarme plantada otra vez.
Sollozo sintiendo el dolor aumentar en el pecho. Conectan algo a su cuerpo y hablan con términos que no entiendo. El sonido de la maquina midiendo los latidos me alivia porque todo parece en orden.
Eso pasa, los golpes fuertes dejan inconsciente, me repito.
Solo deben atenderle la herida y despertará.
—Por favor, Logan, no te vayas —suplico aferrándome a su mano —todavía te necesito.
Sigo hablándole, diciendo cualquier cosa que se me cruza por la mente mientras mantengo la mirada en su rostro, rogando porque abra los ojos.
Pero llegamos al hospital y él aún no reacciona, los paramédicos bajan de la ambulancia y los sigo al interior, sin soltar su mano. Cuando las puertas de cristal se abren los médicos ya están esperando por él en la entrada, lo reciben y un par de enfermeras me obligan a soltar su mano.
—Aguarde aquí, señorita —pide una mujer de mediana edad —debe ir a dar los datos —señala la recepción —los médicos le avisarán tan pronto como tengan algo.
Estoy aturdida, pero hago lo que me piden, hablo con la enfermera que se acerca para tomar datos y le doy toda la información que me es posible.
Luego se marcha, y me quedo sola sintiéndome tan desesperada como nunca.
—Hattie...—volteo con rapidez cuando escucho la voz de mi padre —¿Lo están atendiendo?
Asiento —Papá... él...
—Shht, cielo —susurra con sus brazos envolviéndome —estará bien.
El dolor que siento no se compara con ningún otro, la angustia no se parece en nada con la que he experimentado hasta este punto.
¿Cómo todo puede cambiar de un segundo a otro? ¿Cómo la felicidad puede reemplazarse por dolor tan rápido?
—Harriet...Dios santo, dime que nuestro que hijo está bien —reconozco al señor Walker —¿Lo están atendiendo? ¿Ya lo atienden?
Asiento con rapidez. Por primera vez la madre de Logan no me lanza una mirada recelosa.
—¿Te dijeron algo? —cuestiona con la voz rota.
—Dijeron...dijeron que fue golpe con el disco, pero no sé nada más.
—Un golpe con el disco puede ser mortal —solloza la madre de Logan —Oh, Dios, Rod.
—¿Mortal? —inquiero en un hilo de voz.
Ambos me miran, el señor Walker asiente y sus ojos se vuelven vidriosos.
—Se supone que el casco los protege, pero hay incidentes desafortunados —dice cerrando los ojos —un golpe con el disco en la cabeza es grave y...
—Él va a despertar —hablo con seguridad.
No me responden, la ansiedad aumenta y cuando Timmy, el agente de Logan llega, sé que esto es grave. Lo sé por la forma tan rígida en la que se mueve, como habla por teléfono y se aparta para hablar con el padre de Logan.
Siempre he odiado las salas de los hospitales, como se siente la desesperación y la incertidumbre a un grado inimaginable, como cada pensamiento aterrador cobra vida y llena la mente de una manera horrible.
El tiempo parece detenerse, como si los segundos fueran eternos, la espera se convierte en una tortura mientras aguardamos por informes.
Informes que no llegan, y cuando la prensa se aglomera afuera, todo empeora.
—Dios, la maldita prensa es tan molesta —espeta la madre de Logan. Tiene los ojos hinchados por el llanto, y la mirada recelosa vuelve —tal vez deberías irte y así ellos se marcharán.
—Amelia —reprende Rod —no vas a echarla, tiene tanto derecho como todos nosotros de estar aquí.
—Ya no eres su novia, así que no —dice con frialdad —lo que menos necesitamos es a todas esas personas queriendo imágenes de mi hijo para ponerlas en televisión.
—El hospital no es suyo —responde papá con brusquedad —a menos que este lugar le pertenezca, mi hija se quedará el tiempo que desee.
Amelia Dempsey nos lanza una mirada molesta, pero no debate. Se limita a apartarse de donde nos encontramos y caminar al otro extremo de la sala.
—Realmente lo siento —se disculpa Rod —Amelia es algo...resentida.
—Puedo darme cuenta de eso —dice papá.
—Harriet sabes que no tienes que irte, la prensa...estarán aquí, aunque te marcharas. Y el hecho de que ya no estés con mi hijo no influye en nada, sigues siendo apreciada por nuestra familia.
Me siento tan solo un poco mejor cuando él dice aquello.
—Gracias —susurro. Una sonrisa amable es lanzada en mi dirección y luego el va hacia donde Amelia se encuentra.
Me siento mas derrotada cuando se marcha, los brazos de papá me envuelven y me escondo en su pecho.
—Tengo miedo de que sea más que solo un golpe —susurro aterrada —papá, no quiero...
—Sé que es imposible pensar en cosas positivas en momentos como este —dice con tranquilidad —pero debes esforzarte en pensar que todo va a resultar bien, en tener fe, eso siempre ayuda.
—Él dijo que íbamos a hablar —admito con voz rota —dijo que aún podíamos arreglarlo y yo estaba tan feliz por eso...
Mi voz se rompe por completo y papá me apega a él. Sollozo contra su pecho sintiendo el dolor quemarme por dentro, como una llama ardiente que amenaza con reducirme a cenizas.
El tiempo que pasamos separados ahora se siente como una maldición, porque al considerar el no poder volver a ver a Logan, el pensar que tal vez esa fue la última vez que escuché su voz, que vi su sonrisa...de haber sabido que esto pasaría...nunca hubiese colocado distancia entre nosotros.
De saber que probablemente esa noche en el camerino pudo ser la última vez que sus labios me llamaron "estrellita", se lo hubiese hecho repetir mil veces más. Mil veces hasta grabármelo en la mente, hasta tener cada sonido de su voz memorizado por completo.
No se con exactitud cuando tiempo pasa hasta que un médico aparece, pero la noche ha caído y es seguro que es bastante tarde.
Los compañeros de Logan también han llegado, ganaron el partido, pero eso ahora parece no importarles en lo absoluto.
—¿Familiares de Logan Walker? —sus padres se apresuran hasta el doctor, papá y yo también lo hacemos, pero permanecemos unos pasos apartados.
—¿Cómo está nuestro hijo? ¿Va a estar bien?
—El golpe que recibió fue serio —comienza a hablar el médico —el impacto fue directo y con una fuerza sorprendente, así que su hijo presenta una fractura de cráneo y un traumatismo cerebral.
Me aferro al cuerpo de mi padre cuando el pánico me llena.
—La herida fue grave, pero los huesos del cráneo aún permanecen en el sitio. Hemos realizado tomografías para saber con exactitud la gravedad de la lesión. Los resultados acaban de llegarnos y revelan que Logan tiene un traumatismo cerebral serio, sin embargo, no parece haber alarmas en su actividad cerebral lo que nos da esperanza de que sus funciones básicas estén a salvo.
—¿Cómo que sus funciones básicas?
—Funciones como la visión, o el habla —aclara —Logan presenta una leve hemorragia que debemos controlar, entrará a cirugía, pero necesitamos su autorización.
Sus padres asienten con frenesí.
—De acuerdo, la enfermera les dará las formas —explica —realizaremos una craneotomía a fin de tratar la hemorragia y poder asegurarnos que no hay daños en el cerebro, tenemos un pronostico alentador, los mantendremos informados.
Cuando el medico se marcha, me aferro más a mi padre. Cierro los ojos sintiendo el terror llenarme a una velocidad impresionante.
—Papá...—él me mira, la preocupación está inmersa en su mirada, pero no dice nada. Solo se inclina y deja un suave beso sobre mi frente.
Y ahí en medio de mi agonía, solamente soy capaz de hacer una última suplica: Por favor, chico bonito, no te atrevas a dejarme otra vez.
Han pasado siete horas desde que Logan entró a cirugía. Han salido a darnos informes, pero no se sienten suficientes.
No hay más que "la cirugía va bien" "No hay complicaciones" "La hemorragia está controlada".
Llevo cerca de diez horas en el hospital, y a cada segundo siento que muero un poco más. Los chicos del equipo de Logan se han ido, solamente Rony permanece junto a nosotros, pero el cansancio comienza a ser evidente en él.
—Tengo que irme —dice luego de unos minutos —¿puedes llamarme si algo ocurre? —pide.
—Claro, te llamaré —aseguro. Me da un corto abrazo y luego va hacia los padres de Logan para despedirse.
Me tallo los ojos, el ardor vuelve y el cansancio comienza a pasarme factura, pero me niego a marcharme.
—Café cargado —dice papá con una sonrisa cálida.
Él tampoco se ha ido, dijo que se quedaría conmigo el tiempo que fuese necesario, que no me dejaría sola.
—Gracias —lo tomo agradeciéndole con una débil sonrisa y llevo el vaso hasta mis labios.
El liquido me reconforta, el sabor explota en mi boca y me hace sentir con solo un poco más de ánimos.
—Tu madre ha llamado —informa —dice que, si necesitas algo, puede traerlo. Un cambio de ropa, comida...
—Estoy bien —susurro mirando la camiseta que traigo puesta.
Papá asiente y no vuelve a insistir, me hundo en el asiento cerrando los ojos con ligereza y me siento sin fuerzas, tan débil como hace mucho no me sentía.
—Ven aquí, mi niña —dice papá y palmea sus piernas. Me recuesto, me acomodo contra él como solía hacerlo cuando era una niña. Sus manos se pierden en mi cabello en una caricia suave, y luego, papá canta.
Mis ojos se llenan de lágrimas mientras él canta a voz baja la letra de la canción que adoraba escuchar de pequeña. La misma con la que me arrullaba, la misma que le pedía una y otra vez.
No sé en que punto cierro los ojos, y el cansancio se apodera de mí. La voz de mi padre me arrulla de nuevo y esta vez, dejo al agotamiento tomar posesión de mi cuerpo, y me quedo dormida.
¿Has sentido como cuando apenas has cerrado los ojos, pero al abrirlos ya han pasado horas? Eso es justo lo que ocurre conmigo.
Abro los ojos de golpe, estoy acurrucada en una de las sillas y la chaqueta de mi padre funciona como almohada. Él está apoyado contra una de las esquinas, recostado en su silla con los ojos cerrados.
Son las cinco de la mañana, y Logan sigue en cirugía.
Me tallo los ojos, incorporándome de la silla y mis músculos se sienten agradecidos. Muevo el cuello y tomo una corta inspiración para llevar oxigeno a mis pulmones y conseguir un poco de calma.
Los padres de Logan igual están dormidos, y reconozco a Grecia a unos asientos de distancia. Ella no duerme, mantiene su atención en una tableta, así que camino hacia ella.
—Hola —eleva la vista, tiene los ojos enrojecidos y se limpia la nariz.
—Hola, Harriet —saluda.
Me coloco a su lado, temiendo que pueda sentirse incomoda, pero no reacciona de ese modo.
—Lleva mucho tiempo en cirugía —dice en un hilo de voz.
—Son cirugías complicadas —susurro —las lesiones cerebrales tienen que tener un tratamiento minucioso, no quiere decir que algo vaya mal.
Un suspiro tembloroso brota de ella.
—Yo sé que no debo meterme en la vida de mi hermano —dice y apaga la tableta —pero él te quiere, en serio te quiere.
—Grecia...
—Lo vi en el concierto —interrumpe —la manera en la que te miraba cuando cantabas, eso es amor, Harriet. Logan te mira con amor, y sé que tú también lo miras de la misma manera.
Logan te mira con amor.
Mi corazón da un vuelco furioso, tomo una corta inhalación mientras lucho por contener mis emociones a raya.
—Creo que ambos nos miramos de la misma forma —susurro —pero es complicado.
—¿Por qué tendría que serlo?
—Porque hay dolor, Grecia —murmuro mirándola —porque cuando alguien te rompe el corazón, y amas tanto a ese alguien, el amor es la principal fuente de dolor. Mientras más amas, más duele.
—Como tú dijiste, en el amor es imposible evitar no romper el corazón —dice con una sonrisa ladeada —es porque hay tanto amor que los corazones se rompen, porque se espera demasiado, porque hay ilusiones, idealizamos. Pero la realidad es complicada, porque no es un cuento de hadas, no todo es color de rosa, todo es tan imperfecto que encontrar la perfección es como buscar la aguja en un pajar.
Grecia intensifica la mirada sobre mí.
—Pero, ¿no es eso lo que hace interesante al amor? La manera en la que, a pesar de todo, siempre busca la manera de surgir. Como es capaz de crear dolor, pero también borrarlo. ¿No será interesante cuando las generaciones siguientes pregunten por nuestra historia y podamos decir que a pesar de todo el amor venció?
Sonrío, los ojos de Grecia están levemente iluminados.
—Ustedes podrán decir que el amor, de ser fingido, pasó a ser real —me dedica un guiño —es que mi hermano es encantador, ¿no lo crees? Era imposible que no te enamoraras de él.
Una risa brota de mis labios, asiento mientras miro a la chica a mi lado.
—Es imposible —concuerdo —¿y sabes algo? Sigo muy enamorada.
Grecia hace el ademán de decir algo más, pero el movimiento de los médicos nos alerta. El doctor que atiende a Logan llega a nosotros algo agitado, Grecia despierta a su madre de inmediato y papá parece despertar también por los movimientos de las personas y enfermeras.
—Señores Walker —dice el médico —ha ocurrido una complicación.
El pánico se agolpa en mi pecho, retrocedo en el momento justo en el que los brazos de mi padre están ahí para sostenerme.
—¿Qué...qué complicación? —inquiere el padre de Logan.
—Hemos controlado la hemorragia, pero el nervio óptico de Logan sufrió daños. El disco impactó demasiado cerca de los ojos, lo que ocasionó un desprendimiento de retina del ojo derecho.
Ahogo un grito.
—Apenas nos damos cuenta, no era notorio, pero durante la cirugía fue plenamente visible —dice con semblante serio —si no hacemos nada, Logan puede perder la visión completa.
—Hágalo entonces —exige Amelia —haga lo que sea necesario.
—Lo haremos, pero el seguro de Logan no es suficiente —dice —con la craneotomía los gastos ya excedieron en un diez por ciento, el hospital no puede proceder si no tenemos la seguridad de que pueden cubrir los gastos...
—¡Tienen a mi hijo en una mesa de quirófano! ¡No puede solamente detenerse por el maldito dinero!
—Señora entiendo que...
—¡No! ¡No entiende nada! —solloza —pagaremos, encontraremos la manera y...
—Hasta que no haya un pago definitivo, no podemos continuar con...
—Haga lo que sea necesario —hablo obteniendo la atención de todas las personas a mi alrededor —no se preocupe por que los gastos excedan al seguro, nos haremos cargo.
—¿Con quien debo pasar para cubrir la cirugía? —inquiere papá —pero más le vale que Logan esté bien, doctor.
Una enfermera se acerca con las formas, el medico indica y tan pronto como la firma de mi padre está en la formula para los gastos médicos, el médico se retira a prisa.
Cuando se marchan, la madre de Logan gira hacia mí.
—Gracias...
—Haría lo que fuera para salvarlo —respondo con firmeza a pesar de mi fragilidad —porque amo a su hijo, incluso si usted no es capaz de entenderlo.
Luego solo me doy la vuelta, y me alejo hasta la fila de asientos que ocupaba antes, con la ansiedad envolviéndome, con el pánico a perder a Logan como mi acompañante.
Me hundo sobre el plástico y cierro los ojos. No sé cuando tiempo más podré tolerar la tortura, no sé en realidad, si al acabar esto quedaría algo de mí.
Pero lo cierto es que no me iré de este sitio hasta saber que Logan está bien, porque haría cualquier cosa para salvarlo, porque cuando amas tanto a alguien, no importan los sacrificios para garantizar su supervivencia.
Y yo amo a Logan, lo amo con una intensidad que me desborda, lo amo de la manera más intensa que soy capaz de experimentar.
Dicen que la perfección no existe, pero amar a Logan, y ser amada por él, es lo más cercano a la perfección que he sentido jamás.
La cirugía fue un éxito, o eso fue lo que el médico dijo. Logan salió del quirófano y fue a la unidad de cuidados intensivos para ser monitoreado.
Mi pie golpetea contra el piso de la sala, lo muevo con nerviosismo sintiendo la ansiedad al límite.
Sus padres y Grecia fueron los primeros en ir, y cada minuto que pasan ahí adentro se siente más eterno que todos los anteriores.
Llevo casi veinticuatro horas sin dormir como debería, apenas y he comido y el cansancio comienza a pasarme factura, pero no puedo irme sin verlo.
Mamá ha sustituido a mi padre, papá no quería irse, pero mamá casi lo obligó y ella tomó su lugar. Trajo sándwiches para mí, para los padres de Logan y también para Grecia, mi hermano también vino y a pesar de la ansiedad y el temor, no pude evitar enternecerme ante la imagen de la pareja adolescente al otro lado de la sala.
—¿Segura que no quieres ir a casa y descansar un poco? —pregunta mamá quitándose las gafas. Sacudo la cabeza en forma de negativa —¿quieres comer algo?
—Estoy bien, mamá —murmuro —iré a descansar y comeré de forma adecuada cuando vea a Logan.
—Si, bueno, lo dudo —susurra —cuando lo veas lo que menos querrás es separarte de él. Pediré a que tu padre envíe otro cambio de ropa, ¿de acuerdo?
Asiento.
Los padres de Logan salen en ese segundo y me incorporo con prisa. Camino hacia ellos y la sonrisa que me dedican me tranquiliza.
—Puedes estar con él —dice Rod —yo iré a casa y volveré en algunas horas, pero Amelia se queda.
—Toma el tiempo que necesites —dice ella.
—Gracias —una sonrisa amable es lanzada en mi dirección y cuando me entregan el pase, junto con la información de la habitación, me dirijo hacia ahí.
Mi corazón bombea con furia contra mi pecho, el golpetear es rápido mientras mis pasos avanzan. Siento como si mi estomago se contrajera con fiereza cuando giro el pomo y empujo la puerta para conseguir entrar.
Mis ojos lo buscan hasta encontrarlo, cierro la puerta con delicadeza antes de avanzar a pasos firmes hacia la cama.
—Hola —me sorprende lo estable de mi voz. Tiene el rostro levemente inflamado y un parche en el ojo afectado, además de una venda en la cabeza —Hola, chico bonito, soy yo.
Tomo los bordes de la silla y la acerco lo suficiente para conseguir tomar su mano.
—Me asustaste —susurro —nunca antes he sentido un miedo como ese. Pero lo sentí ante la idea de perderte, me asusta tanto ya no tenerte conmigo, no volver a verte o volver a escuchar tu voz.
Acaricio el dorso de su mano.
—Intentaste acercarte, diste el primer paso y yo retrocedí —mi voz se rompe y las lágrimas se agolpan en mis ojos —pero ya no voy a retroceder más, Logan. Lo juro, lo juro por Dios. No tengo nada que hablar, porque sé que quiero estar contigo. Es lo único que quiero ahora.
Me acerco un poco más para acariciar el costado de su rostro.
—Te amo, chico bonito —sollozo sintiendo las lágrimas deslizarse por mis mejillas —por favor no me dejes. Te necesito, necesito escucharte llamarme "estrellita" otra vez, porque amo que me llames así, quiero que me mires de esa manera tan bonita que tienes, quiero sentirme protegida de nuevo a tu lado.
Me limpio las lágrimas con una mano y tomo una inhalación.
—No me importa nada más que tú, no me importa el desastre o los escándalos, ya nada de eso me importa —susurro —solo quiero estar contigo, quiero que nos amemos no importa si es de una forma perfecta o imperfecta, solo amarnos.
Lo miro, su pecho subiendo y bajando con tranquilidad.
—La melodía está resuelta, chico bueno —susurro —así que abre los ojos para que puedas escucharla conmigo.
El silencio nos envuelve, simplemente el sonido monitoreando sus signos vitales. Me apego a él y cierro los ojos.
Canta para mí
Recuerdo su petición aquella vez que estuvo enfermo, así que lo hago. Cierro los ojos, sostengo su mano y solamente comienzo a cantar.
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