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27.- Disonancia.

Harriet.

Él está aquí, su mirada me recorre mientras sus ojos adquieren un brillo especial. Ese que está ahí cada que me mira.

Mi corazón da un vuelco tan furioso que duele, por breves instantes solo dejo de respirar porque él está aquí.

Está aquí y he escuchado cada una de sus palabras. He escuchado la manera en la que ha dicho que me ama, que soy la mujer de su vida, he escuchado la manera en la que aseguró que nunca quiso hacerme daño.

Pero lo hizo.

Me rompió el corazón y me siento tan enojada de que se atreva a presentarse aquí, como si no me hubiese lastimado de la peor manera que pudo hacer.

—Hattie...—su voz brota en un sonido torturado. Pero me obligo a aparentar que no importa.

—No debes estar aquí, Logan —mascullo con frialdad.

—Harriet...—la voz de papá se escucha, pero no presto atención a lo que tiene por decir, giro sobre mis talones y me encamino hacia las escaleras, dispuesta a encerrarme en mi habitación.

Estoy en el primer escalón cuando una cálida mano se envuelve alrededor de mi muñeca. Me detengo, mi corazón da un giro furioso y tengo que cerrar los ojos con fuerza repitiéndome que no puedo perder el control.

Estrellita, por favor...

—No te atrevas a llamarme de esa manera otra vez —exijo con brusquedad —no quiero que me vuelvas a llamar de esa forma jamás.

Una mirada de dolor es lanzada en mi dirección, pero no me importa, porque yo también lo vi de esa manera aquella noche y a él no le importó.

—¿Podemos hablar un segundo? —pide —no te quitaré demasiado tiempo.

—No quiero hablar contigo, tú y yo no tenemos nada de qué hablar —espeto librándome de su agarre.

Me llama una vez más mientras subo los escalones con rapidez, escucho las voces detrás de mí y un "lo siento, señor Campbell" antes de adentrarme a mi habitación.

No he conseguido cerrar la puerta cuando el cuerpo de Logan impide que cierre, desliza la mano por la abertura y empuja la madera haciéndome retroceder.

—¿Qué crees que haces? —inquiero con molestia —no tienes derecho de venir a mi casa y actuar como si fuese tuya.

—Tengo que hablar contigo.

—Y yo ya he dicho que no tenemos...

—Fui un puto cobarde, Harriet —interrumpe con desesperación —un cobarde que no se atrevió a ver que había más soluciones de las que siquiera pensé. Pero estaba asustado, estaba tan ansioso por lo que estaba ocurriendo que no consideré nada más que tu bienestar.

Mi cuerpo se tensa y me alejo de él cuando intenta acercarse.

—Nunca quise lastimarte, yo...yo quería ir a la cena, pero si lo hacía ella publicaría el contrato así que solo pensé que no debería de ir. Y lo siento tanto, Hattie, me he arrepentido cada segundo desde esa noche. Me siento como la mierda y te echo tanto de menos.

—Esta vez no vas a convencerte con tus palabras bonitas —aseguro —ya no puedo creerte. No cuando hiciste promesas y no te molestaste en cumplirlas.

—Harriet...

—Te supliqué que no me apartaras —un pinchazo doloroso me atraviesa el corazón. La visión se vuelve borrosa y los ojos me arden por las lágrimas —te dije que me estabas rompiendo el corazón y no te importó, Logan. Nada de eso te importó.

—Pensé que era lo mejor para ti, Hattie...

—Lo mejor para mí era que te quedaras conmigo —reprocho con dolor —lo mejor para mí es que me dijeras que no importaba lo que ella hiciera, que lo solucionaríamos... ¡juntos!

Logan retrocede cuando empujo su cuerpo con fuerza.

—No me importaban las notas, o los encabezados —continúo reteniendo el sollozo —no me importaba nada de eso porque iba a tenerte, porque tú ibas a estar a mi lado. Pero no, decidiste elegirla a ella, decidiste hacer lo que ella pedía y abandonarme. Aún cuando sabías lo que eso me haría, aún cuando eras plenamente consciente de que estabas rompiéndome el corazón...la elegiste a ella.

—Te elegí a ti —responde con firmeza —elegí tu bienestar, o lo que creía que lo era. Te aparté de mí porque todos pensaron que esa era la mejor solución y ahora me doy cuenta de que no es así, de que tenía más de un camino delante.

—Que pena que lo hayas descubierto demasiado tarde.

Logan cierra los ojos y una expresión de dolor se apodera de su rostro. Baja la cabeza y sus manos se forman en puños a los costados de su cuerpo.

—Lo siento tanto —detesto sentirlo tan cerca pero tan lejano, odio la sensación que me produce verlo cuando antes era la mejor sensación del universo.

Quiero sentirme protegida, quiero sentirme querida de nuevo por él. Desearía que la noche de nuestro aniversario hubiésemos hecho otros planes, que hubiésemos estado juntos cuando Liana hizo la amenaza.

Deseo tanto ver a Logan y no sentir dolor.

—Me alegra que lo sientas —siseo —pero eso no va a cambiar nada, Logan. Me dejaste, me dejaste en la noche en la que habíamos prometido crear nuevos recuerdos. Me dejaste en el momento en el que yo más te amaba.

—Déjame arreglarlo, Hattie.

—¿Arreglarlo? ¿Cómo planeas arreglarlo? —inquiero con brusquedad —claro, ahora que has pensando bien las cosas, ahora que sientes que me echas de menos, dos putas semanas después... ¡quieres arreglarlo!

Me siento furiosa conmigo misma por sentirme de esta manera, el dolor en el pecho aumenta y las lágrimas se intensifican.

—Te esperé —sollozo siendo incapaz de seguir reteniéndolo —te esperé la mañana siguiente, te esperé el día posterior a esa mañana. Esperé que me llamaras y dijeras que lo habías pensando mejor pero luego...luego lo único que tuve fueron llamadas de tu agente.

—Claro que te llamé, y te escribí. Yo...

—Si, lo hiciste casi una semana después —objeto —cuando el dolor se había convertido en ira, cuando ya llevaba días hablando con tu agente. Cuando estaba hasta el cuello intentando encontrar una manera de enfrentar a la prensa. Eso es lo que ocurre contigo, Logan. Haces daño y luego esperas que todo continúe como si nada. Lastimas a las personas, haces promesas que no sabes si cumplirás.

—Harriet...

—Se las hiciste a Liana —su rostro se contrae —y ella cumplió sus promesas, ¿o no? Ella te esperó. ¿Quién fue el que falló? —doy un paso al frente, dejando a la ira ganar terreno —me prometiste tantas cosas, "nada va a cambiar, estrellita" "Seguiré a tu lado, estrellita"

Su mandíbula se cuadra cuando emplea fuerza, sus manos continúan cerradas en puños y la frente se arruga con dolor. Su mirada se cristaliza y pierde el brillo en cuestión de segundos.

—Eres un maldito mentiroso —espeto sintiendo el corazón hacerse añicos mientras pronuncio cada palabra —eso es lo que eres, un hombre que no sabe mantener promesas, que construye ilusiones en el aire que se desvanece tan pronto como las cosas se ponen difíciles.

—¿Qué hubieses hecho tú? —inquiere en un susurro —si los papeles fuesen al revés, ¿qué hubieses hecho?

—Te hubiese dado la oportunidad de elegir —el dolor se filtra en mis palabras —de decidir que es lo que tú, desearías hacer. Una llamada era suficiente, Logan. Un corto mensaje, pero no lo hiciste.

Un silencio se instala entre nosotros, uno que tengo la necesidad de romper.

—Dijiste "no voy a romper tu corazón, estrellita" —una lágrima desciende por su mejilla —y todas tus palabras no fueron más que mentiras.

Logan aparta la mirada, elimina el rastro de la lágrima con el dorso de la mano y centra la vista en la alfombra. Su cuerpo está tenso, sus músculos rígidos haciendo que las venas del cuello sobresalten.

—Tienes razón —hay un tono de rendición en su voz.

Siempre he considerado que los ojos son como una especie de ventana que nos permite ver el interior de las personas.

Los ojos de Logan, con ese azul celeste tan característico parecían ser un par de cielos tan claros que trasmitían tanta paz. Dos cielos que me hacían sentir tan querida, amada, deseada. Dos cielos en donde me sentía libre de volar.

Pero los cielos también poseen tormentas, y justo ahora, ya no parecen un par de ojos pacíficos.

Hay un dolor crudo en ellos, esa clase de dolor que no puede ser escondido. Que no puede ser disimulado. Es la misma clase de dolor, que estoy experimentando también.

Ahora son opacos, sin brillo, llenos de nubarrones oscuros.

—Nunca quise lastimarte —continúa —nunca quise romper tu corazón, pero lo terminé haciendo, y no voy a perdonarme nunca por eso. Pero...pensé que estaba haciendo lo mejor, fue la única solución que se me presentó y la tomé. Soy un puto cobarde, pero solo quería protegerte.

Su voz tiembla, no aparta la mirada a pesar de que parece estar a punto de fragmentarse.

—Lamento tanto haber arruinado nuestra melodía.

Cierro los ojos, el dolor me traspasa y lo siento parecer una enorme ola que me golpea hasta derribarme.

Se siente como el entendimiento de que algo realmente está acabando, como caer en cuenta de que todo se ha perdido. Ya no hay calidez entre nosotros, ya no se siente como un sitio seguro.

Ahora solo hay mentiras, tristeza, promesas rotas y...dolor. Mucho dolor.

—¿Qué puede esperarse de dos notas tan distintas? —inquiero con la voz quebrada.

Él sonríe con tristeza.

—El problema no son las notas, ¿recuerdas? —da un paso para acercarse más a mí —El problema es que no existe una conexión. Pero hay notas que pueden ser excelentes vibrando de manera individual. Tal vez es lo que tenemos que hacer.

—Logan...

—Mientras tanto, espero que seas tan feliz, lo mereces, Hattie —me mira con un poco más de dolor —sé que esto solamente va a ser un recuerdo amargo, solo te pido que nunca dudes de mis sentimientos, que nunca dudes que te amo, y que te seguiré amando.

—Logan...—sollozo.

—Adiós estre...—se detiene mirándome por una fracción de tiempo y la palaba inconclusa me quema como una llama que amenaza con convertirme en cenizas —adiós Harriet. Que te vaya bien.

Y con eso, solo se marcha de la habitación. Dejándome más rota de lo que alguna vez pude llegar a imaginar.

Missy, Kath y Sandy me observan esa forma en la que detesto tanto. Hay un aire de comprensión, pero también de lástima.

—Podemos hacer lo que quieras —dice Missy —comer helado, pedir comida chatarra, ver comedias románticas...o salir de fiesta.

Sacudo la cabeza.

—Tengo trabajo que hacer —suspiro —el trabajo me ayuda a mantener la mente ocupada.

—No todo se trata de trabajo, super estrella —dice Missy —debes darte el tiempo de enfrentarlo, Logan se fue y el dolor que sientes por eso debe ser expulsado.

Niego. Estoy cansada de sentirme así, estoy tan harta de sentir el dolor en el pecho y no conseguir que desaparezca, así que solo me acostumbré a él.

—No me servirá de nada —aseguro —estaré bien, siempre lo he estado. Pensar en él solo va a conseguir que duela más.

Mis tres amigas me observan con comprensión, Missy asiente y gracias al cielo no vuelve a insistir.

Un mes en total ha pasado desde nuestra ruptura. Un mes en donde me he sentido como la mierda, en donde no he tenido ganas de componer, donde las letras no han venido a mi mente, en donde las melodías parecen haber sido eliminadas de mi mente.

Lo he intentado, he pasado horas en mi estudio intentando crear, pero simplemente no sucede. Nada sucede.

—¿Vamos por un café? —inquiere Kath —El latte con dos de azúcar y crema batida siempre es bueno para subir los ánimos.

Missy le lanza una mirada reprobatoria y Sandy dice algo por lo bajo, tenía que admitir que ninguna de mis amigas es buena disimulando, pero les daba mérito por intentarlo. Estoy tan cansada de no hacer nada más que ir a la disquera y encerrarme en casa, así que decido que, por hoy, creo que puedo permitirme disfrutar del mundo exterior.

—De acuerdo —las tres parecen sorprendidas —conozco una cafetería del centro que es buenísima.

—¡Estupendo! —dice Kath —¿Covey puede llevarnos?

Arqueo una de mis cejas, parece que la fascinación de Kath por mi guardia

—Seguro, y tal vez puedas invitarlo a un café —sugiero con una risa divertida —ama los expresos con casi nada de azúcar.

Mi amiga ahoga un chillido y todas reímos ante eso. Nos incorporamos del cómodo colchón y voy por mi bolso, asegurándome de tener todo antes de salir de casa.

—¿A dónde las llevaré, damas? —inquiere Covey mirándonos por el espejo retrovisor. Tyler, el segundo guardia sube al costado del copiloto y nos saluda con una sonrisa.

La camioneta en la que solemos trasportarnos es lo suficientemente amplia como para permitirnos viajar a las cuatro sin inconvenientes. Le digo el nombre de la cafetería y nos ponemos en marcha.

Tan pronto como comenzamos el viaje, mis amigas se centran en una entretenida conversación sobre la graduación de Kath. Una invitación es extendida hacia nosotras, incluyendo a mis guardias, y asegura que nos hará llegar la invitación física.

Covey es un experto en la velocidad así que no demoramos mucho en llegar al establecimiento. Bajamos seguidas por los guardias, Covey va delante y Tyler viene detrás, está relativamente vacío así que nos formamos en la fila y aguardamos nuestro turno.

Pido un latte de cajeta con doble crema batida porque quiero olvidarme de la dieta y consumir tanta azúcar como sea posible.

Aguardamos a un costado de la fila mientras nuestra orden sale, Kath evidentemente no pierde la oportunidad de invitar a Covey a un café y Missy termina pagando uno también para Tyler.

Es curioso ver como mis guardias parecían tan extrañados y tal vez cohibidos de que un par de chicas los hayan invitado a un café, pero bueno, ¿por qué no solo lo disfrutan?

—Pero que suerte la nuestra —volteo cuando una voz habla detrás de mí —Super estrella, ¿nos regalas una fotografía?

Mi estomago se contrae al ver a Liana y a Arthur frente a mí. La primera mantiene una sonrisa en el rostro mientras que Arthur es todo seriedad.

Covey da un paso hacia adelante, colocándose entre ellos y yo.

—Lo siento, no hay fotos —responde con firmeza.

Liana sonríe e intenta acercarse, le basta un movimiento a Covey para alertar a Tyler y un par de segundos los cuerpos fornidos de los hombres me cubren de Liana.

—Por favor, ¿necesitas a tus guardias? —inquiere con ironía.

—Está bien, déjenla —Covey no luce demasiado convencido, pero no debate. Hace lo que le digo y se aparta.

—No estoy dando fotos, lo siento —me disculpo con fingida amabilidad, lanzo una sonrisa irónica y miro a Arthur —tendré que decepcionarlos.

—Parece que la ruptura te ha sentado bien —dice Liana, tomo una corta inhalación rogando por tener la paciencia necesaria. Estoy en un establecimiento público y las miradas están sobre nosotras —no te sientas mal, eso es lo que Logan hace, abandona.

—Sí, tú lo sabes bien, ¿verdad? —inquiero con una sonrisa de fingida comprensión —quien lo diría, tal vez fue mi karma por hacer que te abandonara.

Digo lo último lo suficientemente bajo como para permitirnos solo a nosotras escucharlo. El rostro de Liana se endurece y sonrío.

—Oh, creí que estarías con Logan. ¿No fue a buscarte? —continúo —recuerdo que aseguraste que tan pronto terminara conmigo, iría contigo.

—Cállate —espeta.

—Ya no es divertido cuando se meten contigo, ¿no es cierto? —inquiero con suficiencia —¿Sabes algo? Al menos mi ruptura con Logan no se debió a que prefirió irse con otra mujer.

—Harriet, hay cámaras —susurra Covey a mi lado —vamos al auto, yo esperaré sus órdenes.

Ignoro sus palabras porque estoy harta de esta mujer, harta de que interfiera en mi vida, y en mi felicidad.

—Supéralo de una vez, Liana —murmuro —Logan no te ama, dejó de hacerlo hace mucho. Ahora ya no está conmigo, y yo no estoy decidida a hacerte la vida imposible, aunque podría. Porque sé que fuiste tú quien ocasionó todo.

Su mirada vacila, sus manos se cierran en puños y su respiración se agita.

—Sé con lo que lo amenazaste, sé que sabes la forma en la que todo se originó, y si quieres contarlo, si eso va a hacerte sentir mejor, hazlo —doy un paso para acercarme a ella —si eso va a hacerte sentir menos furiosa y herida, hazlo. Pero el dolor no se va porque le hagas daño a los demás. No desaparece porque hagas infeliz a Logan, o a mí.

Su mirada se cristaliza y su apariencia de autosuficiencia desaparece.

—Sé que nunca debieron de haber escogido a Logan. Si hubiese sido mi decisión, jamás hubiese escogido a un hombre con pareja, porque respeto las relaciones, Liana. No estuvo en mis manos, ni en las de él, fue una estrategia de alguien más en la que nos sumieron a ambos.

No me importa que ahora mismo alguien nos esté grabando, o fotografiando.

—No fue nuestra culpa, pero tú crees que sí y nos heriste por eso. Lo heriste a él, me heriste a mí —susurro —y espero que nuestro sufrimiento haya significado un beneficio para ti. Porque al final del día tal vez supere a Logan, tal vez esta ruptura va a pasar, pero para ti no. Siempre querrás hacerlo infeliz, haciéndote infeliz a ti también en el proceso.

—Harriet, debemos irnos —Missy habla con cautela, cuando la miro tiene nuestra orden en las manos.

—Lamento si te herí inconscientemente —me disculpo —la diferencia aquí es que yo no lo deseaba, en cambio tú tenías toda la intención de lastimarnos. ¿Quieres un consejo? Déjalo ya. Pasa la página, justo como yo lo haré.

Le hago una seña a mis guardias y a mis amigas, y la esquivo para salir de la cafetería.

Ninguno habla cuando subimos al auto, sin embargo, las sonrisas que me lanzan son suficientes.

—¿Qué? —inquiero.

—¡Estamos orgullosas de ti! —exclaman mis amigas.

Sonrío con ligereza —No es la gran cosa.

Ellas hablan entonces sobre que sí lo es, sobre la manera de manejar la situación y cosas que a pesar de que lo intento, no presto atención.

Porque no puedo dejar de pensar en mi conversación con Liana. Porque no sé si en verdad yo seré capaz de pasar la página, así como yo le pedí a ella que lo hiciera.

Esa noche, cuando mis amigas se marchan, pero el dolor no, conduzco sola hasta la disquera. El edificio está oscuro pero el vigilante me permite ingresar, llevo la libreta bajo el brazo y la pluma entre mis manos.

Camino por los oscuros pasillos, sintiendo el silencio envolverme. Camino hacia la dirección acostumbrada, hacia la abandonada y olvidada sala de música. Empujo la puerta y sonrío levemente.

Enciendo la luz, el foco parpadea antes de encender completamente y analizo mi entorno. Guitarras abandonadas, cuerdas rotas. Baterías empolvadas y libros apilados.

Me apoyo contra la pared y me deslizo hasta tocar el frío suelo. No dejo de mirar mi entorno, prestándole atención hasta a la más mínima cosa que me rodea.

La pintura desgastada, las lámparas a punto de fundirse. Y entonces llega, ese golpe de inspiración, las palabras vienen a mi mente y todo se une para crear la melodía y letras perfectas.

Abro la libreta, tomo la pluma y escribo:

Disonancia.

Las ideas surgen, la melodía vibra en mi mente así que solo escribo, escribo y escrito hasta llenar las hojas. Y aún con eso, sigo escribiendo.

Dejando en cada página, un poco del dolor que llena mi corazón. 

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