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14.- Sin obligaciones ni deberes.

Logan

Mi madre me observa con detenimiento desde el otro lado de la cocina. Había estado rehuyendo a sus encuentros porque era consciente de que tan pronto como pusiera un pie dentro de la casa, no se guardaría sus cuestionamientos.

—Dilo ya —murmuro sintiéndome incapaz de seguir tolerando la mirada escudriña que me lanza.

—Deberías invitar a Harriet a comer —dice acercándose—. A menos que la super estrella sea tan presuntuosa como para no aceptar una comida casera.

—Harriet no es presuntuosa —objeto con el ceño fruncido.

—Entonces no debería tener problema para aceptar una invitación a comer —dice.

Lo dudo, es cierto que le había dicho a Harriet que deseaba mantener las interacciones familiares en el límite, pero parecía que comenzaba a salirse un poco de control.

Yo ya conocía a sus padres, incluso a esos amables tíos que parecían tener intenciones de golpearme el rostro, y a su hermano también.

Axel Campbell pareció la única persona que no deseaba golpearme por salir con su hermana, quería pensar que le agradaba.

Pero Harriet no conocía a mi familia, y no estoy seguro de si es una buena opción. Mi madre parecía no superar aún el hecho de mi ruptura con Liana, y en cierta parte lo entiendo. Salí años con ella, era parte de mi familia, dejarla ir de una manera tan abrupta era difícil de procesas.

—Es una mujer ocupada —murmuro llevándome a la boca el par de galletas de avena que Grecia ha dejado en el recipiente de cristal—. Tiene conciertos, ya sabes, lo que hace una super estrella.

Mamá entrecierra los ojos hacia mí, las esquinas de sus bonitos ojos grises se achinan mientras me mira de una forma intensa.

—¿Por qué siento que eres tú quien no desea invitarla?

Atrapado.

Sé que no te agrada —eleva las cejas con un gesto de incredulidad—. Sé que aún no me pasas el haber roto con Liana, sé que la querías mucho, casi como una hija. Así que no quiero hacer sentir incómoda a Harriet, no quiero que la hagas sentir como que desearías que fuese otra chica en vez de ella quien estuviera sentada en la mesa.

Mamá permanece en silencio, Amelia Smith nunca ha sido capaz de disimular sus emociones, su rostro expresivo es algo que mi hermana Grecia ha heredado. Sus ojos vuelven a entrecerrarse debajo de las cejas perfectamente depiladas.

Mi madre es una mujer conservada, a sus casi cincuenta años aún se preocupa por su aspecto, tanto que pasa horas en las estéticas cuando decide hacer "un cambio".

—¿Has hablado con tu padre de esto? —inquiere.

—¿Qué tiene que ver papá?

—No creo ser la única que no aprueba esta relación.

—Y ahí está —resoplo—. ¿Lo ves? Justo por eso no planeo invitar a Harriet, te conozco, Amelia. No voy a arriesgarme a que la hagas sentir incómoda.

Me incorporo del asiento, me limpio los dedos eliminando las migajas de galleta y miro a mi madre.

—No pasará —afirma—. Sabes que soy una mujer de palabra.

Entorno los ojos hacia ella, no estoy convencido de que un encuentro entre las dos mujeres resulté precisamente bien. ¿Sabes lo feliz que le haría que Harriet viniese a almorzar?

—Lo pensaré —respondo—. Aunque es un juego sucio que utilices a Grecia.

Mamá ríe, me acerco a ella y deposito un par de besos en sus mejillas.

—Me voy —informo—. Tengo entrenamientos.

—Dile a tu novia que venga este fin de semana —insiste—. Prometo que no te dejaremos en vergüenza.

Sonrío un poco más.

—No prometo nada —le dedico una última sonrisa y con eso, dejo a mi dulce y adorable madre atrás.

(...)

Siempre he odiado los largos entrenamientos, las horas sobre el hielo y las caídas que me dejan el cuerpo entumecido.

La temporada de partidos importantes comienza, así que el entrenador ha considerado que es buena idea explotarnos hasta nuestro punto máximo. Hasta el grado en el que nuestros pies parecen no ser capaces de dar ni un solo movimiento más sobre los patines.

Mis piernas se sienten adoloridas mientras camino hacia los vestidores, mi piel se siente helada por el frío del hielo y lo único que me apetece ahora, es dormir.

Cuando llego a los vestidores hay varios chicos en las bancas.

—Walker —saluda Pol—. ¿Hoy si aceptarás salir con nosotros a tomar algo?

—¿O irás con tu nueva novia? —Tengo que recordarme que es mi mejor amigo el que habla.

—No, y no —señalo a Arthur —. Estoy muerto, iré a casa. Pero gracias por la invitación, chicos.

—¿Por qué te molesta tanto que Logan salga con Harriet Campbell? —Inquiere Rony hacia Arthur—. No me digas que estás celoso.

Sonrío levemente.

—Aplícate, Johnson —dice Pol—. Tal vez puedas conseguir una buena novia que te haga popular.

—No gracias —dice con una sonrisa sarcástica—. No quiero a una super estrella con una reputación de mierda.

Mi espalda se pone rígida, un silencio se instala en el vestidor. El sonido de los casilleros al cerrarse es lo único que se escucha.

—Cuida tus palabras, Arthur —advierto—. Que es mi novia de la que hablas.

—Es la verdad, Logan —dice lanzando la toalla a un costado—. Te tienen para reparar la reputación de la niña problemática, y bueno, ¿Quién se negaría? Una buena follada a la pu....

Dejo de razonar, algo en mi se enfurece al escucharlo hablar de Harriet de esa forma. Me lanzo contra él, mi puño se estampa contra su rostro y Arthur cae hacia atrás.

—¡Cierra la maldita boca! —bramo colocándome sobre su cuerpo. Arthur se cubre cuando continúo golpeando su rostro, la ira me ciega mientras siento mi pecho latir con fuerza.

Arthur lanza un golpe descuidado pero que consigue impactar contra mi pómulo. El dolor se instala en la zona y él aprovecha esos segundos para impactar su rodilla contra mis costillas.

Me doblego por el dolor y caigo.

—¡Hey! ¡Ustedes dos, sepárense! —la voz furiosa del entrenador se deja oír, un par de brazos me rodean apartándome de Arthur.

—¡No se te ocurra volver a llamar a mi novia de esa forma! —bramo intentando librarme.

—¡Es lo que es!

—¡Cállense los dos! —Frank grita y eso nos hace callar. Me libero con brusquedad del agarre de Pol y me aparto. Arthur sangra, se limpia la sangre con el dorso de la mano y nos observamos furiosos—. ¿Qué creen que hacen?

—Logan no soporta que digan las verdades de su novia —sisea Arthur.

—Basta, Artur —interviene Pol antes de que pueda ir de nuevo hacia donde Arthur se encuentra—. Cualquiera de nosotros te hubiese golpeado si llamaras puta a nuestras novias.

—Y un golpe sería lo menos que te haría —dice Rony.

Frank me mira, un suspiro brota de sus labios y luego gira hacia el idiota al que consideraba mejor amigo.

—No sé que mierda pasa contigo, Johnson. Primero te quedas sin agente, bajas tu rendimiento en los entrenamientos, te vuelves un problema en las canchas y ahora, ¿insultas a las parejas de tus compañeros?

—Entrenador...

—Si sigues de este modo, Johnson, me veré en la necesidad de sancionarte, y ninguno quiere eso, ¿verdad?

Nos mira a ambos.

—Y tú, si vuelves a golpear a un compañero tendrás la misma sanción —me señala—. Ahora salgan de mi vista antes de que me arrebaten la poca paciencia que me queda.

Tomo mi mochila con rudeza, no me molesto en pasar a las duchas y solamente salgo del club.

La molestia aún permanece en mi organismo, mis pasos son apresurados mientras salgo del edificio y camino hacia mi auto.

Harriet no es nada de lo que dicen de ella, no es una niña rebelde, me tomó un poco de tiempo darme cuenta de que, en realidad, su mala reputación no es más que un invento de la prensa, de gente estúpida que se cree con el derecho de hablar sobre vidas privadas como si les perteneciera, como si tuviese algún derecho.

Y en mi presencia, no dejaría que nadie hablara mal de ella. Para bien o para mal, es mi novia ahora.

Mi novia.

Habíamos formalizado desde hace algunas semanas, y todos parecían creer en nuestra actuación, incluyéndome. En ocasiones lo que hacía por Harriet no se sentía como un deber, sino más bien como un instinto natural.

Cuando se quedó dormida en mis brazos, cuando la miré lucir tan serena, sin ninguna preocupación, me prometí a mi mismo que haría lo mejor, que durante los siguientes meses sería el mejor novio que Harriet pudiera tener.

Quería que funcionara para ella, quería que la dejaran en paz. Si yo gano, es justo que ella lo haga también.

Porque nos sumimos en esto juntos, o ganábamos los dos, o perdíamos ambos.

No hay punto medio, es todo o nada, y cada parte de mí deseaba que consiguiéramos aquel todo.

Conduzco a casa, el mar sabor de boca no desaparece aún cuando llego a casa. Cuando rompí con Liana volví al departamento en el que solía vivir antes de mudarnos juntos, el silencio me recibe, el sonido de mis pasos es lo único que se escucha mientras camino hacia la nevera por un par de hielos.

Cuando los tengo, lo envuelvo en un paño y me lo coloco en el rostro. Seguramente dejaría un moretón y no deseaba tener que dar explicaciones del porqué.

Mucho menos a Harriet.

Reviso el celular, no tengo ningún mensaje de ella, lo que en realidad no es extraño porque no solemos hablar demasiado. Sin embargo, hoy por alguna extraña razón soy yo quien envía el primer mensaje.

"Hey :)"

Mantengo la atención en la pantalla, el mensaje le ha llegado y luego de un par de instantes, la confirmación de lectura aparece.

Harriet: Hola :)

Yo: ¿Qué tal tu día, estrellita?

Harriet: De mierda, Marcus está explotándome. ¿Qué hay de ti?

Sonrío, la zona en la que tengo el hielo comienza a sentirse entumecida así que aparto el hielo y limpio la mano en el pantalón antes de escribir una respuesta.

Yo: Frank también está explotándome, es el inicio de temporada así que esto apenas comienza.

La respuesta tarda un poco en llegar, pero cuando lo hace, una sonrisa se extiende por mis labios. Es una fotografía de ella, tiene una mueca en los labios y parece estar en una especie de ensayo, aparece de cuerpo completo con un conjunto deportivo, su corto cabello recogido en una coleta y me fijo en el plano abdomen que se deja ver por el top deportivo.

Yo: Solo confirmo que no necesitas dieta, estás perfecta estrellita.

Antes de que pueda ver su respuesta, un mensaje de mi hermana asoma en la parte superior de la pantalla. Salgo del chat de Harriet y abro el de Grecia.

Maldigo levemente cuando leo lo que hay escrito:

Grecia: ¡Mamá me dijo que Harriet viene a comer! ¡Esto es un sueño, eres mi hermano favorito! ¿Crees que le agrade a mi cuñada?

Yo: Claro que le agradarás, pero por favor no me dejes en vergüenza.

Cierro la aplicación de mensajes y suspiro.

—Buena técnica, Amelia —hablo para mi mismo mientras busco el contacto de Harriet y pulso el botón "llamar".

El timbre suena un par de veces antes de que ella responda, cuando lo hace, el sonido de su voz me hare sonreír.

—Estrellita —saludo.

Que no me digas así —replica riendo—. ¿Qué hay chico bueno?

—¿Ahora me dirás así también? —me quejo.

El sonido de su risa llena la línea y sonrío un poco más.

Creo que es lo justo, ¿no lo crees? —inquiere—. Pero tendremos tiempo para debatir los sobrenombres, ahora tengo a Marcus presionando para que vuelva al ensayo así que... ¿qué ocurre?

—Mi madre quiere que vengas a comer a la casa —un silencio se instala en la línea y temo que ella pueda considerarlo demasiado—. Sé que dije que mantengamos las interacciones familiares al límite, pero...

—¿Tú quieres que vaya? —inquiere con suavidad.

—Claro que si —admito porque en el fondo quiero que mamá vea que Harriet no es nada de la imagen que venden de ella, quiero que la conozca no como la super estrella, sino como ella misma.

Bien, entonces... ¿mañana? Es el único día libre que tengo.

Sonrío.

—Mañana será —aseguro—. Nos vemos, éxito en el ensayo.

Éxito en el entrenamiento —responde—. Adiós, Logan.

La llamada se cuelga y miro el celular hasta que la pantalla se apaga. Tomo una inhalación y llamo a mi madre, cuando responde, solamente digo:

—Tus deseos son órdenes, madre. Mañana conocerás a mi novia.

Y en el fondo, solo esperaba que este encuentro no resultara tan mal como mi parte pesimista sospechaba.

(...)

—¿Qué te ocurrió en el rostro? —inquiere Harriet con alarma apenas baja del auto.

—Nada importante —me encojo de hombros.

Ella se acerca, extiende la mano y acaricia la zona del golpe.

—¿Eres un buscapleitos? —inquiere con diversión.

Solo cuando alguien te insulta. Pienso, pero no se lo digo.

—Para nada —afirmo—. ¿Entramos?

—¿Me veo presentable? —Harriet se acomoda el cabello y me mira esperando una contestación. Gracias al cielo deja a un lado el tema del golpe.

Con mi madre fue fácil convencerla, decirle que fue en los entrenamientos y listo, pero sabía que Harriet era más suspicaz, no podría engañarla con facilidad.

Lleva su cabello sujeto de los lados con dos horquillas de perlas. Se ha hecho unas leves hondas en algunos mechones de cabello con lo cual resalta un aire fresco. Porta unos pantalones ajustados en color beige y una blusa blanca con la letra de una canción que desconozco,

Luce casual, pero tan fina al mismo tiempo. Y he caído en cuenta de que eso es algo que solo Harriet puede conseguir.

—Luces perfecta, estrellita —respondo extendiendo la mano hacia ella.

Harriet sonríe con alivio mientras toma la mano que le ofrezco, un aroma dulce llega hasta mí cuando se acerca y sonrío levemente.

Me había ofrecido a pasar por ella, pero dijo que debía ver unos pendientes en la disquera así que había llegado con sus fieles acompañantes, aunque claro, ellos se marcharon apenas recibí a su jefa.

—No estés nerviosa —murmuro mirándola parecer como si estuviese a punto de sufrir un colapso, te prometo que mamá es un amor.

—No he tenido oportunidad de convivir con muchas mamás, aparte de la mía y la de mis amigas —dice con una sonrisa nerviosa—. Así que no sé muy bien como comportarme, ¿ella no sabe nada del contrato verdad?

Niego,

—Oh, gracias por decirme, no quiero soltar algo y arruinarlo.

Luce en verdad preocupada y un aire de ternura me envuelve mientras me detengo antes de entrar. Giro, colocándome frente a ella y suelto su mano para conseguir ponerlas en sus hombros.

—Hattie, tranquila —sonrío intentando tranquilizarla—. Solo es mi madre.

—Ese es el punto —dice—. ¿Qué tal si no le agrado?

No tengo oportunidad de responder, porque la puerta se abre. Un grito emocionado nos sobresalta y mi hermana de quince años aparece dando un par de brincos.

—¡Por Dios! ¡Eres Harriet Campbell! —Harriet sonríe, la postura tensa abandona su cuerpo mientras el gesto sincero se expande por su rostro.

—Y tú debes de ser Grecia, Logan me ha hablado sobre ti —la mirada emocionada de mi hermana va de Harriet hacia mí—. Me dijo que eres...

—¡Soy tu mayor fan! —dice y no duda en lanzarse hacia Harriet.

Ella la recibe en un abrazo, no parece incomoda o molesta, al contrario, parece como si se sintiera en confianza, lo que me alivia un poco.

—Oh, han llegado —mi hermana se aparta del cuerpo de Harriet cuando la voz de nuestra madre se escucha—. Hola, Harriet.

La tensión vuelve en su cuerpo, me apego a ella colocando la mano en su espalda baja y Harriet me da una mirada rápida antes de sonreír hacia mamá.

—Señora Walker, es un gusto conocerla.

—Dempsey —corrige y me tenso—. Soy divorciada y no me gusta que me llamen por el apellido del padre de Logan.

La sonrisa de Harriet titubea.

—Oh, sí, lo siento, no sabía...—se aclara la garganta— estoy encantada de conocerla, señora Dempsey.

Mamá le ofrece un frío apretón de manos y es todo. Un dejo de molestia se instala en mi pecho, cuando me mira no me molesto en ocultarlo.

Entramos a la casa cuando Grecia lo pide y mientras ella se adelanta con Harriet, me inclino hacia mi madre.

—A la primera falta de respeto, nos vamos —advierto.

A mamá parece no importarle, ingresamos a la casa y se dan cortas conversaciones entre mi madre y Harriet. Es algo tarde así que Amelia dice que servirá la comida.

—¿Necesita ayuda? —inquiere Harriet.

—No, gracias, estoy segura de que no estás muy familiarizada con servir la mesa.

—Mamá...

—De hecho, sí —la chica a mi lado sonríe—. Suelo ayudar a mi madre en ocasiones, así que, si estoy familiarizada con servir la mesa, con las labores del hogar, en realidad. Si desea que la ayude, estaré encantada.

Amelia no responde, nos da una mirada y luego se marcha a la cocina llevándose a Grecia con ella.

Harriet se desploma en el asiento, me lanza una mirada derrotada antes de hablar.

—Tu madre me detesta —dice.

—No te detesta —aseguro—. Solo está algo sentida, ya sabes.

Parece entender lo que quiero decir, soy consciente de como su sonrisa ha decaído un poco, pero intenta mostrarse igual de amable.

Cuando mi hermana y madre vuelven, y la comida ya está servida, comenzamos a comer.

Grecia y Harriet son las que más hablan, mamá se mantiene mirando a mi novia con demasiado detenimiento, tanto que comienzo a impacientarme.

—Así que, ¿desde cuándo están saliendo, Harriet?

—Oficialmente desde poco más de un mes —responde ella—. Y llevamos poco menos de tres meses de conocernos.

—Muy poco tiempo, ¿no lo crees? —inquiere con una amabilidad que no es real—. ¿Qué opinan tus padres?

—Ellos están de acuerdo, han conocido a Logan y creen que es un buen chico —dice y mamá asiente.

Un silencio se instala en el comedor.

—Le he dicho a Logan que sería genial si asistieran a un concierto como invitadas especiales —habla de nuevo—. Con asientos cómodos y esas cosas.

—¡Sería estupendo! —chilla Grecia—. ¿No lo crees, mamá?

—Claro que sí, cariño

Harriet se remueve incómoda a mi costado. El filete de carne se siente menos apetecible cuando lo corto y me lo llevo a la boca.

—¿Cómo conociste a mi hermano, Harriet? —inquiere Grecia.

—Nos conocimos en un café —responde sin dudar y me mira de una forma que entiendo de inmediato, nuestro primer encuentro casual sin saber que luego estaríamos aquí, fingiendo ser una pareja enamorada.

—¿En un café?

—Tu hermano me pidió una fotografía —continúa—. Y me pidió firmar su camiseta.

—¡Oh, la que me obsequiaste! —exclama mi hermana.

—Esa misma —concuerdo—. Luego le pedí su número, y aquí estamos.

—Tu hermano es encantador, ¿puedes culparme? —cuestiona Harriet.

—¿No creen que se apresuraron? Harriet, ¿no crees que salir con un chico cuando él apenas está terminando una relación larga es algo para pensarse?

—Mamá...

—Yo no eduqué a un hombre que cambia de pareja solo por interés —la espalda de Harriet se pone rígida—. Yo no te eduqué así, Logan.

Mis manos se cierran en puños, mi mandíbula se tensa de tal manera que me siento furioso.

—No estoy con Harriet por interés, mamá —empleo un tono seguro—. Y creí haberte pedido que no le faltaras el respeto.

—No le estoy faltando el respeto a nadie, estoy diciendo lo que creo, Logan —Mamá lanza los cubiertos contra la mesa—. Liana no merecía que la dejaras así, sabes lo mucho que ella te amaba, lo mucho que significabas para ella. ¡Sus padres esperaban que le pidieras matrimonio!

—¡Basta! —Harriet se sobresalta a mi costado—. No voy a permitir que sigas diciendo esas cosas con mi novia enfrente. Liana lo fue, pero ya no más. Ella me dejó, Amelia.

—¿Y por despecho estás con esta chica?

—Esta chica tiene nombre —siseo—. Y es mi novia, así que voy a pedirte que la respetes.

—Logan...—la suave voz de Harriet se deja oír.

—Nos vamos —me inclino para tomar la mano de Harriet, ella se levanta cuando tiro de su cuerpo—. Creí que eras una mujer de palabra, Amelia.

El rostro de mi madre se contrae. Tiro de Harriet nuevamente, pero ella se planta con firmeza.

—Señora Dempsey, entiendo que sea complicado para usted —habla con suavidad—. Realmente espero que podamos mantener una relación cordial.

Sonríe levemente, cuando Amelia no responde, mira a Grecia.

—Adiós, Grecia. Estoy encantada de conocerlas. La comida estuvo deliciosa.

Joder, apenas y probó bocado, mi madre fue grosera y ella...ella solamente es tan educada y amable.

—Adiós, Harriet.

Tiro de su cuerpo una tercera vez y ella me sigue. Caminamos en silencio hasta mi auto, cuando nos detenemos, Harriet pronuncia mi nombre.

—Lo siento —giro hacia su cuerpo—. Ella no debía decir todas esas cosas.

—En realidad la entiendo —susurra—. La apreciaba, y debes admitir que, si yo no hubiese aparecido, tú seguirías con ella.

—Pero ya no lo estoy más —le recuerdo—. Tú eres mi novia ahora, y deberían respetarte como tal.

—Logan, esto será solo por un año —susurra—. No vale la pena que pelees con tu madre por mí.

Fija la atención en mí, su cabello se ondea levemente con el viento y por un segundo, la miro lucir más bonita de lo que ya es.

—No importa si es por un año, o toda la vida —susurro acercándome a su rostro—. Yo siempre voy a pedir respeto para ti, estrellita.

Sus labios se curvan en una sonrisa suave, en un gesto tan bonito que eclipsa.

—¿Ese golpe en tu rostro está relacionado con eso?

—Creo que la respuesta es obvia.

Llevo la mano hacia el costado de su rostro, ella inclina la cabeza hacia mi toque y cierra los ojos.

Y ahí por primera vez, la beso sin la necesidad de sentirme obligado. La beso sin obligaciones, sin deberes, la beso porque lo deseo.

Porque Harriet Campbell comienza a adueñarse de mi mente, y no estoy haciendo absolutamente nada para impedirlo.

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