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― ¡Yoongi, hyung! ―llamó el pelirrojo acercándose con pasos cortos.

― ¿Qué hiciste, Taehyung?

― Nada ― confesó rápidamente. ― Es que, siento mucha hambre y ya está anocheciendo, hyung. ― Yoongi miró al cielo, y sí, estaba anocheciendo, seguramente eran alrededor de las seis de la tarde.

La luz color menta no se había percatado de aquel problema antes, ni mucho menos del lugar dónde dormiría con su dognsaeng.

― ¿Qué crees que podamos hacer? ― inquirió el mayor a la par en la que se levantaba de la banca.

― No lo sé, pero Jin hyung me habló hace un rato diciendo que usara esto ― confesó Taehyung sacando ese pequeño cuadrito de plástico negro.

El pelirrojo desde las nubes veía que ese plástico lo usaba mucho la gente con casas grandes y autos de lujo, pero no sabía con exactitud cómo se usaba. Después de todo, eso no era su culpa, por muy familiarizado que estuviese con el mundo o su cuerpo humano, aquello debió enseñárselo su maestro.

― Taehyung ― llamó en tono de reproche el mayor. ― ¡Eso es para comparar, niño tonto! ― el pálido tomó la tarjeta y la guardó en el bolsillo de su chaqueta dándose cuenta que allí había algo más.

Yoongi sacó lo que traía los bolsillos de la chaqueta: un papel con algún tipo de dirección, un par de llaves una de un posible auto y otra que era probablemente de algún departamento, otra tarjeta pero ésta de color dorado y algunos billetes.


Oh Seokjin, realmente pensaste en todo.



■□■□■□■



Taehyung nunca imaginó estar en un departamento tan lujoso como ese, tampoco imaginó que debía estudiar en una facultad como lo hacían los humanos, no a sus 18000 años siendo un Dios, –es decir, 18 años humanos– para nada.

― No es justo ― refunfuñaba el pelirrojo de brazos cruzados.

― Sé que no ― le dio la razón Yoongi para evitar mayores disputas o refunfuños, mientras comía cómodamente un yogurt en el sofá color vino de tres puestos. ― Pero debes hacerlo, al igual que yo debo trabajar para darte de comer

Que fuesen Dioses y poseyeran todo el oro y la plata no quería decir que vivirían mejor que los ricos, para nada, ellos debían llevar una vida lo más parecida a lo común y corriente de los seres humanos, después de todo, eso eran ahora.

― ¿Por qué debemos hacer esto? ― quiso saber Taehyung a punto de perder la paciencia. ― Esto es muy lindo, en un principio algo en mí exigía venir, pero, ¿cuál es el motivo?

Yoongi no estaba autorizado aún para decirle la verdad, sin embargo, tampoco es como si pudiese mentir.

― Porque es necesario ― hablaba con paciencia el mayor. ― Es necesario que estemos aquí para cuando comience el mes siguiente

― Pero, ¡eso es en un par de días! ― mencionó el pelirrojo mientras se acercaba al mayor hasta quedar enfrente de él. ― ¿Esto tiene que ver con mi maestro o algo parecido?

― Taehyung, yo no pue-

― Hyung, usted me dirá justo ahora si esto tiene algo que ver con mi maestro ― susurró el de piel acanelada con voz dulce y ojos más claros que lo miraban fijamente, justo como había hecho en el santuario sagrado.

―R-Realmente no s-sabemos nada c-con exacti-tud ―consiguió decir el más pálido entre torpes balbuceos.

Taehyung se dio por vencido, así que bufando susurró un corto ''bien'' para luego dirigirse a su habitación, dejando a un Min Yoongi atónito en el mueble aún con su yogurt en mano.

El pelirrojo realmente no sabía de ese poder que se estaba comenzando a desarrollar en él, Taehyung perdió las esperanzas de poder adquirir un poder propio cuando le había dejado más que claro el hecho de que sin un maestro que lo guiase, es completamente impodible adquirir poder alguno.

Esto era lo que tenía a todos boquiabiertos, jamás habían visto algo así; pero, tampoco se habían tomado el tiempo de pensar y caer en la conclusión de que Taehyung no era un Dios ordinario y corriente, no sólo por el hecho de no haber tenido un maestro.

Y se preguntaran, ¿Qué hace con exactitud un maestro? Pues, básicamente enseña a los Dioses a desarrollar sus poderes internos, a buscar su verdadero Dios y formarse por medio de él. Le enseñaba las costumbres humanas, cómo debía actuar un humano como tal para poder darle un cuidado propio al mismo, además de enseñarle los principios bases de la historia entre Dioses y lo que es el verdadero amor que constituye ser un Dios.

Un Dios sin amor es un Dios imperfecto, eso era mal visto para todos fuera del santuario.

Era eso lo que más temía el Dios del Amor, por ello, se encargó a toda costa en buscar al fallecido maestro. Aunque buscó por todos los lugares posibles, incluyendo la vida de los fallecidos en descanso y el mismo inframundo, no pudo encontrarle.

Kim Seokjin, dueño y Dios del amor en el mundo, cometió un grave error allí al darse por vencido, dejándose llevar por las responsabilidades que tenía en aquel momento, escondiendo el secreto sólo para él y no consultarlo con los demás dioses, sin saber que, al no encontrar a aquel Dios el santuario iría en picada por un completo abismo.

En ese entonces, la luz magenta sólo pensó.


''Si el destino permitió que Taehyung naciere sin un maestro, así sería, no soy nadie para ir en su contra.''


Si tan solo en ese momento hubiese pensado quien realmente era capaz de manejar el destino y hacerlo trizas si así lo quería...



■□■□■□■



¿Cómo estará aquella melena azabache? Era lo único que le podía calmar en aquel momento.


Recordarle.


No encontrando algo mejor que hacer en aquellas secas paredes, el pelirrojo se permitió cerrar sus ojos visualizando sólo una cosa: un balcón, un reloj marcando las altas horas de la madrugada y un azabache que saltaba ágilmente de su balcón corriendo por las desiertas calles, dando de comer a un perrito muy mal herido que se encontraba no muy lejos de allí.

Eso le hizo sonreír, ¿era posible? Sí lo era, recordarle hacía su existencia la más feliz de todas, por lo que sin pretender desgastar el precioso recuerdo, abrió sus ojos nuevamente, pero, algo distinto se encontró al abrirlos.


Allí estaba... Él estaba enfrente de sí...


Su melena azabache, que al parecer no era tan pequeña como lo veía desde los cielos, estaba allí sonriéndole, sólo a él.

Taehyung también sonrió viendo los orbes contrarios, juraba que ni la galaxia era tan hermosa y extensa como aquellos obscuros pero muy brillantes ojos, pensando que al fin podían verse.

El pelirrojo abrió sus brazos para encerrar en ellos al azabache en ellos, pero, Jungkook sólo caminó hasta él pasando por en medio para llegar a su cama y arreglarse entre las frazadas, abrazando fuertemente una de sus cómodas almohadas.

Taehyung no entendía, no podía comprender nada, él creyó que por un segund-

― ¡Volviste! ― habló en voz alta el azabache, cortando los pensamientos del contrario. ― Creí que no regresarías ―añoró Jungkook con ojos cerrados.

Así fue que Taehyung pudo entender todo, Jeon Jungkook no podía verle, porque él realmente no estaba allí, era su luz la que estaba allí, era su luz quien se había transportado hasta ese cuarto de paredes blancas, era su luz que le permitía comunicarse con el azabache.

― Prometí que estaría siempre que lo quisieras ― le recordó Taehyung sonriendo por aquella imagen que podía apreciar de cerca, era mil veces mejor a que estar en las nubes y verlo desde allí.

― Lo sé, pero te extrañé mucho hoy ― confesó el de cabellos obscuros con un puchero inconsciente en sus labios.


Eres perfecto ― pensó Taehyung.


― Tú también lo eres, luz roja ― se adelantó a decir el azabache antes de caer rotundamente dormido.



¿Podía leer su mente?―Se preguntaba Taehyung, ahora si devuelta en su propia habitación.


Si ese chico era capaz de leer su mente entonces él...


No, definitivamente no, probablemente lo había dicho sin saber.


Pero, las coincidencias no son-


No, simplemente no ― cortó el lado racional del pelirrojo, no era necesario hacerse falsas esperanzas, le habían dejado claro que ya no tenía por qué esperar a nadie más.



Con esa forzada conclusión en mente, Taehyung se fue a dormir con una preciosa imagen mental: esa hermosa sonrisita que tenía el azabache al dormir.


Holis, volví, pero no para quedarme jasjad.

Ahh... Mal chiste, peroo, ya vienen mis vacaciones lo que significa que POR FIN, podré seguir con la historia y no la dejaré estancada por más tiempo, al igual que las demás.


Extrañé un montón escribir, tanto que ya ni recuerdo como era que se mantenía la duda o intriga del lector... I'm sorry.



¡Gracias por leer!

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