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― ¿E-Estás seguro d-de ir? ― inquirió Jimin por cuarta vez esa mañana.
― Jimin, antes de que pierda el cariño que te tengo, ¿Podrías cerrar la boca por un momento?
La luz amarilla quedó asombrada, por lo general cuando se le faltaba el respeto de esa manera a un mayor del Santuario Sagrado alguna catástrofe sucedía en algún lugar de la tierra, pero nada de eso ocurrió y le costaba buscarle una solución lógica todo.
―Taehyung...― el nombrado se volteó a verle directamente a los ojos.
― Iré y estarás completamente satisfecho por eso.
Justo como había pasado el día anterior con Seokjin, a Taehyung le había cambiado la voz a un tono más dulce y sus orbes eran de un tono más claro, haciendo que Jimin asintiese totalmente hipnotizado.
―T-Tú... L-Lo volviste a hacer...― Tartamudeaba la luz chillona.
― ¿Hacer qué? ― inquirió la luz roja con sumo interés.
Jimin se había acercado lo suficiente para admirar sus ojos, esos tan claros que con los segundos iban volviendo a su color natural. Aun así no dejaban de verse sumamente hermosos para la luz amarilla.
Jimin había indagado mucho últimamente en los libros más viejos de la biblioteca sagrada, pudo encontrar la ''historia de la luz dorada'' donde una luz que empezaba siendo amarilla era la predestinada y elegida para estar con la luz...
― ¡Mocoso, nos vamos ya! ― habían gritado como aviso desde el Santuario.
Taehyung maldijo por lo bajo, realmente quería saber qué había hecho esta vez.
― Cuando regreses te lo contaré, ¿está bien?
El menor asintió y abrazó fuertemente a su mayor, lo extrañaría mucho, jamás se habían despegado ni un segundo desde que el pelirrojo nació hasta el momento.
― Todo estará bien. ― le susurraba Taehyung para calmar al más bajo. ― Yo estaré bien, regresaré pronto, lo prometo.
― ¿Por la luz de nuestros corazones? ―inquirió Jimin separándose y estirando un poco de su luz a la del menor.
― Por la luz de nuestros corazones, Jimin hyung. ― confirmó Taehyung estirando su luz roja para chocarla con la del contrario formando un hermoso naranja fuerte que hizo a los orbes de Jimin abrirse con emoción.
Era tal y como había leído.
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― ¿Qué debemos hacer, hyung?
― Primero se levantarán en medio del Santuario, ¿bien? ― explicaba la luz magenta fuera del círculo junto con la luz amarilla que no hacía más que mirar expectante aquello. ― Ahora, necesito que se den las espaldas y junten sus luces en el centro de su pecho. ― ordenó mientras cómo veía que ambos se volteaban y seguían al pie de la letra lo que decía. Seokjin realmente no quería hacer esto, pero no le quedaba otra opción. ― Visualicen su yo interior, visualicen como serían ustedes en versión humana, cómo sería el modelo ideal para su cuerpo y luego sin abrir los ojos tómense las manos y piensen en un lugar de la Tierra en específico.
Y el destino hará lo suyo ―Pensó la luz magenta.
Taehyung en ese momento tenía una batalla personal, sólo quería imaginar cómo sería el modelo perfecto físicamente para esa melena azabache que veía a diario. Sólo quería agradarle a él.
Por otro lado, Yoongi estaba más relajado, sólo pudo pensar en él mismo, en su amor por los gatos y la pasión que sentía por el blanco puro que emanaban las cosas a su alrededor, la paz que conseguía al ver reflejado su color menta en las cosas que había logrado salvar de la Tierra y el contraste que hacía el negro en la piel blanca de las personas.
Al final, el cuerpo de Min Yoongi comenzaba a formarse de apoco, sus extremidades, cabello y demás partes en el cuerpo iban saliendo. Por otro lado, Taehyung estaba igual que en un principio, su luz seguía allí, no había cambios y esto comenzaba a preocuparles a todos.
Les preocupaba porque un cuerpo humano, así fuese el de un Dios no soportaría mucho tiempo estando en un Santuario Sagrado puesto que es algo demasiado puro hasta para el cuerpo humano de un Dios.
Yoongi ya se había formado del todo y su cuerpo comenzaba a arder de desespero, no aguantaría lo suficiente, debían hacer algo.
― Esto no puede estar pasando. ― susurró Seokjin quien intentó ir al centro del Santuario pero fue frenado por la chillona luz amarilla.
― Hyung, ellos estarán bien.
― Jimin, ¿No ves el estado de Yoongi? Ellos no-
Y justo como no creyó que pasaría, el cuerpo de Taehyung se formó, incluso más rápido que la luz menta convirtiéndose en un cuerpo completamente esbelto sin imperfecciones dejando a ambas luces sin habla. Sin querer perder más tiempo, la luz roja tomó así las manos de su hyung y visualizó un lugar en la tierra.
Ese que conocía más que su propio ser.
Ese mismo que llevaba viendo durante mucho tiempo.
Ese que marcaría el destino de su vida.
― ¿Crees que estarán bien, Jimin? ― Seokjin aún no daba crédito a lo que veía, no podía dejar de pensar en el bienestar de ambas luces.
― No lo creo Jin hyung. Lo siento aquí. ―confesó la luz amarilla mientras marcaba su centro más brillante.― Ellos estarán más que bien.
― Pero y si-
― Hyung, confíe en mí. ― pidió el menor cortando sus palabras. ― Después de todo, puedo verlo.
Seokjin no dijo nada más, simplemente asintió y regresó a su puesto de siempre en aquel santuario dejando a una luz muy pensativa. Mientras que él se dispuso simplemente a observar ese punto plateado que se encontraba entre las sombras.
― Más te vale no acercarte ni un centímetro. ― hablaba la luz magenta para aquel punto entre las sombras. ―O yo mismo iré a por ti y no quieres saber lo que haré contigo.
―No puedes hacer nada en mi contra, Jinnie. ― le respondió.
― No estés tan seguro esta vez, Namjoon.
Porque aunque el dueño de sus pesadillas fuese Namjoon, la luz desterrada, no permitiría que éste le tocara un pelo a alguno de sus menores, a ellos no. No iban a pasar absolutamente nada de lo que él pudo haber pasado alguna vez.
Al parecer, es cierto que los secretos entre Dioses nunca han de acabarse.
¡Gracias por leer!
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