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― ¿En qué tanto piensas?

― En la luz roja.

― ¿Qué tiene en particular la luz roja, Jeon? ― inquirió su amigo.

Jungkook dudó en contestar, pero al fin y al cabo, era su hyung ¿qué podría perder con contarle?

― La veo en todos mis sueños desde hace un par de días, hyung.

Contestó el azabache con la mirada ida, él sentía que lo observaban, pero no necesariamente desde el cielo como cuando sentía esa aura de paz y pensaba en esa resplandeciente luz roja que suele hablarle en sueños. Para nada, esta vez era como un ligero escalofrío, algo más como un asechador.

― ¿Qué es exactamente esa luz?

― No lo sé, hyung. ― confesó el azabache. ― Pero me transmite paz, alegría y de alguna u otra manera, si tengo algún dolor, simplemente se va... Yo, aunque no haya estudiado para un examen la luz aparece en mi cabeza y allí estará la respuesta del examen, por muy difícil que sea. ― seguía contándole a su hyung quien lo veía expectante. ― Hy-Hyung... Esa luz me cuida y s-siento que, yo debe-

―Jungkook, basta. ― Pidió Hoseok. ― Me asustas con todo esto, y si no quieres que te mande a un psiquiátrico es mejor que pares. ― le advirtió.

El menor solo asintió y desvió la mirada al suelo, sabía que ni su mejor hyung podría creerle algo así.

Jungkook no se sentía triste ni mucho menos decaído porque su hyung no le haya creído, para nada, eso ya se lo esperaba. Jungkook realmente estaba mal porque algo dentro suyo le decía que nada estaba bien, que le debía algo a alguien más pero no sabía qué con exactitud.

El azabache llevaba un tiempo de esta manera. Sin saber por qué, sus días se alegraron en demasía, todo iba muy bien para él que incluso siendo el peor de la clase logró superar el primer puesto en promedios escolares, era un gran logro que ni los chicos de su aula habían conseguido antes en tan poco tiempo. Todo esto, gracias a aquella luz que había aparecido en sus sueños hace un par de semanas.



Jungkook-ah, nunca estarás solo a partir de ahora.


¿Quién eres?


 Eso no debería importar realmente, sólo quiero que sepas algo: siempre estaré aquí cada que lo quieras.



Y así era, porque si Jungkook quería a esa luz allí, la luz permanecería junto a él. Pero de lo contrario no fuese así, la luz roja no tendría ninguna otra alternativa además de irse. Sin embargo, había algo en el azabache que anhelaba de esa luz, aún no conocía para qué o el porqué de todo esto, pero era así.

Jungkook sacudió su cabeza a los lados intentando despejarse, miró a su hyung no muy convencido y se resignó.

― Está bien, hyung, no lo volveré a mencionar.

― Buen muchacho. ― Se burló el mayor mientras desordenaba sus cabellos haciéndole reír. ― Son solo sueños Jungkook, no existen espectros extraños como luces que puedan hacer todo eso.

Un Jungkook no muy sugestionado asintió, no podía creerle a su hyung si era él mismo quien estaba viviendo en carne propia todo eso, luego lo meditaría seriamente. Así fue como siguió a su hyung para que le acompañase a casa.

No podía estar loco, ¿Cierto? ― Se preguntaba el menor a sí mismo de camino, y fue entonces cuando aquella luz tan mencionada había aparecido nuevamente.


No estás loco, Jungkook, yo soy real y si hago todo esto por ti, es porque de alguna manera el que estés feliz, me hace bien.

 ¿Por qué no me dices quién eres?

Porque eso no es lo relevante aquí.


Dicho eso en la mente del azabache, la luz volvió a irse.

Jungkook luego hablaría sobre eso con esa misma luz, en sus sueños tal vez. Hoseok había cruzado unas cuadras antes y Jungkook ya había llegado a su casa, el mismo justo ahora se encargaría de una pequeña niña traviesa que se encontraba frente a él con un nanobot partido a la mitad y ojitos llorosos.

― Jungkookie. ― sollozó y salió corriendo hasta él cuando abrió sus brazos para recibirla y cargarla al levantarse.

― ¿Qué pasó con la princesa más linda de las galaxias? ―inquirió en tono meloso a su pequeña hermana.

― E-Es q-que yo rompí el juguete d-de Jungkookie. ― logró decir entre sollozos haciendo reír ligeramente a su hermano mayor. ― ¿J-Jungkookie no está molesto c-conmigo?

― No, princesita Hye. ― le calmó mientras limpiaba las lágrimas de sus abultados cachetitos y se encaminaba hacia el cuarto muy rosa de su hermana. ― ¿Te parece si te cuento más sobre la luz roja?

Sí, Jungkook le había contado aquella historia pero un poco más divertida, a su hermana menor, quien le había escuchado hablar en sueños preguntando una y otra vez sobre quien era esa luz. Luego de que su hermana le insistiese tanto, no vio otra opción que contarle una pequeña parte de su sueño.

― ¡Sí, sí quiero! ―respondió animada mientras el azabache la dejaba en su cama de flores de múltiples colores y ésta agarraba a su pequeño Teddy. ― ¿Qué dijo esta vez? ¿Mandó algo para mí? ― Quiso saber la niña con ojitos brillosos abrazando aún más al pequeño osito de peluche.


Dile que es muy hermosa. ― habló la luz en su mente


― La luz roja dice que eres muy hermosa. ― decía su hermano enternecido al igual que su pequeña hermana quien lo miraba sin parpadear.


Menciona lo inteligente y buena niña que es.


― También dice que eres muy inteligente y bondadosa.

― ¿Tanto como las princesas de mis cuentos? ― inquirió la castañita.

― Mucho más, Hye.


 Dile que estoy sumamente orgulloso de que haya sacado un diez por su historia de ositos.


Jungkook siguió contándole un poco más sobre lo que aquella luz tenía para decirle a su hermana, él se encontraba totalmente alegre, sea quien fuese esa luz, le hacía realmente feliz tanto a él como a su hermana y eso era todo lo que le importaba.

Jungkook estaba encantado con esa luz roja de sus sueños.

Sin embargo, el azabache jamás dejó de sentir esa fastidiosa presencia que emanaba estrés, dolor y mucha angustia. No le afectaba de ninguna manera pero sentía que algo más estaba allí viéndole de cerca.

¿Jeon Jungkook estaba volviéndose realmente loco? ¿O el mundo y el destino estaban completamente en su contra como para hacerle esta mala pasada?

Jungkook no lo sabía, ni le importaba saber la respuesta, sólo quería seguir sintiéndose así por mucho tiempo más, ya había sufrido suficiente en el pasado y si esa luz roja era el motivo de sus emociones, se aferraría a ella y no la dejaría ir.

Comenzaba a amar algo que nunca había visto solo sentido en su vida.




¡Gracias por leer!


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