Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Uno


Vi a Hebe correr por el bosque mientras se reía a carcajada limpia y de forma inconsciente la seguí sin pensarlo mucho.

Por mucho que corriese detrás de ella, nunca la atrapaba, siempre estaba muy lejos de mí. Se giró y me miró con una gran sonrisa en la que se le veían sus dientes mellados, le divertía que no pudiese atraparla, se notaba por la manera en la que me miraba, como si estuviera pasándolo muy bien, y de nuevo volvió a correr lejos de mí.

Quise hablar con ella para que parase quieta, para que podamos jugar las dos en el bosque, pero no me salió la voz, no conseguí decir ninguna palabra.

Estamos así no sé por cuánto tiempo, hasta que no pude más y chillé para que parase. De inmediato el paisaje cambió, ya no estábamos en un bosque, Hebe ya no corría y jugaba en libertad, sino que estábamos de nuevo en la casa que teníamos en West Salem, en el momento en el que Jake le abría la garganta a mi hermana sin titubear. Y vi cómo la expresión divertida de Hebe desaparecía, reemplazada por pánico y luego sus ojos quedaron vacíos de expresión.

Ese momento se repitió una y otra vez, una y otra vez tuve que ver la muerte de mi hermana.

Sabía que era una pesadilla, lo sabía pese a seguir dormida, pero por mucho que lo intentase no podía hacer nada, era incapaz de moverme, gesticular, gritar o despertarme.

Mis propios sueños me torturaban por la noche por lo que me limito a agacharme y no ver la escena mientras sigo intentando despertarme haciendo cualquier cosa, levantarme, hablar, matar a Jake o chillar.

Al final conseguí hacer una de estas cosas después de ver por décima vez el asesinato de mi hermana, fui capaz de chillar, y lo hice con todas mis fuerzas.

Y ahí me desperté.

Ya no estaba en mi casa, ya no tenía a Jake delante de mí y mucho menos lo estaba el cadáver de Hebe.

—¿De nuevo? —preguntó Matthew sin apartar la vista de la carretera.

Abrí los ojos y vi por la posición del sol que debía de ser mediodía. Esta mañana cuando habíamos salido del hotel era todavía de noche, no sé en qué momento me había dormido, ni me había dado cuenta.

—No responderé a esa obviedad —murmuré y busqué un pañuelo en la guantera del coche para secar el sudor de mi cara.

Cuando decidí irme de West Salem junto a Matthew pensé que el camino sería fácil, que habría alguna forma que yo desconocía para transportarnos directamente a uno de los reinos de las hadas, no obstante, me equivocaba.

El camino era largo y lo estábamos haciendo en coche para no levantar sospechas y que no nos rastrearan con facilidad. Ambos sabíamos que Jake y los que quedaban de su séquito de vampiros, porque había matado a la mayoría, irían detrás de mí, no se rendiría con tanta facilidad y mucho menos Kier.

No sabía cómo era ni su aspecto, pero lo que sabía de él era cruel y despiadado y tenía muy poca paciencia.

Tampoco sabía la razón, pero Matthew parecía tener mucho dinero a mano y una gran facilidad para obtener lo que quería.

Al principio del viaje compró un coche lleno de tecnología y comodidades, porque según sus propias palabras, era un camino muy largo y no estaba dispuesto a hacerlo en un coche desastroso.

Aunque yo no estaba tan segura de eso, sí, era un buen coche, pero si nos perseguían, que era muy probable, tendríamos que cambiarlo.

—Aerith, puedes contarme lo que te pasa —dijo muy serio—. Somos familia.

—Matthew, sigo sin confiar en ti —espeté mientras me secaba el sudor de la cara con el pañuelo, siempre que me dormía tenía este tipo de pesadillas, en las que no podía hablar, moverme o hacer cualquier cosa. Solo podía ver cómo a mi hermana le arrebataban la vida.

—¿Entonces por qué estás aquí?

—Porque no tengo otra opción —susurré—. Y porque es lo más seguro para mi madre y para Febe —sentencié—. Alejarme de West Salem es lo mejor para todo el mundo.

—Siempre hay otras opciones, prima. Siempre las hay.

—¿Sí? —me incorporé y lo miré fijamente—. Dime cuáles, así las intento buscar o hacer, y mi vida deja de ser un desastre.

—No te pongas a la defensiva conmigo. Solo estoy intentando ayudarte.

—A eso no se le llama estar a la defensiva, es ser borde —contesté, molesta—. Soy borde porque no, no confío en ti. Aunque digas que somos familia, quizá me llevas a una trampa y no soy consciente.

—Tienes una mente tan retorcida. —Matthew rio y negó con la cabeza—. Viste que era un hada, y tu madre me reconoció, normal, todo el mundo me reconoce, para no hacerlo, ¿has visto que guapo soy?

—Ni siquiera sabía que existías, no mientas. —Fruncí el ceño después de decir esto, Matthew seguía con esa actitud arrogante.

—Pero soy igual a su hermano Charles, tu tío —aclaró—. Ya lo conocerás, es casi tan genial como yo, casi. La perfección solo se da cada poco tiempo, y yo he tenido el privilegio de ser perfecto.

—Qué bien... —susurré en voz baja pero Matthew me escuchó.

—La ironía no es lo tuyo, primita. ¿Me contarás acerca de qué son tus pesadillas?

—¿En qué momento te he contado que tengo pesadillas? No supongas cosas que yo no he dicho.

—Aerith, estamos en un coche encerrados haciendo un viaje que durará días. Deja tu hostilidad, por favor. Lo hará todo mucho más fácil.

—¿Escuchas cuándo hablo? No me fío de ti y mucho menos confío en tu persona. Tú también me mentiste.

—Deberías confiar en mí, y no, yo no te he mentido en ningún momento. Me ofende que pienses eso.

—¿Bromeas? Sí me mentiste —gruñí, odiaba todavía más la gente que aún sabiendo que me habían mentido todavía lo negaban.

—Técnicamente no te mentí —rio él, mofándose de mí—. En ningún momento me preguntaste si era una criatura sobrenatural, Aerith.

—Sospechaba que no eras humano —reconocí.

—Bien, mi prima es lista, me gusta saber eso, pero no lo preguntaste, por tanto no te mentí. Solo te oculte la verdad, que es distinto, mucho de hecho. Y antes de que lo digas, que lo harás, la paciencia no es tu virtud, tampoco te dije que no fuéramos familia. Yo hablé de mi familia, no dije que tú no lo fueras. Dije que tenía una tía y primas.

—¿Y tu apellido? En eso si me mentiste, señor Verseau. ¿Qué tiene que ver Verseau con Ignis?

—Tenía que ocultar mi identidad. —Se encoge de hombros sin apartar la mirada de la carretera—. Si hubiese dicho mi apellido real hubieras sospechado todavía más de lo que hacías.

—No digo que no, es solo que, ¿por qué Verseau?

—Me pareció divertido, es una palabra francesa que tiene relación con lo que soy, un hada del agua. Para hacer la broma. Ignis es fuego y eres un hada de fuego, ya sabes, humor.

—Sí, todos nos divertimos mucho —lo corté—. ¿No era más fácil decir la verdad desde el principio? Sin mentirme. —Apreté los labios e hice una mueca—. Espera, que según tú solo me ocultaste la verdad, no me mentiste.

—Siendo de la manera que eres, ponte en la situación. Un chico que no conoces, sumamente atractivo, se acerca a ti y te dice que es un hada. A eso le tienes que sumar que ese chico tan guapo también es tu primo. ¿Qué hubieras hecho? Porque por lo que te conozco no hubieses reaccionado bien.

Repetí en mi mente lo que había dicho y tenía razón, aunque no se lo iba a reconocer en voz alta.

Si se hubiera acercado a mí diciendo todo eso de buenas a primeras, mi reacción hubiese sido un caos. Es más, seguramente en un primer momento le hubiera atacado o habría sido violenta, sin contar que tampoco habría sido muy simpática con él.

Del modo en el que lo había hecho Matthew se había asegurado conocerme bien antes de decirme la verdad, y yo también lo había conocido un poco mejor, aunque había sido bastante reservado, ahora entendía el motivo, para que su papel no se viniera a bajo.

No me fiaba de él, ni confiaba, al menos lo conocía y sabía cuáles eran sus virtudes y sus defectos, eso sí, no tenía ni idea de cómo eran sus poderes o si dominaba bien o no el agua.

Además, puestos a ser sinceros, tenía mucha curiosidad por él, era un hada de agua, el elemento opuesto en un principio al mío, y también por nuestra familia, Matthew podría darme respuestas acerca de ello. Podía aportar la luz que me faltaba para entender las razones de mi madre para aceptar su destierro aún sabiendo que estábamos en peligro.

—Cuando te quedas callada, cosa que pasa muy pocas veces, es porque no quieres admitir que tengo razón. —Matthew se regodeó, su tono de voz lo demostraba—. Todo ha ido bien de este modo.

—¿Bien? —Tuve que controlarme para no quemarlo vivo en este momento.

Nada había ido bien, todo había sido un desastre.

—Me estoy refiriendo a que tú, prima de mi corazón, vinieras conmigo a uno de los reinos de las hadas, al reino de nuestra familia. No a nada más, no busques más motivos para odiarme. Para nada estoy contento, conforme o me alegro de lo que pasó, no es así. A mí también me duele la muerte de Hebe.

—Ni siquiera la conociste. No te puede doler —dije llena de rabia—. Sin contar que si hubieras aparecido antes quizá...

—¿Me culpas de la muerte de tu hermana? No podía hacer nada, ni tú tampoco pudiste.

Escuchar en voz alta eso me dolió. No solo por el hecho que me sentía culpable por lo que le había pasado a Hebe, era la responsable de hecho, sino porque pronunciar en voz alta que mi hermana estaba muerta dolía mucho. Se convertía en todavía más real de lo que era, y yo no quería eso, me negaba a aceptarlo. Por lo que sin pensar mucho, ya que Matthew estaba conduciendo, le agarré de uno de los brazos, y como era habitual sentí la corriente eléctrica característica cuando Matthew y yo nos tocábamos.

—Nunca más digas eso, ¿de acuerdo? Nunca más.

—Aceptar la realidad te vendría bien. Tu hermana está muerta, te duela o no, es así. Por decirlo o no en voz alta no cambiará nada.

—¿Hace falta ser cruel? —intenté que las lágrimas no salieran de mis ojos, no quería sentirme débil delante de él.

—No es ser cruel, es ser sincero. —Matthew levantó la vista y se fijó en el retrovisor de dentro del coche—. Si quieres llorar, hazlo. No va a cambiar mi imagen de ti. Sé que eres fuerte y unas lágrimas no me harán cambiar de idea.

—No quiero llorar.

—Te quejas cuando te mienten, pero tú acabas de hacerlo, me has mentido. Entiendo que quieras llorar, y entiendo también que no quieras hacerlo delante de mí. Pero, Aerith, no soy tonto, sé que las noches en la que hemos estado en hoteles, llorabas por las noches, te he escuchado más de una vez.

—Matthew...

—Y también sé que tienes miedo de dormir, que tienes pesadillas cada vez que cierras los ojos. Pero estoy aquí, Aerith. Para escuchar tus problemas y ayudarte si puedo. —Hubiese podido seguir guardando mis emociones para mí misma, y seguir llevando mi dolor de la forma que pueda, o decirle a Matthew la verdad, abrirme con él e intentar poco a poco superarlo—. Aquí no es una cuestión de confianza. Es para que tú te sientas mejor. ¿Sobre qué son tus pesadillas?

—Son sobre... —me costó mucho encontrar las palabras adecuadas, o no llorar— son todas sobre Hebe y lo que le pasó. Por mucho que intente hacer algo, nada funciona. Tengo que observar su asesinato, una y otra vez. —La voz se me rompió y las lágrimas empezaron a caerme por las mejillas—. Me da pavor dormirme, Matthew, verdadero terror.

—¿Has probado un hechizo de magia feérica?

—Ni sé de lo que me hablas, no sé nada de nuestra especie. Esa es una de las razones por las que estoy yendo contigo, quiero conocer todo lo posible y aprender a usar mi poder.

—Las hadas podemos hacer pequeños hechizos con nuestra magia. Nunca serán grandes hechizos si los comparas con los de un brujo o un elfo, pero nos defendemos bastante bien.

—¿Y hay un hechizo que puede evitar las pesadillas?

—Hay un hechizo para evitar que sueñes, así descansarás mejor. Si quieres puedo...

—Sí —respondí de inmediato sin dejar que acabe la frase—. Por favor.

—De acuerdo —Matthew sonríe—. Esta noche te haré el hechizo, ahora no duermas, que si no me aburro conduciendo yo solo.

—¿Puedo preguntarte algo? —decidí cambiar de tema y centrar la conversación en él.

—Sí, así nos entretenemos un poco, pregúntame, primita. Te contestaré a todo aquello que quieras.

—¿En algún momento quisiste a Lydia? ¿O solo te acercaste a ella para saber más de mí?

—¿Por quién me tomas? Me acerqué a ella porque era una chica guapa.

—Lydia es muy guapa sí —asentí, intentado que de ese modo, dándole la razón, me contase más cosas.

—Es una gran chica, tiene muchas cosas buenas y...

—Matthew, ¿la quieres? ¿Quieres a Lydia? Porque se os veía muy bien juntos.

—Claro que la quiero, yo no estoy con alguien sin tener sentimientos por esa persona. Quiero a Lydia.

—¿Te despediste de ella? A mí no me dio tiempo, ni tampoco era un buen momento para hacerlo, no hubiese entendido muchas cosas y no quería explicárselas.

—No, yo tampoco me despedí de ella.

—¿Por qué no?

—Porque no quise hacerlo —respondió seco.

—Acabas de reconocer que la quieres y no te has despedido de ella. No lo entiendo.

—Es muy fácil, Aerith. Lydia es humana, una simple humana. Estar con ella ha estado bien, sí. Pero solo ha sido una distracción pasajera, no había un futuro con ella.

—Sí, es una humana, ¿qué problema hay en eso?

—¿Tía Camille no te ha contado su historia? Que pocas cosas te ha contado, normal que estuvieras tan enfadada con ella.

—Esto sí me lo contó —murmuré y apreté los labios—. Y diré lo mismo que le dije a ella, vuestras leyes son absurdas.

—Querrás decir también tus leyes —me corrigió Matthew.

—No, vuestras leyes. No considero que sean las mías, ni las entiendo ni las comparto.

—Eso lo dices porque no te has criado con nuestras costumbres, una vez que estés en el reino de las hadas cambiarás de opinión, estoy convencido.

Cuando mi madre me explicó que había sido desterrada por haberse enamorado, casado y haberse quedado embarazada de un humano, no lo entendí. Y ahora que Matthew estaba volviendo a mencionarlo tampoco lo hacía.

¿Unas leyes prohibían algo tan simple como enamorarse de quién querías? No era lógico, ni mucho menos justo. Lo peor era que Matthew las estaba defendiendo. Él quería a Lydia pero había tomado una decisión, equivocada a mi parecer, basado en lo que unas personas habían decidido por él al hacer esas leyes.

—Ni aunque me hubiese criado con esas costumbres las hubiera entendido. Nadie elige de quién se enamora ni quién le gusta.

—Tenemos que evitar tentaciones innecesarias para que no nos pase esto. Me equivoqué al juntarme con Lydia y por eso lo mejor era desaparecer de su vida del mismo modo en la que había llegado, sin previo aviso. Así es todo mucho más fácil.

—Me está sorprendiendo lo cínico que eres, Matthew —le reproché—. No creo que hayas querido a Lydia por lo que dices.

—La quiero —aseguró—. Pero son más importante nuestras creencias, Aerith. Somos lo que somos gracias a las leyes y a nuestras tradiciones. Han pasado de generación en generación.

— Cambiemos de tema —pedí, anticipándome a una posible discusión—. No me vas a convencer de algo que no estoy de acuerdo. La ley no es absoluta, no es la última palabra. Después de todo son nuestras acciones las que determinan el cambio de conducta de una sociedad.

—Sí, cambiemos de tema —concedió Matthew—. Todo el mundo en el reino de las hadas al que vamos tiene ganas de conocerte.

—¿Sí? —pregunté con falsa ilusión.

—No seas así, estarás bien. Están nuestros abuelos, mis padres, y mi mejor amigo. Este es muy importante.

—¿Un idiota arrogante como tú?

—Alex es peor que yo —rio a carcajada limpia—. Te caerá bien, o eso espero.

Poco a poco me fui sintiendo más cómoda hablando con él, y sí, era mucho más entretenido el viaje si los dos éramos más comunicativos. Matthew consiguió sacarme alguna que otra sonrisa con sus comentarios graciosos y sin pensar.

—¿Puedo hacerte otra pregunta? —cuando ya era de noche, y vi que Matthew también estaba más relajado conmigo, intenté averiguar una duda que tenía desde el día en el que todo se desmoronó.

—Puedes, primita, puedes.

—¿Es posible que un hada de un elemento pueda usar otro?

—¿A qué te refieres? ¿A si un hada del agua puede usar el aire o viceversa?

—Sí, exactamente eso.

—Eso no pasa, yo solo puedo controlar el agua y tú el fuego. ¿Por?

—Cuando perdí el control... —me referí de esta forma a la muerte de mi hermana porque era incapaz de decirlo en voz alta— cuando eso pasó, ocurrió algo raro y...

—Estabas demasiado afectada para ser consciente de lo que hacías.

—No estoy loca, sé lo que hice.

—Y yo sé lo que digo, un hada de fuego no puede controlar ningún otro elemento, solo el fuego.

Matthew aparcó en el parking de un hotel para poder pasar la noche, pero cuando ambos nos bajamos del coche, notamos algo extraño.

—Supongo que habíamos estado demasiado tiempo tranquilos, una semana es mucho tiempo —habló Matthew mientras se arremangaban la camisa.

—No van a salir vivos —sentencié muy segura de mí misma.







Bueno, ya dije que lo editaría de forma rápida, solo errores de ortografía de pasada, y quizá hay capítulo diario, pero no prometo nada. 

Espero que os guste :)

Muchos besos xx

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro