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Capítulo Doce



Cuando conocí a Mia de inmediato tuve curiosidad por ella, no solo por lo que era, nunca antes había conocido a un elfo, no sabía decir por qué pero no pude dejar de mirarla, sin contar que su actitud era extraña, demasiado.

Gael me explicó después de nuestro encuentro con ella que todos los elfos eran así, que tenían ese comportamiento porque era su forma de ser, de comportarse, que consideraban que estaban por encima del bien y del mal y, sobre todo, que los problemas de otras razas que consideraban inferiores, como en el caso de los humanos, o mal aprovechadas, en el caso de los vampiros, no les afectaban para nada, ni querían formar parte de nada que les implicase, les era igual lo que pasase siempre y cuando no les afectase de algún modo. Sin embargo, sabía que había algo más. Lo intuí por la forma en la que Gael la miraba a ella, y en cómo Mia me miraba a mí.

Y ahora todo tenía un poco más de sentido, o al menos en mi cabeza.

Mia me conocía, quizá por eso su actitud había sido esa, porque no era que yo fuese muy amable con ella, le dije las cosas tal y como las pensaba en ese momento, fui dura, pero porque yo era así, no entendí su actitud en su momento y tampoco la entendía ahora.

Pensé que si Mia era así conmigo era porque había tenido un pasado con Gael y que me veía como una pobre adolescente que se estaba metiendo donde no debía, que aún no controlaba sus poderes, que era demasiado visceral para tenerle el respeto que ella creía que merecía, sabiendo lo que ahora sabía de los elfos, a otro si le hubiese hablado de esa forma me hubiese realizado algún hechizo de magia élfica o me hubiese atacado, pero ella no lo hizo.

Por lo que esa era la opción más fácil, o lo que pensaba hasta ahora, no obstante, todo se resumía en que se había comportado así porque sabía quien era, y no me refería al hecho de que fuese el hada de fuego.

Mia había sido la encargada de borrar mis recuerdos, todo aquello que según mi madre tenía que olvidar para evitarme sufrimiento.

No pensaba de la misma forma, mi madre me había arrebatado una parte de las cosas que hacían que fuese yo y aún no lo habíamos hablado de forma directa. Desde que había llegado junto a Febe habíamos unido fuerzas y nos llevábamos mucho mejor que antes, pero porque habíamos intentando evitar los temas que a mí me importaban y porque lo mejor era estar unidas, nos beneficiaba a ambas para enfrentar a Salvatore.

—Aerith, ¿cómo sabes que está viva? —Blake me miró con sus grandes azules intentando saber por qué estaba tan segura de lo que había dicho.

Lo entendí, no había dudado ni un segundo en dar mi respuesta.

—Dejémoslo en que lo sé, Blake.

—Esa respuesta no me sirve. Tú no te estás viendo ahora mismo, esa expresión... —Suspiró—. La conozco muy bien. Estás pensando en un tema que no quieres que se sepa, y querrás librarte de mí para poder hacer lo que tienes en mente, aunque suponga un peligro para ti.

—Y si es así, ¿cuál es el problema? — rebatí. No quería que Blake empezara con alguna excusa ridícula o que me distrajese con cualquier otro tema, yo necesitaba hablar con mi madre cuanto antes.

—¿De nuevo va a salir la Aerith borde? —se rio como si mi actitud fuese muy divertida, lo que me hizo fruncir el ceño al no entender nada de lo que estaba haciendo—. Creía que habíamos pasado esa etapa.

—No sé a dónde quieres llegar, Blake.

—Habíamos llegado a un punto casi como el que estábamos antes de lo que pasó —lo dijo en voz más baja, como si todavía le costase admitir lo que había sucedido—, y ahora, vuelves a la misma actitud de cuando llegué.

—Para nada, solo he dicho que si tengo algo en mente es algo que me concierne a mí, no tengo que darte explicaciones o razones de lo que hago.

—Eres tan graciosa —Blake volvió a reír—. Odias que te mientan, siempre lo dices, pero ¿qué estás haciendo ahora mismo conmigo?

—¡No estoy mintiendo! —negué de inmediato—. Solo estoy ocultando información. —Se me escapó una sonrisa al darme cuenta de que había usado la misma frase que me había dicho Matthew cuando le reproché lo mismo por mentirme.

—Aerith... —Blake aguantó lo máximo que pudo una carcajada, hasta que fue incapaz, contagiándomela. Y por unos segundos se me olvidó lo que tenía en mente, como si hubiera vuelto al pasado—. ¿En qué pensabas?

—Blake...

—Somos un equipo. No lo olvides. Quiero ayudarte en todo lo que pueda, así que dime, ¿en qué estás pensando?

Medité sobre si decirle la verdad a Blake, porque sabía que cuando supiera la razón por la que conocía a Mia se molestaría, era demasiado evidente y lo conocía. Al no tener respuesta, me cogió la mano izquierda y comenzó a hacer pequeños círculos en ella de forma cariñosa, consiguendo lo que se proponía, relajarme. Me dejé hacer, disfrutando de esas caricias y de lo bien que estábamos.

—Estoy convencida de que Mia está viva porque la conozco —expliqué—. Solo la he visto una vez, pero sé que estará viva, tomaba muchas precauciones para que no la descubriesen o pudiesen atacarla. Además de que parecía muy poderosa.

—¿Cómo puedes conocer a una elfa? —estaba sorprendido, aunque lo intentase ocultar para no romper la atmósfera que él mismo había generado, una que hacía mucho tiempo que no había entre ambos—. Nunca he conocido a ninguno, ni masculino ni femenino. Mi padre siempre decía que no estaba preparado, que les iba a ofender con mi actitud, que no era lo suficiente maduro para saber cómo tratarlos y que no quería un conflicto entre especies por la estupidez de su hijo.

—Mia vive en West Salem, seguro que tu padre la conoce y sabe de su existencia.

—Eso no explica cómo puedes conocer.a

—Cuando supe que eras un hombre lobo, o cuando la verdad me golpeó de forma directa —empecé a decir y me di cuenta de que era la primera vez que lo hablábamos ya que siempre había evitado el tema, al igual que él—, me empecé a juntar más con Gael para encontrar los vampiros que iban a por mí, no quería sentirme débil y decidí pasar a la ofensiva con alguien que creía que estaba de mi parte. —Blake asintió para demostrarme que estaba atento a mis palabras—. En una de las noches en las que investigábamos nos encontramos a una humana herida, llena de sangre, moribunda. Estaba casi muerta, Blake.

—¿Y qué pasó? ¿El señor Fitzgerald la acabó de rematar? Es algo muy propio de él, seguro que te convenció diciendo que le ahorraba el sufrimiento.

No escondió su animadversión por él, y su expresión era la clara prueba. Lo gracioso de la situación era que a Gael le era igual, o lo que aparentaba, no le caía bien Blake, pero no parecía tener un problema con lo hombres lobos en general.

—Le pedí que la salvase si podía —continué—. No podía ver a esa chica y no hacer nada, aunque le costase estar cerca por toda la sangre que había, supo controlarse y no perder el control. El hospital no era una opción.

—Porque se creerían que él la había atacado —completó—. En el hospital hay otras criaturas sobrenaturales e informarían a mi padre, es el protocolo.

—Por lo que ante mi insistencia por salvar a la chica, decidió ir a casa de Mia, él la conoce, no sé de qué o cómo, pero tenían una relación bastante cercana.

—Gael conoce a mucha gente por su edad —musitó—. Nunca supe con exactitud el número exacto, pero mi padre le tenía respeto por lo antiguo que es, casi de los primeros, o eso es lo que siempre me decía. Quizá por eso se conocían, los elfos también son inmortales, deben haberse encontrado en algún momento.

—Parecían más que simples conocidos —apunté—. Más que amigos incluso...

—¿Celosa? —su tono era tenso, como si le afectase que estuviese celosa de algo que en realidad no me importaba.

Solo le estaba relatando lo que había visto por lo curiosa que era.

—Para nada, veo que a ti también te han ocultado muchas coas.

—Sí, eso es cierto, y no hago lo mismo que tú con respecto a eso.

Me reí ante su comentario, no era para nada lo mismo, podían ocultarle cosas pero no era comparable a lo que había vivido.

—Quizá es porque es distinto, ¿no crees?

—O quizá es que yo tengo la paciencia que a ti te falta —Levanté una ceja y lo miré porque no me había gustado lo que acababa de decir—. No te enfades, eres muy impulsiva, siempre te dejas llevas por lo que sientes en cada momento y no piensas.

—Sí pienso —gruñí.

—No, no lo haces. —Al ver que quería apartar la mano por sus palabras me retuvo de forma sutil y siguió haciendo círculos en ella—. Sin embargo, es una de las cosas que es característico en ti, tu impulsividad y me gusta eso de ti, porque eres natural, te muestras tal y como eres.

No supe la razón pero empecé a sentirme incómoda, aparté mi mano de la suya y me lo quedé mirando, esperando que dijera algo más. No lo hizo. Blake parecía estar esperando que yo fuera la que siguiera la conversación, pero no tenía nada por decirle.

Hace meses nunca hubiéramos estado así de callados con un silencio tan incómodo, siempre teníamos algo de lo que hablar. Con su mentiras algo se rompió entre los dos y no sabía si en algún momento podría volver a ser lo mismo.

—Irás a hablar con Camille, ¿cierto? A pedirle explicaciones.

—Sí.

—¿No estás mejor así? —preguntó Blake antes de que me fuera—. Ahora tú y tu madre os lleváis bien, ¿por qué estropearlo?

—¿Para saber la verdad? —remarqué lo obvio.

—La verdad está sobrevalorada, Aerith. Saberla no te hace más feliz, al contrario, ¿estás mejor ahora que hace unos meses? Y se supone que ahora sabes la mayoría de las cosas que te han ocultado, ¿ha cambiado algo en tu vida? ¿Estás más contenta? ¿Eres feliz?

Fue muy duro y ni me miró, reprochándome mis actitudes cuando hace escasos minutos ha dicho que mi impulsividad le gustaba esa parte de mí.

—Quizá para ti lo está, pero para mí es lo único que me reconforta, que me hace pensar en que todo lo que he hecho hasta ahora ha servido para algo, no solo para sufrir y lamentarme... —no seguí hablando más por miedo a que un nudo se instalase en mi la garganta y no pudiese continuar. Al saber la verdad también perdí a mi hermana, y no podía olvidarlo.

—No es a lo que me refería, y lo sabes —fue más amable, quizá porque sabía que se había equivocado o quizá porque no quería que me viniera abajo con el recuerdo de Hebe—. Ve a hablar con tu madre, me quedaré vigilando a Febe, sé que nunca estás del todo tranquila con ella...

—Gracias. —Antes de que me pudiese ir me abrazó por sorpresa—. ¿Blake?

—¿Sí?

—¿Por qué me abrazas?

—Porque sé que necesitabas uno.

Era curioso la manera que conseguía transmitirme emociones y sobre todo, tranquilidad.

Susurré un gracias cuando me separé y fui directa hacia donde sabía que estaría mi madre, llevaba muchos días yendo a la biblioteca y se pasaba casi todo su tiempo ahí junto a Charles, en silencio, leyendo unos manuscritos muy antiguos que casi no se entendían.

—Mamá, ¿podemos hablar?

—Claro, ¿qué pasa? ¿Salvatore te ha pedido que hicieras algo que no quieres?

—No es eso, mamá. ¿Podemos hablar? En privado —apunté.

—Habla delante de Charles, no tengo secretos con él y tú tampoco deberías, es familia.

Apreté los labios par acabar mordiéndome el inferior, no quería empezar una discusión delante de Charles, pero necesitaba saber las razones.

—Sé quién es Mia.

—Repite lo que has dicho. —Sus ojos se abrieron un poco más de lo normal, no se lo esperaba, y menos tan de repente.

—Sé quién es Mia, lo que me hizo y donde vive. Es más, la conozco, no por el hecho de que me haya borrado los recuerdos, que sí, lo sé, es que la conocí cuando estábamos en West Salem.

—El lobo se ha ido de boca, ¿verdad? —Charles le preguntó a mi madre como si yo no estuviera delante—. Aerith, antes de que empieces no es lo que crees o cómo piensas...

—Quiero que me responda mi madre —señalé sin mirarlo—. Sé que intentas ayudar, pero...

—Aerith, ¿a qué viene esto de nuevo? Creía que habíamos pasado esa etapa, que aquí podíamos tener una relación más sana y normal en la que no me estarías reprochando todo lo que hice para protegerte.

En otras palabras, me prefería callada y sin que le reprochase cosas a cada momento.

Pero no podía evitarlo, no cuando cada vez me enteraba de algo nuevo.

—Me borraste mis recuerdos, lo que implicaban, lo que yo era...

—Te lo dije en su momento y te lo vuelvo a decir, fue para protegerte. Todo lo que hago es para protegerte.

—¿Y por qué no me diste la opción de poder recuperarlos? Mia vive en West Salem y yo ya no soy una niña para tener que evitarme esos malos recuerdos.

—Aerith, hay cosas que no entiendes.

—¿Y si me las explicas?

Mi madre se quedó en silencio, como siempre hacía cuando no sabía qué responder, y era como volver meses atrás, con sus mentiras, sus evasivas para responder y mis intentos para saber la verdad, incluyendo mis enfados.

—Llevo desde que llegué aquí con muchas dudas, mamá. Demasiadas. No te he pedido explicaciones porque sabía que la situación nos superaba a ambas, que necesitábamos tiempo, pero necesito respuestas.

—Todavía no puedo dártelas, Aerith. Lo siento.

—¿Por qué? ¿Qué me escondes? ¿De qué conoces a Mia? ¿Por qué ella?

—Hazle caso a tu madre —Charles interrumpió nuestra conversación, y lo supe. Él también era conocedor de lo que me estaba ocultando mi madre. Me sentí una ilusa, todos parecían saber algo que me incumbía menos yo—. Queremos lo mejor para ti, y aún no es momento de que lo sepas.

Por unos segundos creí que perdería el control por la rabia, estaba muy furiosa, demasiado. No supe cómo pero lo evité, era lo mejor, no quería montar un escándalo en un lugar público y con tantas hadas delante.

Necesitaba calmarme, por lo que me me marché al lugar en el que si perdía el control no pasaría nada, y donde encontraría respuestas.

O algo parecido.

Al salir del reino empecé a quemar todo lo que encontré a mi paso, me era igual que fueran árboles, plantas o arbustos, necesitaba descargar mi rabia y esta era la única manera.

—¡Gael sé que estás ahí! —chillé—. ¡Sal, quiero hablar contigo!

Una ráfaga de aire pasó por mi lado y cuando alcé los ojos lo tenía delante, mirándome esperando una respuesta a mi llamado.

—No esperaba que volvieras tan pronto...

—Ni yo, pero necesito hablar contigo —espeté—. Sé que tú me vas a decir la verdad, o eso espero.

—Siempre te he dicho la verdad cuando me has preguntado algo, o lo he intentado.

—No quiero escucharlo —pedí—. Quiero saber todo de Mia, y lo más importante, ¿de qué la conoces?









Antes de que acabe la semana subiré otro capítulo :)

Muchos besos xx



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