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Capítulo 12

Mis ojos se abren con pesadez, a pesar de estar sumida en una casi total oscuridad, y me arden como si los tuviese tremendamente hinchados, lo que me obliga a cerrarlos inmediatamente. El calor de un segundo cuerpo a mi lado en la cama me hace acurrucarme hacia él, con una pequeña sonrisa en los labios. Al instante soy rodeada por un brazo delgado, pero con músculos trabajados.

En ese instante mi sonrisa se borra.

Abro los ojos, encontrándome con la penetrante mirada de Kim Tae-hyung sobre mi rostro. Tiene el cabello ondulado completamente despeinado, producto de haber apoyado la cabeza en la almohada, y los ojos hinchados, lo que me indica que se acaba de despertar también. En otro momento, un escalofrío hubiese recorrido mi cuerpo y sólo hubiese querido comérmelo a besos, pero en este momento lo único que siento es como si un balde de agua fría me cayera encima, pues los recuerdos de todo lo que ocurrió ayer con Bae Seo-hyuk llegan de golpe a mi mente y siento mi corazón retorcerse dolorosamente.

Por eso es que prefiero dormir cuando estoy triste, porque olvido todo lo que ocurre en mi vida.

— Buenos días. —susurra Tae-hyung— Quise darte tu espacio, pero —mira el nulo espacio entre nosotros y su brazo sobre mi cuerpo— creo que no resultó.

— Buenos días. —me limito a responder.

No me molesta el hecho de estar cerca suyo. Ha estado, literalmente, dentro de mí.

Tae-hyung se despereza y termina por alejarse un poco de mi cuerpo. Estira su mano a la mesa de noche y toma su celular para ver la hora, pues yo también me siento desorientada porque la habitación está a oscuras debido a las cortinas.

— En dos horas debo ir al rodaje y luego debo ir a la empresa. —murmura con la voz ronca.

— ¿Puedo ir contigo al set?

— Deberías tener reposo, debes cuidar tu tobillo. —me mira con el ceño ligeramente fruncido, pero no está enojado, sino más bien preocupado.

Y una sensación de tristeza, aún mayor que la que ya sentía, me inunda el cuerpo. Ayer me sentí mal, y bastante, pero el hecho de tener a Tae-hyung a mi lado me reconfortaba, me hizo sentir que no estoy sola. Y el hecho de sólo pensar en quedarme sola hoy hace que una sensación dolorosa se instale en mi pecho.

Me da miedo abordar todos los sentimientos que tengo dentro yo sola.

No sé qué cara pongo, porque inmediatamente el brazo de Tae-hyung vuelve a rodearme por la cintura.

— Pero hoy puedo faltar para cuidar de ti. —agrega.

— Deberías ir. —sugiero, aunque en realidad quiero que se quede.

Cierra los ojos por un par de segundos y cuando los vuelve a abrir tiene una expresión totalmente diferente, ha fruncido las cejas ligeramente y un pequeño puchero se ha formado en sus labios. Suelta un lloriqueo y esconde su cabeza en mi cuello, sorprendiéndome porque ha eliminado la poca distancia que teníamos.

— Hoy amanecí enfermo. —lloriquea— Me duele la cabeza y el estómago. Estoy muy enfermo, Moon, no puedo ir a trabajar.

No puedo evitar soltar una carcajada por la pésima actuación que ha hecho y alejo un poco mi rostro para verle. Me mira con ojos brillantes y una pequeña sonrisa, casi imperceptible, en los labios.

— Entonces yo tendré que cuidar de ti. —digo, siguiéndole el juego.

— No —niega inmediatamente con la cabeza y se incorpora, quedando sentado—, yo te cuidaré. Quédate aquí, te traeré desayuno.

Se levanta de la cama enérgicamente y camina hacia la salida de la habitación, pero se detiene antes de cruzar el umbral.

— No sé cocinar, así que no prometo nada exquisito. —dice antes de seguir su camino.

La sonrisa que hay en mis labios comienza a borrarse cuando me quedo sola, pues mi mente me lleva inmediatamente a divagar y termino pensando en Seo-hyuk. Me acurruco nuevamente en la cama y me tapo con las sábanas hasta la cabeza, poniéndome en posición fetal.

Quisiera quedarme todo el día en la cama, lamentando lo miserable que soy y lo terrible que se ha vuelto mi vida en tan solo unas horas, pero el olor de huevos fritos y panceta de cerdo se me cuela por las fosas nasales y me hace sonar el estómago.

Me apena estar sintiéndome de esta manera estando en casa de Tae-hyung, siendo que lo único que quiere es hacerme sentir mejor.

Me destapo y decido que es mejor moverme para dejar de pensar tanto, así que me levanto y entro al baño de la habitación. Casi me caigo de espalda al ver tantos lujos juntos, pero sobretodo al ver aquella ducha peculiar que quedaba al descubierto, no tenía cortina ni pantalla que la tapase y una regadera gigante salía del techo, tan grande como para que dos personas se pudiesen parar debajo sin problema. Agito la cabeza, como si eso me sirviera para alejar los pensamientos extraños que se me cruzaron por la mente, y sólo voy a lavarme la cara a un lavamanos que parece casi ser de mármol blanco, recordando que ni siquiera me digné en quitarme el maquillaje anoche.

— En el mueble que está a tu derecha hay productos para lavar tu rostro. —me sobresalto al escuchar una segunda voz detrás de mí.

Lo miro por el espejo. Está apoyado contra el umbral de la puerta, mirándome. Se acerca lentamente y de uno de los cajones del lavamanos saca una banda negra con el logo de Gucci, y con cuidado mete mi cabeza en él y finalmente tira mi cabello hacia atrás. Me regala una sonrisa mientras me admira y se acerca al mueble que había mencionado antes para sacar un gel limpiador de rostro, echa un poco sobre la palma de su mano y la frota con la otra. Se acerca a mí y, sin dejar de mirarme profundamente, comienza a masajear mi rostro suavemente, y la sensación me parece tan relajante que cierro los ojos.

— No es necesario que hagas esto. —murmuro, aún con los ojos cerrados.

— Dije que te cuidaría, Moon.

Me dejo querer un rato más hasta que ya es momento de enjuagarme la piel. Y cuando me seco la cara con una toalla blanca que me pasa Tae-hyung suelto una risa nerviosa al sentir su mirada sobre mí en todo momento.

Es algo que siempre hace, pero que todavía no puedo acostumbrarme.

Nos quedamos un momento en silencio, en el que tampoco aparto mis ojos de los suyos, y creo que es increíble la capacidad de atracción que Kim Tae-hyung tiene sobre mí, pues con el hecho de tan sólo mirarlo me hace querer estar cerca suyo.

De pronto el recuerdo de Bae Seo-hyuk llega a mi memoria.

Quisiera no pensar en él, en cómo arruiné la relación y en cómo no tuvo escrúpulos para insultarme. Después de todo, quizás siempre fue así y yo jamás me di cuenta.

— Tengo ganas de besarte y estar cerca de ti —susurra Tae-hyung, y me doy cuenta de que en algún momento nuestros rostros se acercaron demasiado—, pero no quiero que te sientas incómoda ni presionada.

Recorro su rostro con mis ojos y me detengo en sus labios. Quiero besarlo también, pero mi cabeza no me deja tranquila, y pienso que no debería jugar con él siendo que quizás después ni siquiera me sienta capaz de estar con alguien.

Estoy intentando bajarle el perfil a la ruptura de una relación de años, pero sé que en algún momento voy a explotar, porque siento que por cada segundo que pasa estoy más marchita por dentro. Mi corazón duele y las náuseas no abandonan mi cuerpo.

Elimino los pocos centímetros que nos separan y le doy un beso casto sobre los labios, lo que parece sorprenderle porque me mira con los ojos un poco abiertos. Pero luego termina sonriéndome y me lleva de la mano hasta el comedor, donde había servido dos platos con desayuno.

· · • • • ✤ • • • · ·

— Quizás quieras distraerte un poco. —sugiere Tae-hyung y enciende una consola de juegos que tiene en el mismo mueble que la televisión gigante.

— La verdad no sé jugar a eso. —murmuro torpemente cuando pone un control sobre mis manos.

Estoy sentada en su sofá negro con mi pie lesionado sobre la mesa de noche, así que se sienta a mi lado. Me mira divertido y elige un juego de todos los que tiene. El logo de PUBG aparece en la pantalla y la verdad no tengo idea de lo que acaba de poner, pero termino dándome cuenta de que se trata de un juego de supervivencia.

Sunbae, no sé jugar. —reclamo con urgencia cuando mete sus manos en el control que me había pasado y elige una partida en solitario.

— Es simple, con las palancas te mueves —señala unos botones—, con L2 apuntas y con R2 disparas.

La pantalla de carga desaparece y el avatar de Tae-hyung aparece en una isla desierta llena de otras personas. Intento moverme como me dijo, pero termino apuntando la cámara hacia el suelo y moviendo al personaje como si fuese un robot.

— ¡¿Qué hago ahora?! —pregunto, sin despegar los ojos de la pantalla, pero teniéndolos muy abiertos.

Tae-hyung suelta una risotada.

— Tranquila, todavía no empieza la partida. Ya verás que no es difícil.

De pronto aparece un avión y en una esquina sale, lo que supongo, es el número de jugadores y que por alguna razón no deja de descender. La pantalla me indica que debo apretar un botón para tirarme del avión, así que lo hago sin pensar, bajo la divertida y atenta mirada de Kim Tae-hyung.

— En esa parte del mapa morirás inmediatamente. —advierte cuando el personaje cae al suelo.

— ¡¿Qué?! —chillo.

— Apunta con L2 y dispara con R2.

— ¡¿Cuál es L2 y cuál es R2?!

Comienzo a caminar entre las casas del mapa, sin saber realmente qué hacer, hasta que otro jugador aparece frente a mí y no duda en dispararme. Suelto un grito del susto y el control casi se me cae. Sólo puedo escuchar la risa de Tae-hyung, así que me giro a verlo con los ojos entrecerrados.

— No se vale. —reclamo— No sé jugar.

— ¿Y hay algo que sepas jugar? —dice todavía riendo.

— No lo sé. ¿Pacman?

Su risa se intensifica, echando su cabeza hacia atrás y cerrando los ojos con fuerza. Casi me siento ofendida de ser la razón de su diversión, pero al verlo de esa manera por primera vez lo único que puedo sentir es un pequeño cosquilleo en el estómago y termino por terminar riendo con él.

Cuando se calma me doy cuenta de que pequeñas lágrimas han salido de sus ojos, así que se limpia, y respira hondo antes de volver a hablar.

— Inténtalo una vez más, yo te ayudaré.

Niego inmediatamente con la cabeza.

— Ya no quiero más humillaciones. —finjo tristeza y me tapo la cara.

— Vamos. —me anima— Si no puedes te compraré Pacman para que juegues, pero más te vale ser buena.

Me hago de rogar un poco, pero termino aceptando, por lo que Kim Tae-hyung se acerca a mí e intenta tomar el control sin que yo lo suelte, pero sus brazos no son lo suficientemente largos como para permitírselo sin tener que dejar su mejilla pegada a la mía, así que mientras esperamos que la partida cargue aplana los labios, como si estuviese decidiéndose por algo.

— Con permiso. —dice de repente.

Suelto un pequeño grito cuando me toma por la cintura y me levanta, dejándome sentada sobre sus piernas. Mi cuerpo se queda rígido un momento, más que nada por la sorpresa, porque pensé que me preguntaría antes de hacer algo como esto, pero termino por relajarme y apoyar mi espalda contra su pecho. Mis piernas están justo sobre las suyas, mi trasero sobre su pelvis y sus manos sobre las mías que aún sostienen el control.

Trago saliva cuando apoya su mentón en mi hombro y siento su respiración chocando con la piel de mi cuello.

Rápidamente comienza a mover sus dedos sobre los míos para que estos aprieten los botones del control, como si yo estuviese jugando realmente, pero en realidad no puedo concentrarme totalmente en lo que estoy viendo en la pantalla. No sintiendo el pecho caliente de Tae-hyung contra mi espalda.

Cuando caemos del avión comenzamos a buscar inmediatamente las armas para poder defendernos. No tengo idea de lo que está haciendo, de por qué elije algunas armas y otras no, sólo me dejo guiar por él, y aguanto la respiración cuando de pronto saca sus manos para que yo pueda jugar sola, puesto que donde estamos no hay nadie cerca, y las apoya sobre mis muslos desnudos.

Estoy vistiendo una camiseta grande que compré hace años y unos shorts bastante cortos que no llegan a verse, por lo que tengo bastante piel descubierta.

No puedo concentrarme, por lo que termino vagando por cualquier parte y nuevamente aparece alguien y me mata.

Suelto un suspiro de frustración, sobretodo por no poder controlarme, pero es que su tacto me hace sentir tan bien que logra hacerme olvidar todos mis problemas.

— Tranquila —siento su aliento contra mi cuello y se me eriza la piel—, podemos intentarlo una última vez.

Trago saliva una vez más y asiento con la cabeza.

Y por un momento me pregunto si soy la única que está pensando cosas extrañas en este momento. Tae-hyung está como si nada, conmigo encima, y muy pendiente de la pantalla, por lo que deduzco que la respuesta es que sí. Soy la única sucia en este momento.

Me remuevo incómoda sin tomar en cuenta de que estoy sobre Tae-hyung y siento que suelta un suspiro.

La pantalla vuelve a mostrarnos en el avión y nuevamente dejo que sus dedos me guíen por el mapa, buscando cosas que no entiendo y caminando por lugares que no conozco. Ahora una de sus manos en la que se despega del control y la vuelve a apoyar sobre mi muslo, sólo que esta vez sus largos dedos comienzan a trazar caricias imperceptibles. Perceptibles para mí que estoy poniendo atención a todo lo que su cuerpo hace.

— No dejes de mirar la pantalla. —me susurra al oído cuando se da cuenta de que he bajado la vista.

Trago saliva una tercera vez en intento concentrarme en manejar al personaje y olvidar su mano sobre mi pierna, que ahora ha comenzado a subir y a bajar, dejando caricias suaves.

Suelto un suspiro cuando su dedo roza el borde mi camiseta larga y no me siento capaz de seguir jugando. Me acomodo nuevamente, esta vez a propósito, sabiendo que mi trasero rozará contra su entrepierna, y me siento satisfecha cuando vuelve a soltar un suspiro y su mano se aferra a mi muslo, apretándolo un poco más fuerte.

Intento seguir manejando al personaje cuando su otra mano desciende y se posiciona en mi cintura, pero se me hace imposible y termino yendo nuevamente hacia cualquier lado sólo para parecer que estoy haciendo algo, pues Kim Tae-hyung ha dejado de mirar la pantalla y pasa su nariz por mi cuello, como si estuviese aspirando mi olor. Suelto nuevamente un suspiro y su mano me agarra con fuerza con la cintura mientras que la otra comienza a subir hasta meterse por debajo de mi camiseta, llegando así al broche de mi short.

Cierro los ojos cuando logra meter su mano. Mis piernas están igual de abiertas que las suyas, así que literalmente tiene todo el acceso a tocarme. Sus dedos curiosos comienzan primero a tocarme por sobre la ropa interior, y luego tiran de esta hacia el lado y los pasa de arriba hacia abajo por mis labios, lo que me hace soltar nuevamente un suspiro.

El juego ha quedado de lado, sobretodo cuando decide meter en mí dos de sus dedos empapados y se me escapa un pequeño gemido. Sus dedos son largos y pueden llegar con facilidad a aquel punto en el que todo se siente mejor. Me acomodo, tirando de mis caderas hacia adelante y no puedo evitar sentir un bulto duro y caliente contra mi trasero.

Aprieto con fuerza el control cuando comienza a mover sus dedos y mis ojos se mantienen cerrados. Sus labios húmedos pegados a mi cuello, repartiendo besos, y su otra mano que comienza a subir lentamente hasta poder agarrar uno de mis pechos comienzan a volverme loca de a poco, por lo que ni siquiera me inmuto cuando el personaje del juego es asesinado nuevamente por otro jugador. Sólo me dedico a disfrutar lo que me da.

De a poco mi cuerpo comienza a ser cubierto por una capa de sudor, que indica que estoy cerca de terminar, pero de repente sus dedos, que habían estado moviéndose a un ritmo casi salvaje, se detienen y siento ganas de lloriquear.

— Párate. —me ordena.

Y le hago caso inmediatamente. En un movimiento ágil baja mi short y mi ropa interior, que caen al piso, y, antes de tirarme nuevamente hacia él, desabrocha su propio pantalón. Caigo sentada sobre su pelvis nuevamente, pero ahora su erección está entre mis piernas, rozándome, por lo que no puedo evitar menear ligeramente mis caderas. Me regala un pequeño jadeo y me sujeta por la cadera con una de sus manos para evitar que siga, con la otra mano sigue jugando conmigo, justo en ese punto que está a punto de chorrear por lo caliente que me tiene.

Sin poder aguantar más, estiro una de mis manos y tomo su miembro para dirigirlo a mi entrada. No tengo que hacer mucho esfuerzo porque se resbala con facilidad hacia el interior, donde ambos soltamos un suspiro, casi de alivio, y cuando estoy a punto de moverme, vuelve a sujetarme por las caderas.

— No deberías hacer esfuerzo físico.

Me deja inmovilizada y con sus piernas me obliga a abrir más las mías, y termino apoyando mis pies sobre el sofá para mayor comodidad. Siento su pecho pegado a mi espalda subir y bajar rápidamente cuando de pronto sus caderas comienzan a moverse. Suelto un gemido por el movimiento tan repentino y siento que ya no puedo aguantarme y quedarme más rato en silencio.

De alguna manera me excita el hecho de que quiera llevar las riendas, pero lo hace aún más que me tenga inmovilizada, teniéndome completamente a su merced.

Como no puedo hacer nada más me dedico a disfrutar.

Sus caderas comienzan a moverse cada vez más rápido y deduzco que le gusta de esa manera porque la vez anterior también se movió a un ritmo parecido. Pego un salto cuando una de sus manos va hacia mi vagina y comienza a acariciar mi clítoris, sin dejar de meter y sacar su miembro de mí.

Un profundo gemido sale de mi boca y siento el cosquilleo en mi vientre que me avisa que ya estoy por venirme. Mi cuerpo comienza a temblar cuando los músculos interiores de mi vagina se contraen debido al orgasmo, sobretodo porque el hecho de que Tae-hyung siga moviéndose provoca que este sea más largo.

No pasa mucho hasta que él se corre también, no sin antes salir de mí y terminar afuera, igual que la vez anterior.

Nos quedamos en la misma posición y ninguno dice nada por mucho rato. Por mi parte estoy tan cansada que ni siquiera puedo pensar. Mi cuerpo está temblando y a la vez lo siento flácido, como si me estuviese fundiendo sobre el cuerpo de Kim Tae-hyung.

— Creo que tendré que comprarte Pacman. —susurra de repente, haciéndome reaccionar.

Giro levemente mi rostro para mirarlo y veo que sus ojos están puestos en la pantalla, donde se anuncia que he perdido nuevamente la partida. Suelto una pequeña risa que se ve interrumpida por un pensamiento.

El rostro sonriente de Bae Seo-hyuk llega a mi mente y siento una gran punzada sobre mi corazón.

Perdón si parece de relleno unu pero no lo es

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