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Imparables

Disclaimer: Naruto pertenece a Kishimoto, yo sólo juego.

SongFic participante en el concurso #voiceforyou de la comunidad ShikaTema: Hojas de Arena. Basado en la canción: No matter what de Papa Roach

Espero lo disfruten

Imparables

La vida podía ser una perra y prueba de ello era su situación actual. Se encontraba en una misión de reconocimiento y espionaje que había derivado en una persecución por parte de sus objetivos y ello llevó a que él y su aliada fueran rodeados por enemigos. Sí, la vida podía ser una perra y Shikamaru sentía que sólo se volvía cada vez más y más problemática. Suspiró, hastiado de la situación en que se encontraba, pero un movimiento de su acompañante captó su atención.

― No tenemos mucho tiempo hasta que descubran nuestro escondite y tengamos que luchar. ― La voz de Temari fue medida y el pelinegro agradeció que ella nunca perdiera su templanza. La serenidad de ella le permitía centrarse en buscar la forma de salir con vida ―. Conté diez perseguidores, dos con bastante chakra, pero podremos con ellos.

La seguridad de sus palabras hicieron que desviara su mirada hasta centrarla en ella, extasiado de encontrarla sonriendo en esa situación, donde habían decidido hacer de carnadas mientras el resto de su equipo se ponía a salvo. Todo para no comprometer al resto.

― No tenemos mucho tiempo ― contestó, mientras su mente comenzaba a elaborar un plan que pudiera sacarlos con vida de tal embrollo. Sin embargo, una parte de él se encontraba preocupado por sus colegas y por ella.

¿Cuándo comenzó a preocuparse de esa problemática manera por ella?

Ah, sí, posiblemente desde que le había pedido ser su novia y todo se había vuelto -irremediablemente- problemático. Mezclar el trabajo con el placer nunca sería buena idea y él lo estaba descubriendo. Entre la oposición de los ancianos de Suna a su relación, los rumores de beneficios políticos por su parte y el riesgo de perder la vida por un error de cálculo; el miedo comenzaba a trepar por su cuerpo, causando su estúpida distracción.

― Estamos juntos en esto y juntos somos imparables. Nada nos tocará ni destruirá ― comentó la rubia, ampliando su sonrisa ―. En todas nuestras misiones juntos, hemos logrado vivir.

Shikamaru la observó abiertamente sorprendido por la confianza de sus palabras, la fiereza de su mirada verde azulada y lo enorme de su sonrisa. Entonces, no pudo evitar rendirse frente a aquella sonrisa problemática, esbozando una propia. Temari siempre demostraba ser su complemento, esa pieza que le faltaba al rompecabezas que llamaba vida.

― Nosotros seremos quienes acaben con ellos, aunque sea problemático ― respondió, luego de un silencio prolongado, necesitaba aclarar su mente y ella siempre resultaba ser su cable a tierra. Temari...tan hermosa que le parecía irreal que fuera su novia, tan preciosa que lo hacía sentir un delincuente que estaba robando un tesoro invaluable, pero Temari no era ninguna posesión y él debía obviar esa vocecita que le chillaba que no era un sueño y que ella era suya.

― Venceremos ― vaticinó la rubia de Suna y él sonrió de lado, seguro que su hambre de ella iba más allá de cualquier cosa física, puesto que la princesa del viento se había transformado en su complemento.

― A estas alturas, eso se definirá sólo con una lucha directa ― comentó y ella tomó su abanico en respuesta ―. Sin embargo, lo primero es reducir el número de atacantes.

― Deben contar con un ninja sensorial, nos detectaron con rapidez ― dijo la kunoichi, dispuesta a demostrar que no todo dependía de él ―. Si lo sacamos del juego, podremos equilibrar las bazas.

― Sé quién puede ser ese shinobi. ― Temari sólo levantó una ceja y sonrió de lado, altanera y Shikamaru supo que la rubia se esperaba sus palabras ―. Saldremos con vida de esto.

― No hay dudas en ello, no podemos morir ahora ― respondió al tiempo que tomaba el cuello del chaleco táctico del pelinegro y le robaba un beso ―. Además, no podemos darle el gusto a esos ancianos babosos.

Shikamaru alzó las cejas ante sus palabras impertinentes, pero terminó por atraerla a un nuevo beso. Sólo salir con vida era más valioso que ese momento, ni siquiera los ancianos malintencionados que no confiaban en su relación eran importantes ahora. Nada más valía. Nada más que salir con vida.

― Esto es lo que haremos ― comenzó el pelinegro y le explicó su plan a la kunoichi, quien a ratos lo interrumpió dándole una sugerencia o una nueva perspectiva para mejorar sus planes. Ambos estaban dispuestos a sobrevivir a cualquier costo.

― Nos mantendremos alzados hasta el final ― dijo la rubia antes de levantarse, lista para ejecutar el plan que él tenía en mente. Porque toda ella estaba en manos de él. Su alma, su cuerpo, su mente y sus sentimientos eran de él, hoy y el resto de sus días. Y los del estratega de la Hoja eran suyos.

Era un acuerdo tácito e irrompible. A pesar que tuvieran al resto en su contra, ellos sobrevivirían y al final, demostrarían lo eternos que eran. A pesar de las amarguras y las dificultades. Sonrió, tomando su abanico, dispuesta a actuar cómo distracción.

Shikamaru la vio partir a la caza de sus perseguidores y tomó los sellos explosivos, dispuesto a crear su trampa. Esta batalla era la primera que tendrían que sortear como pareja y estaba dispuesto a permanecer en pie.

El estratega de la Hoja cubrió el terreno con cables ninja llenos de explosivos y, tras terminar aquello, fue por el shinobi sensorial al que necesitaba eliminar. Saltó con agilidad entre los árboles del terreno y esperó el desastre que planeaba causar la problemática princesa de Suna cuando notó a uno de sus perseguidores en el área detrás de Temari.

Desde su perspectiva lograba ver a Temari y al ninja tras ella, el cual estaba formando sellos que le advirtieron del peligro que corría su aliada. Sin dudas, usó su ataque de sombras, dispuesto a noquear a aquel shinobi sin darle tiempo a atacar a la rubia y sin importarle delatar su posición.

Temari escuchó el ruido sordo que hizo su perseguidor al caer inconsciente y vio al estratega de Konoha acercarse y supo que él siempre estaría para apoyarla. Sonrió y dio paso al caos.

La princesa del viento abrió su abanico y desató a su invocación, sesgando árboles y enemigos, haciendo difícil que ellos detectaran de donde provenía el ataque, mientras Shikamaru recorría las sombras creadas por los escombros, rematando a sus perseguidores y buscando al ninja que podría ponerlos en aprietos. A su vez, sus enemigos se recuperaron y contraatacaron, rodeandolos con invocaciones de lobos que terminaron por acorralarlos.

Shikamaru y Temari terminaron espalda con espalda, dispuestos a cuidar del otro sin medir el riesgo. La rubia usó su danza del viento para acabar con los lobos, mientras ambos retrocedían en sus pasos, guiando a sus enemigos a su trampa. Sin embargo, unos cuantos escaparon a su ataque y terminaron enterrando sus colmillos en ambos. Ninguno era muy bueno en peleas de corto alcance, pero el pelinegro logró inmovilizar a los animales con su sombra, mientras ella los dejaba fuera de combate.

La sangre ya manaba de sus heridas, pero no estaban dispuestos a detenerse por lesiones menores. Habían luchado en La Cuarta Guerra Ninja y ahora se enfrentaban a shinobis renegados que estaban formando su propia organización en oposición a la Alianza Shinobi; para ellos, a comparación de Uchiha Madara, eso no era tan terrible.

― ¿El sensorial?― preguntó la rubia, mientras desviaba un kunai enemigo.

―Acabado ― comentó, sin entrar en detalles, lo había encontrado -antes de ser rodeado por los lobos- debajo de un árbol derribado por ella y tan sólo tuvo que noquearlo y amarrarlo ―. Estamos cerca ― comentó, cuando un kunai -con un sello explosivo amarrado en él- pasó entre ambos. Shikamaru vio el kunai y ató su sombra a la de Temari, saltando a un árbol, lejos de la explosión.

― Gracias ― susurró la rubia, mientras se incorporaba en la rama.

― No nos derribaran ― afirmó, apretando sus labios en un intento por soportar el cansancio que le estaba significando el gasto de chakra.

― No desapareceremos de este mundo sin antes demostrar a todos que estaban equivocados con nosotros ― susurró la rubia y Shikamaru quiso reír por sus palabras fuera de lugar, pero un ataque con múltiples kunai hizo que ambos saltaran del árbol, separándose.

El joven Nara la vio alzar su abanico y mandar a volar en dirección contraria aquellas armas, pero no pudo relajarse, porque uno de sus enemigos apareció al costado de ella y lanzó su chakra en forma de proyectiles, dejándole poco margen de acción.

Temari se vio empujada por el pelinegro, quien usó su sombra en forma de tentáculos para atrapar los proyectiles, pero eran más de los que esperaba y terminó siendo atravesados por algunos de ellos.

―Mendokusei ― susurró el pelinegro, mientras una de sus rodillas pegaba contra el suelo.

El rostro de la rubia se desfiguró ante las heridas que él recibió por ella, pero eso no debía ser su prioridad, si no seguía adelante, terminarían rodeados y acabados.

― No es tiempo de holgazanear, vago ― retó, dispuesta a seguir con su objetivo a pura terquedad. Shikamaru sonrió de lado y volteó el rostro a verla.

― Te confío el resto, mujer problemática ― dijo, guiñandole un ojo, antes de sacar las cuchillas de Asuma de su estuche de armas y lanzarla a su atacante para paralizarlo. Había sido buena idea volver a tomarlas prestadas.

Temari usó su abanico y remató a su enemigo ya inmovilizado, miró a su pareja y corrió, dispuesta a llevar a los últimos a la trampa. Ya sólo quedaban los que tenían más chakra y no estaba dispuesta a perder; a pesar de lo desagradable que estaba siendo el final de esa misión -como un café sin azúcar o una cerveza oscura-, a pesar de todo, serían los vencedores.

El último tramo no estuvo libre de ataques y caos, pero en algún punto de la batalla había logrado llegar a la zona de trampa y, tras actuar como carnada, sus enemigos notaron su error. Ambos habían dejado atrás al estratega de la Hoja, seguros de que el pelinegro ya no podía luchar y sólo quedaba la rubia de Suna.

Sin embargo, nunca esperaron que el joven Nara los inmovilizaría por la espalda y los guiaría hacia el lugar que había preparado con sellos explosivos. Menos pensaron que la hermana del Kazekage los impulsaría con su viento hasta hacerlos enredar en los cables, activando la trampa bomba. Creando una explosión tan grande que la pareja tuvo que cubrir su rostro con sus manos mientras anclaban sus pies a la tierra, ambos negándose a dejarse abatir por su propio plan.

― Tuvimos que destruir todo ― susurró la rubia, a modo de reflexión, una vez que la batalla finalizó.

― No había opción, si dejábamos a uno libre, el riesgo era mayor ― comentó el pelinegro, acercándose a ella, quien se encontraba al borde del pequeño cráter que había formado la explosión.

― Nos pidieron sólo espiar y recabar información. No creo que les moleste que acabáramos con la amenaza luego de comprobar sus planes en contra de la Alianza ― reflexionó la kunoichi y él simplemente asintió. Lo único que realmente sentía real e irreemplazable era el hecho de estar aún de pie junto a aquella mujer.

El amor de su vida, junto a quién era imparable.

Uf, estoy algo oxidada con los ShikaTema, pero me gustó escribirlo. Ojalá lo disfrutaran

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