47
Isidora- Denise Rosenthal
Uno, dos tres.
Llevo mi mano hacia mi boca para introducir la cuchara, el sabor caliente y salado de la sopa llena mis papilas gustativas, chasqueo la lengua y dejo salir un pequeño suspiro. Mi cuerpo duele, cada parte de mi cuerpo lo hace.
Cuatro, cinco, seis.
Tengo que apretar mis dedos con fuerza para no soltar un chillido cuando siento el dolor que se desliza por mi espalda, gimoteo en voz baja y Henry voltea a verme, le sonrío como si nada, finjo que todo está bien.
Siete, ocho, nueve.
El hombre enfrente de mi come con calma, sin remordimientos, sin que nada le perturbe.
Diez, once, doce.
Los minutos se pasan cada vez más lentos y solo puedo respirar con tranquilidad cuando Tyron deja la cuchara aún lado, cuando deja de comer y solo queda un plato vacío enfrente de él. Sé que se va a ir, se que pronto dejará de estar abajo.
Trece, catorce, quince.
Veo la advertencia en sus ojos cuando sube su mirada hacia la mía, veo como sonríe de lado después al ver mi sumisión, sé que cree que ha ganado, que soy su títere, sé que cree que me he dado por vencida estos últimos días, sé que cree una mentira y me siento satisfecha con ello.
Dieciséis, diecisiete, dieciocho.
Se levanta, Henry se tensa, yo también. Por debajo de la mesa tomo la mano de Henry, le doy un apretón, él me devuelve el apretón, Tyron se acerca con paso despreocupado a él, deja un beso en su frente y luce satisfecho al no ver una mueca de asco o escuchar un grito por parte del enano. Mi corazón se comprime, se retuerce, odio ver a Henry sumiso, quieto, odio ver el miedo en sus ojos, sentir el temblor de su mano entre la mía.
Diecinueve, veinte, veintiuno.
No se parecen, no lucen como un padre e hijo, Henry se es idéntico a mi padre, no sé como, no sé porqué, pero es la misma cara de mi padre y no de Tyron, en cambio Ali, ella si se parece a él, cuando mira detalladamente, cuando está analizando las cosas.
Pero Ali no es un monstruo y nunca va a saber que es hija del bastardo que se acerca a mi.
Veintidos, veintitres, veinticuatro.
Aprieto con fuerza los dientes y es tanta la tensión que hay en mi cuerpo que la necesidad de querer gritar del dolor me supera, me consume. Me quedo quieta, inmóvil, Tyron se acerca y deposita un beso corto en mis labios, mi estómago se revuelve, las ganas de llorar me consumen, me invaden y quiero vomitar.
Veinticinco, veintiséis, veintisiete.
Sus ojos cafés buscan los míos, me miran en busca de una mueca, algo que le haga saber cuánto lo odio, cuanto lo repugno y deseo que se vaya al mismísimo infierno y se pudra allí, pero no lo obtiene porque sonrío, porque finjo que no quiero tirarme encima de él y clavarle la cuchara en los ojos.
—Espero que no hagas nada de lo que puedas arrepentirte después, amor —susurra en mi oído.
—No lo haré —miento con la voz más dulce que puedo encontrar y sonrío.
Para él somos una familia, somos un trío. En las noches se va a buscar la manera de encontrar a Ali, lo ha hecho desde hace semanas y yo solo ruego porque no lo haga, ruego para que la policía, Sam y el abuelo la mantengan escondida, la cuiden, la alejen lo más que puedan del monstruo.
Veintiocho, veintinueve, treinta.
Sus ojos se achinan y sonríe orgulloso de mi respuesta. Su cabello ya no está largo, tampoco tiene barba o parece un maldito indigente, parece un hombre cuerdo, sano, pero no lo es, es un psicópata, un maldito demente de mierda que nos ha mantenido en cautiverio por varias semanas, quizás meses, no lo sé, no sé qué día es, no sé en qué fecha estamos y es frustrante, aterrador.
Treinta y uno, treinta y dos, treinta y tres.
Nos mira con cuidado, buscando algo que delate que intentaremos escapar hoy.
Treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis.
No sospecha nada, sonríe de lado y se da la vuelta.
Treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve.
Sube las escaleras y lo último que escuchamos es la puerta cerrándose con fuerza y la llave siendo puesta. Dejo salir un suspiro de alivio y dejo de contar el tiempo en mi mente, dejo de pensar en que está cerca. Henry se levanta y viene hacia mí, sus brazos se enrollan alrededor de mi cuerpo y me abraza con cuidado.
Teme lastimarme.
No es idiota, sabe que duele, sabe que las palizas que me ha dado me tienen hecha mierda físicamente. La primera fue el día que le escupí el rostro, la segunda cuando lo desafíe, después vinieron más y más, ninguna fue dada enfrente de Henry, eso es lo unico bueno, no tuvo que ver como me removía con dolor por el suelo, como gritaba.
—Lo siento —susurra con la voz ronca.
Lo aparto de mí y le sonrío, su cabello está largo y luce cansado, las pesadillas en la noche y el miedo no lo dejan vivir, por eso, aunque termine muerta, voy a sacarlo de aquí, lo haré esta noche, no sé cómo, solo sé que lo haré.
—Estoy bien.
Sus ojos se llenan de lágrimas y niega con la cabeza.
—No quise romper el plato, fue sin querer.
Suspiro y acaricio sus mejillas, limpiando las lágrimas. No he dejado que Tyron lo toque, no he dejado que le coloque ni un solo dedo encima, prefiero que me golpee a mi, que me lastime a mi, pero que no lo haga con Henry.
—Estarémos bien —musito—. Ahora ve a atraer el cuchillo, amor.
Me mira con tristeza, con dolor y solo soy capaz de sonreírle, él va en dirección del cuarto a buscar el objeto filoso que logramos esconder sin que se diera cuenta Tyron, siempre revisa, siempre busca que no tengamos nada, pero no es tan inteligente, no lo es.
Nosotros somos mejores, somos buenos actores que ya hicieron una maravillosa función y ahora es tiempo de irse a casa.
Mi cuerpo protesta cuando me coloco de pie, cada músculo grita, se retuerce. Maldigo entre dientes y las lágrimas llenan mi campo de visión, estoy exhausta, agotada, quiero acostarme y descansar, hacer lo que hace semanas no he hecho.
Tyron nos observa dormir, hay noches en las cuales baja borracho luego de cenar y se queda en el umbral de la puerta de la habitación observandonos, mirándonos y finjo que no me doy cuenta, que no me da miedo que intente tocarme, solo una vez lo intentó, fue hace más de cuatro días, terminó golpeado y me logré defender, pero terminé peor, con las costillas gritando del dolor, con el alma llorando por los malos recuerdos que vinieron hacia mí.
—Aquí está —dice Henry al venir corriendo hacia mí.
Le sonrío y tomo el cuchillo, ambos caminamos hacia la puerta y comienzo a forcejear la cerradura, no sé básicamente lo que estoy haciendo, solo hago lo que Henry me pide que haga, es inteligente y tiene muy buena memoria. Mis manos tiemblan y estoy demasiado nerviosa, lo estoy hasta el punto en el cual escuchar un repiqueo proveniente de algún lugar hace que salte del lugar y suelte el cuchillo.
Miro hacia atrás y no veo nada, tomo una fuerte respiración y vuelvo a intentar forcejear con la cerradura, la cual no parece querer ceder, cuando mi mano se desliza por la manija, la cual da la vuelta mi corazón da un vuelco de alegría.
Giro a ver a Henry y este me sonríe, me coloco recta, dispuesta a abrir la puerta. Cuando giro la manija y tiro de la puerta está no cede, no se abre y mi corazón se detiene por una fracción de tiempo para luego ir a toda marcha, quiero echarme a llorar de la impotencia pero no lo hago al escuchar el sollozo de Henry.
—¡No saldremos de aquí! —dice en un chillido que me rompe—. ¡No nos iremos, Desty!
Lo miro aterrada, nerviosa e intento agarrarlo pero él se aleja, llora, tiembla, solloza y no deja de hacerlo en ningún momento.
—Cariño...
—¡Quiero al abuelo! —chilla—. ¡Quiero a Sam! —vocifera con la voz rota—. ¡Quiero a Ali! ¡Quiero ir a la escuela! ¡Quiero ver a mis amigos! ¡Quiero ir a casa, Desty! ¡Por favor, llévame a casa! —súplica en medio de los sollozos y voy acercándome con cuidado—. No quiero estar aquí, no quiero estar con ese hombre, quiero ir a casa. —Me mira suplicante cuando estoy cerca—. Por favor.
Mi corazón da un vuelco de dolor y lo que hago es abrazarlo, sostenerlo con fuerza entre mis brazos, suspiro y dejo un beso en su coronilla, dejo que llore, que se aferre a mi cuerpo con fuerza e ignoro el dolor que eso me provoca en cada parte. Las lágrimas salen y no puedo detenerlas, solo me quedo allí, en medio de la sala llorando junto a Henry.
No sé qué hacer, no sé cómo escapar. No lo sé.
El mismo sonido de un repiqueo llena mis oídos, es como si golpearan un vidrio, mi ceño se frunce y me alejo un poco de Henry, veo que quiere decir algo pero no lo dejo, le hago un señal para que se mantenga en silencio y el mismo repiqueo vuelve. Dejo que el sonido me guie y terminó enfrente de un gran cuadro que hay en la pared.
Pego mi oreja al cuadro y vuelvo a escuchar el repiqueo.
—Es un pájaro —dice Henry.
Asiento. Me coloco frente al cuadro e intento apartarlo de la pared, pero no puedo hacerlo, es complicado quitarlo y es porque está pegado a está. Frunzo el ceño y le pido a Henry que me pase el cuchillo, el cual solté para abrazarlo.
Con la punta filosa del objeto rompo la tela de la pintura, la cual tiene detrás una tela negra, la cual también rompo y me quedo helada.
Una esperanza, una oportunidad. Hay una ventana, hay una salida. El pájaro sigue ahí y vuelve a golpear el vidrio con su pico. Miro a Henry y veo la esperanza volviendo a su rostro, mi pecho se llena de alegría. Voy corriendo al cuarto y busco algo con lo cual romper la ventana, vuelvo a la sala con un pequeño taburete y respiro fuerte mientras me posiciono.
—Alejate, Henry.
Lo hace, lo veo asentir con la cabeza y hago el mismo movimiento. Lamo mi labio inferior y golpeo con todas mis fuerzas el cristal. Miles de fragmentos caen al suelo en un golpe seco y el pájaro comienza a alejarse del lugar. El aire frío de la noche se cuela por el lugar y golpea mi rostro, cerca, estamos cerca de irnos.
Volteo a ver a Henry.
—Es hora de ir a casa.
Veo la felicidad en su rostro y se acerca dando largos pasos hacia mi, quito los pedazos gruesos que quedaron en el marco de la ventana y le hago una señal a Henry para que se acerque a mi, no alcanza a llegar así que debo subirlo, cuando estoy a punto de hacerlo una luz amarilla y brillante me encandila los ojos, impidiéndome ver.
El sonido de un auto llegando inunda mis oídos y el miedo se desliza por mi cuerpo, debe ser él.
Miro con terror a Henry y me apresuro a alzarlo y hacer que pase por la ventana, cuando está del otro lado mi corazón late más calmado y no son miedo.
—¡Ven, Desty, hay que irnos! —grita en voz baja.
No lo logro, no soy capaz de salir debido a que la ventana está alta y es algo angosta y no sé si saldré por ella, coloco el pequeño taburete en el suelo y me monto sobre el, coloco mis manos sobre el marco de la ventana para agarrar impulso y subirme pero escucho la puerta siendo abierta a mis espaldas y me paralizo, veo a Henry con terror y él me devuelve la mirada.
—¡Maldita zorra! —escucho que gritan a mis espaldas.
—¡Henry huye! —grito con pánico y suplica.
El enano no lo piensa dos veces y sale corriendo, tomo impulso y quedo hasta la mitad por la ventana, siento dos manos tomarme de las piernas y tirar de ellas pero comienzo a patalear, a gritar por y removerme con fuerza. Mis manos se aferran a la pared de la ventana y me impulsó hacia adelante, logrando avanzar cada vez más.
—¡Primero la puta policía y ahora está mierda! —lo escucho mascullar y tiemblo.
Dejo salir un grito de dolor al sentir algo rasgando mi pierna cuando logro salir por la ventana, mi tobillo izquierdo es sostenido por Tyron y comienzo a patalear para que lo suelte mientras me revuelco en la tierra húmeda del lugar.
Mi pierna impacta con algo y escucho el grito de dolor de Tyron, cuando no siento presión en mi tobillo me levanto con torpeza del suelo y comienzo a correr en la dirección por la cual se fue Henry. Punzadas de dolor y algo caliente se desliza por mi pierna y sé que está cortada, pero eso es lo último que me regreso a ver.
—¡Henry! —grito en medio de la oscuridad mientras me tropiezo con las ramas en el suelo—. ¡Henry!
No hay respuesta, no hay nada que no sea mis gritos resonando en el lugar, pero en cuestión de segundos los gritos de Tyron pronunciando mi nombre se unen y una ola de miedo azota mi cuerpo. Debo encontrarlo, debo encontrar a Henry.
Mi pie tropieza con una rama y mi cuerpo se va hacia adelante, ruedo por el suelo y una ola de dolor azota mi cuerpo con violencia, gimoteo en busca de aire cuando mi espalda toca algo duro, hay mugre, sudor y sangre en mi rostro. Estoy cansada y cuando abro los ojos, todo es demasiado borroso, intento levantarme pero no soy capaz de mantener el equilibrio, no soy capaz de mantenerme de pie.
Dos brazos grandes me sostienen, me atrapan y no soy capaz de gritar, no soy capaz de pedir ayuda, todo da vueltas, mi cuerpo se dobla hacia adelante y un líquido amargo sale de mis labios, quemando mi garganta. Hay lágrimas cayendo por mis mejillas, me siento desorientada, ida.
Me mueven, dicen cosas, no escucho muy bien.
—Henry —musito temblorosa—. Henry —vuelvo a repetir mientras las cosas siguen girando, siguen estando borrosas.
Me cargan, siento algo caliente cayendo por mi cabeza, mi cuerpo se siente entumecido, lloro en silencio, veo una sombra en medio de tanta oscuridad, sé quien es o creo saberlo. Mis labios gesticulan la palabra huye, parpadeo, gimoteo en medio del dolor, veo la sombra irse.
Mi cuerpo toca una superficie algo suave, escucho una puerta cerrándose, lloriqueo del dolor, mi cabeza palpita, mi cuerpo duele, todo duele.
—No hay tiempo de buscarlo, ellos ya vienen —lo escucho decir pero su voz es lejana—. Ya lo volveré a encontrar y lo traeré a casa.
Quiero decir que no pero no sale nada de mis labios. El auto, dónde creo que estoy comienza a moverse, mis ojos se abren y cierran, tomamos la carretera de la izquierda y no de la derecha.
—Mentiste —lo escucho mascullar—. Eres una puta mentirosa, pero no eres tan buena como yo, amor.
Quiero vomitar.
—La policía quizás encuentre a Henry, quizás lo lleven a casa, pero cuando lo hagan, me llevaran directo a Ali —dice en voz baja y tengo ganas de gritar que no los encontrará—. Seremos una familia, los cuatro, seremos felices y estaremos bien.
Un ataque de tos me sacude, me roba el aire de los pulmones y jadeo en busca de ello. Suspiro temblorosa, mi cabeza palpita con demasiada violencia, alzo la mirada, veo un camino, en la distancia parece haber un puente, no estoy segura. No puedo dejar que llegue a ellos, no puedo dejar que los lastime, que encierre a Henry.
Las lágrimas se deslizan por mi rostro con ímpetu, entreabro los ojos y veo el rostro de mi padre, del abuelo, de Sam, de los enanos, de Ax, sonrío, lo hago y termino carcajeándome. Mi estómago duele por el movimiento de mi risa y mi cabeza gira hacia dónde está él, tiene el cinturón, cosa que yo no tengo, me ve desconcertado, enojado.
—No harás nada —musito en medio del dolor en mi pecho—. No los encontrarás, no los secuestrarás, no los volverás a ver ni lastimar nunca.
—Lo haré —dice con firmeza y orgullo—. Se acabo, no puedes hacer nada para evitar que lo haga, soy mejor que tu, Hailee. Siempre lo seré.
—Quizás lo eres, pero amo a mis hermanos y aunque deba entregarlo todo por ellos lo haré. Lo haré sin dudar —mi voz se rompe—. Solo para que ellos estén bien.
Lo miro desafiante y pido disculpas en mi interior para después decir con orgullo:
—Gané.
Sus ojos me observan confundidos y sin pensarlo dos veces me lanzo en busca del volante, mi cuerpo protesta por el movimiento violento pero mis dedos se aferran al objeto redondo, intenta hacer que me aleje pero no lo logra, escucho un grito de su parte pidiendo que me detenga.
No lo hago.
Giro el volante y escucho el chirrido de las llantas contra el suelo, cierro los ojos cuando mi cuerpo se va hacia atrás, el sonido ensordecedor del metal chocando contra mas metal llena mis oídos, mi cuerpo es impulsado con fuerza hacia atrás y el dolor se filtra en cada parte de mi cuerpo, el agua fría choca contra mi cuerpo y mi visión es completamente oscura, el dolor se desliza en cada fibra de mi cuerpo y no importa.
Ya no importa.
Gané, lo hice.
No ruego por mí, no ruego por mi vida, no pido salir viva, solo pido, solo suplico con todo mi corazón que Henry este bien, que Ali lo esté, que el abuelo y Sam los cuiden y sean las personas más felices del mundo. Justo ahora, no importo, ellos son quienes importan.
El agua se cuela por mis pulmones y jadeo, mis ojos arden y todo parece escaso, pequeño, indefenso. No hay aire solo hay agua en mis pulmones y después, todo es oscuridad.
N/A
Lo sé, lo sé, muy cruel, pero era por esto que no estaba preparada para escribir esto :v Lamento los errores ortográficos, si me colocaba a editar iba a tardar en subir :v
Espero que les haya gustado el capítulo. Algo que siempre he amado de Hailee es su amor y devoción por sus hermanos, siempre todo es por ellos, para ellos y eso la hace feliz.
¿Pañuelos?
Aquí tienen pega para sus corazones rotos.
Lamento la demora pero mi tiempo últimamente es muy limitado, estoy intentando abrir espacio de dónde no tengo.
LOS AMOO
#NoLectoresFantasmas
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