Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

46

Sasha Sloan - Dancing With Your Ghost


Nota al principio por ajá.

El capítulo es reeeeeeee largo, así que lean con calma y disfruten, delen amor, porque me duele el trasero y la espalda por estar sentada escribiendo :,v

Lo siento por los corazones rotos.

Ahora, me voy a ver una serie xD

—¡Auch! —chilla en voz alta mientras paso el algodón por la herida en su pierna.

Alejo mi mano de su rodilla asustada de haberle provocado mucho dolor, pero cuando sus ojos se encuentran con los míos veo la felicidad y broma en su mirada. Sonrío de lado y niego con la cabeza, sigue siendo él, a pesar de todo sigue siendo mi pequeño lleno de luz.

—¿Como te la hiciste? —cuestiono en voz baja.

Una mirada llena de terror y tristeza cubre las facciones de su rostro cuando la pregunta termina de salir de mis labios. Baja la mirada y la posa sobre sus manos, las cuales juegan de manera inquieta. No me ha dicho nada, no pregunta dónde estamos o que ocurre, es un niño inteligente, lo es, lo sé, desde que despertó solo me ha abrazado y llorado en silencio contra mi hombro, nada más.

—Henry —susurro con cautela y llevo mi mano hacia su mentón, levantandolo para verlo.

Sus ojos están llenos de pánico cuando se conectan con los míos. Quiero abrazarlo y decirle que está bien, que estaremos bien, pero no soy capaz de mentirle en el rostro, no cuando sé y él también sabe que estamos en grandes problemas.

—Si no quieres hablar de ello, está bien, no te voy a...

—Corrí —dice interrumpiendo—. Escuché como el señor Finn le decía a Tyron que no podía acercarse a mí, después...cuando me acerque el señor Finn estaba tirado en el suelo y había sangre en su cabeza y él estaba ahí, estaba mirándome y dijo que tú lo habías enviado. —Hace una pequeña pausa y niega con la cabeza, hay tanto miedo, tanta desesperación que es palpable, está rompiéndome el alma—. Nunca envías a un desconocido por nosotros, no sin antes avisar. Él dijo que no corriera, que me traería hacia ti. —Su voz se quiebra—. Corrí, huí y comence a gritar, pero él me atrapó y colocó un trapo en el rostro, no podía respirar bien, Desty. —Las lágrimas comienzan a caer y su voz tiembla, todo su ser tiembla—. Lo último que escuché fue al señor Finn gritar que me soltará, luego todo fue negro.

Mis brazos rodean su cuerpo y lo atraen al mío, lo estrecho con fuerza y se rompe como el cristal. Su pequeño cuerpo es agitado por los espasmos y debo morder mi mejilla para no llorar junto a él, para no romperme con él. No sé cómo, no se cuando, pero no puedo quedarme de brazos cruzados, no puedo quedarme aquí, necesito, anhelo escapar, llevar a Henry a un lugar en el cual este a salvo.

Ojala el abuelo y Sam hubieran sabido que había un psicópata rondandonos. Ojala yo lo hubiera sabido.

—Irémos a casa, lo prometo —es lo único que soy capaz de decir mientras llora.

Lo consuelo durante horas, lo ayudo a bañarse y colocarse algo de ropa limpia que hay en unos cajones, también hay ropa para una niña. Ambos nos quedamos acostados en la cama, acurrucados bajo una sábana y mirando la puerta. El tiempo comienza a correr con más lentitud, hay fracciones de tiempo en las cuales me quedo dormida por momentos y vuelvo a despertar, mientras que Henry ya se ha dormido. Todo mi ser duele, tanto física como emocionalmente, estoy exhausta.

Estoy rota y aún así, con todos mis pedazos regados por el suelo sigo en pie.

Mi cuerpo se estremece cuando escucho una puerta cerrándose, el cuerpo de Henry junto a mi da un brinco y se coloca tan tenso que mi instinto es abrazarlo contra el mío, haciéndole saber que estoy aquí, lo estoy. En mi campo de visión entra él, toda su vestimenta es pulcra, su forma de vernos hace que la piel se me coloque chinita y quiera echarme a correr lejos.

Hay algo en su manera de mirarme que remueve mi estómago, quiero vomitar, quiero expulsar todo de mi ser. Está enojado, hay ira en sus ojos y si pudiera matarme justo ahora sé que lo haría, hay tanto odio en su mirada, tanto desprecio, tantas cosas que coloca mis vellos de punta.

—Hay que cenar —dice cortante, sin atajos y se da la vuelta, alejándose de la puerta.

Le pido a Henry con la mirada que se quede en la cama mientras me levanto, con paso cauteloso y precavido me acerco a la puerta y asomo mi cabeza, en la mesa todo está acomodado, no sé en qué momento lo hizo, pero todo luce perfecto. Está sentado en una esquina de la mesa y hay tres sillas vacías.

—Si no quieres que me enoje, trae a Henry y sientense —masculla entre dientes lo suficientemente alto para que escuche..

No está bromeando, no lo hace y el terror se desliza por mi cuerpo con brutalidad. Volteo a ver a Henry y con una señal de cabeza le digo que se acerque, ambos caminamos hacia la mesa con cautela y con cuidado nos sentamos. Es sopa, huele bien, luce bien y mi estómago gruñe con el aroma.

Tyron nos observa por unos breves momentos antes de comenzar a comer su plato en completo silencio. Cada partícula de su cuerpo está tan tensa como una pared, sus movimientos son calculados, detallados. Su forma de ser es espeluznante. Comienzo a comer y Henry me imita, ambos comemos con ansias y vamos llenando nuestro estómago, aunque mi mirada no deja de estar sobre Tyron y lo veo, hay un collar colgado en su cuello y se nota por encima de la camisa que es una llave.

—No hagas ese sonido —dice con desprecio Tyron en dirección de Henry.

El enano se congela cuando Tyron lo voltea a ver y luce como un animalito asustado. Mi cuerpo se tensa y hay un ambiente incómodo, trago saliva con fuerza y fijo mi mirada en Tyron. Hay enojo, ira, es como una olla a punto de explotar.

—No está haciendo ningún sonido —digo con la voz temblando y su mirada se clava en la mía.

—¿Te pedí tu opinión? —inquiere con desdén.

Tenso mi mandíbula.

—No es necesario que la pidas, la daré si se me da la puta gana —mascullo enojada.

Sonríe de lado y suelta el cubierto con fuerza, provocando un sonido que me eriza cada vello del cuerpo y hace que mi cuerpo se tense hasta el punto del dolor. Henry me observa asustado y con la mirada fugaz que le doy le digo que todo estará bien.

—Es mi casa en la que estamos —sisea apretando los puños sobre la mesa.

Es mi turno de sonreír.

—Cuando quieras podemos irnos, por mi no hay ningún problema.

Su mandíbula se tensa y sus ojos están matándome con la mirada.

—Ni lo sueñes.

—Nos van a encontrar —digo con calma—. Irás a prisión...—añado por lo bajo y termino mascullando—, y te pudrirás en ella.

Mi cuerpo da un brinco cuando el plato de comida es estrellado contra el suelo con brutalidad, mis piernas se colocan de pie y Henry corre y se esconde detrás de mí, rodeando mi cintura con sus brazos y enterrando su rostro en mi espalda. Tyron luce como un animal salvaje, está furioso. Pero aún así, sigue controlandose, sigue sin explotar.

El ambiente tenso es roto por la risa de Tyron, es una carcajada ronca y amarga, sus ojos me miran con diversión y lo veo acomodándose en el lugar, cruzándose de brazos y mirándome con burla. Coloco mis manos sobre las de Henry y acaricio su piel, está temblando, está llorando en silencio mientras se aferra con fuerza a mi cuerpo.

—¿Y quién lo hará? —pregunta con burla—. ¿Quién te encontrará, Hailee?

No respondo, no digo ni una sola palabra.

Su risa vuelve a sonar por segunda vez y está vez genera escalofríos que recorren todo mi cuerpo. Hay maldad, sabe algo que yo no, se está regocijando por ello, está aterrandome cada vez más. Sus ojos caen sobre los míos y hay tanta burla en ellos, tanta maldad que mi instinto es dar un paso hacia atrás.

—Ya sé quién te va a encontrar pero me temo que no lo hará. ¿Tu abuelo? —niega con la cabeza—. Está demasiado ocupado culpandose por todo, ¿Sam? Está sufriendo. Ni Darel, tu ex novio podría ayudarte si así lo deseara. —Se levanta con cuidado de la silla—. Nadie, escucha bien, absolutamente nadie va a encontrarte, porque estás sola, porque no van a salvarte Hailee, no hoy, no mañana, nunca, recuerda eso, querida.

—¿Y quién dice que soy la princesa que necesita ser salvada del dragón? —digo con una tranquilidad que me sorprende—. Me dañaste, me rompiste cuando solo era pequeña —murmuro con la voz baja—. Y mírame, sigo aquí, no voy a ser la princesa, nunca lo he sido ni empezaré a serlo ahora, seré la reina, seré la puta ama de tu maldito juego retorcido, y cuando estes encerrado, ire a verte con una sonrisa en los labios y diré: Gane.

—¿Lo harás cuando vuelva a romperte? —inquiere con calma y sonriente, aunque está titubeando, lo veo en su mirada—. ¿Te vas a levantar cuando de mi golpe final, Hailee?

Mi ceño se frunce por unos segundos, lo miro confundida y doy un paso hacia atrás, arrastrando a Henry conmigo cuando se aleja de la mesa.

—¿Lo harás?

No respondo.

Tengo miedo, no sé qué he hecho, acabo de cometer un error, he despertado a la bestia y esta tiene hambre, está feroz, está hambriento y yo soy su presa. Veo como ladea la cabeza hacia un lado y comienza a acercarse, retrocedo por instinto, estoy temblando del miedo, del pánico. No hay salida, no hay escapatoria.

—Henry —llama al detenerse—. Ve a la habitación y acuéstate a dormir.

El pequeño detrás de mí ni se inmuta, no hace nada, no dice nada, solo se aferra a mí con más fuerza. Los ojos de Tyron pasan de Henry hacia mí y arquea una ceja, mientras me observa con burla, con malicia.

—No creo que quieras lastimar al niño, así que dile que haga caso. O también lo romperé a él.

Volteo hacia atrás y veo a Henry, está aferrándose con más fuerza a mi, cuando veo a Tyron, no veo duda en su rostro. Está dispuesto a todo con tal de lastimarme. Quiere que sea su títere, su víctima, quiere que sea la persona que rompe en miles de pedazos.

Giro mi cuerpo con cuidado y arrodillo en frente de Henry, tomo sus manos entre las mías y las intento quitar de mi cuerpo, su llanto comienza a ser más fuerte, más doloroso y un nudo se forma en mi garganta.

—Desty...no —gimotea en medio del llanto y cuando me ve, sus ojos cafés son claros y llenos de dolor, de tristeza—. Por favor, no.

Le sonrío, aunque quiero llorar, aunque quiero gritar de la impotencia me las arreglo para regalarle la sonrisa más grande que puedo darle y niego con la cabeza. Tomo su rostro entre mis manos y seco sus lágrimas, su cabello rizado está desordenado y algunos rizos cae sobre su cara, los cuales aparto.

—Ve al cuarto, escondete debajo de las sabanas y canta hasta quedarte dormido —susurro en voz baja.

—Él...

—Estaremos bien —musito—. Ambos lo estaremos, lo prometo.

Me mira con terror y niega con la cabeza, lo obligo a verme y le prometo una y otra vez con la mirada que lo sacaré de aquí, que será feliz, que tendrá una vida normal y superaremos esta mierda. Se lo prometo y estoy dispuesta a ayudarlo, a cuidarlo, a sacrificarme por él.

—Ve a dormir, cielo —susurro con amor y beso su frente.

Un sollozo sale de sus labios y antes de irse me abraza, es un abrazo que me rompe de mil maneras aún cuando ya estoy rota en miles de fragmentos. Cuando se aleja de mí me mira con amor, con dulzura, con esperanza y me aferro a su mirada, me aferro a lo que susurra:

—Te amo, Desty.

—Te amo, Henry.

Lo veo dar pasos titubeantes, lo veo alejarse con cautela, lo veo desaparecer cuando entra en la habitación. Debo morder mi labio inferior para no echarme a llorar, para no quebrarme, me levanto con dificultad del suelo, tomo una gran bocana de aire antes de ver al monstruo.

Está sonriendo y negando con la cabeza a la vez, su mano se extiende en mi dirección y no quiero tomarla, no quiero hacerlo, pero al ver su mirada, al ver como me reta, como espera que huya y grite me obligo a hacerlo.

El contacto me da asco, repulsión. Escucho a Henry cantar mientras soy guiada escaleras arriba, mi corazón da un vuelco, las lágrimas queman detrás de mis ojos, me destrozan, me hacen añicos. Dejo salir un suspiro tembloroso mientras termino de subir.

Cuando la puerta se cierra detrás de mí tengo que tragar saliva con fuerza, siento las manos del bastardo en mi espalda baja, está guiandome por un pasillo y pronto estoy en una sala pequeña, por la ventana veo la sombra de árboles y el cielo está oscuro.

¿Cuánto tiempo llevo encerrada en el sótano?

—Tu madre te odiaba —dice detrás de mí—. Lo hacia con toda su alma.

Cierro mis ojos con fuerza.

—¿Quieres saber por qué? —cuestiona en mi oído y me apartó.

No respondo y coloco una distancia prudente entre ambos, mis ojos detallan el lugar. Es una pequeña cabaña, no veo muchas puertas, la sala y la cocina están cerca, el piso es de madera oscura y las paredes están pintadas de blancos y poseen muchos cuadros.

—No hay salida, así que no la busques, Hailee.

Mis ojos van hacia él, está sentado en un sofá color vino, su mano hace una señal para que haga lo mismo; para que me siente pero no lo hago, no me muevo de mi lugar. Necesito encontrar algo con lo cual defenderme, algo que me ayude a huir junto a Henry.

—No fuiste planeada por tu madre —dice y siento una punzada en el corazón—. Fuiste un error, alguien que no debía nacer pero que tampoco quería abortar, así que te tuvo. Obligada a tenerte, obligada a permanecer junto a tu padre cuando no quería hacerlo. —Duele, escucharlo está empezando a quemar mi corazón—. Eras una bastarda, siempre lo fuiste para ella. Por ti no siguió bailando, no podía, cuando estaba embarazada de ti tuvo un accidente, se rompió el ligamento de la rodilla y no quedo igual aún cuando la operaron, fue tu culpa que ella no volviera a bailar, no volviera a hacer lo que amaba.

—Pobre de mi madre —musito sin ninguna emoción, aun cuando estoy muriendo por dentro.

Su sonrisa crece.

—Le quitaste lo que más amaba en el mundo. ¿Sabes cuánto se esforzó tu madre por llegar hasta dónde estaba cuando quedó embarazada de ti? —silba y mi cuerpo se tensa—. Mucho, lo hizo bastante. Paso de ser la niña granjera sin futuro a ser una de las bailarinas de ballet contemporáneo más anhelada del país, era una diosa. Siempre la veía bailar cuando iba a visitar a mis abuelos, era arte.

≫ La conocí desde que éramos niños, nos hicimos amigos que solo se veían cuando yo iba de vacaciones al pueblucho, la ayude a entrar a la academia de baile, fui su héroe y aún así tu madre se fijo en tu padre, en el patético de tu padre —se ríe—. Era divertido ver como Halsey le mostraba una faceta perfecta a él cuando conmigo era una diabla que amaba quemarse en el infierno.

Suspira y ladea la cabeza hacia un lado, mientras niega con la cabeza.

—Tu madre nunca fue fiel a tu padre, jamás, aún cuando estaba con él me buscaba a mi, me anhelaba a mi, éramos del otro, nos amamos con frenesí.

—Tanto te amaba que te escondía del mundo —murmuro con sarcasmo y lo veo tensar su mandíbula—. Mi madre no te amaba, no amaba a nadie.

Su rostro se oscurece, se llena de ira por unos breves segundos y después se convierte en una mirada llena de malicia, de burla.

—¿Lo dices por qué nunca te amo a ti? —inquiere—. ¿Por qué no te defendió? ¿Por qué te mintió?

Tengo que cerrar los ojos con fuerza para no echarme a llorar. Allí está la punta del aguijón, está haciendo presión, está doliendo, provocando sangrado.

—Eres una mierda asquerosa —mascullo con la voz temblando.

—La última vez que alguien me llamó así terminó degollada en su propia casa, aunque quedó bien vestida y arreglada.

Un escalofrío recorre mi cuerpo con violencia al escucharlo hablar de una asesinato sin inmutarse, las ganas de vomitar se instalan en mi garganta y quiero hacerme un ovillo en el suelo. La sonrisa que me demuestra al ver mi desconcierto y el miedo filtrándose en las facciones de mi rostro es la de un completo psicópata, de alguien que no siente ni el más mínimo remordimiento, que no siente realmente nada.

—¿Crees que estoy loco? —inquiere en voz baja—.¿Crees que soy un psicópata maníaco?

—Sí —digo con la voz temblando ligeramente—. Lo creo.

Suelta una carcajada y niega con la cabeza, lo veo sacar un cuaderno y un lápiz, luego lo deja en la mesa de noche enfrente de él, lo siguiente que saca es una pequeña grabadora, la cual deja junto a lo demás. Sus ojos buscan los mío y me mira sonriente.

—Si logras escapar, irte, entonces deberás escribir la historia de un psicópata. La historia de este maniaco. —Señala el sillón frente a él—. Siéntate, Hailee y escucha.

Mi corazón late rápido, con prisa, está chocando con violencia contra mi caja torácica, está yendo tan rápido por el miedo que temo que pueda detenerse. Lleno mis pulmones de aire y no aparto la mirada de él mientras camino con cautela hacia el sillón. Una sonrisa satisfactoria se desliza por sus labios y me observa divertido, como si estuviera viendo a una pequeña ingenua.

Juega, debes jugar y ganar.

—¿En serio crees que podrás irte de aquí? —inquiere en voz baja y niega con la cabeza—. No sé si eres muy estúpida o muy ingenua.

Le sonrío, me obligo a hacerlo. Me inclino sobre mi torso y tomo el cuaderno y lápiz, enciendo la grabadora y clavo mi mirada en él cuando pronuncio.

—¿Cuál es tu historia?

Se encoge de hombros, quitándole importancia. Todo asesino tiene un comienzo, tiene un porqué aunque no lo crea, venganza, ira, una enfermedad mental, algo que lo motiva, qué lo excita.

—Hijo de una familia normal, sin traumas, ni problemas, era un niño normal —dice con tranquilidad.

—¿Y cómo fue que un niño normal se convirtió en un demente?

Sonríe, lo hace amplio.

—El amor lo llevó a la locura. ¿Haz escuchado ese decir que dice que por amor hacemos locuras? —Chasquea la lengua—. Yo lo hice por tu madre, obligue a que su primer novio siguiera con ella aún cuando él ya había cumplido su cometido: Quitar su virginidad. —Niega con la cabeza—. Tu madre lo amaba, lo hacia, lo vi en su mirada y después, simplemente dejo de amarlo y se fue con la cabeza en alto de ese pueblo.

Rie, se rie por lo bajo como si hubieran contado un chiste y niega con la cabeza.

—Recuerdo que una vez la muy idiota se metió con uno de los profesores del instituto de ballet, este solo la uso para sexo y la desecho como una basura. Ahí fue cuando le di una paliza por primera vez a alguien, lo hice añicos, tanto que lo deje en coma. —Sonríe orgulloso—. Él fue mi primera víctima, hace poco lo desconectaron, así que debe de estar en el infierno justo ahora.

—¿Ni un poco de remordimiento? —inquiero en voz baja—. ¿Nada?

Niega con la cabeza.

—No sientas remordimiento por darse su merecido a escorias.

—Tu también eres una escoria —escupo.

—¿Y si tuvieras la oportunidad de matarme lo harías, Hailee? —inquiere—. ¿Lo harías? ¿Serías capaz?

—Sí.

Alza las cejas con incredulidad y deja salir una corta risa. Mi mano tiembla mientras escribo por tercera vez que no posee remordimientos, que es un completo demente, un psicópata, un maníaco. Debo tragar saliva con fuerza para levantar mi mirada del papel lleno de garabatos y posarla en él.

—¿Qué edad tenías cuando lo hiciste? —inquiero.

—Dieciocho —responde con total calma—. Halsey sabía lo que hice, ella curó mis heridas, ella durmió conmigo esa noche y me agradeció protegerla. —Suspira—. Tu madre podía ser muy manipuladora cuando quería, y yo era el niño estúpido que había caído por la mujer de ojos cafés y cabello rojo como la sangre.

—¿También era una psicópata?

Niega con la cabeza.

—No lo era, ella está más como una controladora, alguien que creía que todos éramos títeres y ella era el titiritero. Yo hacia las cosas porque quería, a mi no me tenía que controlar, conmigo no tenía que actuar como la dulce princesa cuando en realidad era maléfica. —Se ríe—. A tu padre lo controló ciento de veces, lo manipuló como un títere y él no se dio cuenta por estar enamorado.

Lo sé quiero decir, porque lo hizo enfrente de mis ojos muchas veces y no entendía cómo era que no veía lo que yo veía, supongo que es por ello que creía que estaba mal pensar que mi madre era una arpía, una bruja.

—Seguí defendiendo a Halsey miles de veces, seguía acostandome con ella como compensación otras veces más y algunas eran por ganas que teníamos los dos. —Suspira—. Luego tu madre se casó y creía que todo había acabado, pero no fue así, un día antes de la boda estuvimos juntos. Éramos compañeros de baile, de cama y de crímenes pequeños. Aunque esa noche, ya no quería una compañera, ya no la quería a ella.

Frunzo el ceño al no entender lo último y no debo preguntar, sé que él lo dirá por sí solo.

—Aquí va una historia, un gran historia. —Hace una pequeña pausa—. Un hombre hizo locuras por amor, pero se cansó de la mujer con la cual tuvo tanta obsesión, porque había alguien más, una niña de ojos azules, de cabello rojo, alguien mucho más hermosa que su primer amor, y cuando se quiso volver a acercar años después, cuando quiso tenerla ya que era una señorita y no una niña, la madre por primera vez le negó algo, se negó a dársela.

≫ Así que el hombre se enojó, perseguía a la niña sin que lo supiera, la veía con su mejor amigo, con su novio y quería que fuera de él, que fuera su pequeña princesa. Solo de él, pero la madre que nunca la amo, que nunca la protegió no quiso que se acercará el hombre esa vez, y estaba tan furioso, tan desesperado.

—¿Por qué no dejó que el hombre se acercará? —inquiero con la voz temblando—. ¿Por qué si no la protegió cuando era una niña?

Sonríe.

—Porque el padre estaba sospechando todo. El padre sabía que el niño no era suyo, sabía que la esposa era cruel cuando él no estaba, sabía que le hacia daño a su hija y se lo advirtió a la mujer. Si su hija era lastimada, la iba a destruir en miles de pedazos con tal de defender a sus hijos. —Se ríe—. Tu padre era un bastardo cuando se enojaba, siempre la familia primero, siempre los hijos sobre la pareja.

¿Y por qué no me dijo nada? ¿Por qué no lo dijo? Cierro los ojos por unos breves momentos y algunas lágrimas caen por mis mejillas, me cuidaba en las sombras, me amaba con su vida entera, así era mi padre y sé que jamás voy a tener un amor tan grande como el suyo, sé que jamás voy a poder volver a verlo, pero anhelaría tanto hacerlo por una última vez y decirle cuanto lo amo.

—La mujer estaba enojada, estaba furiosa, entre ellos las cosas por primera vez en años estaban mal, el hombre ya no se dejaba manipular, ya no era su títere, y ocurrió otro problema, el novio de la niña estaba sospechando también, estaba curioseando dónde no debía.

Ax...

Tyron sonríe y niega con la cabeza.

—Él sabía que Henry no era tu hermano, sabía que tu madre me veía, lo sabía. Cuando se fue a la universidad confirmó todo, debo ser sincero, él era astuto y nunca se rendía. —Hace una pausa y sonríe—. Aunque está vez yo gané.

Frunzo el ceño.

—¿De qué hablas?

Solo sonríe y no responde mi pregunta.

—Tu madre lo amenazó, yo lo hice, él no podía abrir la boca, no podía hacerlo o terminaría mal, aunque, era muy terco, no hizo caso y por ello una vez tuve que darle una paliza, pero si haciéndolo hizo caso. —Suspira—. Tu madre me pidió que asesinara a tu padre, que lo hiciera parecer un accidente, él quería separarse de ella y no dejarle ni un solo centavo, dejarla sin hijos, y no podía dejar que eso sucediera según ella.

≫ Me dijo cuándo y dónde hacerlo pero no lo hice. Tengo un arrepentimiento Hailee, lo tengo y es este: El accidente de tus padre, ese accidente lo provoqué yo, hice que el accidente ocurriera, hice que el único testigo que había callará, y de lo único que me arrepiento es de no haber averiguado quiénes iban en el auto, porque mi hija pequeña estaba en el.

Me paralizo.

Cada músculo de mi cuerpo se paraliza y el aire parece no entrar en mis pulmones por unos breves segundos, mi corazón va a una velocidad tan alta, tan feroz que duele. Las lágrimas quemán mis ojos, mis manos están temblando y todo es tan retorcido, tan cruel.

Ali.

Ella...

Mi pecho se contrae, un sollozo queda atascado en mi garganta, arde, todo esto me está despedazando.

—Y Axellen también estaba allí. ¿Quién hubiera dicho que mataría a dos personas de un golpe? Aunque hubiesen sido tres si Ax se hubiera muerto, supongo que ese fue un fallo. Aunque perdió la memoria y no podía decir nada. —Se ríe—. Sentí lástima por la muerte de Halsey, fue una larga relación, pero me sentí orgulloso al saber que estarías sola. —Me sonríe con amargura—. Me equivoqué, tenías a Sam, al abuelo, a los padres de Sam y después desapareciste de mi campo de visión cuando Ali mejoró.

Chasquea la lengua y niega con la cabeza.

—Mis hijos estaban bien, tu estabas bien, solo debía encontrarte, cosa que hice rápidamente y solo te vigilaba de cerca. Aunque Lissa, mi esposa, era una perra insistente por saber que hacia y que no hacia, tuve que fingir mi muerte, tuve que hacer que no existía, necesitaba dejar de ser Tyron y empezar a ser una nueva persona. Pero ella sabía que estaba vivo, ¿cómo se dio cuenta? No lo sé —hace un gesto asqueado—. Lo que sí hice

fue asesinarla cuando vi que Axellen estaba buscándola de nuevo, Lissa sabía todo, sabía cada uno de mis crímenes y si abría la boca estaría perdido. Era Tyron Stark, el hombre que había muerto meses después de Halsey Belova, y un muerto no puede regresar a la vida después de tantos años.

Mi mente intensa procesar todo, intenta unir cada pieza pero no soy capaz de hacerlo por completo, estoy aturdida, pasmada ante todo lo que cuenta y sobre todo la manera en la cual la cuenta, como lo hace sin nada de interés, es como si contara una historia sencilla y no una en donde confiesa sus pecados.

—Mi padre...él...—murmuro con la voz ronca y con las lágrimas cayendo.

—Estaba despierto cuando lo vi en el auto —chasquea la lengua—. Estaba intentando llegar a Ali, aunque se desmayó antes de poder hacerlo. —Aplaude—. Y tu amor, el gran amor de tu vida también lo estaba, me vio el rostro, me culpó mientras tartamudeaba y lo vi caer inconsciente rápidamente. —Suspira—. Me quedé cerca solo para asegurarme que Ali estuviera bien, solo por eso, y me sorprendí al ver que sacaban a tu padre y a Axellen, ambos también estaban vivos. Aunque ya no lo están.

—Ax sigue vivo —digo con la voz temblando—. Y cuando recuerde, si lo hace pronto, sabrá que estás vivo y le dirá a la policía.

Una carcajada larga, profunda y llena de diversión sale de los labios de Tyron. Mi cuerpo se estremece y él me observa con burla, con lastima.

—Él fue un cabo que deje suelto, Hailee, no debí hacerlo porque creía que no era importante, pero comenzó a molestar de nuevo en mi camino y tuve que encargarme de él.

Mi cuerpo tiembla y lo miro con confusión y a la vez con terror.

—¿Qué hiciste? —inquiero con la voz temblando.

Sonríe con orgullo y se cruza de brazos.

—Lo que debí de hacer hace años y no dejar suelto. —Sonríe—. Asesine a Axellen y está vez, lo vi morir.

No.

—Mientes...no es cierto —digo temblorosa.

—¿Lo hago? —dice con una ceja arqueada.

No respondo y su sonrisa crece, veo como se acerca al televisor y toma el control, lo enciende y coloca el canal de noticias, hablan de mi desaparición y la de Henry, de cómo llevó casi tres días desaparecida y Henry un día, de cómo se ha ido a la mierda. En la televisión veo a Sam, al abuelo, ambos lucen destrozados, ambos estan rotos.

Comentan que Ali está bajo cuidado policial, la escondieron, la están protegiendo y eso es un alivio a mi corazón.

—Ya no podemos estar los cuatro juntos —escucho decir a Tyron—. No por ahora.

Mi corazón da un vuelco cuando pasan a otra noticia, es desgarrador lo que leo. Axellen Kidman, muerto. Las palabras accidente y muerte llenan mis oídos, no se salvó, murió en un accidente, donde la policía dice que hubo un total de tres autos involucrados y dos se dieron a la fuga, aunque lograron dar con uno que afirma que el otro auto estaba persiguiendo al de Ax.

Las lágrimas caen por mi rostro sin ser retenidas y mis pies se colocan rectos y acercan al televisor. Veo a los padres de Ax llorando, veo a Melania pidiendo justicia para su hijo, veo el padre de Ax hecho añicos.

Arde, arde como el fuego, quema y desgarra mi piel. Arde, es tan doloroso como si fuera una quemadura de tercer grado, gimoteo en medio del llanto que me consume, el aire es tan escaso. Mi cuerpo se estremece por los sollozos. Corto, efímero, fugaz, todo da tantas vueltas, un minuto, un segundo, una milésima de tiempo, pasa tan rápido; es como el aleteo de un ave. Quiero gritar, pero no puedo, no sale mi voz, no hay un chillido de dolor, no hay nada que no sean sollozos.

Parpadeo, existo, intento controlar mi respiración, estoy tirada en el suelo sollozando con violencia, no sé en qué momento caí. Él está muerto, se fue, el sueño, el sueño fue una despedida, una cruel y desgarradora. Siempre creímos ser sempiternos pero a diferencia de la palabra; nosotros si tuvimos un final, uno inevitable.

Asesinó a mi padre, asesinó a la persona que más me amaba en este mundo, y ahora acaba de arrebatarme a la persona que amo, que me cuidó, quien volvió a enamorarme.

—Si de algo sirve, pensó en ti hasta el último momento —susurra con burla en mi oído—. Te amó hasta la muerte, Hailee. Tanto tu padre como él lo hicieron.

Llevo mis manos hacia mi pecho y tiemblo, me rompo en miles de fragmentos, no, ahora soy polvo, no soy fragmentos. Lo hizo, me rompió, me destruyo, me ha hecho añicos como nadie lo ha hecho en está vida. Lloriqueo por el dolor en mi alma, por la tristeza que me embarga.

—Dime, ¿ahora seguirás de pie? ¿Seguirás luchando, Hailee? —lo escucho preguntar con burla—. ¿Por qué seguir luchando cuando ya perdiste?

Tengo motivos, aún los tengo, mi familia, debo seguir por ellos. Mi cuerpo se tensa al sentir como sus manos acunan mi rostro, tiemblo y grito para que me suelte pero no lo hace, me sostiene con más fuerza. Sus ojos chocan con los míos, hay mal en ellos, hay burla, diversión, está disfrutando esto.

—¿Lo harás?

Lo escupo en la cara, lo aparto, coloco espacio entre ambos. Nos miramos desafiantes y lo digo, se lo digo con la mirada, lo haré, seguiré luchando, ganaré, seré la reina, seré como un fénix y no lo dejaré ganar. No por mi, no solo es por mi, es por ellos, por mis hermanos, por mi padre, por Ax.

Me levanto del suelo, lo veo desafiante.

Lo haré, me levantaré y no necesito decirlo en voz alta, él ya lo sabe.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro