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Accidente fatídico deja tres muertos y dos heridos de gravedad.
Es el título del artículo, veo la fecha y es exactamente cuando yo tuve el accidente y, en vez de seguir buscando el artículo por el cual vine a los archivos, comienzo a leerlo y dejo de lado todo lo demás.
El mundo del baile y medios de comunicación están de luto. El sábado, a las 10:30 pm, cuando la tormenta estaba en su punto más fuerte, un accidente fatídico arrebato tres vidas, dejando dos de ellas en estado crítico y sin mucha esperanza para sus familiares.
Según los informes policiacos, tres autos se vieron involucrados en un accidente fatal, donde Alexander, un hombre de 34 años de edad, bajo los efectos del alcohol y algunas drogas; impactó su auto —muriendo instantáneamente— contra el auto en el cual iba la ex-bailarina de contemporáneo, Halsey Belova, junto a su esposo Richard Belova, conocido por sus maravillosos y pulcros reportajes, y su pequeña hija; Alice Belova.
La bailarina de contemporáneo murió en la escena, mientras que padre e hija sobrevivieron y lograron llegar al hospital con vida, pero en horas de la madrugada, Richard Belova murió.
El tercer auto involucrado iba conducido por Axellen Kidman, hijo de la reconocida presentadora Melania Kidman, el joven de diecinueve años de edad, se vio envuelto en el accidente cuando el auto donde iba Richard Belova y su familia, impactó contra el suyo. El joven, actualmente, se encuentra en estado crítico en el hospital, Santa Lucía, donde junto a la pequeña Alice Belova, luchan por lograr sobrevivir.
Los familiares no han dado declaraciones a la prensa, pero según fuentes confidenciales, el accidente ocurrió de manera extraña, debido a la posición en la cual encontraron los autos. Según la policía, sólo fue un accidente de tránsito provocado por un hombre bajo la influencia de sustancias tóxicas, y con una tormenta que cobró vidas en la carretera mojada y peligrosa, pero algunos periodistas, amigos de la familia Belova y de la familia Kidman, han proclamado que no fue así.
Frunzo el ceño al terminar de leer el reportaje, busco entre la fechas y encuentro otro reportaje.
Declaraciones oficiales del departamento de policías de Australia, han declarado después de dos días del fatídico accidente que un cuarto auto pudo haber estado involucrado en el accidente, debido a las marcas de cauchos quemados en la carretera, que posiciona un cuarto auto en la escena, el cual pudo haber sido el que dió aviso a los servicios de emergencias y luego se dió a la fuga.
El departamento de policía ha declarado que están haciendo todo lo posible por llegar al fondo de los hechos.
Busco otro reportaje de semanas después y leo rápido lo que dice.
La investigación del accidente fatídico del pasado sábado, el cual arrebato tres vidas y dejo a dos heridos de gravedad —quienes han mejorado durante el transcurso de los días, según fuentes confiables— ha sido cerrado.
Declaraciones del departamental de policía descartaron la posibilidad de que un cuarto auto hubiera estado involucrado en el accidente, debido a que una mujer mayor, confesó haber hecho la llamada de alerta y haberse ido por miedo, según la mujer, jamás había presenciado algo tan horrible y, cuando reaccionó, ya se había ido del lugar de los hechos.
Dejo de leer y mis ojos se clavan en los archivos enfrente de mí. Pasó mis manos por mi rostro, lamo mis labios al sentir los resecos y respiro profundo.
Leo varias veces los reportajes, una y otra vez y no sé por qué lo hago, no sé qué busco, sólo sé que hay algo, hay algo que no encaja.
—Accidente fatídico deja tres muertos y dos heridos de gravedad —saboreo las palabras cuando las pronuncio varias veces, miro la fotografía del reportaje, salen tres autos destrozados, cada uno a distancias prudentes, cada uno destrozado hasta quedar solo metal aplastado.
Busco entre los archivos algún otro reportaje, encontrándome con algunos en los cuales habla de mi coma temporal y sobre Alice, pero no dice nada más del accidente.
—¿Qué haces ahí tirado?
Volteo hacia el comienzo del pasillo y veo a Clary sonriendo y acercándose a pasos rápidos. La punta de su tacón choca contra el suelo, provocando un sonido con eco por el lugar.
Su ceño se frunce cuando se acerca más a mí.
—¿Todo bien? Parece que hubieras visto un fantasma.
Sonrío de lado y niego con la cabeza. Recojo los reportajes y los guardo en una carpeta marrón. La cual tomo como un preciado objeto entre mis manos.
—Todo bien, sólo buscaba algunos viejos reportajes.
Asiente.
—Perfecto, porque debemos ir a almorzar y debes acompañarme al centro comercial.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué?
Arquea una ceja.
—¿Recuerdas qué día es hoy?
No capto al principio y al hacerlo golpeo mi frente con la palma de mi mano. Dejo salir un largo suspiro pesado y Clary sonríe.
—Se te olvidó.
—Lo hizo.
—Y no tienes regalo —afirma sonriente.
—Y tú tampoco.
Sonríe amplio hasta que sus ojos se achinan y se encoge de hombros.
—Nunca sé qué regalar.
Le devuelvo la sonrisa.
—En ese caso, debemos comprar dos regalos.
Asiente con seriedad y se engancha a mi brazo, mientras salimos de la sala de los archivos.
—Tengo algunas ideas —habla rápidamente—, y si aportas algunas sería fantástico.
Dejo en un beso en su cabeza y le pido que relate sus ideas, pero en vez de escucharla, en vez de concentrarme en lo que dice mi mente vuelve a los reportajes.
Vuelve a lo que decía y, mientras más le doy vueltas a las cosas, algo es claro en mi cabeza.
Hay algo extraño en todo esto.
—No puedo creer que lo hiciste —reprocho en voz baja y en tono acusador, mientras que entrecierro mis ojos.
Él rueda sus ojos y resopla con frustración.
—Debía hacerlo.
—No debías.
—Le gustan.
—Te chantajeo.
Resopla como un caballo y voltea a verme con fastidio. Tiene ojeras y una sombra, donde antes estaba su barba y que él abuelo le obligó a afeitarse, decora su piel. Sé que está pasando lo mal, hace días que le pidió a Mayrah tiempo, hace días que no habla con ella y sé que la quiere, sé que la extraña, pero también sé que ya no era como antes y que ella estaba muy extraña.
Sólo espero que ambos solucionen las cosas.
Sus ojos avellanas se clavan en los míos y apoya su mano a la mesa donde estoy colocando todo los aperitivos.
O, mejor dicho.
Todo lo que alimentará las lombrices de los niños.
—Él lo quería, me lo pidió.
Arrugo la nariz.
—No te pidió una granja de hormigas, te chantajeo con ella para subirse a tu auto para ir a la escuela. Son dos cosas diferentes.
—Lo hará feliz.
Niego con la cabeza.
—Le enseñarás que obtendrá lo que quiere si nos chantajea. —Lo veo a punto de protestar y me adelanto—. Se la iba a regalar para navidad, pero como te adelantarse, cada vez que intente chantajearnos deberás lidiar tú con ello.
Sonríe perezosamente y asiente, desordenando mi cabello con pereza. Me quejo por ello y él se ríe. Término sonriendo y abrazándolo, obligándolo a enterrar su nariz en mi cuello y devolverme el abrazo.
—Estoy aquí, Samuelito.
—Lo sé, zanahoria.
Apoyo mi mentón en su hombro y acaricio su espalda.
—¿Sabes que necesitas?
—¿Qué? —musita en voz baja.
Me aparto de él y sonrío amplio. Su ceño se frunce en confusión y ladea la cabeza a un lado.
—Debes venir a vivir con nosotros.
Arquea una ceja.
—A veces duermo aquí.
—Lo sé, pero es mejor que pases todos los días aquí, vivas aquí, no es bueno que estés en un departamento sólo.
Intenta sonreír y hace una mueca. Tomo su mano y le doy un apretón.
—¿Cómo en los viejos tiempos?
Sonrío con pereza y asiento con la cabeza.
—Como en los viejos tiempos.
Años atrás, después de la muerte de mis padres, él vivía con nosotros, me ayudaba con los enanos, éramos inseparables y sólo nos alejamos un poco cuando empezamos la universidad, y eso solo era por la distancia entre las universidades y por el horario, porque seguíamos viviendo bajo el mismo techo.
Hasta su madre, Sandy y su padre vivieron unas semanas con nosotros cuando Ali salió del hospital.
Somos una familia.
—Eso suena bien.
Sonrío complacida y aplaudo. Cuando intento hablar, Sandy, su madre lo llama para cortarle el cabello. Ya que a todos nos cortó hoy el cabello.
Sam resopla y después de sonreír camina en dirección a su madre y muerdo mi labio inferior al recorrer con la mirada el patio. La decoración es de dinosaurios, todo es completamente de ellos. El tiempo no espera por nadie y el pequeño Henry ya tiene nueve, es un niño inteligente y grande.
Ahora entiendo porque las madres sienten tanta nostalgia al ver a sus hijos crecer. Yo lo cuide, lo eduque, lo ayudó con sus tareas y le enseñe a leer, a escribir, es mi pequeño hermanito que cada vez más crece, y el tiempo va muy rápido.
―Debes bajar ―digo por novena vez.
―Hailee...
―No, nada de Hailee ―le digo y la tomo del brazo para levantarla de la silla―. Vas a bañarte y saludar a los invitados y ayudar a que la fiesta de Henry sea un completo éxito. ―La tomo por los hombros―. ¿O no quieres que tu hermanito menor sea feliz en su día? Porque no será feliz al ver que su mejor amiga y hermana no está junto a él cuando sopla las velas, o cuando juega con los niños.
La veo cerrar los ojos con fuerza por unos breves momentos, cuando agacha la cabeza su frente queda a la altura de mi estómago y deja salir un jadeo.
Oh, no. Otra vez va a decirlo:
―Me siento mal, Desty. ―Alza su mirada hacia mí y hace un puchero―. Me duele el estómago, algo tuvo que caerme mal.
Es mi turno de gruñir y comenzar a empujarla hacia la puerta.
―No voy a creer esa mentira otra vez ―digo firme y la obligo a entrar al baño, abro la llave de la ducha para que el agua se caliente y volteo a verla, apuntándole con mi dedo índice―: Ni se te ocurra decir otra mentira, porque te vi comiendo a escondidas las galletas del abuelo.
―¡No es cierto!
―Claro que lo es ―afirmo―. Además, tienes chocolate en el rostro, y cuando el abuelo sepa que fuiste tú, te va a matar.
Sus ojos se abren con horror y se mira rápidamente en el espejo con desesperación, una sonrisa burlona se desliza por mis labios al verla buscar algo que nunca va a encontrar, es tan fácil hacerla caer.
Voltea a verme y con el ceño fruncido.
―Mentirosa, no tengo nada.
Me encojo de hombros y camino hasta ella, inclino mi cuerpo hacia adelante y sonriendo digo:
―Y si no hubieras comido esas galletas, si fuera mentira, no te hubieras asustado, y mucho menos hubieras buscados las pruebas del crimen. ―Sonrío amplio y beso su frente―. Te buscaré que ponerte, apura.
Salgo del cuarto del baño y me adentro al cuarto de Alice, resoplo al ver la cama echa un desastre y me coloco a acomodar, básicamente acomodo todo mientras ella se ducha. Saco la ropa que quiero que se coloque y la dejo sobre su cama, me giro y dejo caer mi cuerpo sobre la silla de su escritorio, veo la foto que tiene sobre el, salimos todos, y recuerdo que fue tomada cuando fuimos de viaje a Russia, así conocimos el hogar de papá.
Nunca voy a olvidar las sonrisas en el rostro de los mocosos al conocer la casa donde papá se crió, yo ya había ido varias veces, pero ellos no.
Mis ojos se posan sobre el cuaderno en el cual Alice estaba escribiendo antes de que yo entrara a la habitación, es el mismo en el que siempre se la pasa escribiendo, muerdo mi labio inferior con fuerza.
No quiero invadir su privacidad, porque si lo hago; romperé la poca confianza que me tiene.
Pero las cosas están mal, no habla contigo y tampoco con la mamá de Mayrah. Debes hacer algo.
Dejo salir un suspiro tembloroso y tomo el cuaderno entre mis manos, cuando lo estoy por abrir un movimiento es captado por el orillo de mis ojo, volteo a ver y Clary esta cerrando con cuidado la puerta de la habitación, la veo pegar la frente a la puerta y escucho el sonoro suspiro que deja escapar.
―¿Qué estás haciendo?
Un brinco y un grito ahogado sale de sus labios, mientras voltea a verme con horror. Cuando ve mi rostro suspira con alivio y coloca una mano en su pecho, justo a la altura de su corazón. Dejo el cuaderno en su lugar y giro la silla para que verla de frente.
―¿Clary?
―Me asustaste ―musita en un hilo de voz―. Ibas a ser la causante de un paro cardiaco.
Arqueo una ceja.
―¿Yo?
Se separa de la puerta y asiente con la cabeza.
―Si, tu.
Sonrío y ladeo la cabeza hacia mi lado izquierdo. Niego con la cabeza y me levanto de la silla, acercándome hacia ella.
―Así estarán tus remordimientos haciendo fiesta en esa cabeza tuya que eres fácil de asustar. ―Intenta decir algo, pero le hago una señal con el dedo para que no hable―. Muy mal, Clary. Ahora, confiésate pecadora, ¿de qué huyes?
―No huyo de nada.
Su voz sale firme, pero en sus ojos se ve la inquietud, sospechoso...Asiento con la cabeza para que crea que me ha convencido su respuesta.
―Bien.
Paso por su lado y me dirijo hacia la puerta, cuando estoy a punto de abrirla su mano se apoya a la madera. Ladeo la cabeza y recorro con mis ojos su brazo hasta llegar a su rostro, hay pánico en su mirada.
―¿Qué haces? ―pregunta.
―Salgo de la habitación.
―¿Tiene que ser ya?
Arrugo el ceño al ver la nerviosidad que hay en su voz, me cruzo de brazos y apoyo a la puerta.
―¿Por qué no quieres que salga?
Frunce el ceño.
―No estoy impidiendo que salga.
La miro con aburrimiento y luego veo hacia donde está su brazo, para después volver hacia su rostro y básicamente decirle con la mirada: ¿En serio? Suspira bruscamente y asiente con la cabeza.
―Bien, bien, si lo estoy haciendo.
―¿Por qué?
―Afuera, al final del pasillo, están Mayrah y Sam, parece que están hablando y no supe dónde meterme para que no me vieran por unos largos segundos, hasta que entre aquí.
―¿Y por qué huyes de....? ―me callo de golpe y abro mi boca en una gran O―. Ohh, ya entiendo. ―Sonrío incómoda―. Por aquello te sigues ocultando.
Me devuelve la sonrisa incómoda.
―Sí, por eso.
―Sabes, Mayrah debe de estar arrepentida por haberte tratado mal, así que no te preocupes. ―Coloco mi mano sobre su hombro―. Eres novia de Patrick y lo quieres es a él, así que, sería estúpido decir que estás enamorada de Sam.
Le sonrío comprensiva, esperando que ella también sonría, diga algo, pero se tarda en reaccionar y sonríe tensa antes de decir:
―Lo sé, es estúpido decir eso, yo quiero a Patrick. ―Da un paso hacia atrás―. Sabes, tengo que ir para abajo, y quizás ellos ya salieron del radar, así que, te veo abajo.
No espera que diga nada más y sale de la habitación después de ver con cuidado hacia el pasillo, ¿por qué creo que quizás Mayrah tenga razón? Y no en decir que Clary es amante de Sam, porque él no es de esa forma, lo conozco, no haría nada para herir a la persona que quiere, pero quizás Clary...
―Oh, mierda.
Esto de haber ocultado mis sentimientos por alguien antes, hizo que se me facilitara ver como alguien más también los oculta. Y, creo, firmemente, que Clary si tiene sentimientos hacia Sam. Llevo mis manos hacia mi cabeza y dejo salir un gruñido. Me acerco a la ventana y veo a las personas en el patio, y la cabellera de Clary, cerca de Axellen y Patrick es fácil de encontrar.
Niego con la cabeza.
―Solo espero que no termines lastimada, Clary ―musito.
Un sonido infernal se adentra en mis oídos y hago una mueca, tapando mis oídos con las manos, la voz de Henry suena por las cornetas y pide perdón por haber provocado no sé qué cosa, veo al pequeño mocoso sonriendo algo apenado y luego frunce su ceño, para decir por el micrófono:
―¿Quién caga tan podrido que contaminó el baño?
Escupo el vino que estaba tomando y me atoro a la vez, Axellen palmea mi espalda para que vuelva a la normalidad, y cuando lo hago veo en dirección hacia el enano. El abuelo llega hasta donde está el mocoso y parece decirle algo, mientras que Henry entra en la casa, él habla por el micrófono diciendo:
―Perdonen al niño, no sabe cómo ser sutil, pero también quisiera saber quién, o, mejor dicho. ¿Qué adulto subió al baño y dejó una inmensa bomba nuclear y no fue tan amable de utilizar el aromatizante? ―Suspira y niega con la cabeza―. Para eso sirve, para que se vaya el mal olor y otros no tengamos que estar oliendo su fétido excremento, usen esos cerebros que tienen, para eso están.
Amplio los ojos sorprendida y camino hacia el micrófono para quitarselo, lo alejo de ambos para susurrarle:
―¿Qué crees que haces?
Bufa.
―Digo la verdad, solo un adulto pudo haber soltado tremenda bomba, un niño pequeño o asustado hubiera hecho todo para que el olor se fuera. ―Mira hacia los lados con los ojos entrecerrados―. Gente cochina.
―¡Lukyan!
Revolotea los ojos.
―Ya, ya ―me quita el micrófono―. Lamentamos los inconvenientes, los cuales se hubieran evitado si fueran más aseados.
―Abuelo...―mascullo por lo bajo.
Resopla como un niño pequeño y después de darme una mirada de: Cómo mandes. Termina de disculparse y deja el micrófono a un lado, mientras que la música vuelve a sonar y me ve.
―¿Qué?
Resoplo.
―¿Es en serio? Eres un adulto, abuelo, no deberías hacer eso.
Sonríe y coloca su mano sobre mi hombro.
―Tu lo dijiste, cielo. Soy un adulto, no un mentiroso, mucho menos alguien que piense mucho antes de hablar, y, sobre todo, ya sé quién lo hizo.
Frunzo el ceño.
―¿Cómo sabes quién fue?
―Cuando Henry habló, muchos tenían cara de sorpresa, y cuando yo lo hice, algunos sonrieron por la diversión, y solo una persona en específico se coloco roja como un tómate.
Arqueo una ceja.
―¿Quién?
Hace un movimiento con la cabeza y doy con la Patrick, quien está al lado de Clary, quien se ríe a todo pulmón, el pobre hombre tiene la cara roja como un tómate, y cuando Axellen se acerca a ellos, algo le dice Clary entre risas que hace que él también se ría y miré divertido a Patrick.
―Si ese chico mata a alguien y la policía lo interroga, apuesto una bandeja completa de galletas de chocolate y otra de brownie, a que rápidamente lo atrapan.
Rio para mis adentros y niego con la cabeza, mientras en un susurro digo que también pienso lo mismo. Ambos entramos en la casa cuando un animador comienza a llamar a los niños para hacer otro juego de los muchos que ya ha hecho, ayudo al abuelo a terminar de arreglar la cocina para que él también disfrute de la fiesta y me quedo arreglando los platos en sus lugares determinados.
―Lukyan parece un niño pequeño.
Sonrío de lado y volteo con un trapo entre mis manos mientras lo doblo.
―Es muy sincero.
―Y parece un niño.
Le sonrío y dejo el trapo a un lado, mientras que él se apoya a la encimera de granito.
―Cuerpo de viejo, alma de niño.
Sonríe y asiente con la cabeza.
―¿La organizadora podría dedicarme unos minutos de su tiempo? ―inquiere en un tono de voz bajo.
Toda la semana he estado haciendo los preparativos para la fiesta, he estado arreglando todo, intentando que quedara a la perfección, y casi no he tenido tiempo para hablar con él, porque las últimas dos noches me he quedado dormida al teléfono.
―¿Tanto me extrañas que no puedes vivir sin mi durante una semana, Axellencito?
Deja salir una carcajada por lo bajo y suspira, se acerca y acuna mi rostro entre sus manos, acariciando mis mejillas con sus dedos.
―Lo he hecho, ¿es muy cursi?
Niego con la cabeza.
―No, porque también lo he hecho.
Veo su sonrisa antes de colocarme de puntillas y plantar mis labios sobre los suyos, sus manos bajan hasta mi espalda baja y hacen un poco de presión, mientras me van acercando a su cuerpo, suspiro sobre su boca cuando muerde levemente mi labio inferior, enredo mis dedos en la parte trasera de su nuca y lo jalo hacia mí, porque estar de puntillas me está cansando.
―¿Quieres ir a cenar mañana conmigo y con mis abuelos? ―musita, dejando un corto beso sobre mis labios.
―¿Tu abuela?
Asiente con la cabeza.
―Quieren verte, le agradas.
―Lo sé. Le agrado a todos.
Ríe sobre mis labios y deja un corto beso antes de enderezarse.
―Ese ego alto...
―Así me amas.
Ríe y asiente con la cabeza.
―Pobre de mí al haberme enamorado de una loca como tú.
―¡Oye! ―chillo y golpeo con mi mano su pecho, haciendo que se ría con ganas―. Eres un idiota, Axellen.
Deja de reírse y asiente con la cabeza. Se inclina sobre su torso y deja un beso en mi frente.
―Este idiota te saca sonrisas, eso vale mucho.
Sin evitarlo sonrío por lo cursi que a veces puede llegar a sonar y deja un beso en mi mejilla antes de estrecharme entre sus brazos, apoyo mi oreja en su pecho y escucho y siento los latidos de su corazón, van rápidos, son constantes y sé que él también puede sentir el latir de mi órgano muscular.
―¿Hailee?
Axellen se aparta de mí y voltea a ver la pequeña figura, es Alice, tiene un lindo vestido y su cabello está suelto. La he visto jugando un poco con los niños, y eso me hace sentir mucho mejor, me hace sentir afortunada.
―¿Sí?
―Creo que debes venir.
Frunzo el ceño y doy un paso en su dirección.
―¿A dónde, cielo?
―Al sótano.
Arrugo la nariz, nunca entro al sótano, los lugares subterráneos y oscuros no me agradan, me dan repelús, pánico.
―¿Qué ocurre, Ali? ―inquiere Axellen, acercándose a ella.
La enana aparta la mirada de mi y la desliza hacia Axellen, alzando su cabeza para poder verlo cuando dice:
―Hay una mujer, está discutiendo con la tía Sandy, y no luce amable, ella da miedo.
Axellen voltea a verme y ambos comenzamos a caminar en dirección del sótano, Ali viene detrás de nosotros y se puede escuchar unos leves gritos cuando llegamos a la puerta, pero no se escuchan muy fuerte por la música que hay afuera.
Abro la puerta y los gritos son un poco más claros.
―¡Puedo ir hacia dónde se me pegue la maldita gana, y tu no debes impedirme nada!
―¡Si puedo! Ellos son como mis propios hijos y no voy a permitir que vengas a hacerles daño. ―Escucho decir a Sandy con cólera y en modo de madre oso―. ¡Así que largo de esta casa!
Bajo las escaleras y doblo hacia la izquierda, sintiendo el pánico recorrer mis venas, pero, el terror que siento, el frío que golpea de mi cuerpo y la razón por la cual mis piernas se congelan, es por la mujer que me da la espalda, reconozco esa espalda, y, sobre todo, la mirada de Sandy me confirma que es ella.
Su cabellera castaña, casi rubia, está atada en una cola alta, siento a Axellen posicionarse a mi lado derecho y a Ali quedarse atrás de nosotros.
La mujer se gira hacia nosotros al notar que Sandy mira en nuestra dirección, sus pálidos ojos grises se clavan en mí y es como si hielo estuviera quemando mi cuerpo. Siento que Axellen tenso a mi lado y escucho cuando dice:
―¿Mamá?
Melania Kidman, la mujer que hizo que mi vida fuera miserable cuando adolescente, la mujer que me despreció tantos años, la mujer que, alejó a la persona que amaba, dirige sus ojos hacia su hijo, y, con una sonrisa que coloca los pelos de mis brazos de punta susurra:
―Hola, hijo.
Y sé, de antemano, que el caos se va a desatar en ese pequeño lugar que tanto miedo me da.
Holis, pequeñas personas de internet 7w7 Espero que el capítulo les haya gustado un mundo enorme 💜
¿Quieren adelanto?
Weno.🌚
Tic, toc, tic, toc. ¡BOOM!
Je, je, je. Por cierto, pase «Más allá de su mirada» a borradores, actualmente mi tiempo es re corto y no puedo publicar de ambas historias :'v Cuando termine esta, aquella volverá.
#NoLectoresFantamas
Por favooor, voten, comenten y den muchooo amor 💜
Nos vemos luego 💙
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