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Multimedia: Aitana- Vas a quedarte
Capítulo: 2/2
Por favor, leer la nota al final, es de suma importancia c:
—Cuando llegue tendrás que venir a visitarme, cariño. Estoy ansiosa por ver el hombre en el que te estas convirtiendo poco a poco.
Sonrío involuntariamente y me apoyo a la pared detrás de mí, desde aquí puedo ver a Hailee y los demás, están sentados en una mesa hablando cómodamente y mi curiosidad pica por saber qué es lo que tanto dicen.
—Con gusto lo haré, viejita.
—¡Axellen! —vocifera en un pequeño chillido que hace que me ría a carcajadas—. ¿Eso es lo que te ha estado enseñando tu padre todo este tiempo?
—No, solo me ha dicho que entre más viejita, más gruñona y mandona te colocas.
La escucho bufar y me acomodo en mi lugar, apoyando a la fría pared solo una parte de mi hombro izquierdo y cruzando mis piernas.
—Gruñona es la bruja de tu madre —dice orgullosa—. Esa bruja no dejó que vinieras a verme, siempre tenía que ser yo la que iba a Canadá.
Rio entre dientes.
—Bueno, esa bruja ha sido algo protectora estos años.
—Lo sé, amor mío, sé por qué tu madre es así.
—Y aunque sea una bruja la amas.
Escucho su carcajada y lanzar al aire un ¡Ja! Que hace que una sonrisa se instale en mis labios y no quiera apartarse. Siempre que la abuela iba a Canadá era una tortura porque entre ella y mi madre hay —y siempre habrá—, un resentimiento la una por la otra. Aunque cuando desperté ambas intentaron llevarse bien, pero la abuela nunca estuvo de acuerdo que me fuera del país, ella siempre ha dicho que mi madre se aprovechó de que me sentía confundido para enterrarme sus garras.
—La bruja de tu madre me dio un nieto maravilloso, por eso la aprecio un poquito, pero si no fuera por ti; desearía que un rayo la parta.
—Abuela...
—Lo siento, cariño, pero ella hizo sufrir a tu padre cuando eran jóvenes. —Suspira—. Cuando me visites te contaré su historia, porque sé que ellos no lo harán. En fin... ¡¿Ya conociste a alguna linda australiana? Quiero nietos, Axellen.
—Lamento informarte que no habrá nietos en un futuro cercano.
—Bueno dice resignada—. Al menos puedo decir que lo intenté. Ya viene mi galán para ir a comer. Te llamo luego, cielo.
Me rio entre dientes mientras me despido de ella, a pesar de ser una mujer mayor sigue disfrutando su vida, nunca he conocido a mi abuelo biológico, él abandonó a la abuela cuando se enteró que ella estaba embarazada.
Vaya porquería de hombre.
Y tampoco lo necesita, tiempo después encontró a alguien que la ha amado, respetado y estado ahí para ella. A pesar de saber que ella estaba embarazada de otro, no la abandonó.
Mi mirada cae sobre Hailee, está riendo a carcajadas y su cabello rojizo es mecido hacia los lados por el aire, tiene un bebé entre los brazos con el que juega y sé que es la hija de Layla Duval, sus ojos azules brillan de la felicidad y puedo decir que con un bebé entre sus brazos se ve hermosa.
Ella me confunde, hace que mi cabeza se vuelva aún más enredosa de lo que ya está, anoche, mientras estaba ebria dijo cosas que se supone que pensaba y no debería decir en voz alta, cosas que hacen que dude de todo, porque mientras más cerca estoy, más seguro estoy que hay una parte que oculta, algo a lo cual se aferra con todas sus fuerzas para que no sepa.
Y eso me confunde y hace sentir herido, porque confío en lo que ella dice, porque algo en mí dice que lo haga, pero algo en mí también me dice que algo oculta.
Cuando le pregunté sobre quién olvidé, su silencio al principio fue y se sintió eterno, y cuando respondió fue un golpe directo al rostro. La chica que aparece en mis sueños, tuvo que haber sido ese amor que te marca, porque la primera vez que comencé a recordar algo fue con los sueños donde ella repetía las palabras.
Ahora con más razón quiero recordar todo, pero no sé qué haré cuando todas mis memorias vuelvan a mí, todavía no he llegado a esa parte del plan.
—¿Qué tal dormiste, anoche? —inquiero mientras caminamos por las calles de Sídney.
Dentro de unas horas nos vamos y quise venir a conocer un poco, aunque según las fotografías que mi madre me ha mostrado; ya había venido, estudiaba aquí. Hay una que en la cual estoy en la casa de la ópera, pero justo ahora estoy escribiendo de nuevo mi impresión del lugar —la cual es buena—.
—¿Cómo dormí anoche? —curiosea mirándome confundida.
Asiento con la cabeza.
—¿Bien? —dice dudosa.
Sonrío y la jalo de la muñeca para que no se golpeé con un poste, ya es la cuarta vez que impido que se dé un buen golpe.
—Es bueno saber que dormiste bien, porque yo dormí incomodo ya que creías que era un peluche al cual abrazar y golpear.
Se detiene abruptamente y se posiciona delante de mí, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos, da un paso en mi dirección y con la cabeza ladeada y un tono de voz bajo dice:
—¿Qué dijiste?
La observo burlón.
—Que tienes mal dormir.
Su rostro se transforma en una gran mueca de confusión y deja caer sus brazos a los costados de su cuerpo como si hubiera perdido la fuerza por completo. Parece un pez fuera del agua al abrir y cerrar la boca consecutivamente y terminar pálida.
—¿Có...cómo...? —Niega con la cabeza y hace una extraña expresión—. ¿Qué fue lo que ocurrió anoche?
Su pregunta me toma por sorpresa y arqueo una ceja. Doy un paso hacia ella, quedando cerca, su colonia llena mis fosas nasales y ahogo un suspiro, huele bien. Tengo que inclinar la cabeza hacia abajo para poder verla directo a los ojos.
—¿No recuerdas lo que ocurrió anoche? —inquiero en un ronroneo.
Su rostro termina de perder el color y traga saliva nerviosa.
—Solo un poco.
—¿Qué recuerdas exactamente?
Da un paso hacia atrás y niega con la cabeza, pasa sus manos por su cabello y reprimo una carcajada al verla tan consternada y aterrada. Se detiene y lame sus labios, después se queda mirándome seriamente, pero la confusión brilla en sus ojos.
Hace un rato, mientras caminábamos una niña gritó y dijo que Hailee era la princesa Merida, aunque, también ha habido niños que la confunden con Ariel, lo cual es gracioso porque le piden fotografías y ella accede para no romper las ilusiones de los niños.
El vestido blanco con puntos azules hace que sus ojos destaquen, la hace hermosa, junto a la trenza de lado que Layla Duval le hizo, fue divertido ver como tres mejores amigas se reencontraban y se colocaban al día. Si tuviera que describirla en tres palabras, sería: Extraordinaria, amable y cascarrabias.
—Solo recuerdo hablar con Sam cuando estaba en la habitación —dice, sacándome de mi ensoñación—. Luego creo que hablé contigo.
—¿Crees?
Me mira dudosa.
—Sí, lo creo, lo demás es borroso —me mira con terror—. ¿Qué fue lo que hice?
Embozo una lenta sonrisa al verla tan preocupada, me inclino a su altura y susurro:
—La pregunta es: ¿qué no hiciste?
Al ver el pánico en su rostro quiero echarme a reír a carcajadas, pero no lo hago y me contengo, le dedico una sonrisa y paso por su lado, dejándola perpleja.
Esto será divertido.
Maldito alcohol, maldita amnesia. No he dejado de buscar dentro de mis borrosas memorias algo claro de lo que ocurrió anoche, pero no encuentro nada, y Axellen solo me observa burlón y divertido mientras seguimos caminando por el lugar, no me dice nada, solo me deja con la intriga para que siga carcomiéndome la cabeza y queriendo gritar de la desesperación y de la impotencia.
No voy a volver a tomar tanto en mi vida.
Eso dijiste cuando tenías dieciséis y mira.
Mierda.
—¿Quieres un helado? —inquiere y voltea a verme por encima del hombro.
—¿Qué hice anoche?
Se detiene y chocó contra su espalda, doy varios pasos hacia atrás y alzo la mirada para verlo. Me está observando burlón, parece que quiere echarse a reír como nunca y todo mi cuerpo se tensa.
—¿Me estás jugando una broma, Axellen? Porque si es así te puedes ir a la mierda.
Una carcajada estruendosa sale de sus labios y niega con la cabeza, mirándome divertido.
—¿Qué clase de vocabulario es ese, señorita Belova? —intenta sonar incrédulo, pero la diversión es clara en su voz.
Entrecierro mis ojos.
—No es la primera vez que me escuchas decir mierda.
—Y me temo que tampoco será la última —musita y sonríe amplio—. Sobre tu pregunta, no estoy jugando nada. Otra cosa, es que no recuerdes que estabas celosa anoche.
Abro la boca indignada y él sonríe con una ceja arquea, niego con la cabeza.
—Mentiroso.
—¿Lo soy? —pregunta y coloca una mano en su pecho con gesto pensativo—. Porque parecías enojada y estoy casi seguro que estabas celosa. Tu misma lo dijiste.
Oh por Dios, ¿lo hice?
Mierda, mierda, mierda. Me quedo esperando a que se eche a reír y diga que me la creí, pero la determinación en su voz hace que los vellos de mis brazos se coloquen de puntas, y que el pánico azote cada partícula de mi cuerpo al ver que pasa el tiempo y él no se ríe.
—Seguro estás confundido —murmuro.
Sonríe y niega con la cabeza.
—Quien estaba ebria y casi dormida de pie anoche, era otro personaje, no yo. No deberías tomar tanto alcohol, pequeña, porque después no recuerdas nada.
—Oh Dios —jadeo y golpeo con la palma de mi mano mi frente.
Dejo salir un pequeño grito lleno de frustración y escondo mi rostro entre las palmas de mis manos, abro mis dedos y lo veo atreves de ellos.
—¿Hice algo más? ¿O dije algo más?
Asiente con la cabeza.
—Intentaste besarme y quitarme la camisa mientras estabas dormida.
—¡¿Qué?! —grito con fuerza y dejo caer mis manos—. ¡Imposible! Nunca haría algo así, claro que no señor, eso es mentira.
—¿Y cómo sabes que lo es si no lo recuerdas? —inquiere, dejándome callada—. No recuerdas estar celosa, tampoco recuerdas que me quedé a dormir contigo, ¿cómo podrías recordar que intentaste besarme y desnudarme? —Sonríe de lado—. Eres toda una picarona, Belova.
Necesito cavar un hueco y enterrarme en el, o quizás que el mundo se apiade de mi y me lleve. O quizás, necesito desmayarme y así podría salir de este aprieto. Oh mierda, ¿qué tanto fue lo que hice anoche?
Paso las manos por mi rostro consternada y muerdo con fuerza mis labios, niego con la cabeza repetitivas veces e intento buscar algo en mis recuerdos, pero no encuentro nada. Esto es una mierda.
—Entonces, estuviste celosa e intentaste besarme y desnudarme, vaya, a este paso voy a creer que estás enamorada de mí.
Lo observo con pánico mientras él me sonríe de lado. Tengo la garganta seca y cuando intento tragar saliva no trago nada, mi cabeza está doliendo y quiero echarme a correr, si lo hago llegaré a la playa y podré escapar de él.
Cuando tomo en serio la posibilidad de echarme a correr su risa inunda mis oídos, parpadeo confundida y lo veo riéndose con ganas.
—¿De qué te ríes?
Intenta decir algo, pero sigue carcajeándose y confundiéndome cada vez más. Ahoga una carcajada y se planta delante de mí.
—De tu cara —dice con la voz ahogada y se ríe entre dientes para luego añadir—: Parece que planeas matarte.
—¡¿Y quién no querría meterse un tiro al haber hecho todo eso?!
Vuelve a partirse de la risa y niega con la cabeza, se acerca a mí y toma mis manos entre las suyas, las cosquillas y el calor que me otorgan es tan gratificante. ¿Cómo puede lograr eso con solo un toque?
—Cariño, no intentaste besarme y mucho menos desnudarme. Es mentira.
Sonríe de lado y deja un beso en mi frente, dándose la vuelta y empezando a caminar.
Parpadeo varias veces y ahogo un gruñido de frustración, camino hacia él con grandes zancadas y sintiéndome indignada y enojada, enojada no, estoy furiosa. Cuando estoy cerca alzo mi mano y golpeo su nuca con la palma de mi mano, haciendo que se detenga de golpe y se encoja, llevándose la mano al área golpeada.
—¡Eres un soperutano, idiota, imbécil, tramposo de mierda! —grito y lo señalo con el dedo índice—. ¡No juegues así con las personas, bestia inmunda!
Asiente con la cabeza y me observa con el ceño fruncido.
—¿Ya terminaste con la lista de insultos?
—¡No! Eres un patán, me estaba muriendo de la vergüenza y solo estabas jugándome una broma. ¡Una mierda de broma! Eres un descerebrado —se cruza de brazos y sonríe de lado—. Oh no, no te rías, deja de burlarte de mí, Axellen Allek Kidman, más te vale que borres esa estúpida sonrisa de tu rostro.
—¿O qué? —Sonríe más amplio—. ¿Qué harás, fierecilla?
—Te la borrare de un puñetazo en la nariz.
Se ríe entre dientes y niega con la cabeza, dejo salir un gruñido como si fuera un toro y paso por su lado, golpeándolo con mi cuerpo y haciendo que se tambalee. Tengo los puños cerrados y piso fuerte, estoy furiosa, mi sangre hierve.
—¡Hailee!
—¡Púdrete!
Lo escucho reírse y cuando intento dar un paso hacia adelante dos manos se enroscan en mi cintura, impidiéndome el paso, intento quitarlas, pero pronto siento mi espalda chocar contra su pecho.
—Suéltame —mascullo.
—No —susurra en mi oído, haciéndome estremecer y tensarme—. Lo siento, pero fue divertido ver tu rostro.
—Mentiroso de...
—Sí, sí, lo lamento —me interrumpe y da la vuelta, sin dejar de tener sus manos en mi cintura—. Lo de besarme y desnudarme es mentira, pero lo de estar celosa si es verdad.
Entrecierro los ojos.
—Mentira.
Sonríe.
—No miento, fierecilla. Estoy siendo completamente honesto.
—¿Sabías que eres un soperutano?
Se carcajea y me atrae hacia su pecho, escondo mi rostro en la curvatura de su cuello y aspiro el olor de su colonia, cierro los ojos y rodeo su torso con mis brazos. No quiero apartarme, aunque sigo molesta por la broma, estar aquí, entre sus brazos es tan relajante.
—Te lo compensaré.
Arqueo una ceja y echo la cabeza hacia atrás.
—¿Así? ¿Cómo?
Sonríe y acaricia mi mejilla, se agacha y susurra a escasa distancia de mi rostro.
—Con un magnífico helado.
Sonrío.
—¿Va a comprarme con un helado, Kidman?
—Lo haré, fierecilla.
Sube sus labios hasta mi frente y deja un beso, se gira y toma mi mano, entrelazando nuestros dedos. Me quedo inmóvil cuando el comienza a caminar, voltea a verme con el ceño fruncido y jala de mi brazo con delicadeza.
—Vamos, no te enojes, fue una pequeña broma.
—Una pequeña broma —repito y saboreo las palabras. Claro que sí, cuando le haga una pequeña broma también me reiré—. Seguro que sí.
Sonrío y me acercó a él, alzo la mirada hacia él cuando no responde.
—¿Qué?
—Algo tramas —dice seguro y entrecierra sus ojos.
—Claro que no.
Sonríe.
—Muy mal Hailee, no juegues con fuego o terminarás quemándote.
Le sonrío y alzo mis hombros.
—Quizás me gusta quemarme con fuego.
Se queda mirándome y emboza una sonrisa de lado que hace que mi corazón de un vuelco enorme, da un leve apretón a mi mano y ambos nos acercamos al borde de la cera para después cruzar la carretera. Caminamos un poco, aun con nuestras manos entrelazadas.
¿Él se dará cuenta de que últimamente tenemos las manos siempre unidas? ¿Se dará cuenta de la cercanía que hay? No lo sé, pero yo si lo hago, yo si tengo animales revolucionando en mi estómago, quizás Clary tiene razón, quizás sigo enamorada de él.
Oh Dios, pensar en eso me hace sentir vértigo. Porque él no siente lo mismo y solo uno terminará lastimado y no será precisamente él.
—Primero las cascarrabias —dice y hace un gesto con la mano cuando abre la puerta de la tienda.
Sonrío con socarronería.
—Que educado el soperutano.
Hago una leve reverencia y me adentro en el local con él detrás, mientras lo escucho riéndose a carcajadas. Su mano se posiciona en la parta baja de mi espalda y caminamos juntos hacia el mostrador, donde hay cientos de sabores de helados.
—Buenas tardes, ¿qué puedo servirles? —habla una mujer amablemente.
Le sonrió y pido mis sabores, mientras preparan el mío Axellen sigue mirando detenidamente cada uno.
—¿Por qué no pides?
—No sé cuál. —Voltea a verme—. ¿Cuál es más bueno?
Le sonrío.
—El que yo pedí.
Arruga el ceño y niega con la cabeza.
—Ya podre robarte un poco para probarlo.
—Claro, y dejaré que lo hagas.
Me mira retador y sonríe, para después pedirle a la mujer que le prueba de los sabores. Rio entre dientes y él envuelve su mano alrededor de mi cintura, atrayéndome hacia su costado y dejando un beso en mi coronilla.
Sigue siendo el mismo de antes en ese aspecto y en muchos, antes tampoco podía decidirse por un sabor de helado y prefería probarlos y escoger el que mas le gustaba, lo curioso, nunca era el mismo sabor.
Cuando me entregan mi helado comienzo a comerlo a su lado y tal y como dijo, me roba un poco, por lo cual lo miró mal, le digo que iré a una mesa y él asiente. Encuentro una mesa cerca de la entrada y me siento en ella, miro por la ventana por unos segundos, pero mi mirada se mueve como un imán hacia una parte alejada del local.
Unos ojos cafés me están observando. Todo mi cuerpo se congela, mis dedos pican y ganas de vomitar se acumulan en mi garganta, cierro los ojos con fuerza cuando todo comienza a dar vueltas. Los ojos ya no se encuentran donde antes, pero mi piel se coloca de gallina al sentir que me miran.
El aire parece acabarse, comienzo a jadear, mi cabeza martillea, algo dentro de mi duele.
Duele.
Duele.
Duele.
Quiero gritar, quiero esconderme.
Mis piernas duelen, alguien grita algo, estoy corriendo. Veo el mar, el agua azul, veo las olas, el sol golpea mi rostro como una caricia, pero sigo sin poder respirar, jadeo, tropiezo, casi me caigo, arena se mete entre los dedos de mis pies por las sandalias.
El agua.
El mar.
Las olas.
Están cerca, solo un poco, jadeo, tiemblo, parpadeo, el agua toca mis pies, alguien me abraza por detrás, sollozo, me caigo de rodillas, mis manos cubren mi rostro, duele, el dolor en mi pecho no se detiene, mi cabeza palpita.
Estoy llorando, jadeando, sollozando.
—Tranquila, Hailee.
Axellen.
Sus manos apartan las mías de mi rostro, está arrodillado enfrente de mí, las olas nos mojan las rodillas. Sus labios se mueven, me abraza, escondo mi rostro en la curvatura de su cuello, cierro los ojos con fuerza, me aferro a él.
—Vuelve a mí, cariño. Quédate conmigo, vamos, vuelve.
Sollozo y me aferro a su cuerpo, siento que voy cayendo, el dolor en mi pecho es abrumador. Sus caricias siguen en mi cabello y sus palabras siguen siendo susurradas en mi oído. No sé cuánto tiempo pasa, no sé qué ocurre a mi alrededor, pero mi cuerpo deja de temblar, he dejado de llorar, el dolor se ha ido, dejando un sabor amargo en mi boca, dejando una duda bailando en mi mente.
—Tranquila —susurra en mi oído.
Me aparto un poco, sus manos acunan rápidamente mi rostro. La preocupación en su mirada baila con la confusión, cierro los ojos mientras sigue acariciando mis mejillas, su frente se une a la mía, lo escucho suspirar.
—Quédate aquí.
Abro los ojos, nos vemos fijamente por unos segundos.
—Estoy aquí.
Lo veo cerrar los ojos con fuerza y me atrae hacia su cuerpo, abrazándome con fuerza. Deja un beso en mi cabeza y me aleja un poco de él.
—¿Qué ocurrió? —pregunta con delicadeza y preocupación—. ¿Por qué saliste corriendo?
—No lo sé —musito—. Dolía, no podía respirar —mi voz se quiebra—. Lo siento.
Me mira confundido, y quiero decirle que también estoy confundida, que no entiendo que ocurrió. Emboza una pequeña sonrisa.
—Tranquila, tuvo que ser un ataque de pánico. Has pasado por mucho las últimas semanas. —Acaricia mi rostro—. Vamos, te llevaré a casa.
No respondo. Me ayuda a levantar y me da la espalda, agachándose. Frunzo el ceño y lo observo confundida.
—¿Qué haces?
Gira el rostro y sonríe.
—Sube, te cargaré.
Lo miro extrañada y niego con la cabeza.
—El hotel está lejos.
—No importa.
—Tengo vestido —le recuerdo.
—No se te verás nada y si se te ve la ropa interior, será como si estuvieras en traje de baño.
Niego con cabeza.
—Peso.
—Soy fuerte.
—Pero...
Resopla y voltea a verme.
—Sube a mi espalda, estaremos bien. Confía en mí.
Muerdo mi labio inferior y asiento con la cabeza. Me regala una sonrisa antes de voltearse y colocarse en posición. Me acerco con cuidado y coloco mis piernas a ambos lados de su cuerpo, en menos de un parpadeo estoy colgada en su espalda y él me sostiene por las piernas.
—¿Lista?
—Lista —murmuro.
Se coloca a caminar, enredo mis brazos en su cuello y apoyo mi rostro a su hombro, acariciando con mi nariz la curva de su cuello. No sé qué ocurrió, solo sé que jamás había sentido tanto dolor en mi pecho, tanto dolor en el alma.
N/A
Hola pequeños. ¡Feliz navidad! Espero que hayan pasado un lindo día y compartido con las personas que aman. Sé que les debe sorprender que este actualizando (también lo hice en el recuerdo de un amor) pero quise regalarles dos capítulos por ser navidad, no publicaré hasta después del 20 de enero, es una historia que no creo que quieran saber, pero solo quiero que sepan que SI voy a terminar la historia.
No se preocupen, no la dejare inconclusa, no señor.
Espero que me entiendan, y si no quieren seguir leyendo ya que tardaré en publicar, está bien, lo entiendo y comprendo a la perfección.
Espero que tengan un bonito comienzo de año, y sobre todo, que amen, amen con todo su corazón y diganlo, gritenlo, escribanlo, no se callen. Demuestren sus sentimientos a las personas que aman :)
Los adoro un mundo y espero que nos volvamos a leer por acá.
P.D: ¿Qué creen que le ocurre a Hailee? D,:
#NoLectoresFantasma.
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