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17

Tempt my trouble - Bishop Briggs

Maldigo entre dientes y terminó dejando salir un chillido lleno de frustración. El vestido tiene pequeños botones en la espalda y no puedo cerrarlos, no puedo hacer que entren en los huecos de la tela y estoy a punto de tirarme por el balcón de la habitación del hotel.

No falta mucho para que la inauguración comience, y todavía me falta aplicar labial, colocarme lo aretes y el collar, pero en vez de empezar a arreglarme temprano, deje todo para último momento por estar merodeando por el hotel.

Tengo que admitir que Annabet hizo un buen trabajo, es hermoso, la estructura, las decoraciones, hay algunos cuadros de arte que son preciosos y exquisitos para la mirada. Mi habitación está en la parte trasera del hotel, tengo vista a la piscina y en la lejanía se puede ver la playa, hay varios periodistas y personas hospedándose en el hotel, a pesar de que hoy es la inauguración ya hay gente.

No dudo que tenga éxito.

—¡Maldita mierda del demonio! —chillo y me dejó caer de espaldas a la cama.

Tapo mis ojos con mi antebrazo y estoy segura que mi rostro está rojo, siento el calor en mis mejillas. Me siento en la cama e inflo las mejillas, el vestido es rojo, tiene un escote en v y es de tiras, pero, aun así, tiene botones en la parte trasera ya que o muestra mucha piel atrás, también posee una tira gruesa que rodea y marca mi cintura. Es bonito, me gusta, pero detesto los botones.

Dos toques en la puerta hacen que una sonrisa se deslice por mis labios. Camino esperanzada, esperando que sea Clary para volver a decirme que la ayude a tranquilizarse. Eso de volver a ver a su ex y a sus antiguos amigos la tiene hecha un manojo de nervios.

—Tú no eres, Clary —mi voz suena como un reproche y su ceja negra se arquea.

—Lo lamento, no tuve la dicha de ser pelirroja, de ojos cafés y lo más importante; ser mujer.

Cruzo mis brazos y los observo aburrida. El traje negro le queda bien, tiene el cabello bien peinado y hasta donde estoy me llega el olor de loción para afeitar y colonia. Estúpido Axellen, luce bien, huele bien y ya estoy delirando.

—¿Qué necesitas? —inquiero.

—¿Estás enojada? —me observa confundido, sus ojos grises lucen más como azules.

—Algo. ¿Qué ocurre?

No responde de inmediato, sus ojos recorren mi rostro, después van bajando por mi cuerpo y puedo ver que el fantasma de una sonrisa se quiere deslizar por sus labios.

—Necesito ayuda con la corbata —termina diciendo con la voz ronca y enseñándole la corbata azul oscuro—. ¿Me ayudas?

Sonrío burlona.

—¿No sabes colocarte una corbata?

Me observa con burla.

—No, igual que tú que no puedes terminar de colocarte un vestido sola.

Mierda, eso fue un golpe bajo. Su sonrisa se ensancha ante mi silencio.

—¿Sabes lo difícil que es lograr abotonar algo que está en tu espalda? —inquiero—. Un cierre es un poco más fácil, pero pequeños botones del demonio que existen para joder tu día no, no lo son.

Sonríe y asiente.

—Bien, tú necesitas ayuda y yo igual. Ahora, ¿me dejarás pasar o seguirás quejándote cuando tienes una solución?

Gruño entre dientes y me hago a un lado para que entre en la habitación. Agacha la cabeza y ríe por lo bajo cuando pasa por mi lado. Muerdo mi labio inferior para no soltar un suspiro de satisfacción, huele demasiado bien.

Creo que puedo lamer su rostro.

Nah, mentira, es broma.

O quizás no.

—Corbata —pido y extiendo la mano en su dirección.

—Voltéate. Te ayudaré primero.

—Como quieras.

Giro sobre mis talones, quedando en frente a la puerta corrediza que da al balcón, colores anaranjados y amarillentos pintan el firmamento, el crepúsculo es hermoso y en la lejanía, se puede observar el sol ocultándose.

Los dedos de Axellen tocan mi piel cuando une las partes del vestido, son leves roces, pero son suficientes para enviar cargas eléctricas por mi cuerpo, haciendo que me estremezca. Cierro los ojos y ladeó la cabeza, se siente bien, más que bien.

Siento sus manos acomodando las tiras del vestido y quedándose más tiempo del debido sobre mis hombros, su piel irradia calor y siento que viajó en el tiempo.

«—Te ves bien.

Arqueo una ceja y frunzo el ceño. Paso las manos por el vestido azul y luego levanto la mirada hacia él, tiene en sus manos el corsé que debe ir en mi muñeca, su traje es negro y tiene una corbata azul, la cual combina con mi vestido.

No sé porqué acepté ser su pareja en el baile de graduación.

—Seguro me veo horrible.

Sonríe y se acerca al pie de las escaleras, extendiendo su mano en mi dirección. Sus ojos brillan y me observan con ternura, mi estómago se está retorciendo y mi yo pequeña está chillando de la emoción. Tengo que fingir que no me afecta que me mire de esa manera, tengo que fingir indiferencia, solo somos amigos, amigos que salen en citas y se han besado, amigos que no saben que ocurre entre ambos, si claro, solo somos amigos.

—No estoy de acuerdo, creo que te ves fantástica. Tienes brillo propio, ferretería andante. Puedo jurar que eres como una luciérnaga que alumbra en la oscuridad.»

—Hailee.

—¿Uh?

—¿Todo bien?

Abro los ojos y su figura está delante de mí, sus manos sostienen mi rostro y me observa confundido. Parpadeo varias veces y asiento con la cabeza, dando un paso hacia atrás.

—Eh, sí, todo bien.

Acerco mis manos a su cuello, tomando entre mis dedos los lados de la corbata para hacer el nudo.

—Te desconectaste del mundo —musita ronco.

—Eso pasa —me encojo de hombros—. A muchos les pasa.

No dice nada, terminó de hacer el nudo y acomodo el cuello de su camisa blanca, terminó pasando las manos por la tela del saco negro y algo se retuerce dentro de mí. Carraspeo y doy un paso hacia atrás.

—Listo. Ya estás listo.

No dice nada, se queda observándome y eso hace que mis nervios se disparen sin control. No sé porque, pero hay algo en su mirada que me inquieta. Sonrío forzada y me acerco a la mesa de noche, tomando el collar con un pequeño dije en forma de corazón y colocándomelo.

—¿Hay algo que debo saber, Hailee? —pregunta.

Arrugo el ceño y volteo a verlo con brevedad, está tambaleándose en sus pies y está de brazos cruzados. Tomo el bolso con mi maquillaje y camino al baño.

—No, ¿por qué?

No responde, lo veo a través del espejo, está apoyado en el marco de la puerta con las manos metidas en los bolsillos delanteros de su pantalón, mirando cómo me aplico el labial rojo.

¿Por qué no deja de mirarme? Está colocando los pelos de mis brazos de punta.

Término de arreglarme y él no se ha movido de su posición, me doy la vuelta y cuando voy a pasar por su lado se coloca delante de mí. Alzo la cabeza con el ceño fruncido, aunque tengo tacones es más alto que yo. Toma la cadena entre sus dedos y me quedo de piedra, sintiendo como cada partícula de mi cuerpo se estremece al sentir sus nudillos rozar la piel de mi cuello y parte de torso. Su ceño está arrugado y su voz suena rasposa y ronca cuando susurra:

—He visto esta cadena antes

Bajo la mirada y lo veo dándole vueltas al dije.

—La tengo desde que era niña, mi padre me la regaló cuando nací. —Sonrío con nostalgia—. Siempre me la coloco, es como si él estuviera conmigo. Por eso se te hace familiar, quizás ya la habías visto hace poco.

—No lo creo, es la primera vez que te la veo puesta.

Lamo mi labio inferior, el sabor de la labial cubre mi paladar.

—Entonces la recuerdas.

—Eso creo, aunque no sé de dónde.

—Varias veces me ayudaste a colocármela, y una vez la recuperaste. Sam la había escondido para hacerme una broma. Me iba dando un infarto. —Rio entre dientes—. No sabía cómo decirle a mi padre que la había extraviado, había entrado en estado de pánico y tú se la quitaste a Sam y me la diste. Ese día fuiste algo así como mi héroe.

Sus ojos se clavan en los míos a lo que las palabras terminan de salir de mis labios, sus ojos están muy oscuros, no da miedo, pero sí hace que mi piel se coloque de gallina. Hace que mi corazón vaya cada vez más rápido y que la respiración sea algo superficial.

Tiene efecto en mí, él tiene control sobre mi. Y no de forma tóxica, sino en la forma de que sigue colocándome nerviosa.

—¿Por qué cuando hablas de nosotros siento que hay algo más? —musita en un tono de voz bajo, y acercándose a mí—. ¿Qué es lo que tratas de ocultarme?

Mi corazón se detiene por unos segundos antes de latir desesperado contra mi pecho, martilla con tanta fuerza que se siente como si quisiera salir de mi. Mi garganta se ha secado de golpe y mis labios se entreabren para dejar salir lentamente el aire acumulado en mis pulmones.

Y en vez de decir la verdad, en vez de acabar con la mentira, me obligo a actuar normal.

—¿De qué hablas? —pregunto y frunzo el ceño.

—Sé que ocultas algo, eres pésima mintiendo, Belova.

—No oculto nada.

Sonríe con pereza y deja la cadena en su lugar, acomoda un mechón de cabello detrás de mí oreja y deja su mano en mi mejilla, acariciando mi piel. Acerca su rostro al mío y estoy pensando en la posibilidad de dar un paso hacia atrás, pero no lo hago.

—Estoy confiando en ti, Hailee. Lo hago, pero también sé que hay algo que no estás diciéndome y no sé qué es, sólo espero que encuentres la forma de decírmelo. Estoy aquí, escucharé lo que sea que tengas que decir.

Trago saliva, intentando mojar mi garganta, pero fallo en el intento. Sus ojos me observan decididos, no parece dudar de sus palabras.

—Yo...—Estoy intentando buscar mi voz, encontrar la manera de hablar, pero no la halló.

Dile la verdad, dile que te amaba, dile que antes también lo ayudabas a acomodarse su corbata cuando tenía un evento familiar. Anda, dile, dile que la persona que está delante de él era a quien amaba.

¿Has sentido la sensación de estar a punto de hacer algo que puede cambiarlo todo? Mis piernas tiemblan, sé que veré la confusión en sus ojos, quizás tristeza, y lástima, lo mismo que vi en los ojos de las personas que sabían de nuestra relación.

Detestaba sus miradas de lástima, detestaba que me preguntaran si estaba bien. Quería gritarles que no, que no lo estaba. Mis padres habían muerto y la persona que amaba me había olvidado.

¿Cómo querían que estuviera bien?

—La verdad es que...

—¡Hailee, lo vi! ¡Mierda lo vi!

La voz de Clary hace que ambos demos un respingón y volteemos en dirección de ella. Tiene un vestido negro y en su mano está la llave de mi habitación, nos está mirando confundida, en realidad mira confundida la mano de Axellen todavía en mi mejilla.

—¿Interrumpo algo?

—Sí —dice él.

—No —digo a la par.

Él voltea a verme con el ceño fruncido y aparta su mano de mi mejilla.

—¿Entonces sí o no? —dice Clary.

Ninguno de los dos miramos a Clary, sino que tenemos las miradas clavada el uno en el otro.

—Después hablaremos —susurra con la voz ronca.

Asiento y se da la vuelta, Clary nos observa confundida y no lo oculta. Axellen susurra que nos verá abajo y lo siguiente que escucho es la puerta siendo cerrada. Dejo salir un suspiro tembloroso y apoyo mi cabeza en el marco de la puerta, cerrando mis ojos he intentado tranquilizarme.

—¿Qué acaba de ser eso?

La escucho cuestionar, pero no respondo, estuve a punto de decírselo, si ella no hubiera llegado, quizás, sólo quizás le hubiera contando todo.

La mentira no va a durar más tiempo, lo sé. Lo presiento.




Aplaudo mientras sostengo la grabadora entre mis manos. Owen Jones acaba de dar el discurso de apertura y ¡Dios! Verlo en el medio del lugar, con su traje, cabello arreglado y sonriendo, es un privilegio para la vista de cualquier mujer, ese hombre es hermoso y con las palabras en mayúscula. Tiene los ojos de color azul, fácilmente se puede fusionar con el color del mar, y cuando sonríe es estilo: slnfibwhzusvhzusbxkvsizjsofj.

Anne se sacó la lotería.

—Vas a babear —dicen a mi lado y doy un respingón.

Volteo en dirección a la voz y me paralizo, un par de ojos grises me observan con diversión, son hermosos, el cabello azabache del hombre está un poco desordenado y el traje le queda muy bien. ¿Qué es lo que comen estos hombres que los hacen ver tan bien?

—Lo lamento.

Sonríe y niega con la cabeza.

—No se preocupe, mi esposa también se quedó mirándolo así como usted lo estaba haciendo. —Ríe entre dientes y niega con la cabeza—. Adivino. Le gustan sus ojos.

Vaya, se ve joven como para estar casado tan pronto, para ser precisos debe de tener mi edad. Mi mirada se desliza hacia su mano izquierda y ahí está la sortija. Sonrío apenada y asiento.

—Son bonitos y los suyos iguales, joven...—me tomo el tiempo para que me diga su nombre.

Sonríe de lado y extiende su mano en mi dirección.

—Derek Wilkes, ¿usted es?

Estrecho su mano y abro la boca para hablar, pero no sale ninguna palabra de mi boca porque alguien más habla:

—¿Señorita Belova?

Suelto la mano del joven y me giro, dando con un hombre mayor de cabello castaño y ojos cafés, a su lado está una mujer rubia y de ojos azules, debe de ser su esposa.

—¿Sí? —digo dudando.

Sonríe e intercambia una mirada con la mujer a su lado. Mirada que hace que mis nervios aumenten.

—Sabía que debía de ser usted, sus ojos son idénticos y sonríen igual.

Observó confundida al hombre delante de mí, miro a mi lado izquierdo y Derek está ahí. Desearía que fuera Sam o hasta Axellen, a quien he estado evitando para que no mencionara nada. También me gustaría ver a Clary, pero ella estaba hablando con su ex, quien, por cierto, se ve simpático.

Aunque sea un infiel.

—Derek —dice la mujer de cabello rubio, robándose mi atención—. ¿Dónde están los bebés?

—Alaska está con Ann y Dylan con Gemma, han secuestrado a mis hijos.

Casado, tiene hijos, es guapo y buena persona a simple vista. Me pregunto quién será la afortunada. La mujer sonríe y niega con la cabeza, voltea a verme y con la misma sonrisa dice en mi dirección:

—Sus hijos son hermosos, si los vieras también querrías secuestrarlos.

Sonrío nerviosa y confundida.

Gracias por el dato.

—Tuvieron que salir a su padre —dice Derek con orgullo y arqueo las cejas con sorpresa, mientras las persona enfrente de mí se echan a reír.

¿Por qué será que los hombres tienen el ego siempre más alto que la mujer?

Misterios de la vida.

—Que ego tan alto tienes —musito sin pensar y él sonríe.

—Lo tengo —dice divertido—. Ahora si me disculpan debo buscar a mi esposa y a mis hijos. —Sonríe con amabilidad—. Fue un gusto, señorita Belova.

Le devuelvo la sonrisa y asiento.

—Igual, joven.

Lo veo marcharse y me quedo con la pareja, el hombre no ha dejado de verme y mi estómago se está revolviendo. Es como si estuviera viendo una obra de arte o algo por el estilo.

Carraspeo incómoda y me balanceo sobre mis pies.

—Disculpen, debo ir a buscar al joven Jones.

Les sonrío nerviosa y me doy la vuelta, no doy dos pasos cuando escucho su voz y las palabras que dice me dejan de piedra.

—Entonces eres periodistas como tú padre.

Lamo mi labio inferior y volteo a verlo, está sonriendo y mi pecho duele con la mención de mi padre.

—¿Disculpe?

—Lo lamento, no me he presentado. Soy Robert Jones y ella es mi esposa Julia Jones.

La mujer a su lado asiente con la cabeza cuando volteo a verla, y devuelvo la mirada al hombre.

—Son los padres de Owen Jones.

—Así es —dice la mujer, achina sus ojos y sonríe de oreja a oreja—. Cuando te conocí fue a través de una fotografía, eras una niña pequeña pero tus ojos son inconfundibles.

Parpadeo aturdida y doy un paso hacia atrás, sintiendo que toda está empezando a dar vueltas.

—¿Cómo es posible?

—Conocimos a tu padre, Richard Belova, tengo que admitir que era uno de los mejores periodistas que hemos conocido —dice el hombre—. Él era uno de los primeros en cubrir las notas de mis hoteles, siempre que abría uno ahí estaba él junto a tu madre, Halsey Belova. Éramos buenos conocidos. Tu padre era un gran periodista.

Mis manos están sudando frío, me siento incapaz de sonreír, pero me obligo a hacerlo.

—Lo era.

—Y no dudo que tú seas igual —dice la mujer—. Permíteme decirte que te pareces mucho a tus padres, eres igual de hermosa que tu mamá, y tienes los ojos y la sonrisa de tu padre.

Mis ojos se han llenado de lágrimas, algo cálido se extiende por mi pecho. La sinceridad en las palabras de estas personas hace que quiera llorar y sonreír a la vez. Son desconocidos, pero hablan con tanto aprecio de mis padres que mi corazón se encoge dentro de mi pecho.

—Gracias, señora Jones.

—Puedes decirme Juls, cielo —se acerca y toma mis manos entre las suyas—. Lamento lo de tus padres, eran personas maravillosas.

Asiento incapaz de hablar, alguien se ha parado a mi lado y no tengo que voltear, el perfume lo delata.

—Señor y señora Jones —dice y su mano se desliza por mi cintura—. Lamento interrumpir, pero necesito a Hailee.

—Oh sí, seguro. Axellen, dale mis saludos a tu madre de mi parte —dice Juls y después voltea a verme—. Fue un gusto conocerte, Hailee.

Sonrío nerviosa y asiento con la cabeza.

—Igual, señores Jones.

Dejo que Axellen me saque de allí, mi mente va lento y no puedo procesarlo todo a la vez. Cuando hablan de mis padres, cuando me los recuerdan, algo dentro de mí se desconecta, y todo carece de sentido.

Su mirada está pérdida en la distancia, está alejada de la realidad. Mientras conversaba con uno de los socios de las empresas Duval&Foster la vi, parecía a punto de llorar, se veía frágil, como si estuviera hecha de cristal y en cualquier momento se fuera a quebrar.

Tengo la necesidad de cuidarla, de rodearla con mis brazos y susurrarle al oído que todo estará bien. Junto a ella me siento confundido, no entiendo qué ocurre con mis emociones, es como ir cayendo y no tener algo de lo cual sostenerse, y creo que, si lo hubiera, no querría sostenerme, sino que caería por ella.

—¿Estás bien? —inquiero al verla callada.

Asiente con la cabeza y alza la mirada hacia mí, el azul de sus ojos parece transparente, pero sé que no lo es, sé que hay una pared detrás de esa mirada, sé que oculta algo, lo he notado desde que fuimos a mi vieja casa, noto como se pierde en sus pensamientos, como parece que divaga.

—Lo estoy, sólo necesitaba un poco de aire. —Sonríe de lado—. Ahora hay que ir a trabajar.

Asiento con lentitud y la observo entrar en el hotel, caminando con calma y perdiéndose rápido dentro del lugar.

—¿Qué haces aquí afuera? —pregunta Clary, cruzándose de brazos frente a mí.

—Tomando un poco de aire.

Asiente y se coloca a mi lado, enganchando su brazo al mío.

—Hablé con Chad.

Arqueo una ceja y ella levanta la mirada hacia mí.

—¿Y qué tal?

Sonríe.

—Fue raro al principio, ya sabes no es fácil hablar con tu ex, pero también sé siente muy bien, quedamos en buenos términos.

—¿Segura que todo está bien?

—Lo está, ahora ven que te quiero presentar a alguien.

La miro ceñudo y ella sonríe, me arrastra hacia el interior del hotel y busca a alguien entre la multitud, no tardó en darme cuenta que busca a Owen Jones, quien está hablando con Hailee, ella parece hipnotizada y mi estómago se retuerce al verla tan idiotizada mientras lo escucha hablar.

—Owen —llama Clary y el mencionado gira hacia nosotros—. Te presento a Axellen Kidman, subjefe de redacción en New News y uno de mis amigos, ya veo que conociste a Hailee.

El hombre enfrente de mi ve con adoración a Clary, sus ojos brillan con dulzura cuando la ve. Tiene esa mirada de hermano protector. Pero cuando me mira a mí lo hace cuidadosamente, estudiándome de pies a cabeza y hago lo mismo con él.

—He tenido el placer de conocerla —dice y veo a Hailee sonriendo, mientras un leve rubor cubre sus mejillas. Owen voltea a verme—. Un gusto, Owen Jones. —Extiende mano hacia mí.

—Axellen Kidman. —Estrecho su mano y una sonrisa torcida se desliza por sus labios.

—No creo que seas el hombre al cual le debo dar la charla —musita y ve de reojo a Hailee y luego hacia mí—. ¿No es así?

Hailee nos está observando confundida y Clary igual, sonrío de lado.

—Me temo que a quien buscas es a Patrick.

Owen lleva su mano hasta su mentón y lo acaricia, chasquea la lengua y un brillo malicioso se puede apreciar en sus ojos azules, no son como los de Hailee, los de ella pueden parecer tan claros como el cielo y tan oscuros como el océano.

— ¿Y dónde está él? —inquiere en dirección de Clary.

—No lo sé, no lo he visto desde hace rato —se encoge de hombros—. Así que tú estúpida charla tendrá que esperar.

Una sonrisa torcida se desliza por mis labios, intercambio una mirada de burla con Owen y ambos nos quedamos mirando a una Clary enojada.

—¿Tienes miedo que Owen espante a Patrick? —inquiero con burla.

Una mirada de muy pocos amigos es lo que me brinda la pelirroja color sangre, porque la pelirroja cabeza de zanahoria está mirando hacia los lados, como si estuviera buscando algo y eso llama mi atención.

¿A quién busca con tanto esmero?

—Ya tengo suficiente con Owen —se queja—. No te unas a él, Axellen. Ni se te ocurra.

—Pero a él lo ves todo el tiempo —dice Owen y da una palmada en mi hombro—. Espero que me ayudes a cuidarla, amigo.

—Eso no hay que pedirlo.

Un gruñido escapa de los labios de Clary y masculla que irá a buscar a Patrick, me río entre dientes mientras la observo alejarse.

—Gracias —dice el hombre a mi lado—. Hugo ya me contó lo que hiciste por ella en el aeropuerto, te debo una grande.

Me cruzo de brazos y sonrío de lado.

—Es una buena chica.

—Lo es —concuerda y arruga el ceño—. ¿Qué tal es Patrick con ella?

—No sé mucho, solo sé que salen y pasan algo de tiempo juntos, pero no creo que sea algo serio.

Su ceño se frunce aún más y se cruza de brazos.

—Si ese imbécil le llega a hacer daño y yo no estoy cerca, hazme un favor y dale un buen puñetazo de mi parte.

Una sonrisa torcida se desliza por mis labios y asiento con vehemencia.

—Tenlo por seguro que lo haré.

Asiente complacido y me habla un poco de Clary y de cómo era cuando adolescente, no ha cambiado mucho, sigue siendo racional y con los pies en el suelo después de todo. En la distancia veo como Clary está colgada del hombro de Patrick, quien tiene una copa de champaña en las manos y la entrega a un mesero cuando dos personas se acercan a ellos, son el señor y la señora Jones.

—¿Ese es Patrick? —inquiere Owen.

—Ese mismo.

—Espero que Clary lo aleje de una patada en el culo —masculla entre dientes y lo observo ceñudo, me observa y explica—: Hace unas horas lo vi coqueteando con una mesera. —Hace una pausa—. No me agrada, no cumples con las expectativas que tengo para el que sea digno de ella.

—¿Y cuáles son esas expectativas?

—Solo son dos, la primera, debe de amarla, la segunda, debe respetarla y no me importa si solo son coqueteos, debe de respetarla.

—Añade esta: Debe hacerla reír, y también, por nada del mundo debe romper su corazón.

Sonríe satisfecho y da una palmada en mi hombro, dejando de ver a las personas que están a unos pasos de distancia de él.

—Me caes bien, Kidman. No debo preocuparme porque Clary este aquí, ella te tiene a ti.

—Lo hace, así que como te caigo bien. ¿No darías una exclusiva?

Arquea las cejas.

—¿Una exclusiva?

—Una exclusiva —repito—. Eres un joven empresario que acaba de abrir un gran hotel en una de las mejores ciudades de Australia, no todos a tu edad logran el éxito.

Sonríe con arrogancia y de cruza de brazos.

—Creo que la señorita Belova ya la obtuvo sin mucho esfuerzo.

Desliza su mirada hacia Hailee y ella sigue pérdida en su mundo, arqueo una ceja y carraspeo.

—¿Hailee?

Un balbuceo sale de sus labios cuando voltea a vernos, sonríe apenada y otra vez el rubor se extiende por sus mejillas.

—Disculpé, no escuché que dijo.

Intercambio una mirada de complicidad con Owen y nos echamos a reír, mientras que el rubor en las mejillas de ella aumenta.

—¿Tienes la exclusiva? —inquiero y asiente.

—La tengo.

—Ella es buena en su trabajo —opina Owen—. Tiene talento puro, estábamos hablando de los aperitivos y terminó sacándome la información. Tienes una joya, Kidman.

Sonrío en dirección de Hailee y ella parece querer ocultarse. Se ve bonita, siempre se ve bonita, incluso cuando está de mal humor o apenada.

—La tengo —musito y sus ojos dan con los míos.

Ahí está esa mirada, una mirada que no logro descifrar, no sé si es tristeza, alegría o qué diablos es lo que refleja sus ojos, que es lo que tanto intenta ocultar de mí.

—Los veré luego, tengo que hablar con algunos periodistas. Fue un gusto Axellen.

—Igual, Owen.

Voltea a ver hacia Hailee y él sonríe, sonrisa que ella devuelve.

—Espero que disfruten de la velada y estancia, fue un placer conocerla, señorita Belova. Permiso.

Ella asiente con la cabeza y lo observamos marcharse, su mirada sigue en el punto en el cual él desapareció, me coloco a su lado y murmuro:

—¿Te empresto un pañuelo para las babas?

—No estoy babeando.

Bajo la mirada hacia ella, aún con tacones sigue siendo baja de estatura, llegándome por la altura de mi mentón.

—Pero te falta hacerlo.

Arruga el ceño y niega con la cabeza.

—Tiene unos ojos bonitos y es muy amable.

—Y tiene una novia e hijo.

—Lo sé —masculla entre dientes—. Conocí a su novia hace años y no es como si me fuera a meter con él.

—No quise decir que...

—Lo hiciste indirectamente —escupe con reproche y me tenso al ver el enojo en su mirada—. No soy de esa clase de persona, Axellen.

Se da la vuelta y comienza a alejarse de mí, paso la mano por mi cabello y voy detrás de ella, alejándonos del hotel.

—Hailee.

No responde y sigue caminando lejos de mí, gruño entre dientes y la tomo del brazo, impidiendo que siga alejándose.

—Lo lamento —me disculpo antes de que pueda decir algo—. Sé que no eres de esa clase de persona. Lo siento por haberte dado a entender que lo creía.

Se queda callada, sus ojos siguen fijos en los míos y mis dedos pican por querer pasarlos por su mejilla y lo hago, acaricio su mejilla con delicadeza y veo como se estremece, como algo dentro de sus ojos se debilita.

Término acunando su rostro entre mis manos y sin pensarlo dos veces apoyo mí frente a la suya, sus ojos se cierran y su respiración es superficial, lamo mi labio inferior y en un susurro ronco musito:

—Lamento haberte ofendido.

Sigue sin responder, bajo mis manos por su rostro y su cuello, las paso por sus brazos y la observo soltar un suspiro. Me gusta tenerla así de cerca. Rodeo su cintura y dejo un beso en su frente, atraigo su cuerpo al mío y la abrazo, sus manos rodean mi torso y entierra su rostro en mi pecho.

—No vuelvas a pensar de esa manera sobre mí —musita y echa la cabeza hacia atrás.

Bajo la mirada hacia ella y niego con la cabeza.

—Nunca pensaría de esa manera sobre ti.

N/A

¡HOLAAAAA!

Espero que le haya gustado, prometo que el siguiente capítulo será askdfniudsbfusdbvgjsd bfi :3

¿Se imagina a Owen teniendo una hija con Anne? 7u7 Si cuida a Clary, imaginen como protegería a su hija de los adolescentes cuando fuera grande xD

No olviden comentar y votar y no ser fantasmas.

¿Adelantos?

OK

La mentira es descubierta por alguien, llanto, cólicos y corazones heridos se mezclan. Pero, al final de la noche, abrazados y felices dormirán.

¡NO OLVIDEN SEGUIRME EN MIS REDEEEEES!

¡NOS VEMOS PRONTO!

¡CAMBIO Y FUERA!

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