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09

Kayden - We Were Young

Se ha quedado dormida.

Su respiración es tranquila, su cuerpo está acurrucado en mi costado y algunos gimoteos escapan de sus labios. ¿Cuánto dolor puede guardar una persona como para llorar hasta dormirse? ¿Cuánto sufrimiento somos capaces de soportar? ¿Cuánto dolor podemos acumular? Una vez leí en un artículo que decía que los seres humanos somos propensos a rompernos más de cien veces en nuestras vidas, y, aun así, seguimos caminando, seguimos amando y confiando.

Cuando perdemos a alguien, todos lo toman de diferentes maneras, algunas personas gritan y patalean, otros callan y lloran en silencio, y otro solo lo aceptan y van guardando su dolor porque quizás no quieren lastima, o simplemente porque tienen que ser la roca de alguien más.

Creo que Hailee es más como la tercera opción, tiene dos hermanos por los cuales velar, y mientras lloraba lo hacía como si nunca lo hubiera hecho, como si hubiera guardado tanto dolor que le fue imposible seguir conteniéndolo dentro de sí.

Aparto el cabello que cubre su rostro, me gusta el color de su cabello, sus ojos están hinchados y su nariz esta roja, respira por la boca y dice algo entre balbuceos que no se logra entender. La acuesto en el mueble mientras subo a las habitaciones para saber cuál de las cinco que hay es la de ella, dando que es la tercera. Se queja mientras la alzo como si no pasara nada, cuando en realidad si lo hace, su rostro se esconde en mi cuello y la punta de su nariz roza mi piel, haciendo que un escalofrió recorra mi espalda.

La dejo con cuidado sobre la cama y vuelve a quejarse mientras se hace un ovillo en esta, la arropo con las mantas y arruga su nariz. Es curioso, mis manos pican por querer recorrer las facciones de su rostro, ella sigue despertando en mí algo que no entiendo, que quiero comprender, pero entre más busco respuestas menos las encuentro.

Cuando dice algo del pasado, lo hace con dolor. A veces me gustaría porque hay tanta tristeza en sus ojos, aun cuando sonríe en sus ojos se puede ver el dolor que guarda. Necesito tener mis recuerdos, quiero recordarla. Lo deseo, pero no puedo hacerlo, sigo bloqueado y es frustrante.

Bajo las escaleras y cuando voy a salir de la casa la puerta se abre, un hombre robusto, de ojos azules y cabello blanco se queda de pie en toda la entrada, su ceño se frunce con confusión y me observa con desconfianza, se acerca a grandes zancadas hasta mí y cruza de brazos, no necesita alzar la cabeza para verme, es lo suficientemente alto para hacerlo.

—¿Quién demonios eres y qué haces en mi casa? —dice firme y con acento ruso.

El hombre es intimidante. Parece que va a estrangularme si digo la respuesta equivocada.

—Soy Axellen Kidman, el subjefe de redacción del periódico New News, Hailee tenía alergia y la traje para que descansara.

Una de sus espesas cejas se arquea, me da una mirada rápida, detallándome con interés.

—¿Dónde está? —inquiere con la voz ronca.

—Está arriba. —Señalo las escaleras—. Se quedó dormida... —Llorando por el recuerdo de sus padres—. Por los medicamentos, supongo.

Asiente sin dejar de detallarme.

—¿Estuvo cerca del polen? —inquiere en un tono de voz que es menos amenazador.

—Lo estuvo, no sabía que era alérgica al polen.

Una sonrisa socarrona se extiendo por sus labios, sus ojos se achinan y niega con la cabeza, pasando por mi lado para ir hacia la cocina.

—Nunca le des rosas a Hailee, y sí vas a darles rosas que sean de plástico, Axellen. —Voltea a verme, mirándome otra vez de manera amenazante—. ¿Hay algún problema que te tutee, niño?

Frunzo el ceño y niego con la cabeza.

—No lo creo, señor...

—Lukyan Belova —dice y saca algo de la nevera—. Puedes decirme solo Lukyan, no necesitamos formalidades entre nosotros, muchacho.

Asiento con la cabeza. Él parece a punto de decir algo, pero el sonido del teléfono de la casa le impide hablar, maldice en ruso, o creo que lo hace. Parecen ser las mismas palabras que pronunció Hailee hace unas horas.

—¿Sí? —contesta el teléfono—. ¿Tan pronto? Entiendo, ella no irá, no puede hacerlo porque ocurrió un imprevisto. —Voltea a verme—. Pero conozco a alguien que irá, sí, es de confianza. Seguro profesora, gracias por llamar y lamento no haberle informado. Dígale a mi nieto que espere unos minutos.

Termina de hablar y cuelga, una sonrisa que da miedo se extiende por sus labios. Este hombre intimida y aterra a cualquier persona fácilmente.

—¿Estás justo ahora ocupado, Axellen? —pregunta, colocando ambas manos sobre la isla de granito.

—No, Lukyan.

—Bien, porque necesito un favor ya que enfermaste a mi nieta, y no veo el auto de ella afuera.

—Está en el edificio.

Asiente con la cabeza. Camina hasta la nevera y toma un papel, donde anota algo. Luego camina hacia mí y lo extiende, sonriendo. Parece que cada vez que sonríe lo hace de forma retadora.

—Es a donde necesito que vayas, mi nieto salió temprano y Hailee siempre los busca, y sí estuviera el auto iría yo, pero no está. Así que ese es el favor que necesito que me hagas. ¿Puedes hacerlo?

Tengo la sensación de que espera que le diga que no y me marché, sus ojos son retadores, como sí susurraran: Vamos, di que no, muchacho.

—No hay problema —digo y tomo el papel.

Sonríe satisfecho y asiente con vehemencia, dice algo en ruso mientras sonríe y da una palmada en mi brazo.

Este hombre está loco.




—¿Y está bien? —inquiere por novena u octava vez.

—Lo está.

—A esta hora no hay mucha polinización, escuche en la televisión que es entre las cinco de la mañana y las diez de la mañana y entre las siete y diez de la noche —dice rápido el niño y agrega antes de que pueda decir algo—: Así que es casi imposible que mi hermana haya salido de casa sin colocarse una mascarilla para prevenir su alergia.

Arqueo una ceja y sonrío de lado. Seguro es un niño muy inteligente.

—Estuvo cerca de las rosas.

—Hailee ama y odia las rosas —añade la hermana que se llama, Alice. El señor Belova me pidió que la buscara también—. Son una bendición y una maldición para ella.

—¿Sabían que en España un 33% de la población es afectada por alergias? Así que, si en España hay un aproximado de 48 millones de habitantes, 16 millones de ellos sufren de alguna alergia y 8 millones de estos 16 millones sufren alergias al polen. —Lo observo por el espejo retrovisor y arqueo una ceja. ¿Cuántos años tiene? No creo que pase de los ocho o nueve—. Hailee y papá son de esos 8 millones, aunque no estamos en España, sino en Australia y no me sé las estadísticas de aquí, pero si estuviéramos en España, ellos pertenecerían ahí.

—¡Gracias, Henry por el dato del día! Cerebrito. —Alice dice lo último entre dientes, la observo colocarse en medio de los dos asientos mientras vamos entrando a su vecindario—. ¿Por qué ayudas a mi hermana?

Frunzo el ceño y volteo a verla cuando estaciono el auto enfrente de la casa, detrás de otro auto. Tiene un suéter y está haciendo calor, mucho calor y ella parece cómoda.

—¿Por qué lo preguntas?

Se encoge de hombros.

—Nadie ayuda a otra persona sin querer algo a cambio. —Arruga la nariz—. Y los jefes no traen a sus empleados a sus casas, ni buscan a sus hermanos a la escuela, eso ocurre en libros y películas. No en la vida real, lo más probable es que te den una patada en el trasero y te manden a la mierda.

—Le diré a Desty que dijiste una mala palabra —reprocha Henry. Alice voltea a verlo, dándole una mirada matadora—. O quizás no, ella no está aquí y no necesita saberlo.

Esta familia es extraña. Ambos niños parecen adultos de vez en cuando. La niña vuelve la mirada hacia mí y no me había dado cuenta de la cicatriz que decora la piel blanca de su rostro, es una cicatriz rosada pálida, va desde la parte superior de su cabeza y baja en línea recta hasta el ojo, y tiene otras pequeñas cortadas cerca de la oreja izquierda y en la parte izquierda de su mentón.

Pero sin importar las cicatrices, sigue siendo una niña muy bonita que irradia ternura. Sus ojos son cafés, igual que los de su hermano, y el cabello es más rojo que anaranjado, además de ser rizado. Ella es como una muñeca de porcelana que tiene una grieta, y sin importar eso, sigue siendo igual de bonita y con mucho valor.

—También ocurre en la vida real —digo, quitándome el cinturón de seguridad—. Existen las personas desinteresadas, Alice.

Entrecierra los ojos y asiente con la cabeza, para luego junto a su hermano salir del auto. Los observo corriendo hacia la puerta y tocando, donde el abuelo les abre, le hago un ademán para despedirme, pero hace una seña con la cabeza para que entre en la casa. Acción que termino haciendo, y no está solo, está junto a Samuel, quien me observa con cautela.

—Axellen —dice en un susurro ronco—. Que sorpresa no tan sorpresa.

—Samuel.

—Henry.

—Alice.

Los dos volteamos en dirección a los dos hermanos que están cruzados de brazos.

—¿Qué? —inquieren al unísono y sonríen.

—Ustedes hicieron eso y creímos que nosotros también debíamos hacerlo —dice Alice, sonriendo.

—Mocosos locos —dice Samuel entre dientes y sonriendo, enfrente de mí—. Suban a cambiarse la ropa y bajen para comenzar hacer sus tareas.

Los dos hermanos hacen un saludo militar, y mientras que el pequeño va subiéndolas rápido, la mediada lo hace lento y la veo haciendo una mueca. El señor Belova le da un regaño al hermano menor, mientras que la otra se ríe entre dientes.

—¿Qué tan bueno eres en las matemáticas, Axellen? —inquiere Sam. Volteo a verlo y frunzo el ceño.

—¿Matemáticas?

Asiente.

—Eras bueno, o eso recuerdo que eras —se encoge de hombros—. Los enanos necesitan hacer tareas, y Lukyan dijo que cabeza de zanahoria está mal por tu culpa. ¿En qué pensabas en darle rosas? Es alérgica al polen.

—No lo sabía.

Gruñe y niega con la cabeza.

—Cierto que no recuerdas nada de nosotros, así que para ayudarte: Es alérgica al polen, odia que se metan con su cabello y es mejor que compenses haberla enfermado con una orquídea, son sus favoritas además de que no ser alérgica a ellas.

Me cruzo de brazos y arrugo el ceño, a este paso me van a salir marcas de expresión por arrugar tanto el ceño. Pensé que también quería que me alejara de él, y que no me toleraría tampoco, aunque nunca lo vi en el hospital, pero si a Hailee le afectó que la hubiera olvidado y era mi mejor amiga, a él también tuvo que haberle afectado. ¿O no?

—¿Por qué la ayuda? —inquiero—. ¿No estás enojado como Hailee?

Sonríe y sus ojos se entrecierran por el gesto, niega con la cabeza y se cruza de brazos, dando un paso en mi dirección.

—¿Enojarme por qué me olvidaste? —inquiere y chasquea la lengua—. La mejor palabra sería que es frustrante estar delante de ti y que no estés llamándome Samuelito, tal y como solías hacerlo, o diciéndome cabeza de bombillo, solo porque tenía buenas ideas cuando tú necesitabas una. Hailee y yo compartimos historias muy distintas contigo, una historia que no recuerdas en absoluto, pero a ambos nos afectó que desaparecieras del mapa. —Hace una pausa y deja caer sus brazos a los costados de su cuerpo—. Y hay una enorme diferencia entre Hailee y yo, ella nunca olvida, siempre recuerda y yo soy más del tipo que le importa el ahora y no el ayer. Así que. ¿Eres bueno en matemáticas?

Dejo caer las manos en mis costados y asiento.

—Lo sigo siendo.

Sonríe aún más amplio.

—Bueno, viejo gruñón, me debes cincuenta dólares. —Voltea hacia el hombre que está detrás de él, con la cara seria y de brazos cruzados—. Además, esta noche tendremos un invitado para la cena.

Restriego mis ojos con el dorso de mi mano y gruño, me abrigo más y chasqueo la lengua, algunas risas están llegando hasta mis oídos, arrugo el ceño y me siento en la cama, tardo unos minutos en hacer que mi cabeza vuelva a funcionar rápidamente y caigo en cuenta que no recuerdo haberme acostado en mi habitación.

¿Qué diablos?

Me levanto confundida y desorientada, solo recuerdo estar llorando y luego no hay nada. Me coloco las pantuflas con cara del oso pooh y salgo de la habitación, cuando bajo las escaleras las carcajadas son de Alice y Henry; las reconozco a la perfección. Entro en la cocina y los veo.

El abuelo está cocinando, junto a él está Sam sonriendo y haciendo lo que sea que le pide el abuelo, Henry y Alice están riéndose de algo que él dice. Axellen está picando algunos vegetales y ríe entre dientes. Me quedo en mi lugar unos minutos, intentando procesar todo, busco con la mirada el reloj de la cocina y cuando doy con él, son casi las ocho de la noche.

—¡Desty! —exclama Henry y viene corriendo hacia mí, envolviendo sus brazos en mi cadera.

Le sonrío y devuelvo el abrazo, mientras desordeno su cabello.

—¿Quién te trajo? —inquiero con el ceño arrugado.

—Yo lo hice —responde Axellen y levanto la mirada hacia él, sus ojos grises lucen claros—. Te quedaste dormida, quizás por los medicamentos, te deje en tu habitación y cuando iba a irme Lukyan iba llegando...

—Yo le pedí que los trajera a ambos, fierecilla —interviene el abuelo y Axellen me observa confundido.

—Gracias —digo con sinceridad, porque no tengo ánimos de decirle que tuvo que despertarme. Bajo la mirada hacia el mocoso menor—. ¿Ya hiciste la tarea?

Asiente con la cabeza.

—Sam y Axellen nos ayudaron—interviene Alice. Frunzo el ceño al verla con un suéter de ovejas, ella dijo que lo odiaba y nunca se lo colocaría. La vida da muchas vueltas, sonrío con socarronería y ella sonríe nerviosa al darse cuenta que veo el suéter—. Él es más bueno que tú en matemáticas.

La sonrisa de mi rostro se borra de golpe por el comentario de la mocosa del medio, las carcajadas del abuelo y Sam no se hacen esperar, mientras que Axellen me ve divertido. Bonita familia tengo, donde no valoran el esfuerzo que le coloco a las matemáticas que no me entran ni con golpes.

—Al parecer sigue siéndolo —murmuro con lo bajo y los niños no se dan cuenta, pero él me observa con curiosidad y diversión. O eso creo.

—Fierecilla, ¿ayudas a Axellen a hacer la salsa? —inquiere el abuelo y hace una señal con la cabeza para que vaya hacia donde esta Axellen. Tiene algo en la mirada que no me gusta, igual que Sam.

Refunfuño entre dientes y me acerco de mala gana. Los cuatro hacemos la comida mientras los enanos cuentan su día, es una tradición que ellos siempre nos cuenten como les fue, mi cuerpo ha estado tenso mientras hago la salsa, evito mirarlo o acercarme mucho, pero siento su calor corporal, puedo sentir su mirada en mi perfil y eso coloca los pelos de mis brazos de punta.

—Yo la echo al sartén —susurra cerca de mi oído y me estremezo.

Asiento y me hago a un lado para que tome el sartén, mi mano cosquillea cuando nuestras manos se rozan, la parto y salgo de la habitación, excusándome con cualquier cosa. ¿Has sentido la sensación de estar dentro de algo irreal? Sientes como todo es felicidad, te sientes a gusto, pero sabes que no es real, que nada es real, que solo es efímero y luego todo volverá a ser igual que antes.

Que la realidad te dará un golpe fuerte.

—¿Todo bien? —inquiere Sam, saliendo de la casa y sentándose a mi lado en los escalones del porche del patio.

—¿De quién fue la idea de que se quedara a comer? ¿Tuya o del abuelo? —digo y volteo a verlo.

—Mía —susurra firme.

Lo miro confundida.

—¿Por qué hiciste eso?

—¿Por qué no?

—¡Porque no, Sam! —chillo y bufo.

—¿Vas a alejarlo toda tu vida? Él quiere arreglar las cosas y tiene razón, merece una oportunidad.

Frunzo el ceño y me cruzo de brazos.

—¿Una oportunidad? —inquiero y asiente.

Lo observo sacar una tarjeta de su bolsillo y es la nota que él dejó junto a las rosas.

—Necesitaba un cargador y buscando dentro de tu cartera la encontré. Te dio las rosas como una ofrenda de paz, o algo así, quiere reparar lo que hizo.

—¿Y cómo va a reparar lo que hizo? ¿Cómo reparar algo que no recuerda? —inquiero en tono borde y dejo salir un suspiro—. No puedo estar fingiendo que nada pasa.

—Hailee —menciona con un tono de voz severo—. Mira hacia adelante, no hacia atrás. Quizás si se rodea de nosotros, de todo lo que conocía antes nos recuerde.

—Claro, y también debemos decir bibidi babidi bu y por arte de magia nos recordará —digo con sarcasmo y pasando mis manos por mi rostro.

—Hailee...

—¿Para qué quieres que recuerde?

—Porque yo también perdí a mi mejor amigo —dice con un toque de enojo de voz—. No todo gira alrededor de ti, Hailee.

Cierro los ojos con fuerza y asiento con la cabeza.

—Lo siento —musito—. Me estoy comportando como una egoísta y no he pensado en lo que quieres.

Hace un ademan con la mano y pasa el brazo por encima de mi hombro, atrayéndome hacia su costado y dejando un beso en mi coronilla.

—Tranquila, no sería malo que él vuelva a nosotros y ser de nuevo el trio de oro. Además, tú quieres respuestas. ¿No es así? —curiosea—. Necesitas respuestas, lo sé y las obtendrás cuando él recupere su memoria.

—No lo ha hecho dentro de estos años, mucho menos lo hará ahora.

—No lo sabes, la mente es un misterio.

Arrugo la nariz y hago una mueca.

—Sonaste como el abuelo.

—Es verdad —dice firme—. Yo también quiero a mi viejo amigo de regreso, y tú también lo quieres. Así que acepta que está de regreso, hazlo y trátalo normal, no como si tuviera algo malo. —Hace una pausa y me observa con interés—. ¿A qué le temes? ¿Por qué tengo la sensación que no quieres que recuerde?

Me acurrucó más a su lado.

—Quiero y no quiero a la vez —digo en un susurro—. Quiero respuestas, pero ¿y si no me gustan esas respuestas?

—En la vida hay que arriesgarse. Y mientras él tarda en recordar, conocemos quien es ahora.

Ladeo la cabeza hacia un lado.

—¿Por qué tanto interés porque acepte que se involucre en mi vida? ¿Qué es lo que planeas?

Sonríe.

—No planeo nada, cabeza de zanahoria. Solo quiero que estés bien

—Estoy bien. —Arquea una ceja y se aleja de mi para cruzarse de brazos, bufo y revoloteo los ojos—. Bueno no tan bien.

—Inténtalo. ¿Qué tan malo podría ser?

Sonrío.

—Decir esas palabras es desafiar al destino, Sam.

Sonríe y abre la boca, pero un grito, mencionando mi nombre hace que ambos volteemos hacia el interior de la casa, intercambiamos una mirada de confusión y nos adentramos. Golpes en la puerta principal se escuchan, y siguen gritando mi nombre.

Es Darel.

—¿Qué diablo le ocurre a ese engendro del demonio para venir a tocar de esa manera? —masculla el abuelo entre dientes.

—Ya lo averiguo —musito y camino a la puerta, abriéndola.

Su mano queda en el aire y da un paso hacia atrás, balanceándose sobre sus pies. Su rostro está rojo, sus ojos están del mismo color y el olor a alcohol llega hasta donde estoy. Salgo de la casa, dejando la puerta entre abierta.

—¿Qué haces aquí? —inquiero en un susurro.

—Tienes que volver conmigo —dice arrastrando las palabras—. Yo te amo y tú me amas.

—Darel, es mejor que te marches.

—Vamos, cariño —murmura y se acerca arrastrando los pies, alza una de sus manos y la pasa torpemente por mi mejilla derecha—. Tenemos que volver.

Hago una mueca por el olor a alcohol y niego con la cabeza, tomo su mano e intento arrastrarlo hasta el columpio que hay en el porche.

—Llamaré un taxi para ti. —Intento que se siente, pero no lo hace—. Darel...

—¿De quién es ese auto? —dice y señala hacia el frente de la casa. Es el auto de Axellen—. Ese no es Sam.

Su mirada busca la mía, queriendo tener respuestas.

—Un amigo del abuelo vino —susurro firme, ignorando los latidos de mi corazón por mentir.

Asiente con la cabeza de manera torpe y se acerca, juntando nuestras frentes y tomándome por los brazos.

—Te extraño —susurra con la voz ronca—. No quiero estar otro día más lejos de ti.

—Darel no...

No puedo decir nada más porque sus manos toman mi rostro y planta con dureza sus labios sobre los míos, me quedo rígida, sin mover mis labios mientras él intenta que lo haga. El olor a alcohol es repugnante, coloco mis manos sobre las suyas e intento apartarlo, pero no puedo, está ejerciendo presión sobre mis mejillas.

Coloco mis manos sobre su pecho y trato de empujarlo, pero su cuerpo se pega más hacia el mío, estoy comenzando a entrar en pánico, su agarre sobre mis mejillas es fuerte y está empezando a lastimarme. Muerde mi labio inferior con fuerza y suelto un chillido de dolor, aprovecha que abro la boca para introducir su lengua y comienzo a golpear su pecho para que se aparte, el sabor metálico cubre mi boca y mi espalda impacta con fuerza contra la pared cuando intentó golpearlo en la entrepierna.

Jadeo en busca de aire y toso cuando lo apartan de golpe de mí, limpio mi boca con mi dorso, quitando su saliva de mi piel, mi labio inferior palpita y cuando observo la piel de mi mano, veo un poco de sangre.

—¿Qué crees que haces, imbécil? —brama Axellen, está delante de mí y Darel solo está a unos pasos de distancia de él.

La carcajada de Darel llega hasta mis oídos, mi abuelo se coloca a mi lado y me pregunta si estoy bien, aturdida asiento con la cabeza. Sam está al lado de Axellen.

—¿Así que un amigo de tu abuelo, Hailee? —inquiere con burla—. No llevamos ni dos semanas alejados y ya estás de golfa.

—Cuidado con lo que dices, Darel —masculla, Sam—. A ella la respetas.

—¿Respetarla? A las perras como ella...

—Cállate —espeta Axellen—. Y largo de aquí si no quieres que te parta el rostro.

—También tengo manos para...

—Solo vete —digo con firmeza y sintiendo coraje, ira y la vez tristeza—. Fuera de aquí.

Su mirada da con la mía, sus ojos verdes están oscuros de la rabia y su mandíbula esta tensa. Niega con la cabeza y chasquea la lengua.

—Eres una perra mentirosa. Espero que te estén cogiendo bien.

Un gruñido sale de la garganta de Axellen, intenta avanzar hacia él, pero lo detengo del brazo. Cuando me ve niego con la cabeza. Darel dice algo entre dientes y se da la vuelta, lo observo bajar los escalones de la casa y entrar a su auto, para después irse a toda velocidad.

—Sam —musito.

—Me asegurare de que llegue a salvo y no muerto —dice, deja un beso en mi cabello y se marcha, siguiendo el auto de Darel.

Entro en la casa con el abuelo y con Axellen.

—Vayan a bañarse, mocosos —dice el abuelo y les sonrío para que quiten la cara de pánico que tienen y vayan subiendo las escaleras.

El abuelo trae la caja de primeros auxilios y me siento en un taburete mientas Axellen mira mi rostro con cuidado, aplica algo en mi labio inferior y hago una mueca, lo escucho murmurar una disculpa y también aplica algo en la piel de mis mejillas.

Mi corazón va a mil por hora y no es porque él esté cerca, es porque nunca había visto esa faceta de Darel, siento la bilis subiendo por mi garganta y trancándose en ella. No me había dado cuenta, pero estoy temblando, mi cuerpo entero tiembla.

—Tranquila —susurra y toma entre sus dedos mi mentón, alzándolo—. Estás bien, no te hará daño.

—Él no me haría daño —murmuro con la voz ronca.

—Hace unos minutos parecía todo lo contrario.

—Solo está enojado y lastimado porque lo deje, no está pensando con claridad.

—Eso no le da el derecho de venir y obligarte a algo que no quieres, niña —dice el abuelo con enojo—. No intentes justificarlo.

Quiero replicar, pero no lo hago, cierro los ojos y dejo caer mi cabeza, el abuelo dice que terminará de hacer la comida y me hará un té, pero no tengo hambre y no quiero tomar nada, el nudo en mi estómago está retorciéndose con fuerza. ¿Yo he sacado ese lado de él? ¿Qué fue lo que le hice?

Las lágrimas se acumulan en mis ojos y ahogo un pequeño sollozo. Me estoy sintiendo culpable, como una verdadera desgraciada. Cuando tomas una decisión, estas traen efectos segundarios, traen consecuencias y no son cosas buenas.

—Oye —dice Axellen con suavidad y volviendo a subir mi mentón, abro los ojos, encontrándome con los suyos. Sonríe un poco y acaricia mi barbilla, rozando con su dedo el borde de mi labio inferior, como una caricia—. Todo está bien, tranquila.

No lo está

No digo nada y lo abrazo, entierro el rostro en su pecho y cierro los ojos, aspirando su aroma, sus brazos automáticamente rodean mí cuerpo y sus dedos se enredan en las hebras de mi cabello, acariciándolo. Un abrazo suyo es peligroso, es adictivo, porque entre ellos, todo puede perder sentido, el tiempo no importa, lo que ocurre no interesa, solo es importante como me voy relajando, como todo lo demás carece de sentido cuando estoy entre sus brazos.

N/A

¡WENAAAAS PIPOOOOL!

PREGUNTAS:

¿Alguien ya cayó rendida ante Axellen?

¿Quién ama a Sam?

¿Quién ama al abuelo?

¿A quién quieren que mate? xD 

JAJAJAJAJAJA

¿Ya vieron las nuevas portadas? ¿Qué les parecen? 7u7

#NoLectoresFantasmas.

 Te agradecería una estrella y un comentario, eso es genialoso y fantabuloso, deberías probarlo amiguito.

¡AHORA! ADELANTO ADELANTOSO QUE ADELANTAN:

—Axellen acaba de entrar en el lugar y si no quieres que te vea y venga directo hacia ti, haz lo que digo.

°°°

—¿No estabas ocupado comiéndole la boca a Mayrah? —inquiero.

°°°

    Séque estás ahí. —Señalo su cabeza—. En algún lugar están todos tus recuerdos,quizás están dormidos, o escondidos o quizás ya no están y no hay esperanzas, yestoy soñando muy alto como lo hace Sam.    

El siguiente capítulo me tiene abdsiafbiasbfiladsbfiasdbfia.

¡EN FIN! No olviden seguirme en mis redes (sobre todo en instagram) allí subo varias cosillas.

¡ESPERO QUE TENGAN UN LINDO DÍA/TARDE/NOCHE/!

¡CAMBIO Y FUERA!

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