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05

Grey - I Miss You

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 Si el capítulo llega rápido a 50 votos y 20 comentarios, subo rápido el siguiente, más rápido que Flash corriendo. ¡Disfruten!  

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Todo mi cuerpo pesa, las marcas de las uñas de Alice clavadas en mi piel arden y tengo las marcas de los dedos de Henry tatuados en mi tez, son unos lindos dedos de color morado. Ahogo un bostezo y dejo caer mi cuerpo en la silla, apoyo mis codos en el escritorio y oculto mi rostro entre mis manos.

Siempre que hay una tormenta las noches son largas, Alice tiene traumas desde el accidente, era un bebé de solo cinco años, pero, aun así, recuerda muchas cosas. Henry les tiene miedo a las tormentas antes de que mis padres murieran, y con su muerte ese miedo comenzó a crecer poco a poco.

Y yo, le tengo miedo desde la muerte de mis padres.

Una noche llena de truenos y relámpagos me arrebató a las personas que amaba y siempre amaré.

—¿Hailee? —inquieren y alzo la cabeza.

Una del periodista que se sienta a unos cuantos pasos de distancia me está viendo fijamente, soy mala con los nombres y no me interesa mucho recordarlo.

—¿Sí?

—El joven Kidman quiere verla.

Frunzo el ceño y volteo hacia su oficina, está mirando algunos papeles y luce concentrado.

—¿Por qué? —inquiero en un tono de voz agotado.

—Ya empezó a revisar los artículos que serán publicados mañana en el periódico, eres la última que falta. Y creo que va a regañarte por llegar tarde.

Cierro los ojos con fuerza y le agradezco, vuelvo a esconder el rostro entre las palmas de mis manos y dejo salir un suspiro pesado. Perfecto, que bien estoy comenzando el día.

Maravilloso, Hailee.

Me quito el abrigo y lo dejo caer sobre el espaldar de la silla, trago saliva y acomodo mi suéter antes de caminar hacia su oficina, toco dos veces y hace una señal para que entre. El lugar es espacioso, no muy grande, pero es lo suficiente como para estar cómodo. Sus ojos siguen clavados en el papel entre sus dedos y puedo deducir que es mi artículo.

—Siéntate —pide con la voz ronca.

Me acerco a la silla y me siento, entrelazo mis dedos y los dejo descansar sobre mi vientre. Mi corazón está latiendo con fuerza dentro de mi pecho, el ambiente es incómodo, al parecer siempre será incómodo entre ambos.

—¿Por qué escogiste este tema? —inquiere y levanta su mirada gris hacia mí.

—¿Por qué no? —contraataco la pregunta.

El fantasma de una sonrisa se dibuja en sus labios, deja el papel sobre el escritorio y se levanta de la silla para caminar hacia una mesa donde hay una cafetera. No sabía que ellos tenían su propia cafetera y seguro que por eso no necesitan ir hacia el área de descanso.

Ahora sé por qué el jefe nunca va a al área de descanso.

—Es un tema polémico en la actualidad.

—Lo sé, por eso lo escogí.

Se da la vuelta y tiene dos tazas de café entre las manos, extiende una en mi dirección y dudo un poco antes de tomarla, no me gusta el café, prefiero el té, es más bueno y me mantiene más despierta por alguna extraña razón. Le agradezco en un murmuro y él se sienta otra vez en la silla forrada de cuero negro sintético, da un sorbo a su taza y deja su mirada en mí.

—¿Te gusta escoger temas que generan polémica?

—Sí.

Asiente con la cabeza.

—Entiendo ese punto, pero, ¿por qué escribir sobre la despenalización del aborto que quieren conseguir en ciertos países? ¿Por qué no otro tema?

—Es un tema del cual todas las personas deberían de saber, de estar informadas. Cada persona de este lugar debe saber lo que ocurre en el exterior y lo que puede terminar llegando hasta nuestro propio país.

—Según lo que me ha comentado el jefe, no es la primera vez que te arriesgas por escribir sobre temas que ante algunas personas no son importante.

—El que no arriesga no gana, joven Kidman. A ninguna persona le gusta que le obliguen a ver lo que ellos ignoran con tanto esfuerzo. La despenalización del aborto es un tema delicado, polémico e importante, en el artículo no estoy en contra ni a favor, muestro lo que ocurriría si lo despenalizan y lo que no ocurriría si no lo hacen.

—¿Estás a favor?

—Mi opinión no es relevante, ahora. Solo quiero informar, no convencer a nadie de cambiar su opinión, ni sus creencias. Les enseño ambas partes de la moneda, las dos versiones de la historia, no una sola.

Asiente con la cabeza, toma el líquido de su taza de café mientras el mío está intacto, solo muevo un como el contenido a los lados, pero no le doy ningún sorbo. Comienzo a incomodarme de que solo esté mirándome y no diga nada, mis manos cosquillean y aparto la mirada de él para posarla en las fotos que hay detrás.

Son familiares, sale él junto a sus padres, el parecido entre los tres es indudable, aunque tiene más parecido con su madre. Hay una foto que recuerdo, él sale sonriendo y su cabello y ropa están mojadas, sus ojos están entrecerrados por las carcajadas y recuerdo esa imagen porque yo fui quien la tomo.

Seguro no lo sabe.

—¿Puedo irme ya? —inquiero y mi voz suena pequeña.

Aparto la mirada de las fotografías y la deslizo hacia él. Sus ojos están detallando mi rostro, cada parte con cautela, no responde a mi pregunta y se levanta de la silla, camina hasta las persianas de la ventana y las cierra. Trago saliva cuando voltea a verme.

—Debemos hablar.

—Tengo cosas que hacer —digo atropelladamente y me levanto, dejando la taza de café intacta sobre el escritorio.

—Eso puede esperar —dice tranquilo—. No puedes estar evitándome, trabajamos juntos Hailee, y debemos aclarar las cosas.

Le sonrío con molestia y me cruzo de brazos.

—Bien, trabajemos como es debido, eres mi superior y solo debo hablar contigo de cosas laborales, no personales.

—No actúes como un bebé —dice con un tono de voz agotado.

—Vete a la mierda —mascullo e intento llegar a la puerta, pero él se interpone en el camino, dejando que su cuerpo me aparte de mi destino. Mi cuerpo se tensa—. Quítate.

—Hailee...

—No, no quiero hablar, así que apártate.

—Bien, lo entiendo, estás enojada, pero podrías dejar de ser irracional y hablar como una mujer adulta en vez de estar huyendo de mí. No seas una cobarde, Hailee.

Sonrío sarcásticamente y me cruzo de brazos, niego con la cabeza y tenso la mandíbula hasta sentir que voy a partirme los dientes.

—¿Y tú hablas de cobardía? ¿Quién fue el que se fue? ¿Quién abandonó a quién? —inquiero y me voy acercando amenazante a medida que voy escupiendo cada palabra, golpeo con mi dedo índice su pecho, empujándolo más contra la puerta—. ¡Fuiste tú! Así que no vengas a decirme que no sea una cobarde cuando el único cobarde aquí eres tú.

—¿Y qué querías que hiciera? —pregunta con incredulidad y sin alzar la voz—. No sabía qué mierda estaba ocurriendo a mí alrededor, no sabía nada.

—¡¿Y crees que yo sí lo sabía?! Mi mundo se estaba yendo a la mierda y te necesitaba, necesitaba que estuvieras ahí y no lo estuviste. ¡Solo te fuiste! ¡Desapareciste!

Gruñe y tira con fuerza de las hebras de su cabello, maldice entre dientes y siento mi corazón golpeando con fuerza mi pecho. Quiero echarme a llorar y no es porque esté herida —cosa que estoy—, es porque mi enojo está lo suficientemente elevado como para querer salir de dos maneras: Golpeando algo o llorando.

—¿Por qué volviste? —inquiero con la voz ronca y sintiendo las lágrimas quemando detrás de mis ojos—. ¿Por qué volver después de tantos años?

Eleva su mirada hacia mí, su iris está oscuro y su respiración es agitada, su rostro y las puntas de sus orejas están rojas; además, la pena cubre sus ojos. Pasa una mano por su rostro y deja salir un suspiro pesado antes de susurrar:

—No volví por ti, Hailee.

Eso es un golpe bajo, no imaginé que había vuelto por mí pero es suficiente como para lastimarme. Mantengo mi rostro inexpresivo, no dejo que vea el daño, no dejo que vea más allá de mi mirada vacía.

—Te fuiste prácticamente huyendo de mí, créeme; en ningún momento pensé que volverías por mí.

Lo aparto de la puerta y la abro, la mirada de todas las personas están sobre mí, pero rápidamente fingen no estar escuchando nada y comienzan a hacer algo productivo con sus malditas existencias para no quedar como chismosos.

—No huía de ti —susurra—. Mierda no lo hacía, pero no podía estar en un lugar y fingir que todo estaba bien. No sabía quién eras, Hailee. Solo sabía que eras la chica que estuvo allí cuando desperté en esa cama de hospital, pero no sabía quién diablos eras.

Agacho mi cabeza y giro hacia él, dando con sus ojos grises, la sinceridad en sus palabras es palpable y ahora quiero llorar y no es porque esté enojada, es porque sus palabras están perforando mi pecho como si fueran un taladro.

—Y sigues sin recordar quien soy —murmuro con la voz ahogada—. Sigues sin hacerlo porque no dejaste que te dijera quien era, no me permitiste que te contara porque estaba allí, porque yo estaba allí. Solo me corriste de la habitación y te largaste lo más pronto posible.

—Estabas ahí porque eras mi mejor amiga, tú y Samuel lo eran. ¿No es así? Mi madre me lo dijo después de que nos fuimos del país.

Seguramente te dijo eso, tu madre nunca me quiso.

—Claro —mascullo y salgo de allí.

Tomo mis cosas para largarme o terminaré llorando, terminaré rompiéndome enfrente de él. Escucho sus pasos detrás de mí, lo escucho mencionando mi nombre, las cabezas de las personas giran en nuestra dirección cuando vamos pasando. Entro al ascensor y presiono el botón de bajar, pero cuando las puertas están a punto de cerrarse él ingresa.

—Hailee...

—Cállate, no quiero escucharte —mascullo y mi voz tiembla.

Lo escucho gruñir y presionar un botón que hace que el ascensor se detenga, maldigo entre dientes.

—Vuelve a colocar a funcionar el ascensor, Axellen.

—No saldrás de aquí hasta que hablemos.

—¿Hablar? ¿De qué quieres hablar?

—Lo siento —dice—. Lo siento —repite y mi corazón se estruja con violencia dentro de mi pecho—. Hailee, tuve un accidente en el que casi muero, quedé en coma durante varios días y cuando desperté no recordaba ni mi nombre. Estaba asustado, y ahí estabas tú, agradeciendo y abrazándome cuando no entendía que mierda era lo que ocurría.

—Detente y coloca a funcionar el ascensor —repito con la voz entrecortada y sintiendo que el aire no es suficiente.

—Recuerdo muy poco de mi pasado —sigue hablando, ignorando mi súplica y dando un paso en mi dirección, me arrincono en la esquina del ascensor, haciéndome una bola—. Sigo sin recordarte a ti o a Samuel, hay muchas personas que sigo sin recordar, hasta a mi propia familia sigo sin recordar por completo.

—Por favor —suplico, sintiendo las lágrimas empezar a deslizarse por mis mejillas.

—Lo lamento, pero cuando mi madre dijo que lo mejor era irnos, solo acepté, solo pensé en mí porque no conocía a nadie, no recordaba a nadie.

—Basta, basta, basta. No quiero escucharte más y solo coloca a funcionar el ascensor.

No hace nada de lo que digo, hace todo lo contrario, sus manos acunan mi rostro y mi cuerpo se estremece, reconoce su tacto, su piel, mi corazón late aún más desesperado, golpea con violencia mi pecho y las lágrimas comienzan a salir sin control. Lo escucho decir algo, no entiendo lo que dice, solo sé que sus manos abandonan mi rostro y rodean mi cuerpo, atrayéndome hacia él.

Su aroma me envuelve, su calor me brinda seguridad, calidez, sus caricias en mi cabello hacen que mi cuerpo se estremezca, que anhele estar más cerca, una serie de emociones que estaban dormidas y guardadas en un cajón comienzan a volver a la vida, comienzan a mover mi mundo.

Todos tenemos unos brazos en los cuales nos sentimos seguros y los suyos son los míos, pero también son los mismos brazos que hacen que mi corazón se quiebre en mil pedazos.

Sigue sin recordarte, sigues siendo una extraña.

Con la poca fuerza que tengo en mi cuerpo lo aparto, lo alejo de mí, sus ojos me observan con dolor y confusión, no entiendo porque dice todo eso, no entiendo porque me abraza, no entiendo porque no se da cuenta que está haciendo que mi corazón se quiebre.

¿Por qué no ve que me hace daño?

—No vuelvas a abrazarme.

—Hailee.

—No vuelvas a mencionar el pasado, no vuelvas a decir que lo sientes, no vuelvas a intentar hablar conmigo de algo que no sea de trabajo o de algo que sea estrictamente profesional. Tú y yo no somos amigos, no somos conocidos, no somos nada, Axellen. No me conoces y yo tampoco lo hago. —Trago saliva y coloco a andar el ascensor—. Así que, si piensas que estaré sonriente y bailando a tu alrededor, vete a la mierda con esos pensamientos, mejor dicho, desecha esas ideas porque eso no va a ocurrir.

—Hailee solo quiero llevar las cosas en paz.

Seco mis lágrimas y le sonrío con acidez, le sonrío con maldad.

—¿Quieres llevar la paz? Bien. Entonces finge que tu adorada madre no te contó sobre mí y Samuel, has que no sabes nada de nosotros, porque la única realidad es que no sabes más de lo que ella te dijo. —Que seguro muchas cosas no son verdaderas porque ella nunca te contará la verdad—. ¿No es así?

No responde, su cabello está desordenado y puedo ver las manchas de mis lágrimas en su camisa. Sus ojos lucen opacos, él luce impotente y desesperado, pero no me importa, no debe de hacerlo. Nada referente a él debe importarme. Las puertas del ascensor se abren y aprieto con fuerza la correa del bolso que cuelga de mi hombro.

—Tenga un buen día, joven Kidman, no me siento bien y espero que comprenda porque no me siento dispuesta a trabajar el día de hoy.

No espero respuesta de su parte y me apresuro a colocar una gran distancia entre ambos. Algunas personas vuelven a tu vida para hacerte feliz, para reparar el daño que pudieron haber causado en el pasado, y él solo volvió a mi vida para colocar todo de cabeza sin hacer mucho esfuerzo.

N/A

¡HOLA!

Que intenso D:

El próximo capítulo va a estar interesante 7u7 

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#NoLectoresFantasmas.

¡NOS VEMOS LUEGO!

¡CAMBIO Y FUERA!

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