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01

Camila Cabello - Something's Gotta Give

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—No tienes que hacer nada del otro mundo, ¿entiendes? Solo le haces las preguntas y ya, es mi jefe, y no quiero que me despidan por tu culpa.

Arqueo una ceja y lo observo a través del espejo mientras me hago una cola alta.

—¿Quién es la periodista aquí? —inquiero—. ¿Tú o yo? —Lo veo a punto de replicar y antes de que pueda decir algo prosigo—: Lo soy yo, tú no, así que deja tu idiotez un segundo y cálmate, solo es una entrevista, no el fin del mundo. Ni que fuera a escribir un libro sobre tu jefe.

—Pero escribirás una nota sobre él.

Bufo y aplico labial rojo sobre mis labios.

—Nada del otro mundo, Sam —me levanto de la silla y tomo mis cosas para salir de la habitación, con él siguiéndome por detrás—. Estas algo paranoico, ¿no crees?

—Es mi trabajo el que está en riesgo.

Resoplo y salgo de la casa después de haber comprobado tener todo, me montó en el auto de Sam y coloco el cinturón de seguridad, después ambos salimos en marcha al bufete de abogados Collard&Asociados.

—Solo haré las preguntas necesarias y luego me iré, escribiré mi nota e intentaré no cortarle la cabeza a tu jefe con mis palabras.

—Hailee —masculla.

Sonrío un poco.

—No te desesperes Samuelito, no te despedirán del bufete por mi nota, así que respira un poco. ¿Quieres?

—Bien. —Aplana los labios, convirtiéndolos en una fina línea—. No te pases del tiempo estipulado para la entrevista, hoy llegara una nueva socia y al parecer es muy buena.

—Tú también lo eres —le sonrío un poco y observo como su cuerpo, el cual estaba tenso, se relaja. Por sus labios una brillante sonrisa se desliza y asiente con la cabeza.

Samuel siempre ha sido preocupado por todo, le gusta que todo esté en su lugar, que todas y cada una de las cosas estén en orden, es perfeccionista, aunque no mucho, solo cuando se trata de algo que realmente lo tiene entusiasmado o asustado.

—Escuché que la nueva socia proviene de Canadá —dice cuando estaciona el auto en el edificio donde trabaja—, también que es pelirroja —me da una mirada de reojo y sonríe burlón—. Aunque, tú eres una zanahoria.

—Deja mi cabello en paz —mascullo entrando al ascensor.

Se echa a reír y golpeo su estómago, robándole el aliento y sonrío con inocencia cuando me lanza una mirada llena de reproche. Mi cabello es rojizo y gracias a la luz se ve de distintas tonalidades, predominando más el color zanahoria. Algunos niños les dicen a sus mamás que me parezco a la princesa Merida, aunque lo único diferente es que mi cabello no es rizado, sino liso.

Hasta los ojos azules tengo y sin dejar por fuera de la ecuación, tengo dos hermanos revoltosos en vez de tres.

Conocí a Sam cuando me mudé junto a mis padres a Australia, desde entonces hemos sido los mejores amigos, casi somos como hermanos. Y aunque sea un idiota muchas veces, lo amo con mi vida entera, así que él sería ese tercer hermano revoltoso.

—¡Sam! —exclama una mujer que no reconozco cuando las puertas del ascensor se abren.

—¡Mayrah! —exclama mi amigo sin mucha emoción, lanzándome una mirada de reojo.

Así que ella es la compañera de trabajo que está loca y parece acosarlo.

Es alta, de cuerpo estilo reloj, cabello corto y de castaño oscuro y rizado, su tez es bronceada y sonríe como Cheshire mientras observa a Sam, sip, la mujer da miedo y luce agradable a la vez, una mezcla extraña. Aunque entiendo por qué está tan flechada con Samuel, el desgraciado es rubio y de ojos miel, es todo un galán, además de ser caballeroso.

—Tú debes de ser, Hailee. —Extiende su mano en mi dirección—. Un gusto, soy Mayrah.

Estrecho su mano.

—Igual.

Sam carraspea, llamando la atención de ambas.

—Hailee tiene que hacerle una entrevista al jefe y no quiere llegar tarde. —Gira su cabeza en mi dirección—. ¿Cierto, Hailee? —No logro responder cuando él voltea en dirección a la mujer, y añade—: ¿Ves? Entonces te veo por ahí, Mayrah.

—Oh, no —dice ella, extendiendo los brazos y colocándolos sobre las puertas, impidiendo que salgamos del ascensor—. Necesito ayuda con un caso, es urgente —me mira—. ¿Te importaría que él venga conmigo? El jefe está en la sala de conferencias y esa está al final del pasillo, al doblar a mano izquierda. No está muy lejos y creo que sabes dónde es.

Veo de reojo a Sam, me basta una mirada para saber qué quiere que diga que no puede ir con ella, pero sonrío con maldad. Esto es por haberse burlado de mí cuando le conté que esta mañana me caí en la ducha e intenté agarrarme del chorro de agua.

Venganza, dulce venganza.

—Para nada, podré ir sola.

—Hailee, pero...

—¡Ya está dicho! —exclama Mayrah, interrumpiendo el reproche de Sam y tomándolo del brazo para luego sacarlo de un tirón del ascensor—. Gracias.

Muevo mis dedos en forma de despedida mientras los observo alejarse, rio entre dientes al ver la cara de incredulidad de Sam. Salgo del ascensor y camino con calma por el pasillo en busca de la sala de juntas. No me tardo en encontrarla, las paredes son de vidrio y veo al jefe de mi amigo sentado en una gran silla negra, está mirando unos papeles esparcidos por la mesa de madera oscura.

Aprieto con fuerza la cinta del bolso que cuelga de mi hombro izquierdo y camino con seguridad hacia la puerta.

—Buenos días —saludo al abrirla.

El hombre aparta la mirada de los papeles para posarla en mí, una sonrisa enorme se extiende por sus labios y se levanta de la silla, acomodándose el saco.

—Buenos días, señorita Belova. —Hace un ademán con la mano, invitándome a entrar a la sala y tomar asiento—. Lamento el desorden —dice refiriéndose a los papeles que están sobre la enorme mesa—. Hoy estamos algo ocupados.

—Si quiere podemos posponer la entrevista para otro día.

—Oh no, de ninguna manera, ya la hemos pospuesto suficiente. —Sonríe otra vez, su piel se arruga alrededor de sus ojos al hacerlo, es un hombre ya mayor, de ojos oscuros y tez clara.

—Bien, entonces comencemos —digo amable y saco de mi bolso el bolígrafo, una grabadora y una pequeña libreta—. Empecemos por el principio, señor Collard. ¿Cómo fue que usted llegó a escoger la carrera de leyes?

Sus ojos brillan con entusiasmo y me comienza a relatar el porqué de su elección, habla con fluidez y no lo detengo. Solo escribo palabras claves para después hacer preguntas relacionadas a ellas. La emoción en sus ojos al hablar de lo que le gusta es evidente. Cuando era niña, mi padre decía que cuando una persona ama algo, sus ojos lo reflejan, allí ves su amor por ello, su pasión y su entusiasmo.

Mira sus ojos cuando quieras saber la verdad. Los ojos son la puerta del alma. Repetía cada vez que podía.

Rio cuando menciona una que otra cosa graciosa sobre su vida. Escribo para uno de los periódicos más importantes del país, el New News, al igual que también escribo para la editorial Alpha Delir una enorme editorial que distribuye diferentes libros por todo el mundo. Escribir es una de mis pasiones, y me pregunto si mis ojos brillan cuando hablo de ello, igual que ocurre con los ojos de él.

—¿Entonces su abuelo fundó el bufete en 1969?

—Así es —dice luego de tomar un sorbo del café que su asistente trajo—. Dentro de unos días el bufete cumplirá cincuenta años, tras el pasar de los años, esta firma ha ido en generación en generación, es nuestro legado, nuestro patrimonio.

Sonrío amable.

—Supongo que harán una fiesta como celebración, no todos los días se cumple cincuenta años de funcionamiento.

—Lo haremos, también aprovecharemos ese día para presentar oficialmente a nuestra nueva socia, y por supuesto, usted está invitada, la exclusiva será suya.

Asiento con vehemencia y tomo un poco de agua, mi espalda duele, igual que mi trasero, llevo horas sentada en la silla y sé que cuando me levante el asiento va a estar caliente como si fuera fuego.

—Muchas gracias por darnos la exclusiva.

Abre la boca para hablar, pero ve algo detrás de mí y se limita a sonreír, lo veo levantarse de la silla y sigo sus movimientos con la mirada, se acerca a la puerta de cristal y la jala, mostrando a la mujer detrás de ella.

—Miren a quién tenemos aquí, nada más y nada menos que Clary Harrison.

La mujer ríe.

—Es un placer volver a verte, Roger —se acerca y lo abraza—. ¿Cómo estás?

—Bien, linda. ¿Tú?

—Muy bien. —Sonríe y su mirada cae en mí.

Es pelirroja y de ojos cafés, no me pasan desapercibidas las pecas en su rostro y tampoco la mirada curiosa que me da. La cabeza del señor Collard gira hacia mí y sonríe.

—Hailee, te presento de antelación a nuestra nueva socia, Clary Harrison, y Clary, te presento a Hailee Belova una de las mejores periodistas que podrás conocer.

Me levanto de la silla y extiendo la mano hacia la mujer, no parece muy mayor, quizá unos dos o cuatro años más que yo. Sus ojos recorren mi rostro y luego estrecha mi mano, sonriendo ampliamente.

—Así que Belova —susurra sin dejar de sonreír—. ¿Eres rusa?

—Lo soy.

Suelto su mano cuando siento que ella no deja de sostener la mía, se cruza de brazos y entrecierra los ojos.

—Pero tu acento, no lo tienes.

Me encojo de hombros.

—Nací en Rusia y me críe en Estados Unidos.

Asiente comprensiva. Paso la mirada hacia el señor Collard.

—Ya tengo todo lo que necesito, gracias por su tiempo, señor Collard. La nota saldrá dentro de unos días, le avisaremos cuando eso suceda —digo rápido.

—Me parece perfecto, te enviaré la invitación para la fiesta y lamento por octava vez haber pospuesto la entrevista antes.

—No se preocupe, lo entiendo. —Tomo mis cosas ante la mirada de la mujer, quién no deja de mirarme de una manera muy extraña, es como si supiera todo sobre mí—. Fue un gusto conocerla, señorita Harrison, con permiso.

Paso por su lado sin esperar una respuesta de ella y jalo la puerta cuando ella vuelve a hablar.

—Puedes decirme solo Clary.

Volteo hacia ella. Está sonriendo, ¿por qué sigue sonriendo? Creo que tiene un tornillo suelto o quizás cientos, le devuelvo la sonrisa de manera tensa y asiento con la cabeza.

—Seguro, Clary. Permiso.

Salgo de allí antes de que alguno de los dos vuelva a decir algo, dejo salir un suspiro sonoro y camino hacia el ascensor. Son casi las doce del día y marco el número de Sam para saber si ya va saliendo a almorzar. Entro al ascensor y bufo cuando no responde, sigo intentando comunicarme con él mientras el ascensor baja, termino llegando a la primera planta y camino hacia la salida del bufete, cuando estoy por salir un olor inunda mis fosas nasales.

Es una colonia, pero no es cualquier colonia, es esa clase de colonia que te remueve la cabeza, llevándote a recordar a viejas personas, a recordar tu niñez o quizás a alguien a quien querías y esa colonia, ese aroma a toronja, menta, canela, ámbar y cuero; lo reconozco, es la fragancia 1 million de Paco Rabanne. Me recuerda a alguien con exactitud, me detengo de manera abrupta y miro hacia los lados, las personas pasan por mi lado y siento como las cosas pierden su importancia.

Esa colonia lo representaba a él.

Un nudo se instala en mi estómago y se retuerce con violencia, haciéndome sentir vértigo, es como si todo se esfumara. El aroma me envuelve, me consume, me hace saltar hacia atrás en el tiempo.

Trae recuerdos, trae a una persona en especial y el mero recuerdo me hace sentir pequeña e indefensa.

—¿Hailee? ¿Estás ahí? —Parpadeo varias veces y niego con la cabeza—. ¿Hailee?

Todo vuelve a su marcha, las personas siguen caminando por el lugar y mi aturdimiento desaparece poco a poco. Esa colonia la usan ciento de personas, millones de hombres, es normal olerla.

No desvaríes, Hailee.

Dejo salir el aire que no sabía que estaba reteniendo de manera brusca, miro hacia los lados aturdida, pero las personas siguen caminando sin reparar en mí ni por un momento.

—Estoy aquí —susurro y salgo del edificio, sintiendo la cálida brisa chocar contra mi rostro.

—Voy a tardar, Mayrah necesita en serio ayuda. ¿Te veo luego?

—Seguro —musito y después de despedirme cuelgo.

Suspiro sonoramente y echo la cabeza hacia atrás, cerrando los ojos e intentando que mis piernas y manos dejen de temblar como lo hacen. Cuando siento que estoy más calmada, detengo un taxi y me monto, le digo al taxista la dirección a la cual debe dirigirse y apoyo mi cabeza al vidrio de la ventana, un poco más calmada, pero aún con la sensación de que era él.




—¡¿Dónde están los raviolis?! —brama y su voz se escucha por toda la cocina del restaurante. Me acerco y apoyo a una pared, intentando no hacerle estorbo a nadie con mi presencia.

Observo a mi novio cocinando con rapidez, dando órdenes por aquí y por allá, su traje de chef está intacto, no tiene ninguna mancha de comida o alguna salpicadura. Es todo un experto en la comida, sus padres le enseñaron lo que sabe y la escuela culinaria lo ayudó aún más, para después fundar su propio restaurante con veintiséis años.

Darel resopla y su rostro está rojo, está molesto, la vena de su frente se remarca bastante y sus ojos verdes musgo están oscuros. Es como una olla de presión a punto de estallar.

—¿Quieres una manzana? —inquiere el sous chef y mejor amigo de Darel.

Asiento con la cabeza y me da una roja, cambio la manzana de una mano a la otra y le doy un mordisco. Sonrío cuando mis papilas gustativas degustan su sabor. Amo las manzanas.

—Vamos, te llevaré a una mesa, después haré que él. —Señala a Darel—. Vaya y atienda a su novia como es debido.

—¿Tan desesperado estas porque no quieres que lo vea estallar? —curioseo, mientras me saca de la cocina—. Recuerda que llevo cinco años junto a él, así que sé cómo es, Deker.

Ríe un poco.

—Lo sé y lo tengo claro, pero las cosas se colocarán feas ahí adentro. Hay algunos nuevos y es todo un desafío. —Saca la silla y me siento.

Hago una mueca.

—¿Tan descoordinados están? —curioseo.

—Como no tienes idea. —Resopla y sus ojos cafés lucen agotados—, iré por ese idiota.

Asiento y lo observo alejarse en dirección a la cocina, una de las meseras trae vino y le agradezco mientras como mi manzana. El restaurante está lleno, hay muchos comensales y no me sorprende, Darel tiene éxito.

Desde que lo conozco, nunca lo he visto fallar, perder o no lograr algo, siempre logra todo, siempre gana y, tener un apellido importante y una familia poderosa es de mucha ayuda para él.

—Pensé que vendrías con Sam —dice él, acercándose sonriendo y dejando un beso en mis labios para después sentarse frente a mí.

—Tuvo cosas que hacer.

Apoya los codos a la mesa y se acerca, sus ojos me observan con completa atención e interés. Su cabello castaño está perfectamente arreglado y puedo ver los tatuajes en su brazo izquierdo debido a la posición en la cual está. Es atractivo, esa fue una de las cosas que me llamó la atención de él.

—¿Y la entrevista? ¿Qué tal estuvo?

—Interesante. —Imito su posición y agrego con modestia—. Pronto tendremos una exclusiva y todo gracias a mí.

—Eres la mejor, sabría que lo lograrías.

Sonrío ampliamente y luego le doy una mordida a mi manzana.

—¿Qué te apetece comer hoy? —Hace la misma pregunta de todas las tardes cuando vengo a comer—. ¿Qué quieres la mujer que amo que le prepare?

Sonrío un poco.

—Sorpréndeme —susurro y él sonríe ampliamente.

—Lo haré.

Se levanta de la mesa y después de dejar un casto beso en mis labios desaparece de mi campo de visión. Cierro mis ojos con fuerza y muerdo mi labio inferior, suelto mi labio y dejo escapar el aire lentamente por mis labios entreabiertos. Darel es atento, amoroso y estos años no han sido la excepción, pero; si, hay un pero. No lo amo como él merece ser amado y me siento una completa perra por no hacerlo.

Con el paso del tiempo me di cuenta de mis sentimientos, lo intenté, intenté enamorarme de él, quererlo como merece serlo, pero no lo he logrado, sólo hay cariño, no hay nada más. Si no fuera por los besos o por las veces que él me dice que me ama, no pareceríamos novios, sino amigos.

Y creo que eso es lo peor que te puede pasar, creer amar a alguien y después darte cuenta que no lo haces realmente.

Que nunca lo has amado.

N/A

¡BUENAAAAAAAAAAAAS!

He aquí su escritora, si eres nuevo; gracias por estar aquí y por darle una oportunidad.  Soy Cealena, aunque ese no es mi nombre sino mi seudónimo, debes saber que me gusta dejar con intriga, romper koras y hacer sufrir a los personajes.

Sinceridad ante todo mijos.

Pero si eres lector antiguo, casi como un vampiro. ¡GRACIAS POR SEGUIR AQUÍ! Por cierto, quiero aclarar que esta historia ocurre un mes antes que el epílogo de Déjame amarte, para que después no estén perdidas en el espacio y en el tiempo.

Entonces, vamos con las preguntas preguntosas.

¿Primera impresión de Hailee?

¿Qué ocurrirá entre Darel y Hailee?

Y, ¿qué pedo con esa colonia y ese él?

Espero que esta historia les guste tanto como me esta gustando a mi escribirla, no olvides votar y comentar. ¡DÉJAME SABER TU OPINIÓN!

#NoLectoresFantasmas


¡CAMBIO Y FUERA!

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