20 de abril del 2017

Querida Galatea:

Además de ti, ¿crees que alguien más pueda verme? ¿Crees que alguien, desde aquí, pueda escuchar si lo llamo? ¿Si grito? Hasta quedarme sin voz... ¿Crees que alguien lo haga? Yo creo que no. Me siento muchas veces invisible pero a la vez a la vista de todos. Su centro de atención. Su diana. Y luego... soy parte de todo lo demás. No ven más allá de mí. ¿Crees que alguien quiera ayudarme a reparar mis alas? ¿Crees, en primer lugar, que puedan repararse? Yo creo que sí. Y sé, también, que podré recuperar la voz de manera que nadie pueda arrebatármela jamás. Conseguiré que me oigan. Te pueden escuchar a ti también... ¿necesitas ayuda? ¿Te sientes bien? ¿Estás bien? No, claro que no lo estás. ¿Necesitas un saco salvavidas o prefieres aprender a nadar por tu cuenta? Yo considero que la segunda... aunque luce demasiado complicado, aunque luzca como si pudiera hacerme desaparecer con solo unos segundos, siendo necesarios un poco de ti, unos cuantos metros y olas furiosas.

Muchas veces estuve al pie del borde. ¿Y sabes qué aprendí de todas y cada una de ellas? Que no puedo confiar en ti, no realmente. Me presionas los pulmones quitándome aire y llenas mis huecos de plomo. Me hundes, cuando yo solo quiero volar. Extender mis brazos, gritar feliz y ser libre. Libre de tus ligaduras, de tus golpes, de tus rasguños. Libre de todo aquel odio que me tienes, aquel incalculable, el que no aparece acabar jamás. Ya quedó más que claro que no podemos ser amigas de verdad, pero, ¿cuándo me dejarás vivir amándome?