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Relato V: La Kumiho Cazadora de Dioses

https://youtu.be/h-hr1mKZgWU

[700 D.C. Territorio Japonés: Mundo Yokai]

El mítico mundo donde habitan los fantasmas, bestias y criaturas espirituales del Territorio Japonés; como tal no tenía muchas diferencias respecto al antiguo Japón, ni tampoco al Mundo Mortal en sí. De hecho la única diferencia notable era que el Mundo Yokai poseía dos lunas, y era el cuarto planeta de un sistema solar de seis planetas. Además en los pueblos y reinos de aquel mundo había islas que flotaban cerca de las nubes.

En algunos puntos del Mundo Yokai había notables islas que flotaban cerca de las nubes, siendo los principales reinos donde flotaba al menos una isla. Y en un reino en particular, ubicado en medio de un extenso bosque y donde solo vivían bakenekos (gatos de dos colas) y kitsunes (zorros de nueve colas), se había desatado una feroz batalla cuando cayó la noche. 

Había estatuas y monumentos dedicados a los dioses japoneses, como la gran Amaterasu, que estaban siendo amarrados para ser derribados. Sin embargo los encargados de tal tarea, yacían descuartizados en el suelo. También algunas casas, colinas y grandes edificaciones se hallaban destruidas, y las calles estaban cubiertas de pedazos de humanos samuráis, que portaban el símbolo de un rayo azul en sus armaduras. 

El rastro de destrucción iba hacia un gigantesco templo budista con un patio; en el patio se estaban reuniendo innumerables filas de guerreros samuráis, todos con los ojos en blanco como si carecieran de vida o mente propia. Y en el interior de aquel templo protegido por los samuráis, se encontraba un humano japonés adulto, que vestía como un shogun de la Antigua Japón; su armadura era dorada con partes plateadas, y portaba un collar con el mismo símbolo del rayo. 

El hombre se encontraba arrodillado, rezando con calma frente a dos colosales estatuas; una de Buda y otra de Zeus. Ni siquiera cuando escuchó el colapso de las enormes puertas del patio, y luego se oyó el sonido de la carne siendo desgarrada, le hizo perder la compostura; los guerreros samurais de afuera estaban siendo despedazados, pulverizados y partidos por la mitad, al recibir patadas, golpes y zarpazos provenientes de una bestia inmortal, más salvaje y cruel que las bestias comunes del Territorio Japonés. 

Aquellos humanos samuráis, aunque tuvieran magia eléctrica en sus katanas, la cual era capaz de herir de gravedad a un inmortal, no tuvieron oportunidad contra la bestia que había venido allí con el objetivo de exterminarlos. Entonces vino el silencio al pasar diez segundos desde que se escuchó la masacre; era un silencio tan aterrador, que solo podía escucharse las oraciones de aquel shogun. Sin embargo éste detuvo sus rezos cuando las puertas del templo fueron abiertas de forma agresiva, por una patada proveniente de la bestia responsable de la masacre. 

https://youtu.be/v-ob-w2vFOs

Era una mujer de origen chino que parecía rondar por los 20 años; de constitución atlética, con pechos lo bastante desarrollados como para ser enormes, y unas piernas bastante tonificadas al grado de tener grandes nalgas. Tenía el cabello color morado negruzco y corto hasta debajo de la barbilla, pero lo mantenía sujetado en dos coletas que le daban un aspecto infantil, además de que tenía tres flequillos en la frente que le llegaban hasta las cejas. Su piel era tan pálida que parecía casi blanca, y el iris de sus ojos era de un brillante color rojo. 

Sus labios eran de un ligero color rosa claro natural, tenía un sombreado negro en los párpados y alrededor de los ojos, sus uñas eran negras y filosas cual garras, las cuales estaban bañadas de sangre. Y como ropa llevaba un pantalón holgado negro con rayas de tigre color rosa, vendas negras en manos y pies, y una ajustada camisa corta sin manga de color rosa con un pequeño escote, bordes negros y el símbolo del Yin y Yang en la espalda. 

Pero las características más notorias de ella, eran sus orejas y nueve colas de zorro del mismo color que su cabello, junto con unos pequeños cuernos negros en la frente. Esto se debía a que ella no era una kitsune cualquiera; era una especie de bestia, mitad demonio y mitad zorro, nativo de China y de la tierra que en el futuro sería conocida como Corea, donde ella recibiría el nombre "Kumiho".

—La hora de rezar término, pequeña mierda —dijo la kumiho con una suave y hermosa voz juvenil, que junto con su sonrisa infantil, la hizo parecer aterradora por sus filosos dientes.

—Aléjate asqueroso zorro-demonio —dijo el hombre con furia, mientras se ponía de pie y se volteaba para mirar la kumiho—. El Padre de los Dioses nos advirtió de ti; la blasfemia y maligna Cazadora de Dioses. ¡No permitiré que tu sucia presencia manche este templo sagrado! ¡Los grandes Budas y el todopoderoso Zeus, Padre de los Dioses, me protegerán y ayudaran a eliminarte!

—A ese cachorro malcriado no le interesa ayudar a los mortales, ni siquiera a sus fanáticos locos. Y de los Budas, a diferencia del primero y el quinto, que fueron malditos consentidores de los humanos y racistas con las demás razas mortales e inmortales, el actual si es bastante digno de su título, por lo que él jamás ayudaría a una escoria como tú —dijo la kumiho casi entre risas, mientras caminaba de forma tranquila y sensual hacia el shogun, quien se enfado más con aquellas palabras.

¡Nam Myōhō Renge Kyō! —recitaba el shogun un canto budista, mientras juntaba las manos en señal de veneración, y entonces empezaba a generarse un aura dorada celestial alrededor de él. 

Acto seguido el shogun desenvaino su katana, y entonces la alzó al cielo, haciendo que aquella energía dorada se condensara en la arma, y la convirtiera en una nueva katana, cuyo mango era de oro puro y la hoja de plata reluciente con el grabado del rayo azul. 

¡Espada Divina del Rayo de Zeus! —grito el shogun con orgullo y luego se preparó para realizar un tajo vertical—. ¡Estás acabado maldito demonio! ¡Esta espada me fue entregada por el mismo dios Hermes para matar cualquier amenaza a nuestra Hermandad! ¡Incluso es capaz de herir a los mismos principales dioses del Olimpo!

—Mucho parloteo pequeña mierda. Ataca de una vez con ese juguetito dado por tus dioses de mierda —dijo la kumiho con una expresión aburrida y dando un pequeño bostezo.

—¡¡Maldito demonio blasfemo!! ¡Magia de Rayo: Palabra Filosa de Buda! —recito el shogun con furia asesina, para después desaparecer en un parpadeo y reaparecer frente a la kumiho, mientras ejecutaba el corte vertical con la katana envuelta en electricidad azul oscuro. 

Entonces todo el templo se estremeció cuando se originó una onda de choque tan poderosa, que hasta los pilares cercanos del punto de origen se agrietaron y cayeron algunos fragmentos del techo. Aquella onda expansiva fue provocada por la kumiho, al golpear con el pie izquierdo la hoja de la katana, y como resultado destrozó la katana y dejó paralizado del shock al shogun. 

—Comparado con la katana que forjó el arcángel San Remiel, con ayuda de su hermano San Uriel y la diosa Amaterasu, la tuya es solo un simple cuchillo de cocina viejo y electrificado —dijo la kumiho esbozando una sonrisa cruel, que mostraba sus filosos dientes de forma amenazante. 

Acto seguido, sin darle oportunidad al shogun de reaccionar, la demonio-zorro lo partió por la mitad con una veloz patada izquierda cargada de tanta fuerza, que generó un viento cortante que partió por la mitad las estatuas de Buda y Zeus, junto con los pilares cercanos. Tras ejecutar la patada la kumiho se giró, dándole la espalda al cuerpo mutilado del shogun desplomándose en el suelo, al igual que las estatuas, pilares cortados y parte del templo a causa del viento devastador que generó aquel ataque.

—¡Ja, ja, ja! ¡¿De verdad esta es la élite del culto de los dioses olímpicos en el Mundo Mortal?! ¡Son tan mierdas como esos dioses pateticos! ¡Ja, ja, ja! —dijo la kumiho con diversión mientras cerraba los ojos y levantaba las manos a la altura de los hombros.

—En eso estoy de acuerdo.

https://youtu.be/loSj5Iy1OOs

La kumiho detuvo sus risas de villana despiadada, cuando escucho una voz poderosa como el trueno, proveniente de la entrada del templo. Era nada más ni menos que Rudra Shere Khan, solo que en esta ocasión llevaba un nuevo modelo de ropa; aparte de su pantalón holgado hecho con piel de tigre blanco, traía un cinturón sujetado con un cinturón de tela color rojo, en antebrazos portaba brazaletes dorados con rayas negras, y traía cintas blancas envueltas alrededor de los pies.

—Rey Tigre, Rudra —dijo la kumiho frunciendo el ceño y teniendo un tono tan molesto, que por un momento hizo gruñidos parecidos a los de un canino. 

—Veo que has tenido buena cacería —dijo Rudra con tono divertido, centrando la mirada en los restos del shogun—. ¿Cómo has estado Da...?

Antes de que Rudra terminara de decir el nombre de la kumiho, ésta había agrupado sus nueve colas en una sola y avanzado hacia él, a una velocidad comparable a la de Zeus en su estado Velocidad más allá del Tiempo, y mientras cubría el pie derecho con un Chi flameante de color rosa, ejecutó una patada apuntando al cuello del dios-tigre.

No obstante Rudra respondió de inmediato, cubriendo su propia pierna derecha con Chi flameante de color dorado, y ejecutó una patada alta que bloqueo la de la kumiho, generando con el choque una onda expansiva tan poderosa, que destruyó todo el templo y el patio, además de mandar a volar todos los cuerpos y escombros del área.

Luego la kumiho, con un animalesco gruñido furioso, retrocedió con un salto y, al instante en que su pie derecho tocó el suelo, salto hacia adelante mientras ejecutaba una patada izquierda giratoria, con la pierna izquierda también envuelta en flamas rosadas. Pero Rudra lo esquivo encorvando la espalda hacia atrás. Acto seguido la kumiho, cuando aterrizó de cuclillas al suelo a cinco pasos lejos del dios-tigre, dio un salto hacia atrás a la vez que ejecutaba una patada derecha giratoria horizontal. 

Sin embargo Rudra esquivo aquel ataque, moviéndose de forma casual y sin esfuerzo a la derecha, haciendo que la zona fuera sacudida por un poderoso y agresivo vendaval, creado por la patada de la kumiho. El siguiente movimiento que hizo ésta, tras terminar su ataque, fue comenzar a perseguir al dios-tigre, mientras lo atacaba con patadas rápidas y poderosas que hacían temblar toda la región. 

—Oye deberías medir tu fuerza. Aunque este mundo es cinco veces más resistente que el Mundo Mortal, tu energía Chi es demasiado destructiva —dijo Rudra cambiando a una expresión seria y molesta, a la vez que bloqueaba las patadas de la kumiho usando las rodillas, los antebrazos y las manos como escudos. 

https://youtu.be/IGUEQh5gdFA

Pero la diablesa-zorro hizo lo contrario a su pedido; empezó a reunir más energía Chi, haciendo que las que cubrían sus piernas se expandiera al resto de su cuerpo. Y entonces ejecutó una patada derecha giratoria, la cual iba directo al pecho de Rudra. Y a pesar de que éste bloqueo la patada con ambos brazos, de todos modos acabó recorriendo casi tres kilómetros lejos, atravesando todo tipo de estructuras en el proceso, hasta chocar contra el suelo del interior de un pequeño templo del pueblo.

Su estrellada provocó un temblor tan fuerte en el templo, que una fila de cuatro pequeñas estatuas de piedra, ubicadas en una mesa, se tambalearon de tal forma que una a una empezó a caer. Eran estatuas dedicadas a distintos dioses japoneses: Hachiman Dios de la Guerra, Inari III Diosa-Zorro de la Agricultura, Fujin Dios del Viento y Raijin Dios del Rayo. 

Pero a la velocidad de la luz Rudra se levantó del suelo con un simple movimiento, llegó hasta aquella mesa y, con la misma velocidad, atrapo las estatuas y las volvió a colocar en la mesa con extrema delicadeza al sujetar cada una, en especial la estatua dedicada a la diosa Inari, la cual el mismo Rudra sonrió con simpatía al verla. Incluso levantó la mano derecha hacia atrás y bloqueo con la palma una ráfaga de Chi rosa, para evitar que la misma destruyera las estatuas.

—Si quieres descargar algo de odio, mejor que sea en otro lado —decía Rudra mientras se daba la vuelta, viendo como a quince pasos lejos de él aterrizaba la kumiho, todavía furiosa.

—No pensé que te preocupara que unas estúpidas estatuas sean destruidas, en especial las que representan a dioses patéticos —dijo la kumiho con rabia asesina, mientras caminaba hacia el dios-tigre.

—De todos los dioses que he conocido en mi maldita existencia, estos están en la lista de los que de verdad merecen respeto y honor. En especial Inari, que por cierto, es parecida a ti —dijo Rudra ahora frunciendo el ceño y mostrando los dientes de forma amenazante.

—No me compares con esa maldita zorra pacifista e infantil que rechaza las peleas —dijo la kumiho con rabia y entonces se prepara para avanzar y atacar. 

Sin embargo antes de que la kumiho actuara, Rudra avanzo primero hacia ella, a una velocidad tan alta que dio la ilusión de que se teletransporto. Entonces la sujetó del cuello y la arrojó con tanta fuerza, que la hizo estrellarse contra el suelo de una montaña, ubicada a diez kilómetros lejos del pueblo. Pero la kumiho se puso de pie con tanta furia, que su energía Chi emergió de modo explosivo, destruyendo la mayor parte de la montaña.

—¡¡Raaaaaghhh!! —rugió la kumiho con furia asesina mientras miraba hacia adelante para buscar al dios-tigre, aunque no necesitó esforzarse pues él aterrizó catorce pasos frente a ella.

Entonces Rudra entró en su postura de pelea; doblo un poco las rodillas, cruzó los brazos en el pecho en forma de "X" y abrió las palmas. De inmediato la kumiho respondió al desafió con un gran salto, para luego descender de golpe mientras ejecutaba una patada derecha, la cual Rudra bloqueo con el brazo derecho. Pero el ataque era tan poderoso, que lo hundió en la tierra y partió toda la montaña en el proceso. 

Una vez que llegaron al fondo, Rudra sujeto la pierna de la kumiho, usando el mismo brazo derecho, y la azotó contra el suelo. Pero ella se liberó pateándole el rostro con el otro pie. Después la kumiho se paró de cabeza, usando las manos como soporte, y se impuso hacia arriba, mientras ejecutaba una doble patada giratoria en horizontal, la cual Rudra evadió haciéndose a un lado. 

Luego cuando la kumiho aterrizó de pie, ejecutó una patada izquierda invertida en vertical. Pero Rudra le atrapó la pierna con el brazo izquierdo, y mientras se daba la vuelta contraatacó por medio de un codazo derecho en descenso. Pero la kumiho se salvó de recibir el golpe de lleno en el rostro, gracias a que lo bloqueo con ambos brazos, aunque la fuerza del dios-tigre la hundió diez centímetros en la tierra y le agrieto los huesos. 

Acto seguido Rudra le soltó la pierna a la kumiho para tomar un poco de distancia, y luego con la misma pierna derecha atacó con una rápida sucesión de tres patadas, que impactaron en el muslo, el estómago y el pecho de la kumiho. Después Rudra atacó con una poderosa patada izquierda vertical, que la kumiho bloqueo por poco usando la pierna izquierda, aunque terminó retrocediendo hasta chocar contra la pared rocosa de la montaña.

Pero sin inmutarse la kumiho apuntó con el brazo derecho a Rudra, y en la palma comenzó a concentrar ese Chi explosivo y caótico. Y de inmediato el dios-tigre hizo lo mismo; apuntó a ella con la mano derecha, mientras concentraba en la palma una porción de energía Prana rojiza. Entonces ambos se dispararon al mismo tiempo una ráfaga de Chi y Prana, provocando una explosión masiva que desintegro toda la montaña. 

De la nube de tierra y la lluvia de rocas en lo que antes hubo una montaña, salió Rudra volando hacia atrás sin ni un solo rasguño, mientras bloqueaba con antebrazos y piernas una serie de patadas de la kumiho, quien tampoco tenía un solo rasguño tras aquella explosión. Los dos terminaron llegando en el interior de un bosque habitado por animales herbívoros parecidos a los de Asia, como ciervos, jabalíes, rascon, faisán verde, pandas rojos y macacos. 

Sin embargo con la llegada agresiva del par de bestias, todos los animales comenzaron a huir despavoridos, mientras otros se ocultaban en sus madrigueras. Aunque de todos modos muchos tuvieron que salir y huir, debido a que los golpes que se daban aquel par de bestias generaban ondas de choque tan poderosas, que levantaban la tierra y derribaban los árboles. 

Al final el dios-tigre y la diablesa-zorro aterrizaron en el suelo; al mismo tiempo ésta última atacó con una rápida patada derecha invertida, que Rudra bloqueo ejecutando también una patada invertida de misma dirección, causando con el choque que los árboles alrededor de ambos colapsaran hacia atrás. De inmediato la kumiho se dio la vuelta otra vez, mientras se agachaba, poniéndose de cuclillas, y ejecutó una patada giratoria con el mismo pie derecho, apuntando al pie izquierdo del dios-tigre.

Rudra previó el ataque, por lo que cuando ella pateó su pie izquierdo, haciéndolo caer debido a que su pie derecho aún no había tocado el suelo, él puso la mano izquierda en el suelo para apoyarse y mantener el resto del cuerpo en el aire; de este modo ataco con el pie derecho directo al rostro de la kumiho, logrando impactar en el lado derecho del rostro de ella, justo antes de que ésta última terminara de girarse e impactara un codazo izquierdo en el pecho de él.

Aquella patada hizo que la diablesa-zorro fuera enviada a atravesar siete árboles y una roca gigante. Luego ella dio cinco giros en el aire y aterrizó de cuclillas; escupe sangre a un lado, pisa con fuerza el suelo al grado de causar una enorme grieta, y se impulsa hacia el dios-tigre cual misil, destrozando todavía más el camino que había recorrido antes. Rudra se había puesto de pie y se preparó para recibir el esperado ataque de la diablesa-zorro.

Creyó que ella le atacaría con una patada o un puñetazo directo, siendo esto último lo menos probable, ya que el estilo de la kumiho consistía en atacar más usando las piernas que los brazos. Pero se sorprendió al ver que a mitad de camino ella dio una voltereta y pisó el suelo, para luego comenzar a deslizarse mientras giraba a la derecha, y cuando estuvo cerca de Rudra atacó con el pie izquierdo en una patada ascendente bañada en ese Chi rosa de fuego. 

El dios-tigre reaccionó de inmediato juntando los brazos frente al pecho para bloquear el ataque, y aunque logró hacerlo justo a tiempo, aquella patada fue tan poderosa que lo hizo atravesar una colina alta ubicada un kilómetro detrás de él, y entonces aterrizó de pie en un campo, cerca de un río con una cascada que venía de la misma colina. Rudra se miró los brazos, viendo que tenía un pequeño moretón en cada antebrazo, que al cabo de un segundo desapareció gracias a su factor curativo. 

Después se hizo a un lado, evadiendo en el acto una patada izquierda descendente en diagonal de la kumiho, cuya fuerza genero otro vendaval que derribó los árboles cercanos. Y en cuanto el pie izquierdo de ella pisó el suelo, se impulsó hacia Rudra e inició una serie de patadas rápidas, que seguían un estilo parecido al arte marcial ancestral de las tierras coreanas, conocido como Taekkyon. Aunque entre los combos ella también ejecutaba golpes con las manos, de un modo que su estilo se asemejaba al arte marcial japonés de la época moderna, conocido como Karate

https://youtu.be/f2-MI8qliEE

Rudra no tenía problemas en bloquear aquella serie de combos, los cuales iban haciéndose cada vez más salvajes y desesperados. Pero viendo que luchar contra ella no servía para calmarla, sino todo lo contrario parecía enfadarla más, decidió intentar otra cosa; el dios-tigre esbozo una dientuda sonrisa divertida y, justo antes de que recibiera en la cabeza una patada izquierda de la kumiho, se dejó caer al suelo. La kumiho se detuvo en seco, sorprendida de ver que Rudra se había acostado en el suelo de forma casual y despreocupada, e incluso cerro los ojos, quedando más vulnerable que nunca.

Pero la diablesa-zorro no bajó la guardia, y en vez de retroceder se sentó sobre él y comenzó a golpearle el rostro con los puños mientras gruñía con intensa furia animal. La fuerza de los golpes hacía temblar toda la región, sacudía las aguas del río cercano, y agrietaba el suelo como si estuviera sucediendo un terremoto de gran escala. Rudra no se defendía; solo dejaba que la kumiho descargara toda su rabia golpeándolo en el rostro, hasta que un minuto después ella empezó a detenerse.

Poco a poco, la kumiho fue bajando la velocidad e intensidad de sus golpes, a la vez que su rabia se convertía en llanto de tristeza. Y entonces tras un último golpe que no contenía fuerza ni para romper una roca, se detuvo al fin; esa pequeña batalla, junto con el desahogo de su furia, la habían dejado tan cansada que había empezado a sudar, y a tener que tomar largas respiraciones para recuperar el aliento.

Entonces ella miró sus nudillos, dándose cuenta de que tenía manchas de sangre; esto la hizo preocupar tanto que era más que notable en su rostro. Y de inmediato fijo su mirada preocupada en Rudra; dio un suspiro de alivio al ver que él solo tenía pequeños moretones en el rostro, que en menos de dos segundos sanaron casi de forma instantánea. Entonces el dios-tigre escupió a un lado un poco de sangre, y prosiguió con abrir los ojos y mirarla, sin denotar ni una pizca de dolor por la golpiza que sufrió hace un momento.

—¿Ya te calmaste? —pregunto Rudra con un tono relajado y tan comprensivo, que muchos pensarían que era muy impropio de él, debido a que muy rara vez era así—. Escucha, intente buscarte después de que derrocaran a ese rey loco del Territorio Chino.

—Lo sé... No quería que me encontraras... No después de todo el mal que hizo mi avatar mortal, con tal de que un avatar tuyo viajara al Territorio Chino. Todo por culpa de mi deseo de volver a verte... —dijo la kumiho con voz quebrada, mientras se tapaba el rostro con ambas manos—. No quería que me vieras como los estúpidos humanos y los malditos dioses siempre me han visto...

—¿Cómo un monstruo? —pregunto Rudra.

—Como un demonio —corrigió la kumiho con un tono vergonzoso. 

—Pero si en realidad eres una demonio. Y además ¿eso qué importa? —dijo Rudra esbozando una pequeña sonrisa divertida y despreocupada—. Recuerda lo que te dije aquel día, cuando te salvé de esos tres dioses malnacidos: humanos, dvergar, demonios, dioses. Para mí todos son iguales, y una maldita tribu o manada no es especial solo por pertenecer a una raza o especie. Lo que tú eres o donde provienes no te hace especial o único; son las acciones y las decisiones lo que lo hacen.

—Y todo lo que hizo mi avatar mortal son las acciones dignas de un monstruo. Si no fuera por el inmortal taoísta Jiang Ziya y tu avatar, mi encarnación mortal habría destruido todo el Territorio Chino, sólo para vengarse de los humanos de aquel reino, y encontrar a tu encarnación mortal.

—Pero eso también es mi culpa. Tu avatar fue consumida por tus más grandes deseos, como el de volver a verme. Si te hubiera buscado en cuanto ascendí al Nirvana, o después de que liberé los planetas conquistados por los Rakshasas, se habría evitado la guerra en el Territorio Chino. Pero estuve muy ocupado...

—Eso también ya lo sé —le interrumpió la kumiho mientras apartaba las manos, dejando ver que había comenzado a llorar—. Tuviste que luchar contra diez mil planetas llenos de Rakshasas, Asuras y Devas, para salvar el alma de tu amada loba mortal. Y luego empezaste a transmigrar en jóvenes humanos para detener a ese rey vampiro. Estuviste demasiado ocupado cumpliendo tu papel como protector de las criaturas vivientes y cazador del mal. 

»Y aunque entiendo que el Mundo Mortal es muy importante para ti... Me enfurecía que no me vinieras a ver... No tienes idea de cuánta furia crecía en mi interior cada año que pasaba, y cada vez que me enteraba de que eras unido a más hembras, como esa vanidosa leona Sekhmet, esa malnacida hembrista Artemisa, ¡aquellas malditas desquiciadas Brunhilda y Freyja! ¡¡y luego esa risueña zorra blanca Inari!!

—Lo entiendo. Por eso deje que desahogaras un poco de esa rabia contenida ahora mismo. Y si aun quieres seguir golpeándome para sentirte mejor, estas en tu derecho de hacerlo; será mi justo castigo por no haber podido verte en todo este tiempo, y la mejor forma en que puedo compensártelo, Daji.

—En realidad... se me ocurre algo mejor, Rudra.

https://youtu.be/7cLXPW0iHfM

Un segundo después Rudra se sorprendió cuando ella le sujetó las mejillas con ambas manos, y le dio un beso en los labios de forma agresiva. Luego de dos minutos intensos, Daji levantó el torso y, con la mano derecha, chasqueó los dedos, haciendo que toda la ropa de ella comenzara a brillar y a desaparecer en partículas, dejando al descubierto su tonificado y esbelto cuerpo humanizado. 

Rudra entendió lo que Daji quería, así que con una sonrisa penosa hace lo mismo; con solo un pensamiento desaparece en un resplandor dorado toda su vestimenta, dejando su cuerpo humanizado también sin nada puesto. Y ahora que ambos estaban desnudos cual animal, Daji soltó las ocho colas restantes que ella mantenía oculta en la principal, y volvió a arrojarse sobre Rudra para besar cada centímetro de su rostro. 

A diferencia de otras razas, las bestias son instintivas casi en su totalidad, por lo que solo se aparean para reproducirse, aunque también lo hacen para fortalecerse y reforzar el vínculo en parejas de por vida. Y solo sucede cuando el instinto reproductivo de la bestia despierta y lo hace sentir atracción por alguien del género opuesto. Pero los conceptos e ideas románticas que tiene la raza humana sobre el "amor" y el "instinto reproductivo", no aplican para el caso de las bestias.

Para la raza bestial el apareamiento es una "pelea tradicional", en la que el macho y la hembra demuestran su respeto y amistad por el otro, teniendo una emocionante lucha por el dominio mientras están "unidos", y pierde quien ya no pueda continuar con la "pelea". 

Las bestias son una raza adaptada y programada solo para pelear, por lo tanto su vida gira en torno a las peleas; para comer tienen que pelear con su presa o rivales, para no estar aburridos pelean con criaturas poderosas, para conocer a una pareja tienen que retarla a un combate, para tener más poder deben hacerse adultos completos por medio del primer apareamiento, y para tener hijos tienen que "pelear" con su pareja.

Como en cualquier pelea, para las bestias es muy importante que haya emoción en el apareamiento. Por lo tanto, si el macho es tan débil que no pone resistencia ni logra seguirle el ritmo a la hembra, ésta pierde interés en él y lo abandona. Y si la hembra se muestra sumisa ni logra emocionar al macho, éste perderá interés en ella y la abandonara.

Además las bestias despiertan el instinto reproductivo cuando alcanzan la madurez sexual (16-18 años). Y aparte de las características físicas que atraen y cautivan a machos y hembras en cada especie animal (como la melena en el caso de los leones), también hay factores que influyen en que despierte el instinto reproductor de una bestia y lo cautivan.

Como ejemplo una vez madurado, las bestias masculinas solo sienten atracción cuando conocen a una hembra adulta (mayor de 16 años) que posea una fuerza comparable o superior al de ellos (puede ser en físico o en carácter), con la que comparta un poderoso vínculo amistoso, una rivalidad de algún tipo, y como plus que tenga un sentido del honor junto con una fuerte determinación. Mientras que las bestias femeninas sienten atracción por un macho adulto (también mayor de 16) con un alto sentido del honor, una fuerte voluntad, una fuerza física comparable a la de ellas (solo fuerza física), y como extra que haya una feroz rivalidad o compatibilidad mutua entre ambos. 

En caso de que sea solo el macho el que sienta atracción, éste buscara llamar la atención de la hembra por medio de una pelea, en la que deberá demostrar que es fuerte y digno de ella. Y en caso de que sea solo la hembra la que sienta atracción, ésta desafía al macho a una pelea, con el propósito de ganarle para convertirlo en su "compañero de por vida", o al menos captar su atención dándole una grandiosa pelea. 

Y tal como sucedió en éste último caso, Daji tuvo una pequeña pelea con Rudra, la cual despertó el instinto reproductivo de la diablesa-zorro, y dado a la amistad pasada entre ambos, el instinto reproductor del dios-tigre también se activó en respuesta al de ella, dando lugar a que ambos comenzaran a aparearse en medio de aquel campo destrozado, ubicado cerca del río, con las lunas del planeta como testigo. 

Al principio Daji luchaba para mantener el control, clavando sus garras en los brazos de Rudra, mientras movía las caderas sobre la pelvis de él, haciendo que toda la región temblara con cada poderoso y salvaje sentón de ella. Tal era la fuerza que ejercía sus movimientos, que los temblores hicieron que parte del río cercano se desbordara y empezara a llenar de agua los cráteres, empezando por el que se encontraba la pareja tigre y zorra.

Sin embargo ambos estaban tan concentrados en lo suyo, que no le prestaron atención a eso. Por eso Rudra ejerció una fuerza mayor que la de Daji, y logró que ambos se voltearan, de manera que él ahora estaba encima de ella. Luego el dios-tigre prosiguió con mantener su posición aferrándose al suelo con las manos, usó su cola de tigre para sujetar una de las nueve colas de la diablesa-zorro, y después comenzó a penetrarla.

Cada embestida de Rudra tenía tanta fuerza y salvajismo, que hicieron estremecer de pies a cabeza a Daji, comenzaron a agrietar el suelo debajo de ella, y provocaban temblores en todo el planeta en sentido literal. Pero por suerte los temblores no eran lo bastante fuertes como para destruir el Mundo Yokai. Además de esto, durante todo el acto ambos gruñían igual que animales salvajes en celo, aunque en realidad era literal. 

El corazón de Daji palpitaba tan rápido por la indescriptible emoción y éxtasis que sentía, tanto en el vientre como en todo el cuerpo, que tenía la lengua afuera, con las piernas sujeto la cintura de Rudra, y con las manos empezó a arañarle la espalda. Esto le produjo una pequeña sensación de dolor a Rudra, pero fue suficiente como para hacerle recobrar conciencia. Por eso él intentó nivelar su fuerza con la de Daji, con el propósito de no herirla de gravedad por accidente ni mucho menos destruir el planeta.

Pero al intentar nivelar su fuerza, Daji golpeó la tierra con ambas manos de manera que, aparte de destrozar el suelo, se impulsó hacia arriba y luego estrelló a Rudra de espalda contra el suelo empinado del cráter. Después sujetó con fuerza las manos de Rudra, las chocó contra el suelo para tenerlo a merced de ella, y prosiguió moviendo las caderas contra la pelvis de él. No obstante el dios-tigre comenzó a forcejear con ella, y tras cinco minutos logró voltearla, solo para quedar otra vez debajo de ella, debido a que ésta ejerció la misma fuerza que él en el momento preciso para volver a voltearse, y tenerlo dominado.

El dios-tigre y la diablesa-zorro siguieron luchando por el dominio del otro, mientras cambiaban de posiciones y se revolcaban por todo el campo destruido; incluso llegaron al río cercano el cual aprovecharon para limpiarse el sudor, la suciedad y la sangre de las heridas infringidas durante el apareamiento salvaje. Además durante el apareamiento la energía Chi de ambos estuvo mezcladose por medio del "punto de unión sexual", de manera que la cantidad de Chi cultivado en ambos fue aumentando, y debido a la intensa acción y constante daño que se hacían el uno al otro, su fuerza también incrementaba.

En un sentido literal, el apareamiento era un modo en que las parejas de bestias también podían fortalecerse de forma mutua y efectiva, igual que en las peleas y en los entrenamientos físicos. 


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