Relato IV: El Terror de Zeus
https://youtu.be/v1V_XhQX3KE
[Monte Olimpo: Salón del Trono]
Después de la batalla entre el poderoso Rudra y el perverso Zeus que se llevó a cabo siglos atrás, el Monte Olimpo pasó una parte de ese transcurso de tiempo siendo reparada; para una civilización mortal el reconstruir semejante daño habría tomado al menos un milenio, pero para los inmortales de ese Panteón solo fue menos de cinco siglos. De modo que el Salón del Trono estaba como nueva, y en el trono principal se encontraba Zeus de nuevo en su forma de anciano, pero con horribles cicatrices visibles en su rostro, pecho y brazos; eran un recuerdo permanente de su brutal humillación a manos del Rey Tigre.
En el segundo trono yacía sentada Hera, cruzada de brazos con una sonrisa divertida y aguantando las ganas de reírse por ver las cicatrices de Zeus, las cuales le marcaban como un ser que puede sufrir heridas, y por ende es capaz de morir, lo cual a su vez es considerado blasfemia tanto para los adoradores de Zeus como para los propios dioses occidentales; todos los humanos que le conocían lo consideraban un ser absoluto que está por encima de todo, por lo que nada puede dañarlo ni matarlo, y quien dijera lo contrario era tachado de ignorante o blasfemo.
Por otro lado, aparte de los guardias que había alrededor del salón también se encontraban Ares, Apollo, Hermes, Poseidón y alguien nuevo; un hombre joven, rubio y bastante corpulento que aparentaba estar cerca de los veinte años, de estatura un poco más baja que los demás inmortales griegos, piel bronceada, ojos azules, cabello recortado y llevaba solo una falda de cuero marrón con tela roja, además de llevar sandalias, por lo que tenía el torso descubierto. Aparte llevaba un martillos colgando en ambos lados de su cintura.
Era el Dios Griego del Fuego y la Herrería, Hefesto.
—Padre he cumplido con lo que ordenó —dijo Hermes apareciendo en la sala con un pergamino en mano, e inclinándose frente al Supremo Dios griego—. Los filósofos y escultores humanos que lo han descrito con cicatrices y han relatado vuestra derrota a manos de Rudra, han sido ejecutados y borrados de la memoria histórica, y en su lugar hemos puesto a un humano llamado Aldebaran, cuya mente fue lavada y ahora solo vive para idolatrarte. Así que solo te glorificara describiéndote como un majestuoso dios que no puede ser dañado, y que está por encima de todos los dioses y conceptos del cosmos.
—¿Pero qué hay de las malditas bestias? Ellos aun saben la verdad, en especial los de tierras extranjeras —dijo Ares con molestia, estando parado en un rincón cerca del trono de su padre.
—Los humanos jamás escucharan la palabra de cualquier repugnante criatura no-humana, ni mucho menos la de seres inferiores como los que pertenecen a las tierras africanas y asiáticas —dijo Zeus con tono divertido—. Para ellos la única "verdad universal" será la palabra de los griegos y de los que me idolatren. Así de ignorante y estúpida es la mente humana. No por nada son los mortales más estúpidos de todos.
—Y podrían estar todos con la mente lavada y sometidos a nuestra voluntad, si ese maldito animal indio no se hubiera interpuesto en nuestro camino —dijo Ares apretando los puños con ira, al recordar su humillante derrota ante el imparable Dios de las Bestias.
—Tienes razón, y por eso pienso tener mi revancha contra él —dijo Zeus frunciendo el ceño, y pasando de un estado de felicidad perversa a uno de odio puro.
—Tuviste suerte de que Hades le haya pedido que no te matara, o de lo contrario ahora mismo estarías siendo servido en una hoya en el Naraka para ser comido por demonios Rakshasas. Además después de esa batalla Rudra ha vuelto a evolucionar. Pelear contra él, es como pelear contra la misma evolución, y nada puede detener a la evolución, ni siquiera nosotros los dioses —decía Hera con una sonrisa divertida, disfrutando cuan humillado estaba su marido desde esa batalla—. ¿Cómo esperas derrotarlo sí ni siquiera pudiste vencer a ese humano llamado Adán cuando visitaste el Paraíso para pedir la revancha contra Rudra?
—Pienso encontrar un método para ello; aunque tarde millones de años, encontraré la forma de vencerlo. Ahora tengo a mi alcance una oportunidad de adueñarme del Gran Trono, aprovechando que Israel Yahveh abandonó el Paraíso para ayudar a esa repulsiva diablesa a encontrar un nuevo hogar —decía Zeus tan molesto, que en su frente se empezaban a notarse las venas—. Pero mi mayor obstáculo en el camino sigue siendo Rudra.
»Si intentó derrocar al Gran Abuelo Yahveh por medio de trampas como hice con mi padre y los demás titanes, lo más seguro es que Adán, Rudra, San Gabriel y otros más se pongan en mi camino. Y si ellos tres unen fuerzas, ni aunque yo tuviera el Eshbara (Fuego de la Creación) podría ganarles. Es por eso que me vi obligado a solicitar una reunión con dioses patéticos de un Panteón insignificante para conseguir información valiosa.
—Estoy ansiosa por ver eso —dijo Hera apoyando la mejilla derecha en su puño del mismo lado, con el codo en el posabrazos del trono—. La humillación de perder contra un mortal no se compara a la de perder contra un dios extranjero, en especial por toda esa sobrevaloración y fanatismo exagerado que te tienen los humanos como un ridículo "rey de dioses". Perder por segunda vez contra un inmortal, que no sea griego o nórdico, te hará oficialmente el dios más patético y farsante de la historia del multiverso ¡Ja, ja, ja!
https://youtu.be/h-hr1mKZgWU
Después de pronunciarse esas palabras el "Rey" del Olimpo se levantó del trono con tanta brusquedad, que destrozó los posabrazos al sujetarlos sin medir su fuerza. Luego comenzó a emanar una furia asesina tan intensa, que en el ambiente se podía percibir sus deseos de matar; aquello preocupó a todos los demás presentes, en especial a Ares y exceptuando a Hera.
—Sabes querida, últimamente has tenido la lengua muy suelta —dijo Zeus mirando de reojo a Hera, con verdadera furia en su tono—. Parece que tu pequeña aventura con el maldito Lucifer, te hizo más osada de lo que ya eras antes. Si es así, te advierto que dejes esa irritante rebeldía o sino...
—¿O sino qué harás Zeus? ¿Me golpearas hasta dejarme inconsciente como haces siempre? ¿O me colgaras de los brazos con una cadena atada en un acantilado como hiciste la última vez? —le interrumpió Hera de forma desafiante y sin miedo alguno—. Inténtalo; no te rogare clemencia otra vez. Ya no te daré el maldito placer enfermo de verme sometida a ti, como todas esas mujeres a las que manipulaste, abusaste y humillaste. ¡Ya no seré la estúpida perra sumisa que tanto disfrutas controlar y humillar!
Todos los presentes quedaron conmocionados ante la actitud desafiante de la Reina del Olimpo; sobretodo Ares y Hefesto, quienes aparte de sentir sorpresa y temor, en el fondo también sintieron una gran felicidad al ver a su madre siendo fuerte y dispuesta a luchar contra la tiranía, intimidación y abuso de Zeus. Pero pronto todos sintieron una pequeña confusión al ver que éste último esbozo una divertida sonrisa cruel, como la de todo depravado y narcisista.
—En eso tienes razón. Ya no eres mi perra favorita, sino ahora la perra consentida de Lucifer —dijo Zeus a modo de broma cruel—. Después de todo no eres la única que ha compartido cama con él; cada día es disfrutado por diez repulsivas diablesas. Es irónico que me hayas reemplazado por alguien parecido a mi.
—Es cierto que Lucifer tiene diez esposas. Pero a diferencia de ti, Zeus, él no considera a las hembras como seres inferiores, objetos de placer ni esclavas sumisas. Lucifer las respeta y las trata como su igual, por respeto a su querido padre y amor a su difunta madre —decía Hera denotando un gran orgullo en sus palabras—. Es bastante irónico que un ángel, una criatura cósmica que en espíritu y mente no tiene forma definida ni género, sea millones de veces más hombre que un sobrevalorado dios de mierda como tú, Zeus.
Si ya de por si el "Rey" del Olimpo estaba furioso, ahora su ira alcanzó un nivel cercano al que tuvo cuando fue humillado física y psicológicamente por Rudra; tanto que en las partes visibles del cuerpo de Zeus comenzaron a marcarse las venas, mientras él apretaba los dientes y gruñía con furia. Pero mientras los demás estaban aterrados, Hera permanecía firme y sin miedo alguno; después de siglos de sumisión y constantes humillaciones, por fin Hera se armó de valor para desafiar a la crueldad de su marido abusivo.
Pero como es obvio Zeus no estaba para nada contento; si ya de por si le enfadaba bastante que su esposa le llevara la contraria, ahora que tenía libre albedrío y ya no le tenía miedo, le hacía querer matarla a golpes tal como hizo con otras mujeres que se opusieron a su control. Y la única razón por la que intento mantener la calma para no hacerlo justo ahora, se debía a que no era estúpido; sabía que si intentaba matar a Hera no solo la mitad del Olimpo se pondría en su contra, sino también sus parientes israelitas.
Y ahora que su posición como gobernante estaba siendo cuestionada tras su derrota a manos del nuevo marido de Gaia, además del reciente descubrimiento de la existencia de Alyssa Khaos, no podía permitirse cometer un error que lo ponga en el punto de mira del arcángel San Miguel; si de pronto el Panteón Israelita lo consideraba una amenaza para ambas familias y enviaban a los Siete Arcángeles para erradicarlo, definitivamente no saldría vivo al enfrentarlos a los siete con la mitad del Olimpo ayudándolos.
—Eh... ¡Señor Zeus! ¡Los invitados ya han llegado! —aviso un guardia desde la entrada mientras abría la puerta estando asustado de la horrible tensión que reinaba en el ambiente.
—Ya era hora. ¡Hágalos pasar! —dijo Zeus todavía furioso, pero recobrando la compostura con la buena noticia para luego volver a sentarse en el trono, haciendo que todos se calmaran un poco.
https://youtu.be/yDfW-QTeGy4
De inmediato el guardia hizo un gesto con la mano izquierda, ordenando que otros dos guardias cercanos abrieran por completo la puerta para darle paso a los recién llegados; eran un grupo de diez guerreros samuráis acompañando a dos dioses asiáticos.
El primero parecía un hombre japonés de constitución un poco musculosa y que rondaba cerca de los 20 años. Tenía el cabello negro, liso y largo hasta los hombros, pero lo mantenía atado en una larga coleta. Sus ojos eran de color azul oscuro. Su ropa consistía en sandalias, pantalones holgados de color blanco sujetados con una cinta negra a modo de correa, junto con una camisa azul de manga larga que carecía de lado derecho, de modo que tenía el pecho y el brazo derecho al descubierto. Y como extra tenía colgando en su cintura una katana de vaina y empuñadura negra adornada con detalles azules.
Era el Dios Japonés de la Tormenta, Susanoo.
Respecto al segundo dios también era un hombre japonés que parecía rondar por los 20 años. Pero su cabello era blanco como la nieve, largo hasta por debajo de los hombros y lo tenía suelto. Su piel era más pálida de lo normal, mientras sus ojos eran de un tono celeste. Como ropa traía puesto una vestimenta parecida a la de un guerrero samurái; con el pantalón holgado y las partes acorazadas de colores violetas con los bordes de color dorado, pero carecía de pechera y mantenía las hombreras sujetadas con una correa acorazada que rodeaba el pecho.
Era el Dios Japonés de la Luna, Tsukuyomi.
—Por un momento pensé que a mitad de camino cambiaron de idea y regresaron a vuestro Panteón —comentó Zeus con un tono molesto.
—Créeme que estuvimos a punto de hacerlo —dijo Susanoo con un tono igual de molesto, además de hostil—. No confiamos para nada en un maldito supremacista xenofóbico como tú.
—Si es así entonces ¿por qué decidieron venir de todas formas? —preguntó Zeus esbozando una sonrisa divertida y cruel.
—Porque queríamos continuar con el trato que hicimos —respondió Tsukuyomi con seriedad, frunciendo el ceño y denotando también molestia—. Responderemos tus preguntas, a cambio de que pagues por el daño que trajo a nuestra familia tu difunto hermano, Adamas. Tú más que nadie sabe que siglos atrás tu hermano mayor le lleno de ideas a uno de nuestros hermanos mayores, haciéndole creer que expandiría la popularidad de nuestro Panteón si le ayudaba a capturar a una diablesa-zorro del Territorio Chino. ¡Por tu culpa nuestro hermano Tsukushi sufrió terribles agonías en el Naraka!
—Lo sé. Es cierto que por culpa de los fetiches enfermos de mi estúpido hermano Adamas, él murió junto con un discípulo de Osiris, uno de los hijos de Odín y, por supuesto, vuestro hermano mayor —contestó Zeus como si no fuera algo importante—. Sin embargo deben recordar que quien los mató fue el maldito Rudra. Todo ser vivo que muere a manos de él, sea mortal o inmortal, va directo al Naraka.
—¡Pero nuestro hermano murió y fue a ese horrible reino por ayudar a tu hermano en perseguir a la Reina Demonio-Zorro Daji! —exclamó Susanoo con furia—. Ambos, junto con Meilli y Upuaut, la persiguieron hasta llegar al Territorio Hinduista, donde vivía el Rey Tigre como un baketora (hombre-tigre) mortal. Rudra solo defendió a esa kumiho de ser secuestrada, mutilada y violada por tu depravado hermano. Nuestro hermano, junto con el hijo de Odín y el discípulo de Osiris, quedaron envueltos en ese combate y fueron asesinados a manos de Rudra, porque tu hermano los involucro. Aunque Rudra fue quien mató a Tsukushi, ¡el verdadero responsable de que eso pasara fue tu hermano Adamas!
—Créanme que lo sé; por eso deje que Adamas se pudriera en ese inframundo hasta convertirse en un simple buffet de los demonios de allí —dijo Zeus sin ninguna otra emoción en su voz y expresión, más que diversión cínica y enfermiza—. Pero si aun así quieren más, puedo intentar traerles lo que queda de él para que lo castiguen como les plazca, solo si responden a mi pregunta: ¿Cómo puedo dominar esa energía que ustedes llaman "Chi"? ¿Cómo obtengo el estado puro de un verdadero y absoluto dios?
—¿Solo quieres saber eso? Entonces lamento decirte que solicitaste una reunión con nosotros en vano —contestó Tsukuyomi con lástima mientras bajaba la mirada—. Lamento decirte que eso está muy lejos de tu alcance. La energía Prana, la energía Chi, los Siete Chakras, el estado Nirvana, son fuerzas ligadas al karma positivo que no pueden ser controladas ni adquiridas, sino aprendidas mediante el desapego total del karma negativo.
—Lo he escuchado antes, y es una estupidez —dijo Zeus casi entre risas—. Los dioses estamos por encima de todo, incluido el karma. Es una realidad universal.
—La idea de que un dios es perfecto y está por encima de todo. Je, muy clásico de cualquier ignorante adoctrinado por la fe ciega —dijo Susanoo sonriendo divertido, pero ganándose en el acto una mirada molesta de Zeus—. Nosotros los dioses somos seres vivientes que encarnan determinados conceptos, y como cualquier ser vivo estamos ligados a las leyes universales, como la Ley del Karma. Es por esto que existen las distintas clases de dioses puros y oscuros, como los Devas y los Asuras, y también es por esto que ni siquiera nosotros podemos evitar sufrir terribles tragedias; esa es la verdadera realidad universal, que los ignorantes se niegan a ver por culpa de su fanatismo y adoctrinamiento en creencias ciegas.
—Por más que te esfuerces Zeus, no podrás dominar el Chi, ni mucho menos alcanzar el Nirvana, por culpa de tu incalculable orgullo, prejuicio, discriminación, avaricia y lujuria. De todos los dioses eres el menos merece considerarse un "dios", y como tal es imposible para ti alcanzar el verdadero poder de uno —dijo Tsukuyomi con verdadera lastima en su voz.
—¡Exacto! —dijo Susanoo alzando la voz—. Nosotros sabemos muy bien todo lo que has hecho, Zeus; secuestras y violas a mujeres, abusas de hombres para sentirte "más masculino", oprimes a criaturas no-humanas, asesinas a todo el que hable mal de ti, promueves el rechazo contra todo aquel mortal e inmortal que no sea griego o no adore tu Panteón, le lavas el cerebro a los humanos para que te idolatren, rompes tus juramentos y siempre recurres a alguna trampa sucia para ganar un combate.
»Incluso robas las historias y hazañas de otros Panteones para agregarlas a tu Panteón y así ser más popular entre los humanos, como esa ridícula historia de que absorbiste todos los conceptos, cuando en realidad los únicos que lo hicieron fueron verdaderos dioses que alcanzaron el Nirvana como Shiva, Vishnu, Shang, Spenta Mainyu y tu bisabuelo YHWH. ¡Todo tu maldito reinado y culto está construido a base de discriminación, abusos, mentiras y plagios! ¡Eres la peor mierda de la existencia y un maldito fraude aparentando ser algo real!
Las palabras honestas y crudas de ambos dioses japoneses, hicieron que Zeus volviera a emanar esa furia asesina. No obstante se mantuvo quieto, con un semblante oscuro y teniendo la mirada en el suelo, hasta que de pronto sonrió como un verdadero loco.
https://youtu.be/XANntta67T4
—Tienen bastante valor para decir tales cosas, a pesar de ser más insignificante que los mismos mortales; tanto que ni mereces llamarte "dios" —dijo Zeus de una forma divertida que lo hacía ver perverso.
—¡¿Qué lo que dijiste?! —exclamó Susanoo dando un par de pasos al frente, bastante ofendido del comentario del Supremo Dios griego.
—Quitando a Izanagi e Izanami, ni el dios más fuerte de vuestro Panteón puede destruir un planeta, no pueden regenerar ni un simple brazo sin recurrir a algún poder externo, ni tampoco pueden moverse a la velocidad del sonido. Son tan débiles que hasta un simple humano puede vencerlos sin problemas. Si estuviera en mi poder habría eliminado a todo vuestro Panteón por el asco que me dan —dijo Zeus igual que una persona de alta clase repugnado de toparse en la calle con un vagabundo.
—¡Maldita escoria! —gruño Susanoo con furia para luego comenzar a correr directo hacia Zeus, mientras se preparaba para desenvainar la katana.
—¡Hermano no! —advirtió Tsukuyomi preocupado y asustado igual que sus guardias samuráis.
No obstante a mitad de camino Susanoo fue tocado del hombro izquierdo por el dedo índice derecho de Zeus, quien se movió a una velocidad tan alta que ninguno de los inmortales japoneses fue capaz de verlo. Y después el Supremo Dios griego obligó al Dios Japonés de las Tormentas a arrodillarse con tanta fuerza, que su rodilla agrieto el suelo; tal suceso dejó desconcertado a Susanoo, al grado de dejarlo paralizado.
—A pesar de que aun no me he recuperado de mi pelea con Rudra, me sigue bastando un dedo para poner de rodillas a un insecto como tú —dijo Zeus con un orgullo que superaba por mucho al del mismo Lucifer, mientras hacía círculos en el hombro de Susanoo con el dedo índice derecho—. Y como buen insecto que eres, ¡debes respetar a los que son superiores a ti!
Dicho eso Zeus estrelló a Susanoo de cara contra el suelo y luego lo sometió pisándole la cabeza con el pie izquierdo, igual que un amo demostrando su superioridad a un esclavo. Tsukuyomi y los samuráis que lo acompañaban estuvieron por desenvainar sus espadas. Sin embargo cada uno de los guardias del lugar levantó su arma, pero lo que les detuvo de ayudar a Susanoo fue la intimidante mirada de Zeus; el ver esa maldad y crueldad pura en sus ojos, hizo que tanto los samuráis como Tsukuyomi quedaran paralizados del miedo, y furiosos de la impotencia.
—¿Saben que es lo más irónico pequeños insectos? —preguntó Zeus con una diversión tan enfermiza que lo hacía parecer un verdadero psicópata—. Los humanos de vuestro estúpido territorio que me conocen e idolatran no les lave el cerebro como hice con varios humanos de mi territorio y de los demás; ellos me idolatran y describen como el rey de todos los dioses, porque saben que los griegos somos la "raza" superior, mientras que los japoneses son monos destinados a satisfacernos e idolatrarnos.
»Esos humanos japoneses sueñan con lamerme las pelotas, porque saben que ellos mismos valen igual que las cucarachas; son incluso inferiores a los repugnantes mortales e inmortales africanos. Por lo tanto, me reconocen a mí y a los griegos como los amos absolutos del Mundo Mortal y del Cosmos. Hasta consideran a esos debiluchos budas humanos como seres superiores a ustedes, sus patéticos dioses, y al resto de míseros dioses chinos e hinduistas. Ustedes los japoneses no son más que nuestros "juguetes" y promotores favoritos. ¡Ja, ja, ja!
Cada palabra que decía Zeus era como una puñalada al corazón y al orgullo de los inmortales japoneses. Tsukuyomi quería ir a ayudar a su hermano, pero su miedo y sentido común le advertía que se mantuviera quieto cueste lo que cueste, porque estaban en terreno enemigo y pesar de que Zeus todavía no se recuperaba de las heridas que le causó Rudra seguía siendo estando muy lejos de su nivel.
Pero es obvio que no irían a un lugar tan peligroso sin tener un plan.
https://youtu.be/jk3K5e4TvDk
—Zeus... no lo repetiré dos veces; suelta a mi hermano o... —decía Tsukuyomi frunciendo el ceño con furia, y haciendo el esfuerzo por no mostrar miedo.
—¿O sino le declararas la guerra a mi Panteón? —le interrumpió Zeus sonriendo como si fuera una buena noticia—. Adelante, hazlo pequeño insecto. Será un maravilloso placer destruir vuestro Panteón de mierda y reemplazarlo por mi grandioso Panteón. Vuestras esposas, hermanas e hijas harán un maravilloso trabajo en mis burdeles, mientras ustedes los varones limpian los baños, nos lamen las pelotas y promocionan mi majestuosa figura.
—Lamento decirte que eso no sucederá; antes de venir les pedí ayuda a mi hermana Amaterasu y a mi cuñado San Uriel para que solicitaran la ayuda de alguien, que seguro evitará que nos causes problemas —respondió Tsukuyomi mostrando una pequeña sonrisa, para después voltear la mirada hacia atrás—. Y esa persona acaba de presenciar todo.
Una vez revelado eso, Zeus y el resto de los inmortales griegos miraron en la misma dirección en la que estaba dirigida la mirada del Dios Japonés de la Luna; sintieron una inmensa confusión y sorpresa al ver que se acercaba caminando un extraño hombre de piel morena, que llevaba puesto solo un pantalón holgado negro y llevaba encima un sudario marrón con una capucha integrada, de modo que no podía verse su rostro.
Sin embargo lo que causó la mayor confusión en los inmortales griegos, es que no podían percibir la presencia de aquel extraño; es por esto que nadie lo noto en la entrada o siquiera se percató de que venía acompañando a los inmortales japoneses. Tal rareza había confundido tanto al mismo Zeus, que el extraño se ganó toda su atención; por lo que dejó a Susanoo en el suelo y caminó a paso lento hacia el extraño, al igual que éste último caminaba hacia él.
—Qué extraño. No puedo percibir su presencia, aun cuando estas a un paso frente a mí —dijo Zeus con la mano derecha en su barbilla, confundido y a la vez curioso, mientras detenía el paso a un metro de distancia del extraño—. Tal vez eres una simple escoria tan débil, que no puedo percibir por mi alto e incomparable nivel de poder. Aunque a juzgar por tu color de piel, debes de ser indio o hebreo, y por eso no debería sorprenderme que alguien de esa tierra no valga la pena como para ser notado por un dios griego.
—A pesar de haber sido humillado y pulverizado de tan penosa forma por Rudra, tu ego y racismo sigue tan alto como siempre. Empiezo a creer que hacen falta más nalgadas para ver si aprendes tu lección —dijo el extraño con una dura voz que denotaba decepción y lastima, mientras se detenía a un paso cerca de Zeus, de modo que quedaron cara a cara.
—Debo reconocer que tienes un valor sin igual, al decir tales blasfemias en mi presencia —dijo Zeus de forma fría y cruel—. Tendré que educarte como el perro insolente que eres. Que esto quede de lección para ustedes, dioses japoneses de mierda, para que sepan quién es el verdadero y único "Dios de los Dioses".
A medida que el "Rey" del Olimpo pronunciaba esas palabras, fue levantando el brazo derecho de modo lento y firme, hasta ponerla encima del hombro izquierdo del extraño. Después con una sonrisa divertida, cruel y cínica, Zeus procedió a hacer fuerza para poner de rodillas al extraño. Y como resultado el terror comenzó a invadirlo, cuando vio que no podía. Intentó ejercer más fuerza en la mano para poner al extraño de rodillas, hasta que sin darse cuenta ya estaba usando toda su fuerza, y aun así no había podido siquiera moverlo.
"¿Qué demonios?", pensó Zeus comenzando a sudar de los nervios, al no entender que sucedía, o que le impedía poner de rodillas a una "criatura sin valor" como un nativo procedente de la India o quizás el Reino de Israel.
Tal era su estado de shock, que no noto cuando el extraño hombre levantó la mano derecha para ponerla encima sobre la cabeza del mismo Zeus y luego darle un suave toque con el dedo índice derecho. Acto seguido el suelo sobre el que estaba parado Zeus se agrieto a grandes proporciones y todo el templo tembló, cuando él puso ambas manos en el suelo como un acto instintivo para evitar caer por completo, y solo quedase arrodillado en el piso. Todo a causa del pequeño golpe que le dio el extraño en la cabeza usando solo el dedo índice.
Los inmortales griegos quedaron atónitos al grado de quedar boquiabiertos y tener los ojos amplios, casi tanto como el propio Zeus, cuya sorpresa se convirtió en furia al ver que desde su cabeza, por donde recibió el pequeño golpe, se deslizaba una línea de sangre hasta gotear al piso. Pero antes de volver a levantarse para encarar al extraño, éste le estampó la cara contra el suelo al pisarle la cabeza tal como lo hizo Zeus hace un momento con Susanoo.
—No es tan divertido cuando te lo hacen a ti, ¿Cierto? A menos claro de que seas un masoquista, lo cual no me extrañaría mucho viniendo de alguien tan enfermo como tú, pequeño malcriado —dijo el extraño con un tono de voz severo, como el de un padre regañando a su hijo, o un amo regañando a su perro.
Con la mano derecha Zeus sujeto la pierna derecha del extraño e intentó quitársela de encima, más sin embargo era inútil. Ni usando toda su fuerza era capaz de mover un centímetro al extraño, lo cual significaba que éste poseía una fuerza por lejos mayor, y eso era imposible desde la perspectiva de Zeus; solo el gran Dios Padre del Cosmos, YHWH, y la temida Diosa Madre del Vacío, Khaos, fueron capaces de hacerlo.
https://youtu.be/RXjIZHqDI9A
No obstante había alguien más que podría hacer tal hazaña, y el solo pensar en él hizo que Zeus sintiera el verdadero terror de pies a cabeza, tal como lo sintieron todos los presentes al ver cómo de repente la ropa del extraño empezó a arder y su piel cambió a color celeste; era nada más ni menos que el Dios Hindú de la Destrucción, Shiva, y su expresión no reflejaba nada de alegría.
—¡¡¡Señor Shiva!!! —exclamaron todos los presentes al mismo tiempo con el corazón a punto de salirse de sus bocas, debido al golpe de terror que sintieron al ver que estaba allí el Dios de la Destrucción.
—Estoy muy decepcionado de ti, Zeus —dijo Shiva de forma severa y molesta, mientras veía desde arriba al "Rey" del Olimpo como si éste último fuese un niño revoltoso—. Esperaba que con una buena paliza como la que te dio Rudra aprenderías a ser una mejor persona. Pero sigues siendo el mismo pésimo padre, marido abusivo, rey xenofóbico y dios narcisista de siempre.
—¡Ja! ¡Y no solo eso Señor Shiva! —exclamó Susanoo desde el suelo con ira, pero teniendo una sonrisa divertida—. ¡También incentiva a los adoradores del Panteón Griego que humillen, denigren y desprecien a tus discípulas además de difundir la creencia estúpida de que usted es un dios débil que no puede ni tocar a un fraude patético como Zeus!
—¡Eso es mentira! ¡Esa envidiosa mierda japonesa parlante miente! —exclamó Zeus con desesperación furia y a la vez terror—. ¡Señor Shiva permítame recordarle que esos japoneses de mierda son unos malditos envidiosos y xenofóbicos, en especial hacia los indios! ¡Lo que dice sólo sería cierto en una mísera novela visual escrita por asquerosos humanos japoneses racistas que me adoren y lo detesten a usted y a los mortales indios!
—Por favor no exageres tanto. Ya es muy hipócrita de tu parte acusar a otros de ser prejuiciosos, cuando tú eres por lejos el mayor discriminador de todos, incluso más que el mismo Odín —dijo Shiva sintiendo cada vez más lástima del "Rey" del Olimpo—. No sabes cuánta pena y tristeza me das, Zeus. Si no fuera por mi posición y el respeto que le tengo al tío YHWH, te habría borrado de la existencia hace bastante tiempo. Pero por desgracia, en términos legales no tengo motivos válidos para hacerlo. Aunque de todos modos, mientras sigas con esa locura, estás destinado a ser devorado vivo por uno de los próximos avatares de Rudra.
—¡¿Qué?! —exclamó Zeus, no entendiendo lo último que dijo Shiva, lo cual comenzó a llenarle de pies a cabeza un miedo de pesadilla.
—Así que solo te dejare con la orden de que le pagues a los dioses japoneses el daño que les causo tu hermano Adamas. Y para asegurarme de que lo cumplas, te daré una porción de lo que pasará si no lo haces —proseguía Shiva, para luego mostrar una amistosa sonrisa—. Saluda a tu buen hermano Hades de mi parte.
Dicho eso Shiva da un paso atrás, levanta el brazo derecho y hace un gesto con el dedo índice, apuntando hacia arriba. Entonces Zeus es levantado unos centímetros del suelo por una fuerza invisible, y cuando Shiva señala el piso con el mismo dedo índice, el "Rey" del Olimpo vuelve a ser azotado contra el suelo, esta vez con tanta fuerza que atravesó cada uno de los pisos inferiores del Monte Olimpo, hasta llegar a la fosa más profunda del Inframundo Griego, dejando detrás de sí un hoyo con la forma de su cuerpo.
—Y así querido público, es como se controla a un perro ¡Ja, ja, ja! —dijo Susanoo sonriendo por la diversión y satisfacción que sentía al ver como el dios más farsante, perverso y deshonorable de todos recibe su justo merecido en manos de un dios extranjero, lo cual era infinitas veces más humillante que ser derrotado por un mortal.
Luego nota que Shiva caminaba hacia él, y cuando estuvo a un paso cerca, se agacho un poco y extendió la mano izquierda con el propósito de ayudarlo a levantarse. Al principio Susanoo dudo en aceptar aquel buen gesto, por miedo a ser reducido a cenizas en cuanto lo tocara.
Pero Shiva lo había defendido del miserable dios Zeus, e incluso ahora hacía un gesto tan humilde y generoso como ayudarlo a levantarse del suelo. Y el honor de Susanoo le impedía rechazar tal muestra de bondad; por ello extendió el brazo derecho y sujeto el antebrazo de Shiva, y luego éste último sin ningún esfuerzo lo ayudó a ponerse de pie.
"¿Qué? De repente siento una gran paz... Es como si... pudiera percibir la calma de toda la existencia", pensó Susanoo, sorprendido de la extraña sensación pacífica que le invadió, en cuanto su mano sujeto el antebrazo de Shiva.
—¡Oye Hera me alegra que por fin hayas decidido desafiar a Zeus! —dijo Shiva de modo amistoso y levantando la mano derecha en señal de saludo, aunque la Reina de los Dioses Griegos sintió un terror inimaginable cuando él se refirió a ella—. ¡Que sepas que si quieres divorciarte e irte con Lucifer tienes todo mi apoyo al igual que de mis hermanos y tu bisabuelo YHWH!
—S-s-s-i... Gra-gra-ci-cias Señor Shiva —agradeció Hera haciendo un inmenso esfuerzo por sonreír y sonar agradecida, pese a lo difícil que era debido al descomunal miedo que sentía.
Después de esa inesperada interrupción, Shiva acompañó a los inmortales japoneses a la salida para evitar más problemas, como ataques sorpresa de inmortales griegos. Aunque en realidad la sola presencia de Shiva ahuyentaba a los demás inmortales griegos; incluso un simple saludo por parte de Shiva les asustaba tanto que huían, se arrodillaban o se escondían. Y esto empezaba a hacer sentir muy mal a Susanoo y Tsukuyomi.
No tardaron en llegar a las enormes puertas del Monte Olimpo, las cuales eran de mármol blanco con cadenas doradas, casi como si el constructor intentara copiar o replicar las puertas del Paraíso del Panteón Israelita, lo cual no debía ser una sorpresa; después de todo Zeus hizo su reino a imagen y semejanza del Panteón Israelita.
—Bueno aquí nos despedimos —dijo Shiva con una sonrisa amistosa, mientras se volteaba para ver detrás de sí a los inmortales japoneses.
—Entiendo. Gracias por salvarnos Señor Shiva —agradeció Tsukuyomi con igual sonrisa amable, mientras inclinaba un poco el torso en señal de cortesía y respeto.
Shiva prosiguió su camino hacia la salida del Monte Olimpo; un acantilado del cual se veía las nubes y en el fondo se apreciaba el Territorio Griego. No obstante mientras Tsukuyomi estaba tranquilo, Susanoo parecía molesto y confundido; esto se debía a algo que no podía entender y necesitaba aclararlo.
—¿Por qué nos ayudaste Señor Shiva? —pregunto Susanoo con la mirada baja y teniendo un poco de temor.
Al escuchar la pregunta, Shiva detuvo su caminata a un metro de llegar al acantilado para salir del Monte Olimpo. Luego se dio la vuelta para ver a Susanoo, casi tan confundido como él por no entender con exactitud el motivo de su pregunta.
—Solo hice lo que cualquiera con algo de honor y corazón haría —respondió Shiva con su característica sonrisa amable y despreocupada—. ¿Por qué lo preguntas?
—Nosotros no nos merecemos la ayuda de alguien del poderoso Panteón Hinduista, ni menos la tuya —decía Susanoo aun con la mirada baja, pero teniendo un tono que reflejaba furia, impotencia y tristeza—. Los humanos de nuestro territorio te denigran y se burlan de ti y de tu Panteón, poniéndolos como seres insignificantes frente a alguien tan débil como los Budas humanos y dioses tan miserables como los griegos y nórdicos.
»Incluso hay quienes idolatran a esa basura de Zeus, tergiversando tu historia y hazañas para poner a esa escoria como alguien tan superior que no podrías ni tocar. Y además los humanos de nuestro territorio discriminan y rechazan a quienes te respetan o son de tu tierra. ¡Lo indicado sería que nos dejes sufrir, como castigo por lo que hacen los humanos prejuiciosos e ignorantes de nuestro territorio!
Susanoo decía cada palabra cargada de rabia, confusión e impotencia. Su hermano Tsukuyomi solo le miraba en silencio, no sabiendo qué decir o hacer; las situaciones sentimentales no eran lo suyo, además de que era la primera vez en que veía así a su orgulloso hermano. Quizás lo sucedido con Zeus le destrozó tanto el orgullo, que ahora necesita respuestas de porque lo salvaron, como un niño bravucón que es defendido y necesita saber porque alguien se molestaría en ayudar a alguien como él.
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Por otro lado Shiva solo volvió a centrar su mirada en el acantilado, viendo del territorio mortal, para luego levantar la mirada y contemplar el cielo diurno. Fue entonces que respondió a las dudas del dios japonés con esa sonrisa gentil y tono amable que lo caracterizaba.
—Nadie en el Mundo Mortal me conoce más allá de mi nombre. Y los que si saben algo de mi historia me temen al punto de adorarme como un ser superior, o me desprecian al grado en que se divierten burlándose de mí. Pero no me importa; no me importa ser temido, alabado o despreciado. Es la maldición que decidí llevar cuando tome el rol como Dios de la Destrucción, y no me arrepiento de ello.
»Elegí esta vida, no para recibir reconocimiento y devoción, ni tampoco respeto, sino para proteger el orden universal que Zeus, Odín y otros dioses locos y sedientos de poder desean tanto arruinar. Es gracias a esto que puedo protegerlos a todos por igual, sean mortales o inmortales, y por eso no me arrepiento de haber elegido esta solitaria vida llena de rechazo y prejuicios.
Tras explicar eso Shiva se sumió en sus propios pensamientos; recordando con felicidad las veces que ha impedido guerras de nivel universal entre Panteones, salvo a mortales e inmortales de dioses locos que abusaban de su propio poder, y enseñó a varios de sus discípulos a alcanzar la iluminación.
Pero lo que de verdad lleno su corazón de alegría fue recordar el juicio que resolvió siglos atrás; el juicio que involucró la destrucción del Territorio Nórdico, por culpa de una serie de bizarros sucesos que empezaron con el deseo de San Gabriel por ir a un viaje de autoreflexión. Shiva recordó con cariño ese día, porque tuvo la oportunidad de ver el desarrollo de su amigo San Gabriel como guerrero y maestro de su disciplina, además de ser reconocido por Rudra como un protector tanto del Dharma como de la Ley de los Astros.
Y junto a este recuerdo vinieron memorias atesoradas de aquellos días, en los que Shiva conoció a más personas como San Gabriel y Rudra.
—Pero a pesar de que este poder me condeno a la soledad, no pierdo la fe de poder conocer a más personas como Rudra, San Gabriel, Zhu Rong y Sun Wukong, que me traten como su igual; no como alguien superior o a quien odiar, sino como un amigo —proseguía Shiva ahora con una mirada soñadora, mientras seguía sonriendo y contemplando el cielo—. ¡Je, je, je! Podrá parecer un sueño tonto y hasta infantil, pero es junto con la felicidad de todos a los que ayudó, lo que me motiva a seguir sonriendo cada día.
Esas hermosas palabras tan sinceras y alegres conmovieron por completo a Tsukuyomi, Susanoo y los otros inmortales japoneses, al grado de dejarlos incapaces de decir algo más; el sentimiento que tuvieron fue tan triste, que casi los hace llorar.
—Si ya no tienes más preguntas, con permiso me retiro —dijo Shiva girando la mirada para ver al grupo de inmortales japoneses y levantar la mano derecha en señal de despedida—. Durga se enfadara mucho si llego tarde a casa; en serio da miedo cuando se enfada. Además me enteré que el joven Israel y su prima Naamah acaban de llegar al Territorio Hinduista, ¡y estoy emocionado por volver a ver al hijo de San Gabriel después de tanto tiempo!
Luego de despedirse, Shiva se retira continuando su caminata al acantilado, para después de un segundo a otro desaparecer en el aire, dejando a los inmortales japoneses con un gran sentimiento de tristeza, compasión e impotencia; impotencia por la existencia tan cruel e injusta que llevaba un dios tan puro como Shiva.
—Es injusto hermano... —dijo Susanoo, empezando a derramar lágrimas mientras miraba el lugar donde estuvo Shiva—. Es injusto que en el Mundo Mortal fraudes y escorias como Zeus sean idolatradas y puestas como los dioses más grandes, mientras que verdaderos dioses admirables y dignos de respeto como Shiva solo reciben burlas, denigración, desprecio, rechazo y hasta son olvidados. Por estas cosas es que odio a los malditos humanos... No es justo hermano... no es justo...
"Te entiendo hermano" pensó Tsukuyomi viendo a su hermano y compartiendo su pesar. Luego dirige la mirada a donde Shiva estuvo, y continúa su reflexión mental: "Señor Shiva, aunque el Mundo Mortal e incluso la mayor parte de la existencia no sepa realmente cuanto soportas para protegernos a todos, e incluso jamás lleguen a conocerte como nosotros y tu familia, yo también guardo la fe de que en el futuro, el Mundo Mortal conocerá la verdad; sé que llegará el día en que dioses farsantes como Zeus quedarán en el olvido como se merecen, y entonces verdaderos dioses como tú finalmente serán reconocidos".
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