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Capítulo XXV: Diosas vs Valquirias (II)

https://youtu.be/wPGBJ7CJbIo

Las aldeas germánicas, antes sumergidas en sus propios problemas y trabajos rutinarios, ahora empezaban a entrar en alerta por aquel destello de fuego que surgió minutos antes. Pero eso solo fue el comienzo de lo que haría de ese día el más anormal de todos, al punto en que los humanos creyeron que era el inicio del Ragnarok mismo; hubo más explosiones en el cielo, seguido de terribles sacudidas de la tierra y luego una pequeña "lluvia" bastante curiosa: empezó a llover valquirias.

—¡Cúbranse deprisa!

Grito un guerrero germánico de una de las aldeas, y al instante todos los habitantes de allí empezaron a dispersarse y a correr, debido que ráfagas azules y verdosas impactaban contra la tierra, llegando incluso a destrozar algunas casas. Aparte de todo eso, del cielo caían al suelo, destrozando la tierra, diferentes guerreras Valquirias con parte de su armadura dañada. Sin embargo ellas se levantaban del suelo de inmediato, para luego desplegar las alas y ascender al cielo con tanta potencia, que el viento creado por el fuerte aleteo destrozo aun más el suelo y todo lo cercano, incluido casas u otras estructuras.

—¡Oigan copias baratas de los ángeles deberían ser más cuidadosas con las casas de vuestros discípulos mortales! —exclamó Wadjet disgustada, mientras volaba junto a Brigit y Morrigan cerca de una de las aldeas nórdicas, y veía la destrucción que dejaban las propias valquirias durante la pelea.

—¿Y qué hay de malo con destrozar unas cuantas casas humanas? —pregunto Freyja acercándose en el aire al trío de diosas extranjeras.

—¡¿Cómo que "qué hay de malo"?! ¡Se supone que ustedes deben de cuidar, enseñar y guiar a los mortales! ¡Es vuestro trabajo como guardianas de este mundo! —dijo Brigit empezando a sentir verdadero odio por la diosa Vanir.

—En efecto; somos guardianas de este mundo, y por eso no nos importa defender a quienes arruinan su belleza —dijo otra Valquiria acercándose a su reina, con una sonrisa cruel.

—Al contrario que las bestias, los elfos e incluso los enanos y los jotuns, la raza humana es una de las razas mortales más caóticas, violentas y dañinas del multiverso —decía otra valquiria descendiendo del cielo, y llegar también al lado de su reina. 

—¡Exacto! ¡Comparado con los demonios, los humanos son como parásitos! —decía otra Valquiria acercándose—. ¡Este mundo sería mejor y más hermosos si todos los humanos se extinguieran!

—Odín y yo siempre hemos diferido en muchas cosas, y esta es una de esas diferencias —decía Freyja sonriendo de una forma divertida, que la hacía parecer fría y despiadada—. Puede que él adoré y sobrevalore a los humanos, al punto de consentirlos y discriminar a otras razas mortales, como los jotuns y las bestias. Pero nosotras las Valquirias no compartimos esa visión consentida y racista; nosotras sabemos la verdad. 

»Y la verdad absoluta, es que la raza humana está demasiado corrompida para ser salvada; tachan a otras razas de monstruos y demonios, cuando la realidad es que ellos son los verdaderos monstruos y demonios, cuya perversidad y oscuridad arruina este mundo y lo lleva a su extinción. Como tal, merecen sufrir. Y creanme que si estuviera en nuestro poder, ¡los habríamos eliminado a todos igual que una asquerosa plaga en nuestro jardín!

—*Suspiro*. Y pensar que los humanos creen que ustedes las Valquirias los aman tanto, que desafiarían a todos los dioses con tal de protegerlos —dijo Morrigan cerrando los ojos, sonriendo con diversión, bajando la mirada y ladeando la cabeza a los lados con pena, mientras ponía una mano en su cadera.

—Esto te enseñará a no confiar en todo lo que creen y dicen los ignorantes humanos, como la idiotez de que el sobrevalorado Zeus es el dios más fuerte de todos —dijo Freyja con ira y asco puro al tan solo mencionar al Supremo Dios griego, ya que conocía de sobra las innumerables atrocidades y depravaciones que ha hecho Zeus; monstruosidades que hasta demonios locos como Satanás y dioses tiránicos como Odín repudian. 

Y es que Zeus era como la contraparte cruel, manipuladora y narcisista de su bisabuelo YHWH: era como la encarnación del concepto de "Dios Malvado" y de los peores males que caracterizan a la humanidad, y la han llevado a cometer las atrocidades más grandes de la historia. Y por ello nada les hacía más feliz a los demás inmortales, como Freyja, que escuchar sobre algún inmortal extranjero que logró humillar a Zeus, pues para los dioses griegos no existía mayor humillación que esa; hasta preferían ser humillados por un mortal, a que un inmortal extranjero los derrote. 

Volviendo al combate, tras la breve charla Freyja voló cual misil hacia Morrigan, dando como resultado un choque de sus sus respectivas armas. Pero Freyja ejerció tanta fuerza que comenzó a arrastrarla lejos de las otras dos diosas. Y antes de que Wadjet o Brigit fueran a ayudar a su compañera, ya estaban siendo rodeadas por Valquirias dispuestas a matarlas; así que ambas, sin ni siquiera quejarse o notarlo, hicieron equipo para luchar. 

—¡Es increíble que unas putas aladas como ustedes sean tan adoradas por los humanos y paguen ese amor de esta manera! —exclamaba Wadjet, mientras sujetaba a una Valquiria del tobillo y la usaba como mazo para golpear a otras dos, al mismo tiempo en que se quejaba del cómo las mismas Valquirias no tenían ningún cuidado en destrozar las aldeas humanas con sus ataques, o incluso herir a algunos en el proceso. 

—Wadjet, no sabía que te preocupara el bienestar de los mortales, en especial de los humanos —decía Brigit, bloqueando las rafagas de las armas de las Valquirias con su bastón, y apenas creyendo que alguien como la diosa egipcia se quejara del daño que causaban las Valquirias a los hogares de los humanos nórdicos.

—¡En realidad prefiero mil veces el respeto que nos dan las bestias que la exagerada adoración fanática de los humanos! —decía Wadjet, arrojando a la Valquiria que sostenía directo al bosque para después mandar a volar lejos a otra con un solo golpe del báculo—. ¡Pero también odio a los desgraciados que tienen la fortuna de recibir tanto amor y en vez de enorgullecerse de ello, o al menos sentirse felices, pagan ese amor recibido con desprecio! ¡Odio mucho a ese tipo de escorias! ¡Es lo mismo con los humanos; pagan con maldita discriminación y denigración el cariño incondicional de verdaderos seres amables como la tonta estrella asexual!

Después de descargar su inmenso enojo, la diosa egipcia hace una rabieta furiosa, enviando lejos a cinco Valquirias con un solo golpe de su báculo en el acto. Mientras Brigit mantenía a raya a otras Valquirias mediante explosiones de fuego, creadas por medio de su propio báculo.

—¿De qué estás hablando? —pregunto Brigit, sintiéndose cada vez más confundida de su amiga egipcia, y teniendo más dificultades para comprenderla.

—¡Es lo mismo que ocurría en nuestra cita en Egipto! ¡Esos malditos humanos lo trataban igual que una basura, como si no valiera nada, sin conocer el respeto y aprecio que él sentía por ellos! ¡Y sin importar cuánto desprecio recibiera, ese maldito amor incondicional persistía en él! —exclamaba Wadjet con ira y, por primera vez en mucho tiempo, denotando verdadera tristeza en su mirada, al tan solo recordar los momentos terribles que pasó el arcángel en esa cita.

https://youtu.be/pxKqn5UzEdo

Como se explicó antes, debido a la apariencia física de San Gabriel los humanos egipcios creían que él era un mestizo de indio/hebreo, y no es una sorpresa que el trato que recibía allí no era el mejor de todos. La presencia de Wadjet calmaba un poco la situación. Pero cada vez que el arcángel se alejaba un poco, no tardaba en recibir insultos o amenazas de soldados o personas de alta clase de la sociedad egipcia. Incluso hubo ocasiones en que algunos intentaron atacarlo, ya sea por diversión sádica o para capturarlo y venderlo como esclavo.

Un ejemplo de este desprecio fue cierta tarde, en la que San Gabriel y Wadjet pararon un momento en una joyería por petición de ésta última. 

Mientras la joven diosa egipcia veía los diferentes adornos y diamantes, el arcángel miraba los alrededores admirando la arquitectura de las casas, los humanos que pasaban cerca y la gran pirámide que se veía a lo lejos por encima de las casas; en eso vio que cerca un grupo de niños jugaban a ser guerreros, usando palos de maderas como si fueran espadas, y lo que parecía divertido se convirtió en algo serio cuando uno de los niños golpeó a otro más pequeño en la cara. 

El niño cayó al suelo, llorando y sosteniéndose la parte de la cara en la que recibió el golpe, y que además estaba sangrando. Aquello preocupó a San Gabriel; lo que más le entristecía y molestaba era ver a niños sufrir, y por eso no pensó dos veces en ir allí para ayudar aquel niño herido, aun cuando ni siquiera era de su territorio mortal. Ni tampoco dudó en agacharse para que nadie viera como concentraba la energía Chi en sus manos, y la usaba para sanar el rostro del niño en menos de un segundo.

Aquella buena acción, más que aterrar al niño, lo hizo sentir feliz y lleno de admiración hacia el arcángel, al igual que un niño después de ser auxiliado por un superhéroe. Sin embargo los padres del niño no sintieron lo mismo; ellos se encontraban cerca, por lo que se enteraron de lo sucedido y corrieron a ayudarlo. San Gabriel se hizo a un lado para dejar que ellos se hicieran cargo, pero antes de volver con Wadjet fue confrontado por el padre del niño; éste empezó a acusarlo de intentar secuestrar al niño, o incluso de ser quien lo lastimó.

La madre del niño llamó a los guardias, y mientras San Gabriel trataba de explicar lo sucedido, sin éxito alguno por las quejas del padre del niño, llegaron los guardias; estos intentaron apresar al arcángel, y como consecuencia éste se vio obligado a actuar en defensa propia, como un reflejo instintivo de su cuerpo físico, noqueando a los guardias de un simple golpe. Luego de eso San Gabriel hizo otro intento por explicar la situación. Pero el padre del niño lo callo, llamándolo "asqueroso esclavo hebreo", y entonces tomó la espada de uno de los inconscientes guardias, con toda la intención de lastimar al arcángel.

En ese momento por fin Wadjet apareció; ella había escuchado y visto todo, de modo que sin pronunciar palabra sujeto al padre del niño por el brazo, y en un simple movimiento lo estampo contra el suelo. No lo mato, pero si le rompió el brazo y muy quizás algunas costillas. Después de esto ella tomó la mano del arcángel y lo guió fuera de esa zona. 

Una vez de regreso a su casa temporal, y estando ambos acostados en la cama tras un momento íntimo, San Gabriel le preguntó a la diosa egipcia la razón por la que atacó de ese modo al padre del niño. Y ella, con molestia, le regaño por ayudar a aquel niño humano y no darles una lección a aquellos otros humanos por lo mal que lo trataban, como ocurrió las veces pasadas; fue entonces cuando el arcángel le respondió:

—Nadie de aquí sabe lo que soy, y aunque lo supieran es probable que igual me trataran como a un monstruo. Pero no me importa. Nosotros los ángeles, debido a que nuestro verdadero cuerpo no tiene forma definida, para nosotros no hay mucha diferencia en todo lo que tenga forma, como las criaturas vivientes. Es por esto que no preferimos a unos por encima de otros ni discriminamos; los vemos a todos casi iguales y, por lo tanto, tenemos que ser imparciales. Es por esto que no podemos intervenir tanto en problemas mortales, porque implicaría darle mejor trato a unos que a otros, cuando no podemos hacerlo. No es solo por leyes; también es porque tenemos problemas para diferenciar a las criaturas con género y forma definida. 

»Pero aun así, si veo a alguien sufrir, no puedo hacer oídos sordos y fingir que no ocurre nada. Es cierto que la vida de un mortal es muy corta, en comparación a la vida de una estrella, y tarde o temprano esa vida llegara a su fin, como todo lo existente. Pero de todas formas, quiero poder extender esa vida, al menos un poco más. Quiero ayudar sin importar cual sea su naturaleza. Las oraciones, los sutras y la fe por sí solos no pueden curar los males de este mundo; también es necesario acciones de personas que tengan el corazón para enfrentar ese mal. Y si yo no lo hago, entonces ¿quién lo hará? Y aunque no pueda lograr casi nada por mí mismo, al menos quiero inspirar y enseñar a otros a ser por sí mismos esa fuerza que proteja el mundo...

Luego de decir esas palabras, Wadjet solo dio un suspiro molesto y lo tacho de tonto, mientras miraba a otro lado con cierto aire triste en los ojos. 

Aquel día sería el precursor de un gran cambio en el corazón de la diosa egipcia, y en su modo de ver al Ángel de la Divinidad. Antes le parecía bastante divertida su compañía, además de que disfrutaba hacerle el amor. Pero en esa cita empezó a agradarle aún más; para ella , el arcángel de pelo plateado era un ser único, con una filosofía tan distinta a la de su Panteón, que de cierta forma lo encontraba interesante y atrayente. 

Después de este curioso día, la diosa egipcia comenzó a sentir respeto genuino hacia él —aunque no lo demostraba de forma tan abierta por puro orgullo—, junto con un creciente interés en conocerlo más. Y mientras más lo conocía, mayor era el respeto que le tenía, en especial por su cariño incondicional hacia ella. Aun cuando el propio Arcángel todavía no había encontrado la paz interna, hacía su esfuerzo para intentar ayudar a Wadjet, enseñándola a ser mejor y a darle la atención que ella jamás tuvo en su infancia. 

Ese pequeño interés en querer hacerla feliz, sin objetos materiales o regalos, fue lo que dio origen al cariño especial que sentía Wadjet hacia él; ya que fue lo que ella más deseaba tener de niña: el amor incondicional que solo una verdadera familia puede ofrecer, y que ella no pudo obtener debido a la constante ausencia de sus padres. 

Y al desarrollarse ese respeto y aprecio hacia el arcángel, también se desarrolló en Wadjet una creciente culpa por el mal trato y los problemas que ella misma le ocasionaba a él. 

Por supuesto aquella culpa molestaba a Wadjet hasta un punto, en que ya no le importaba su propio orgullo, con tal de dejar de sentirse así y devolver los gestos de amabilidad incondicional del arcángel; algo que por supuesto, para una diosa tan orgullosa como Wadjet, no era tan fácil, y no fue hasta que el arcángel hizo su viaje de autorreflexión, cuando la diosa egipcia se decidió por fin a intentar arreglar las cosas con él (a su modo).

https://youtu.be/NNNrzJDUTpk

—¡Je, je! Yo tampoco espere que esa mocosa tuviera ese lado suave y cariñoso; me recuerda a ese raro término del Panteón Japonés que ella misma llama "Tsundere" —dijo Morrigan, chocando su lanza con la espada de Freyja, y sonriendo con diversión al haber escuchado desde lejos las palabras sinceras de la diosa egipcia.

—En vez de oír las quejas de tu amiga malcriada, ¡Concéntrate en nuestra batalla! —exclamó Freyja furiosa de que la reina fantasma no tomara en serio la pelea actual.

—Lo haría si valiera la pena querida —contestó Morrigan a modo de burla, dirigiendo su atención a la diosa Vanir, quien gruñó con rabia después de esa respuesta. 

Mientras tanto Brigit y Wadjet seguían librando su pequeña batalla; esta vez evadían miles de ráfagas de color verde que creaban diez Valquirias a lo lejos. Sin embargo aquellos ataques, aunque no alcanzaban al dúo de diosas, si impactaban con las colinas y casas humanas que se encontraban cerca de la región. 

—¡Esto ya fue demasiado lejos! —dijo Brigit harta de aquellas Valquirias problemáticas estuvieran causando tanto destrozo—. ¡Arte Druida: Danza del Fuego!

La diosa druida pelirroja, tras conjurar su hechizo, encendió su báculo en funestas llamas, para luego apuntar hacia las diez Valquirias, e invocar centenares de bolas de fuego que giraban unas con otras, simulando un baile, mientras se dirigían hacia el grupo de Valquirias; éstas de inmediato cargaron sus espadas y arrojaron ráfagas de modo continuo para destruir aquellas bolas de fuego, lo cual generó incontables explosiones que cegaron la visión del área. 

Por un momento las Valquirias creyeron que lograron destruir el ataque de la diosa celta. Pero al poco descubrieron cuán equivocadas estaban, cuando de repente dos bolas de fuego llegaron desde ambos lados, e impactaron contra cuatro de sus compañeras, haciéndolas caer a la tierra. En cuanto al resto, aunque lograron apartarse a tiempo, no pudieron prever que desde donde chocaron las ráfagas y las bolas de fuego, saldría la diosa egipcia, lista para golpearlas con un ataque especial.

¡Control Ka: Golpe de Calor! —conjuro Wadjet, sosteniendo su báculo con ambas manos, mientras un aura de fuego azul la cubría por completo. Luego aquella aura llameante paso a la punta de su báculo, para después convertirse en el colosal y largo filo de una lanza, el cual usó para golpear a las Valquirias restantes al mismo tiempo, y enviarlas lejos de un solo golpe.

—¡Bien hecho niña! —felicito Morrigan mientras volaba de regreso con sus compañeras, a la vez que bloqueaba con su lanza docenas de tajos procedentes de la espada de Freyja. 

Entonces ambas diosas toman distancia, aun con sus armas listas para otro choque.

—Debo reconocerlo —decía Freyja teniendo el ceño fruncido, una vena notable en su frente y un tono iracundo—. Para desafiarnos de este modo, hay que caminar por la delgada línea que separa la estupidez y el valor. Es algo increíble de parte de ustedes, sobretodo de ti Anann, considerando los muy malos términos en que estás con el Panteón Nórdico. ¿O es que acaso no le temes a la muerte? —pregunto esto último con sarcasmo divertido.

—Dulce "Frigg", yo soy la muerte —contestó Morrigan mostrando una cruel sonrisa, que era acompañada de la más fría de las miradas de la reina fantasma.

Aquella respuesta solo elevo aun más las ansias asesinas de la diosa Vanir, quien luego elevó la mano derecha, con la que sostenía la espada, y de golpe la descendio, como si estuviera dando una señal. Y en efecto era así; le dio la señal al resto de sus hermanas Valquirias para venir en su ayuda. 

Un segundo después las dieciocho Valquirias que fueron derrotadas por Brigit y Wadjet, volvieron a elevarse en el cielo, seguido de la aparición de dos círculos mágicos, de los cuales emergieron de cada un par de Valquirias, lideradas por una que era muy diferente a las demás.

https://youtu.be/e68X1pPmqGI

La primera era una mujer de cabello rizado y dorado adornado con flores, ojos azules, constitución fuerte y esbelta. La armadura que portaba era de color plateado y era mucho más acorazada que la de las otras Valquirias, al punto en que cubría por completo sus brazos y piernas, aparte su casco tenía cuatro puntas a los lados que simulaban alas. Y a diferencia de sus compañeras, su arma consistía en un masivo martillo de mango en extremo largo, adornado con delineados y runas de color dorados. 

Ella era la Segunda Valquiria Principal e hija menor de Thor y Sif; una de las Valquirias encargadas de mantener bajo control a los enanos de Svartálfaheim, además de ser la más fuerte de sus compañeras en términos de fuerza bruta; era la Valquiria que representaba la Fuerza y el Poder, Prour (Thrud).

Y en cuanto a la segunda Valquiria, era de constitución bastante voluptuosa, con un busto grande, tenía los ojos de un siniestro violeta oscuro, y su cabello era liso, en extremo largo y de un color tan negro como la noche, lo cual la distinguía mucho de las otras Valquirias quienes eran rubias y pelirrojas en mayor medida y castañas en menor. Otro detalle que la hacía diferente era su llamativa armadura ligera de color azul negruzco, con bordes dorados, casco con alas negras y falda vinotinto. En cuanto a sus armas, consistía en una lanza de punta fina y escudo redondo con runas y delineados brillantes de color morado.

Era la Primera Valquiria Principal e hija mayor de Tyr; una de las Valquirias encargadas de reencarnar en el Mundo Mortal para guiar a los héroes nórdicos, además de ser también la más cruel, astuta y sádica de todas sus compañeras; era la Valquiria que representaba las tinieblas, Brynhildr (Brunhilde).

—Lo veo y sigo sin creerlo. ¡Mi linda hermanita está aquí! —dijo Brynhildr sonriendo de felicidad y bajando la mirada, para ver más de cerca a Morrigan, quien en contraste no parecía muy feliz de verla—. Escuche que tomaste el manto de Diosa de la Muerte en tu Panteón. Eso quiere decir que ahora te dedicas a llevar a los humanos directo a su hermoso y satisfactorio final. ¡Estoy orgullosa de ti! Aunque también siento algo de envidia —de repente Brynhildr abrió aún más los ojos y su sonrisa se amplió de forma siniestra—. ¡Un trabajo donde te dedicas a volver locos a los humanos para que se destrocen unos a otros es lo más maravilloso que puede existir! ¡Cuanto orgullo y envidia siento por ti hermana Anann!

—¿Su puta madre también es así de loca? —pregunto Wadjet estupefacta de la tremenda psicosis que empezaba a demostrar la Valquiria de las Tinieblas, pareciendo incluso más psicópata que la misma reina fantasma.

—Algo así. Según me dijo mi madre, a Tyr le atraen mucho las mujeres de personalidad cruel o relacionadas con la oscuridad, como brujas, lunáticas o villanas clásicas de un cuento de hadas —contestó Morrigan tapándose el rostro con una mano, apenada de la presencia de su hermana mayor.

—Ah, eso explica muchas cosas —dijo Wadjet, empezando a entender cómo es que ocurrió el extraño romance entre la madre de su compañera celta y el hijo pródigo de Odín.

—¡Por Danu! ¡Espero que eso no sea hereditario! —dijo Brigit tapándose la boca, no queriendo imaginarse si los hijos o hijas de Morrigan llegaban a ser así de desquiciados.

—Permíteme el beneficio de la duda respecto a eso —dijo Prour, con una fuerte voz que denotaba orgullo, frialdad y aires de superioridad, mientras veía desde arriba a las tres diosas—. Ya que, juzgando lo que he visto desde que empezaste a hablar con la señora Freyja, heredaste la dulzura maternal de tu bisabuela Danu, junto con el carácter explosivo de tu bisabuelo Rudra. Curiosa combinación —Prour enfoca su mirada en la diosa egipcia—. Y ni hablemos de la pequeña hija de chacal. No puedo imaginar lo terrible que sería convivir con ustedes tres.

—Creeme que alguien ya lo sabe. Pero le demostraremos que no es tan malo como parece, ¡después de partirles la cara a todas ustedes montón de putas voladoras! —contestó Wadjet sujetando su báculo con ambas manos y mostrando una sonrisa arrogante.

—Admito que me gustaría devolverte los insultos con el doble de fuerza... —decía Prour bajando un poco la mirada, frunciendo aún más el ceño y apretando con más fuerza su gigantesco mazo, a la vez que el mismo resplandecía de dorado con mayor intensidad—. Pero herir con palabras jamás ha sido mi estilo ni es mi fuerte; me destaco mejor aplastando huesos hasta la muerte.

https://youtu.be/ZOupfOJI6PY

Dicho eso, en un parpadeó Prour voló directo hacia Wadjet, mientras ejecutaba un devastador golpe descendente con su mazo, el cual ésta última aunque logró bloquearlo usando el Báculo de Horus, igual fue obligada a descender hacia abajo. Sin embargo la diosa egipcia logró detenerse a pocos metros de estrellarse contra los árboles, y antes de mirar en busca de la Valquiria que la atacó, ésta ya estaba detrás de ella, lista para golpearla de nuevo con el mazo.

Acto seguido ocurrió una tremenda onda de viento que derribó gran parte de los árboles cercanos, doblo los lejanos y agrieto el suelo; la causa fue el choque de armas entre la poderosa Valquiria y la pequeña diosa egipcia. El arma de ésta última volvía a ser cubierto en flamas azules, mientras el mazo de la rival resplandecía con mayor intensidad, como si ambas armas se desafiaran una a la otra, igual que sus dueñas.

—Esta bien, lo reconozco. Para ser tan pequeña tienes una increíble fuerza física —decía Prour, por primera vez teniendo una sonrisa en su rostro, aunque reflejaba una crueldad digna de una persona perversa—. Por favor no te mueras tan fácilmente. Quiero disfrutar aplastando cada delgado y pequeño hueso de tu insignificante cuerpo.

—No lo disfrutaras tanto como yo lo haré al rostizar tu bella cara —contestó Wadjet sonriendo con igual sentimiento, pero ahora teniendo, también por primera vez, un brillo ardiente en sus ojos rojos, que reflejaba furia asesina en toda su expresión. 

Mientras tanto las demás veían como iniciaba la batalla entre Wadjet y Prour, para luego volver a concentrarse en el enfrentamiento actual.

—Antes de que elijan a cual de nosotras dos tener como oponentes, permítanme emparejar las cosas —dijo Morrigan sonriendo con cinismo. 

Después la reina fantasma gira cinco veces su lanza usando solo una mano, mientras elevaba el brazo. Y tras el último giro apuntó al cielo, para entonar su poderoso, conocido y temido canto fantasmal.

¡Afraigid rig don cath rucatair gruaide aisnethir rossa ronnatair feola! ♪ —entonaba Morrigan con regocijo y fuerza en su antiguo lenguaje, como si su canto fuese una declaración de guerra o palabras motivadoras para un colosal ejército, haciendo que el aire empezará a circular de forma salvaje e iracunda en la zona—. ¡Canto de la Reina Fantasma: Furia de los Caídos!

Al pronunciarse el hechizo, en ambos lados del par de diosas se manifestó un enorme círculo mágico púrpura, y de cada uno emergen fantasmas de guerreros celtas con tonalidades violetas. Los círculos mágicos desaparecen en cuanto el número de los guerreros celtas fantasmales llega a los sesenta, y luego estos se alinearon en frente de Morrigan y Brigit, para después formar un muro de escudos.

—Diviértanse con las demás —ordenó Morrigan, y al instante los guerreros celtas volaron para atacar a las Valquirias, evitando solo a Freyja y Brynhildr por orden mental e indirecta de la reina fantasma.

Entonces se desato una guerra; aunque las Valquirias podían derrotar con suma facilidad a uno, dos o hasta tres fantasmas celtas de un solo golpe, estos volvían a materializarse para seguir peleando. Se podría decir que estaban en un punto muerto. 

Mientras tanto Freyja y Brynhildr empezaron a acercarse a Brigit y Morrigan respectivamente, para tener su enfrentamiento.

—No lo tomes como algo personal hermanita. ¡En serio te adoro y admiro mucho! —decía Brynhildr con una sonrisa cruel—. Y por eso, como muestra de respeto, te permitiré tener un combate conmigo. ¡Es hora de ver cuánto has crecido en los últimos siglos!

—Tampoco vayas a tomarlo como algo personal. Te lo digo para que no te quejes, después de que te de la merecida paliza que debían darte desde hace tiempo —dijo Morrigan sonriendo un poco, pero teniendo una mirada asesina comparable a la de su compañera Wadjet.

—El golpe que me diste antes fue muy bueno. Casi haces que me queme el rostro —dijo Freyja con una expresión que reflejaba la seriedad y molestia de su tono—. Para que estemos a mano, te dejaré alguna que otra quemadura difícil de sanar con el filo ardiente de mi espada. Espero que tu querida estrellita no sea superficial, como tu anterior marido.

—No debió decir eso, señora Freyja —dijo Brigit frunciendo el ceño y liberando un destello ardiente en sus ojos azules—. Ahora le recomiendo que por favor tenga mucho cuidado, porque mi próximo golpe le dejará más que una quemadura. 



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