Capítulo XVIII: Estilo Godfist vs Lanza Gungnir
https://youtu.be/TJ6Tl8EjVMc
Después de una brutal liberación de poder capaz de arrasar con la mitad del planeta, o incluso más, llegó la calma con la estruendosa derrota de Thor. Los dioses nórdicos que huían dejaron de hacerlo, al ver que ya pasó el peligro. Pero una vez más no pudieron evitar sorprenderse, al ver que el mejor ataque del poderoso Dios Nórdico del Rayo fue repelido con tanta facilidad.
Aunque en el caso de Vidar, no estaba tan sorprendido; conocía a la perfección cuando una persona miente, y cuando no, por lo que supo con certeza que lo dicho por el arcángel, sobre que se contenía para no matarlos por accidente, no era una mentira.
—¿Qué cojones?
Se quejó Baldur, apenas recobrando la conciencia y levantándose del suelo cubierto de nieve, luego de que Vidar lo dejara allí al pasar el peligro. Primero noto que ahora estaba cerca de sus compañeros asgardianos, y al mirar adelante, fue cuando se sorprendió de ver como la nieve del valle estaba revuelta, varios de los árboles cercanos estaban derrumbados como si hubieran sido derribados por una funesta tempestad, y a lo lejos había dos nuevos cráteres.
—Te recomiendo que ceses en tu deseo de luchar y descanses, Baldur —dijo Vidar con suma seriedad.
—Yo que tú le haría caso —agregó Ull, no pudiendo ocultar el miedo en su voz, mientras se sentaba en el suelo—. Ese ser que se hace llamar un ángel, es tan monstruoso como sus padres.
—Exacto... ¡Fue increíble! —exclamó Modi, sorprendido y lleno de admiración del increíble poder que ha demostrado el arcángel.
—Pero aun así, hay algo extraño —dijo Vidar, captando la atención de sus sobrinos y compañeros.
—¿A qué te refieres tío? —pregunto Magni, no entendiendo para nada las cuestiones de su tío, quien era famoso por su increíble intelecto.
—La habilidad especial del Ángel de la Divinidad, sumado a su talento innato para el combate mano a mano, no puede ser una coincidencia —decía Vidar, pensando en cada detalle—. Por lo que escuche por parte de Loki, el arcángel San Miguel se especializa en pelear con reyes demonio usando armas. Pero su poder es ineficaz contra deidades o seres divinos. En cambio, San Gabriel parece lo contrario; está especializado en combatir mano a mano, usando los poderes del rival en contra de éste... Es como si... su especialidad fuera luchar contra dioses. Incluso su nombre hace referencia a eso: "Fuerza de Dios".
A estas alturas, esa revelación no sorprendió demasiado a los asgardianos, tras ver la demostración del verdadero poder del arcángel; en especial el Rey de Asgard, quien ya sabía muy bien el resultado del choque de poderes entre su hijo y el Ángel de la Divinidad, así que no le sorprendió para nada la revelación anterior, ni que el ataque más poderoso del Mjolnir fuera vencido. Y también sabía que Thor no se detendría hasta que estuviera tan herido, que no podría moverse, y por ello dejó que continuara la lucha, para que ya más nadie se metiera en su camino; Odín estaba decidido a luchar con el Ángel de la Divinidad, por sí mismo.
—Debo reconocer que al principio te subestime —dijo Odín con toda la seriedad del mundo, mezclada con una creciente molestia—. Por mis cuervos, supe que cuando fuiste enviado a dar un mensaje al Panteón Japonés, sobre un acuerdo de paz, tuviste una pequeña pelea con el Dios de la Luna, Tsukuyomi. Aunque claro, no le tome mucha importancia al asunto, dado al insignificante nivel de esos estúpidos dioses.
—Oye viejo, no deberías ser tan irrespetuoso hacia los dioses japoneses —contesto San Gabriel disgustado y dándose media vuelta, para proceder a caminar directo hacia el rey de Asgard—. No entiendo porque la mayoría de los Panteones los denigran tanto.
—Porque se lo merecen. Son una vergüenza para la palabra "dios". Los únicos seres de allí con un nivel de poder digno de un verdadero dios, son los dioses Izanagi e Izanami. El resto no son más que patéticos seres con poderes e inmortalidad, ¡que parecen salidos de una estúpida novela, donde las valquirias aman a los humanos, y los dioses son tan débiles que no son capaces de ni regenerar una simple extremidad, y no pueden destruir ni siquiera la mitad de un mísero planeta!
—¡Por mi padre! Que crítico y gruñón eres. Es verdad que ellos no son tan fuertes como un dios promedio. Pero con el tiempo pueden crecer tanto como los dioses de los demás Panteones. Después de todo, cada derrota ofrece una enseñanza y oportunidad para mejorar. Incluso yo tuve que pasar por muchas derrotas, para llegar hasta donde estoy. Es gracias a las derrotas y errores que uno crece y se fortalece. Y por eso todos en la vida llegamos a tener al menos una derrota o un error.
—Yo no puedo darme el lujo de cometer errores. Ni mucho menos perder. Aunque ahora mismo acabo de cometer un error al subestimarte, es uno que no volveré a cometer; porque lo que más odio, además de perder, es cometer errores estúpidos —contesto Odín, ahora desprendiendo un brillo azulado amenazador en su único ojo, y como reacción, las runas en su lanza también resplandecen con la misma intensidad.
—Si de verdad piensas así, entonces jamás llegaremos a un acuerdo —dijo San Gabriel, deteniéndose a solo diez pasos lejos del Rey de Asgard, y cruzándose de brazos—. De los errores, incluso los más pequeños, se aprende algo. Los errores son esenciales para el crecimiento de una persona. Y si la persona no aprende ellos y crece, entonces fracasa como persona. Es algo que me enseñó mi padre y el hijo mayor de Shiva, Karttikeya, cuando viaje al Panteón Hindú, para pulir mi arte marcial, Godfist.
De repente la tranquilidad del ambiente, poco a poco fue siendo reemplazada por una tensión y hostilidad, por parte de ambos inmortales. Todos los presentes sabían que el siguiente enfrentamiento que estaba por ocurrir, iba a ser mucho más caótico: el pináculo de las artes marciales vs el pináculo de las artes mágicas, el estilo Godfist vs la lanza Gungnir, el Ángel de la Divinidad vs el Dios Supremo de Asgard.
Sabiendo cuán catastrófico sería el enfrentamiento, dos asgardianos corrieron hacia el cráter donde seguía Thor, para ayudarlo a salir del fuego cruzado. Con un poco de esfuerzo lograron cargarlo por los hombros y, tan rápido como podían, fueron saliendo del cráter, mientras el Ángel de la Divinidad y el Rey de Asgard seguían teniendo su intercambio de palabras.
—No tienes idea de cuánto me desagrada tener que hacer esto —dijo San Gabriel, con un tono lastimoso—. Por última vez, te aconsejo que te disculpes por insultar a Madre, o de lo contrario, tendré que darte una paliza. Y golpear a seres vivos, en especial ancianos, no es lo mío.
—Cada palabra que sueltas, solo me enfurece más y más —contestó Odín con una sonrisa eufórica, que reflejaba sus deseos de matar, mientras copos de nieve empezaban a levitar por la energía que él liberaba—. Y ahora me aconsejas que pida disculpas, por insultar a ese monstruo que llamas "madre". Pero ¿sabes qué? Prefiero no hacerlo. Quiero continuar esta lucha, para molerte a golpes. ¡Eso es lo único que calmara mi furia! ¡O de lo contrario la descargare con los horribles mortales no-humanos que tanto adoras!
—Viejo, también te recomiendo no amenazar a los mortales, porque esa loca profecía dice que serás el banquete del hijo lobuno de Loki. No que un pobre ángel mensajero, con tres aterradoras esposas, te matara a golpes —respondió San Gabriel dejando de mostrar empatía en su tono, y comenzar a tener uno más molesto.
—¡¡¡Ya me cansé oírte hablar!!! ¡¡¡Eres un maldito e insolente niño jugando a ser un hombre y ahora recibirás tu merecido castigo!!!
Exclamó Odín con voz estruendosa, y a la velocidad del rayo, efectuó un estoque con la lanza, lo bastante fuerte, como para crear un vendaval por el simple movimiento ejercido. Pero tal como era evidente, el ataque fue redirigido por el codo izquierdo del arcángel, quien luego conectó un devastador golpe de palma derecho en la mandíbula de Odín, cuanto éste a su vez había bajado la cabeza para evitar recibir el golpe en la garganta.
"¡Intento cortarme la respiración, justo después de atacar, para hacerme perder el conocimiento!", pensó Odín bastante sorprendido y molesto. Acto seguido retrocedió unos cuantos pasos, y se reacomoda la mandíbula dislocada con un simple movimiento, mientras seguía analizando: "Como pensaba, al contrario que el Arte de las Ocho Extremidades, este extraño estilo de lucha busca atacar puntos específicos, para dejar incapacitado al oponente de forma rápida. Aun siendo un guerrero, este infeliz blandengue se rehúsa a matar a sus oponentes".
—Prepárate para luchar, viejo —decía San Gabriel, juntando las manos en señal de oración, e inclinándose un poco como muestra de respeto—, porque estás a punto de ver y sentir, más de cuarenta mil años de artes marciales.
Dicho esto, el Ángel de la Divinidad entra en una nueva postura, separando las piernas, flexionando un poco las rodillas, y cruzando los brazos forman una "X", mientras mantenía las palmas abiertas; era una postura, que aunque para los dioses nórdicos era extraña, no era lo mismo para la Diosa Nórdica del Amor, quien por un instante, pudo ver reflejado en el arcángel a su más grande admiración.
https://youtu.be/y9hh91-2iaA
"Esa postura... es similar al del arte marcial de Rudra", pensaba Freyja, comenzando a tener las mejillas rosadas, debido a que empezó a recordar al mencionado dios pelirrojo del Panteón Hinduista; recordó cuando Rudra estaba en su forma hombre-tigre, Pashupati (Señor de las Bestias), y tuvo una brutal lucha contra el hijo pródigo de Loki, el gigante-lobo Fenrir, en la que usó ese legendario y milenario estilo de lucha, el Kalaripayattu.
Aparte, en ese instante, al arcángel le invadió una gran nostalgia, al volver a usar su arte marcial al cien por ciento, sin contenerse: solo usaba parte de la misma durante sus entrenamientos diarios, para no oxidar sus técnicas. Y las pocas veces en las que tuvo que entrenar, usando gran parte del estilo Godfist, fueron cuando practicaba con ayuda de su maestro, y más grande amigo, el dios Rudra.
[Recuerdo]
—Escuche por parte de Atenea que le bajaste el ego a Zeus dándole la golpiza de su vida.
Comentó San Gabriel, estando sentado en el césped, sanando cortes y moretones en la mayor parte de su cuerpo. Incluso su armadura estaba agrietada y ensangrentada, como si hubiera tenido una feroz batalla a muerte, en vez de un simple entrenamiento rutinario. Se encontraba en el campo selvático cerca de su casa, la cual ahora estaba adaptada a la cultura y comodidad de las tres diosas, que vivían con él.
Y frente a él, a casi dieciséis pasos lejos, dándole y sentado en posición de meditación, estaba, un hombre-tigre. Como todo hombre-bestia, tenía la cabeza de su especie animal, con torso y brazos humanos, junto con piernas y patas de un animal cuadrúpedo, además estar cubierto de pelaje como el de un tigre, y tener la cola de dicho animal.
Vestía solo un pantalón holgado corto hecho con piel de tigre blanco, sujetada por una correa dorada. En el bíceps derecho tenía un collar de semillas rudrakshsas, y portaba brazaletes negros con bordes dorados en ambos antebrazos.
—Alguien ya tenía que ponerlo en su lugar —contestó el hombre-tigre, con una potente e intimidante voz de trueno, sin molestarse en dirigirle la mirada al arcángel—. Muchos mortales e inmortales estúpidos lo han estado sobreestimando demasiado, al grado de creer que está al nivel de seres como Buda I, cuando en realidad es solo un pequeño adolescente con problemas hormonales, aires de grandeza y deseos innecesarios, que lo hacen más un humano depravado y desquiciado con inmortalidad, que un dios de verdad.
»De haber continuado así, pronto el Territorio Griego iba a sufrir penurias bajo la tiranía de otro maldito dios loco, cuyas locuras las pagarían los inocentes de esa tierra y las cercanas. Y como consecuencia, Shiva tendría que eliminarlo definitivamente, como casi lo hace con tu sobrino titán loco, Cronos. Y créeme que eso habría sido fatal, tanto para el Panteón Griego como para su Territorio Mortal. Por eso decidí hacerle una visita al Olimpo, para poner a Zeus en su lugar, dándole las nalgadas que sus padres nunca le dieron.
—En pocas palabras, y de un modo menos gruñón, fuiste a evitar una tragedia con resultados terribles, dándole una lección a un niño revoltoso como lo es Zeus, con mano dura —decía San Gabriel casi entre risas—. Y al parecer funcionó, porque según Atenea su padre se ha vuelto más... "razonable", piensa antes de hacer otra locura y ya no es tan confiado de su fuerza como lo era antes.
—A veces niño, para que una persona entre en razón y sea sensata, hay que enseñarle lo que es ser insignificante. Ten como ejemplo a Sun Wukong; debido a su poder y talento casi ilimitado, se llenó de orgullo y aires de supremacía, y por ello fue necesario que Buda I le diera una lección, y emprendiera un viaje al oeste, junto a ese monje y aquel par de raros demonios, para que entendiera que no habría llegado hasta donde está, sin su maestro y aquellos que lo apoyaron, y así supiera lo que es la humildad y la hermandad.
»Ten en cuenta esto siempre que vayas a pelear, para no sentirte tan mal, por darle su merecida paliza a los desgraciados y malnacidos. No tengas miedo de usar tu arte marcial, porque sin saberlo, puede que estés salvando incontables futuros, de un trágico destino. Y aunque todavía te falta crecer, te aseguro que tienes corazón y convicción; cualidades que diferencian a un verdadero artista marcial, de imbéciles que hacen violencia sin sentido.
—En serio trato de entenderlo; verlo como lo haces tú —San Gabriel se mira la mano derecha, con cierta pena en sus ojos—. Pero, me es difícil hacerlo.
—¡Je, je, je! Descuida niño. Cuando seas un hombre, finalmente lo entenderás. Y te aseguro que ese día está muy cerca. Puedo verlo, y te ves genial. Solo recuerda estar listo para luchar.
https://youtu.be/WgPuGdEd58s
[Fin del recuerdo]
"Jamás dude de tus buenos ojos y consejos, Rudra. Por fin lo he entendido. Je, je. Con razón Padre te pidió que fueras mi maestro", decía San Gabriel en su mente, sonriendo con nostalgia, tras recordar la última vez que entreno con su viejo amigo y mentor, hace casi dos semanas. Pero tuvo que volver a la realidad, debido a que la batalla se reanudo: en un instante Odín volvió a cargar con su lanza para apuñalarlo.
Sin embargo, como la vez anterior, el estoque es redireccionado por un codazo derecho en descenso por parte del arcángel, que es seguido por un codazo izquierdo vertical de éste último, el cual logró conectar en el rostro de Odín. No obstante éste no se detuvo y se giró a la derecha, ejecutando un poderoso izquierdazo.
San Gabriel, aun estando sereno y relajado, vio el puñetazo acercarse a su rostro, de modo que lo desvió usando el antebrazo derecho. Luego, con los ojos ahora brillando en su totalidad de un naranja blanquecino, conectó un perfecto puñetazo directo en el rostro de Odín. Sin embargo eso solo hizo enojar aún más al Rey de Asgard, y por ello éste tomó distancia y efectuó un corte horizontal con su lanza.
Entonces el Ángel de la Divinidad reaccionó ejecutando un movimiento giratorio con su mano derecha, y golpea con la palma de su mano la parte baja de la lanza, donde no hay filo; el golpe fue lo bastante fuerte, como para, además de bloquear, apartar la lanza. Y como siguiente movimiento, atacó con una patada vertical derecha tan veloz, que el impacto podría haber roto la pechera y causado grave daño a las costillas de Odín, si éste no se hubiera defendido con su brazo izquierdo.
A pesar de que la armadura en el brazo del Rey de Asgard fue destrozada, y éste pudo sentir con claridad una pequeña fisura en sus huesos, no le prestó atención al dolor. Así que aprovecho la cercanía para, en una rápida sucesión, dar miles de estocadas a una velocidad mayor que la del rayo hacia su oponente. No obstante San Gabriel esquivaba cada estocada con tanta agilidad y velocidad, que dejaba proyecciones detrás de sí. Y las que no podía esquivar, las bloqueaba o redirigía con las palmas, antebrazos y codos.
Fue entonces que Odín por fin empezó a comprender el extraño arte marcial del arcángel.
Aquellos movimientos giratorios y suaves que hacía con las manos, junto con las evasiones y proyecciones del cuerpo, eran como si San Gabriel fuese uno con el viento. Los movimientos de redirección con los codos, antebrazos y palmas, simulaban la adaptabilidad y serenidad del agua. Y al momento de atacar o bloquear con los puños, codos, antebrazos y rodillas, endurecía los músculos de los brazos y piernas, como si en vez de carne fuera roca sólida.
Y al momento de hacer golpes directos y rápidos con los puños y palmas, por un breve instante, Odín pudo escuchar un aumento abrupto de la circulación sanguínea del arcángel, lo que a su vez, aceleró los movimientos de éste último con tal brusquedad, que sus golpes viajaban e impactaban cual relámpagos. Y no solo eso; el poder luminoso de San Gabriel, de cierta manera, se asemejaba al fuego de las estrellas: incluso antes de liberar algún poder, él desprendía un notable calor, como si fuese fuego puro.
Al contrario de otros estilos de lucha, en los que se desarrollan técnicas basadas en los movimientos de los animales, el estilo de lucha y las técnicas de San Gabriel simulaban las propiedades de los elementos; como si él fuese uno con la misma naturaleza, o más en específico, con el universo.
Sin embargo hacer todo eso requería de una enorme disciplina y control del cuerpo, que solo se consigue con meses, e incluso años de dedicación al entrenamiento. Pero en el caso del arcángel, eso no fue un problema, no solo gracias a su inmortalidad. También se debe al hecho de que su forma física y definida no era su verdadero cuerpo, sino uno que él mismo creó y diseño. Por lo tanto, él tenía un control absoluto de ese cuerpo; desde la más pequeña fibra muscular, hasta el propio corazón y articulación más simple.
https://youtu.be/Wwt23wTIf_0
Luego de un corto minuto, en los que el arcángel bloqueo y evadió más de mil estocadas y cortes de la lanza de Odín, procede a redireccionar hacia su lado izquierdo un estoque, usando su palma, y se acerca al Rey de Asgard. Pero éste previo esa acción y de inmediato contraataco con un potente derechazo.
Aunque el arcángel fue más rápido y bloqueo el golpe con su brazo derecho, la descomunal fuerza física de Odín, además de agrietar el brazalete de su brazo, lo obligó a retroceder varios pasos. Y en cuanto estuvo lo bastante lejos, fue blanco de otro ataque.
—¡Arte Rúnico —conjuraba Odín, apuntando su lanza a San Gabriel como si fuera una escopeta—: Destello Gungnir!
Al instante, la lanza fue cubierta por una intensa energía celeste, y del filo disparó cual escopeta un poderoso destello de color celeste, cuya forma era una copia exacta de la misma lanza Gungnir. Como es obvio el arcángel vio el ataque venir, por lo que sin más, haciendo un movimiento suave y preciso con su antebrazo izquierdo, desvió el destello a un lado.
Pese a lo fácil y simple que se vio, aquello logró volver a impresionar a los inmortales nórdicos. Todos sabían bien que cuando la lanza Gungnir era arrojada o disparaba su magia, nunca falla su objetivo. Y sin importar lo que sucediera, siempre impactaría en el blanco seleccionado por su portador. Por eso, solo había una explicación para que el arcángel pudiese desviar un ataque de la legendaria lanza.
"¡¿Este desgraciado puede controlar el Chi?!", pensó Odín con genuina conmoción.
"Chi", también abreviado "Qi", y conocido como "Ki" en japonés o "Ka" en egipcio. Comúnmente es definido como "la energía vital del cuerpo", y es, junto con la energía Prana en el hinduismo, una de las energías internas naturales de todo ser viviente.
Cada individuo posee en el interior un microcosmos (universo pequeño), y el Chi es la energía natural que se cultiva en ese "universo interior", y fluye a través del cuerpo material igual que la circulación sanguínea. Por lo tanto, la única forma de liberar el Chi, e incluso controlarlo, es entrando en sincronía con el cuerpo espiritual, donde está depositada ese universo interno: el alma. Y para canalizar y liberar el Chi, es necesario que el individuo se someta a un estricto entrenamiento disciplinario, tanto físico como mental, para conectarse con su espíritu.
Una vez lograda la sincronía entre el cuerpo y el espíritu, junto con una comprensión del karma del individuo (Yin o Yang) y una vinculación mental y espiritual con el Tao (esencia primordial de la existencia), es cuando se logra el manejo de la energía del pequeño universo, y con la cantidad necesaria de Chi cultivada en el alma puede liberarse dicha energía a través del cuerpo material.
Y al ser una energía interna conectada con la existencia es capaz de repeler, e incluso doblegar las Artes Mágicas de origen sagrado; como la magia de las runas y la lanza Gungnir. Y al ser una energía interna, todo ser viviente, independientemente de la tierra, reino y mundo, es poseedor de Chi; incluyendo los ángeles, quienes se han creado un cuerpo físico.
—¡¿Cómo puedes controlar el maldito Chi?! —exclamó Odín furioso, confundido y comenzando a sentir envidia.
—Viejo —decía San Gabriel con una sonrisa y mirada amable, que reflejaba su humildad—, sin saberlo has cometido otro error. Pero descuida, es común que las personas como tú, cometan el simple error de creer que el Chi y la magia son lo mismo, cuando en realidad no lo es —San Gabriel comienza a emanar aquella energía naranja flameante, ahora dejándose ver, que en realidad era su Chi manifestándose.
»Nunca fue mi intención dominarla. Simplemente sucedió, mientras practicaba y pulía mi arte marcial contra otros artistas marciales de otras tierras. Al principio no preste atención a eso, hasta que Sun Wukong me dio aquellos pergaminos budistas. Entonces comprendí que siempre tuve las bases para dominarla. Solo que jamás me propuse a intentarlo.
Tal como decía el Ángel de la Divinidad, el dominio del Chi solo se conseguía con requisitos específicos, siendo la sincronía entre el cuerpo y el espíritu uno de las principales y esenciales. Y la filosofía del arte marcial de San Gabriel consiste en hacer que el guerrero conecte con su espíritu, para comprender mejor el universo que le rodea, y estar en paz con uno mismo. Y dado a que él ha estado entrenando su cuerpo físico por siglos, era lógico que tarde o temprano dominaría de forma natural el Chi.
https://youtu.be/I9EsYuDYwos
—¡¡¡Maldita estrella parlante!!! —exclamó Odín nuevamente lleno de cólera, y al instante, avanzó veinte pasos en un segundo, dando un estoque con su lanza que impacto con su objetivo.
San Gabriel había previsto el ataque. Sin embargo fue demasiado rápido, por lo que solo pudo atrapar la punta de la lanza con ambas manos. Pero la fuerza que ejercía el Rey de Asgard en su estado de cólera fue lo bastante grande, como para no poder frenarlo; de modo que terminó siendo arrastrado por el campo de batalla, mientras trataba de evitar que la lanza lo apuñalara.
No obstante el arcángel se mantenía firme igual que una montaña de roca sólida; aun cuando la tierra y nieve bajo sus pies se hacía añicos, e incluso chocó contra un árbol, no cedió. Por lo que él y Odín terminaron atravesando árboles y rocas en el proceso, hasta impactar contra una montaña, en la que comenzaron a crear una cueva, debido a que el dios nórdico no se detuvo para nada y siguió intentando matar al arcángel.
—¡No te resistas y muérete de una vez! —exclamó Odín totalmente furioso, mientras seguía ejerciendo fuerza para apuñalar a su oponente.
—¡Lo siento viejo! Pero si muero ahora, Brigit, Morrigan y Wadjet buscaran mi reencarnación mortal, y dudo mucho que resista una noche con ellas siendo uno. Por lo que volveré a morir. Y cuando sea un ángel de nuevo y recupere mis recuerdos, ¡me castigaran de la peor manera por morir aquí! —contestó San Gabriel con verdadera pena y terror.
Entonces, en un rápido movimiento, San Gabriel concentró toda la energía flameante en sus manos y redirecciono la lanza a un lado, pasando cerca de la parte izquierda de su cabeza. Acto seguido en su brazo derecho surge una corriente eléctrica dorada, y al instante ocurre un estallido sónico, que hace estremecer toda la montaña.
Odín sintió como si fuera golpeado por un cometa en el estómago, en vez del puñetazo demoledor que el arcángel le dio, cuya fuerza, además de agrietar la mayor parte de su pechera, lo envió volando cientos de metros hacia atrás, y sólo pudo detenerse cuando ya estaba cerca del cielo, afuera de la montaña.
"¡Esa fue su técnica de golpe veloz, pero a un nivel mucho mayor que los de antes! ¡Ese infeliz aumento la velocidad de su puño, para aumentar la potencia del golpe!", pensó Odín sorprendido del repentino nuevo movimiento del arcángel. Entonces vio como éste también salía de la montaña, con las alas extendidas, y se dirigía hacia él. Así que se preparó.
—¡Arte Rúnico: Ataque de la Cacería Salvaje! —conjuro Odín, dibujando con su dedo índice envuelto en magia celeste, la runa tiwaz tres veces en forma de triángulo; invocando alrededor de él treinta círculos mágicos azules con la misma runa en los bordes, en cuyos centros emergieron incontables lanzas de dicho color.
San Gabriel se cubrió con sus alas, y giró sobre sí mismo cual ciclón, mientras avanzaba por la lluvia de lanzas azules sin sufrir mayor daño, hasta acercarse al Rey de Asgard, para volver a extender las alas y crear un feroz vendaval que destruyó los círculos mágicos, junto con las lanzas de energía.
De inmediato, Odín ejecutó un tajo en diagonal, que solo logró cortar algunas plumas blancas de las alas del arcángel, cuando éste giró en el aire con el fin de evadir el ataque de la lanza, y posterior a eso impactar un sólido rodillazo izquierdo en el rostro de Odín, que además de aturdir a éste último, partió su casco en dos.
—Esto es por insultar a mi madre —dijo San Gabriel, ahora con una expresión seria y molesta. Luego endurece al máximo los músculos de su brazo derecho. —¡Y esto es por aquellos que sufrieron por culpa de tu paranoia y delirios de grandeza!
Acto seguido el cielo retumbó, cuando el arcángel conectó un devastador codazo vertical izquierdo, en el rostro de Odín, con tal fuerza, que en segundos lo hizo estrellar contra la tierra del valle cual meteoro; creando un nuevo cráter. Mientras tanto el resto de los inmortales nórdicos seguían igual de sorprendidos, al ver que incluso su rey, estaba recibiendo una unilateral golpiza por alguien que no era el mítico gigante de fuego, Surtur
En cuanto a Brigit, Morrigan y Wadjet, estaban en absoluto felices de ver que pronto terminaría la batalla. No obstante Freyja no lucía para nada preocupada; si le sorprendía cómo avanzaba la lucha, pero sabía que la batalla aún estaba lejos de terminar.
En el nuevo cráter la nube de nieve se apartó, junto con varias rocas, cuando Odín se levantó de golpe, aun con su lanza en mano, expulsando una descomunal energía mágica que reflejaba la tremenda furia que sentía ahora. Hacía años que él no se enfadaba así. Y de las cosas que más le hacían enojar, era mirar su propia sangre; estaba sangrando por la nariz y la boca tras recibir aquellos brutales golpes.
Entonces apretó los dientes, tratando de calmar la indescriptible ira que sentía, mientras giraba su mirada hacia atrás, para ver al arcángel, quien descendía del cielo de brazos cruzados y con las alas extendidas, mientras su largo cabello plateado se movía con el viento, y la luz del sol brillaba desde atrás de él; de no ser por las alas blancas, en vez de un ángel parecería un dios, por la forma majestuosa e intimidante en que se veía. Y aun así, seguía teniendo una mirada serena, sin rastros de orgullo, superioridad o tan siquiera un pequeño signo de ego.
—Te lo advertí viejo —dijo San Gabriel de forma severa, mientras aterrizaba en el suelo—. Por favor no se siga sobreexcediendo, o se romperá la cadera.
Aquellas palabras, casi hacen que Odín volviera arrojarse al combate por la cólera interna que le llenaba de pies a cabeza. Pero se abstuvo de hacerlo, porque si algo lo diferenciaba a él de la mayoría de guerreros nórdicos, es que pensaba antes de atacar.
"Si uso más de mis hechizos, lo único que conseguiré será fortalecerlo. Aunque no usara mi propia magia en mi contra, de todos modos los aprenderá y su poder aumentará. Aparte, durante el combate no vi ni una sola debilidad... al menos no en lo superficial, dado a que cada ataque que él recibió lo bloqueo, redirecciono o evadió. Ninguno impactó directa... Quizás...", analizaba Odín con profundidad y detalle, hasta que empezó a tener una idea.
Terminado el análisis, Odín se paró con firmeza; se desabrocho la capa, y dejo que la misma fuese arrastrada por el viento. Luego escupe un poco de sangre, y procede a contestarle al arcángel con un tono disgustado, y a la vez divertido, que le hizo parecer casi aterrador.
—Debo reconocerlo. Hacía siglos que no recibía una golpiza así; hasta olvide como se sentía. El último que me humilló de esta forma, fue tu querido padrino, el Primordial Nórdico Ymir. Y como muestra de respeto, niño-estrella, usare el poder con el que lo mate a él, y a mi padre —dicho esto, Odín golpea el suelo con el pomo de su lanza, y al instante emana de su cuerpo un feroz huracán de energía celeste—. ¡Arte Æsir: Berserker!
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