Capítulo XXXV: Héroe o Monstruo (I)
https://youtu.be/KKadTTQRixk
[Torneo Parabellum]
La revelación de Poseidón levantó un gran revuelo; no solo de parte de aquellos pocos inmortales que desconocían eso, sino también despertó el descontento de parte de los inmortales polinesios. En especial del más famoso héroe polinesio, y sus amigos inmortales que lo visitaban.
—Maui, lo que dice ese bastardo ¿es cierto? —dijo Zhu Rong con una expresión intimidante, que reflejaba una furia ardiente.
—Sí... lo es... —respondió Maui con el ceño fruncido y un rencor en su voz—. Por siglos mis padres y mis maestros me ocultaron la verdad detrás de la destrucción de mi isla, para evitar que yo mismo buscará justicia por mis propias manos. No fue hasta hace unas semanas, que al fin me dijeron la verdad... Ese malnacido Poseidón...
—Te entiendo Maui —dijo Eleggua cruzado de brazos, también furioso—. A mí también me ocultaron la verdad, para que no fuera a darle su merecido castigo a ese malnacido.
—Por eso es de suma importancia que Nezha sepa que no está solo en esta lucha —decía Leviathan, teniendo en frente suyo un Círculo Mágico de color azul, en cuyos bordes ella escribía palabras en latín con el dedo índice izquierdo, a la vez que usaba la otra mano para girar el borde igual que un disco en una máquina.
Además en el centro de ese Círculo Mágico había un espacio circular, en el que se veía la imagen de un remolino acuático. Y a medida que Leviathan terminaba una frase en latín, estas desaparecían en un breve resplandor, dejando libre los bordes para otro texto en latín más, que Leviathan escribía a una velocidad apenas perceptible al ojo humano.
Con cada texto en latín escrito, poco a poco el remolino que visualizaba el Círculo Mágico se calmaba, y en su fondo oscuro se aclaraba una luz.
—Ya casi termino el Círculo Mágico que le mostrara a Nezha la verdad —dijo Leviathan con el ceño fruncido, concentrada en completar el complicado Círculo Mágico que estaba armando.
[Universo Keterloka]
Poco a poco, Poseidón estaba logrando su cometido; estaba a punto de romper la inquebrantable despreocupación burlona de su oponente. Lo sabía, porque ahora Nezha había comenzado a dejar de sonreír, y a denotar una creciente furia que no había mostrado en mucho tiempo.
—Pescado psicótico, ¿Por qué la necesidad de llegar tan lejos? Es más, ¿por qué necesitas causar tantos desastres? —pregunto Nezha, ahora denotando seriedad y furia, además de confusión—. Si tus adoradores te amaban e idolatraban tanto, ¿por qué pagas su amor y devoción de esta forma, y castigas a los que ni siquiera fueron de tu culto?
—¡Para recordarles que el único "rey de los mares" soy yo! —exclamó Poseidón mientras agitaba el tridente de forma violenta, y con su acción empezó a formarse torbellinos de agua en diferentes puntos de la zona, rodeando a ambos inmortales—. Dime, ¿de verdad piensas que los humanos aceptarían tener una apariencia semejante a la mía? ¡Por supuesto que no; ellos preferían mudarse incluso al culto de mi hermano Hades, antes que tener esta apariencia tan horrenda!
»La mejor forma, para que la mayoría fuese a mi imagen y semejanza, es obligarlos a sumergirse en las profundidades del mar. Y para que los otros cultos griegos aprendan la lección, también era necesario darles una demostración de lo que sucede si se burlan de nosotros. ¿Sabes por qué? ¡Porque el miedo es la mejor forma de hacer entender a una criatura de mente tan primitiva e inferior como la de los humanos!
—Eso sí que no lo discuto... Pero aun así... Los humanos de Atlantis te adoraban...
—Así es. Y fue gracias al miedo, porque es el sentimiento más "real" de todos. ¿Amor? ¿Compañerismo? ¿Amistad? ¿Bondad? ¡Son sentimientos tan falsos e inútiles como el supuesto "honor" de los humanos del Territorio Japonés! Lo único que importa es la superioridad: jerarquía, prestigio y fuerza para silenciar las burlas, los prejuicios y el rechazo. Y la mejor forma para alcanzar la superioridad, es a través del sentimiento más honesto de todos: el miedo.
»Si no te respetan, entonces hay que mostrarles lo que eres capaz de hacer, para que el terror los consuma y los haga entender lo que les pasara, si vuelven a burlarse de ti. Y si no funciona, entonces serán convertidos en un ejemplo de lo que pasa si su estupidez los hace querer ser valientes libre pensadores. Y con "ejemplo", me refiero obviamente a desaparecerlos de la forma más digna de un ser superior.
»En mi caso, como Rey de los Mares, mi más glorioso método de ser respetado, es hundirlos a lo más hondo del océano, por medio de un cataclismo tan glorioso, que será recordado en hermosos himnos para toda la eternidad, junto con mi nombre. La mejor manera para estar en la cima, es obligar a los demás a respetar tu imagen, y hundir sin piedad todo aquello que amenace con derribarte. ¡Es la manera de los dioses que me enseñó mi hermano Zeus!
—No solo asesinaste a muchos de tu propio culto... también asesinaste a criaturas que ni siquiera eran de tu tierra... Mataste a esa amable gente de la isla de Maui...
—Por tu culpa —le interrumpió Poseidón, ahora sonriendo como un psicópata—. Si no hubiera sido por tu maldita jugarreta infantil en Atlantis, yo no hubiera hundido la ciudad, ni las islas extranjeras relacionadas con los atlantes. Yo levanté el tridente y cree los terremotos. Pero tú fuiste quien provoco que yo tuviera que llegar a eso, así que en realidad es tu culpa.
»¡Oh vaya, vaya! Y por lo visto, no te agrado escucharlo. Esa burda y estúpida sonrisa que tanto detesto ver, ya no está en tu feo rostro de ojos rayados. ¡Ja, ja, ja! ¡¡Al fin no puedes seguir tan feliz y arrogante como antes, sabiendo ahora que hiciste que desaparecieran los únicos humanos que toleraban tu inmunda existencia, maldito mocoso insolente!!
Desde que inicio el combate, Nezha solo sentía lastima por Poseidón. Y cada vez esa lastima iba creciendo, hasta considerar al dios griego no más que un patético adulto llorón tan afectado por los prejuicios que enloqueció. Pero ahora era distinto: ahora lo consideraba un psicótico perturbado por los prejuicios y el rechazo, al que solo podía odiar.
Ahora Nezha dejó de sonreír, y en su lugar comenzó a apretar los dientes, mientras fruncía el ceño y apretaba los puños, porque su sangre ardía de una auténtica furia que no había sentido en mucho tiempo. Por un lado sentía odio puro hacia el dios griego, y por otro hacia sí mismo. Se odiaba a sí mismo porque ahora, después de muchos siglos, sentía una terrible culpa.
Era una culpa parecida a la que sintió cuando sus ansias por querer ser reconocido por su familia y pueblo, causaron que ellos casi fuesen ejecutados por los Cuatro Reyes Dragón en venganza por lo que él hizo. Y esto a su vez despertaba otro profundo rencor, porque esa culpa le recordaba la traición que sintió al descubrir que su padre y el pueblo intentaron olvidarlo, pese al sacrificio que hizo por ellos.
La supuesta bondad y el respeto que se había ganado al sacrificar su vida por ellos, no fueron más que una farsa, como el mismo Poseidón dijo. Sin importar lo que hiciera, sus propios padres y su propio pueblo lo veían como cualquier otro demonio, que debía ser desterrado de su memoria. Y solo pudo evitar el olvido, gracias al caos que desato después de descubrir los intentos de ser borrado de la historia de China por parte de su padre y gente.
—Ahora sin dudas será un enorme placer liberar a la existencia de tu repugnante presencia... —decía Poseidón, con una felicidad tan enfermiza que lo hacía parecer un auténtico loco, mientras apuntaba a Nezha con la mano izquierda, y en respuesta los torbellinos de agua se intensificaban—. Por fin el momento que tanto he visto en sueños, se cumplirá: tú mirándome desde abajo en un charco de sangre, incapaz de usar tus Astras, con un rostro lleno de rencor e impotencia, a punto de ser hundido a lo más hondo de las tinieblas, por mi mano.
Poseidón estaba tan emocionado, que ni siquiera sabía que hechizo grande y llamativo sería el "adecuado" para marcar su victoria. Pero mientras debatía esto, noto algo extraño: el flujo de Maná en su espacio mágico comenzó a estremecerse. Esto le pareció cuanto menos curioso, porque era algo casi imposible.
https://youtu.be/VVXFrgcvKQ8
El Mundo de Maná era el punto más alto de la magia, y por lo tanto no era tan fácil de "repeler". Aparte de la magia, solo existía algo capaz de anularla por completo.
"No puede ser... Mi zona mágica no puede estar siendo afectada por el poder mágico de este mocoso... a no ser que se trate de...", pensaba Poseidón, empezando a tener un mal presentimiento, sobre todo al ver los ojos de Nezha, que ahora brillaban de un color rojo llameante e iracundo.
Sus sospechas estaban poco a poco siendo confirmadas, al notar como las partículas de Maná alrededor de Nezha comenzaban a apartarse, como si algo que empezaba a fluir dentro de él estuviera alejando el Maná de agua.
"No... Eso es imposible... Ahora mismo este mocoso debe de estar hirviendo de furia, rencor y odio... Pero si mal no recuerdo, ese tal Skanda puede usar ese mismo poder, siempre y cuando su furia esté... justificada...", analizaba Poseidón, siendo presa de la confusión y el terror con la idea de que Nezha podría ser como el dios Skanda, lo cual implicaría que puede usar el único poder que puede oponerse a las leyes de la magia.
El terror que sintió le impidió escuchar las exigencias de Zeus y Odín, sobre que eliminara de una vez a Nezha. Y también hizo que éste último ni Poseidón se dieran cuenta de que un nuevo Círculo Mágico estaba formándose muy cerca de ellos.
Era un Círculo Mágico azul de tamaño colosal, frases en latín y símbolos geométricos de origen israelita. Y en el centro se condensaba un cúmulo de agua, en el que comenzaba a formarse una imagen.
—Le ruego que disculpe mi interrupción. Pero he venido de tan lejos para pedir su ayuda, Rey Tigre del Monte Rudraksha.
"Esa voz... No... No puede ser...", pensaba Nezha con los ojos grandes por la sorpresa que sintió al escuchar una voz, que esperaba no volver a oír. Miró a su derecha, y entonces noto al fin el nuevo Círculo Mágico proveniente del Torneo Parabellum.
Nezha reconoció aquel Círculo Mágico como parte de la magia de Leviathan. Y el cúmulo de agua del Círculo Mágico estaba la imagen de una escena en particular; en esa escena estaba la persona dueña de aquella voz cargada del respeto, la seriedad y la educación que suele caracterizar a un soldado.
Era un hombre de origen chino que parecía rondar por los 30 años, de constitución alta y bastante fuerte. Tenía una pequeña barba de estilo candado y el cabello negro recogido en una coleta larga. Portaba una elegante armadura, muy digna de un soldado del más alto rango en el ejército de China, de color negro con detalles dorados y una capa roja.
Era el Rey de la Pagoda Celestial, jefe de la fortaleza Chentang, y padre de Nezha, el comandante Li Jing.
El comandante se encontraba parado en un campo selvático en las afueras de un templo hinduista a plena luz del día, al parecer establecido en la cima de una montaña. Y estaba acompañado del dios Zhu Rong, quien yacía parado firme con las manos detrás de la espalda a dos pasos delante del comandante, como alguien que guía a un invitado a la presencia de un individuo muy importante; de hecho era así.
A pocos pasos frente a ambos había un majestuoso árbol de semillas Rudraksha, en cuyos pies estaba sentado en el aire nada más ni menos que Rudra, estando en su forma humanizada, con las piernas cruzadas, las manos haciendo los gestos manuales Rudra Mudra y los ojos cerrados. Estaba en una ligera meditación, usando la cola como único soporte en el suelo para mantenerse en el aire. Y mientras estaba así, su melena rojiza de rayas negras se movía con el viento.
—Espero que valga la pena esta visita sin previo aviso, porque acaban de interrumpir mi simulación mental de entrenamiento —dijo Rudra con un todo disgustado, sin siquiera abrir los ojos, y movía un poco sus orejas de tigre en respuesta al ruido.
—Mis disculpas shifu (maestro) —dijo Zhu Rong inclinando el torso y juntando el puño derecho con la palma de la otra mano—. Traje al señor Li ante usted sin previo aviso, porque él necesita con urgencia su ayuda. Tiene que ver con los maestros taoístas del Reino Celestial.
—¿Otra vez el Reino Celestial? Argh, está bien, escucharé lo que tiene que decir —dijo Rudra abriendo los ojos, mientras ponía el codo derecho encima de la rodilla del mismo lado, y apoyaba la barbilla encima de la mano.
Zhu Rong volvió a erguirse y poner las manos detrás de la espalda, mientras se volteaba para ver al comandante Li Jing. Y tras mostrarle una sonrisa que denotaba confianza y seguridad, se hizo a un lado para que el comandante pudiera hablar con el dios-tigre.
—Le doy mis más sinceras disculpas por interrumpirlo en su momento de meditación —decía Li Jing con la mirada baja, incapaz de ver al dios-tigre de frente por miedo instintivo y un enorme respeto—. Pero necesito de su ayuda, para proteger a alguien del castigo divino del Reino Celestial... Se trata de mi tercer hijo, Nezha.
—¿El mocoso malcriado? Si, Maui y Sun Wukong ya me hablaron de él. Es un niño rebelde, muy impulsivo e irascible, que ha causado muchos problemas. Hasta pensaría que es un descendiente mío si no lo conociera.
—Y es por sus actos rebeldes e impulsivos, que fue encarcelado en la Pagoda Dorada de Llamas, en espera de su castigo. Pero temo que los Tres Grandes Maestros no quieran darle otra oportunidad. Ya le dieron una al traerlo a la vida como un inmortal... Ellos no le darán otra. Lo más seguro es que lo ejecuten, y ni siquiera su maestro puede oponerse a los mandatos del venerable Yuanshi Tianzun.
—Y yo soy tu única salvación... Lo siento, pero no puedo ayudarte así sin más.
—Por favor Rey de la Selva, Señor de las Bestias y Juez del Cielo, le imploro que ayude a mi hijo. Juro por mi honor que en mi pueblo construiré el más grande templo dedicado a la imagen de usted...
—No quiero nada de eso. No me interesa conseguir adoradores, discípulos, súbditos, sirvientes o cualquier otro tipo de mortal seguidor de mi imagen. Así que no quiero templos, tesoros, popularidad ni nada de eso. Lo que quiero decir, es que debes darme una razón válida para ayudar a alguien, que es culpable de crímenes como asesinato y destrucción.
—Entiendo que mi hijo Nezha debe tener un castigo por todo lo que hizo. Pero le aseguro que él no es malvado... Señor de las Bestias... le pido que lo adopte como su discípulo y le de protección ante las órdenes de ejecución del Reino Celestial.
—Muchos padres dirían lo mismo. Así que sigue sin ser una motivación válida.
—Señor le suplico que lo considere...
https://youtu.be/kZrV_QpwjJ0
Es entonces que ocurre algo que Nezha jamás pensó en llegar a presenciar: su padre Li Jing, conocido por ser un orgulloso guerrero, se inclino en señal de súplica; puso las rodillas en el suelo, inclino el torso, bajo la cabeza y junto el puño derecho con la palma de la mano izquierda. Era un gesto de máximo respeto, que solo un orgulloso comandante como él podría hacer ante su rey. Por eso, que lo hiciera en frente de una bestia, que aparte era de otra tierra, era por completo sorprendente.
Incluso Zhu Rong y el mismo Rudra se sorprendieron ante esa muestra de respeto, por parte del comandante chino, que de saberse en el Territorio Chino podría llevarlo a ser ejecutado. Ya que en su tierra era muy mal visto mostrar respeto ante figuras inhumanas como las bestias; era algo considerado como blasfemante e indigno de un humano. En algunas regiones de China y Japón eso sería castigado con la muerte.
—¿Por qué un humano como tú haría tal cosa, como mostrar respeto y suplicar ayuda a un ser que no es ni se "digna" a parecer humano? —preguntaba Rudra, ahora mostrando curiosidad—. ¿Por qué vas tan lejos, para salvar la vida de alguien que es considerado un criminal peligroso en tu tierra?
—Porque Nezha es mi hijo... —contestó Li Jing, mientras una lágrima se deslizaba por sus mejillas—. Desde que nací, entrene y me prepare para cumplir con mi deber y disciplina, como soldado del rey. Por eso, intente guiar a mis hijos con lo único que sé... Cuando Nezha murió, mi esposa sufrió mucho; empezó a ver ilusiones de nuestro hijo en casa. Y luego supe que construyeron un templo dedicado a Nezha...
»Temía que el dolor y la incapacidad de aceptar la muerte de Nezha, acabarán consumiéndola. Y también que el templo hiciera enojar a algún familiar de los Reyes Dragón. Por eso hice lo que creí que era lo mejor: queme el templo dedicado a Nezha, y ordene a la gente que dejara de mencionar su nombre. Creí que solo así, mi esposa aceptaría que nuestro hijo ya no estaba más con nosotros, y también que ningún enemigo de Nezha volvería a atacar a nuestra familia.
»Jamás pensé que él regresaría tan pronto como un inmortal. Ahora por mi culpa, él podría morir definitivamente... Soy un fracaso como marido y como padre... Así que le pido que por favor adopte a mi hijo Nezha; protéjalo y guíelo por el camino del bien... Sea el padre, que yo no pude ser para él... Yo con gusto ofrezco mi carne como sacrificio, para morir en su lugar. Y si aun así no puede hacer nada, entonces moriré junto con mi hijo.
—No tienes que hacer nada de esa cursilería barata.
La voz sin el tono estruendoso del dios-tigre sorprendió a Li Jing. Tanto que levantó la mirada, y entonces vio que el dios-tigre ahora estaba parado, dándole la espalda, observando las ramas del árbol, como si estuviera pensando en algo respecto al tema. O tal vez, lo estaba reflexionando.
—¿Tu esposa también vino aquí? —decía Rudra con la mirada todavía centrada en las ramas del árbol, aunque su oreja derecha de tigre se movía un poco al detectar un sonido proveniente del templo a su derecha.
—Si... Le pedí que esperara adentro del templo de usted, para que no me escuchara decir esto... —decía Li Jing, ahora comenzando a tener una voz quebrada, carente de la dureza y firme que tan acostumbrado estaba Nezha de escuchar—. Sé que ella también ofrecería su vida a cambio de salvar a nuestro hijo... Pero no puedo permitirlo. De nosotros dos, ella ha estado más con nuestro hijo, de lo que yo pude estar. Además todo esto es por mi culpa. Por eso, si alguien debe morir para que Nezha viva, mejor que sea yo.
—Como dije, no tienes que hacer nada de esa cursilería, porque tu esposa ya ha sufrido demasiado con la muerte de un hijo. No soportaría otra pérdida —repitió Rudra dándose la vuelta para ver al comandante chino—. Voy a encargarme de educar a ese mocoso. Lo haré, porque como padre te entiendo...
Después de aceptar el pedido de salvar a Nezha, la imagen comenzó a tornarse borrosa en un remolino acuoso. Entonces el Círculo Mágico procedió a mostrar otra escena, esta vez la zona de inmortales chinos las gradas del Torneo Parabellum.
Primero mostró la zona donde estaban Leviathan, Zhu Rong, Hestia, Maui, Eleggua y Sun Wukong. Luego el Círculo Mágico paso a mostrar el punto más alto de esa, y por lo tanto el más alejado de la Arena de Duelo. En ese punto de la sección dedicada a los inmortales chinos, se hallaba un grupo bastante conocido de Nezha.
Allí se encontraba una mujer china de mediana edad, que llevaba un hermoso vestido de diseño ruqun de color lila. Y tenía el cabello negro largo recogido en un estilo igual de elegante que su ropa, dándole una imagen digna de una dama de clase social alta en China, sin ocultar el aire maternal que transmitía.
Era la esposa de Li Jing, y por lo tanto la madre de Nezha, Lady Yin. Y a su lado estaba su marido Li Jing, portando su magnífica armadura negra y dorada como comandante y Rey de la Pagoda Celestial.
Y cerca de ambos también había dos jóvenes, muy parecidos a Nezha, solo que de una edad más adulta.
El primero parecía ser de 20 años. De constitución robusta y fuerte, con una estatura alta. Tenía el cabello negro suelto y adornado con pequeñas cintas blancas que sujetaban algunos mechones. Llevaba un pantalón holgado blanco con una faja dorada, y una chaqueta de algodón con manga larga a juego con el pantalón.
Era el segundo hijo de Li Jing y Lady Yin; el hermano mayor de Nezha, y discípulo de la Bodhisattva Guan Yin; era Muzha.
El segundo era el que parecía de más edad (25 años). De constitución bastante alta y delgada. Cabello liso, largo, peinado y adornado con una pequeña coleta, que dejaba el resto suelto, además de tener algunas mechas amarillas. Vestía un ropaje de monje taoísta de color amarillo, decorado con adornos de plata junto con un collar de semillas Rudrakshas.
Era el primogénito de Li Jing y Lady Yin; el hermano mayor de Nezha y Muzha, y discípulo del sabio Wenshu Guangfa Tianzun; era Jinzha.
Y al lado de los jóvenes estaba la sirvienta encargada de ser la niñera de Nezha, Ming, una mujer casi de la misma edad que Lady Yin, solo que vestía un ropaje más sencillo y humilde, sin ningún tipo de adorno en especial.
Cerca de ellos también estaba un hombre chino mayor de 40 años, de constitución corpulenta y estatura mediana. Tenía los lóbulos de las orejas un poco más largas de lo usual. Tenía el cabello corto con algunas canas, además de contar con una pequeña barba. Traía un ropaje que demostraba su rango como un gran maestro taoísta, que consistía en una chaqueta holgada de algodón color azul real, junto con un pantalón a juego de color amarillo con una faja blanca.
Era el primer maestro de Nezha; el maestro inmortal Taiyi Zhenren.
La familia de Nezha, su primer maestro, y la sirvienta que ocupó el rol de segunda madre. Todos ellos estaban ahí, y no eran los únicos; entre los inmortales chinos reconoció el rostro de muchos habitantes de su pueblo, que habían fallecido hace ya muchos siglos atrás.
Su familia, conocidos y también su gente estaba allí, y no para verlo perder; los estaban animando. Sus padres lo veían con profunda preocupación y al borde de las lágrimas. Sus hermanos lo animaban a levantarse entre lágrimas de preocupación. Su niñera estaba llorando y cubriéndose el rostro con ambas manos, incapaz de ver lo que sucedía. Su maestro estaba de pie gritando que no se rindiera. Y los otros habitantes de Chentang gritaban su nombre con ánimo.
Y de fondo comenzó a oírse la dulce voz de la reina Leviathan hablándole al príncipe taoísta.
https://youtu.be/3oPS5SxivRs
—Nezha, tus padres te aman. Tu pueblo te ama. Tus maestros, tus hermanos y los amigos que hiciste en tus aventuras, todos ellos te aman... Yo también... te amo... Tienes a muchos que te aprecian y esperan que regreses con vida. Y aunque el resto de los universos te odie, nosotros jamás te odiaremos. Estaremos contigo para toda la eternidad, y esperaremos por tu libertad...
Lo mostrado en el Círculo Mágico, y la dulce voz de Leviathan, lograron atravesar las llamas de odio y rencor que cubrían el corazón del pequeño dios taoísta. Y logró hacer algo que cualquiera que lo haya conocido, aparte de su familia, nunca pensó que vería; Nezha estaba llorando.
Conmocionado y aturdido por la revelación, Nezha observaba entre lágrimas el rostro de su familia, maestro y pueblo a través de aquel Círculo Mágico, que ahora poco a poco empezaba a desvanecerse en partículas azules semejantes a gotas de agua.
—Así que, después de todo, hay tontos que aprecian a un engendro como tú —decía Poseidón con diversión cruel—. Aunque no esperaba menos de criaturas tan patéticas como los de esa tierra. Pero así está bien; hará que tu derrota sea mucho más satisfactoria y gratificante. No hay nada mejor, que aplastar sueños y esperanzas de "bárbaros" como los de esas tierras.
—Je, je, je... Que irónico que lo diga alguien que encaja en ese concepto... —comenzó a decir Nezha apartando la mirada de donde una vez esto el Círculo Mágico, y después esbozó de nuevo una divertida sonrisa, pero sin dejar de llorar—. Lo que sí estoy de acuerdo, es que ellos son unos tontos por preocuparse por mí... cuando ya deberían de saber que después de tantas derrotas vergonzosas, no puedo perder ahora...
De repente en el pecho de Nezha comenzó a surgir una silueta brillante de color naranja llameante, que poco a poco tomaba la forma de una flor de loto. Y además, en su espalda aparecieron caracteres chinos en llamas, que poco a poco fueron juntándose en una posición circular, en la que se materializó un aro de oro, cuyos bordes tenían el diseño de una flor de loto.
Teniendo otra vez ese mal presentimiento, Poseidón decidió atacar con el Kenoplasma; sujeto el tridente con ambas manos, lo alzó hacia arriba, y lo descendió de golpe, apuntando a su oponente. Con esto disparó desde el filo otra ráfaga de Kenoplasma en forma de tsunami, que barrió por completo la zona donde estaba el pequeño dios taoísta.
Poseidón canceló de inmediato el ataque para no seguir desperdiciando Kenoplasma; la principal desventaja de que no sea él quien cargue esa energía oscura, sino su arma, era que tardaba demasiado en cargarla, incluso en el espacio exterior. La mejor alternativa era ir a un reino infernal, o pedirle a un maestro de Kenoplasma que le cediera un poco.
No fue mucho que Hefestos término de mejorarla. Y al ser su pelea la tercera en el horario programado, no tenía tiempo para ir al Inframundo Griego. Así que, poco después de llegar al Torneo Parabellum, Poseidón tuvo que pedirle a su hermano Hades que le cediera un poco de Kenoplasma, y le dijo que el resto lo conseguiría él mismo durante su pelea contra Nezha en el espacio exterior.
Todo salió según lo planeado. Y ahora mismo Poseidón comenzó a creer que al fin su astucia y planes de contingencia le dieron la victoria. Es por esto que se sobresalto cuando algo pasó volando muy cerca de él, casi rozándole la aleta izquierda de su cabeza; era la Lanza de Punta de Fuego envuelta en partículas luminiscentes de color dorado, que la hacían brillar como un cometa.
La lanza dio unos giros en el aire, y descendió en medio de los restos de Kenoplasma que permanecían en la zona bajo la forma de una neblina luminiscente. Entonces, de un modo celestial, la lanza despejó todo ese Kenoplasma al golpear el suelo con el pomo. Esto permitió que tanto Poseidón como todos los que presenciaban el combate, fuesen testigos de algo asombroso.
El lugar donde se encontraba Nezha estaba rodeado de la Cinta Roja Celestial, la cual adoptó la forma de un remolino envuelto en llamas.
"Algo anda mal... No puedo sentir nada en ese punto... No puedo percibir mi Maná rodeándolo... Además... esa lanza y esa cinta roja están emanando un poderoso Maná otra vez...", pensaba Poseidón estupefacto de lo que estaba pasando.
https://youtu.be/iR0EveD7Tnc
Y mientras analizaba lo que sucedía, la Cinta Roja Celestial comenzó a separarse tras quedar la zona libre de Kenoplasma, revelando a su portador, quien también estaba envuelto en llamas, con una nueva apariencia.
En contraste con Poseidón, quien se hizo más joven, Nezha se volvió más adulto; el pequeño dios chino ahora era un adolescente de 18 años de 1, 70 m, de constitución delgada y lo bastante tonificada como para tener una asombrosa musculatura marcada. Tenía marcas rojas en la piel que brillaban como fuego; una alrededor de cada ojo con forma de una pequeña máscara tribal, y otra en el centro de ambos lados del torso —pecho y espalda— con forma de una flor de loto. La marca del pecho y la espalda tenía líneas delgadas que se extendían a lo largo del cuerpo de forma intrincada.
Su cabello había crecido un poco, y en lugar del par de coletas que lo caracterizaban, ahora tenía el cabello atado en una sola coleta pequeña, la cual estaba erizada junto con el resto del cabello de una manera que permanecía levantado. Sus orejas eran un poco puntiagudas, las uñas de los dedos y pies las tenía filosas como garras, y sus ojos ahora brillaban al completo de un majestuoso color naranja flameante.
Su ropa también cambió; ahora solo llevaba un pantalón holgado de color negro con placas doradas a modo de armadura ligera, junto con un cinturón dorado y rodilleras. Iba descalzo y portaba protectoras doradas en los antebrazos, y telas negras que cubrían desde las rodilleras doradas hasta los pies, dejando libres los dedos y el talón.
Y como detalle final, Nezha ahora volvía a estar sobre sus Ruedas de Fuego y Viento, las cuales ardían de nuevo en llamas salvajes, y las uso para moverse con lentitud hacia donde cayó su Lanza de Punta de Fuego, para entonces tomarla con la mano derecha.
Luego extendió el brazo izquierdo hacia dicha dirección, y el Anillo Cósmico salió disparado del agua, para después colocarse en medio de la muñeca izquierda de Nezha. Y procedió con hacerse más pequeña, hasta ajustarse al tamaño de la muñeca de Nezha, quedando como un brazalete. Después de esto, la Cinta Roja Celestial volvió a colocarse alrededor de Nezha.
—¡¿Qué...?! ¡¡¿Pero qué eres tú?!! —exclamó Poseidón desconcertado de ver la extraordinaria transformación de su oponente, o mejor dicho, la verdadera forma de éste.
Y además, Poseidón estaba empezando a ser presa de la envidia; en contraste con él, que tenía una apariencia tan monstruosa que podría ser comparado con un demonio, la verdadera forma del llamado "Niño Demonio" parecía más un auténtico dios.
—¡Aquakinesis: Seismos Thalassa! (Maremoto) —conjuro Poseidón levantado el tridente con una sola mano, para luego descenderlo y apuntar con él a su oponente.
Los remolinos de agua activos en los alrededores comenzaron a unirse en el cielo, justo encima de Nezha, creando un mar que flotaba por encima de la tierra. Sin embargo, antes de que todo ese mar cayera sobre Nezha, éste comenzó a girar la lanza y, mientras las partículas de Maná eran reemplazadas por llamas doradas, golpeo el suelo con el pomo de la lanza.
Eso generó una onda expansiva dorada, que se extendió más allá del planeta y destruyo los Círculos Mágicos que sostenían la cúpula de Maná de Poseidón. Y como reacción, todo el Maná concentrado se dispersó junto con el agua, igual que una lluvia.
"Eso... ¡¡¿Eso fue energía Prana?!!", pensó Poseidón aún más desconcertado, y cubriéndose con ambos brazos, debido a que la fuerza de aquella onda expansiva casi lo hace retroceder. Acto seguido apartó los brazos para ponerse en una mejor guardia, y volvió a sobresaltarse al ver que Nezha ahora estaba frente a él, con una expresión que dejaba en claro que no estaba feliz.
Además, ahora que los dos eran casi de la misma estatura, siendo Poseidón quince centímetros más alto, el príncipe del loto podía mirarlo a los ojos cara a cara, como un auténtico héroe que desafía a un monstruo. Y a pesar de ser quince centímetros más alto, el dios griego se sentía intimidado.
—Poseidón, no eres el único que esconde su verdadera forma... Debiste haberme matado en cuanto tenías la ventaja... —decía Nezha con un tono molesto, repitiendo casi las mismas palabras que el dios griego le dijo antes—. Ahora te voy a mostrar quién realmente soy...
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