Capítulo XXXIX: Ascenso y Consuelo
https://youtu.be/dwNrU19Go8U
Concluida la tercera ronda del torneo, la arena estaba siendo limpiada y arreglada para la próxima batalla. Poseidón fue llevado a la sala médica de inmediato, mientras que Nezha se dirigió por si mismo a su habitación personal para un merecido descanso. Aunque en el camino se topó de frente con la Reina Demonio Leviathan.
Los dos permanecieron mirándose en silencio, y sonriendo con algo de ironía, hasta que uno decidió ser el primero en romper el hielo.
—Sabes, me gusta más este estilo tuyo —dijo Leviathan con una sonrisa sarcástica, mientras se cruzaba de brazos y desviaba la mirada—. Así pareces más un dios.
—¿Y eso no te molesta? —pregunto Nezha arqueando una ceja con falsa curiosidad.
—Para nada. Como dije antes, tú no serías un demonio ni aunque renacieras un millón de veces. No te queda eso. Esta forma te sienta mejor.
—Si tú lo dices, entonces puede que decida permanecer así.
—Me parece fantástico... Bueno, pues eh...
Leviathan intentaba hallar un nuevo tema de conversación, para no hacer incomodo el ambiente. Aunque en realidad había un silencio cómodo. Pero antes de poder pensar en algo decente para una charla, Nezha empezó a guardar los Astras, haciendo desaparecer la lanza y las ruedas en un n destello de llamas, mientras que la cinta roja se acomodaba en su cintura como un fajín, y el anillo en su muñeca izquierda dejaba de emitir brillo.
Y una vez que Nezha piso el suelo, comenzó a tambalearse, por lo que Leviathan se acercó de inmediato para sujetarlo de frente, en caso de que se cayera. Aunque le fue un poco incómodo a la Reina Demonio, por el hecho de que ahora Nezha era más alto que ella, cuando en forma de niño era Leviathan más alta por un centímetro.
—¡Oh, woh, woh, ¿qué te pasa campeón?! ¿Te estas haciendo el débil solo para que tenga compasión de ti? —pregunto Leviathan haciéndose la molesta solo para bromear.
—¿En serio tú te piensas que yo haría esa estupidez? —cuestiono Nezha sonriendo con sarcasmo.
—Pues no. Muchas estupideces si las harías, pero esa no es una de ellas —dijo Leviathan con una pequeña risa interna tras pensarlo bien—. ¿Qué te pasa entonces? Tus pulsos vitales están muy bajos. Tanto que ahora estarías muerto, si fueras mortal.
—Mi energía Prana... esta como si hubiera sido chupada casi toda por una diablesa israelita...
—¿Lo dices por experiencia? —pregunto Leviathan arqueando una ceja, esta vez denotando un genuino enfado.
—No, solo es una comparación mía con lo que escuche de Byakko, cuando él se apareo por primera vez con su demente concubina súcubo.
—Te creeré por esta vez. Pero no deberías estar así de cansado. Solo usaste una técnica con Prana. Y una de tipo muy básica.
—No solo use una técnica... Mantener el Prana sólido en dos brazos y cabezas extras, es demasiado agotador. Sobre todo al intentar hacer el mismo truco... con el que ese tigre super desarrollado superaba mi velocidad en cada maldito juego de cuju. Pero tal parece que no fue mi mejor primer intento... Si no fuera porque lo hice en el mejor momento, habría vuelto a quedar en las mismas circunstancias que ese idiota del mar.
—No te entiendo casi nada. ¿Qué "truco" hacía el Rey Tigre para ganarte en velocidad cada vez que jugaban?
—Ese injusto truco con Prana que...
—Espera —le interrumpió Leviathan—, mejor hablemos en un lugar donde puedas descansar. Te llevare a tu cuarto privado.
—¿Me llevaras cargando entre tus brazos? —pregunto Nezha con una sonrisa burlona.
—¿En serio tú te piensas que yo haría esa estupidez? —comentó Leviathan a modo de burla, repitiendo las mismas palabras que Nezha.
—¡Je, je, je! No, claro que no. Pero acaso ¿Tu antiguo ex marido no le molestará que entres a un cuarto privado con un hombre entre tus brazos?
—No. ¿Por qué debería? Después de mi muerte él conoció a la gruñona Apep, y actualmente es feliz con ella. Así que estoy libre... para hacer contigo lo que me plazca. ¡Je, je!
—Dudo mucho que a mis padres les agrade que yo esté con una mujer adulta, que me lleva más de un millón de años, aunque tiene la costumbre de parecer una niña de quince.
—Después de que tu padre ascendió al puesto de inmortal, hable con él y con tu madre. No les desagrada que yo pase tiempo contigo, siempre y cuando ayude en "disciplinarte", así que no hay problema —decía Leviathan de forma juguetona, mientras empezaba a caminar para llevar a Nezha a su habitación privada—. Además, tú ya eres un adulto, uno inmortal. La edad ya no tiene relevancia en tu caso ni en el mío. Puedes tener tu primera vez con la mujer que quieras.
—Jamás me ha importado algo tan banal como el placer sexual. Lo más cercano al "placer" para mí siempre han sido las peleas. Así que no tengo una preferencia específica.
—¿Seguro? ¿No prefieres que mi forma semi-humana sea un poco más alta y tenga pechos más grandes? —preguntaba Leviathan, comenzando a sonrojarse.
—Para nada. Me gustas así; pequeña de buen trasero con unos adorables pechos pequeños.
—Vuelve a hablar así de mis pechos y te "chupare" el poco Prana que te queda —amenazó Leviathan frunciendo el ceño, y sonriendo con molestia, mientras que Nezha se reía como un niño inocente.
https://youtu.be/3Kxf2dHlDpQ
[Sala Médica]
Poco a poco la antes vacía sala médica iba llenándose de personal, visitantes y heridos. Ahora mismo el personal había terminado de instalar en una camilla al nuevo herido, quien no era otro que Poseidón.
Y con él venía otro visitante, una humana griega anfibia muy parecida a la verdadera forma de Poseidón, con la diferencia de que se asemejaba a una humana terrestre. De manera que era delgada, esbelta y de pechos desarrollados. Su cabello era de un tono más oscuro, corto hasta las mejillas y atado con pinzas de cangrejo y una red. El orbe luminiscente de sus ojos era verde. Y vestía una toga blanca con adornos de oro, joyas y piedras marinas.
Era la jefa de ciencia marina del Panteón Griego, Líder de los clanes Nereida y Oceánida, hija del Titán Okeanus, y esposa de Poseidón; la Diosa Griega del Mar, Amphitrite.
Ella se encontraba sentada en una silla al lado de la cama donde descansaba Poseidón. Una cama que se encontraba justo al lado de Hades y los demás dioses griegos. Duraron un rato hablando sobre la pelea, y sus voces acabaron despertando a Poseidón, quien a duras penas podía siquiera mover un dedo.
—Al fin despiertas idiota —dijo Amphitrite cruzándose de brazos con molestia—. Por un momento creí que entrarías en coma, aunque los druidas dijeron que despertarías pronto.
—Yo jamás dude de ellos. Incluso escuche que un druida joven restauró la extremidad cortada de un dios celta, usando solo una prótesis metálica como base —decía Helios sorprendido.
—Así que... en serio perdí... —logró decir Poseidón con una voz apagada y moribunda.
—Más que eso. Tuviste la suerte de que Nezha ahora haya cambiado, porque de haber seguido siendo el mismo Niño Demonio arrogante, necio y violento te habría matado sin dudar —dijo Ares sin ni una pizca de sutileza, sino claro y directo.
—¿Cómo estás ahora, hermano? —pregunto Hades sin girar la mirada para ver a su hermano caído.
—Derrotado... Es todo lo que puedo decir... Ese miserable... me venció... en todos los... sentidos...
—Y fue gracias al camino que eligió; fue ese camino que lo condujo hacia un extraordinario poder.
—Ese camino... Si... Tal vez... de haber elegido un camino así... habría llegado más alto... Tal vez... si te hubiera escuchado antes...
—Pero puedes escucharme ahora. Puedes hacerlo, para compensar el no haberlo hecho antes.
—No... Ya es muy tarde para eso... Ya es demasiado tarde para mí... Ya es tarde... para cambiar...
—Pero nunca es tarde para "evolucionar". No tienes que cambiar. Todo lo que debes hacer es reconocer tus defectos y mejorar, como ya lo estás empezando a hacer. Deberías aprovechar esta oportunidad de vivir, que el príncipe Nezha te concedió, para empezar de nuevo con tu vida.
—¿Cómo puedes creer que puedo hacerlo?
—Porque cualquiera puede hacerlo. El cómo deberías empezar, eso depende de ti.
—Creo que... ya tengo una idea... hermano... me arrepiento de no haberte escuchado antes... lo siento...
—Como una vez me dijo nuestro tío San Gabriel: "no lo sientas, solo se mejor". Pero de todos modos, el que debería disculparse soy yo. En parte también es mi culpa, por no haber estado allí el tiempo suficiente para guiarte.
"Jamás pensé que vería este día...", pensó Amphitrite desconcertada al ver el repentino cambio de actitud de Poseidón, e incluso lo escucho arrepentirse y pedir disculpas.
Los demás dioses griegos allí presentes también estaban perplejos con lo que oían; incluso Selene, quien era indiferente y antipática todo el tiempo, se mostró sorprendida. Y Helios comenzó a creer que los puños de un guerrero taoísta deben de ser milagrosos, para provocar semejante cambio.
https://youtu.be/lRN598t1l1o
[Habitación del Equipo Cuzco]
Los presentes en la habitación duraron un largo rato festejando su tercera victoria consecutiva. Cuzco decidió tomar un cóctel de fresa para calmarse los nervios y la emoción; nervios por no creer que había conseguido otra victoria, y emoción por saber que ahora tendrá más posibilidades de cumplirse el sueño que lo llevó a aceptar ser el organizador de su equipo.
Sin embargo las celebraciones fueron interrumpidas por una visita inesperada: en la habitación, frente a las puertas, en medio de un resplandor dorado apareció el primer maestro de Nezha, Taiyi Zhenren, acompañado de alguien más.
Era un hombre de origen chino, bastante alto y fornido, que parecía rondar por los 30 años, y denotaba amabilidad, elegancia y poder al mismo tiempo. Cabello de color negro y largo hasta la cintura, barba con bigote que le llegaban hasta el pecho, y ojos verdes cual jade. Vestía una imponente armadura de realeza, hecha de jade y oro, con diseño de dragón asiático en las hombreras, encima de una elegante ropa blanca como las nubes. Y por último, su ropa incluía una corona característica de los emperadores de China.
Era el dios que derrotó al Emperador Demonio Primordial del Panteón Chino; el actual gobernante del Reino Celestial de los Dioses Taoístas; el Emperador de Jade, Augusto II.
—¡El Emperador de Jade! —exclamó Geir tan sorprendida que su cabello se erizó y sus ojos casi se salen de sus cuencas. Lo mismo pasó con Cuzco y Gotouge.
Brynhildr también se sorprendió bastante, al punto de quedar sin palabras. Lo mismo fue con Israel y Naamah. Aunque ésta última dio un pequeño brinco, y se refugió en los brazos de su primo ángel de forma exagerada.
—Emperador de Jade, maestro Zhenren, ¿qué hacen aquí? —pregunto Israel de forma educada, mientras intentaba apartar a su prima diablesa con suavidad, por lo avergonzado que lo hacía sentir ahora.
—Oh, no se preocupe joven Adonai ¡Je, je! —decía Zhenren con una sonrisa jovial, bastante divertido por el momento hilarante entre el ángel y la diablesa—. El venerable emperador y yo hemos venido a darles nuestra gratitud a ustedes, en especial al joven humano inca, por permitir que el príncipe Nezha fuese parte de su equipo.
Dicho eso, ambos inclinaron el torso y juntaron las manos, en señal de respeto como hacen en China. Esto sorprendió aún más a los presentes, sobre todo el mencionado humano.
—E-e-e-e-e... ¡Je, je, je! ¡No fue nada, en serio, no es necesario tantas felicitaciones! —decía Cuzco tan avergonzado que estaba nervioso, pues era la primera vez que alguien se inclinaba ante él.
—Pero si es necesario —decía Augusto volviendo a erguir la espalda, para mirar a los presentes con una amable sonrisa—. Gracias a ustedes, el príncipe Nezha tuvo la oportunidad de encontrar la paz, y con ello, también la paz para muchos de nosotros, junto con el ascenso como un dios superior.
—Vaya. ¿Eso quiere decir que se ganó por fin un atributo? —decía Naamah de forma divertida, todavía abrazando a su primo ángel, quien ya se rindió en intentar apartarla—. ¿Qué será? ¿El Dios Chino de las Armas, el Calor, la Furia, el Desastre o la Arrogancia?
—Creo que el joven Adonai ya tiene una idea —contestó Augusto, dirigiendo la mirada hacia el ángel pelirrojo.
—Más o menos —dijo Israel con seguridad.
—¿Eh? A ver, a ver, a ver, ¿De qué me perdí? —decía Naamah, tan confundida que agitaba la mano en señal de alto.
—Creo que tiene que ver con el hecho de que las Ruedas de Fuego y Viento de Nezha, sobrepasaron sus propios límites —decía Brynhildr con la mano derecha en la barbilla, haciendo memoria de un detalle de la pelea que pasó por alto—. Según mi señor Rudra, ese Astra de velocidad tiene la particularidad de mover al usuario a través del espacio, en un determinado lapso de tiempo, antes de tener que "recargarse" para volver a hacerlo. Pero en el último instante, Nezha logró extender esa duración.
—Está usted en lo correcto, señora Brunhilde. Pero eso no es todo —decía Israel con una sonrisa, ya que pudo ver algo que pocos inmortales alcanzaron a ver—. Una vez mi padre me habló de su tiempo en la escuela del señor Rudra. Me dijo que a veces él, Skanda, Zhu Rong y Nezha jugaban con el señor Rudra al cuju, un tipo de juego de pelota de China. Y en los partidos mi tatarabuelo utilizaba la Omnipresencia para moverse por el campo.
—No sé mucho sobre las reglas de ese juego de pelota, pero estoy segurísimo de que no se permitiría algo tan injusto como la teletransportación —opino Cuzco entrecerrando los ojos, incrédulo con lo que escucho.
—Cierto. Pero de todos modos el señor Rudra lo quiso así, para entrenar los reflejos, la velocidad y la coordinación de los cuatro. Y entre ellos, el que más jugaba con él era Nezha. Podrá parecer tonto, pero si tuvo beneficios esas prácticas de cuju.
—¿En qué sentido? —pregunto Gotouge arqueando una ceja y rascándose la cabeza.
—En que Nezha memorizo la forma de moverse y trasladarse del señor Rudra. A simple vista no se noto, pero durante el clímax de la batalla contra Poseidón, el control de Prana de Nezha fue mejorando conforme sus Chakras se purificaban, y sus instintos de lucha lo guiaban, hasta alcanzar el nivel suficiente para "doblar" el espacio-tiempo por un instante.
—Así que era eso... Ahora lo entiendo... Ya me parecía extraño que Nezha desapareciera y reapareciera a unos cuantos kilómetros cerca de Poseidón... Fue tan rápido, que apenas pude notarlo —decía Brynhildr, recordando ese momento en que el príncipe taoísta pasó de estar en un extremo a otro en un instante.
—¡¿Ese niño utilizó la Omnipresencia?! —exclamó Naamah boquiabierta.
—Una versión incompleta e instintiva, sin duda. Pero con práctica y paciencia será capaz de usarla a voluntad, y tal vez la perfeccionara para evitar desgastes abruptos de Prana —explicó Taiyi feliz y orgulloso de su antiguo estudiante.
—Especialidad en la velocidad y los viajes instantáneos. Un rasgo particular, muy propio de un dios dedicado a ser el mensajero celestial entre los mortales e inmortales, y también el guardián de los transportes y los viajes —decía Augusto también igual de feliz y orgulloso.
—O seaaa... —dijo Naamah, apenas captando la idea.
https://youtu.be/2T4Tq_yhmTQ
—Nezha será un dios mensajero, similar a mi padre y también a Hermes —resumió Israel, no ocultando cuan feliz estaba por el príncipe taoísta de su nuevo ascenso divino.
—Será mucho mejor que Hermes, eso es un hecho —comentó Geir entrecerrando los ojos.
—Durante el reinado de mi padre, muchos inmortales del Reino Celestial dudaban en que Nezha llegaría lejos —decía Augusto levantando la mirada por un momento, antes de volver a dirigirla a los presentes—. Pero hoy les demostró a todos la bondad de su corazón, las enseñanzas que conservo de sus maestros, y lo digno que es para ser un dios amado y respetado por todos, desde el fondo de sus corazones. Cuando el torneo termine, empezare los preparativos para conmemorar la ascensión de Nezha a Dios de la Mensajería, Guardián de los Conductores y Protector de los Niños.
—*Silbido*. A eso llamo yo un gran ascenso en el trabajo —dijo Naamah sorprendida—. ¿Seguro que es buena idea? A mi me sigue pareciendo muy "hostil", para ser un protector.
—Esta bien. Él ya demostró que su forma de ser mejoró —decía Israel, sujetando a la diablesa del hombro izquierdo—. El Nezha de antes habría matado a Poseidón en ese último ataque. Y aunque hizo parecer que lo dejó vivir para que viviera con esa humillación, en realidad lo hizo porque sabía que Poseidón solo es otra víctima más.
—¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? —pregunto Naamah arqueando una ceja y cruzándose de brazos.
—Porque vi sus ojos... —dijo Israel, recordando la mirada que tenía Nezha cuando pasó al lado del derribado Poseidón.
Pese al tono molesto y cruel de sus palabras, y el semblante furioso que tenía mientras se retiraba de la arena, sus ojos transmitían un sentimiento de compasión y tristeza. A pesar de todo, Nezha se sentía identificado con Poseidón, y entendía la razón que lo llevó a hundirse en la locura. Pero eso no significaba que el príncipe taoísta lo iba a perdonar tan fácilmente; se lo dejó en claro con aquellas palabras que dijo antes de marcharse de la Arena de Duelo.
—Los ojos de Nezha, no eran los de un guerrero despiadado y orgulloso, sino los de un hombre compasivo y estricto, capaz de perdonar una vida, pero no las malas acciones —dijo Israel, sabiendo cómo era ese tipo de mirada, porque ya la había visto en muchas ocasiones.
Cuzco y Gotouge entendieron lo que decía el ángel pelirrojo, y por eso sonrieron de alegría. Las dos valquirias también se alegraron por la asombrosa evolución que Nezha había tenido como guerrero. Naamah, por otro lado, solo chasqueo la lengua por el disgusto que le producía tal dramatismo.
—Pues, víctima o no, hay que ser claros en que ya le hacía falta un castigo ejemplar, por sus crímenes sin pagar —decía Naamah cerrando los ojos con una actitud fría, pero al rato los abre sorprendida y sonríe con alegría—. ¡Ay waoh! ¡Me salió una rima! ¡Ja, ya casi tengo el mismo "toque" que mi papá!
—Coincido contigo... ¡Respecto a lo del castigo! Desde mi punto de vista, lo de hoy servirá como suficiente castigo para Poseidón —dijo Israel, rascándose la nuca y pensando en la reciente batalla.
—¿De verdad? ¡Fabuloso! —decía Naamah más feliz, y después le da una fuerte palmada a su primo ángel en el pecho—. ¡Es genial! Jamás pensé que coincidiríamos sobre un castigo. ¡Cada vez me agradas más!
—Nunca entenderé a estos ángeles y los demonios israelitas —comentó Zhenren entrecerrando los ojos, incrédulo de ver la absurda relación entre dos seres tan opuestos como el ángel pelirrojo y la diablesa gótica.
—Pero, por otra parte, ¿qué hay de la condena de Nezha? —pregunto Cuzco curioso por eso.
—Seguirá pasando la mayor parte de su tiempo de descanso en prisión. Sin embargo, al haber ganado la Batalla de Inmortales en la que se solicitó su participación, puede decidir ser libre ahora mismo, o elegir otro tipo de deseo —explicaba Augusto—. No obstante, en caso de no elegir la libertad completa como deseo, su condena será reducida. Y si tiene buen comportamiento, se le otorgara más libertad fuera de sus servicios al Palacio de Jade.
—Creo que él elegirá algo más como deseo —dijo Israel con una pequeña sonrisa divertida.
—¿Y ahora por qué también estás seguro de eso? —pregunto Naamah incrédula.
—Una corazonada —respondió Israel.
—No sé por qué me sorprende que digas eso —dijo Naamah arqueando la mirada y sonriendo con sarcasmo.
—Y yo no sé porque me sigue sorprendiendo las ocurrencias de ustedes dos —agrego Cuzco cerrando los ojos y mostrándose cansado, además de apenado—. Por cierto, hablando de deseos, se me ocurre una forma en que podrían devolverme el favor, de haber hecho posible la redención de Nezha.
—Por supuesto. Dinos lo que deseas, y hablaré con los presidentes para saber si tu pedido puede cumplirse, al menos por hoy —dijo Augusto con su característica amabilidad.
—Me gustaría que trajeran aquí una chica de mi tierra; una muy querida para mí... —decía Cuzco con notable vergüenza—. La extraño mucho...
—Mnnn. No me parece un problema que también estuviera aquí un ser querido del organizador. Veré que puedo hacer. ¿Algo más que quieras pedir?
—No. Solo quiero volver a ver a mi amada Uqllu. Me conformo con eso... —dijo Cuzco con notable tristeza.
—A mí me gustaría conocer al marido de Geir, ese tal Astaroth —dijo Gotouge con una pequeña sonrisa, y un leve sonrojo en sus mejillas.
—Eso tal vez si sea más difícil, pero haremos el intento —dijo Zhenren entrecerrando los ojos, incrédulo del tipo de pedido de la humana japonesa—. En fin, eso era todo lo que queríamos decirles. Les deseo suerte en las próximas peleas. En especial la que se avecina.
—¿Por qué? ¿Los del otro equipo solicitaron algún cambio? —pregunto Cuzco con intriga y comenzando a preocuparse.
—No. El orden y enfrentamientos de las rondas siguen iguales, según lo programaron ustedes —explicaba Augusto, ahora denotando preocupación—. Lo que sucede, es que nos llegó la noticia de que el oponente del peleador de su equipo, también maneja el Kenoplasma. Pero a diferencia de Poseidón, este oponente es un maestro de Kenoplasma por herencia paterna. Y ya lleva siglos practicándolo.
—No me digas eso... —dijo Cuzco comenzando a preocuparse de verdad.
—Pero todavía existe la posibilidad de que ustedes ganen —decía Augusto con una sonrisa optimista, que inspiraba confianza—. El peleador de ustedes ya venció a un dios del rayo. Y también es un maestro del Arte de las Ocho Extremidades al nivel de Karttikeya. Si todo sale bien, ustedes seguirán con su racha de victorias consecutivas.
—¡Tsk! Si es que no vuelven a poner reglas "especiales" —decía Naamah con molestia y frunciendo el ceño—. Los ridículos peleadores del otro equipo no valen nada, a excepción del patético Buda, y quizás el rencoroso de Ahiravana. Lo que realmente nos jode son las malditas reglas "especiales", que pueden ser aprovechadas por los tramposos rastreros del otro equipo.
—Naamah tiene razón. En la primera ronda habríamos perdido por ese tipo de reglas, si Karttikeya no hubiera sido tan precavido y hábil —dijo Israel, recordando el final de la primera ronda—. Ya deberíamos de haber perdido en esta ronda. Pero logramos seguir nuestra racha de victorias, aunque no puedo asegurar cuánto más durará esta racha...
[Arena de Duelo]
La familia y los amigos de Nezha seguían celebrando su victoria. Y más ahora que después de este día, tal vez el príncipe no solo consiga reducir su condena; sabían que también podría ser ascendido en la jerarquía divina.
Mientras tanto en el pasillo que daba a la habitación del Equipo Cuzco, caminaba a paso rápido un peculiar dúo de opuestos; no eran otro que el ángel de fuego azul Sanctiel, y la ángel caída del conflicto Enyo.
—¡Espera Enyo, tienes que tranquilizarte, aunque sea un poco! —decía Sanctiel siguiendo a la ángel caída desde atrás, quien caminaba de forma apresurada y molesta.
—¡No me pidas que me tranquilice, cuando estoy tan cerca de encontrar a mi hermana, y ella está en peligro por su hermana Alyssa! —decía Enyo tan preocupada que estaba casi histérica.
—¡Pero si mi hermano está con la prima Naamah, entonces ella está a salvo! ¡Además no sabemos si la prima Alyssa también está aquí!
—¿Estás seguro de eso primito?
https://youtu.be/gGTAmmTiD_Y
Enyo detuvo su andar de forma brusca, provocando que Sanctiel chocará con la espalda de ella, casi tumbándola. Los dos quedaron paralizados de temor al ver que, desde la sombra de un pilar al frente suyo, salía Alyssa como si atravesara una pared de agua sin mojarse, cruzada de brazos y sonriendo cual niña inocente que oculta intenciones maliciosas.
—Hermana Alyssa... —dijo Enyo frunciendo el ceño y apretando los puños, aunque su cuerpo apenas se movía por lo alerta que estaban sus instintos.
—No me digas "hermana" —dijo Alyssa desviando la mirada y cerrando los ojos con indiferencia—. Solo porque te haya adoptado la madre de mi hermanita, no te hace hermana mía, ni menos hermana suya. Ni tampoco cuenta el hecho de que tu padre haya sido creado artificialmente por mi padre.
—Sigue hablando así, o...
—¿O qué? ¿Vas a luchar contra mí? —le interrumpió Alyssa, volviendo abrir los ojos para ver a Enyo de reojo, ahora con las pupilas de sus ojos en forma hendida como las de un reptil—. Yo que tú lo pensaría. Ni siquiera sirves como "entrenamiento".
Enyo comenzó a gruñir de rabia. Pero antes de que intentara algo, Sanctiel se posicionó enfrente de ella, impidiendo que empezara una pelea imposible de ganar.
—Bien hecho Sanctiel. Controla a esa perra rabiosa, para que no cometa la estupidez de morderle la cola a un dragón —decía Alyssa con un tono divertido, que hacía enojar todavía más a Enyo, al punto en que el cabello de ésta comenzaba a levitar cual flamas.
—Prima Alyssa, por favor, te pido que no intentes nada —decía Sanctiel con un semblante serio, y pese al miedo que sentía se seguía manteniendo firme.
—No tienes nada de qué temer. ¡Eres el hermano de Israel, así que no puedo lastimarte, o él jamás me lo perdonaría! —decía Alyssa con una radiante actitud infantil—. Sin embargo, no puedo decir lo mismo de la futura Diosa Griega del Conflicto —agregó ella, ahora cambiando su tono por uno más siniestro, y reluciendo sus filosos dientes de reptil—. Me pregunto que tan mal se sentiría ella, si descubriera que su querida hermana adoptiva fue herida por mis garras.
Sanctiel empezó a entrar en pánico; no por su propia seguridad, sino por la seguridad de Enyo. Y por eso se dio la vuelta y la abrazó de forma protectora, sin perder de vista a Alyssa, y manteniendo un semblante serio y hostil, que contrastaba con el terrible miedo que sentía. Mientras que Enyo, aunque le disgustaba ser protegida por alguien más, el miedo le impedía moverse, y lo máximo que podía hacer era sujetar los brazos del ángel peliazul, y mantenerse en guardia junto con él para defenderse.
—Ya fue suficiente...
https://youtu.be/klXFehZdmrk
Entonces una voz femenina, bastante autoritaria e implacable, detuvo lo que pudo haber sido una tragedia. Sanctiel y Enyo giraron sus miradas, y quedaron igual de perplejos al ver a alguien aproximándose desde atrás de ellos. Incluso Alyssa se sorprendió tanto, que sus ojos se abrieron lo máximo que podían.
Caminando con una mano en la cadera, de forma solemne y orgullosa, se acercaba una mujer griega que ejercía un aura tan imponente como Alyssa. Tenía los ojos de un color azul cielo, la piel clara y suave, el cuerpo maduro y alto con pechos grandes, cintura delgada y caderas amplias. Su cabello rubio le llegaba hasta la cintura, pero lo tenía atado con delgadas cintas en una larga coleta baja. Parecía ser el tipo de mujer adulta que rondaba por los 50 años, y mantenía un aire joven que la hacía parecer de mucho menos.
Llevaba una ropa tan elegante como el de una reina; consistía en una tela blanca que cubría sus pechos como un sostén, una falda blanca de bordes celestes, una capa de mismo color, conjunto celeste de guantes largos hasta los codos y medias largas en los muslos, adornos de oro como brazaletes en manos y piernas, corset entre el vientre y debajo de los pechos, aretes y un collar.
Era la amante favorita de Lucifer; la hermana mayor y esposa de Zeus; la Diosa Griega del Matrimonio y Reina del Monte Olimpo, Hera.
—Ya basta, Alyssa —dijo Hera, deteniéndose a dos pasos detrás de Sanctiel y Enyo, sin dejar de mirar a la hija de Lucifer con severidad, y una pequeña muestra de preocupación—. Estás en una situación muy delicada con todos los Panteones... igual que tu padre. Si haces algo aquí, el Señor Shiva tendrá que actuar sin darte oportunidad, y ni siquiera yo podré protegerte.
—No necesito de tu protección... —contestó Alyssa con frialdad, frunciendo el ceño, desviando la mirada y cruzándose de brazos, igual que una niña rencorosa—. Para ser más exacta... nunca me hizo falta... madre... Así que deja de seguirme.
—No estoy siguiendote. Te he tenido un año en mi vientre, y en ese tiempo he sentido cómo crecía tu inmenso poder del Vacío. Es natural que pueda percibirte, cada vez que estás cerca. Soy tu madre después de todo. Y como tal, lo que más deseo es recuperar el tiempo que perdí lejos de ti.
—Es muy dulce de tu parte, y también una verdadera lastima, porque no habrías perdido ese tiempo, si no me hubieras abandonado.
—Alyssa tuve que hacerlo por...
—No vuelvas a repetirme la historia de tu vida... —dijo Alyssa cerrando los ojos y levantando la mano derecha en señal de alto, y la vuelve a juntar con el otro brazo debajo de los pechos—. Ya sé que tuviste que abandonarme en la puta Grecia de mierda, para protegerme del maldito Olimpo, aunque eso significaba que crecería rodeada de simios asquerosos, que se creían la definición de la "civilización", cuando en realidad son la descripción gráfica de los demonios. Pero te lo agradezco; me sirvió de lección para entender a mi padre, y su inmenso odio hacia esa asquerosa especie de esa raza de simios sobrevalorados.
—En otras circunstancias, me habrías hecho sentir llena de orgullo, por escucharte decir tan hermosas palabras sobre los humanos... —decía Hera con una sonrisa feliz, para un momento después cambiar a una expresión triste—. Pero no sé si debería alegrarme por eso, ahora que te veo así... Mi querida y dulce niña...
—Mejor regreso a mi escondite. La única reunión familiar que disfruto es con Israel —decía Alyssa volviendo abrir los ojos para ver a Sanctiel y Enyo—. Que ustedes dos llegaran aquí, buscando a Israel y a mi hermanita, no estaba dentro de mi "Gran Plan". Pero no importa. Quizás me resulten útiles al final.
—¡¿De qué mierdas estás hablando maldita loca?! —exclamó Enyo tan confundida como enfadada.
—Admito que me encantaría explicar mis planes malvados, como una gran villana de la vieja escuela —dijo Alyssa sonriendo y juntando los dedos índices cuatro de veces—. Pero la trama todavía no ha llegado al punto indicado para eso. Y no soy una impaciente lengua suelta como mi hermanita.
—Claro. Por lo que escuche de mi gran hermano, no hay que adivinar quién de ustedes dos heredó la mente planificadora del tío Lucifer —comentó Sanctiel con un poco de sarcasmo.
—Y también no hace falta decir de quién heredó los celos infernales —agregó Enyo entrecerrando los ojos.
—Mi hermanita heredó el corazón débil de su madre. A mi parecer eso es peor —contestó Alyssa como si estuviera ofendida—. Saluden a Israel y a mi hermanita de mi parte —Alyssa desvía la mirada a otro lado, para que no viesen el sentimiento triste de sus ojos—. Hasta que nos volvamos a ver... madre...
Dicho eso, Alyssa retrocedió hacia la pared, y se sumergió en la sombra del pilar tal como había aparecido antes, desapareciendo en el acto.
—Hasta pronto... mi querida hija... —dijo Hera, todavía con su postura dura y severa, pero teniendo una voz quebrada que demostraba la tristeza de su interior. Luego se dio la vuelta y comenzó a caminar para irse de allí también.
—Gracias señora Hera, por evitar que Alyssa hiciera algo malo —agradeció Sanctiel con respeto y felicidad, dejando de abrazar a Enyo para ver a Hera.
—No te confundas, tercer hijo de San Gabriel. Mi propósito no era salvarte, ni tampoco a la aprendiz de mi hijo Ares, sino proteger a mi hija de los Elohim... —contestó Hera deteniéndose, para luego girarse un poco y ver de reojo al dúo por un momento, y después miró a otro lado—. Sin embargo, todavía tengo una deuda pendiente que saldar con tu hermano mayor, por haber salvado a mi hija. Recuerdalo, porque odio que confundan mi gratitud con generosidad.
Tras dejar claro eso, Hera reanudó su caminata para salir de allí. Seguía caminando con orgullo y dignidad. Pero era su forma de camuflar la profunda tristeza que reflejaban sus ojos, ahora humedecidos por las lágrimas retenidas.
—Que curioso. El señor Lucifer dice algo similar cuando cumple sus deudas —dijo Enyo poniéndose ambas manos en las caderas y arqueando una ceja.
—Y también suele esconder su tristeza por orgullo —agregó Sanctiel sintiendo pena por Hera.
No fue mucho que al fin Hera les reveló a todos que en realidad ella era la verdadera madre de Alyssa. Sucedió en el Consejo de los Elohim, poco después de que se anunciara la inauguración del Torneo Parabellum. Hera aprovechó esa importante reunión entre todos los Panteones, para decirles esa verdad, y que Alyssa sea reconocida como su hija después de tanto tiempo de confusión y misterio.
Pero ella ya se lo había revelado a la propia Alyssa mucho antes en secreto, para empezar a conectarse con ella como madre e hija al fin. No obstante, iba a tener que trabajar mucho para lograr eso. Ya que Alyssa, a diferencia de Naamah, no era tan devota a los lazos familiares, ni siquiera hacia sus propios progenitores.
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