Capítulo XXVIII: El Dios Joven Más Fuerte
https://youtu.be/LHSpZtLAYH4
[Siglos Atrás. Salón del Valhalla]
—¡¡¡¿Qué fue lo que pasó aquí?!!!
Exclamó Odín tan furioso que su cara estaba roja, y se le notaba varias venas en su frente. La razón de su furia y confusión, se debía a que se encontraba parado en las puertas de su famoso salón de Asgard. Y en vez de ser una maravillosa estructura nórdica hecha de armas, en su mayoría lanzas y escudos, todo era un castillo de madera y plantas con flores luminosas, fresas del tamaño de sandías y adornos de estilo celta.
El más popular salón del Panteón Nórdico, había sido convertido en un castillo que parecía salido de un cuento infantil de origen irlandés, lo cual no fue para nada del agrado del Dios Supremo nórdico.
—¡Padre de Todo, Padre de Todo, el Gran Salón...!
Gritaba un guerrero asgardiano, corriendo al frente del Rey de Asgard, para después detenerse arrodillándose frente a su rey.
—¡¡¿Quién es el responsable de haber convertido mi glorioso salón en esta atrocidad?!! —exigió Odín, tan furioso que su voz resonaba en todo el lugar.
—¡Ja, ja, ja, ja! ¡¡Wooh-ohhh, ja, ja, ja!!
Antes de que el guerrero respondiera, una risa llena de diversión y felicidad infantil comenzó a oírse en todo el lugar, opacando por completo la imponente voz de Odín. Entonces todos los guerreros y dioses nórdicos presentes, incluyendo el propio Rey de Asgard, levantaron la mirada al nublado cielo, y quedaron pálidos del terror.
Las nubes grises cubrían el cielo, y en un punto abierto entraba la luz del sol; en medio de esa luz se podía ver una silueta ascendiendo más allá del cielo. La silueta era la de un niño, de tal vez once o doce años, con un par de alas carmesis y una aureola blanquecina, los cuales brillaban tanto como el mismo sol.
Ese solo sería el inicio de una cadena de bromas en diferentes Panteones, hechas por un ángel con el corazón puro de un verdadero hombre, la radiante alma inocente de un niño, y el poder de toda la Creación.
[Presente. Torneo Parabellum]
La situación para el Equipo Cuzco era una total incertidumbre, ahora que recibieron la noticia de que Hades, del Equipo Buda, había sido reemplazado por Ahiravana, el Rey Demonio del Planeta Lanka. Y la noticia la recibieron del propio Rey Demonio, quien los recibió en el pasillo que daba a las puertas de la habitación privada del Equipo Cuzco.
Sin embargo, ahora mismo el ambiente daba la sensación de que la pelea iba adelantarse allí mismo.
—Si es cierto que ocupaste el lugar de Hades en el torneo, entonces deberías volver con tu equipo —decía Brynhildr con un semblante serio y frío—. Está prohibido adelantar cualquier futuro combate sin autorización. Y también está prohibido pelear fuera de la arena, incluso para los mismos participantes, excepto cuando se trata de elegir un nuevo representante.
—Tranquilícese, señorita Brunhilde. Como he dicho, no vine aquí con intenciones de pelear.
—Sí, sí. Ya lo dijiste: viniste a ver a "viejos amigos" —decía Naamah moviendo los dedos índice y medio de ambas manos, para especificar las comillas en la frase—. Aunque de "amigos" no tenemos nada. No hemos jugado juntos ningún juego virtual, no vimos una función de teatro, no leímos una novela gráfica, no fuimos a los concursos de comida ni nada por el estilo, como hago con mi querido y amado primo.
—Con lo cercanos que son ustedes dos, no lo dudo —comento Ahiravana conteniendo una risa, mientras Israel cerraba los ojos por la pena ajena que sentía ahora mismo.
—¡Je, je! Obvio que Israel sí es muy, muuuy cercano a mí —Naamah, con una sonrisa seductora, toma entre sus pechos el brazo derecho del ángel pelirrojo—. Además, solo porque mi padre te salvó la vida, en honor a tu padre, no significa que seamos amigos tú y yo. Y hasta donde sé, Israel y tú no tuvieron una buena interacción, cuando se encontraron en el Territorio Africano.
—No tienes que mencionarlo... Todavía recuerdo ese día... y también aquella pelea... —decía Ahiravana, ahora con un semblante molesto en todo el sentido de la palabra.
—¿"Aquella pelea"? —Naamah, ahora confundida, centra la mirada en el ángel pelirrojo—. Querido primo, ¿por qué no me dijiste que ya habías participado en una Batalla de Inmortales?
—No fue una Batalla de Inmortales —respondió Israel abriendo los ojos—. Fue una pelea tradicional de Artes Marciales, al estilo del sudeste asiático.
—Y ambos ya saben como son las reglas en mi pueblo... Por culpa de esa pelea, todo acabó para mí... Iba a ser mi oportunidad para ser finalmente feliz. Pero solo conseguí más desgracias... Israel, no tienes ni la menor idea de cuánto tuve que luchar desde entonces, para estar donde estoy ahora. Y aun así, mi vida sigue incompleta... sin ella.
https://youtu.be/FhHeGZoWl0g
—Apegarte al amor de esa manera, no trae nada bueno.
—No me vengas con tus enseñanzas del Dharma. El camino del Prana implica despegarse del sufrimiento y el apego. El camino del Vacío es lo contrario; es aceptar el sufrimiento y el apego —decía Ahiravana, levantando un poco las manos, y emanando por un momento una siniestra energía sombría de color azul oscuro—. Voy a corregir mi mayor error, restaurare mi nombre, despejare cualquier duda, y entonces buscaré a mi amada diosa.
—Bueno, bueno, bueno. El malvado chico Rey Demonio también tiene sentimientos. ¿Quién lo diría? —dijo Naamah con una sonrisa sarcástica y dando un par de aplausos—. Fino señores. ¿Quién es la diosa "afortunada", por no decirlo de otro modo, que cautivó tu corazón de demonio?
—Eso no te incumbe, repugnante hija de Lucifer —respondió Ahiravana, ahora mirando con asco a la diablesa.
—Oye, oye, oye, maldito demonio arrogante, te recuerdo que fue gracias a mi padre que sigues vivo hoy en día —decía Naamah, cambiando su semblante humorístico por uno molesto—. Puede que tú y yo no hayamos tenido una amistad tan buena, como la que tienes con mis hermanitos Astaroth y Amaymon. Pero al menos deberías de tenerme algo de respeto.
—¿Respetarte? ¡Eres una vergüenza para tu especie! Sigues sin despertar tu poder Sunyata. Te dedicas a jugar y comer, descuidando mucho tu entrenamiento, y solías escaparte para no tener que entrenar o estudiar. Incluso como súcubo eres un fracaso, por seguir pura y no alimentarte de la esencia vital de una criatura varón. Y si hablamos del orgullo demonio, tú lo ridiculizas al abstenerte de comer carne humana, y ser exiliada de tu propio reino infernal.
—Uhhh, yuyui. ¡Uhhh, yuyui, "amigo"! —decía Naamah ahora con un tono amenazador—. Para tu información, hijo de puta engreído, si me ejercito; hago los ejercicios necesarios para mantener esta maravillosa figura. Pero admito que muchas veces me escapaba de los entrenamientos, para jugar con mi Playbox 2 o leer una novela gráfica. ¿Y sabes qué? Solo mis padres y mi primito Israel pueden regañarme por eso.
"Irónico que acuse al otro de ser engreído", pensó Gotouge entrecerrando los ojos.
—En cuanto a mi abstinencia de comer humanos y fuerza vital masculina, tengo mis propias razones para eso. Y aunque no he despertado mi poder del Vacío, ¿Qué crees? ¡Al menos sí sé cómo dar un buen puñetazo con algo de Kenoplasma!
Dicho eso, Naamah se separó de Israel, levantó el puño derecho a la altura del pecho, y alrededor de la muñeca comenzó a condensar energía sombría de color rosa bajo la forma de "anillos", mientras su mano ganaba una tonalidad rosada.
—Naamah... —dijo Israel con seriedad, tratando de tranquilizar a su prima diablesa.
—¡Ja, ja, ja! ¡¿A eso llamas un puño con Kenoplasma?!
Cuestionó Ahiravana entre risas divertidas, mientras levantaba el puño izquierdo. Y de una forma similar, su puño comenzó a emanar energía sombría, pero de tonalidad azul oscuro. Además, entre las sombras, flotaban palabras en sánscrito con un brillo violeta fantasmal, que significaban "Aceptar el Sufrimiento".
Por otro lado el ambiente se tornó más oscuro, pese a que las antorchas seguían ardiendo con intensidad. También hubo una repentina disminución de temperatura; una tan baja que se podía ver el aliento de los presentes, casi como si el calor y la luz de las antorchas del pasillo estuvieran siendo "devoradas".
"Esto se está poniendo muy feo", pensaba Cuzco, preocupándose del rumbo que estaba tomando la conversación.
"Ya basta... Si se inicia una pelea aquí... nos meterán a todos en problemas...", pensaba Brynhildr, preocupada más de lo que podría hacer la diablesa si llegaba a pelear allí mismo.
"Por favor... señora Naamah, controle su ira", pensaba Geir, también preocupándose porque conocía de sobra lo destructiva que podía ser la diablesa, al enojarse de verdad.
—Está bien, reconozco que tu Kenoplasma es muy superior al mío. ¿Pero sabes qué más? —decía Naamah con la arrogancia de una diva o una emperatriz—. En los conflictos entre el Maná, el Prana y el Kenoplasma, lo que más marca la diferencia de poder, es el nivel y las cualidades del Chi. No por nada los inmortales chinos crearon las Artes Marciales con Chi, para enfrentar el Prana, el Maná y el Kenoplasma de los otros Panteones.
—Tienes razón en eso. Y a pesar de que no entrenas mucho, tienes un Chi Yin bastante alto. Sin embargo, tu carencia de suficiente entrenamiento, te hace tan patética como un soldado que apenas sabe mover una espada de diamante. Aun siendo la segunda más fuerte de tu reino infernal, no eres digna de tal elogio, y ni siquiera de ser llamada "demonio".
—¡¡¡Grrr, eso sí que no te lo paso; ahora sí te voy a partir todo lo que se llama cara!!! —exclamó Naamah con tanta furia, que soltó un rugido estremecedor de caimán gigante, las venas de su frente se hincharon, y sus ojos ganaron un brillo azul.
—¡¡Naamah no!! —exclamó Israel, ya sabiendo que venía otra acción impulsiva de la diablesa. Y por eso intento sujetarla del hombro izquierdo.
No obstante la diablesa se movió a una velocidad, que incluso tomó por sorpresa al ángel pelirrojo, llegando a evitar ser sujetada por él. Y es que la diablesa estaba tan enfadada, que se dispuso a atacar con todas sus fuerzas; de manera que alcanzó una velocidad, comparable a la de Buda en su forma base.
Tal era la velocidad de la diablesa, que para los dos humanos y las dos Valquirias la acción sucedió en un abrir y cerrar de ojos. Pero desde la perspectiva de Israel, todo sucedía en cámara muy lenta; solo él podía ver como Naamah corría al frente, con el puño derecho más que listo para golpear al Rey Demonio Rakshasa, quien también se movía a la misma velocidad y preparaba el puño izquierdo para contraatacar.
Israel estuvo por también liberar gran parte de su fuerza, con el fin de moverse más rápido que su prima, y así sujetarla antes de que destruyera toda la zona, con solo la onda de choque que generaría el impacto de su puño.
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Pero al final, no hubo onda de choque, y el ambiente regreso a la normalidad. Israel tampoco necesito actuar. La razón de todo esto fue que la energía Kenoplasma se disipó, y el puño de ambos demonios fue detenido, antes de chocar entre sí: el de Ahiravana por un meñique y el de Naamah por un pulgar. Ambos dedos pertenecían a la mano derecha de una persona, que apareció justo en medio de los dos demonios de alta categoría.
La persona era alta, de piel morena y estaba cubierto por un manto con capucha andrajoso, de manera que solo se podía ver sus brazos y el pantalón blanco holgado que traía.
—No sé qué pasa últimamente que todos quieren matarse a golpes. Pero si van a hacerlo, al menos háganlo en un lugar donde no haya ni rastros de vida, que pueda salir perjudicadas —dijo el hombre, con una voz masculina que denotaba decepción.
Los dos demonios al principio estaban paralizados de la sorpresa. Luego se separaron de la persona; Ahiravana dio un par de pasos atrás y volvió a su expresión neutra, mientras que Naamah regreso al lado de Israel y le sujetó del brazo derecho con notable temor. Esto se debía a que ambos demonios reconocieron al instante a la persona.
"La voz de este hombre...", pensó Naamah, sujetando con ambas manos el brazo derecho de Israel con más fuerza, ya que reconoció muy bien la voz de la persona.
—No quiero ofenderlo señor, pero no engaña a nadie con ese disfraz —dijo Ahiravana de forma educada y cuidadosa—. Si va a pasear entre la multitud disfrazado para no causar revuelo con su sola presencia, lo mejor sería variar de disfraces y tono de voz. O sea no usar casi siempre el mismo disfraz, ni hablar igual. Lo digo como un experto en el área. No se lo tome mal, Señor Shiva.
Al revelar la identidad del hombre misterioso, éste fue cubierto por una breve llamarada de fuego azul, que cambió su apariencia por completo: ahora era el Dios Hindú de la Destrucción, Shiva.
La revelación hizo que tanto las Valquirias como Gotouge se pusieran blancas del terror. Cuzco también se sobresalto; no era una sorpresa que la primera advertencia que tuvo al poner un pie en ese torneo lleno de inmortales, fue la de que hiciera todo lo posible para no molestar a Shiva. Después no ha dejado de escuchar sobre el miedo que Shiva infundía en los demás dioses, con nada más que con su presencia.
Pero al fin y al cabo eran solo historias, advertencias y testimonios dichos por inmortales llenos de miedo. Cuzco no lo conocía en persona, por lo que no podía saber con certeza el tipo de dios y hombre que era Shiva. Y ahora que lo tenía de frente, podía decir con certeza que era cierto lo de que su sola presencia intimidaba: su alta estatura, gran desarrollo muscular y elegante vestimenta tribal, lo hacían parecer a simple vista un campeón tribal capaz de arrasar con ejércitos masivos por sí solo.
Era como una visión más "humanizada" y menos salvaje de Rudra. Pero en contraste al dios-tigre, la mirada de Shiva denotaba la serenidad de un maestro con décadas de experiencia, que intentaba sonreír para dar algo de luz en tiempos oscuros. Y la sensación que transmitía era muy pacífica, casi como el más tranquilo día que hay, antes de que comience la más feroz de las tormentas.
De cierta manera a Cuzco le recordó a los guerreros más antiguos de su aldea, tan respetados y admirados por su sabiduría y fuerza, que hasta los mismos reyes y plebeyos acudían a ellos en busca de consejos y protección.
No era la primera vez que Cuzco se sorprendía de una contrariedad así. De hecho, la primera vez que conoció a Israel, pensó que éste era algún guerrero salvaje de una tribu violenta. Pero se sorprendió al conocerlo mejor, y descubrir que era un hombre pacífico, portador de una inteligencia y madurez característica de un adulto, que además parecía contener el espíritu feliz y amable de un niño de corazón puro.
—Eso lo sé, pero igual agradezco el consejo, Ahiravana. Y también sé que estás ansioso por resolver un conflicto de tu pasado. Pero las reglas son claras; debes esperar a que llegue el turno de pelear de ustedes dos, a menos de que haya un cambio en el programa —dijo Shiva, con una mirada severa puesta en el Rey Demonio—. Si vas a esperar entrenando o luchando contra alguien más, que sea lejos de aquí. Si no es el caso, será mejor que vuelvas con tu equipo.
—Lo entiendo. Volveré enseguida —contestó Ahiravana de forma educada, juntando las manos frente al pecho e inclinando un poco el torso, tal como los gestos de mayor cortesía de las culturas asiáticas—. De todos modos, mi combate no es con la malcriada hija de Lucifer, sino con el infantil hijo de San Gabriel —agregó enderezando la espalda y bajando las manos, mientras le dirigía una mirada molesta a la pareja ángel y diablesa.
—"Mi combate no es con la malcriada hija de Lucifer, sino con el infantil hijo de San Gabriel" —arremedaba Naamah con mala cara, una burlona voz gruesa y haciendo con la mano derecha el gesto de alguien hablando.
—Naamah... —dijo Israel dando un suspiro cansado.
—Un consejo Israel: enséñale modales a esa cosa que tienes de prima. O sino, tarde o temprano te traerá graves problemas —advirtió Ahiravana dándose la vuelta.
—"Enséñale modales a esa cosa que tienes de prima. O sino, tarde o temprano te traerá graves problemas" —arremedaba Naamah de nuevo, y esta vez sacando la lengua al final a modo de burla.
—Eso estoy intentando —contestó Israel mirando al techo por un momento, avergonzado aún más.
El Rey Demonio del Lanka, tras darle la espalda a todos, dio un paso al frente y entonces se manifestó un círculo de sombras delante de él. Luego ingresó al interior de aquellas sombras, las cuales desaparecieron junto con él poco después.
https://youtu.be/dHXY0AqLfg4
—Que bueno que se terminó —dijo Brynhildr dando un respiro de alivio.
—Y fue porque eligieron al Señor Shiva como el que mantiene orden aquí —agrego Geir, aunque seguía temblando.
—Sí. Y desde que comenzó el torneo, con esto ya van veinte confrontaciones que detengo —decía Shiva, girándose para mirar de frente al Equipo Cuzco—. Pero es el precio de tener a tantos inmortales diferentes reunidos en un solo lugar... —Shiva centra la atención en el dúo ángel y diablesa—. Al fin tengo el honor de conocerlos en persona, Israel Yahweh, Naamah Satán.
—Joooder. Es lamentable que un ángel y un dios sean más respetuosos conmigo, que alguien de mi propia raza —comentó Naamah bajando la mirada y cerrando los ojos, con total lastima y molestia—. Imagino que la Señora Durga le hablo bien de mí, Señor Shiva.
—Según mi esposa, eres una "niña" muy encantadora que la hace reír mucho —contestó Shiva con una pequeña sonrisa divertida—. No sé si para ti eso cuente como hablar bien de tu persona.
—Lo hace. Bueno, es mucho mejor que todo lo que he escuchado sobre mí últimamente. Ni siquiera un viejo conocido de mi familia me respeta, y hasta insulta en mi presencia a mi serio primo Israel, llamándolo "infantil".
—En realidad no lo insulto. Así es Israel, cuando sus emociones contenidas se liberan con la Omnipotencia. Básicamente, libera su lado divertido.
—¡Espera ¿qué?! ¡Yo no sabía sobre eso! —decía Naamah ampliando los ojos del asombro, estupefacta por lo que Shiva dijo.
—Y mejor que no lo sepas. No hace falta hablar de eso ahora mismo —dijo Israel levantando la mano izquierda y agitándola un poco, denotando vergüenza y molestia.
—¡Ja, ja, ja! No hay porque avergonzarse. Mi esposa se ha reído mucho de las ocurrencias y creaciones que hacías, cuando empezaste a entrenar con la Omnipotencia activada. También recuerdo la cara que puso mi hermano Brahma, cuando creaste el País de las Maravillas.
—Y también recuerdo los regaños de mi tía Athenea, cuando convertí el Monte Olimpo en una montaña de helado de chocolate —dijo Israel, rascándose la frente con el dedo índice izquierdo—. Aunque mi padre y la tía Nyx me elogiaron por ser una broma divertida.
—Claro que lo era, y más para alguien en tu caso, que no pudo tener una infancia completa. La infancia está para disfrutarla. Los problemas y las responsabilidades vienen después —decía Shiva, al principio con buen humor, para entonces adoptar un semblante serio—. Y por lo que sé, todavía sigues indeciso de si aceptar o no las responsabilidades, que tu poder Pranayama te ha otorgado desde el día de tu nacimiento.
—¿Usted también? ¡Pero vamos a ver: ¿Cuál es el maldito problema de todos con interferir en la vida de Israel?!
Pregunto Naamah disgustada y poniéndose la mano derecha en la cintura, mientras que con la otra seguía sujetando el brazo del ángel pelirrojo. Pese a que la diablesa tenía un notorio miedo hacia el Dios Hindú de la Destrucción, no se inmutaba ante nadie cuando quería defender a alguien de su familia. Aunque esto llenaba de preocupación y miedo a las Valquirias y Gotouge por la forma en cómo se dirigía hacia el Supremo Destructor.
—Solo estoy dando mi opinión, como alguien que estuvo en su misma posición —contestó Shiva, para entonces levantar la mano derecha, y manifestar una hermosa llama de color azul celeste en la palma de su mano—. Por cada individuo existe un poder Pranayama. Y aun cuando estos poderes de Prana están divididos en cinco tipos, existen muchos que son parecidos. Sin embargo, aún hoy en día, el mío continúa siendo único: un poder que lo consume todo, y de las cenizas construye algo nuevo. ¿Pueden imaginar el tipo de vida que me ha dado, el tener un poder así?
—No un tipo de vida que deseabas, eso es seguro —comentó Naamah con una actitud sarcástica.
—En mi caso, no. Claro que hubo algunos que me entendían. Primordiales únicos como Ymir, quien tenía la capacidad de crear nueva vida a partir de su propia sangre. Y también estaban seres como San Gabriel, quien tenía un talento para un camino que él no deseaba recorrer.
—Pero mi padre me apoyaba en que debía seguir mi propio camino —decía Israel, ahora frunciendo el ceño.
—Lo mismo hacía mi padre, y mira cual es el resultado—agregó Shiva, elevando el fuego azul por encima del dedo índice—. De niños soñamos tanto con el tipo de persona que seremos de adultos, que llegan a ser más que solo sueños infantiles: son el propósito que guía nuestras acciones y decisiones, a lo largo de nuestro crecimiento. Sin embargo, al final terminamos siendo algo muy diferente a lo que aspirábamos de niños.
—Hay mucha verdad en eso. No obstante, también es cierto que hay quienes lograron cumplir sus sueños.
—¿Pero cuántos son ellos, a comparación de los que no pudieron hacerlo?
La pregunta dejó en silencio al ángel pelirrojo, por lo que Shiva continuó hablando.
—Existe una diferencia muy abismal. Y aun cuando haya quienes cumplieron su sueño, eso no asegura que tú también puedas. La vida es compleja, impredecible y tiende a dar muchas vueltas, a menudo absurdas en personas como tu padre y tú. Es muy común que durante el trayecto hacia la meta soñada, pueden ocurrir dos sucesos: que te rindas en algún punto del camino, o que decidas sacrificar tu propio sueño por algo más... como tuve que hacer yo.
Después de dar esa respuesta, Shiva dio un suave toque a la llama azul en su palma con el dedo índice. En consecuencia, la llama explotó en un flash celeste, y se dividió en diferentes chispas azules, que al poco tomaron forma de galaxias alrededor de Shiva, quien seguía su diálogo.
—A veces es necesario sacrificar tus propios sueños, para hacer lo correcto; sacrificar tu propia felicidad, para que todo lo que te importa, no sea reducido a cenizas injustamente... —al decir esto, las galaxias de fuego alrededor de Shiva comenzaron a disolverse en chispas, que al rato desaparecían en el aire—. Al igual que tú, soñaba con una vida diferente a la que los demás necesitaban que yo tuviera... Sin embargo, una serie de eventos me obligaron a aceptar el camino, al que me conducía mi poder. Y lo hice, por el bien de mis hermanos, de mi pueblo, de la nueva familia que forme, y de todo lo amado por aquellos que hoy no están aquí.
—Como el gran señor Ymir... —comentó Brynhildr, denotando pesar al igual que Geir.
—Y la abuela Khaos —agregó Naamah, intentando mostrarse fuerte, aunque en el fondo también se sentía mal por ello.
Por otro lado, Israel permanecía en silencio, pensando en todo lo que decía Shiva. Y la verdad es que lo comprendía. No obstante, tenía presente el consejo que le dio su prima diablesa aquella noche en la cabaña provisional, antes de que sucedieran los eventos que los trajeron a este punto.
https://youtu.be/bQs4XhxfZ8I
—Para ser sincero, entiendo lo que dices. Pero ya lo he decidido —decía Israel, bajando la mirada por un momento, para luego volver a alzarla y ver a Shiva—. La vida de Dios Supremo y presidente del Consejo de los Elohim, no es la que yo deseo. Y de todos modos, tú ya has visto cómo soy yo, cuando uso la Omnipotencia... Soy incluso peor que mi abuelo en su juventud...
Al decir eso, Israel recordó con absoluta vergüenza el día en que alcanzó el Nirvana, y los 91 años en los que duró con la Omnipotencia activada. Fueron tiempos que él deseaba olvidar, porque su caso era mucho más peligroso que un ser iracundo como lo es Agni, o una entidad cósmica de emociones impulsivas como lo era YHWH en su juventud.
No había nada más peligroso, que el poder de la creación en manos de un niño.
—Tienes razón: tu alma y corazón aún son muy jóvenes, a comparación de tu mente madura y sabia. También sigues siendo un aprendiz en tu disciplina; ni siquiera le has dado un nombre propio, como lo hicieron tu padre y aquel humano israelita llamado Sansón. No obstante, eso evolucionará según vayas creciendo; tu abuelo y tu padre pasaron por una etapa similar, antes de ser los maestros que son hoy en día.
—Aun cuando mi alma y corazón maduren, yo no cambiare mi decisión. Buscare mi propio camino, y tendré mi propia vida —dijo Israel todavía firme en su meta, lo cual hizo sonreír de orgullo a su prima diablesa.
—En ese caso, ¿estás dispuesto a sacrificarlo todo, para alcanzar tu propio sueño? —pregunto Shiva arqueando una ceja, dejando en silencio al ángel pelirrojo una vez más—. Te estoy sugiriendo que aceptes tu destino, para que te ahorres sufrimientos innecesarios. En lo personal, no deseo que alguien de corazón puro y joven como tú, tenga que pasar por la misma terrible experiencia que yo, para tener que aceptar su destino.
Después de decir eso, Shiva dio un par de pasos hacia atrás, mientras su cuerpo comenzaba a emanar una llameante energía Prana de color azul intenso.
—Piénsalo bien, y antes de actuar ten en cuenta las consecuencias de tus acciones —decía Shiva al principio con seriedad, para entonces mostrarse alegre y jovial de nuevo—. Por otro lado, ¡también quiero felicitarlos a todos ustedes por la victoria de su equipo! Brunhilde, cuando veas a Rudra, dile de mi parte que hoy demostró estar en lo correcto.
—¿En lo "correcto"? Disculpe mi intromisión, Señor Shiva, pero puedo saber ¿a qué se refiere con eso?
—Claro que puedes, sobre todo tú por ser ahora parte de la familia de Rudra. Dile que hizo lo correcto en no abandonar sus emociones, para aceptar el poder completo del Mahadeva. Tuvo la razón en rechazar el Poder de la Destrucción, porque todo lo que necesita y le basta para llegar lejos, es la voz de su familia...
—Sí... Igual que usted... —dijo Israel intentando sonreír, solo para quitarse el mal sentimiento que le dejó la charla—. Escuche que rompió otra vez su récord de 1.500.000 años con la Omnipotencia activada. Usted es un ser increíble.
—¡¡¡¿Ehhhh?!!!
Exclamaron Gotouge y Cuzco atónitos por la noticia del récord; tanto que sus gritos se escucharon por todo el pasillo.
—¡¡¿Usted es quien tiene el récord máximo en esa categoría?!! —pregunto Cuzco, tan asombrado de saber ese detalle, que su cabello se levantó y sus ojos se agrandaron.
—No es de sorprenderse. Tener la Omnipotencia activada, como diría San Gabriel, es el pan de cada día para mí —explicaba Shiva con una sonrisa jovial y despreocupada, mientras el fuego azul en su cuerpo lo cubría cada vez más, desde los pies hasta llegar a la cabeza—. ¿Por qué crees que tengo la piel azul casi todo el tiempo?
Después de revelar ese último detalle, Shiva desapareció en un flash de llamas azules, dejando al par de humanos atónitos con lo dicho. Mientras tanto Brynhildr y Geir solo se reían de la reacción de los dos humanos.
Israel también soltó una pequeña carcajada, debido a que su lado más infantil no pudo resistir el reírse de la reacción casi caricaturesca que hacían los humanos. Naamah, por su parte, estaba orgullosa y feliz de que Israel estuviera decidiendo por sí mismo su propia vida; aunque también estaba sorprendida por un paralelismo muy curioso.
En un sentido metafórico, Israel y Shiva eran parecidos en sus trasfondos, con la diferencia de que uno todavía era un joven soñador que buscaba su propia vida, mientras el otro era un adulto maduro cuya experiencia lo hizo aceptar la vida que antes no deseaba.
Y además, había un choque de "Verdades" entre ellos dos, parecido al choque entre sus poderes: el Fuego de la Creación, y el Fuego de la Destrucción.
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