Capítulo XVII: Rudra vs Buda (II)
https://youtu.be/bkofRnfGh2A
[Habitación del Equipo Cuzco]
—Ja. Qué extraño... —decía Naamah con una sonrisa burlona, mientras se ponía la mano derecha en la barbilla de forma pensativa—. Por lo que me contó Israel, te molestaste mucho cuando fuiste unida junto con tu señora Freyja a Rudra. Pero ahora pareces muy "fanática" al referirte a él. ¿Qué sucedió? ¿Te hizo cambiar de opinión, jalándote el cabello mientras te dejaba el trasero más abierto y rojo, que el mar dividido por Moisés? ¡Pfff! ¡¡Ja, ja, ja!!
—¡Señorita Naamah eso es una falta de respeto muy grave! —exclamó Geir con ira, bastante ofendida de la manera en la que la diablesa se dirigía hacia la capitana Valquiria.
—Déjala Geir. Se nota que es hija de su irrespetuoso padre —dijo Brynhildr haciendo una mueca de disgusto, con los ojos cerrados, y una notable vena de su frente hinchada por la rabia.
—¿Está mejorando? —pregunto Cuzco con los ojos entrecerrados, dirigiendo la mirada hacia el ángel pelirrojo.
—Sí, está mejorando. Antes lo habría dicho de forma más "vulgar", créeme —respondió Israel, tapándose la cara con una mano por pena ajena del reciente comentario de su prima, quien seguía riéndose de su propio chiste.
—Para tu información, hija de Lucifer, en realidad sólo aprendí a respetar a Rudra, tras conocerlo en mayor profundidad —decía Brynhildr abriendo los ojos, con la mirada enfocada en el Rey Tigre—. Fui unida a él, como símbolo de paz entre el Valhalla y Rudra. Admito que al principio me repugnaba por ser él una bestia, que además tenía ciertas similitudes físicas con el Proto-Humano Adán.
»Pero al pasar cada noche, en la que él no me tocaba sin mi permiso, comencé a entender por qué las otras mujeres con las que fue unido por el Sello de Paz, lo amaban tanto. Rudra tiene la fuerza para obligarnos a hacer lo que él quiera, pero nos respeta, elogia, valora y no nos toca si no queremos. Y aun cuando puede tener cuanto placer quiera con todas nosotras, no lo hace por eso.
»No le interesa los placeres carnales, porque él es puro instinto animal. Pero también posee una empatía y sentido del respeto, que lo hacen alguien gentil, fiero y noble. Además, pese a que su única satisfacción son las peleas, no es un loco asesino ni tampoco alguien que disfruta pelear por espectáculo. Y para ser sincera, me encanta todas esas cualidades de él... ¡También me gusta su color de cabello y ojos!
—¡Je, je! Sí, te comprendo. ¡Snif! Ahhh... —decía Naamah calmandose las risas—. A mí también me gusta mucho el color rojo, pero adornado con naranja —agregó ella con una sonrisa traviesa, mientras usaba un mechón del cabello de Israel para acariciarle la mejilla, igual que un plumero, por simple juego.
Pero claro Israel no estaba de ánimos para juegos, ni mucho menos los de ese tipo. Por lo que apartó la mano de su prima diablesa de forma respetuosa, aunque terminó haciendo un resoplido molesto, que a Naamah le pareció muy divertido.
[Arena de Duelo]
Mientras tanto en lo alto de las gradas, en dos filas de sillas reservadas para invitados especiales, se encontraban las diosas presidentas Danu y Pachamama, junto con otras diosas más, que pertenecían a Panteones diferentes.
https://youtu.be/u_78h2iNXr8
—Ya sabía yo que algún imbécil rencoroso aprovecharía este torneo para tener una revancha contra nuestro amado.
Dijo, con un tono bastante disgustado, una mujer que parecía ser de origen india del norte y aparentaba tener la misma edad que Rudra; de constitución bastante tonificada y esbelta, con pechos grandes y voluminosas caderas, estatura alta (1, 89 m) y piel de tono melocotón. Sus ojos eran de color azul oscuro. Y tenía el cabello largo hasta la barbilla, y de color naranja con mechas negras. Cubría sus senos con una tela azul en forma de "X" adornada con trazados de mándala dorados, y llevaba un pantalón ajustado de color celeste, con una piel de tigre alrededor de la cintura a modo de capa, atada con una cinta negra.
Tenía en sus antebrazos y pies hasta las rodillas cintas blancas. Sin embargo también era notable que en todo su cuerpo había marcas negras semejantes a las rayas de un tigre, en vez de orejas tenía las de dicho animal del mismo color que su cabello, la pupila de sus ojos era hendida como la de un felino, y por último poseía arriba de su trasero una larga cola de tigre del mismo color que sus orejas y cabello.
Ella era la primera esposa de Rudra; la Diosa Hindú del Poder Universal y Reina Tigresa Madre de la tribu de hombres-tigre Marutgana, Shakti Chamunda.
—Así es "hermana". Y lo más irónico es que Buda terminó salvándole la vida a Zeus —decía Pachamama con una sonrisa divertida—. Porque nuestro querido Rudra se ha hecho mucho más fuerte que cuando visitó el Monte Olimpo.
—Y de todos modos su ridículo control sobre el tiempo es inútil. Ya que nuestro marido está en un nivel tan alto, que el tiempo ya no existe para él, literal.
Dijo, con un tono humorístico y cordial, una mujer joven que aparentaba ser una mestiza entre india y alguna tribu europea, y también parecía rondar entre los 24 y 26 años; de estatura alta (1, 85 m), piel clara de un tono casi rosa, constitución tonificada con enormes pechos y voluminosas caderas. Sus ojos eran de un brillante color azul claro zafiro, y tenía el cabello blanco resplandeciente. Además tenía una cola y orejas de lobo del mismo color que su cabello.
Como ropa traía una simple tela roja alrededor de sus senos como sostén, y una tela negra en la entrepierna como ropa interior femenina, teniendo la parte delantera y la trasera siendo cubierta por una larga tela de mismo color que le llegaba hasta las rodillas. Además llevaba una pequeña capa hecha de piel de lobo gris, con la cabeza lobuna a modo de capucha. Y se cubría los antebrazos y las piernas hasta las rodillas con cintas negras.
Era una mujer-lobo inmortal, parte demonio Rakshasa, nativa de las tribus indoeuropeas de las que descienden los habitantes de Dacia, Polonia y Rumania; la misma mujer que inspiró el mito baltico de la Diosa de la Cacería, la Luna y los Animales, Dziewanna (Devana). Era la segunda esposa de Rudra; la ancestral Matriarca de los Lobos, Reina del Bosque y Señora de los Animales, Raksha Dziewanna.
—Y además, con el "pequeño ejercicio" que le dimos a nuestro marido, está mejor que nunca: como nosotras, ¡Je, je, je! —agregó Danu con una pequeña sonrisa inocente, mientras tenía un pequeño sonrojo en sus mejillas y se reía de forma risueña.
—¿Pero no creen que hubiera sido mejor que le devolviéramos algo de energía? ¿O por lo menos hubieran pedido que le dieran un pequeño descanso? Literalmente no ha descansado casi nada, desde que empezó la rutina de aparearse con todas nosotras.
Comentó, preocupada y bastante seria, una mujer de origen chino que parecía rondar por los 20 años; de piel casi blanca, constitución atlética con pechos un poco grandes, y piernas bastante tonificadas. Sus ojos eran de un brillante color rojo. Tenía el cabello corto hasta debajo de la barbilla, de color morado negruzco, sujetado en dos coletas y con algunos flequillos largos. Además tenía los labios de un color rosa claro natural, y un sombreado negro alrededor de los ojos.
Como ropa llevaba un pantalón holgado negro con rayas de tigre color rosa, junto con una ajustada camisa corta sin manga de color rosa, con un pequeño escote, bordes negros y el símbolo del Yin y Yang en la espalda. Traía vendas negras en manos y pies. Y además, lo más destacado de ella, eran sus orejas y nueve colas de zorro del mismo color que su cabello, junto con unos pequeños cuernos negros en la frente.
Era una especie de bestia, mitad demonio y mitad zorro, nativa de China y de la tierra que en el futuro sería conocida como Corea, donde ella recibiría el nombre "Kumiho". Era la nueva esposa de Rudra; la Reina Demonio Zorro del Panteón Chino, Su Daji.
https://youtu.be/HeejVoiRSUk
—Descuida "hermana mayor". Rudra tiene una resistencia y vitalidad muy por encima de cualquier inmortal. ¡Tiene energías de sobras para aplastar a diez Dioses Supremos, Reyes Demonio y Señores Oscuros juntos!
Comento, con un humor positivo en su máxima expresión, una mujer joven de origen japonés, que aparentaba estar por los 19 años; de piel clara y constitución delgada y voluptuosa con pechos enormes. Sus ojos eran dorados y su cabello largo, liso y de color blanco como la nieve con mechas rosadas. Llevaba un elegante vestido rojo de falda bastante corta, mangas separadas, adornos dorados y una tela rosa envuelta en antebrazos. Además contaba con adornos en el cabello y pulseras.
Pero lo más destacado de ella, era que también tenía nueve colas y orejas de zorro, pero al ser del color de su cabello también eran blancos. Y es que a diferencia de Su Daji, ella era una kitsune celestial.
Era la hija del dios japonés Inari II, y por lo tanto nieta de Inari I; la Reina Zorro del Panteón Japonés y octava concubina de Rudra; la Diosa Japonesa de la Fertilidad, Inari III.
—No me llames "hermana mayor" —dijo Daji con molestia—. Tú eres una diosa-zorro, y yo una demonio-zorro. No podemos ser amigas ni menos considerarnos "hermanas".
—Pero ambas hicieron tan buen equipo mientras hacían el amor con Rudra, que parecían llevarse muy bien. ¡Los tres hicieron un magnífico trío!
Dijo, con energía y felicidad juvenil mientras tenía las manos juntas cerca del pecho, una mujer de origen africano que parecía ser de 30 años. Tenía una constitución voluptuosa, con enormes pechos y ojos de color verde celeste. Su cabello era largo, rizado y negro carbón, con un flequillo en la frente. Además tenía labial negro y algunas rayas rojas tatuadas por todo el cuerpo. Y como ropa llevaba telas violetas a modo de sostén y falda, junto con un cinturón, grebas y brazales hechas con piel de cebra. Y como adorno traía un collar con colmillos.
Era la hija del dios jefe africano Umvelinqangi, nativa de la Tribu de Dioses Africanos Zulú, y quinta concubina de Rudra; era la Diosa Africana de los Arcoíris y la Lluvia, Mbaba Mwana Waresa.
—Eso fue solo porque, como bestias hembras, tuvimos que ayudarnos para poder dominar a nuestro compañero macho. Pero no podemos llevarnos bien. De hecho, no debería llevarme bien con ninguna de ustedes —decía Daji entrecerrando los ojos con molestia.
—¡Ja, ja, ja! ¡Oh vamos, no te hagas la "hembra dura" pequeña zorrita! Todas nosotras somos aliadas y hermanas de clan, por estar unidas a nuestro querido Shere Khan. Y él nos aceptó a todas nosotras, sin importar si somos diosas o demonios, o incluso si nos persigue una mala reputación de "guerreras sanguinarias".
Explicó, con un tono orgulloso y carismático mientras estaba cruzada de brazos, una mujer de origen egipcia, que aparentaba 25 años; de piel bronceada, ojos dorados, cabello dorado ondulado y largo hasta la cintura, y constitución tonificada y voluptuosa con pechos grandes. Además tenía delineado negro alrededor de los ojos, y sus labios estaban pintados de rojo oscuro.
Como ropa llevaba solo un sostén de oro puro, junto con una tela alrededor de su cintura a modo de falda, sujetada con una correa dorada, que dejaba visible sus gruesas piernas. También portaba una corona de oro egipcia con la forma del rostro de una leona, con una cabellera integrada a modo de melena. Sin embargo podía apreciarse que entre su cabello tenía orejas de león, en vez de humanas. También contaba con pupilas hendidas y una cola de león. Ella era una mujer-leona inmortal, y no una cualquiera.
Ella era la primogénita del Dios Supremo egipcio Ra, y tercera concubina de Rudra; la Diosa Egipcia de la Guerra y Reina Leona de Egipto, Sekhmet.
—O incluso si antes fuimos esposas o amantes de algún ser que lo odia a él, como es en mi caso. Aunque mi hijo Baldur todavía se niega a llamarlo "papá".
Agregó, con un tono cariñoso y lleno de admiración, una mujer de origen nórdica, que parecía rondar cerca de los 35 años. Su constitución era delgada y bastante atlética. Tenía los ojos azules, y como todo nórdico su piel era clara, y como la mayoría era rubia; aunque su cabello era de un amarillo casi blanquecino, rizado y largo. Llevaba un vestido azul oscuro germánico bastante "modesto", con adornos de oro como brazaletes y ornamentas.
Tenía una porción del cabello recogido en una trenza delgada en ambos lados de la cabeza. Y además llevaba un abrigo de piel a modo de capa. No obstante también contaba con otras características físicas, como pupila hendida, manchas grises en las partes visibles de su cuerpo, orejas de gato ocultas debajo de sus trenzas, y una cola de gato escondida bajo su capa. Era una mujer-gata inmortal, además de ser también una diosa Vanir.
Era la Reina de la Tribu de los Dioses Vanir; líder de los mismos y Reina del Ejército de las Valquirias; ex esposa de Odín y actual undécima concubina de Rudra; era la Diosa Nórdica de las Brujas y actual Reina Gato del Territorio Nórdico, alabada por los humanos bajo el apodo "Frigg" (Amada) y conocida por todos los inmortales bajo su verdadero nombre, Freyja.
—Aunque de todos modos, ya te has llevado bien con una diosa —comentó Sekhmet con un tono burlón.
—¿De qué hablas leona ególatra? —pregunto Daji con el ceño fruncido.
—Se refiere a Dziewanna. O como tú la conoces, Raksha. En realidad ella no solo es parte Rakshasa, sino también diosa.
Explicó, con total jovialidad y una radiante sonrisa en su rostro, una mujer de origen maya que parecía estar por los 22 años; de piel bronceada y cuerpo delgado con pechos medianos y figura un poco esbelta, por lo que tenía un aire juvenil en comparación a las demás mujeres adultas. Sus ojos eran dorados y el cabello de color negro y corto hasta la barbilla.
Además tenía marcas negras que simulaban manchas de jaguar, lo cual era notable debido a que, como ropa, solo llevaba un conjunto sencillo de sostén y falda, adornadas con placas de oro y hojas. Y como extra traía una pequeña corona adornada con plumas. Sin embargo también era notable que en vez de orejas humanas, tenía orejas de jaguar y una cola de dicho animal, ya que ella era una mujer-jaguar negra inmortal.
Era la Reina Jaguar Negra del Panteón Maya, hermana mayor del dios mexica jaguar Tepeyóllotl, y también séptima concubina de Rudra; era la Diosa Maya de la Luna, Awilix.
—¡¿Qué?! —exclamó Daji con absoluto asombro, y luego dirige la mirada hacia su izquierda para ver a la mujer-lobo, quien se encontraba sentada entre la misma kumiho y la diosa-tigresa—. ¡¿Cómo es eso de que también eres una diosa Deva?!
—En realidad no es una diosa de las tribus de los Devas. Se puede decir que es una mestiza entre diosa Æsir y diosa Olímpica —explicó Awilix tocándose el labio inferior con el dedo índice derecho
—¡¿Pero qué?! —exclamó Daji confundida como jamás lo estuvo, viendo a la diosa-jaguar que se encontraba sentada en un asiento delante de la kumiho—. ¡¿Raksha de qué están hablando?! —decía la kumiho volviendo a ver a la mencionada licántropo hembra—. ¡¿Acaso no habías renacido como una mujer-loba en el Territorio Hinduista?!
—En realidad nací, o mejor dicho renací, originalmente en una tribu de licántropos del sureste del Territorio Nórdico; cerca de la frontera con el Territorio Griego —explicó Raksha con una sonrisa penosa—. Larga historia.
—¡Una muy romántica; tanto como la mía! —agregó Waresa cerrando los ojos, esbozando una gran sonrisa de emoción y ganando un notable rubor.
—Y también tan caótica como la mía; hasta hubo ríos de sangre, colapsos de reinos y explosiones de galaxias —agregó Sekhmet sonriendo con orgullo, mientras recordaba la caótica batalla que tuvo con Rudra, solo para ganarse su respeto y conseguir una Unión Eterna con él.
—Que exageradas son ustedes...
Comento, de forma molesta y avergonzada, una chica de origen azteca, piel morena, altura un poco baja en comparación a las demás (1, 65 m), constitución bastante delgada y esbelta con pechos pequeños. Sus ojos eran de un intimidante color ámbar. Y su cabello tenía un antinatural color violeta oscuro. Como ropa llevaba telas azules simples a modo de sostén y falda larga, junto con pulseras y una corona azteca de jade, todo adornado con plumas.
Era la antigua líder del clan de dioses estelares del Panteón Mexica, y la actual novena concubina de Rudra; era la anterior Diosa Mexica de la Luna, Coyolxauhqui.
—¿A sí? ¿Entonces cómo fue tu historia con el Rey Tigre? —pregunto Daji arqueando una ceja, con la mirada fija en la joven diosa azteca, quien se había ganado la atención de la kumiho, por ciertos detalles curiosos—. Digo, la molesta cervatilla Artemisa y tú son las más jóvenes del clan de hembras de él. Pero aunque ya eres mayor de edad, todavía no tienes la madurez física suficiente para despertar el instinto reproductivo de una bestia varón adulto. Ni mucho menos el de alguien como Rudra, que prefiere a las hembras con cuerpos bastante maduros.
—Eso no es de tu incumbencia —respondió Coyolxauhqui cruzándose de brazos, cerrando los ojos, poniendo la mirada al frente y levantando la barbilla.
—Primero que nada zorrita demonio, ¿conoces algo de esta pequeña malcriada? —pregunto Shakti con una sonrisa divertida.
—Lo suficiente. Intentó matar a su propia madre y a su propio hermano menor. Pero su hermano menor, Huitzilopochtli, la derrotó y asesinó —decía Daji, haciendo memoria de lo que sabía sobre la diosa azteca—. Aunque obvio eso no fue todo.
—¡Je, je! Claro que no fue todo —decía Danu con una sonrisa divertida, mientras ponía la pierna derecha encima de la rodilla izquierda—. Como cualquier inmortal, acabó renaciendo unos siglos después. Y cuando recuperó todos sus recuerdos, su hermano menor quiso volver a matarla. Pero la madre de ambos lo detuvo. Su madre, Coatlicue, es una vieja amiga mía y de Pachamama, por lo que nos contactó para pedirnos un favor.
—El favor fue que convenciéramos a Rudra de que aceptara a la hija rebelde de Coatlicue como una concubina más, por medio de una Unión Eterna —explicó Pachamama, todavía mostrandose serena, pero teniendo una pequeña sonrisa—. Y no solo como Sello de Paz entre el Panteón Mexica y él, sino también para evitar que los demás dioses mexicas volvieran a sacrificarla por sus crímenes pasados.
—En otras palabras, Coatlicue salvó a su malcriada hija, convirtiéndola en una concubina más de Khan —simplifico Sekhmet con un tono burlón, para después empezar a tocar con el dedo índice izquierdo la mejilla de la diosa azteca, quien se encontraba sentada al lado derecho de la diosa-leona—. Aunque en mi opinión, debió esperar a que el cuerpo de su hija madurara un poco más. Así le cuesta bastante hacer que nuestro Rey Tigre la "fertilice" más de una vez.
—¡Cállense! —exclamó Coyolxauhqui mientras apartaba la mano de la diosa-leona con la mano izquierda de forma brusca—. ¡No subestimen el cuerpo de una chica joven! ¡Además no necesito enormes pechos ni parecer una treintona para lucir atractiva!
—¡Je! Típica respuesta de una joven inmadura para elevarse el autoestima —dijo Sekhmet con los ojos entrecerrados y sonriendo de forma arrogante, mientras la chica azteca gruñía con rabia.
—Ya déjala Sekhmet. Nuestro amado Rudra te advirtió que dejaras de molestar a los demás, incluyendo a nosotras y a la diosa azteca —dijo Freyja frunciendo el ceño y mostrándose bastante severa. Y no era la única; tanto Shakti como Raksha, Danu, Pachamama, Inari y Awilix estaban disgustadas por la actitud de la diosa-leona.
—Saben que no puedo evitarlo. Es mi naturaleza —respondió Sekhmet elevando los hombros, y sacando la lengua al final de forma inocente.
—Típico de una leona —comentó Awilix con molestia y cerrando los ojos con pena, pero luego se sorprende al darse cuenta de algo—. Por cierto "hermanas", ¿Dónde están Gaia, Artemisa, Nintu y Lailah?
—Después de que Gaia ayudará a Rudra a venir al torneo, acompaño a Artemisa, Nintu y Lailah al dormitorio de Rudra en este lugar, para arreglarlo y reforzarlo —respondió Danu dirigiendo la mirada a la mujer-jaguar.
—Debido a que Sekhmet y Artemisa están inscritas en este torneo, ¡tendremos que quedarnos un tiempo más aquí! —agregó Waresa con tanta emoción infantil que levantó los brazos.
—Además, Rudra dijo que quería quedarse hasta el final, para ver los combates de sus dos discípulos, Skanda y Nezha, y el hijo de su discípulo San Gabriel —dijo Coyolxauhqui, todavía teniendo una expresión molesta, pero no tanto como hace un momento—. Eso significa que continuaremos la "rutina de entrenamiento" en la habitación privada de Rudra.
—Solo espero que el dormitorio y la cama aguanten hasta el final del torneo —dijo Inari con una tierna sonrisa que denotaba emoción y ansiedad, además de tener un ligero sonrojo.
Mientras tanto en la Arena de Duelo, Rudra miraba estupefacto la zona de las gradas donde estaban sus esposas y concubinas. Estaba sintiendo pena ajena de solo escuchar las ridículas conversaciones que ellas tenían entre sí, y al aire libre con miles de inmortales que pueden oír hasta el aleteo de una mosca a varios metros de distancia.
—Es increíble que se pongan a hablar de tonterías como esas en esta situación —dijo Rudra con los ojos entrecerrados, haciendo una mueca de disgusto y poniéndose la mano derecha de fuego encima de la cabeza, mientras la otra la tenía caída—. Y además, Sekhmet sigue molestando a la pequeña azteca. Luego de esto voy a tener que hablar con esa leona ególatra, de nuevo...
Pese a que era una situación absurda —y penosa para Rudra—, en realidad le fue de utilidad a Buda; le recordó una técnica definitiva que, a su juicio, podría ser efectiva en contra del Rey Tigre.
—Es verdad... había olvidado por un momento la más grande virtud que se te atribuye —decía Buda, calmándose tras la humillación reciente que recibió por parte del Rey Tigre—. Una virtud, que puede ser tu perdición.
—¿Ahora de qué maldiciones hablas? —pregunto Rudra volviendo a mirar a Buda.
—De que tu propia "perfección" pecaminosa, de forma poética será tu perdición —dijo Buda juntando las manos cerca del pecho, en señal de oración, para después empezar a liberar una radiante energía blanquecina en forma de llama—. Permíteme presentarte mi propio poder personal, de tipo Brahman: Chakravartin: Sukhavati (Chakravartin: Tierra de Suprema Felicidad).
Recitada el poder y la técnica, toda la zona comenzó a temblar, para luego desatarse un resplandor blanquecino que cegó a todos los espectadores por unos segundos; cuando pudieron volver a ver, quedaron boquiabiertos al ver que el suelo de toda la zona de combate, tenía un mándala luminoso de color blanquecino, con textos en idioma pali en los bordes, que hacían referencia a la Tierra Pura en el budismo Mahayana.
—Ilumíname Buda. Aunque no lo digo en ese sentido, sino en el de que me expliques ¿qué maldiciones hace esta técnica tan pura? —pregunto Rudra con ironías humorísticas incluidas, pero haciendo una expresión aburrida.
—Será un honor despejar tu ignorancia, animal blasfemo —decía Buda mientras bajaba los brazos, para luego empezar a dar unos cuantos pasos al frente—. La técnica definitiva Sukhavati crea un espacio de energía Prana, en el que solo puede haber felicidad y pureza. Así que todo ser que posea al menos una pizca de impureza en su corazón, como lujuria y odio, pierde un porcentaje de su poder.
»Mientras mayor sea la impureza, mayor será el porcentaje de poder perdido. Y un ser como tú, lleno de tanto odio que sigue ansiando venganza contra el Rey Vampiro, y también lleno de tanta lujuria que tiene a tres esposas y trece concubinas inmortales, que equivalen a más de mil mujeres humanas, no podrás ni moverte de donde estas.
—Vaya, vaya. Con una técnica así, ya haces puré de carne a cualquier dios griego, nórdico, egipcio y japonés, que no sea bestia por supuesto.
—Me gustaría seguir recibiendo elogios. Pero antes tengo que devolverte la violencia cometida contra mí —decía Buda mientras detenía el avance, separaba las piernas, tensaba los músculos y hacía señas mudras con las manos a los lados, a la vez que liberaba su energía Prana bajo la forma de una flama blanquecina—. Y lo haré multiplicado por diez.
Dicho eso, Buda empezó a verse distorsionado por unos segundos, para luego multiplicarse en diez Budas, como si creara hologramas de sí mismo. Pero todos eran sólidos y desprendían la misma energía Prana. Acto seguido todos desaparecieron en un parpadeo, para después reaparecer formando un círculo alrededor de Rudra, listos cada uno para realizar un golpe de palma.
https://youtu.be/WrUt2CVc5Ks
Los primeros en atacar fueron dos Budas, uno estando en el lado derecho y otro en el izquierdo del dios-tigre, y lo hicieron al mismo tiempo. No obstante los demás se abstuvieron de atacar, porque les volvió a invadir la sorpresa; esta vez Buda quedó desconcertado al ver como Rudra detuvo los golpes de palma de ambas réplicas, usando solo las palmas de las manos de fuego.
—Veo que puedes usar el siguiente nivel de la Omnipresencia. Aunque no sería raro, viniendo de alguien que alcanzó el Nirvana —dijo Rudra con una sonrisa divertida, para después liberar su propia energía Prana de color rojiza.
Y para elevar el nivel de sorpresa de Buda, cada réplica de éste recibió en la cara un golpe con el dorso de la mano llameante derecha de un Rudra. Ya que, en un instante, el Rey Tigre creó diez réplicas de sí mismo, y cada uno apareció frente a cada copia de Buda, flotando en el aire en la misma posición que el Rudra original, para atacar a cada Buda.
Los diez Buda I Wanmei fueron enviados a chocar otra vez contra las paredes de la Arena de Duelo. Y luego todos emanaron la misma energía Prana de color blanco, y de forma fugaz se unificaron cual hologramas en el Buda que se encontraba mirando de frente a Rudra, volviendo a ser un solo individuo.
—No es posible... —dijo Buda con el ceño fruncido, mientras volvía a ponerse de pie, limpiándose una vez más la sangre del rostro con la mano derecha—. No deberías ser capaz de siquiera moverte.
—Permíteme "iluminarte" un poco, Buda —decía Rudra con una sonrisa divertida, desapareciendo sus propias réplicas en llamas, las cuales regresaron a él y se fusionaron con su aura de energía Prana—. Lo que tú crees que es "perfección pecaminosa" o "lujuria", es en realidad "imperfección animal", o dicho de otro modo: "instinto reproductor puro". En realidad, al principio yo tuve que aceptar como concubinas a otras hembras, como Gaia, Danu y Pachamama, para fortalecer el vínculo que tengo con la Madre Tierra.
»Pero después me vi obligado a aceptar más Uniones Eternas con otras hembras inmortales, para tener Sellos de Paz con sus respectivos Panteones. Pero no te confundas; aunque las quiero a todas, en realidad no es amor romántico, amor sexual ni nada parecido. Las amo, sin sentir algún tipo de dependencia emocional hacia ellas; por lo tanto, si ellas decidieran dejarme, lo aceptaría sin lloriqueos ni dramatizaciones. Las amo como mis más grandes amigas, compañeras de clan y familia. Y la razón por la que tengo relaciones sexuales con todas ellas, es por petición de ellas como mis consortes, y yo acepto hacerlo por simple instinto reproductivo.
»Cuando un animal se ve amenazado o está en constante conflicto, su instinto lo obliga a asegurar la supervivencia de sus genes, por medio de la reproducción. Y yo no tengo una vida para nada pacífica; siempre estoy peleando contra todo tipo de seres, de forma que siempre estoy amenazado. Y sumado a los altos niveles de testosterona que mi cuerpo genera, tanto por ser bestia masculina como por esos constantes conflictos, es natural que mi instinto reproductor esté activo y fuerte a tal nivel, que solo puede ser apaciguado apareándome innumerables veces con varias hembras.
—Es simple instinto animal... Claro, debí suponerlo. Podrás parecer medio humano por fuera. Pero por dentro sigues siendo un simple animal salvaje, todavía lleno de rencor y venganza —dijo Buda—. No creas que desconozco que sigues teniendo avatares, con la esperanza de que alguno mate al Rey Vampiro, que posee la contraparte negativa de uno de mis sucesores.
—No estás equivocado, pero tampoco del todo correcto —comentó Rudra con humor, repitiendo las mismas palabras que Buda, lo cual hizo enojar a éste último—. Te voy a ser sincero, Buda; muchos lo siguen malinterpretando, pero yo dejé de desear venganza. La venganza es una respuesta emocional de las criaturas, para buscar algún tipo de consuelo, con el único fin de aliviar sus dolores emocionales o buscar algún tipo de paz personal. Por lo tanto, no es un motivo válido para justificar la violencia contra alguien que es culpable de un crimen.
»Y yo en realidad ya pase esa etapa, y sin embargo eso no significa que haya perdonado a Caín por lo que hizo. Claro que no; porque un crimen no puede quedar impune. Toda acción debe tener su consecuencia sin distinción. Y cuando la justicia de la "sociedad civilizada" falla en eso, solo queda la justicia de la selva; y en la selva no hay crimen sin castigo. Por eso, como el Rey de la Selva, lo que yo busco no es venganza, es castigo. Y además, la ira y el odio, aunque son dos conceptos relacionados, también son diferentes; puedo sentirme enfadado, pero ya no puedo sentir odio. Ya no siento rencor por mis enemigos, sino lástima.
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