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Capítulo XV: Entre Reyes y Budas

https://youtu.be/VUaUMUT1h4o

[Arena de Duelo]

Debido a la destrucción que dejaron Karttikeya y Ares durante su combate, toda la zona de batalla tuvo que reconstruirse desde cero; en la entrada de los referis Afrodita supervisaba los arreglos, que los encargados de reconstrucción llevaban a cabo mediante un enorme Círculo Mágico azul en todo el suelo, que transformaba los trozos de concreto en un nuevo suelo, y arreglaban el cráter que se formó al final del combate.

Los encargados de tales arreglos se encontraban en habitaciones especiales, donde podían inspeccionar cada rincón del suelo donde batallaban los inmortales; eran arquitectos de distintos Panteones, que unían sus conocimientos y magia para lograr tal proceso de reconstrucción, mientras que el campo de fuerza que protegía las gradas y todo el estadio, era mantenido activo por los mismísimos YHWH y Vishnu.

Mientras tanto el público esperaba con paciencia a que finalizara el trabajo de reconstrucción. También empezaban a llegar nuevos inmortales para sentarse en sillas, que estaban siendo reservadas por sus amigos, familiares o conocidos. Entre estos había uno en particular, que estaba sentado cerca de los inmortales celtas, reservando cuatro asientos.

Era un hombre de origen israelita que aparentaba rondar cerca de los 30 años; de piel bronceada, constitución delgada con músculos muy desarrollados, y sus ojos eran de un color azul cielo. Su cabello era largo hasta los hombros, ondulado y de color marrón claro, y contaba con una pequeña barba. Vestía una simple túnica de color marrón oscuro con manga corta, y además llevaba simples sandalias.

Era el Séptimo Buda Humano y anterior avatar mortal del Primordial Israelita de la Creación; era Buda VII Joshua, también conocido como Joshua Josephson o Jesús de Nazaret.

"Ya falta poco para que empiece la Segunda Ronda...", pensaba Jesús con seriedad y lastima.

—¡Hey Jesús!

Jesús se sorprendió y alegró de escuchar una voz conocida; mayor fue su alegría al girar la mirada hacia atrás, y ver que desde las escaleras de su lado derecho bajaban dos personas conocidas.

La primera era una mujer de origen india que aparentaba estar por los 35 años; de piel clara, constitución delgada, ojos azules y cabello largo de color negro. Tenía un punto rojo en su frente y llevaba un sencillo vestido sari de color rojo con bordes dorados, sin mangas y adornado con un cinturón dorado. Además traía adornos como un collar de rudrakshas, pulseras doradas y zarcillos.

Era la Segunda Buda Humana, primera discípula del Dios Hindú de la Preservación y también el primer Buda en ser mujer; era Buda II Cundi, también conocida como Cundi Dharani.

La segunda persona era un hombre de origen nepalí, que aparentaba 20 años; de piel bronceada, ojos dorados y constitución bastante delgada. Tenía el cabello largo, liso, recogido en una coleta y de color negro. Llevaba una simple camisa naranja sin mangas y un pantalón holgado corto de color blanco, además de un collar de pepitas de oro, sandalias y un saco marrón en ambas manos.

Era el Sexto Buda Humano y uno de los anteriores avatares humanos del Dios Hindú de la Preservación: era Buda VI Gautama, también conocido como Siddhartha Gautama

—¡Hola Cundi! —devolvió Jesús con una gran sonrisa el saludo a la buda mujer, y luego dirige la mirada hacia el buda nepalí—, ¡Hola Siddhartha!

—Hola Jesús —saludo Siddhartha con una pequeña sonrisa—. Así que de verdad estás aquí. Cuando nos dijiste que te adelantarías para guardarnos asientos, creí que bromeabas, ya que tu filosofía va en contra de todo esto.

—Tienes razón. Pero decidí venir solo para ver este enfrentamiento —dijo Jesús dirigiendo la mirada a la Arena de Combate—. Si todo sale tal como lo predijo él, entonces tendrá su ansiada revancha. Y si eso ocurre, tengo que ver ese choque definitivo entre la "Verdad" de la naturaleza, y la "Verdad" de los fanáticos humanos.

—En otras palabras; quieres ver cuando la auténtica "Verdad" supere al fanatismo humano. ¡Je, je! Yo también espero verlo —dijo Cundi mientras se sentaba en el lado derecho de Jesús, y Siddhartha se sentaba al lado derecho de ella.

—Igual yo —dijo Siddhartha con un notable mal humor—. Espero que con este combate la actitud de él hacia los humanos y no-humanos cambie de una vez. No espero que el resto de nuestros discípulos también lo haga, pero sí que al menos la mayoría también pueda cambiar.

—Ojalá sea así —dijo Jesús cruzándose de brazos, y luego da una breve inspección por donde vinieron los otros dos Budas—. ¿Dónde está Ong Bak y los demás? No me digan que ellos decidieron quedarse con el público budista.

—El único que decidió quedarse con ese público es Buda V. Los demás dijeron que vendrían más tarde; están ocupados teniendo un debate filosófico con los sabios de Egipto —explicó Cundi entrecerrando los ojos—. Ya los conoces; una vez que se unen a un debate, ni el fin del multiverso los detendrá.

—Eso no lo dudo —dijo Jesús.

—Por cierto Jesús, ¿por qué elegiste estos asientos? —pregunto Siddhartha con interés.

—Para estar lo más lejos posible de los grupos budistas —respondió Jesús con una sonrisa sarcástica—. Cuando comience y finalice el combate, ya sé cómo se pondrán. Y no quiero estar cerca de fanáticos religiosos cuando llegue esos momentos.

—Te comprendo. Yo también tenía pensado sentarme lo más lejos posible de ellos —dijo Siddhartha de forma compresiva, mientras ponía ambas bolsas en sus rodillas, y de una saca un durazno de brillante color dorado—. ¿A alguien le apetece un Durazno de la Inmortalidad? Estos están jóvenes, así que pude traerme varios.

—¡A mí sí! ¡Gracias! —dijo Cundi aceptando con felicidad y gratitud un durazno.

—Yo también traje algo —dijo Jesús con una sonrisa amistosa, mientras chasqueaba los dedos de la mano izquierda, e invocaba en la misma mano, por medio de un brillo blanquecino, tres calabacillas a modo de cantimploras unidas con una tela gruesa—. Es una bebida energética que suele tomar el Rey Tigre cuando come y se ejercita.

—¿En serio? Entonces debe ser una bebida milagrosa —dijo Siddhartha ampliando los ojos con asombro, y entonces toma una de las calabacillas para beber del contenido.

Y así, entre los tres Budas Humanos, fueron repartiéndose duraznos y bebidas, mientras esperaban al resto de sus compañeros para ver juntos el segundo combate.

Por otro lado, en la zona de combate, ya habían terminado las remodelaciones; ahora el suelo era todo liso y de color ocre claro. No había una plataforma ni nada parecido, por lo que se daba a entender que la siguiente ronda no iba a tener reglas de eliminación, como perder por salir de la plataforma de combate o algo parecido.

Afrodita se encontraba una vez más en medio de la arena de combate, con el bastón amplificador de voz en mano, preparándose para anunciar el comienzo de la siguiente ronda.

—¡Muy bien chicos y chicas, niños y niñas, hombres y mujeres de todas las razas, especies y Panteones, disculpen la demora pero ya estamos listos para dar inicio a la siguiente ronda! —decía Afrodita con emoción, llenando de igual sentimiento el público con la noticia—. ¡Y ahora sin más espera les presento al primer peleador de la Segunda Ronda del Torneo Parabellum!

https://youtu.be/tkEcPYnVFsE

Es entonces que las nubes bloquean todo el cielo, mientras los truenos hacen estrepitoso eco. Acto seguido, del cielo caen cuatro rayos dorados a unos metros frente a la entrada del Equipo Cuzco, y una pequeña brisa empieza a revolotear el lugar. Después, en todo el estadio, comenzó a oírse el eco de múltiples voces femeninas, entonando una hermosa melodía, que parecía el canto de una madre...

«Sembrando la semilla del árbol de la sagrada biología, en un mundo ideal, la vida inició en todas sus maravillosas formas; en la complejidad de la química, hay un escrito del jardín que nos conecta con la Madre de todos nosotros. Estamos aquí para cuidar del jardín: el nacimiento de cada hermosa nueva vida. Somos todos uno en el universo; somos la tierra. Somos el gran legado de las vidas del océano ancestral. Somos el resultado de la creación del fuego primigenio...».

Mientras la melodía se escuchaba, todo el estadio empezó a temblar. Luego los rayos dejan de impactar contra el suelo, y posterior a esto, de la zona donde impactaban los rayos, surgió un árbol gigantesco y majestuoso, del cual salieron volando brillantes espíritus de animales terrestres, aéreos y marinos.

Y no solo eso: de la entrada del Equipo Cuzco también empezaron a salir más espíritus de parejas de distintas especies de animales. Pero no eran sólo animales modernos; eran de épocas pasadas y modernas, como los animales marinos del Devónico, los dinosaurios del Jurásico, y los grandes mamíferos del Pleistoceno. Y al cabo de un rato se desvanecían en el aire, para dar paso a otras especies que venían de épocas posteriores.

De forma fugaz y espontánea, fueron apareciendo espíritus de diversos colores de las distintas especies de animales ancestrales y modernos, siguiendo el orden de las Eras conocidas como: Paleozoica, Mesozoica y Cenozoica.

Era un hermoso espectáculo de la vida animal en la tierra, desde sus inicios hasta su época actual. Además, en lo alto del árbol, yacía parado encima de una rama un hombre alto (cerca de 2,00 m), cruzado de brazos, oculto por las sombras y un manto con capucha hecho en su totalidad de tela sencilla y hojas, que le daba la apariencia de un vagabundo, un nómada o un ermitaño de los bosques.

—Era verdad lo que decían... de verdad él está aquí...

—El rey de todas las criaturas vivientes de la existencia...

—El padre de todos los seres vivos...

Decían varios miembros del público, todavía incrédulos de ver quien era la persona allí presente. Entonces, de entre todos los Panteones del público, se levantaron de sus respectivos asientos diferentes parejas de humanos jóvenes, que en el pasado fueron mortales y al morir ascendieron como inmortales; eran los padre y madre fundadores de todos los aspectos de la sociedad humana moderna.

Donde estaban los Panteones americanos se levantaron tres parejas.

La primera era una conformada por nativos norteamericanos, siendo el hombre conocido como Kanati y la mujer como Selu.

La segunda pareja era de origen mesoamericano, siendo el hombre conocido como Cipactónal y la mujer como Oxomoco.

Y la tercera pareja era de origen nativo suramericano, y el nombre del hombre era Manco Capac y el de la mujer Mama Ocllo.

Todos ellos conformaban el grupo de Padres de la Riqueza, los Imperios y las Civilizaciones. Mientras que desde los Panteones nativos de las islas, se levantaron otras tres parejas.

La primera era de origen maoríes, y el nombre del hombre era Tiki mientras que el de la mujer era Marikoriko.

La segunda era de origen filipino, siendo el hombre conocido como Malakas y la mujer como Maganda.

Y la tercera pareja era de origen australiano, siendo el hombre llamado Wurugag y la mujer Waramurungundi.

Todos ellos conformaban el grupo de Padres del Descubrimiento, la Navegación y la Pesca. Además, de entre los Panteones europeos, se levantaron solo dos parejas.

La primera era de origen nórdica, siendo el hombre y la mujer conocidos respectivamente como Ask y Embla.

Y la segunda pareja era de origen griega, siendo el hombre llamado Deucalion y la mujer Pyrrha.

Ellos conformaban el grupo de Padres de la Guerra, la Escritura y la Adoración. Por otro lado, de los Panteones de Asia, se levantaron tres parejas.

La primera era de origen chino, y el hombre se llamaba Fu Xi, mientras que la mujer se llamaba Nuwa.

La segunda era de origen japonés, siendo el hombre Ninigi no Mikoto y la mujer Konohanasakuya

Y la tercera era de origen hindú, y mientras el nombre del hombre era Swayambhuva, el de la mujer era Shatarupa

Todos ellos formaban el grupo de Padres de las Ciencias, la Realeza y la Filosofía. Y por último, en los demás Panteones de entre África y el oeste de Asia, se levantaron otras tres parejas.

La primera pareja era de origen persa, siendo el hombre Mashya mientras que la mujer se llamaba Mashyana.

La segunda era africana, y el hombre tenía por nombre Obatalá, mientras que la mujer se llamaba Yemowo.

Y por último la tercera pareja era de origen israelita, y mientras que el nombre del hombre era Adam, el de la mujer era Eva.

Ellos juntos formaban el grupo de Padres de las Tribus, la Fertilidad y la Humanidad.

Todos los padres fundadores de los diferentes aspectos de la Sociedad Humana del Mundo Mortal, estaban de pie con orgullo y dignidad, como símbolo de respeto hacia su más grande representante: el representante de todos los progenitores de las tierras, los cielos y los océanos.

Él era, junto con la Primordial Celta Danu, el progenitor de los inmortales celtas y, por lo tanto, el fundador de la cultura celta: era el Padre de la Tormenta, la Cacería y la Vida misma.

—¡Así es señoras y señores, por primera vez en la historia de este torneo hoy participa el más temido por los dioses y los demonios, el más respetado por los mortales y también el más amado por la Madre Tierra; aquel que encarna las fuerzas primigenias más salvajes e indomables de la naturaleza!

Anunciaba Afrodita con regocijo y tan asombrada como el mismo público. Y mientras lo hacía, el luchador dio un paso al frente y se dejó caer al suelo, aterrizando de cuclillas sin causar tanto destrozo en el suelo, para luego ponerse de pie, darse la vuelta y tocar con la mano derecha la corteza del árbol.

—Gracias por traerme, Gaia —agradeció el hombre, mostrando que tenía filosos dientes y largos caninos, parecidos a los de un depredador, y teniendo una poderosa voz de trueno que denotaba la rudeza de un hombre salvaje e intimidante, pero también la amabilidad de un marido cariñoso y protector.

Acto seguido el enorme árbol retorna al subsuelo, mientras los últimos espíritus de los animales se desvanecían en el aire. En cuanto al enorme hoyo que dejó el árbol al emerger, empezó a recomponerse con sus propios pedazos, hasta que el suelo quedó tal como estaba antes.

Tras irse el árbol de la misma forma en que apareció, el hombre se sujeta el manto con la mano derecha, y luego se la quita de un solo movimiento, para después soltar el manto y dejar que volara libre con la brisa igual que una hoja, y se perdiera en el cielo.

Fue entonces que las nubes empezaron a despejarse por completo, dejando que la luz del sol mostrará la identidad del hombre en todo su esplendor.

Era un hombre joven, que aparentaba ser un nativo de la India o tal vez un indoeuropeo, cuya edad parecía rondar entre los 20 y 24 años. De ojos un poco rasgados, con rasgos faciales muy masculinos y hermosos. Piel bronceada natural y constitución tonificada con bastante masa muscular, la cual era tan definida y desarrollada que denotaba una vida llena de constantes peleas y entrenamientos sin descanso alguno, al punto de parecer que su piel era dura como el acero puro.

Tenía el cabello de color rojizo naranja con rayas negras, alborotado y largo hasta los hombros, mientras que sus ojos eran verdes con pupila hendida. Su cuerpo estaba lleno de marcas negras, que se asemejaban a las rayas de un tigre, las cuales al agruparse en su espalda formaban la simetría de un tridente; además de un par de rayas en sus mejillas, en su frente tenía un trazado de tres rayas horizontales, conectadas con una ovalada raya vertical en medio, cuya forma recordaba a un tercer ojo. Y por último sus uñas eran filosas cual garras.

Como ropa traía un pantalón holgado hecho con piel de tigre blanco, sujetado con un cinturón de tela color rojo, que aparte cargaba una calabacilla seca a modo de cantimplora. Llevaba brazales negros con rayas doradas, y se cubría los pies con cintas blancas que dejaban sus dedos libres. Tenía además tres pequeñas trenzas en la parte trasera de su cabeza que sujetaban una porción de su cabello, dejando el resto suelto como una melena. Y portaba un collar de semillas rudrakshas en el bíceps derecho.

Pero lo más notable de él, era que tenía orejas de tigre en vez de humanas, y también contaba con una cola de dicho animal; era un hombre-tigre inmortal.

—¡Entre el cielo, el sol, la tierra y los océanos el que es digno de recibir amor y honor de todas las criaturas vivas en general! —proseguía Afrodita con tanta emoción que parecía una fanática enloquecida—. ¡¡Representando al Equipo Cuzco llega el pelirrojo, el brillante, el rugidor, el Rey Tigre del Monte Rudraksha, el Verdadero Rey de la Selva, el Dios de las Bestias; Rudra Shere Khan!!

—Oye, oye no es necesario hacer tanto ruido y decir tantos apodos para presentarme —comentó Rudra con los ojos entrecerrados y haciendo una mueca de fastidio, tras darse la vuelta para ver a Afrodita. Luego se desamarra la cantimplora y bebe un sorbo del contenido.

—Ya lo sé. Pero así no sería una buena presentación que haga justicia a tu nombre —respondió Afrodita con una sonrisa casual—. Por cierto señor, no puede beber nada alcohólico antes del combate. Aunque la biología inmortal y bestial lo haga incapaz de emborracharse, las reglas prohíben cualquier bebida alcohólica para hacer los combates lo más justo posible.

—Esto no es hidromiel, sake ni cualquier otra mierda parecida. Es solo la bebida de los campeones, que suelo beber después de cada cena. Ya que antes de venir hice una pequeña parada para comer un tiranosaurus —explicó Rudra cambiando su expresión molesta por una relajada, para luego mostrarle la cantimplora a la réferi.

Por curiosidad y también por norma de su trabajo, Afrodita se acercó para inspeccionar la cantimplora. Y gracias a su agudo sentido olfativo, a solo cinco pasos detectó el aroma de la bebida dentro de la cantimplora, y no fue nada de lo que ella esperaba.

—¡¿Es sólo jugo de uva?! —exclamó Afrodita estupefacta de descubrir lo que contenía la cantimplora, esperando al menos algún tipo de vino celestial o un tipo de sidra muy fuerte, no un zumo común y corriente.

—Ustedes podrán hacer gala de cuanto alcohol beben, sufrir a gusto sus borracheras, aliviar sus penas y dañar sus cuerpos, como cachorros inmaduros masoquistas —dijo Rudra con una gran sonrisa, para luego beber un sorbo de su jugo antes de continuar hablando—. Pero yo soy feliz bebiendo agua pura de río y zumitos caseros, además de que se acompaña bien con la carne asada, en especial con la de un poderoso tiranosaurus.

[Habitación del Equipo Cuzco]

—A la puta... Entonces es verdad que el jodido Devorador de Demonios está aquí —dijo Naamah con los ojos agrandados por la sorpresa.

—Sí. Naamah, te presento al bisabuelo de mi madre —dijo Israel con una sonrisa que reflejaba una gran emoción contenida, por ver a alguien de su familia materna.

—Según escuche de los bastardos del Equipo Buda, su oponente será Zeus, ¿no es así? —pregunto Gotouge mirando a Israel y Cuzco.

—La última vez que vi la lista mostraba que sí —respondió Cuzco—. Pero luego un tal Heimdall anunció que hubo un cambio de último minuto, ya que los humanos del otro equipo cambiaron a Zeus por otro inmortal. Claro que eso no le gusto a Zeus, quien trató de recuperar su puesto venciendo al que lo reemplazó. Pero el nuevo inmortal mantuvo su puesto, venciendo a Zeus.

—En otras palabras, el nuevo contrincante salvó a Zeus de ser violado y comido vivo por Rudra. ¡Je, je, je! —dijo Naamah entre risas divertidas—. Ya quiero ver quién es el idiota que decidió salvarle la vida a Zeus, tomando su lugar en el combate contra el Dios de las Bestias.

—Yo también quiero verlo, porque ahora mismo Rudra está en su mejor momento —dijo Brynhildr con una sonrisa maliciosa, mientras tenía un notable sonrojo—. Antes de venir al torneo, Rudra tuvo que seguir con su "entrenamiento" rutinario. Por lo que ha pasado este mes conmigo, la reina Freyja, la señora Danu, la señora Pachamama, y el resto de sus concubinas y esposas, junto con una nueva esposa con la que se ha comprometido hace poco. Después salió a comer alguna presa en el Planeta Mesozoico, y Gaia lo trajo para que no perdiera el tiempo en algo más. 

—Básicamente, se fortaleció pasando un mes entero teniendo sexo salvaje sin descanso contigo y el resto de su harem. Luego salió a cazar con sus propias manos un dinosaurio. Y para no perder el tiempo en tonterías, una de sus amadas le hizo el favor de traerlo a la "reunión de trabajo" —dijo Naamah con una sonrisa pícara.

—Si... Básicamente... Lo que sucede, es que a él no le gusta participar en eventos como este. Y además justo hoy es la temporada en la que le toca pasar tiempo con todas las hembras con las que fue unido —explicó Brynhildr con un notable sonrojo en sus mejillas—. Así que, tras terminar el torneo, tendrá que volver a casa para seguir pasando tiempo con cada una de nosotras, tal como dictamina el acuerdo de la Unión Eterna.

—¿Y cuantas rondas lograron tener cada una de ustedes con él, antes de colapsar por agotamiento? —pregunto Naamah conteniendo una risa burlona.

—Naamah... —dijo Israel, tapándose el rostro con la mano derecha por pena ajena.

—¿Qué? Solo tengo curiosidad —decía Naamah con una falsa sonrisa inocente—. Después de todo, por parte de tu madre, la sangre de Rudra también corre por tus venas. Y ya que tu cuerpo físico es masculino, es indudable que tienes algunos genes de bestia tigre activos. Así que, siendo tú un absurdamente poderoso ángel, con genes de hombre-tigre y de un arcángel relacionado con la reproducción sexual, me gustaría saber que tan bueno podrías ser en el aparea...

—¡Naamah! —exclamó Israel con un tono más avergonzado que molesto, interrumpiendo otro comentario inapropiado de la diablesa, quien luego pasó a reírse de la reacción de él, mientras el joven inca soltaba algunas risas por lo ridículo que le parecía la escena, Geir daba un suspiro al sentir pena ajena, y Brynhildr solo sonreía con vergüenza.

—Por lo menos esta vez iba a referirse al acto reproductivo de una forma menos "obscena" —dijo Geir con una gota de sudor en la nuca, teniendo los ojos cerrados y la cabeza baja.

—Oigan chicos, ¿es normal que se haga de noche así como así en este mundo? —pregunto Gotouge, con una expresión preocupada, mientras veía el cielo encima del estadio.

Y en efecto; cuando todos en la habitación miraron otra vez la Arena de Combate, vieron que de repente todo el cielo se oscureció de nuevo, pero esta vez como si se hubiera hecho de noche. Luego notaron que de la entrada del Equipo Buda salieron caminando doce individuos, siendo todos difíciles de distinguir por la oscuridad.

https://youtu.be/0JPs7rFNGP4

Acto seguido del cielo brotó una luz divina, cuya intensidad aclaro casi todo el lugar, y revelo que las doce personas eran monjes budistas de origen japonés, quienes de pronto empezaron a cantar sutras, mientras algo bajaba del cielo; en medio de esa divina luz dorada descendía una gigantesca flor de loto de ocho pétalos, en la que estaba sentado en posición de meditación un hombre, que todos reconocieron al instante.

—Ese es... —decía Brynhildr cambiando su expresión a una que reflejaba sorpresa y temor de forma exagerada.

Pero no era solo ella; Israel y Naamah también se sorprendieron, al igual que el resto del público en las gradas.

[Arena de Duelo]

—Ese sujeto de allí es... —dijo un inmortal japonés detrás de la pareja Ninigi no Mikoto y Konohanasakuya, con una expresión que reflejaba terror absoluto.

Entonces sucedió lo más asombroso: los inmortales budistas del público se levantaron de sus respectivos asientos, bajaron la cabeza y empezaron a recitar sutras.

Lo mismo hicieron todos los inmortales japoneses, a excepción de Ninigi no Mikoto y Konohanasakuya. Mientras que la mitad del público de inmortales chinos, y algunos pocos de los inmortales hinduistas, exceptuando a las parejas Swayambhuva y Shatarupa, Fu Xi y Nuwa, también hicieron lo mismo.

Todo el estadio empezó a resonar con los cánticos budistas. Pero mientras los inmortales budistas recitaban los sutras con respeto, los demás inmortales lo hacían con miedo, como si fuesen obligados a ello; esto último le dio a las oraciones más un aire aterrador, que celestial.

El hombre sentado en la flor de loto flotante parecía ser de origen chino (o tal vez japonés). Era de estatura mediana, complexión bastante delgada y de cabello color dorado. Tenía los lóbulos de las orejas mucho más largos de lo normal, llegando a alcanzar su barbilla. Sus labios eran de un rojo natural. Sus ojos carecían de iris y pupila, además de que desprendían un brillo majestuoso, como señal de su divinidad. Y vestía un kasaya de color dorado reluciente con mangas cortas. Aunque también traía adornos como aretes, pulseras y un cinturón, todo hecho de oro puro, y tenía el cabello recogido en una coleta.

—Cuanto tiempo... Rudra Shere Khan... —dijo el hombre sentado en la flor de loto, con una pequeña sonrisa arrogante. Luego se pone de pie, da un pequeño salto al frente y, tal como hizo Rudra antes, se dejo caer hacia la Arena de Combate.

—¡Exacto querido público; hoy también es el debut de otro inmortal que jamás ha participado en ningún tipo de Torneo Inmortal! —anunciaba Afrodita ahora viendo al luchador del Equipo Buda, y también luciendo más aterrada que sorprendida—. ¡Desde lo más alto de los cielos llega el primero de todos los humanos en alcanzar el estado puro de un dios; el fundador del budismo y el primero de la Lista de Principales Budas de las Siete Eras!

Mientras Afrodita presentaba al peleador, éste pasaba por una extraordinaria transformación según caía al suelo; todo su cuerpo, empezando por las piernas hasta los brazos, comenzó a crecer en tamaño y masa muscular. De forma que al aterrizar en la Arena de Combate, a diez metros frente a Rudra y parado en una pose digna, ahora pasó de medir 1, 70 m a más de 2,00 m, y era tan musculoso como un fisiculturista.

—¡¡El Primero de todos los humanos que alcanzaron la iluminación; el considerado "Dios de los Humanos", el aclamado como el "Perfecto Incomparable", el idolatrado como el único digno de recibir devoción y honor, el "Chakravartin Original"! ¡¡Representando al Equipo Buda llega el Primer Buda Humano: Buda I Wanmei Kanzen!! —anuncio Afrodita en voz alta.

Todos estaban en shock al ver que también era cierto de que Buda estaba allí, participando en ese torneo. Incluso la joven Gotouge se sorprendió tanto que sintió temor, mientras que Cuzco no estaba tan sorprendido como los demás, ya que no tuvo tiempo de leer sobre ese tal "Buda", más allá de que era una especie de "Humano Divinizado e Idealizado".

—Je. Yo preferí una entrada más humilde y educativa, mientras que este loco quiere una presentación tipo "oh admiren y respeten mi grandeza y divinidad", lo cual es bastante irónico —comentó Rudra con sarcasmo divertido, para luego seguir bebiendo de la cantimplora.

—¡Je, je, je! Como siempre, tus comentarios me ponen de muy mal humor, Rudra —dijo Buda con una sonrisa, aunque tenía el ceño fruncido con notable molestia.

—Y eso es aún más irónico, porque se supone que yo soy el malhumorado. ¿Qué cosas, no? Por cierto, qué bonito brazo matón nuevo tienes.

—Gracias. Costó mucho crear uno nuevo y adaptarlo a mi cuerpo. Pero funciona de maravilla —dijo Buda alzando el brazo derecho hacia dicho lado, revelando una cicatriz lineal alrededor del bíceps, como si le hubieran arrancado el brazo antes.

—¿Sigues teniendo esa cicatriz? Con los siglos que han pasado, ya debería de haber terminado de sanar la mutilación que te hice.

—Preferí dejar esta cicatriz como un recordatorio de ese día, para no olvidar la promesa que hice.

—¿Cuál promesa? Si se puede saber, claro.

—La promesa de terminar nuestra "discusión filosófica" —contestó Buda, bajando el brazo derecho, para luego proceder a acercarse—. Ahora que decidiste por fin participar en un Torneo de Inmortales, muchos antiguos adversarios tuyos han querido aprovechar este momento, para tener su ansiada revancha contra ti; entre ellos estaba yo, y tuve que aplastar a muchos rivales tuyos, como ese miserable de Zeus, para que no me quiten la única oportunidad de tener este esperado reencuentro.

—¿De verdad? ¡Ja! Cuanto revuelo montan ustedes solo para volver a verme. Tal vez sea mi agradable personalidad —dijo Rudra con sarcasmo, para luego beber otro sorbo de jugo de uva.

—Pero ahora nadie más interferirá; ha llegado el momento de resolver la discusión que dejamos inconclusa hace siglos —decía Buda, deteniéndose a solo un paso frente al Rey Tigre, con la mirada baja, viendo el rostro de éste último—. Es tiempo de descubrir cuál "verdad" es superior: la palabra de la humanidad y de Buda, o la palabra de un monstruo creado por los dioses.

—Te equivocas, Buda —dijo Rudra, ahora esbozando una dientuda sonrisa humorística, mientras bajaba la cantimplora para ver directo a los ojos a Buda, quien estaba confundido con la respuesta—. Esta no es una patética y cliché disputa como "dioses contra humanos", o algo tan visto como "Buda contra un demonio". Esta es una simple disputa entre el fanatismo y la fe humana, contra la madurez y realidad de la naturaleza. Es solo un "pequeño" choque de filosofías, entre un humano idealizado y un animal evolucionado. 

Y con esto inicia la Segunda Ronda del Torneo Parabellum.

El Pináculo de la Evolución vs el Pináculo de la Religión, la cima de la cadena alimenticia vs la cima de la fe y el fanatismo de la raza humana, el verdadero Rey de la Selva vs el verdadero Héroe de China y Japón, el Dios de las Bestias vs el Chakravartin Original, el Rey Tigre Rudra vs el Primer Buda Humano.

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