Capítulo XIII: Protector vs Soldado (II)
https://youtu.be/WrUt2CVc5Ks
Pasado los años, Karttikeya tuvo un crecimiento duro en la aldea: debido a su condición inmortal, sus emociones eran fuertes y podían afectarle de forma física, de manera que se enfermaba cuando pensaba que estaba enfermo, y sufría violentos arranques de furia cuando alguien de la aldea lo molestaba. Y al llegar a la adolescencia, sus emociones se intensificaron a tal grado, que él era casi incontrolable.
Incluso cuando empezó a sentir atracción por las mujeres, sentía casi una necesidad de tener relaciones sexuales con todas ellas. Además cuando esas emociones estaban por explotar y descontrolarlo, solo llegaba a calmarse con las súplicas de sus queridas cuidadoras, quienes él consideraba como sus madres.
Las Krittikas hicieron todo lo posible para tratar de educarlo y evitar que él fuese consumido por sus propias emociones. Pero el haberle ocultado su condición no hizo más que empeorar su estado. Temieron que Karttikeya se convirtiera en un dios perverso, tal como sucedió con muchos otros casos. Y por eso, como un acto desesperado, decidieron revelarle su identidad en una noche en que él regreso de una cacería con los demás jóvenes de la aldea.
Karttikeya estuvo desconcertado, confundido y asustado al saber quién era él; las emociones se arremolinaban en su interior y explotaron en un arrebato de ira y confusión, que lo hizo incapaz de controlar su propia fuerza, e inició un desastre que casi destruye la aldea. Y en medio del caos llegó a lastimar a muchos aldeanos, incluido una de las Krittikas.
Pero a pesar de que no mató a nadie, este último evento le afectó demasiado: en especial el haber lastimado a una de sus cuidadoras. Sintió tanta culpa junto con un terrible temor y desprecio hacia sí mismo, que en esa misma noche huyó de la aldea para asegurarse de que nadie más saliera herido, y también para evitar que los soldados de Taraka atacaran esa aldea para buscarlo a él.
Karttikeya comenzó un viaje por el Territorio Hinduista, en el que conoció a filósofos y guerreros humanos y bestias, que le enseñaron las bases para empezar a controlar su propia fuerza, y compartieron con él valiosas enseñanzas que sentarían los principios de su maduración emocional.
En el viaje llegó a un pequeño reino de bestias-mono, establecido en los pies de una montaña, en la que pudo vivir por un tiempo, y donde además conoció las singulares técnicas de pelea de los guerreros de allí; también conoció a maestros y grandes peleadores que le enseñaron a por fin controlar su fuerza del todo, y le educaron en los principios del Dharma para empezar a despegarse de las emociones negativas que perjudicaban su ser.
Fue en ese reino donde empezó su vida como peleador.
Un día, gracias a las bestias-mono, él encontró partes de antiguos Barcos Voladores de los Devas, que cayeron en la cima de la montaña décadas atrás durante las guerras galácticas entre los reinos de inmortales hinduistas.
Con esas partes y con ayuda de las bestias-mono, Karttikeya construyo una maquina gigante de entrenamiento, donde empezó a practicar las técnicas de combate que aprendió de los peleadores hombres-mono, y que él mismo desarrolló basándose en los movimientos de los animales que vio luchar en su viaje, como elefantes, ciervos y antílopes.
Además en aquel reino entreno junto con otros peleadores que también buscaban aprender y ser fuertes, como el padre de Israel, San Gabriel.
Fue así como Karttikeya creó el Arte Marcial que en el futuro sería conocido como Muay Boran, y se dividiría en diferentes ramas a lo largo de las regiones que conforman el Territorio Hinduista: el Arte de las Ocho Extremidades.
Y tras crear su arte marcial, Karttikeya al fin pudo conocer a sus padres, Shiva y Parvati, quienes le encomendaron salvar a los universos, deteniendo la guerra de Taraka; para ello Karttikeya pidió ayuda a cada uno de sus amigos guerreros y maestros que conoció en su viaje. Incluso acudió a la tribu Asura de cazadores de la diosa jefa Valli, y también fue con la resistencia de los Devas liderada por la diosa princesa Devasena.
Poco a poco Karttikeya empezó a reunir un ejército conformado por humanos, bestias, Devas, Asuras e incluso algunos demonios Rakshasas y espíritus Yakshas nobles, que querían detener el caos de Taraka. Y una vez que Karttikeya obtuvo su ejército, comenzó a liberar los planetas conquistados por Taraka, hasta que finalmente llegó al planeta donde tendrían la batalla final, en la que Karttikeya luchó y derrotó a varios miembros de la familia de Taraka, hasta llegar por fin a éste último.
Tras una caótica batalla que casi destruye el mismo planeta, Karttikeya venció a Taraka. Y tras su victoria, él le devolvió varios de los planetas a sus dueños Devas, Asuras y Rakshasas originales. Perdono y protegió la vida de varios de los miembros familiares de Taraka.
Y aun cuando todos los Devas lo querían como su nuevo rey, Karttikeya decidió continuar recorriendo el Mundo Mortal para seguir entrenando, y compartir su filosofía y estilo de lucha con los demás, para que los débiles aprendieran a ser fuertes, y los fuertes aprendieran a defender a los débiles.
Puede que los humanos del Territorio Hinduista hayan olvidado la historia original de Karttikeya, pero el resto de las criaturas vivientes siempre la recordaran; las bestias y demás razas no-humanas, jamás olvidaran al hombre de los salvó y dio una forma de ser fuertes.
https://youtu.be/cyw6Ps_aUuQ
[Habitación del Equipo Cuzco]
—¡Karttikeya no olvides los combos! ¡¡Los combos!! ¡Cuadrado, cuadrado y triángulo, luego "L1" y triangulo! —gritaba Naamah con ambas manos cerca de la boca para ampliar el volumen de su voz.
—Naamah, esto no es tu juego de Inferno of War —dijo Israel con los ojos cerrados, y teniendo una gota de sudor en la nuca. Luego abrió los ojos para volver a mirar el combate, y empezó a pensar con una sonrisa: "Lo has logrado Karttikeya. Has vuelto a ser el gran maestro que conocía mi padre".
Mientras tanto Cuzco miraba el combate con los ojos brillando de la emoción; a pesar de que tenía miedo de la idea de que su equipo perdiera, de todas maneras no podía evitar asombrarse del increíble poder que presenciaba. Después de todo, él era de los muy pocos humanos que podía ver el verdadero poder de los inmortales.
[Arena de Duelo]
—¡Olympiakós Oplismós: Nemea Roar! —recito Ares chocando sus guanteletes, liberando en el acto una poderosa onda de choque dorada que hizo temblar todo el estadio.
No obstante Karttikeya solo se cubrió con el brazo y la pierna del lado derecho, y gracias a la energía Prana de su armadura el hechizo no lo hizo ni retroceder. Pero Ares aprovechó ese momento de distracción para intentar tumbarlo, mediante otra patada frontal derecha. Sin embargo Karttikeya reaccionó de inmediato, sujetándole la pierna derecha con el brazo de misma dirección, para luego acercarse girando e impactar sobre la cabeza de Ares un codazo izquierdo descendente, que lo aturdió por un momento.
Acto seguido Karttikeya lo soltó retrocediendo mediante otro giro en reversa, y luego avanzó de golpe saltando, e impactando en el pecho de Ares un rodillazo izquierdo ascendente, que lo elevó unos centímetros por encima del suelo. Pero Ares aterrizó de pie, para después usar otra vez la habilidad especial de su armadura; concentró en su puño derecho gran parte de todo el daño que ha estado recibiendo la armadura, y atacó con un derechazo potenciado con todo ese daño.
Pero Karttikeya también respondió con un derechazo, de manera que su puño paso al lado del puño de Ares, a la vez que esquivaba el ataque de éste último moviendo la cabeza al lado izquierdo, conectando así un golpe directo en el casco de Ares. Luego conecto otros seis jabs consecutivos, usando ambos brazos, en el pecho y rostro de Ares a una velocidad tan alta, que ni le dio tiempo a éste de reaccionar.
"Sin lugar a dudas, la armadura que conseguiste a último momento es excelente... Pero hay un detalle...", analizaba Karttikeya, mientras retrocedía un paso, bloqueando con su antebrazo derecho un izquierdazo, a la vez que contraatacaba con un codazo izquierdo en el pecho de Ares, que hizo retroceder a éste último.
Y entonces Karttikeya aprovecho para dar un giro con un pequeño salto, y así impactando en el rostro de Ares un codazo derecho, seguido de un golpe simultáneo con ambos puños en su pecho, causando con este último golpe una masiva onda de choque que hizo temblar el lugar, aparte de agrietar el suelo de concreto, y hacer vomitar sangre a Ares.
"La armadura absorbe gran parte del daño que recibe, similar a una máquina que usaba yo para entrenar. Por lo que tu cuerpo sigue recibiendo daño, aunque bastante reducido. Pero si ese pequeño porcentaje de daño que deja pasar, es superior a lo que tú puedes resistir, entonces tarde o temprano sucumbirás ante el cansancio y el dolor", pensaba Karttikeya, al fin comprendiendo las capacidades y debilidades de la armadura Akasha de Ares.
Cada vez Karttikeya aumentaba la fuerza de sus golpes, de manera que estaba llegando a un punto, en el que el pequeño porcentaje de daño que la armadura de Ares dejaba pasar, iba a ser demasiado como para que éste lo resistiera, como aquel último golpe.
Ese doble puñetazo causó un daño tan alto, que hasta los órganos internos de Ares sufrieron daños severos. Pero él sin duda sacaría provecho de ello; apretando los dientes en una gran sonrisa, Ares concentró la mayor parte de ese daño acumulado en ambas manos, para después juntarlas mientras daba un pequeño salto. Luego descendió ambas manos en un feroz golpe, que Karttikeya bloqueo con ambos antebrazos.
La fuerza de aquel choque acabó por levantar grandes trozos de la arena de concreto, aparte de generar una estrepitosa onda de choque rojiza. Acto seguido Ares pasó otro gran daño acumulado a su bota izquierda, y luego pateó el pecho de Karttikeya. Pero solo consiguió moverlo cuatro metros lejos,
Y de inmediato Karttikeya volvió a acercarse dando un salto hacia adelante, mientras giraba a la izquierda, y ejecutaba un rodillazo derecho giratorio, que al impactar hizo retroceder a Ares seis metros, a pesar de que logró protegerse con ambos brazos. Después Ares tuvo que apartarse para evitar recibir una doble patada encima de la cabeza, cuando Karttikeya puso las manos en el suelo y ejecutó una voltereta hacia adelante, tal como en el Muay Boran.
Entonces, para contraatacar, Ares atacó con un derechazo cargado de tanto poder acumulado, que resplandecía con mayor intensidad que en los ataques anteriores. No obstante Karttikeya se dio la vuelta, con la armadura del codo derecho resplandeciendo con mayor fuerza, para también contraatacar.
https://youtu.be/MS3yXViC9lY
"Svarga Kavacha: Mahagrah (Armadura del Cielo: Gran Planeta)", recito Karttikeya, haciendo que la armadura en su brazo derecho desprendiera un brillo cegador. Y al chocar codo contra puño, estalló una onda de choque luminosa, que destrozó gran parte del concreto bajo los pies de ambos.
Y además, mientras Ares retrocedía con un terrible dolor en su mano derecha, comprendió algo que hasta ahora no había tomado en cuenta; pensaba que Karttikeya no usaba alguna técnica de su "poder especial" (Pranayama) porque se contenía, pero no era eso. En realidad el "poder especial" de Karttikeya no se especializaba en atacar, sino en proteger, por lo que no tenía técnicas de ataque. Ya que la técnica que acaba de usar hace un momento, no era para atacar, sino endurecer la armadura del brazo derecho.
Esta revelación le recordó a Ares la historia de poderosos guerreros de ciertos reinos en el Territorio Hinduista, que se dedicaban a entrenar desde niños en el Arte de las Ocho Extremidades, para defender a los elefantes de guerra durante las batallas; estos guerreros eran conocidos como "Jaturungkabart" (Los Protectores).
Esto hizo que Ares se sorprendiera todavía más; significaba que Karttikeya había aprendido a usar su poder defensivo para el área ofensiva. Pero no tenía tiempo para decir elogios, porque Karttikeya ya no iba a detenerse a hablar; una vez que libera a la "bestia" interna, solo se detendrá cuando su rival este en el suelo.
Por eso Ares, tras descubrir la funcionalidad del "poder especial" de Karttikeya, tuvo que cubrirse para intentar bloquear un combo, que consistió en un golpe directo izquierdo, seguido de un gancho derecho en el costado izquierdo, después una patada horizontal izquierda en el otro costado, un codazo derecho en el centro, y por último un rodillazo derecho ascendente.
Cada uno de esos golpes, logró estremecer de dolor el cuerpo de Ares, al grado de hacerlo sentir que hasta sus huesos eran golpeados directamente. En este punto Ares agradeció haber tomado medidas antes al decidir llevar esa nueva armadura, porque si no ahora mismo todos sus huesos estarían hechos polvo.
Desde que inició el combate, Ares ha intentado luchar tal como los boxeadores griegos. Pero Karttikeya le superaba tanto en técnica, velocidad y maestría, que apenas podía responder. Aun con la armadura especial de Akasha, en maestría de disciplinas era por lejos inferior a Karttikeya. No obstante, estaba determinado a no darse por vencido...
—Esta pelea se acabó —dijo Karttikeya, preparando el puño izquierdo para el golpe final, endureciéndolo de tal manera que fue cubierto por una llameante energía Prana dorada.
Y entonces ejecutó un golpe directo izquierdo, con la fuerza suficiente para hacer chocar a Ares contra la pared, e incluso atravesarla junto con otras cuatro paredes más. En este preciso momento Ares podía ver como se aproximaba el puño directo a su rostro; sabía que no iba a poder hacerse a un lado o bloquearlo. Por eso todo lo que pudo hacer fue mover la cabeza a la izquierda, mientras sujetaba con ambas manos el brazo del dios hindú, con el fin de aprovechar el impulso para tumbarlo al suelo e intentar estrangularlo.
Pero cuando Ares dio un paso atrás con el pie derecho, preparándose para dejarse caer y tumbar a su oponente en el suelo, su pie terminó hundiéndose en el concreto agrietado, para después empezar a caer fuera de la arena; Ares estaba tan concentrado en el combate, que ni siquiera se dio cuenta de que a sus espaldas estaba el borde del suelo de concreto, el cual estaba todo agrietado y colapsaba, a causa de las inconmensurables ondas de poder que ambos peleadores liberaban con cada golpe.
Es por eso que al sujetar el brazo de Karttikeya y dejarse caer hacia atrás, ambos terminaron cayendo fuera del suelo de concreto hacia al césped; ambos sabían que si intentaban tan siquiera levitar un poco, serían descalificados. Y debido a la posición, el brazo izquierdo de Karttikeya iba a terminar tocando primero el césped.
Entonces la zona donde cayeron fue cubierta por una nube de tierra, junto con una lluvia de pasto. La incertidumbre, los nervios y la ansiedad invadió al público entero; nadie logró ver a tiempo quien tocó el césped primero, ya que pasó tan rápido y fue tan inesperado, que les dio un shock de sorpresa.
Viendo que todo se había calmado, Afrodita corrió hacia donde ambos dioses de la guerra habían caído. Y para cuando llegó, la nube de tierra ya estaba disipándose, revelándole a ella y a todos los espectadores el resultado del combate: Ares estaba estampado en el suelo, siendo sujetado del rostro por la mano derecha de Karttikeya, quien tenía el brazo izquierdo libre, y además usaba a su oponente como soporte para no tocar el césped.
—¡Tiempo fuera! —dicto Afrodita alzando la mano izquierda, tan confundida como todos al ver lo que parecía ser la victoria de Karttikeya, debido a que Ares fue el primero en tocar el césped.
Para confirmarlo, Afrodita chasqueo los dedos de la mano derecha, invocando cuatro enormes pantallas, las cuales flotaban a varios metros por encima del suelo de concreto; en las cuatro pantallas se reproducía una repetición en cámara lenta, de los segundos en los que Karttikeya y Ares caían al segundo suelo.
En esa repetición todos vieron con suma claridad, como la mano derecha de Karttikeya sujeto el rostro de Ares, a la vez que se apoyaba en el estómago de él por medio de la rodilla derecha. Y entonces el dios hindú lo empujo con la suficiente fuerza, como para que le soltara el brazo izquierdo, además de estampar al dios griego contra el césped, causando con el impacto la nube de tierra.
Tras ver la repetición, Afrodita invocó en su mano derecha su bastón potenciador de voz mediante un simple pensamiento, e inhaló una gran porción de aire para anunciar el resultado.
https://youtu.be/I9EsYuDYwos
—¡Ares fue el primero en tocar un soporte que no era el suelo de concreto, por lo cual, como lo dictan las reglas, queda descalificado! ¡Así que es oficial inmortales de todas las especies, razas y Panteones! ¡¡El Dios Hindú de la Guerra, Karttikeya, es el ganador de la Primera Ronda del Torneo Parabellum!! —anunció Afrodita en voz alta y con entusiasmo.
Todos los inmortales del Panteón Hinduista, Israelita, Celta, Chino, Mexica e Inca se levantaron de sus respectivos asientos, festejando la victoria de Karttikeya, mientras que muchos otros del resto de los Panteones también lo celebraron a su manera, ya sea dando un suspiro de alivio o gritando de júbilo.
[Habitación del Equipo Cuzco]
—Eso... estuvo cerca... —dijo Cuzco con los ojos cerrados y tumbándose en su sillón, sintiendo que estaba al borde de un paro cardiaco.
—¡¡Ya está!! ¡Nuestro equipo ganó la primera ronda! —dijo Naamah alzando las manos al aire de manera triunfal, con un pedazo de empanada gallega en cada mano, y sonriendo en grande de la emoción que sentía—. Por un momento temí que se repitiera el cliché, de que el equipo de los protagonistas pierde las primeras rondas, o el típico cliché de que pierde el personaje que pelea por su pueblo, por una motivación desinteresada, o el que lleva la ventaja la mayor parte del tiempo. ¡Pero qué va; el poder de Karttikeya es tan grande que hasta pulveriza los clichés! ¡Ja, ja, ja!
—Viste demasiados donghuas y mangas, Naamah —dijo Israel recostado en su sillón, con una mano en la frente, también sintiendo una explosión de alivio—. Aunque la verdad, yo también comencé a creer que perderíamos precisamente por las reglas de la ronda. Sin embargo, por ironías de la vida, el que acabó perdiendo fue justo quien tenía todas las posibilidades de ganar por las mismas reglas.
—¿Ganamos de verdad?
Pregunto alguien más que recién entraba a la habitación, captando la atención de los presentes; era una chica japonesa de 16 años, llamada Koyoharu Gotouge, de cabello negro corto, constitución bastante delgada, y vestida con un kimono azul.
—Sí, aunque las reglas casi nos la juegan —dijo Naamah con alegría—. ¡Pero al final triunfamos!
—Ya veo... Qué alivio —dijo Gotouge también dando un suspiro aliviado con la mano derecha en el pecho, mientras se acercaba a los sillones, y entonces vio al joven humano inca—. ¿Y a ti qué te pasa?
—Nada grave, solo estoy sufriendo de un "caro pardiaco" —respondió Cuzco con sarcasmo, todavía no sintiéndose relajado del todo tras la tremenda subida de emociones.
—Se dice "paro cardiaco" —corrigió Israel, todavía tratando de procesar que su equipo ganó la primera ronda.
—Como se llame eso. Todavía no puedo creer que de verdad mi equipo ganó la primera ronda. Es increíble... —dijo Cuzco, ahora sintiéndose muy bien, lo cual demostró con su gran sonrisa—. ¡Ja, ja! ¡Estoy ansioso por volver a mi pueblo, y tirarles en la cara a esos tarados de la realeza de Tiahuanaco lo que he logrado! Aunque debemos agradecerte esta victoria, chica de nombre impronunciable. Si no nos hubieras dicho quiénes eran los organizadores del otro equipo, no hubiera investigado más a fondo cuales inmortales serían indicados para mi equipo.
—Y a todo esto, ¿por qué estás ayudándonos, niña humana? —pregunto Naamah de forma interrogativa y dudosa—. Prácticamente estás ayudando a los "enemigos" de tu territorio, al brindar apoyo al equipo de un extranjero a vencer a un equipo liderado por compañeros de tu misma tierra. Si volvieras ahora mismo a tu casa, lo más "piadoso" que te pasaría, sería que fueses desterrada o ejecutada por "traidora a la patria".
—Créeme que eso lo sé más que bien... Y estoy dispuesta a afrontar cualquier castigo, con tal de vengarme de esos desgraciados —dijo Gotouge con indiferencia, y teniendo la mirada llena de odio puro, dirigida hacia la habitación del equipo contrario—. No me importa lo que me pase, con tal de hacerlos pagar por lo que le hicieron a mi familia.
Israel estaba por decir un consejo reflexivo al respecto. Pero al rato prefirió guardar silencio, porque considero que no era el mejor momento para hablar de ello; tanto él como Cuzco no sabían con exactitud las razones por las que la humana Gotouge quería vengarse de los organizadores del equipo contrario.
Pero ángel pelirrojo y humano inca estaban de acuerdo, en que no era mejor obligarla a ella decir sus razones de querer venganza. Por ahora iban a concentrarse en la primera victoria de su equipo y en conseguir otras cuantas victorias más; después trataran de entender a Gotouge, si es que antes ella no decide explicarles a fondo la tragedia que la llevo a acudir a ellos, para apoyarlos en su lucha contra el Equipo Buda.
[Habitación del Equipo Buda]
—¡Esto no puede ser! ¡Es imposible que un dios griego sea superado y vencido por un mísero e insignificante dios hindú! —exclamaba Takumi mientras se sujetaba la cabeza, al igual que sus compañeros humanos furioso e incrédulo por completo, tras ver cómo resultó el combate.
—¡Ja! Pues ahí tienen su "grandiooooso" dios griego —dijo Odín a modo de burla y esbozando una gran sonrisa, divertido por la irónica derrota de Ares—. Aunque ya esperaba que él perdiese, jamás imaginé que sería por las propias reglas. Esto sí que es un inesperado e irónico resultado ¡Ja, ja, ja!
No le molestaba en lo más mínimo que un miembro del equipo de su hijo Thor perdiera. De hecho, le pareció una gratificante y satisfactoria "venganza", por el caos que trajeron los romanos al Territorio Nórdico por culpa de Ares, y también por culpa de otros dioses griegos que querían expandir sus cultos, ganando más seguidores mediante esclavos extranjeros, tal como intentó hacer el dios Dionisio una vez en el Territorio Hinduista, y terminó pagándolo con su vida al enfadar a la diosa Parvati.
Pero mientras Odín estaba feliz, Hermes estaba en el borde de la ventana mirando incrédulo lo sucedido, y Zeus estaba por destrozar la habitación en un acto de rabia; se había levantado de su asiento, apretando los posabrazos del trono con tanta fuerza que las destrozó, y ahora estaba de pie apretando los puños, pensando en qué tipo de castigos le daría a su hijo Ares, por no haberle hecho caso en usar las reglas a su favor.
https://youtu.be/dwNrU19Go8U
[Arena de Duelo]
Mientras tanto en la arena, Karttikeya había desactivado la armadura de Prana, y ahora se disponía a retirarse para descansar; ya había ganado, y eso es todo lo que le importaba. No le interesaba recibir ovaciones y festejos; por lo que no tenía interés en celebrar junto al público su victoria.
Sin embargo le apetecía ver a sus hermanos, esposas y al resto de su gente. Así que, para no tener que rodear la arena, y también para verlos a ellos, con un simple pensamiento se teletransporto encima del destrozado suelo de concreto, con el fin de caminar directo hacia la misma entrada por donde él había ingresado a la arena.
—¡¿Qué?! ¡¿Puedes teletransportarte?! —exclamó Ares, sentándose en el suelo sin su casco, mirando atónito otra habilidad que desconocía del dios hindú.
—Claro —respondió Karttikeya dándose la vuelta, para mirar desde arriba al dios griego—. Hace siglos que domine la energía Prana. Por lo que puedo usar suficiente poder de la Omnipresencia, para aparecer en cualquier lugar que haya visto, del universo en el que me encuentro. Aunque todavía no he alcanzado dominio suficiente del Chi para tener la Omnisciencia.
—¡¿También puedes usar la energía Chi?! ¡¿Eso quiere decir que podías usar el Chi con las técnicas de tu Arte Marcial?!
—Exactamente.
—¡¡¿Entonces por qué no las usaste en ningún momento?! ¡Podrías haberme ganado más rápido y sin correr riesgos de perder por las reglas! —decía Ares estupefacto de lo que acababa de descubrir, y no alcanzando a entender por qué el dios hindú no uso el resto de poderes que guardaba.
—Si hubiera hecho eso, estaría peleando como un dios cualquiera. Y desde un inicio yo quería pelear como un mortal, usando solo el poder del Sistema de Prana. Después de todo, el motivo por el que decidí pelear no solo era para honrar a mi gente del Panteón Hinduista; también quería honrar a los mortales del territorio donde crecí. Pero no lo malinterpretes; luche en serio, pero no como un dios hinduista, sino como un mortal indio.
"Este chico es increíble...", pensaba Afrodita, cada vez más maravillada de cuán humilde era el Dios Hindú de la Guerra.
—Sabes Ares, antes yo solía parecerme un poco a ti —proseguía Karttikeya tras unos segundos de silencio, con su clásica actitud serena, pero esta vez denotando gratitud—; de cierto modo, eres lo que pude haber sido yo, si no hubiera madurado y aprendido cuando abandoné mi aldea, y cuando elegí el camino del protector. Puede que diferimos mucho en filosofías. Pero te estoy agradecido; gracias a ti y a este combate, pude liberarme al fin de todos mis temores y vergüenzas. Además luchaste sin miedo y con honor hasta el final.
»Pude ver que nunca tuviste intenciones de aprovecharte de las reglas, ya que lo del final fue solo un accidente. Hasta el final querías luchar con tus propias fuerzas y tu propio equipo, sin ningún tipo de ayuda de terceros. Por eso también tienes mis respetos como peleador. Tienes tanto mi gratitud como mi respeto. Y como muestra de eso, si algún día necesitas ayuda en algo, como proteger a tu madre de tu malvado padre, o necesitas protección de algún castigo injustificado de él, entonces iré a ayudarte.
Dicho eso, Karttikeya se da la vuelta, y procede a caminar hacia la entrada de la arena por donde salió antes; en el camino vio a sus hermanos, esposas, amigos y el resto de su gente, por lo que, con una pequeña sonrisa penosa, levantó la mano izquierda para saludarlos a todos ellos.
No obstante su expresión se convirtió en sorpresa, al divisar en el fondo de la entrada a Lilith, quien lo veía con una tierna mirada sin pizca de lujuria, y sonreía con un amor demasiado puro para venir de una súcubo; era muy distinta a la Lilith hambrienta de placer, que él conoció en el pasado, lo cual fue bastante extraño para él.
Aunque de todos modos Karttikeya estaba por descubrirlo por sí mismo, ya que debía pasar por el pasillo donde estaba Lilith, para ir a los dormitorios a descansar. Así que dio un suspiro cansado, sin dejar de sonreír, preparándose para lo que sería una conversación incómoda, con la diablesa israelita que tantos problemas emocionales le había traído.
Por otro lado Ares seguía en el suelo, atónito de todo lo que había escuchado de parte de Karttikeya; ser reconocido y respetado por un oponente tan poderoso como Karttikeya, quien le superaba por lejos en todos los aspectos y aun así decidió pelear a su nivel, fue algo admirable.
—Pareces afectado Ares —dijo Afrodita con una sonrisa divertida y cruzada de brazos, viendo que el dios griego seguía callado y paralizado—. Descuida, lo entiendo. A mí también me dejo sin palabras "Kartty". Pudo haberse pasado toda la ronda humillándote para quedar bien. Pero luchó en igualdad de condiciones, y sin deseos de querer humillarte o algo parecido, aunque termino dándote una paliza ¡Je, je! Es sin duda increíble.
—Sí... es un sujeto increíble... —dijo Ares, estando de acuerdo con Afrodita.
"Karttikeya, no solo eres un magnifico Dios de la Guerra... También eres un auténtico dios de la India, que hace honor a su Panteón", era lo que pensaba Ares, por primera vez en su vida sintiendo un gran respeto y admiración por un dios de otro Panteón.
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