Capítulo LXXIX: Juez vs Héroe (III)
https://youtu.be/BSHyf4suDl4
[Siglos Atrás. Territorio Israelita].
La terrible experiencia de haber matado a un chico-bestia fue espantosa para Sansón; tanto que huyó rápido de allí, llegó al río más cercano y se limpió la sangre. Luego regresó con su familia en Timnah poco después de que amaneciera.
Para explicar la sangre en su ropa inventó la mentira de que se levantó temprano para explorar la ciudad, y tuvo que defenderse de unos bandidos que intentaron matarlo. Sus padres se creyeron la mentira, pues no era la primera vez que le sucedía a Sansón en lugares como las ciudades. Pero Nashyan no se lo creyó, y en privado le insistió mucho en que le dijera la verdad; Sansón no pudo callarse más y, como una forma de desahogar la culpa, se limitó a decir que un "león" joven lo había atacado esa mañana en los viñedos, y él lo había matado por accidente.
Nashyan se creyó esa verdad a medias y prometió no volver a hablar más de eso, ni tampoco se lo diría decírselo a sus padres. Además consoló a su hermano diciéndole que aquello fue en defensa propia, y de todos modos cuando se trataba de sobrevivir había que pelear a muerte; así era la vida en la naturaleza.
Esas palabras consiguieron renovar el suficiente ánimo en Sansón para la reunión de sus padres con la familia de la filistea rubia, Livana. No fue un encuentro muy amistoso, aunque tampoco llegaron a discusiones o insultos, por lo que el padre de Livana, Talal, quien tenía la mayor autoridad en la familia, terminó aceptando entregar a Livana en matrimonio a Sansón.
Contrario a lo que suele pasar, Livana no se opuso ni mostró disconformidad con el matrimonio arreglado; ella sí estuvo feliz con el compromiso. Y conforme Sansón pasaba el tiempo con Livana en Timnah, ambos empezaron a conocerse mejor, encontrando comprensión y felicidad al lado del otro, junto con un vínculo especial que iba más allá de la relación sexual que tenían al principio.
Sansón ya tenía conocimiento de que había incluso familias filisteas víctimas de la tiranía de su gobernador, el rey Malek. Y al conocer mejor a Livana supo que ella también era prueba de esa realidad, porque años atrás la madre de Livana, Fadila, fue asesinada al defenderse de un comandante filisteo que intentó violarla.
Lo sucedido fue llevado a juicio, pero en vano; aquel comandante contaba con el respaldo del mismo rey filisteo, de modo que lo absolvieron de todos los cargos por "falta de evidencias". Esta injusticia afectó tanto al padre de Livana que terminó perjudicando su desempeño en el trabajo, por lo que pasaba mucho tiempo fuera de casa. Y en una de esas ausencias su hogar fue visitado por el príncipe filisteo mayor, Adonis, con la intención de llevarse a una mujer joven, siendo la elegida Livana.
Era una costumbre perversa que el príncipe Adonis y su padre el rey filisteo Malek repetían cada mes por "diversión", y para que sus lacayos más leales tuvieran "juguetes" con los que entretenerse.
No obstante Livana se salvó en esa ocasión porque su hermana menor se ofreció tomar su lugar, y el príncipe filisteo aceptó el trato porque la considero mucho más hermosa. Lo último que Livana supo de su hermana menor es que fue vendida en Sorek con otro nombre, que hasta el momento la familia de Livana desconocía.
Ambas tragedias perjudicaron tanto al padre de Livana que cayó enfermo por un tiempo, lo que empeoró la situación económica de la familia. Necesitaban dinero con urgencia para pagar sus deudas, salvar su trabajo y además recuperar a la hermana menor de Livana. Por eso la joven filistea tomó la desesperada decisión de convertirse en sirvienta de la reina Tinja.
Sin embargo, antes de que Antaeus le hiciera algún daño como hizo antes con otras sirvientas, sucedió la lucha en la que Sansón terminó matando a Antaeus. Luego del combate la reina Tinja solicitó los servicios de Livana para esa noche de compensación a Sansón, y aunque no fue una orden Livana aceptó con la promesa de recibir un gran pago.
En un inicio Livana lo hacía nada más que por el pago. Pero la timidez e inexperiencia que Sansón demostró al inicio del acto con Tinja despertó interés en Livana. Y cuando llegó el turno de ella para unirse a él, lo que era interés se convirtió en una fuerte atracción física por lo atento y gentil que era él con ella.
Además Livana pudo ver que Sansón estaba allí, entregándose a la pasión sexual, no por placer sino como una forma de escape, y eso para Livana hacía de Sansón alguien diferente a la gran mayoría de los hombres, incluso de los idealizados hombres humanos perfectos que defienden a los débiles, son fuertes de nacimiento y se acuestan con muchas mujeres.
En un inicio Livana no tenía muchas esperanzas en que Sansón la tomaría como esposa, pero estaba feliz de que haya ocurrido así. Y al conocerlo mejor con el pasar de los días, se enamoro del hombre frágil y sensible oculto detrás de esa máscara de orgullo, actitud despreocupada y terquedad.
Como demostración de su amor genuino Livana le brindó apoyo emocional a Sansón, más allá de consolarlo con relaciones sexuales. Trato de aconsejarlo en sus momentos de mayor duda, le enseñó que estaba solo en sus manos el decidir su destino y el cómo usar los dones que el cielo le dio, y más importante le ayudó a superar muchas culpas que lo perseguían.
Además, para que Sansón ya no estuviera tan solo, Livana lo presentó a muchos amigos de su familia, entre los cuales el más destacado era un hombre de su misma edad llamado Azmelkart, hijo de padre fenicio y madre filistea. Lo curioso es que Azmelkart también tenía una fuerza física casi inhumana, por lo que se convirtió en el mejor amigo que Sansón tuvo fuera del pueblo hebreo.
Después de varias semanas, al fin había llegado el esperado día de la boda; Sansón estaba de camino a Timnah para la ceremonia y, tras pensarlo por un momento, decidió pasar primero por la plantación de viñedos donde había matado al joven-león. Recordaba bien en donde había dejado el cuerpo, y por ello se sorprendió mucho al ver que en ese lugar exacto creció un árbol grande, rodeado de flores, en el que algunas abejas anidaron e hicieron un panal.
Sansón investigó el árbol y descubrió que el tallo, las plantas y las flores crecieron en donde se había esparcido su sangre y la del joven-león. Comenzó a tener un fuerte presentimiento de que ese joven-león en particular también tenía sangre divina, tal vez por ser descendiente o avatar de un dios. Era la mejor explicación a que hubiera crecido un árbol de ese tamaño en tan poco tiempo, y que no haya habido ningún reporte de un asesinato en los viñedos.
Sea como fuese, no tenía manera de confirmar nada, así que solo se dedicó a cumplir con lo que vino a hacer: se arrodilló frente al lugar donde murió el joven-león, aceptó lo sucedido como una lucha por supervivencia y honró al joven-león caído dándole sus respetos como un buen oponente. Luego continuó caminando hacia su boda, llevándose consigo unos trozos del panal para compartir la miel con su familia.
Azmelkart había ayudado desde el inicio con los preparativos de la boda, ganándose el honor de ser el primero de los treinta padrinos filisteos escogidos por el padre de Livana. La boda se llevó a cabo con éxito y sin muchos inconvenientes. Durante el banquete todo parecía ir bien, hasta que uno de los padrinos de la boda, un hombre joven de extraña melena rubia y con la mitad de la cara vendada, comenzó a cuestionar la educación e inteligencia de Sansón.
https://youtu.be/prQe67V-nzk
Aquel extravagante padrino se presentó como "Halim", y para demostrarlo sus afirmaciones desafío a Sansón en resolver un acertijo sencillo: "desde el amanecer hasta el anochecer camino del este al oeste, y en mi viaje te doy luz y calor sin llevar antorcha incandescente."
Sansón le dio la respuesta indicada casi de inmediato: "el sol". Y después, con orgullo, desafío al arrogante padrino Halim con un acertijo más complicado: "en la oscuridad soy tu mayor luz, y mis caras son tu forma de conocer el tiempo".
Halim también respondió correctamente y casi de inmediato: "la luna". Y así, con un ambiente cargado de tensión hostil, ambos empezaron a desafiar el intelecto del otro con acertijos cada vez más cortos y difíciles, los cuales ambos respondían con la respuesta correcta. El duelo intelectual llegó a un punto en que Sansón se sintió tan orgulloso de su propia inteligencia, que propuso un trato astuto y tramposo.
Lo que acordó Sansón fue lo siguiente: si el padrino Halim resolvía el siguiente enigma, Sansón les entregaría a él y los otros filisteos treinta piezas de lino fino y ropas elegantes, pero si al terminar la celebración de la boda, que duraba en total siete días, Halim no resolvía el enigma, serían él y los demás padrinos de boda los que debían entregarle a Livana treinta piezas de lino fino y vestidos elegantes.
Sansón ideó un acertijo tomando como inspiración lo sucedido con el joven-león, y fue así: "del devorador salió comida, y del fuerte salió dulzura".
Aunque era un enigma inspirado en una experiencia privada, tenía su respuesta fácil dentro de la cultura filistea. Sin embargo debido a que era Sansón, un hebreo, el que propuso el acertijo, Halim y los otros filisteos en la boda creyeron que estaba relacionado con la cultura de los hebreos, y por eso Halim no pudo hallar la respuesta.
Feliz y orgulloso de su aparente victoria, Sansón se marchó junto con Livana para su primera noche de bodas, dejando al padrino Halim con el ego herido y lleno de frustración.
A pesar de que Azmelkart quedó involucrado en la apuesta, no se disgusto ni tampoco le importó, pues tendría la excusa perfecta para regalarle algo a Livana, a quien en secreto amaba más que como amigo. Algunos de los otros padrinos también consideraron la apuesta como un simple juego.
Por el contrario a la mayoría de los padrinos les pareció un ataque a su orgullo, y el padrino Halim se aprovechó de esto para hacerles creer a esos padrinos molestos que Sansón era un vil ladrón y tramposo que los había invitado nada más que para robarles. Luego los incito a amenazar y acosar a Livana con denunciarla al príncipe filisteo Adonis, para que la quemaran viva y a su padre si no les daban la respuesta al acertijo.
Livana, consumida por el miedo, busco consejos en su padre, quien sin dudar la instó a suplicarle a Sansón saber la respuesta al enigma para evitar más problemas. Entonces, tras muchas insistencias disimuladas, Sansón terminó dándole la respuesta a Livana. Y a la mañana siguiente, mientras Sansón seguía durmiendo, Livana se reunió en secreto con uno de los padrinos de boda para pasarle la respuesta.
Al séptimo día del festejo de la boda todos se habían reunido para el último banquete, y de repente apareció Halim acompañado de una escolta de soldados, dirigida por un par de individuos destacados; el primero era un comandante fuerte de familia prestigiosa, Baldo, y el segundo un reconocido sacerdote principal del culto de Dagón, Abibaal.
Tan extraña visita fue bastante sospechosa para Sansón, sobre todo porque Baldo fue el comandante que asesinó a la madre de Livana, y además el sacerdote Abibaal fue el enviado por el rey filisteo para que el comandante no fuera declarado culpable en el juicio. La misma Livana se lo explico a Sansón entre susurros temerosos.
En medio de la confusión e incertidumbre de todos los presentes, Azmelkart exigió saber por qué Halim había llegado con tal escolta de soldados. En respuesta Halim procedió a quitarse su cabello rubio, que en realidad resultó ser una peluca que ocultaba su verdadero cabello negro. También se desenvolvió las vendas de la cara, revelando que tenía ojos bicolor.
El miedo invadió tanto a Livana como a su padre Talal tras ver que Halim en realidad era uno de los más inteligentes y despiadados de los príncipes filisteos, Ahtur.
Tras revelar su verdadera identidad y decir unos cuantos comentarios burlescos, Ahtur dijo la respuesta correcta al acertijo de Sansón: "¿Qué es más dulce que la miel, y qué es más fuerte que un león?". La respuesta era en realidad otro enigma de la cultura filistea que, dependiendo del contexto, tenía múltiples respuestas. Y para burlarse más de Sansón, el príncipe filisteo respondió a ese segundo enigma bajo el contexto de las bodas y la familia: "el amor". Además agregó con burla que el amor de Livana hacia su pueblo y príncipe era mayor que el amor hacia Sansón.
Tal giro de los acontecimientos hizo sospechar a Sansón de que todo había sido una trampa, e incluso que el amor de Livana había sido una mentira. La pobre joven trató de explicarse, pero Ahtur la interrumpió para decirle a Sansón que debía cumplir con la apuesta, y si no podía pagarlo tendría que pagar la deuda cumpliendo servicios en el ejército filisteo, lo que implicaba rechazar su herencia hebrea con un voto de adoración a Dagón; por esa razón el príncipe había traído al comandante Baldo y al sacerdote Abibaal.
No fue sorpresa para nadie que Sansón eligiera pagar la apuesta dándole treinta piezas de lino y ropa elegante. El problema se agravó cuando el príncipe amenazó a Sansón con llevarse a su hermana menor, Nashyan, si la deuda no era pagada en un plazo de siete días. Todo esto enfadó bastante a Sansón, pero aun así él decidió tratar de resolverlo de manera pacífica, para evitar exponer su identidad como el "vigilante pelirrojo" y poner en mayor riesgo a su tribu y familia.
https://youtu.be/OW44LNwcilQ
La deuda era de Sansón, y por lo tanto el padre de Livana no podía ayudarlo. Así que Sansón salió rápido de la ciudad a conseguir las piezas de lino fino y ropa elegante. Tomó su forma divina y, de un salto, recorrió treinta millas hasta la ciudad de Ascalon, donde terminó matando a treinta filisteos políticos para robarles la ropa.
Al principio intento robar sin matar a nadie. Pero la rabia por la traición de Livana, la preocupación por el bienestar de su hermana Nashyan, el odio hacia aquel arrogante príncipe filisteo, y ahora sumado con las burlas que recibía de los egocéntricos políticos filisteos de esa ciudad, terminaron por hacerle perder la paciencia junto con el autocontrol, despertando la impulsividad de su lado divino.
Desahogó su rabia contra esos filisteos en una sangrienta y destructiva masacre, en la que terminó rompiendo uno de sus tres votos —no tocar cadáveres de otros humanos—, lo cual acrecentó más su furia al grado de sentirse molesto con Livana.
Al día siguiente regresó a Timnah con los treinta linos finos y ropa elegante que prometió, y el príncipe filisteo se retiró con el pago sin quejas ni más trampas, e incluso ignorando a propósito que las ropas tenían manchas sangre. Era bastante sospechoso su retirada pacífica, pero Sansón ya tenía demasiado en mente como para pensar en ello.
Tras comprobar que su hermana Nashyan estaba bien, Sansón tuvo su primera discusión con Livana; la joven filistea trato de explicarle que lo hizo por miedo, y que además gracias a su colaboración le devolverán a ella su hermana menor pérdida. También le recalcó a Sansón que si él no hubiera continuado ese desafío intelectual por orgullo nada de eso habría pasado.
De hecho Sansón entendía que la culpa de lo sucedido en mayor parte era suya, y también entendía el miedo que debió sentir Livana. Lo que en verdad enfadaba a Sansón era que Livana no confío en que él sería capaz de protegerla, no tuvo la confianza de decirle acerca de las amenazas que ella recibía, ni mucho menos confío en que él podría ayudarla a encontrar a esa hermana menor pérdida.
Livana no confío para nada en él, a pesar de que al decir cada uno sus votos en la boda juraron confianza mutua en las buenas y en las malas.
Esa desconfianza total fue lo que rompió el corazón de Sansón, y por desgracia Livana lo entendió demasiado tarde, porque después de que Sansón se disculpó con ella por los problemas que causó su apuesta, decidió regresar con sus padres y hermana menor a la Tribu de Dan. Livana trato también de disculparse, pero Sansón la ignoró por completo y abandonó la ciudad de Timnah.
Después de unas semanas, Sansón decidió darle a su esposa otra oportunidad por consejos de Nashyan, por lo que regresó a la ciudad de Timnah para reconciliarse con Livana, e incluso llevaba como regalo una cabra. Su mundo entero se vino abajo cuando su antiguo suegro Talal le impidió ver a Livana, porque ella ahora era esposa de Azmelkart.
Talal explicó que por la forma en que Sansón se marchó de la ciudad después de aquella discusión, Azmelkart les había mentido diciendo que Sansón ya no quería volver a ver a Livana, así que Talal no tuvo más opción que anular el matrimonio de su hija y, para ganar más beneficios económicos, la entregó en matrimonio a Azmelkart.
https://youtu.be/2hx3ywI8Eeo
Como una forma de "compensación", Talal le ofreció a Sansón tomar como nueva esposa a la hermana menor de Livana, que sería devuelta a la familia en unos días y estaría más segura con los hebreos después de todo lo que debió vivir. Pero Sansón rechazó la propuesta y abandonó el lugar, con la sangre hirviendo de furia por la traición de quien consideró su mejor amigo.
Para este punto Sansón ya comenzaba a no pensar con claridad; empezó a creer que todo había sido una artimaña orquestada por su amigo, apoyado por el príncipe filisteo y los demás padrinos de boda. Toda esta paranoia suya, originada por el rencor que lo consumía, lo llevó a vengarse de su amigo de una forma bastante drástica.
Atrapó a unos cuantos zorros, les ató a las colas unas antorchas pequeñas, con el fuego que irradiaba su forma divina prendió las antorchas, y después soltó a los zorros por los campos de trigo, olivo y viñedos que eran administrados por la familia de Azmelkart.
Más allá del deseo de venganza, Sansón pensaba en arruinar el trabajo de la familia de Azmelkart para forzarlo a separarse de Livana, pues ya no tendría más beneficios que ofrecerle a la familia de Livana con ese matrimonio. Aunque no era un tan mal plan, las cosas no salieron como él se las imaginó.
Quemar los trigales, olivos y viñedos también afectó a muchas familias filisteas que dependían de esos cultivos. El descontento de los ciudadanos creció al punto de la violencia, y entonces el príncipe Ahtur, otra vez disfrazado, les dio al público filisteo culpables al que atacar: Livana y su padre Talal.
La respuesta de los ciudadanos filisteos de Timnah fue casi inmediata; quemaron la casa se la familia de Livana, con ella y su padre todavía adentro.
Sansón se enteró de la tragedia poco después gracias a su padre y entonces perdió lo poco que le quedaba de razón; tomó su forma divina y descargó su furia contra los filisteos de Timnah, hiriendo a muchos y matando a unos cuantos hombres, mujeres e incluso niños por la destrucción y el fuego que Sansón desató como un dios cegado por el deseo de venganza.
[Presente. Torneo Parabellum].
https://youtu.be/MLlHkg-Ol2k
—Sansón ha estado bromeando y hablando mucho más de lo normal en este combate —dijo Alvitr con frialdad en su expresión y postura, pero reflejando su preocupación interna en el modo en que se agarraba los codos.
—¿Qué quieres decir? —pregunto Achlys moviendo la cabeza bastante rápido para mirar a su compañera.
—Es bastante obvio, pequeña súcubo. Ya saben que él se hace más hablador y bromista de lo usual cuando algo lo afecta emocionalmente. Esa es su manera de relajarse y evitar pensar en lo que le atormenta —explicaba Kebechet con sentimiento compresivo en su mirada, porque entendía bastante bien la situación del juez hebreo—. El chico-pájaro-sol debe sentirse muy mal, porque enfrentar al justiciero loco es como verse en un espejo roto parlante que le echa en cara sus tragedias, sus errores y el monstruo en el que pudo convertirse.
—Sí. Y el bastardo griego debió darse cuenta de eso. Heracles invocó su Égida de Leo antes de lo previsto para atacar a Sansón de forma psicológica, forzándolo a recordar el inicio de sus tragedias —dijo Annunitum con sus nervios un poco más calmados, aunque seguía expresando preocupación en sus ojos y en la forma en que se sujetaba la falda.
—¡Sabía que debíamos insistir más en que nos dejaran ayudarlo! —exclamó Achlys golpeándose las rodillas con ambos puños de forma bastante histérica y un tanto infantil.
—De todos modos Sansón no lo aceptaría, porque sería como pelear dos contra uno —agregó Annunitum—. Incluso Heracles decidió devolver a Bucéfalo a su establo después de un breve uso; al parecer quiere seguir manteniendo el combate uno contra uno.
—Es un buen punto —concordó Alvitr—. Según los registros reales, aunque Heracles estuvo acompañado en sus aventuras, derrotó a casi todos sus oponentes más fuertes en combates individuales. Y con la reputación del Panteón Griego en juego por las derrotas aplastantes de Ares, Poseidón y Artemisa, lo mejor es conseguir la victoria por sí solo.
—¡Pero sigue siendo un maldito al que no le importa recurrir a lo que sea con tal de ganar! —exclamó Achlys, agitando su cola de demonio con notable ansiedad.
—Y a Sansón ya no le importa recurrir a la violencia. Aunque no lo parezca, ha madurado bastante desde que renació como ángel. Ahora no duda en matar si es necesario, y no es tan confiado como en su vida anterior —dijo Kebechet sonriendo un poco con un brillo de orgullo en sus ojos, mientras recordaba las ocasiones en que visitaba a su hermana Wadjet en el Paraíso y, durante esas visitas, veía a escondidas los entrenamientos que tenía Sansón bajo la tutela de San Gabriel y otros arcángeles.
Las palabras de la joven diosa egipcia revivieron viejas memorias en Achlys, quien al haber conocido a Sansón en su vida mortal, podía confirmar lo mucho que el juez hebreo cambio desde que renació como ángel guardián, pues casi no lo reconoció cuando se reencontraron siglos después en Roma.
Por el lado de Alvitr y Annunitum, aunque no conocieron a Sansón en su vida humana ni lo vieron en sus lecciones en el Paraíso, descubrieron su lado espiritual y su corazón lleno de arrepentimiento; sucedió cuando ambas le enseñaban a usar magia en armas y armaduras, luego de que él las salvase de sus respectivos captores.
—¡Hermanote idiota al fin abandonas la ridícula idea de evangelizar a ese hijo de su puta madre con palabras! ¡Es mucho más efectivo una santa madriza como Adonai manda para reacomodarle las ideas a cualquiera! —gritaba Nashyan desde su asiento sin ningún signo de dolencia en su garganta.
Mientras Nashyan gritaba a todo pulmón hasta dejar medio sordos a miles que estaban allí, sus padres continuaban observando la Arena de Duelo con una mezcla de sentimientos. Hazzelelponi miraba preocupada y oraba en silencio con la esperanza de que eso de alguna forma hiciera fuerte a su hijo. Por otro lado Manoa tenía una mirada de culpa; era la culpa que sentía por no haber sabido guiar a Sansón, por haber intentado convertirlo en algo parecido a lo que terminó siendo Heracles, y por no haberse disculpado a tiempo con él.
https://youtu.be/LGnQ0fzCR8U
En la Arena de Duelo el rumbo había vuelto a cambiar a favor de Sansón, ahora que los golpes de sus brazos e incluso piernas empezaron a imitar los golpes de un verdadero látigo. Y cada impacto molía los huesos de Heracles como un martillo rompiendo cerámica. Además el dolor era tan infernal que incluso Zeus estaría retorciéndose de agonía en el suelo.
Lo peor es que poco a poco la velocidad del factor curativo de Heracles tardaba más en sanar sus fracturas.
"¡Sus golpes no dejan de romper mis huesos! ¡Es como si sus ataques ignorasen por completo mi Égida de Leo! ¡Es...! ¡¿Es acaso el Chi?!" pensaba Heracles cubriéndose con los brazos en un esfuerzo inútil por defenderse de la lluvia de latigazos que caían sobre él.
—Tienes la Égida de Leo para defenderte de la magia, y la Copa Solar de Helios para protegerte del poder pránico. Pero al parecer también tienes el mismo problema que todos los griegos: no tienes defensa contra las técnicas espirituales —dijo Sansón con calma analítica mientras continuaba el brutal castigo a Heracles.
Eso confirmo lo que pensaba Heracles; había encontrado el modo para protegerse de los ataques de Maná y Prana, pero no tenía nada contra el Chi. Estaba tan vulnerable como un campesino desarmado enfrentando a un comandante blindado de pies a cabeza. Volvía a estar contra las cuerdas, forzándolo a usar otra de sus doce cartas de triunfo.
—¡Atlas Dunamis: Pankosmios Tromos! (¡Fuerza de Atlas: Retumbar Mundial!) —conjuro Heracles, ocasionando que millones de partículas verdes surgieran del suelo y se concentraran en su cuerpo, formando un explosivo resplandor que alertó a Sansón hasta el punto de que prefirió retroceder por precaución.
Aquel resplandor se concentró en los brazos y hombros de Heracles, quien luego procedió con golpear el suelo con ambas manos, ocasionando un temblor masivo que sacudió toda la Arena de Duelo, logrando destrozar la primera capa del suelo a tal grado que derrumbo las casas de ambas ciudades.
No se trataba de un terremoto normal, sino un retumbar capaz de hacer temblar un planeta entero. Pero aun así Sansón se las arreglo para moverse entre toda esa destrucción, corriendo y saltando entre los grandes trozos del suelo y los edificios. Entonces dio una voltereta hacia adelante desde el trozo de una columna volando a gran altura, y descendió en picada hacia Heracles, quien ya lo estaba esperando para golpearlo con el puño derecho cargado de esa magia verde.
Lo que no se esperó Heracles fue que Sansón, en lugar de hacer el clásico choque de puño contra puño, haría una voltereta frontal en un calculado momento para apoyar el pie izquierdo sobre el dorso del puño derecho de Heracles, y entonces estamparle el otro pie directo en la cara. La patada fue tan poderosa que el héroe griego fue enviado hacia atrás, rebotando unas cuantas veces en el suelo, hasta llegar arriba del césped verde que marcaba los límites fuera del área de pelea.
Al último segundo Heracles reaccionó liberando parte de la energía Prana almacenada en la Copa Solar en un resplandor, el cual disparó desde el símbolo solar de la pechera contra la pared de las gradas y, usando la luz flameante como un propulsor, logró evitar su caída al césped verde, además de impulsarse de regreso a donde estaba Sansón.
A mitad de camino dejó de expulsar el resplandor flameante, se dio la vuelta para correr el resto del camino, y de nuevo otro grupo de millones de partículas verdes de Maná surgieron del suelo para concentrarse en su cuerpo. Cada paso suyo empezó a generar sismos aterradores que podrían hacer temblar continentes enteros. Y cuando alcanzó a Sansón, logró hacerlo retroceder con el puño derecho, cargado de los últimos residuos de Prana en la Copa Solar y de una gran parte de ese descomunal Maná.
https://youtu.be/vHqifHQwxM8
"Esta magia es extraña. No se siente como las otras que él ha usado. Es como si fuera un poder mágico externo...", fue lo que pensó Sansón tras haber bloqueado el golpe con ambas manos, y aun así pudo sentir un entumecimiento en los huesos.
"Maldita sea. He mostrado casi todos mis tesoros divinos. Y sabiendo lo intelectual que es este tipo, estoy seguro de que usar el mismo ataque por segunda vez no será tan efectivo contra él. Tengo que vencerlo cuanto antes, o debilitarlo para utilizar mi doceavo tesoro" decía Heracles en su mente, mientras abría las fauces de su casco para mostrar su boca, y expulsar sin problemas un chorro de sangre por el inmenso daño interno que estaba aguantando.
Ya había usado diez de sus doce reliquias. Si utilizaba las últimas dos no tendría más nada con que sorprender y defenderse, mientras que Sansón todavía se guardaba más cartas de triunfo. Además muchos del público comenzaban a admirar la increíble fortaleza física de Heracles, porque a diferencia de Thor no tenía ningún tesoro divino ni alguna cualidad física que potencie su regeneración; todo lo estaba aguantando con pura resistencia propia.
Descargas eléctricas empezaban a surgir del suelo e impactaban sobre Heracles como si fuese una batería. Los ojos de su casco comenzaron a desprender flamas azules mientras se intensificaba el resplandor verde de su cuerpo. Fue entonces que Sansón y muchos inmortales se dieron cuenta de lo que pasaba.
"Heracles está absorbiendo las energías del planeta debajo del torneo para potenciarse a sí mismo y crear ondas sísmicas", pensó Sansón con genuina sorpresa, pues no se esperó ese tipo de Arte Mágico en el héroe griego, aunque le trajo recuerdos de su pelea con Antaeus.
—¡Los juegos intelectuales se terminaron! ¡Ahora será de la manera tradicional: con nuestros puños! —declaró Heracles, antes de volver a impulsarse hacia Sansón como un cometa para atacar con el puño izquierdo. No se esperó que Sansón le atrapara la muñeca izquierda para desviar el golpe, y encima aprovechar el impulso para encestar un codazo izquierdo en el centro del pecho de Heracles.
Sin embargo Heracles dio un pisotón devastador, capaz de generar una onda sísmica lo bastante fuerte como para levantar el trozo del suelo donde estaba parado Sansón. Y de esta forma Heracles logró sujetarle el brazo izquierdo con ambas manos para levantarlo, y estamparlo contra el suelo de tal forma que lo hizo rebotar.
Mediante una voltereta el juez hebreo aterrizo de cuclillas tras el brutal rebote contra el suelo, y volviendo a endurecer sus músculos con la técnica Diamond Spirit contraatacó impulsándose de vuelta hacia Heracles como un meteoro de diamante, y lo embistió con el hombro derecho sobre el pecho, causándole otra serie de fracturas leves en la caja torácica.
Fracturas que empeoraron cuando en ese segundo Sansón le impacto una decena de golpes en el cuerpo, justo en diferentes puntos específicos. Y los huesos de Heracles se rompieron como una roca al ser golpeada por un martillo en los puntos indicados. Ahí fue cuando el héroe griego entendió mejor cómo era posible que sufriera tal daño pese a la armadura de Leo y al cinturón de Hipólita.
"¡No todos sus golpes tienen los objetivos clásicos; está atacando justo en mis meridianos para amplificador el daño directo a mi alma, que a su vez se refleja en mi cuerpo físico!", decía Heracles en su mente, descubriendo al fin el origen de tanto daño directo a la parte interna de su cuerpo.
Cada vez que Heracles parecía ganar la ventaja, Sansón se las ingeniaba para recuperar el dominio del combate. Hasta el momento, para Heracles, ha sido la pelea más desafiante tanto física como psicóloga, y aun así no iba a rendirse. En este punto su mente olvidó por completo casi todas las razones iniciales por las que decidió participar, y ahora solo deseaba superar este obstáculo como lo hizo con los doce anteriores en su vida mortal.
Lo curioso es que, debido a su armadura, no podía verse que en su cuerpo empezaban a extenderse marcas de un tono azul oscuro, como si algo estuviera emergiendo en respuesta a su furia. Y de hecho, en lo alto de las gradas, San Gabriel fue de los primeros en notar una familiar sensación en Heracles; por un momento sintió un Chi maligno parecido al de Lucifer.
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