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Capítulo LXIV: Artemisa vs Sekhmet (II)

https://youtu.be/AGmRMds2WZ8

[Torneo Parabellum: Habitación del Equipo Cuzco].

Si en algo todos aquí podían estar de acuerdo, es que las discusiones sobre la estancia de Alyssa con ellos tendría que esperar. Lo más importante ahora era la Ronda V del Torneo Parabellum.

—No lo entiendo. La doña ciervo púrpura solo tiene afinidad hacia el elemento agua y la magia oscura. No debería poder usar todos esos elementos mágicos, ni tampoco es una hechicera tan experimentada como para conjurar tantos hechizos sin recitarlos —dijo Naamah confundida.

—Es porque nunca prestas atención, hermanita querida —dijo Alyssa con diversión cínica, lo cual molestó mucho a su hermana menor.

—Pues adelante, edúcame —dijo Naamah con sarcasmo molesto.

—Con gusto. La respuesta sencilla es el Astra de Artemisa.

—El arco que maneja Artemisa es un Astra, diseñado para tomar el Maná del usuario y utilizarlo para crear flechas con mayor facilidad —explicaba Israel con seriedad, todavía disgustado por la intromisión de Alyssa en el lugar—. Pero ella aprendió a utilizarlo de otras formas; como usarlas para crear objetos o Círculos Mágicos sin necesidad de conjurarlos, o desencadenar un hechizo básico a partir de una creación mágica.

—Y no solo aprendió métodos relacionados con la magia —decía Brynhildr cruzándose de brazos con una sonrisa arrogante—. Mi amor Rudra le relató a Artemisa algunas estrategias y formas de utilizar el Kenoplasma, que utilizaron muchos enemigos en su afán de matarlo a él. También le enseñó a cómo utilizar el Kenoplasma contra maestros de Prana, basándose en la vasta experiencia de pelear contra maestros del Vacío. Artemisa vino bastante preparada a este combate.

—Pero Sekhmet sigue siendo una oponente formidable —dijo Geir expresando temor—. Ella también cuenta con Astras, pero prefiere pelear con sus propias manos. Pudo darle bastante pelea mano a mano al señor Rudra, e incluso puede usar el Prana.

—Cierto. No obstante, su control del Prana no está en la misma liga que Shakti, e incluso Skanda o Karttikeya. Se podría decir que está al mismo nivel del Kenoplasma que Artemisa —explicó Brynhildr—. Ni tampoco es una hechicera bastante diestra. Su mayor fuerza reside en su propia destreza como peleadora mano a mano, lo cual es bastante contraproducente a la hora de enfrentar un especialista en luchar a larga distancia. Solo queda confiar en la preparación de Artemisa.

[Arena de Duelo].

Contrario a lo que podría pensarse, Rudra no lucía nada preocupado; en el fondo si lo estaba, pero confiaba al completo en la fuerza de sus dos hembras problemáticas. Fue algo que tuvo que aprender en sus primeros años como Dios de las Bestias, después de haber alcanzado la Iluminación y aplastado a los budistas hipócritas.

—¡Hola, tigre de mi corazón y hermanas de harem!

Rudra abrió los ojos en grande, por la sorpresa de escuchar una familiar voz femenina, muy seductora y humorística, que él no esperaba escuchar allí. Todas sus hembras también se sorprendieron al descubrir que dos mujeres, muy conocidas, se estaban acercando a los asientos donde estaba reunido el Rey Tigre con su harem.

La primera era sin duda una hermosa mujer joven de figura delgada y voluptuosa con pechos grandes, bastante parecida a Lilith en rasgos faciales. Pero además contaba con características propias: piel pálida de tono lila, garras rojas en vez de uñas, larga cola con una forma de corazón en la punta, orejas puntiagudas, ojos negros con brillantes iris rosas, pupila hendida de reptil y en la frente tenía largos cuernos negros.

Su cabello, liso como la seda, era de un color azul negruzco que le llegaba hasta debajo de la barbilla. Tenía los labios carnosos de un color negro natural. Y como ropa llevaba una reveladora y gótica armadura ligera azul y negra, ceñida al cuerpo como una segunda piel, con hombreras puntiagudas y medias largas oscuras, que lucía más como una ropa de lencería que una armadura en sí.

Era la antigua ex esposa del Rey Vampiro Caín, y por lo tanto la "Eva" de los vampiros; era la Diosa Madre de los Vampiros y Reina Demonio de la Oscuridad, Alouqua Lilitu.

La segunda mujer aparentaba rondar por los 30 años, y tenía un cuerpo bastante maduro de figura voluptuosa y atlética, con piel clara un poco bronceada y largo cabello negro suelto como una cascada lisa. Tenía ojos de un color ámbar, con su pupila de color rojo brillante y en forma de estrella. Vestía una toga verde de falda corta hasta la mitad de sus muslos voluminosos, un escote en "V" que mostraba su ombligo, junto con brazales y cinturón de cuero, un collar de perlas y una pulsera de semillas Rudraksha doradas en el bíceps izquierdo.

Era la madre de Artemisa y Apollo; la Titanide de la Cacería y las Artes, Leto.

La historia de Leto no tiene mucho misterio en comparación a lo que conocen los humanos de ella; fue una de las tantas mujeres abusadas por Zeus, y de esas violaciones nacieron Artemisa y Apollo. También es una gran cazadora, una buena madre y una de las hembras bajo el feroz cuidado del mismísimo Rey Tigre Rudra.

En cuanto a su acompañante diablesa, es toda una historia llena de malinterpretaciones y datos ya olvidados o sincretizados con el historial de otras figuras.

https://youtu.be/zaZzuYU2hHA

Si en algo han acertado las historias de los humanos, es que la diablesa súcubo Ardat Lilith, también conocida simplemente como Lilith, es responsable de la creación de los vampiros. Sin embargo, ella no es una vampiresa como tal, sino una diablesa primordial de la familia hebrea y especie súcubo, como sus otras tres hermanas Eisheth Zenunim, Agrat-Bat Mahlat y la madre de Naamah, Na-Ammah.

Las Cuatro Diablesas de la Sexualidad fueron en un inicio consortes del antes Ángel de los Venenos, el Arcángel San Samael, hasta su abrupta separación por diferencias irreconciliables en la relación, y porque San Samael ya estaba presentando las primeras señales de corrupción que caracterizaría a los ángeles caídos.

Posterior a esa ruptura, el querubín Luzbel tomó como esposa a su hermana Na-Ammah, quien sería conocida mejor como Nanma. Y cuando Luzbel se convirtió en el ángel caído y Rey Infernal Lucifer, tomó como segunda esposa a su otra hermana Agrat-Bat Mahlat, junto con otras ocho esposas diablesas también parientes de él.

Mientras tanto Lilith y Eisheth se mantuvieron solteras, de vez en cuando teniendo algún que otro amante sexual masculino o femenino por un corto tiempo. Ambas siguieron este estilo de vida, hasta que Eisheth conoció y se enamoró del Dios Eslavo del Sol y Príncipe Tigre Dazhbog. Y años posteriores, en el presente Torneo Parabellum, Lilith formalizaría el trato de ser no una esposa sino una amante eterna de Karttikeya, para que éste la alimentara a través del sexo, y así ella pudiera mantener bajo control la naturaleza demoníaca.

Pero antes de todo eso, Lilith había tenido una hija biológica y una adoptiva. Lo irónico de esto es que su hija de sangre fue purificada y ascendida como un ángel por el propio Rudra, la joven Lailah, mientras que la adoptada ascendió como una híbrida diosa-demonio.

Ardat Lilith es conocida como "Madre de los Monstruos Nocturnos", porque ella creó a las criaturas demoníacas nocturnas, aunque de manera artificial a base de experimentos genéticos con la sangre demoníaca y otros tipos de ADN. Y entonces pasaría a ser conocida por los humanos como "Madre de los Vampiros", porque la primera creación exitosa de sus experimentos fue la primera vampiresa de sangre pura, a partir de su propia sangre. Y gracias a este experimento, también transformó al Proto-Humano Caín en un vampiro primitivo.

Su mayor creación, a la que bautizó como Alouqua, es la "Lilith" conocida en el Panteón Mesopotámico (Babilónico, Persa, entre otros), la misma que fue confundida con la diosa Ishtar y otras deidades femeninas similares, y es la verdadera Madre de los Vampiros, por ser la primera vampiresa de nacimiento y procrear con Caín a los primeros vampiros puros.

Hoy en día Alouqua es la Reina Demonio de los Vampiros, Lilitu, sin afiliación a algún Panteón, desde que rompió su compromiso con Caín. Y como toda súcubo independiente, tuvo un historial sangriento de víctimas que murieron para saciar su hambre de lujuria y sed de sangre; con Lilitu fue mucho peor que su madre e incluso Eisheth, porque ningún humano pudo durar una sola noche con ella antes de morir o enloquecer hasta el suicidio.

Por desgracia esa terrible combinación de hambre por lujuria y sed de sangre, aparte de hacerla casi tan insaciable como Eisheth, la convirtieron en una súcubo bastante soberbia e imprudente.

Un ejemplo de esa imprudencia es que viajo fuera de los límites del Territorio Israelita y Babilónico, tras percibir en una cabaña de las tierras eslavas una fuente de energía vital masculina tan inmensa como varios planetas oceánicos. Y en vez de investigar primero a esa víctima tan deliciosa, voló confiada a la cama de esa cabaña para absorber esa inmensa fuente de vida con horas de sexo, y luego darse un festín de sangre.

Salió de caza, sin tener la menor idea de que la víctima era en realidad el Rey Tigre disfrazado de humano.

Lilitu no volvió a salir de aquella cabaña durante una semana entera. Y cuando lo hizo, pasó de ser una soberbia, rebelde e independiente súcubo a una dócil y temerosa diablesa que seguía detrás al Rey Tigre como una sirvienta. Por lo que ella relató tiempo después, pasó toda esa semana tratando de llegar a un acuerdo con Rudra, a cambio de que él no la devorase allí mismo; tuvo que aceptar la derrota y expiar sus crímenes sirviendo al Dios de las Bestias, su rival y eterno enemigo.

Pasado un tiempo, Lilitu se ganó el perdón y la redención por parte de Rudra, tras ayudarlo en su camino a salvar a la Reina Loba Dziewanna de ser castigada por el Consejo de los Elohim. Sin embargo Lilitu no se unió al harem de Rudra como esposa ni concubina, sino como una de tantas amantes que se aparean de vez en cuando con él, sin estar comprometidas bajo algún tipo de vínculo matrimonial.

En el caso de Lilitu, se aparea con Rudra para alimentarse y así controlarse, tal como el caso actual de Lilith con Karttikeya. Y es porque Rudra es capaz de saciar el hambre voraz de Lilitu por un año terrestre.

En cuanto a Leto, ésta optó por mantenerse libre de cualquier compromiso, simplemente porque no quiere ser un estorbo para su hija Artemisa y las otras hembras en el harem de Rudra. Aunque de todos modos, Rudra la tiene marcada como una de sus hembras, para que ningún otro depravado como Zeus se atreviese a tocarla de nuevo. Y Leto se lo agradece a Rudra de vez en cuando, apareándose con él.

—Joder, acaba de llegar una hermosa y magnífica flor del desierto —dijo Nintu sonriendo un poco.

—Agradezco el halago —contesto Alouqua con una sonrisa orgullosa, y pasándose las garras de la mano derecha por el cabello.

—Me refería a Leto —dijo Nintu ampliando su sonrisa con un aire divertido—. Tú eres tan "hermosa" como la rana de un pantano.

—Es bueno ver que sigues siendo tan "divertida" como recuerdo —dijo Alouqua con sarcasmo, dejando de sonreír y apartando la mirada de la diosa babilónica—. Nunca entenderé cómo fue que lograste ganarte un lugar al lado de Rudra.

—Obvio que jamás lo entenderás, si solo lo visitas para tener sexo —dijo Nintu adoptando un semblante serio y disgustado.

—Ya paren ustedes dos —dijo Rudra con un gruñido molesto que asustó a la diosa babilónica y la reina demonio.

—Lo sentimos mi señor —se disculparon Alouqua y Nintu al mismo tiempo con igual vergüenza.

—Alouqua y Leto, me alegra mucho volver a verlas. Si me hubieran avisado que también vendrían, las habría ido a buscar para traerlas personalmente aquí —decía Rudra adoptando un semblante y tono más amistosos, sin perder el aire serio de su semblante.

—Sabíamos que harías eso. Pero no queríamos retrasar tu llegada al torneo —dijo Leto riendo un poco—. De todos modos, Alouqua me proporcionó un viaje instantáneo a la ciudad, y a partir de allí su madre Lilith nos ayudó a entrar al torneo en anonimato.

—Así que nadie más supo que estábamos aquí, hasta ahora —agregó Alouqua levantando la barbilla con orgullo—. En presencia del Rey de Reyes, nadie se atreverá a tocarnos, ni siquiera esos insectos insignificantes llamados Zeus y Odín.

—Lamento decirles que nuestro hombre-tigre ha sufrido terribles daños en su combate, por no haber podido acceder a tiempo a su forma Yamantaka —explicó Gaia con notable preocupación.

—Y no podrá volver a estar al cien por ciento durante un largo tiempo —prosiguió Inari también expresando preocupación por eso.

—Sigue teniendo el poder suficiente para darle una paliza a cualquier Dios Supremo. Pero el hecho de que esté debilitado es suficiente para motivar a cualquier imbécil rencoroso a atacarlo —agregó Daji luciendo molesta por la idea de que alguien ataque a su macho.

—No obstante, él está rodeado de poderosas y maravillosas hembras, incluyendo las dos presidentas Danu y Pachamama —dijo Alouqua, dando un rápido vistazo a todas las hembras cercanas a Rudra—. Mientras estemos junto a ustedes, nadie se atreverá a tocarnos, ni a nuestro hombre-tigre en su momento más debilitado. Leto y yo estaremos bien junto a ustedes.

—Entonces vinieron para quedarse con nosotras y nuestro Rey Tigre durante el evento —dijo Waresa parpadeando sorprendida.

—Sí. Y decidimos venir a buscarlos ahora, para ver junto a ustedes el combate de mi hija —dijo Leto, girando la cabeza para ver la arena de batalla—. Ha comenzado a aceptar su naturaleza de bestia, pero todavía sigue dudando, y eso se refleja en su apariencia. Confío en que saldrá bien de este combate, y no me importa si gana o pierde; solo deseo que por fin aprenda a aceptarse a sí misma.

—Artemisa es una niña en el cuerpo de una adulta; ha tenido que pasar por mucho para ganar prestigio, e incluso dejó su orgullo de lado para pedirme ayuda en su entrenamiento —decía Dziewanna con actitud severa—. Hice mi mejor esfuerzo; el resto depende de ella.

—Sekhmet también acudió a mí, para aprender a ser más fuerte y hacer feliz a su madre —decía Shakti con aburrimiento—. Sin embargo, todavía le sigue guardando rencor a su padre, y le sigue costando reconocer que no puede hacerlo todo sola.

—Una se niega a aceptarse a sí misma, y la otra se niega a reconocer su propia debilidad. Si una discusión llena de palabrería no funciona, entonces solo queda resolver sus problemas como las peleadoras de nacimiento que son —dijo Rudra con un suspiro cansado. Le preocupaba que ninguna de las dos hembras que peleaban hoy en el evento, pueda aprovechar este día para enfrentar sus propios dilemas de una vez por todas.

https://youtu.be/ukDEYRXoH2g

Por otro lado la Arena de Duelo estaba bastante silenciosa, aunque eso aumentaba la tensión que ya reinaba en el ambiente.

La mejor descripción que podrían darle a la presente pelea, era como ver a una cazadora profesional enfrentar a una experimentada guerrera, o una presa inteligente intentando enfrentar a un depredador astuto. Era una completa ironía que el cazador inteligente resultara ser una bestia presa, mientras que el oponente era una bestia depredadora con conocimiento de guerra.

—Sal de ahí, sal de ahí, sal de ahí tierna y jugosa cervatilla del bosque oscuro, que tu pelaje es demasiado hermoso para verte esconderlo en las sombras de la inseguridad y la desdicha infantil —empezó a cantar Sekhmet con un humor burlón, moviendo los ojos con lentitud para inspeccionar los árboles de la zona europea de la arena, en busca de la ubicación de Artemisa.

Entonces al fin capto algo: una flecha mágica de rayo emergió de entre los árboles. Sekhmet lo esquivó saltando, a la vez que contraatacaba con otra ráfaga mágica de cortes luminosos por medio de un zarpazo derecho. 

Como esperaba ella, su ataque apenas pudo destruir algunas ramas de aquellos árboles especiales, aparte de que no vio rastros de Artemisa con la luz. Mientras sucedía esto, su cuerpo terminó siendo envuelto en el aire por una cadena de rayo mágico, formado a partir del punto en el aterrizo la flecha mágica eléctrica.

La cadena mágica de rayos la estaba electrificando con niveles de voltios tan altos que podrían fundir titanio en segundos. Pero para Sekhmet, quien se ha dado baños de lava en planetas volcánicos, nado en superficies de mega soles y recibió de frente los cósmicos rayos de Rudra, fue como un simple juego de niños. Por eso solo sintió cosquillas cuando fue cubierta de más cadenas de relámpagos, producidas a partir de otras flechas mágicas de rayo que impactaron en la zona cerca de ella.

"No puede ser. Esos relámpagos son tan poderosos como los que produce el Astra de mi padre, y aun así no le hacen nada", pensó Artemisa sintiendo una chispa de preocupación por un instante.

—Pude oler tu miedo, cervatilla —dijo Sekhmet esbozando una gran sonrisa que mostraba sus filosos dientes de leona—. A estas alturas, deberías saber que afuera de los Panteones Griego y Nórdico, los dioses griegos y nórdicos son tan vendehúmos y basuras lamentables como los dioses japoneses.

Dicho eso, la diosa-leona rugió de forma imponente y aterradora, apartando los rayos con solo la onda expansiva del rugido, y anulando la magia enemiga en el acto. Posterior a eso, ella aterrizó en el suelo con elegancia, y sus garras volvieron a brillar como la luz del sol.

Entre los árboles de la zona europea emergieron más flechas mágicas, de entre las cuales había algunas especiales. Cinco flechas de magia oscura aterrizaron en cinco puntos específicos frente de Sekhmet, y activaron un enorme Círculo Mágico violeta, del cual emergió una colosal mano carbonizada que tenía la obvia intención de aplastar a la Reina Leona como si se tratara de un insecto.

Pero Sekhmet tenía la fuerza suficiente para arrastrar consigo una galaxia entera. Es por eso que detener el ataque de la mano gigante con solo una mano, para después destruirla en un instante con varios cortes luminosos muy difíciles de ver, no fue nada sorprendente viniendo de ella.

—Primero el ataque de agua de tu tío Poseidón. Luego los rayos de tu padre. ¿Ahora la magia de tu tío Hades? —decía Sekhmet con una expresión disgustada—. Por favor cervatilla, ten un poco más de originalidad. Al menos ofrece un buen combate antes de que te lleven a terapia intensiva.

Después de haber dicho eso, Sekhmet noto que las otras flechas aterrizaron en puntos específicos de la zona egipcia de la arena, creando más Círculos Mágicos de diferentes artes, siendo todos de origen griego. Primero emergió una gigantesca mano de agua, que atrapo a Sekhmet y la levanto al cielo. Luego una cadena de rayos envolvió la mano de agua, electrificándola y multiplicando el daño mágico elemental.

Del centro de dos Círculos Mágicos oscuros surgieron gigantescas burbujas de materia oscura, elevándose en el aire como globos, para entonces explotar como bombas al entrar en contacto con la diosa-leona, debido a que la enorme mano de agua empezó a agitarla contra las burbujas de magia profana.

Fue un combo mágico muy ingenioso, que Sekhmet inutilizo con solo sonreír, flexionar los músculos y, con esto último, liberar una onda de Prana que anulo todas las creaciones mágicas.

—Sigue creando tus tontos combos, Artemisa. Son un buen ejercicio para calentar, antes de enviarte a la sala médica —dijo Sekhmet colocándose las manos en las caderas y moviendo el cuello a los lados.

Lo que ella no contó fue que las flechas especiales no crearon formas mágicas ni hechizos, sino objetos reales y sólidos: extraños cubos de metal pulido de color oro, que la diosa-leona no alcanzo a identificar. Supuso que eran algún tipo de bombas, ya que al estar ella a pocos metros de aterrizar en el suelo, esos cubos reaccionaron explotando y soltando partículas brillantes en el aire. 

https://youtu.be/RLeQqQ1_zF4

Por desgracia ella se equivocó en parte; tuvo razón en que eran bombas, pero no pudo predecir que estaban diseñadas para soltar en el aire nitrato de plata, mezclada con polvo extremadamente tóxico de adamanto y tabaco.

La diosa-leona cayó arrodillada al suelo a causa de un repentino dolor en el pecho, que solo podría describirse como si sus pulmones estuvieran ardiendo. Le dolía la cabeza como si estuviera enferma. Empezó a toser sangre sin control. Y aunque no necesitaba oxígeno para respirar, sentía que se ahogaba.

—¿Qué te parecieron los cubos trampa de mi hermano Hefestos? Es un arma que mi padre le ordenó desarrollar hace poco, y me dieron permiso de probarlo en este combate. Funciona de maravilla, ¿verdad? —dijo Artemisa desde las sombras en los árboles europeos, con un tono frívolo bastante pretencioso y burlón.

"¡Maldita hija de puta!", gritó Sekhmet en su mente al ser incapaz de hablar por el estado grave en el que se encontraban sus pulmones y garganta.

Seis flechas especiales emergieron de los árboles europeos; cinco de ellas impactaron en puntos específicos alrededor de Sekhmet, y cada uno creó un Círculo Mágico blanco con grabados griegos que hacían referencia a las Égidas. Entonces generaron una cúpula mágica blanca, formada con cinco capas de escudos mágicos de protección, que cubrió a la diosa-leona; la cúpula se formó a base de hexágonos holográficos desde el suelo, cerrándose justo antes de que ingresara la última flecha, la cual impacto en el suelo frente a los pies de la diosa-leona.

Aquella sexta flecha era de Kenoplasma, y al tocar el suelo se transformó en un lago de Kenoplasma líquido, retenido por la propia cúpula mágica. Fue un ataque devastador que le dio de lleno a la Reina Leona, por lo que nadie esperaba que ella saliera ilesa de eso, ni tampoco sabían cómo saldría de allí.

La respuesta fue bastante sencilla y obvia, viniendo de alguien como Sekhmet; dentro de la cúpula mágica llena de Kenoplasma líquido comenzaba a filtrarse hacia el exterior una luz semejante a la del sol. Acto seguido, la cúpula mágica estallo como el cristal y el Kenoplasma líquido se evaporo como el agua, mientras llamaradas solares emergían del centro de lo que fue la cúpula mágica.

Fue un calor de escalas tan altas, que incluso el nivel calculado de reforzamiento para la tierra en la Arena de Duelo no bastó para contener ese calor; prueba de esto es que en ese punto de la zona egipcia la tierra estaba siendo carbonizada y fundida. Por lo tanto, todo el nitrato de plata y polvo de adamanto en el aire también fueron fundidos, y ahora se encontraban en el suelo ardiente como un lago de magma brillante.

A pocos centímetros encima del suelo fundido flotaba Sekhmet, cuyo cuerpo emanaba aquellas llamaradas solares como una estrella viviente, con sus dientes apretados en una mueca de rabia, y sus ojos azules desprendían flamas del mismo color similar a cuando Rudra activo el Meng Amok al cien por ciento.

https://youtu.be/VWHfiEKK3zw

La hora de jugar se terminó... —dijo Sekhmet con un amenazador tono que dejaba en claro que ya no estaba de ánimos para divertirse.

Todos pensaban que la diosa-leona iba a hacer algo muy propio de alguien como ella, que sería atacar a lo loco desde lejos la zona donde se escondía el enemigo. Sin embargo, ella hizo algo mucho más extremo; se adentró en el bosque bajo la forma de un resplandor dorado, lo cual implicaba entrar en el elemento y territorio familiar de su oponente.

En aquel bosque la oscuridad era casi absoluta, no por las nubes que bloqueaban la luz del sol en esa área o por la espesura de las hojas, sino más bien por obra sobrenatural. Ni siquiera las llamaradas solares que emanaba la Reina Leona le permitían revelar el escondite de la Reina Ciervo.

Así que ella decidió incinerarlo todo.

—¡Sí no puedo encontrarte, entonces solo tengo que quemar lo que te esconde! —exclamó Sekhmet, lanzando zarpazos en el aire que disparaban llamaradas solares en ráfagas delgadas y filosas, capaces de quemar y cortar los árboles con un par de intentos.

Al cabo de un rato una de las ráfagas corto un manto de sombras, junto con varias ramas de un árbol, y de allí salió Artemisa de un salto tratando de alejarse rápido de la zona.

—Te encontré... —susurro Sekhmet casi en un gruñido de leona, antes de moverse como un haz de luz al frente de la diosa-ciervo, para entonces sacarla de la zona de árboles europeos con una patada en el estómago que le fracturo casi todas las costillas.

Lo siguiente que supo Artemisa fue que estaba por estrellarse en la pared de la zona egipcia de la Arena de Duelo. Su mente trabajo de inmediato para hacer algo, porque tenía presente en su mente que la regla especial de la ronda era no tocar las paredes de la arena.

Así que cargó su arco con una flecha de magia oscura y la disparo contra la pared; la flecha se transformó en una especie de limo violeta, que absorbió el impacto del choque de Artemisa, y sirvió como un cojín para hacerla caer segura al suelo. Se salvó de quedar descalificada, pero eso no evito que empezara a vomitar sangre, como consecuencia de aquel fatal golpe que recibió en el estómago.

Sus costillas y pulmones colapsados no tardaron en iniciar el rápido proceso de regeneración inmortal, amplificado por su biología de bestia. Y de todos modos ella no espero a eso; se puso de rodillas con el arco listo para disparar otra flecha mágica, ya que Sekhmet estaba saliendo del bosque europeo, ahora destruido con algunos árboles en llamas y hojas quemadas volando por los alrededores.

—Magia de Oscuridad para reflejar la luz. Muy ingenioso y típico de una cazadora —dijo Sekhmet con una vena en su frente hinchada por la furia, mientras continuaba avanzando a pasos lentos y amenazantes—. Pero eso de poco te sirve sin sombras en las que esconderte, y cuando puedo escuchar el más leve latido de tu corazón a más de treinta kilómetros, sin mencionar que también puedo oler el delicioso aroma de tu carne de ciervo.

—Pero debes admitir que fue divertido verte caer directo a una trampa —dijo Artemisa esbozando una sonrisa divertida.

De inmediato la diosa-ciervo cargo dos flechas mágicas, una de rayo y otra de viento, y las disparó tan pronto como escuchó un cambio en los músculos de su oponente, que eran la señal antes de que ésta empezara a moverse para atacar. Sekhmet se detuvo en secó para que las flechas mágicas terminaran cayendo en el suelo a sus pies. Luego saltó hacia arriba para esquivar lo que sea que vendría a continuación.

No predijo que ambas flechas crearían juntas un único Círculo Mágico celeste, del cual emergería hacia arriba un poderoso torbellino eléctrico muy semejante al Tuphanu Garjana de Rudra. Los vientos y rayos del torbellino golpeaban a Sekhmet como cuchillas y látigos ardiendo al rojo vivo, pero ella solo se dedicó a dejarse golpear, para aplastar el ataque con lo siguiente.

Ra Iret: Edam (Ojo de Ra: Ejecución) —recito Sekhmet, y al instante liberó su poder mágico bruto en un resplandor solar que se elevó al cielo y descendió a la tierra, destruyendo el ataque mágico de la diosa-ciervo como si no fuera nada.

"La magia de la ejecutora del sol... Sabía que sería un desafío, pero esto es... monstruoso... Esta maldita impone el mismo tipo de intimidación y fuerza que Shakti", fue lo que pensaba Artemisa mientras se cubría con un brazo el rostro por la luz cegadora de la diosa-leona.

—Continúa, cervatila testaruda. Es un absoluto disfrute demostrarte lo inútiles que son tus estrategias —decía Sekhmet con un aterrador semblante iracundo, descendiendo poco a poco al suelo, a la vez que se apagaba la poderosa luz cegadora de su magia—. Invéntate todas las estrategias que quieras. Usa cuantas flechas conozcas. Todo será inútil, porque ya conocí lo que es estar en lo más bajo, y no volveré nunca más a caer. ¡Nunca más!

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