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Capítulo LXI: Entre Infierno y Caos

https://youtu.be/Bg59q4puhmg

[Sala de Planificación del Equipo Cuzco].

Al mismo tiempo en otro lugar, cierta diablesa tenía su propio momento de descanso para liberarse de todo el estrés cultivado desde la primera ronda del torneo.

—¡Boom! ¡Otro maldito jefe muerto! ¡Ja, ja, ja! 

Celebró Naamah con alegría levantando las manos al cielo, con el control de Playbox 2 en la derecha. Estaba sentada en el sofá de la habitación, jugando otra vez con su máquina de juegos virtuales; esta vez jugaba uno en particular en el que manejaba un personaje en tercera persona, vestido con una armadura medieval de estilo angelical, que luchaba contra hordas de demonios en un ambiente post-apocalíptico. 

Israel también se encontraba en la sala; estaba sentado al lado de Naamah en el mismo sofá, mirándola con una expresión de incredulidad.

—Me sorprende que estés jugando algo que tiene que ver con matar demonios, y lo estés celebrando —dijo Israel estupefacto.

—Un juego es un juego. Y este no es cualquier juego: ¡Es el Light Souls! Uno de los juegos virtuales más difíciles hasta la fecha. Hasta a mí me costó pasar el tutorial. ¡Ja!

—Eres un caso, de verdad —dijo Israel frotándose la cara con una mano y sonriendo de incredulidad—. Pero eso hace que sea difícil no amarte.

—¡Ohhh, gracias primito! —dijo Naamah con una sonrisa descarada, y arrastrando el trasero esbelto sobre el sofá para juntar su cadera con la del ángel pelirrojo y acostar la cabeza sobre el pecho de él—. Aunque ya sé que me adoras, y que soy muy encantadora como dice mi nombre, me hace feliz escucharte adularme.

—No soy un adulador. En realidad digo lo que pienso.

—Y por eso te amo tanto. Eres tan agradable que podría comerte a besos.

—De acuerdo, esto se está poniendo raro —dijo Israel empezando a incomodarse, y por eso intento alejar un poco a Naamah con una mano.

—¡Vamos no seas aguafiestas! Yo no muerdo... mucho ¡Je, je! —dijo Naamah entrecerrando los ojos y riendo como una niña juguetona.

—Te recuerdo que somos primos.

—Y yo te recuerdo que mi padre y mi madre son hermanos. Comparado con eso, lo nuestro es más "aceptable". Además tu cuerpo físico ya está bastante maduro. ¡Seguro tienes un montón de hembras haciendo fila para tener un pedazo de ti!

—Jamás he pensado en eso. Ni he planeado conseguir pareja.

—Lo dudo. Debes de haber conocido a muchas mujeres a lo largo de tu existencia. Alguna debe haberse interesado en ti.

—Si sucedió, no me di cuenta. Me he concentrado tanto en entrenar y estudiar, que ni siquiera pensé en cosas como el matrimonio o tener muchas hembras como mi tatarabuelo Rudra.

—Oh, cierto. Olvide que no tuviste infancia, ni menos una adolescencia "normal" —dijo Naamah, apenas recordando ese detalle sobre el ángel pelirrojo.

Luego miró de reojo la pantalla del Espejo Transmisor, y entonces sus labios se curvaron en una gran sonrisa al venirle una idea a la mente.

—Ten primo —dijo Naamah pasando su control remoto a Israel—. Diviértete un poco.

—Jamás he usado estos aparatos. Mi tío Miguel me prohibió jugarlos porque decía que debía dedicarme al cien por ciento en mis estudios y entrenamientos.

—¡Con mayor razón! Literalmente has estado estudiando y entrenando desde que aprendiste a caminar. Y ahora que estás libre, ¡Aprovecha para divertirte un poco! —dijo Naamah con pegajosa alegría juvenil, mientras entregaba el control remoto entre las manos del ángel pelirrojo—. Y si te preocupa quedar en ridículo, descuida, ¡Yo te enseñaré!

—De acuerdo, de acuerdo. Tú ganas... —dijo Israel con un suspiro cansado y cerrando los ojos, para después sonreír—. Naamah, sé que ya te lo he dicho antes, pero igual lo volveré a decir: a pesar de todo eres buena y maravillosa, y me siento afortunado de haberte conocido y poder pasar más tiempo a tu lado.

—Yo... igual... También me siento afortunada de estar contigo —dijo Naamah, esta vez sin su típica actitud orgullosa o burlona, sino con una de genuina alegría, e incluso sus blancas mejillas ganaron un tierno sonrojo—. E-e-e-eh ¿necesitas ayuda en conocer los controles?

—No, gracias. Te he visto manejar esta tabla de control. Conozco lo básico —dijo Israel abriendo los ojos con una sonrisa que inspiraba confianza.

—Como digas. ¡Je, je! Pero no te confíes. Como dije, este es uno de los juegos virtuales más difíciles que se han hecho hasta la fecha. Ahora está en la zona uno, y la primera vez que lo jugué me costó años pasarla por lo difícil que es. Así que no te sientas mal si no consigues pasarla en estas horas.

Explicó Naamah con una sonrisa orgullosa y entrecerrando los ojos, mientras se cruzaba de brazos y levantaba la barbilla. No bromeaba cuando dijo que ese juego virtual era de los más complicados.

Y por eso, una hora después de haberle prestado el mando de control Playbox, no pudo creer que el espejo transmisor mostrará la palabra "Zona 3: Reino de Ceniza". La diablesa estaba en un nivel de incredulidad y desconcierto tan alto, que sus ojos estaban abiertos hasta lo absurdo y su mandíbula parecía estar a punto de caer al suelo.

—¿Te ocurre algo, Naamah? —pregunto Israel poniendo en pausa el juego virtual para ver a su prima diablesa, confundido del silencio y expresión de ésta última.

—¿De verdad jamás has jugado un juego virtual en tu existencia? —dijo Naamah, ignorando la pregunta de su primo ángel pelirrojo.

—Ya te dije que no. Pero en realidad no es tan complicado como parece. Solo hay que memorizar los movimientos de los enemigos, tener buenos reflejos para reaccionar rápido y saber cuál es el mejor movimiento. Es simple capacidad de reflejo e intuición.

https://youtu.be/PdFqmoTJgFA

—¡Diabólica mierda! ¡Me tomó un año llegar a la tercera zona, y tú lo conseguiste en una hora! —exclamó Naamah despertando de su estado de parálisis y sorpresa incrédula—. ¡Eres asombroso! ¡Si hubiera sabido que eres un jugador talentoso, te habría desafiado a miles de partidas en Inmortal Combat, o tal vez Call of Rudy!

—Tampoco es para tanto. Después de todo el entrenamiento físico y mental que he pasado, este tipo de juegos virtuales no es tan complicado —dijo Israel con una notable vergüenza, que a los ojos de la diablesa lo hizo lucir adorable.

—¡Ja! Eso no lo dudo. Pero más importante: ¿te divertiste? —pregunto Naamah con una gran sonrisa jovial.

—Sí... Pone a prueba mi capacidad de reacción y mi intuición, por lo que igual me sirve como entrenamiento mental. Pero sí, me divertí —contesto Israel, teniendo una de esas hermosas sonrisas que denotaban inocencia y felicidad pura, capaces de cautivar el corazón de la diablesa.

—¿Ves? A veces es bueno parar un momento para divertirse un poco —dijo Naamah sonriendo nerviosa, moviéndose su largo cabello negro a un lado con una mano y desviando la mirada.

—Nunca tuve ese privilegio hasta ahora. Toda mi existencia ha girado en torno a entrenar, estudiar y proteger a mis hermanos. Así que, pues crecí rápido. Y casi nunca tuve tiempo de hacer algo por diversión, o conocer a fondo una mujer que pudiera ser mi esposa.

—Lo primero es bastante creíble, dado al tipo de crianza estricta que tuviste. Pero hablando en serio, a excepción de tu madre, madrastras y tías, ¿yo soy la primera mujer con la que más tiempo has pasado?

—Técnicamente sí. Aunque mi madrastra Wadjet a menudo nos presentaba a mis hermanos y a mí a algunas ninfas, diosas y hadas que, según ella, eran de la más alta "clase". Por otro lado, mi madrastra Morrigan simplemente nos presentaba a la primera mujer que le agradaba.

—¿Y tu madre Brigit?

—Mi madre, en cambio, era muy exigente a su forma; buscaba a las mujeres más cuidadosas y atentas, para cuidarnos a mis hermanos y a mí. Y para asegurarse de que fuesen las indicadas, les daba un mes de pruebas. Y como podrás imaginar, ninguna duró más de una semana.

—Joder. Suena muy, muy estresante, querido primo —dijo Naamah con una mueca de desagrado—. Como si no fuera suficiente que después de tantos siglos aun eres virgen, ni siquiera tienes una lista de candidatas para armar tu propio harén de hermosas mujeres. Bueno, nadie es perfecto, ni siquiera tú.

—La verdad es que yo ni siquiera me moleste en tomarle importancia al asunto. Al fin y al cabo, estaba más ocupado en mis estudios y entrenamientos, que se convirtieron en mis pasatiempos.

—En mi opinión, son formas muy aburridas de pasar el tiempo. ¿No intentaste divertirte con algo más?

—Mi padre trató de enseñarme a jugar un deporte. Mi madre nos prohibió cualquier juego que incluyera armas, así que mi padre eligió deportes básicos, y algún que otro juego popular en el Paraíso, como el ajedrez y el solitario. El último juego que jugamos juntos fue a las canicas, con planetas. Pero tuve que dejar de jugar con él porque eso lo metía en problemas con mi tío Miguel.

—Perdona que lo diga Israel, pero con todo lo que he escuchado sobre el tío Miguel de parte tuya, suena como si él fuese tan imbécil como lo describía mi padre.

—El tío Miguel no es malo en realidad. Él solo trata de hacer lo que cree que es lo mejor para la familia. Y como yo heredé el poder del abuelo, él se obsesionó con que yo estuviese preparado para ser el próximo líder de nuestro Panteón. La tía Athenea también piensa lo mismo y lo apoya. Debido a eso, mis padres y madrastras empezaron a tener choques contra mis tíos arcángeles y tías diosas. La tensión llegó a un extremo en que mi padre se cansó de la necedad de mi tío Miguel, y entonces los dos pelearon.

—¿El tío San Gabriel peleó contra el tío San Miguel? —pregunto Naamah ampliando los ojos sorprendida—. ¿Y quién ganó?

—Técnicamente nadie perdió ni ganó. Obviamente mi tío superaba a mi padre en combate armado, sobre todo con su Astra. Por eso mi padre lo desarmó a la primera oportunidad y lo obligó a pelear mano a mano, y le dio una paliza a mi tío Miguel. Pero por pedido de la tía Athenea y mi madre, ambos se detuvieron. Desde entonces mi padre ha estado en malos términos con el tío Miguel, y yo tuve que continuar mi preparación sin descanso alguno, hasta que cumplí la mayoría de edad y obtuve el permiso para explorar el Mundo Mortal.

—Por todos los infiernos. Y yo pensaba que mi padre era un maldito exigente perfeccionista en mi educación —dijo Naamah con un suspiro molesto, y empezando a compadecerse aún más de su primo ángel, aparte de sentirse identificada con él—. Si hubiera sabido todo por lo que ibas a pasar, habría insistido en que te quedaras conmigo unos días más en el Territorio Israelita, para ayudarte a divertirte aunque sea un poco.

—Es un gesto muy amable de tu parte. Aunque, tal vez a tus maestros no les hubiera agradado mucho.

—¡Que se jodan lo que opinen mis maestros! Eres de la familia y el mejor hombre que he conocido. En cuanto regresen Sanctiel y Enyo de conseguir una habitación en una de las torres del torneo, ¡jugaremos los cuatro a unas cuantas partidas de Call of Rudy! ¡Me voy a asegurar de que te diviertas más que en todos los siglos que llevas existiendo!

https://youtu.be/gGTAmmTiD_Y

—De eso puedo encargarme yo, y de muchas maneras.

Tanto a Israel como a Naamah les dio un escalofrío en la espalda, tras escuchar cerca de sus oídos la inconfundible voz carismática y siniestra de Alyssa. De inmediato los dos comenzaron a mirar detrás de sí y los alrededores, buscando la presencia de ella. Pero unos segundos después de haberla escuchado, la puerta de la sala se abrió, la luz de los candelabros eléctricos parpadeo un par de veces como en una historia de terror, y el dúo ángel-diablesa quedo helado de la sorpresa tras ver quién entró.

—¡Hola, hola! —saludo Alyssa de forma risueña, teniendo a su lado derecho a Sanctiel y al lado izquierdo a Enyo, sujetándolos a ambos de la nuca.

—¡Hermanita Enyo! —dijo Naamah levantándose del sofá, preocupada de ver a su hermana adoptiva en las garras de la diosa oscura.

—¡Tranquilos, tranquilos! No les hice nada malo —dijo Alyssa con una risa inocente que no daba mucha confianza—. Me costaba mucho encontrarlos a ustedes dos a través de estos muros extraños. Entonces vi a Sanctiel y Enyo, y pensé en pedirles que me llevaran con ustedes.

—Nos obligaste —corrigió Enyo con un gruñido molesto.

—"Obligar" es una palabra muy fuerte, linda pelirroja —dijo Alyssa pasando a acariciar la cabeza de Enyo, quien solo podía gruñir de rabia.

—La verdad es que pedir ayuda mostrando dientes de depredador, ojos de reptil y emanando un aura de intimidación, haría que muchos acepten ayudarte —dijo Sanctiel sonriendo con timidez y nerviosismo.

—Alyssa, acabas de decir que te costaba encontrarnos... Nos estabas espiando con la Omnisciencia —dijo Israel con notoria sorpresa.

—¿Es una pregunta, mi amor? —pregunto Alyssa mostrando una adorable expresión dudosa.

—Una afirmación —dijo Israel levantándose del asiento, mostrando una seriedad que junto a su apariencia salvaje y ruda lo hacían lucir imponente—. He estado teniendo el presentimiento de que lo hacías. Pero esperaba que no fueras tan lejos como para hacer algo así.

—Solo estaba preocupada por ti. Eventos como este hacen que enemigos en común de diferentes tierras se reúnan en un solo lugar, y quieran aprovechar cualquier oportunidad para lastimar a los participantes—dijo Alyssa, adoptando una expresión de angustia que era muy difícil comprobar si era actuada o no—. Y entonces me preocupe cuando deje de verte.

—Los muros de este tipo de habitaciones están diseñadas para evitar que otros, a excepción del encargado de la seguridad, observen a través de la Omnisciencia —dijo Israel—. Lo explicaron los presidentes después de abrir las puertas del Torneo Parabellum. Es imposible que no sepas sobre eso.

—Puede que tengas "algo" de razón —dijo Alyssa cambiando a una cara alegre con una gran sonrisa inocente en un instante.

—Así que deja de mentir y responde con sinceridad, Alyssa: ¿qué haces aquí? ¿Y qué quieres? —pregunto Israel con seriedad, y mostrándose molesto con la diosa oscura como muy pocas veces se ha visto.

—Ufff. Me excita cuando te enojas. Solo quería tener un momento para hablar contigo, en un sitio privado fuera de este torneo.

—Sanctiel, Enyo, ¿ya consiguieron habitaciones en una torre? —pregunto Israel fijando la mirada en el ángel peliazul y la ángel caída pelirroja.

—Por suerte sí, hermano —dijo Sanctiel con una sonrisa nerviosa.

—Por desgracia solo pudimos conseguir uno, porque todas las torres están ocupadas o reservadas —dijo Enyo con mal humor.

—Entonces espérenos aquí. Si el torneo se reanuda y no regresamos, vayan a la habitación que consiguieron y esperen a que termine la quinta ronda —dijo Israel.

—Tú no me das órdenes, hijo de San Gabriel —gruño Enyo con clara furia.

—Considéralo también como una orden mía, hermanita —dijo Naamah con una expresión molesta.

—Argh... Bien, hermana —dijo Enyo con un suspiro frustrado.

—¡Genial! —dijo Alyssa soltando a Sanctiel y Enyo, para luego caminar hacia a Israel con un humor risueño—. Te llevaré en un santiamén al lugar que prepare para nosotros dos.

—Naamah vendrá conmigo —dijo Israel de forma rotunda.

—Israel, querido, ¿qué...? —decía Alyssa deteniendo su caminata en seco y parpadeando un par de veces, con desconcierto en toda la definición de la palabra.

—Seré sincero contigo, Alyssa; no confío en nada de lo que intentes, ni aunque me des tu palabra. Lo que sea que trames, prefiero que Naamah permanezca segura a mi lado. Acéptalo o regresa por donde viniste.

—¡Ohhh! —se burló Naamah de fondo—. ¡Eso es Israel, demuestra quién manda!

—Está... bien... —dijo Alyssa con la mandíbula tensa, las cejas temblorosas, una vena hinchada en la frente y un sentimiento mezclado de rabia, desilusión y sorpresa en sus ojos, como una clara señal de que se esforzaba por no mostrar una de sus caras de furia asesina.

"Ojala tener la mitad del tamaño de esos huevos", pensaba Sanctiel perplejo y temeroso por la forma en que su hermano mayor hablaba y negociaba con Alyssa.

Cualquiera que conociera a la hija pródiga de Lucifer, sabría que tratar de hablar y negociar con ella era más peligroso y delicado que con el mismo diablo, nunca mejor dicho.

—Toma mi mano. Usare la Omnipresencia para llevarte —dijo Alyssa levantando la mano izquierda, todavía luciendo no muy feliz por la exigencia de Israel.

Sin decir palabra, Israel se giró para ver a Naamah, quien sonreía confiada como señal de que no tenía miedo ni preocupaciones en acompañarlos. Y para confirmarlo, ella tomo la mano izquierda de Israel, y los dos se sujetaron con fuerza para no separarse por nada; esto fue algo que hizo sentir tanta rabia a Alyssa, que en su frente se hincho otra vena.

Luego Israel, con la mano derecha, tomo la mano izquierda de Alyssa, y en un instante los tres desaparecieron de forma fugaz, como si jamás hubieran estado allí. Entonces Sanctiel camino hacia el sofá y tomó el control de Playbox 2.

—¿Quieres jugar algo? —pregunto Sanctiel a Enyo con una sonrisa despreocupada.

—¡¿Cómo puedes siquiera pensar en jugar ahora que nuestros hermanos están con alguien como Alyssa Khaos?! —pregunto Enyo con incredulidad, miedo, preocupación y furia.

—Precisamente porque es mi hermano Israel. Si alguien puede tratar con Alyssa, y proteger a la prima Naamah, ese es él —dijo Sanctiel con tanta confianza y seguridad, que la ángel caída pelirroja estaba incrédula—. Además todo lo que podemos hacer ahora es esperarlos aquí. ¿Y qué mejor manera de pasar el rato que con un juego virtual?

—Eres increíble... —dijo Enyo con sarcasmo, bajando la mirada, cerrando los ojos con el ceño fruncido y poniéndose una mano en la frente, para luego dar un largo y ruidoso suspiro—. Bien, me encantaría jugar algo después de tanto estrés.

https://youtu.be/N3lq7QEZMj4

Mientras tanto en la cima de una montaña boscosa, ubicada cerca de la ciudad bajo el Torneo Parabellum, había una pequeña casa hecha de ladrillos de piedra, muy parecida a las del Territorio Celta. Era de noche en el planeta, con una luna normal brillando en el cielo oscuro. Sin embargo, el interior de la casa había candelabros con velas que daban una luz tenue muy dramática.

De manera que se podía ver a la perfección una mesa cuadrada de madera, llena de platos con deliciosa comida, casi como un pequeño banquete para un rey. Y allí, al lado de la mesa, aparecieron Israel, Naamah y Alyssa de forma repentina.

—¡¿Qué mierda es esto?! —pregunto Naamah sorprendida de ver el banquete en la mesa, y más aún al darse cuenta del ambiente cursi de la casa—. ¡¿Trajiste a Israel aquí para tener una "cita" con él?!

—Lo traje para que comiera el banquete que prepare para él —contesto Alyssa con una expresión fría—. Estuve aprendiendo a cocinar por mi cuenta. Y quiero saber su opinión respecto a mi habilidad en la cocina.

—Ay-aja —se burló Naamah entrecerrando los ojos—. ¿Te piensas que yo nací ayer?

—Cree lo que quieras, hermanita. Si no te agrada, puedes irte al pueblo y divertirte un rato cazando humanos.

—Naamah se quedara aquí conmigo —dijo Israel todavía con su actitud severa—. Si no te agrada, entonces me iré.

—¡No! —exclamó Alyssa sujetando fuerte con ambas manos al ángel pelirrojo, y cambiando la expresión de fría indiferencia a horror puro en un instante—. Está bien, si es tu deseo, entonces mi hermana cenara con nosotros.

Tras decir eso, Alyssa hizo un gesto rápido con ambas manos, y del suelo al lado de la mesa emergieron tres sillas de piedra con una almohada. Los tres se sentaron cada uno en una silla, de manera que Naamah estaba al lado izquierdo de Israel y Alyssa en el lado derecho.

"Es extraño... Israel está siendo severo con Alyssa. Aunque no me quejo. Alguien ya debe de empezar a ponerle una cadena a la caos andante", pensaba Naamah sentándose en su silla, al principio confundida, pero luego esboza una sonrisa divertida.

—He estado practicando mucho. Así que espero que esta comida sea de tu agrado —decía Alyssa sonriendo con emoción contenida.

La diosa demoníaca utilizó la filosa uña de su dedo índice izquierdo para cortar un trozo de pescado ahumado. Clavó la uña del otro dedo índice en la pieza de pescado, y llevo la carne directo a los labios del ángel pelirrojo. 

—Toma, pruébalo por favor —pidió Alyssa con bastante nerviosismo en su voz.

Sin decir palabra y manteniendo un semblante serio, Israel comió el trozo de pescado ahumado que le dio Alyssa. Lo mastico con lentitud, sólo para asegurarse de que la comida no tuviese algo raro, y después lo trago al comprobar que estaba bien.

—Está delicioso. Has mejorado mucho tu habilidad en la cocina —contestó Israel, suavizando un poco su expresión seria con una pequeña sonrisa.

—Ahhh... Me alegro mucho. Me hace muy feliz escuchar eso... —dijo Alyssa desviando la mirada aún más sonrojada, casi como cualquier chica enamorada—. Cuando nos conocimos, me has preparado tantos banquetes para saciar mi hambre, que esta vez quise devolverte el favor cocinándote algo delicioso Además, sería una mala esposa si no supiera cocinar.

—Alyssa por favor ya detente con...

—¡Prueba esto! ¡Es tarta de fresa al estilo celta, tu favorito! —le interrumpió Alyssa repitiendo el mismo procedimiento con un trozo de tarta.

Al mismo tiempo Naamah observaba todo esto incrédula y con un semblante disgustado; poco a poco ella empezaba a gruñir de furia contenida, sus cejas temblaban, su hombros se levantaban y ponían rígidos, empezó a rasguñar la mesa, y sus ojos ganaron un brillo con diferentes tonalidades de morado.

Lo sorprendente era que Naamah estaba tan furiosa, que ni siquiera probó bocado alguno de la carne cocinada en la mesa.

"¿Qué es esto? Me siento casi como cuando mi hermano Astaroth compro un juego virtual que siempre he deseado tener, o me robo uno de mis juegos favoritos... Es molesto... Este sentimiento es irritante", pensaba Naamah con una mirada llena de celos.

Ya no pudo soportarlo más.

—Israel, toma esto. Le dará mucha energía a tu cuerpo físico —dijo Naamah agarrando un ala de pollo frito y acercándola a la boca del ángel pelirrojo, quien se sorprendió bastante por este gesto amable de ella. 

—¿Te sientes bien, Naamah? —pregunto Israel, no ocultando para nada lo desconcertado que estaba al ver que su prima diablesa compartiera algo de carne cocinada.

—Sí. ¡Je, je! Yo también puedo compartir algo de carne de vez en cuando —dijo Naamah con algo de nerviosismo y sonriendo en grande. 

—Pues gracias —agradeció Israel todavía sorprendido, y comió la ala de pollo frito desde las manos de Naamah, lo cual ensucio un poco la boca de él. Así que la diablesa le limpió la boca con el pulgar derecho, y después ella se chupó el mismo pulgar con notable disfrute. 

Sin que ellos dos se dieran cuenta, Alyssa los miraba estupefacta y con una creciente rabia solo visible en sus brillantes ojos rojos. De nuevo los celos infernales, heredados de su madre Hera, la estaban atacando. 

—¡Israel, prueba esta empanada! ¡La rellene con atún como a ti te gusta! —dijo Alyssa agarrando una empanada gallega y pasándosela a Israel de tal forma, que lo obligó a comerse de un bocado la empanada.

Y la diablesa no se quedó de brazos cruzados. 

—¿Necesitas beber algo? —dijo Naamah sujetando entre sus manos una copa con jugo azucarado de uva, para luego llevarla directo a los labios del ángel pelirrojo, quien con gusto bebió un sorbo.

—Prueba este filete. Lo hice con carne de Yak —dijo Alyssa cortando un pedazo de filete, clavo la uña filosa del dedo índice en el trozo de filete, y lo llevó directo a la boca de Israel.

—No olvides el arroz. Se acompaña bien con el filete —dijo Naamah llevando con una cuchara una porción de arroz a la boca de Israel.

—¡También prueba esta otra empanada! ¡Está rellena con pollo!

—¡Bebe de esta copa; tiene jugo de fresa!

De manera sucesiva, Naamah y Alyssa se turnaban para darle de comer y beber a Israel una parte de cada uno de los platos y jugos en la mesa. Al principio Israel se lo estaba tomando bien, porque lo consideraba algo bastante tierno de parte de las dos hijas de su tío Lucifer. Pero pronto empezó a causarle molestia, por lo desesperante que estaban poniéndose ambas hermanas de piel pálida, debido a la hilarante competencia que surgió de repente entre ellas dos. 

Y por más bondadoso que fuese Israel, su paciencia seguía teniendo un límite.

https://youtu.be/rIUb9S46kII

—¡¡Ya basta!!

Exclamó Israel levantándose de la silla y golpeando con ambas manos la mesa con tanta fuerza, que toda la casa tembló, los platos rebotaron unos centímetros arriba de la mesa, y sobresalto a las dos hijas de Lucifer al punto en que dieron un pequeño chillido.

—Intente ser paciente, porque no me gusta enfadarme con alguien de mi familia, ni tampoco ser muy severo con ustedes dos. Pero ya estoy cansado de estar reprimiendo mis emociones —decía Israel con una vena hinchada en su frente y, por primera vez en mucho tiempo, teniendo los ojos ahora de un destellante color azul celestial que emanaba llamas azules, las cuales contrastaban con las flamas doradas del resto de su cuerpo. Y su cabello de intenso color rojo levitaba cual fuego.

Era un estado de furia, que parecía ser una mezcla entre la de su padre San Gabriel y la de su madre Brigit.

—Pero a mí me encanta tu lado furioso y severo, mi amor —dijo Alyssa con una gran sonrisa y mordiéndose el labio inferior, con un fuerte sonrojo en sus mejillas, bastante cautivada del estado furioso del ángel pelirrojo.

—Alyssa, estoy considerando seriamente darte una lección aquí y ahora.

—¡Ufff! Entonces aquí está mi trasero listo para tus nalgadas —dijo Alyssa dándose media vuelta con rapidez y levanta sus nalgas firmes.

¡¡Alyssa!! —exclamó Israel con un eco estruendoso en su voz, similar a la de Rudra. Y la casa volvió a temblar por un instante.

—¡Esta bien! —dijo Alyssa volviendo darse la vuelta para mirar de frente a Israel y enderezarse de pies a cabeza, pero sin dejar de sonreír con locura y excitación. 

—Pégale Israel, pégale. Yo te apoyo. Y además es igualdad de género —dijo Naamah sonriendo con diversión cínica.

—¡Tú tampoco estás libre de una lección! —dijo Israel dirigiendo sus flameantes ojos enfadados hacia la diablesa, quien volvió a sobresaltarse con estupefacta sorpresa. 

—¡¿Y yo qué hice?! —exclamó Naamah señalándose con los dedos de ambas manos, sorprendida y ofendida de forma casi exagerada, tal cual como cuando una niña se sorprende y molesta porque la regañan por algo que hizo su hermana.

—No sé qué te pasó hace un momento, pero empezaste a actuar igual que tu hermana. Por un instante pensé que estabas... celosa.

—¿Yo, celosa? ¡Mi hermana es la que es hija de la diosa psicópata Hera, no yo! —exclamó Naamah desconcertada y más furiosa, pasando a señalar a su hermana mayor. 

—Es curioso. Si mal no recuerdo, a tu madre le molesto mucho que nuestro padre le haya regalado a mi madre una semilla de los árboles de manzanas doradas del Paraíso —decía Alyssa sonriendo, mirando a los lados y haciendo gestos con una mano de forma teatral y burlesca—. Y también, por lo que me dijo la maestra Lilith, tu madre se disgustó bastante al descubrir que nuestro padre quiso tener su primer hijo natural con mi madre, en vez de la tuya que es la primera esposa y también hermana favorita de nuestro padre.

—Mira hermanita querida, si ahora mismo hasta Israel tiene ganas de darte una bofetada rompe estrellas como las que da el abuelo, ¡yo tengo deseos de hacerte pedazos átomo por átomo como lo haría el señor Shiva! —decía Naamah mostrando una expresión iracunda y, con ambas manos, haciendo un gesto claro de separar algo pequeño con los pulgares y dedos índices.

—El sentimiento es mutuo, hermanita querida —contestó Alyssa con una sonrisa sarcástica, levantando una ceja, y haciendo un gesto burlón con las manos como lo haría una diva egocéntrica.

—¡Ya basta con ustedes dos! —exclamó Israel, y las dos hijas de Lucifer volvieron a enderezarse como soldados en presencia uno de rango superior—. Alyssa, ¿qué es lo que quieres en realidad? ¿Por qué le dijiste a Ahiravana que Naamah y yo estábamos aquí? ¿Y por qué incriminaste a Naamah con aquellos asesinatos recientes en uno de los reinos del Territorio Hinduista?

—Amor mío yo...

—¡Y ni pienses en mentirme ahora, que no estoy de humor para tus juegos psicológicos de villano de la vieja escuela! —agregó Israel, interrumpiendo a la diosa oscura, quien pasó de mostrar alegría inocente a estar sorprendida y temerosa, como cuando una mujer fría y manipuladora es descubierta y no sabe qué más hacer para salvarse. 

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