Capítulo LX: Rudra, Brunhilde y Lailah
https://youtu.be/_hzssKb9940
Ahora si Siegfried tenía todo perdido; no llevaba nada más que su ropa y armadura propia, las cuales eran mucho más débiles que la proporcionada por la Capitana Valquiria, a través del hechizo Volund. Tal era su estado de absoluto perplejidad, que antes de siquiera poder decir o pensar algo, sintió el dolor más horrible de su vida, cuando su cabeza fue hundida en el suelo, por un feroz puñetazo del brazo izquierdo de Prana de Rudra. El golpe fue tan poderoso que le voló los dientes a Siegfried, le deformó el rostro y le hundió veinte centímetros bajo tierra.
Sin embargo continuaba con vida. Y fue por una simple razón.
—Todavía no te mereces un viaje gratis al Naraka. Prefiero que vivas unos siglos más, recordando lo que sufriste hoy. Quiero que recuerdes esta pelea en tus días más felices, en tus noches más oscuras, en tus momentos más privados, e incluso en tus pesadillas —dijo Rudra con un semblante serio y su imponente voz de trueno, mientras Siegfried poco a poco perdía el conocimiento.
Siegfried había sido derrotado. Y las gradas resonaron con la celebración de las valquirias, los inmortales Vanir y por supuesto las esposas y concubinas de Rudra.
Por otro lado Brynhildr seguía parada al lado de Rudra, siendo sujetada del hombro izquierdo por él, y todavía atónita por lo que acaba de pasar. Lo miraba a él y luego al derrotado héroe nórdico, no sabiendo qué decir al respecto ni cómo reaccionar.
—Se acabó —dijo Rudra cambiando su semblante molesto con un breve parpadeo y mirando a la Capitana Valquiria—. ¿Aún quieres venir conmigo?
La Capitana Valquiria no contestó de inmediato, porque todavía trataba de procesar lo sucedido. Y le costaba creer que su sufrimiento había terminado; lo reflejaba bien claro en su mirada. Por eso ella levantó las manos para tocar el rostro de él, como una forma de entender lo que pasaba; al final echo todo de lado, se concentró en el hecho de que ahora estaba a salvo y sonrío de felicidad.
—Sí... aun quiero ir contigo. Y esta vez no me alejaré de ti. Nunca más lo volveré a hacer —dijo Brynhildr con tanta felicidad que sus ojos se humedecieron, y luego abrazó al Rey Tigre tan fuerte que no quería separarse de él.
Este fue el día que marcó el inicio del amor de la líder de las valquirias por el Dios de las Bestias.
Rudra y Brynhildr sellaron su Unión Eterna el mismo día en Vanaheim, siendo llevado a cabo la ceremonia por la misma Freyja y teniendo como testigos los inmortales nórdicos Vanir, las valquirias y los padres de la Capitana Valquiria. Luego de la ceremonia Brynhildr, como parte del clan de hembras de Rudra, viajó con ellas al hogar del Rey Tigre: el planeta Jangala.
Era un mundo lleno de selvas y bosques semejantes a los de Asia y Europa, moldeado y terraformado por el propio Rudra para servir como su nuevo hogar. Y los únicos habitantes de ese mundo eran animales parecidos a los de la época Jurásica, que el propio Rudra cazaba para comer.
Lo especial del planeta era que Rudra tallo con sus propias manos una montaña, hasta hacerla muy parecida a un monte de su tierra natal en Asia, que él mismo bautizó como Monte Rudraksha. Y en la cima de este monte tallado a mano, también construyó él mismo su residencia para vivir tranquilo al lado de sus hembras: un palacio de piedra y madera, muy parecido a los templos de la India, China, Corea y Rusia, con algunas decoraciones pertenecientes a diferentes culturas.
Y en esa residencia Brynhildr llevó su equipaje para comenzar a organizar su parte en ese mundo, el tiempo que pasaría viviendo allí antes de volver al Panteón Nórdico, y cuándo podría acompañar a su nuevo marido en la cama.
No obstante, debido a los años de maltrato que paso en su anterior matrimonio, Brynhildr tuvo problemas para unirse a Rudra en la noche de bodas; fue algo tan vergonzoso para ella, que rompió a llorar otra vez, y se disculpó con el dios-tigre por no poder consumar el matrimonio.
Este trauma fue el causante de que Brynhildr tardó tanto en darle hijos al Rey Tigre, mientras que las demás hembras le dieron hijos en los primeros días de casados.
A Rudra no le molesto; de hecho, entendió la situación de Brynhildr, y le dijo que no necesitaban aparearse. Podía esperar todo el tiempo que hiciera falta hasta que la valquiria se recuperase psicológicamente, o incluso si era su deseo jamás se aparearía con ella para no lastimarla ni traerle malos recuerdos.
Esa bondad y comprensión hicieron sentir tan mal a Brynhildr, que no se sentía merecedora de estar con él; deseaba tanto consumar el matrimonio con él, y expresarle a través de su propio cuerpo cuanto lo amaba ahora, que decidió buscar ayuda psicológica con una de sus "hermanas" de clan.
Brynhildr acudió a la Ángel de la Concepción, Lailah.
Aunque Lailah era en alma una entidad cósmica carente de género, su cuerpo físico era la de una mujer y desarrollo una mentalidad acorde a su cuerpo físico. Pero igual fue la opción perfecta para Brynhildr, y estuvo más que dispuesta a ayudar a la valquiria a sanar las heridas psicológicas.
La ángel hembra y la valquiria pasaron años en sesiones de terapia, en las que poco a poco comenzó a surgir un vínculo especial entre las dos.
Lailah era lo opuesto a Brynhildr, de manera que entre las dos se complementaban y había buena química; la ángel hembra era tierna, leal, inocente en cierto modo, burlona con humor sano y amorosa, mientras que la valquiria era aterradora, rebelde, disciplinada, burlona con humor sádico y cruel. Además ambas eran guerreras fieras y poderosas con un instinto dominante natural.
Y durante las sesiones de terapia más avanzadas, Brynhildr le pidió a Lailah que "practicara" con ella relaciones sexuales para superar el trauma. Y la ángel hembra acepto con mucho gusto. Al principio hacían el amor con calma, pero poco a poco empezó a haber pasión de por medio, debido a un creciente vínculo emocional que se había formado entre ellas dos.
Gracias a la relación entre Brynhildr y Lailah, la primera logró superar su trauma y, además, había encontrado a su compañera para dominar y hacer el amor con Rudra. Lo cual sucedió en cuanto la valquiria se sintió lista.
Fue en una noche en el planeta selvático; Brynhildr solicitó una reunión privada con Rudra, y Dziewanna se lo concedió. Luego el Rey Tigre se dirigió al dormitorio de su hogar, en el cual solo había un par de sofás de madera y almohadas suaves, y una cama lo bastante grande como para albergar a veinte personas; el techo y las paredes eran de piedra amarilla normal, con algunas enredaderas luminiscentes adornando las paredes, y una ventana amplia con vista a la selva y la luna llena.
Parecía la habitación de un pequeño templo antiguo de una selva, en vez del dormitorio de un ser superior a los Dioses Supremos, Reyes Demonio y Señores Oscuros. Era una habitación sencilla y carente de cualquier tipo de adorno innecesario. Y en los pies de la enorme cama estaba sentada Brynhildr, vestida con un simple camisón negro que hacía juego con su brillante cabello azabache, y contrastaba con su piel clara.
https://youtu.be/MuBXLfOpTa4
—¿Segura que ya estás lista? —pregunto Rudra con un semblante serio, y estando a cinco pasos frente a Brynhildr.
—Sí... —contestó Brynhildr poniéndose de pie para acercarse al Rey Tigre, mirándolo de forma ansiosa y excitada—. Después de años de estar unida a ti, ya me siento lista para darte hijos, amor mío.
—Escucha Brynhildr, no tienes que consumar el matrimonio si no es tu deseo real. No quiero obligarte a hacer algo que te cause sufrimiento —dijo Rudra, sujetando a la valquiria de los hombros para mirarla a los ojos, y comprobar al cien por ciento si ella hablaba en serio.
—Pero hacer esto contigo no me hará sufrir. Al contrario; me dará tanta felicidad, que remplazara los malos recuerdos por unos nuevos que apreciare con todo mi corazón —dijo Brynhildr rodeando el torso de Rudra con ambos brazos y mirándolo a los ojos con una hermosa sonrisa—. Además voy a tener un "poco" de ayuda extra de una amiga. Espero que no te importe.
—Depende. Yo espero que esa "amiga" sea otra de mis hembras —dijo Rudra con un suspiro cansado—. La última hembra que no formaba parte de mi clan y aun así se apareó conmigo, es la madre de Artemisa, Leto. Y la verdad es que no me gusta aparearme con hembras que no son de mi clan, no conozco bien y que comparten algún lazo sanguíneo conmigo. Con Leto es diferente, porque llegue a apreciarla tanto como a Artemisa, continúa soltera y es emocionante aparearme con ellas dos a la vez. Pero no me involucro con hembras completamente extrañas.
—Sekhmet me dijo algo de eso. Y por eso mi amiga y yo haremos un estupendo trabajo esta noche.
—¿Pero quién es ella? ¿Acaso es Sekhmet?
—Esta vez no, cariño. Soy yo.
Rudra dio media vuelta para ver la puerta detrás de él, y no se sorprendió al ver a Lailah entrando a la habitación, con un camisón blanco que combinaba con su cabello blanco y hacía juego con su piel clara de tez rosa.
—Brynhildr y yo acordamos hacer equipo para aparearnos contigo —explicó Lailah con una tierna sonrisa y cerrando la puerta detrás de ella, para luego acercarse al dios-tigre dando pequeños brincos risueños—. Hable con Sekhmet, y ella estuvo de acuerdo con el nuevo orden rutinario que establecimos. ¿Te parece bien?
—Yo no tendré problemas con quién de ustedes voy a aparearme, ni cuántas se unirán conmigo a la vez, siempre y cuando a ustedes tampoco les incomode. Las respeto y aprecio a todas por igual. Y como tal, si ustedes no se sienten bien en hacerlo, yo tampoco me sentiré bien —dijo Rudra con una expresión seria, que dejaba en claro que no bromeaba.
—Y por eso todas te amamos tanto. Careces de lujuria, nos respetas y estás atento a nuestros sentimientos. Eres todo lo que un asqueroso humano jamás será, porque eres mejor que ellos: eres un hombre-bestia —dijo Brynhildr, tomando entre sus manos la cara de Rudra y lo hacía mirarla a ella a los ojos—. Eres nuestro hombre-bestia. Y nosotras somos tus hembras.
Dicho eso, Brynhildr le obsequio a Rudra un tierno beso en los labios. Después Lailah se acercó al lado derecho del Rey Tigre, le sujeto de la barbilla, la acercó hacia ella y también le beso los labios. Brynhildr y Lailah cruzaron miradas y unieron sus labios, mientras Rudra rodeaba la estrecha cintura tonificada de ambas con los brazos; a la valquiria con el izquierdo y la ángel hembra con el derecho.
Les dio a cada una un breve beso en la cima de la cabeza, mientras ellas dos se tomaban la nuca de la otra con una mano e intensificaban el beso como auténticas amantes que eran, a la vez que chocaban sus cuerpos con el del Rey Tigre. Cortaron el beso y juntas empezaron a intercambiar besos con él.
Rudra todavía tenía sus dudas, pero decidió hacerles caso; con una orden mental desapareció toda su ropa, mientras la valquiria y la ángel hembra se dejaron caer el camisón al suelo, quedando los tres por completo desnudos. Brynhildr se acostó boca arriba en la cama, con Lailah encima de ella, y juntas separaron las piernas para dar camino libre a su respectiva feminidad. Pero antes de que Rudra eligiera a quien fertilizar primero, Lailah giro la mirada para verlo e hizo gestos con los ojos, y Rudra no tardó en entender lo que ella quería decirle.
https://youtu.be/UI4N0khVoe0
Los dos no necesitaron comunicarse con palabras para saber que Lailah estaba allí para, aparte de hacer sentir "cómoda" a Brynhildr con volver a tener relaciones sexuales, también sería con quien Rudra concentrara su propia naturaleza salvaje, para evitar lastimar demasiado a la valquiria y evitar hacerla recordar sin querer los abusos de Siegfried.
Así que Rudra se subió a la cama, se posicionó detrás de ambas mujeres, y de una embestida se unió primero a Brynhildr, quien dio un fuerte grito ahogado en la boca de Lailah cuando ésta empezó a besarla. El Rey Tigre siguió embistiendo a la Capitana Valquiria, mientras acostaba el pecho encima de la ángel hembra, besaba su nuca, mordía sus hombros como un gato macho, y presionaba el cuerpo desnudo de ambas hembras una contra la otra. Luego empezó a embestir por turnos a ambas hembras en la misma posición, mientras ellas dos se devoraban la una a la otra a besos.
Rudra y Brynhildr siguieron apareándose en diferentes posiciones, teniendo a Lailah en medio de ambos. De manera que, tal como lo planearon entre los tres, la ángel hembra recibió la mayor parte de las mordidas, los rasguños y los agarres fuertes del dios-tigre, mientras que la valquiria solo recibió la parte placentera y cariñosa de él. Los tres se fundieron en uno solo; ambas mujeres se expresaban el amor hacia la otra como amantes sexuales, mientras el dios-tigre las fertilizaba a las dos como un tigre normal preñando a dos leonas.
Gracias a la incapacidad de sentir lujuria y placer, Lailah pudo moverse y actuar de forma perfecta para darle un placer celestial a la valquiria, y mantener muy entretenido el instinto reproductivo del dios-tigre. Además, todavía conservaba su salvajismo natural de su tiempo como diablesa súcubo, por lo que podía competir con la naturaleza dominante de la valquiria y la naturaleza indómita del dios-tigre.
Luego de que Rudra fertilizara a Lailah por décima vez, Brynhildr estaba tan feliz por consumar el matrimonio y por el amor lujurioso del momento, que paso a acostarse encima de Rudra, llenarle el rostro de besos, unirse a él y cabalgar sobre su pelvis, sin Lailah en medio de ambos; la valquiria había empezado a tener relaciones sexuales con Rudra sin Lailah de por medio, lo cual representaba un gigantesco paso hacia la sanación de sus heridas psicológicas.
Rudra y Lailah se dieron cuenta de eso, pero no se detuvieron a hablarlo; lo celebraron besando a Brynhildr y continuar el apareamiento entre los tres con nuevas posiciones, y una mayor intensidad que antes. Tanto que la valquiria cayo desmayada en el lado derecho del Rey Tigre, mientras la ángel hembra se desmayó del agotamiento en el lado izquierdo, y ambas descansaron abrazando como un cálido peluche al dios-tigre, quien aún tenía fuerzas para continuar.
Un tigre normal promedio puede fertilizar a una tigresa varias veces en un solo día; las bestias varones promedio pueden hacerlo durante muchos días seguidos. Y Rudra, siendo un hombre-tigre inmortal que trascendió la divinidad, encarna la virilidad de la naturaleza y reproducción masculina entre otros atributos principales, y está en un nivel tan alto que rivaliza con un Primordial, es lógico que sea uno de los seres vivos con la potencia sexual más alta.
Pero ahora al ver que su querida valquiria recuperó la felicidad, lo alegró tanto que durmió al lado de ambas, quienes estaban tan entrelazadas con él que, aún dormidas, se negaban a dejarlo salir de la cama, en especial la valquiria. Y la felicidad sería mayor dos días después cuando Brynhildr descubrió que en esta noche había sido preñada por el dios-tigre.
A partir de esa noche Brynhildr estableció su lugar en el clan, formalizó con Lailah un equipo para hacer juntas el amor con Rudra y entre ellas dos en ausencia de él, y empezó a amar a Rudra como el hombre que siempre ha soñado tener de esposo. Y hasta el día de hoy, sigue viviendo tan feliz como la primera noche en que consumó el matrimonio con él.
https://youtu.be/UidfAKameBE
[Presente. Torneo Parabellum: Habitación de Rudra].
Durante las primeras dos horas, Brynhildr y Lailah estuvieron turnándose para sentarse en la pelvis de Rudra, unirse a él y mover las caderas como hembras en celo, mientras se besaban entre los tres. El dios-tigre no pudo contener su naturaleza salvaje por más de diez minutos, y acabo liberándola en sincronía con la agresividad dominante de sus dos hembras; como ya lo habían practicado antes, Lailah era quien se llevaba las mordidas y los rasguños, mientras que Brynhildr disfrutaba de las lamidas, caricias y besos.
Sin embargo, en comparación a la primera vez, Brynhildr se acostumbró al daño que recibía al aparearse con Rudra; lo acabo vinculando con el mismo daño que ambos se ocasionaban el uno al otro durante las peleas de entrenamiento. Y además entendía que Rudra no disfrutaba lastimarla, sino que no podía medirse al cien por ciento en el apareamiento, y al considerar el acto reproductivo como una "pelea" más, era inevitable que se provocaran bastante daño.
Y tras esas dos horas de intensa acción reproductiva, la primera en ser fertilizada fue Brynhildr; el clímax fue tan fuerte que ella gritó de placer puro, para luego caer boca abajo en el pecho del Rey Tigre, temblando de satisfacción. Tanto ella como Lailah estaban cubiertas de brillante sudor, mientras su amado dios-tigre seguía sin transpirar en lo más mínimo.
—Uf, uf. Ohhh, por todos los cielos... Estaba más molesta y estresada de lo que pensé —dijo Brynhildr, sonriendo de satisfacción absoluta, y poniendo la mejilla derecha encima del pecho de Rudra.
—Más de lo que yo también pensé... Hoy fuiste más intensa y fiera que de costumbre —dijo Rudra sorprendido, y acariciando la cabeza de la valquiria con una mano para limpiarle el sudor. El Rey Tigre tenía varios rasguños profundos en el pecho y brazos que recién empezaban a sanar.
—Hasta yo me sorprendí. ¡Je, je! Y ella solo llevo tres rondas cerca de la princesa Naamah —dijo Lailah igual de impresionada, y teniendo la cabeza encima del hombro derecho del dios-tigre.
—No entiendo qué tiene de malo mi sobrina Naamah —dijo Gaia confundida—. Mi hermana Na-Ammah me decía que su hija es una diablesa muy encantadora, graciosa y complaciente.
—Graciosa la puta madre demonio que la parió —dijo Coyol con molestia y cruzándose de brazos—. Es una descarada irrespetuosa, vanidosa y caótica niña en el cuerpo de una diablesa adulta. ¡Hmf! Es el apocalipsis encarnado, y no solo literal.
—Bueno nadie es perfecto, por más que lo intenten parecer —dijo Inari, tratando de defender a la sobrina de Gaia.
—Una cosa es ser "perfecto", y otra cosa es ser exageradamente imperfecto —dijo Shakti con la severidad cruda de una madre.
—Sí. Tal vez haya heredado el buen corazón de su madre, pero también heredó lo peor de su padre y todo lo que caracteriza a su pueblo demonio —dijo Daji con indignación.
—Pero no todo está perdido. Recuerden que la acompaña el hijo pródigo de mi hermano San Gabriel —dijo Gaia, como un último intento de defender a su querida sobrina.
—¡Es cierto! ¡Israel está con ella! —dijo Lailah sentándose de golpe—. Estoy segura de que si alguien puede influir positivamente en alguien, es Israel.
—¿Y en serio crees que el chico-fénix-estrella la evangelizara y transformara en una ángel hembra? —pregunto Nintu arqueando una ceja y riendo incrédula.
—No digo que la "absuelva" y convierta en ángel, similar a como paso conmigo. Quiero decir que él puede hacer que ella sea más... "abierta" con sus propios verdaderos sentimientos; los que heredo de su madre —explicó Lailah, mientras empezaba a cambiar de lugar con Brynhildr—. El problema con Naamah es que no está acostumbrada a mostrar esas emociones, porque las considera una "debilidad". Y por su orgullo de demonio, desprecia la debilidad y todo lo que se le parezca.
—La mejor manera de derretir una fría coraza de demonio, es con un cálido corazón de ángel —dijo Waresa sonriendo de alegría y denotando un aire de poeta romántica.
—Lo que sea. Pero espero que sea pronto —dijo Brynhildr otra vez con un poco de mal humor. Ahora se encontraba sentada en el lado derecho de Rudra, quien tenía a Lailah sentada a horcajadas sobre su regazo y se unió a él sin emitir el menor gemido. —Como tenga que seguir escuchando sus malditos comentarios, voy a tener que venir aquí cada dos o cuatro batallas para tener seis horas de sexo con Rudra. Por favor perdonen que deba entrometerme tanto. ¡No soporto a esa hija del diablo!
—Descuida, Brynhildr —dijo Rudra casi riendo, mientras se acomodaba para sentarse con las piernas cruzadas, y Lailah también se acomodaba para envolver sus tonificadas piernas alrededor de la delgada y musculosa cintura del Rey Tigre—. Te ayudare a calmarte cuantas veces lo necesites. Eres mi familia, y como tal tu felicidad es importante para mí.
Dicho eso, Rudra tomo la mejilla derecha de Brynhildr, lamió el sudor en el bello rostro pálido de ella y la beso en los labios, mientras Lailah besaba la mejilla izquierda de él y empezaba a mover las caderas. Luego Rudra procedió con abrazar a ambas mujeres desde la cintura, mientras ellas dos se abrazaban la una a la otra y a él. De modo que los tonificados y sudorosos cuerpos esbeltos de la valquiria y la ángel hembra se presionaban entre sí, a la vez que chocaban con el gran pecho musculoso del dios-tigre.
—Oh, casi lo olvido —dijo Brynhildr cortando el beso con Rudra para mirarle el rostro—. El señor Shiva me pidió que te dijera de su parte que al final demostraste tener la razón; que no necesitabas el Poder de la Destrucción.
—Je. Después de tanto tiempo, él no lo olvido —dijo Rudra con una sonrisa divertida y luego besa a Lailah en los labios.
—¿Pero qué significa eso? —pregunto Brynhildr confundida y bastante curiosa.
—Como bien sabes, mi alma está vinculada a la del Mahadeva, igual que Shiva —contesto Rudra cortando el beso para mirar a la valquiria—. Pero a diferencia de él, que su naturaleza es como un "Yang" que contrarresta y complementa la naturaleza "Yin" de Mahadeva, mi naturaleza ya es de por sí "Yin y Yang". Al final de mi vida mortal, llegó el momento de decidir si aceptar que el Mahadeva tomara el control de mi cuerpo, como pasa con Shiva cuando accede a su poder del Vacío.
https://youtu.be/NuK0-W2M_pU
—Pero si tu naturaleza ya es de por sí "Yin y Yang", entonces la naturaleza "Yin" del Mahadeva podría fusionarse con el "Yin" que ya albergas —decía Inari sorprendida y asustada, entendiendo lo que sucedería en este caso, gracias a su conocimiento sobre la dualidad y la coexistencia de almas opuestas que forman una sola.
—Causando un desbalance, que terminaría borrando todo rastro de "Yang" de tu propia naturaleza, e incluso tal vez tu propia personalidad —agregó Daji, igual de sorprendida y asustada—. Terminarías siendo igual al Mahadeva.
—Sería incluso mucho más agresivo que él —dijo Gaia asustada de solo imaginar esa situación hipotética.
—Y hasta podría elegir poseer el cuerpo de Rudra, para tener una forma física propia y, a través de eso, liberarse del señor Shiva —dijo Nintu con la misma preocupación de lo que puede conducir eso.
—Mi amor, ¿en serio pensaste en aceptar el poder del Mahadeva? —pregunto Brynhildr tan preocupada que abrazó con más fuerza al dios-tigre.
—Sucedió en una situación muy desesperada —decía Rudra, recordando aquellos últimos días de su vida mortal.
El día en que se reencontró con Fenrir, quien había regresado al Panteón Nórdico convertido en la mismísima encarnación de la muerte, para masacrar a los enanos en venganza por venderles a los dioses de Asgard las armas que usan hoy para oprimir a los otros pueblos nórdicos. Rudra trato de razonar con él, para que no se convirtiera en el monstruo que Odín y los demás dioses nórdicos dicen que es él. Pero Fenrir estaba tan consumido por el odio, que no atendió a razones. Y sin más remedio estalló una descomunal pelea cósmica, entre la encarnación de la vida salvaje y la encarnación de la muerte divina.
—He visto morir a buenas criaturas que no debían morir. Y tú, imbécil, no supiste valorar tus vidas... Aquellos que no aprecian el valor de la vida, tendrán que conocer la crueldad de la muerte... La muerte te dio muchas vidas de ventaja, porque sabe que perderás. Y hoy la muerte está frente a ti, a través de mí; esta vez mis ojos serán lo último que verás, ¡porque hoy tu historia llegó a su fin!
Fueron algunas de las palabras fuertes que decía Fenrir a lo largo del combate. Rudra ya supo en su primer encuentro que él no era un lobo normal, pero en ese segundo encuentro, Fenrir era muy diferente; su apariencia reflejaba la evolución por la que él pasó.
Se convirtió en un hombre-lobo tan pálido como la muerte, de brillante pelaje plateado con degradado negro azulado en la espalda y la cima de la cabeza, penetrantes ojos infernales, y armado con un par de extrañas hachas de media luna conocidas hoy en día como hoz (segadera).
—Fenrir había alcanzado niveles que jamás imaginé. Y lo que me causaba más problemas era su poder Sunyata. En aquellos días mi magia aún no estaba tan refinada como ahora, y mi estilo de lucha seguía incompleto. Estuve a punto de morir otra vez, y él habría repetido el error que yo cometí cien años antes. Necesitaba detenerlo a toda costa, y por un momento pensé en aceptar el poder del Mahadeva, para ser inmune al Kenoplasma.
—¿Pero...? —pregunto Brynhildr, sabiendo que eso no era todo.
—Pero entonces llegué a la misma conclusión que ustedes —dijo Rudra sonriendo un poco—. Shiva me explico lo que me pasaría; que a cambio de un abismal poder del Vacío, perdería el "Yang" que desarrolle a través de la experiencia de muchas vidas. Antes lo hubiera aceptado sin dudar, para dejar de sufrir. Sin embargo, elegí rechazar ese poder.
—¿Por qué? —pregunto Daji con intriga, ya que desconocía esa parte de la historia.
—Porque también perdería las emociones que me permitieron conocer, respetar y amar a la "luna" que me guío en la época más oscura de mi vida mortal —dijo Rudra sonriendo y dirigiendo la mirada hacia Dziewanna, quien le sonrío igual—. A través del dolor y el sufrimiento entendí lo que era la verdadera felicidad, y encontré la paz interior. Elegí conservar las emociones y los lazos que me hacen uno con la vida en la tierra, y con ello obtuve el poder de trascender los cielos, el espacio y el tiempo, que me permitió derrotar a Fenrir. En un sentido irónico, luche contra la muerte encarnada, y la derroté convirtiéndome en el Yamantaka (Destructor de la Muerte).
—Entonces, ¿a eso se refería el señor Shiva? ¿Que lograste evolucionar y superarte, sin necesidad del poder cósmico del Mahadeva? —pregunto Brynhildr empezando a entender el contexto detrás de lo que dijo el Destructor Cósmico.
—Sí. Y creo que esa entidad también lo reconoció, porque a partir de ese día no volvió a intentar influir en mí. Todavía siento su presencia en mi mente algunas veces; sobre todo cuando me enfado demasiado. Pero tengo total autonomía de mi poder, mis decisiones y acciones; deje de ser una simple "manifestación" racional de él, para tener mi propia consciencia, mi propia alma.
—Y me alegró de que sea así; porque eso te hace el hombre-bestia que tanto amo —dijo Brynhildr volviendo a besar con pasión los labios de Rudra, y éste correspondió a la acción con igual intensidad.
—Amamos —corrigió Lailah, procediendo con besar el cuello de Rudra, y volver a mover las caderas para seguir apareándose con él.
Y los tres continuarían fundiéndose como uno durante las siguientes horas, hasta el inicio de la siguiente ronda del torneo.
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