Capítulo LVI: El Amor de Brunhilde
https://youtu.be/HxcDZQoyer4
[Torneo Parabellum: Habitación de Rudra].
—Pues... Si fue una victoria "irónica" para el Equipo Buda —dijo Waresa, no sabiendo cómo decir su opinión sin sonar ofensiva.
—¿Irónica? ¡Pfff! ¡Ja, ja, ja! ¡Fue más que satisfactoria! ¡Su primera victoria, que debería ser grandiosa luego de una racha de tres derrotas, acabó siendo otra humillación! ¡Ja, ja, ja! —dijo Nintu tan divertida que reía a carcajadas, pataleaba sobre el sofá donde estaba sentada y se sujetaba el estómago con ambas manos.
—Estoy de acuerdo —dijo Freyja intentando aguantar las risas para hablar bien—. Después de perder tres veces seguidas, se suponía que debían tener una primera victoria espectacular. Pero acabaron teniendo una tan humillante como una derrota sin pena ni gloria.
—Hasta nuestro esposo se está riendo —dijo Shakti con una mano cerca de la boca para ocultar su pequeña sonrisa dientuda.
—No me estoy riendo. Solo estoy feliz de que este combate no haya terminado en una tragedia dramática —dijo Rudra sonriendo divertido, estando acostado boca abajo en la cama con los ojos cerrados y ambos brazos cruzados bajo la barbilla.
Encima de él se encontraba sentada a horcajadas la ángel Lailah, quien había dejado su propia toalla en el suelo y ahora mostraba su perfecto cuerpo físico en todo su esplendor. Como podía suponerse, era delgada y esbelta, con pechos firmes de tamaño perfecto. Y su piel clara era tan suave que la hacía lucir delicada, en contraste con los ángeles de cuerpos físicos masculinos que parecían fisiculturistas o profesionales de algún deporte extremo.
Dziewanna, Shakti y Awilix ahora estaban sentadas juntas en un sofá, otra vez en sus formas humanizadas y cubriéndose con sus respectivas toallas. Había terminado sus turnos de aparearse con Rudra, y ahora también descansaban para que otra más tuviera su turno con él. La cama había sido reparada y limpiada por obra conjunta de Danu y Pachamama, porque el salvaje apareamiento entre el Rey Tigre y sus tres Reinas Bestia fue tan intenso, que acabaron destrozando las sábanas y ensuciando toda la cama de sangre.
En cuanto a la sangre que tenían los cuatro Reyes Bestia encima, ellos mismos se ocuparon de limpiarse entre sí, lamiéndose como animales; El Rey Tigre limpio a sus tres Reinas Bestia, mientras ellas se ocuparon de limpiarlo a él. Pero de todos modos acordaron darse un baño antes de salir afuera para ver la siguiente ronda entre el público.
Por otro lado, debido al cambio en los turnos de las hembras de Rudra para aparearse con él, a Lailah le tocaba su turno sin ayuda de alguna compañera. No tenía problemas, ya que su cuerpo físico tenía los requerimientos indicados para despertar el instinto reproductivo del Rey Tigre, y además su incapacidad para sentir placer carnal la hacía capaz de durar horas apareándose con él. Y gracias a que fue una diablesa súcubo en el pasado, todavía guarda en su naturaleza un lado salvaje comparable al de una mujer-bestia.
Sin embargo, antes de empezar, Lailah comenzó a darle un masaje en la espalda a Rudra para ayudarlo en su proceso de sanación. El Rey Tigre no tuvo problemas en aparearse y dejar satisfechas a sus tres Reinas Bestia. Pero las heridas que sufrió durante el acto ralentizaron mucho su recuperación.
Así que Lailah quiso ayudar a acelerarlo, aunque sea un poco. Y lo estaba haciendo muy bien; con sus pequeñas y delicadas manos, envueltas en una brillante energía Prana de color azul celeste, masajeaba los músculos super desarrollados de la espalda y hombros de Rudra.
—Desearía ver la cara de Odín ahora que su equipo tuvo tan penosa victoria. ¡Ja, ja, ja! —agregó Freyja liberando poco a poco las carcajadas que trataba de contener.
Un segundo después de que la diosa-gata dijo eso, en la puerta de la habitación apareció un Círculo Mágico de color verde con grabados célticos, y un cuadrado en medio en el que se manifestaban palabras en nórdico antiguo, que decían "Brynhildr". Y tal como lo anunció el Círculo Mágico, la puerta se abrió y entró a la habitación la Capitana Valquiria, Brynhildr.
—Puedo imaginar que él, de la rabia, arrojó su trono de la habitación, señora Freyja —dijo Brynhildr con una sonrisa cruel, cerrando la puerta detrás de ella. Luego el Círculo Mágico brillo con intensidad y desapareció.
—¿Qué haces aquí, Brunhilde? ¿No deberías estar con tu equipo preparando las siguientes estrategias? —pregunto Danu un poco sorprendida.
—Decidimos tomar un breve descanso, ahora que la Arena de Duelo va a estar siendo reformada para el siguiente enfrentamiento. Y yo preferí aprovechar las horas libres, para relajarme un poco —explicó Brynhildr dirigiéndose a la cama, mientras comenzaba a desvestirse.
—¿Y dónde están Israel, Naamah, Cuzco y Gotouge? —pregunto Rudra mirando a la Capitana Valquiria.
—El humano inca fue a hablar con mi padre para descubrir qué otras ventajas podría sacar Odín de las reglas del torneo, en vista de los cuatro combates anteriores —dijo Brynhildr, deteniéndose a un paso de llegar a la cama—. La humana isleña acompañó a Geir a preparar su habitación para cuando llegue Astaroth, el marido de Geir. En cuanto a Israel y Naamah, los dos fueron a relajarse un poco. Estos combates nos han dado muchas tensiones.
—A ti, sobre todo. Percibo mucho estrés acumulado en tu Chi, y no es solo frustración sexual. ¡Ja! —dijo Daji casi riéndose.
https://youtu.be/tabnaEOAtCs
—¡Es por culpa de esa hija del diablo! —exclamó Brynhildr, pasando de la calma a la histeria en un instante, lo cual sobresalto a Gaia, Waresa e Inari—. ¡Es una maldita desesperante, irrespetuosa e infantil niña diabólica en el cuerpo de una mujer! ¡Oh por el amor de Ymir, bienaventurado sea el hijo de San Gabriel por tener que soportar a esa hija de satán por tanto tiempo! ¡Yo ya la hubiera arrojado al sol más cercano, aunque eso no le hubiera hecho ni un rasguño!
—¡Je, je, je! Ya veo que tú y la diablesa se llevan bien —dijo Rudra riéndose un poco.
—¡No es gracioso! —exclamó Brynhildr ahora pareciendo que estaba a punto de llorar, y levanta la mano izquierda por arriba de la frente—. ¡Estoy hasta aquí de querer matarla!
—Adivinare: por eso viniste a pedirle a Rudra que te relajara —dijo Dziewanna cruzándose de brazos con un semblante severo.
—Quiere colarse entre nuestros turnos. ¡Hmf! Que atrevimiento —dijo Artemisa haciendo una mueca de desagrado.
—A mí me enorgullece su atrevimiento —dijo Sekhmet con diversión, ganándose una mirada molesta de la diosa-ciervo.
—No quiero entrometerme o colarme en sus turnos. Pero siento que si no me desahogo matando humanos o teniendo sexo con Rudra y Lailah, voy a explotar —dijo Brynhildr bajando los hombros y la cabeza de forma avergonzada, tratando de controlar su malhumor. Había terminado de quitarse casi toda su armadura, faltando solo su sostén de cuero y las bragas de tela negra.
—Y sabes bien que no puedo permitir que mates a nadie —dijo Rudra adoptando un semblante disgustado.
—Ella puede ayudarme —dijo Lailah sonriendo con emoción, luego de acostarse encima de Rudra, y comenzar a frotarse los pechos contra la dura espalda de él—. Ambas somos compañeras y amantes al aparearnos contigo. Y de todos modos, la señora Freyja acordó unirse contigo, Artemisa y Sekhmet, como lo hicieron Dziewanna, Shakti y Awilix, para así invertir mejor tu tiempo con nosotras.
—Nunca dejará de sorprenderme la manera en que ustedes acuerdan estas cosas —dijo Rudra con una cara de obvia perplejidad—. Me recuerdan a las manadas de leonas con las que he estado en mis primeras vidas.
—En eso puedes agradecerme; yo les enseñe un poco sobre esos temas —dijo Sekhmet levantando la barbilla y sonriendo con orgullo.
—¡Y a mí también! ¡Yo les enseñe cómo las ninfas y dríades comparten los machos que capturan y secuestran! —dijo Artemisa rápido y tocándose el pecho un par de veces.
—Lo tuyo no es el mejor ejemplo, la verdad —dijo Sekhmet entrecerrando los ojos y sacando la lengua a modo de burla.
—¡Cállate! —exclamó Artemisa, mientras la Reina Leona solo se reía.
—Está bien —dijo Rudra con un suspiro ruidoso para silenciar la discusión entre la Reina Ciervo y la Reina Leona—. Brynhildr, puedes unirte. De todos modos habrá unas cinco o seis horas de pausa, antes del siguiente combate. Y con mi velocidad, serán cinco o seis días de apareamiento.
—¿Seguro que podrá? —pregunto Brynhildr todavía con la mirada baja, sonrojándose y entrelazando los dedos de ambas manos frente al vientre—. Quiero decir, ¿Cuánto ha avanzado su recuperación?
—En circunstancias normales, me tomaría mínimo un año terrestre o dos volver a estar al cien por ciento.
—Desventajas del poder —dijo Pachamama—. Mayor sea el nivel de poder, mayor será el tiempo de recuperación.
—Pero para eso estamos nosotras; para acelerar ese largo proceso —dijo Inari con una sonrisa orgullosa y moviendo sus orejas zorrunas de modo alegre.
—Sí. Gracias a ustedes, me tomaría sólo unos días recuperarme; tal vez semanas, tomando en cuenta el hecho de que recibo daño continuo al aparearme con ustedes —dijo Rudra, volviendo a dirigir su mirada hacia la Capitana Valquiria—. En cualquier caso, la mejor forma de ayudar con mi salud es cumplir con tus deberes de esposa, de acuerdo a las costumbres de tu pueblo.
—Me alegra que conozcas tan bien las costumbres matrimoniales de mi gente —dijo Brynhildr con una hermosa sonrisa risueña, muy contrario a las sonrisas frías y sádicas que suele mostrar.
—Freyja me puso un poco al día. No estoy de acuerdo con alguna de tus costumbres. Pero si te hace feliz las que tienen que ver con el matrimonio, entonces las respetare.
—Gracias, mi amor —dijo Brynhildr, para después proceder a quitarse el sostén de cuero y las bragas de manera desesperada, quedando al fin su atlético cuerpo expuesto en su totalidad—. Por favor date la vuelta. Quiero relajarme sanándote con mi cuerpo, empezando como lo hace Lailah.
—Esa no es exactamente la función del masaje. A todo esto, ¿por qué lo estás haciendo así, Lailah? —pregunto Rudra, mirando de reojo a la ángel hembra, quien seguía frotándose los pechos contra la espalda de él—. Tú no puedes sentir placer ni lujuria. Así que no entiendo la finalidad de que hagas esto así.
—Mi madre Lilith me dijo que así masajean las mujeres a sus amantes, para ayudarlos a relajarse antes del coito —dijo Lailah con una expresión de adorable alegría inocente—. ¿Funciona? ¿Verdad?
—Eh... Sí... No de la forma en que... pues debería. Pero sí, es relajante —dijo Rudra un poco estupefacto, y no sabiendo si explicarle o no a la ángel hembra que ese tipo de masaje estaba orientado más en la relajación por estimulación sexual, que la relajación por liberación de estrés.
—Yo también lo conozco. Mi hermana Morrigan me regaló una copia de su libro sobre masajes entre parejas —decía Brynhildr, observando atenta el masaje de la ángel hembra—. Ella y sus compañeras Brigit y Wadjet lo hacen con San Gabriel, después de que él tiene un entrenamiento intenso o un combate muy agotador, porque es muy útil para relajarle el cuerpo físico. Permíteme Lailah.
—¡Claro cariño, nuestro macho es todo tuyo! —dijo Lailah bajándose de la espalda de Rudra y sentándose a su lado, permitiéndole a éste último darse la vuelta.
https://youtu.be/_hUXBid-A7I
De inmediato Brynhildr se subió a la cama y se sentó a horcajadas sobre Rudra. Luego juntó las manos en el centro de los senos, y se cubrió a sí misma con un manto de Maná color azul. Posterior a esto, ella descendió el torso con lentitud y presiono sus grandes senos sobre el pecho de Rudra. Y el simple contacto con los desarrollados músculos de él, fue suficiente para que Brynhildr se mordiera el labio inferior con el fin de evitar gritar de placer.
Poco a poco, algunas de las partículas de Maná, que conformaban el manto de luz del cuerpo de la Capitana Valquiria, se separaban del resto y se fusionaban con el cuerpo del Rey Tigre, para rellenar su fuente de Maná y acelerar su regeneración natural.
Brynhildr al principio solo se dedicó a moverse un poco a los lados, para frotarse su cuerpo con el de Rudra, y relajarse ante el placer que eso le producía a ella, mientras lo ayudaba a él en su proceso de recuperación. Luego comenzó a deslizar los pechos de arriba a abajo con lentitud sobre el torso y la pelvis de Rudra, mientras ambos se miraban a los ojos. El Rey Tigre veía con respeto y aprecio a la Capitana Valquiria, mientras ésta última lo veía con hambre lujurioso y amor.
Era irónico, considerando los inicios tensos de la relación entre ambos.
—¿En qué piensas, mi amor? —pregunto Brynhildr acercando su rostro al del Rey Tigre, antes de pasar la lengua por la barbilla y labios de él, para después volver a deslizarse hacia abajo.
—En cómo podría haber resultado tu vida, si no fuera por mi intromisión —dijo Rudra, levantando la mano izquierda para acariciar la cabeza de la Capitana Valquiria, en cuanto ésta comenzó a deslizarse hacia arriba—. Te comprometieron conmigo, para sellar un acuerdo de paz entre Asgard y yo. No tuviste opción y yo tampoco la tuve. Quizás hubieras sido más feliz, si nada de eso hubiese ocurrido.
—Si no me hubieras reclamado como tu hembra, yo habría vivido en deshonra y desgracia, estando unida a un ser tan despreciable y farsante como el repugnante humano Siegfried —dijo Brynhildr frunciendo el ceño, mientras se sentaba sobre el vientre del Rey Tigre, apoyaba las manos en los hombros de él, y procedía a frotarse la entrepierna sobre los musculosos abdominales del Rey Tigre.
El solo mencionar a aquel humano nórdico, idolatrado por todos los que lo conocían en la raza humana, hizo que a Brynhildr le revolviera el estómago.
—Sí... Ya me había olvidado de ese imbécil —dijo Rudra con una risa sarcástica, mientras Lailah se acercaba a Brynhildr para besarla en los labios—. Por lo general los únicos canallas e hipócritas que recuerdo, al menos me han ofrecido una batalla lo bastante emocionante como para no olvidar sus nombres.
—Ese maldito farsante ni merece ser recordado por su propia gente —dijo Brynhildr cortando el beso con Lailah para mirar a Rudra—. Por favor, no contamines tus pensamientos recordando a ese cerdo asqueroso.
—¡Je, je, je! No exageres. Son solo memorias. Además, es satisfactorio recordar la paliza que le di como castigo por haberte hecho sufrir tanto.
—Yo también siento satisfacción cuando te recuerdo castigandolo —contesto Brynhildr con una sonrisa tierna y volviendo a acostarse encima de él. Empezó a llenarle de besos el pecho, y luego volvió a deslizarse hacia arriba sobre el cuerpo de Rudra para besarlo en los labios.
—Brynhildr, ¿hoy quieres empezar con el primero o el segundo hoyo? —pregunto Lailah de modo inocente, pese al tipo de comentario que acaba de decir.
—El primero. Quiero comenzar con el "evento" principal, para no robarle tiempo a nuestras "hermanas" —respondió Brynhildr mientras continuaba besando y lamiendo los labios de Rudra, como si estuviese probando un delicioso pastel.
—¡Como ordenes cariño! —dijo Lailah con una sonrisa inocente. Se acercó detrás de la Capitana Valquiria, le beso uno de los muslos tonificados, y le introdujo la masculinidad del dios-tigre, provocando que la Capitana Valquiria diese un grito ahogado de placer en la boca de él.
La ángel albina procedió con acostarse al lado derecho de Rudra, poniendo la cabeza encima del hombro de él. Brynhildr la miró con una sonrisa lujuriosa, y ambas mujeres unieron sus labios en un profundo beso. Y luego de separar sus labios, Lailah beso los de Rudra con la misma intensidad, para unos segundos después cederle el turno a la Capitana Valquiria de besar al dios-tigre, comenzando un intercambio de besos entre los tres.
Mientras tanto Rudra aferró sus garras en la cama y dejo que Brynhildr moviera sola las caderas; el Rey Tigre intentaba retrasar lo máximo posible el salvajismo natural de su propio instinto reproductivo un poco más. Esta intención se debía a que él deseaba permitirle a Brynhildr sumergirse en la felicidad, que le producía hacer el amor con él y Lailah, porque Rudra no quería que la Capitana Valquiria recordase el infierno que vivió antes, ahora que fue nombrado el "diablo" responsable de eso.
Pero era muy difícil olvidar un pasado lleno de errores y consecuencias, que incluso los humanos seguían recordando en baladas por siglos.
https://youtu.be/VBvWryPqr2I
Siglos atrás, la diosa Freyja había empezado los preparativos para convertirse en la nueva Reina Gata del Territorio Nórdico, con el fin de romper su matrimonio con Odín. Ya que el cambiar su raza por la bestia anularía por completo el infeliz matrimonio arreglado que ella tenía con él. Y por supuesto, luego de romperse el matrimonio, sería unida a Rudra por medio de un Sello de Paz entre el pueblo Vanir y el Rey Tigre.
Y como extra, habría un Sello de Paz entre Asgard y el Rey Tigre, en el que estaría involucrada la hija de Tyr el Dios Nórdico de la Guerra: la Capitana de las Valquirias, Brynhildr.
Claro que, a diferencia de Freyja, quien estaba más que encantada por ser unida a Rudra, Brynhildr estaba horrorizada. Como todas las Valquirias, Brynhildr odiaba y despreciaba a la raza humana a muerte, y sentía un miedo natural hacia las bestias. Fue por esto que Rudra pidió no formalizar la unión, hasta pasar setenta años en el calendario solar de Pachamama. Si al transcurrir ese tiempo Brynhildr seguía rehusándose a vivir con él, la unión entre ambos se cortaría y Asgard tendría que buscar a alguien más para el Sello de Paz.
Así fue como Brynhildr paso unos pocos años viviendo junto a Rudra y Freyja, como una más de sus esposas o concubinas. No obstante, en ese tiempo, Rudra nunca la tocó sin su consentimiento. Ni tampoco intentó algún acercamiento "romántico" o intento de provocarla. Nada más la trataba con respeto, e intentaba ganarse su simple amistad.
Después de todo Brynhildr era la hermana mayor de la Diosa Celta de la Muerte, Morrigan, por parte paterna. Y como tal, era familia de San Gabriel por parte de la susodicha reina fantasma.
Pero Brynhildr no vio eso en su momento. Y por ello siguió rechazando cualquier tipo de gesto amable o acercamiento de él. Estaba tan desesperada por anular la unión con el Rey Tigre, que decidió aceptar una misión encomendada por Odín.
La misión era que ella renaciera como una humana llamada Brunhild, y buscase a otro héroe nórdico humano para alistarlo en el ejército del Valhalla, y servir en los planes de colonización en las tierras eslavas. Claro que Brynhildr acepto nada más para librarse de su compromiso con Rudra, encontrando a otro hombre que ella considerara "digno" de estar con la capitana de las valquirias, quien era la campeona entre las guerreras de élite de todo el Panteón Nórdico.
A diferencia de otras reencarnaciones, en este caso Brynhildr no tuvo avatares; siguió siendo ella misma, solo que humana y con todos sus recuerdos intactos.
Pero incluso en su vida humana, Brunhild estaba siendo comprometida sin su consentimiento, esta vez por su adoptivo padre humano, el rey Heimir. Y todos los prometidos resultaron ser cobardes y débiles. Así que Brunhild intentó oponerse a sus mandatos, estableciendo desafíos atroces que sus pretendientes debían cumplir para casarse con ella. Y cuando un pretendiente fallaba, ella misma lo mataba a sangre fría.
Odín desaprobó las acciones de Brynhildr. Así que, para castigarla y hacer que cumpliera su misión, hizo que la encerraran en una torre, donde un dragón llamado Fafnir escondía un gran tesoro. Y para asegurarse de que Brunhild no escapara, fue vestida con una armadura maldecida que la haría incapaz de abandonar el lugar.
El plan de Odín resultó, debido a que la noticia sobre una torre con un inmenso tesoro y una hermosa doncella prisionera causó tanto revuelo, que llamó la atención de un hombre sin miedo, proveniente de una tribu germánica al otro lado del Territorio Nórdico, que en el futuro sería conocida como el Pueblo de los Francos.
https://youtu.be/pUz8Y86VtXM
El hombre era un joven alto y delgado, pero con una marcada musculatura que denotaba años de ejercicios intensos. Brillantes ojos azules. Hermoso cabello rubio, liso y largo hasta los hombros. Piel clara de una tonalidad pálida. Y tatuajes rúnicos azules en el brazo izquierdo. Llevaba una reluciente armadura germánica plateada, que consistía en botas, rodilleras, brazales y hombreras, con una media pechera que cubría el lado izquierdo de su torso. Además tenía un pantalón negro con una tela morada alrededor de la cintura a modo de capa.
Era Siegfried, el Asesino de Dragones y uno de los más grandes y poderosos héroes de la raza humana.
Siegfried, con su poderosa Astra, la gran espada Balmung, mató al dragón Fafnir, se bañó en su sangre para absorber su fuerza, le arrebató sus tesoros y liberó a Brunhild, quien en agradecimiento le enseñó la Magia de las Runas, dotándole de un conocimiento y poder que solo los dioses de Asgard tienen el privilegio de tener, lo cual hizo de Siegfried un semidiós al nivel de Heracles en cuanto a magia y habilidades de lucha.
Tal encuentro de novela fantástica hizo que Brunhild se fijará en Siegfried, por creer que él era su destinado esposo. Así que, cuando Brunhild regreso a su propio reino, propuso un desafío que solo alguien tan valiente y fuerte como Siegfried podría pasar: orquestó que solo se casaría con quien lograra pasar el muro de llamas mágicas que protegía su castillo en la montaña.
No obstante, en contra de sus pronósticos, el que atravesó las llamas fue otro humano. También era rubio, pero de cabello más corto, y sus ojos eran verdes. Además tenía la piel menos pálida. Su constitución era un poco menos alta y más delgada. Y vestía una reluciente armadura dorada que solo alguien de la realeza, como un Jarl, podría tener.
Era Gunnar, jefe del pueblo de humanos nórdicos que en el futuro sería conocida como Borgoña.
Brunhild se decepciono mucho, y más aún al saber que Siegfried, aparte de ser el vasallo de Gunnar, se había comprometido con la hermana de él, Kriemhild. Tal era su decepción, que organizó otras tres pruebas más, las cuales Gunnar paso sin muchos problemas. Al final Brunhild tuvo que ser fiel a su palabra, y por lo tanto se casó con Gunnar, mientras que Siegfried se casó con Kriemhild una semana después.
No obstante Brunhild sospechaba que había algo raro. Y por eso organizó una prueba más; en la noche de bodas, Gunnar debía demostrar su fuerza dominándola a ella, para poder dormir juntos. Algo que fracasó, ya que Brunhild lo domino y hasta amarro con una cuerda fuera de la habitación. No obstante, una hora después, Gunnar regreso al dormitorio, y esta vez logró dominar a Brunhild, consiguiendo además yacer con ella.
Durante la noche, Brunhild percibió una magia muy familiar en el cuerpo de Gunnar. Pero creyó que era solo el poder natural de él emergiendo, y por eso ya no tuvo dudas; decidió aceptar a Gunnar como marido, y como prueba de eso le regaló un anillo de compromiso que había conservado de la torre del dragón.
Pasaron los años en el Mundo Mortal, y Brunhild tuvo con su marido un hijo al que llamaron Gunther. Además su misión estaba completada, y por lo tanto se acercaba el momento de volver a Asgard. No obstante, en todos estos años, Brunhild ha seguido teniendo la sensación de que había algo raro sobre los desafíos y aquella noche de bodas.
Nunca pudo resolver el misterio, hasta ese día en particular en el que ella y la esposa de Siegfried, Kriemhild, tuvieron una breve charla mientras se bañaban en un río. Kriemhild era una hermosa doncella de largo cabello rubio y ojos verdes, con una constitución delgada y delicada, en contraste con Brunhild que era atlética y voluptuosa.
Ambas mujeres discutieron sobre cuál de sus maridos era el más valiente e importante. Brunhild alardeaba sobre tener como marido a un hombre valiente, que además era hijo de un Jarl. Pero Kriemhild, entre risas divertidas, le reveló que todo era una mentira; que en realidad las pruebas fueron realizadas por Siegfried, disfrazado de Gunnar mediante la magia rúnica que la propia Brunhild le enseño en el pasado.
Resulta que todo fue una artimaña elaborada por Gunnar, quien deseaba casarse con Brunhild para tener a la mujer más fuerte del Territorio Nórdico como esposa, y concebir con ella hijos poderosos. Sin embargo era tan cobarde, que le pidió ayuda a Siegfried, a cambio de concederle la mano de Kriemhild en matrimonio.
Siegfried acepto. Y haciendo uso de la magia rúnica, se hizo pasar por Gunnar, atravesó las llamas y completo los otros tres desafíos. Como prueba de esto, Kriemhild mostró el anillo de bodas que llevaba en el dedo angular de su mano; era el mismo anillo que la misma Brunhild le regalo a Gunnar después de consumar el matrimonio.
https://youtu.be/tD4hRLzt4Zg
La revelación conmocionó tanto a Brunhild, que la hizo enloquecer; enloqueció del asco que sentía por haberse casado con un hombre débil y haber concebido con él un hijo, por haber sido engañada y además por haber perdido la oportunidad de casarse con Siegfried. Fue tal su locura, que le reveló a Kriemhild algo más, que era muy evidente ahora: en la noche de bodas, Gunnar no pudo dominar a Brunhild la primera vez, y la segunda sí pudo hacerlo porque en esta ocasión no fue él.
Luego de haber fallado en demostrar su fuerza en la noche de bodas, Gunnar volvió a pedirle ayuda a Siegfried. Y esta vez, aparte de volver a disfrazarse de él, también fue quien se acostó con ella. En otras palabras; fue Siegfried quien tomó la virginidad de Brunhild en la noche de bodas, no Gunnar. Esto por supuesto que enfado a Kriemhild, al grado de hacerla enloquecer de celos.
Ambas mujeres, consumidas por los celos y la furia de las mentiras de sus respectivos maridos, planearon por separado sus venganzas. Pero sin saberlo en realidad, Kriemhild estaba siguiendo el plan de venganza de Brunhild.
Mediante manipulaciones y una propagación de rumores entre los demás humanos, Brunhild logró crear tensiones hostiles entre los hermanos Gunnar y Kriemhild. Esta disputa también afectó la relación con sus otros hermanos, Högni y Gutthorm, quienes decidieron restaurar el orgullo de la familia y su reino, asesinando a quien consideraban el principal responsable de todo ese escándalo: Siegfried.
No fue una tarea sencilla, ya que Siegfried le robo la resistencia y fuerza a un dragón, además de que contaba con poderosa magia rúnica. Por esto, al no poder derrotarlo en combate, Gutthorm optó por asesinarlo a traición. Y para eso, recibieron la ayuda de una enfadada Kriemhild, quien aprovechándose de la lealtad de sus dos hermanos, les revelo el único punto débil del cuerpo de Siegfried.
Con ese conocimiento, Högni engaño a Siegfried para llevarlo a un lago, bajo el pretexto de hablar y hallar una solución a todo el escándalo familiar en su pueblo. Y mientras el héroe estaba desprotegido bebiendo del lago, Gutthorm salió de donde se escondía y arrojó una lanza en el único punto débil de Siegfried: el punto del torso en el que se encontraba el corazón. De modo que fue inevitable la muerte del héroe nórdico.
En el funeral de Siegfried, su esposa Kriemhild se arrepintió de lo sucedido y lloró su muerte. Gunnar también lamentó la terrible muerte de su querido amigo y cuñado. Pero Brunhild, sonriendo de alegría siniestra por haber logrado su cometido, empezó a reírse del dolor de su marido farsante y de su rival kriemhild. Luego tomó una daga y se apuñaló en el corazón, jurando que ahora se quedaría con Siegfried en la otra vida.
Esta cadena de acontecimientos trágicos sería relatada a través de los siglos por los mortales nórdicos, derivando en diferentes versiones e incluso inspirando eventos parecidos y motivando a humanos a intentar repetirlos, siendo algunos de estos humanos los padres de Aslaug, la esposa del humano nórdico Ragnar Lodbrok.
Por otro lado, Brynhildr había cumplido su cometido; le había llevado a Odín uno de los héroes más poderosos de la raza humana. Solo por esto, sus pecados pasados fueron perdonados, e incluso el mismo Odín le permitió casarse con Siegfried en el Valhalla, anulando por completo el compromiso que ya tenía la valquiria con el Dios de las Bestias.
Debería haber sido el final feliz que esperaba la Capitana Valquiria, pero no fue así.
https://youtu.be/FX4nob9U7CU
Después de la boda, Siegfried demostró su auténtica naturaleza; era un hombre manipulador, lujurioso, hipócrita, egocéntrico, machista y supremacista. Se creía el centro de todo, que todos deberían idolatrarlo, que todas las mujeres debían servirle como objetos sexuales, que todas las demás razas eran inferiores a los humanos, que él estaba por encima de todas las razas, que los otros Panteones eran basuras, y que las valquirias eran simples armas hechas para servir a la voluntad de los humanos.
Prueba de eso último, es que cuando Brynhildr no quiso dormir con él, Siegfried la forzó a hacerlo; en otras palabras, abusó de ella. Y no fue la única vez; siempre que ella intentaba dar su opinión o se oponía a estar con él en la cama, Siegfried la golpeaba, denigraba y la forzaba a tener relaciones sexuales con él. Incluso fue tan lejos como para abusar de ella frente a otros Einherjar, solo para entretenerlos y "mostrarles cómo se domestica y satisface a una valquiria".
Nadie en Asgard se quejaba o hacía algo, porque consideraban a Siegfried como un grandioso hombre; el ideal perfecto del héroe. Enamoraba a cualquier mujer con facilidad, era poderoso al grado de ser considerado "invencible" desde pequeño, podía tener a cualquier mujer que deseara, formaba parte de los campeones entre los Einherjar, y lo más importante —para ellos— es que pertenecía a la raza humana y luchaba a su favor. Por todo esto ningún dios de Asgard ni menos un Einherjar protestaba.
Las demás valquirias no podían protestar para ayudar a su capitana, porque su posición les impedía llevarle la contraria a un humano; estaban condenadas a servir a los humanos, incluso arrodillarse ante ellos y ser sus juguetes o armas.
Nadie en el Panteón Nórdico podía salvar a Brynhildr de ese infierno en el que ella misma se había metido. Ni siquiera su verdadero padre, Tyr, podía hacer algo, porque él había perdido voz y voto en los asuntos de Asgard. Freyja tampoco podía ayudarla por haberse separado de Odín, y aunque continuase siendo su esposa tampoco le permitirían intervenir, porque Siegfried era el orgullo y más grande guerrero que consiguió Asgard.
Como nadie en el Panteón Nórdico podía salvar a Brynhildr, entonces Freyja y Tyr recurrieron a alguien que no estaba afiliado a ningún Panteón: el juez y castigador Rudra Shere Khan.
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