Capítulo LIV: Rey del Monte Olimpo
https://youtu.be/hmHn_dMTZUo
Lo que empezó siendo un conmovedor reencuentro y reconciliación entre una madre y su hijo, se convirtió en una situación crítica con la llegada de un enfadado Zeus, con intenciones de matar a Thor por su amarga victoria.
—¡Papá, aunque estés en tu mejor momento, te será imposible vencer a Zeus! ¡Mucho menos ahora que él está usando su Égida completa! —le dijo Magni preocupado a su padre.
—¡Así es! ¡Y su armadura Égida es de tipo Adamanto! —explicaba Modi tan asustado que temblaba de pies a cabeza.
La Égida, también conocida como Aegis. Son ropajes especiales que funcionan como armaduras que otorgan un aumento de capacidades físicas y otros beneficios al portador. La resistencia y el poder de la armadura Égida varían de acuerdo a su clasificación, las cuales se dividen de menor a mayor en el siguiente orden: bronce, plata, oro, platino, diamante y adamanto.
Los mortales e inmortales soldados llevan Égidas de bronce. Los soldados de élite llevan Égidas de plata. Un número pequeño conformado solo por la elite entre la élite del ejército, elegidos por Athenea y Ares, usan Égidas de oro. Los dioses menores usan Égidas de platino. Los dioses principales portan Égidas de diamante. Y por último, solo los Tres Reyes del Monte Olimpo usan Égidas de Adamanto.
Claro que hay casos especiales donde alguien puede llevar una armadura Égida de rango superior o inferior a su posición en la jerarquía social, a menudo como un tipo de armadura secundaria para situaciones especiales. Pero en situaciones normales así es la clasificación normal de las Égidas. Solo pueden ser portadas por alguien de linaje griego. Y sus formas varían de acuerdo al tipo de Égida y al signo zodiacal del usuario, siendo algunas una sola pieza de armadura, otras son conjuntos más completos, y algunas pocas son conjuntos de cuerpo entero.
—¡Ja, ja, ja! Sí... Mi Panteón se destaca por las armas y armaduras que fabricamos —dijo Zeus esbozando una sádica sonrisa y manteniendo la barbilla un poco levantada, para mirarlos a todos desde arriba como si fuesen insignificantes en comparación a él—. Por desgracia, mi perdedor hermanito Poseidón tuvo que dejar la mayor parte de su Égida, para que el Kenoplasma de su propia arma no lo matara. Sin embargo, mi Égida de Adamanto es diferente a la suya. Ni siquiera tu estúpido Kenoplasma podría afectarme.
—¡Esperen! —grito Sif de repente, con una idea para evitar que su marido muriese por defenderlos—. ¡Cualquier conflicto fuera de la Arena de Duelo está prohibido! ¡Y los responsables de alguno podrían recibir un castigo de los mismísimos Elohim!
—Ya tengo pleno conocimiento de esa parte de las reglas. Pero las reglas solo aplican para inmortales ajenos a los equipos inscritos en el torneo —dijo Zeus—. Este conflicto es entre dos inmortales del Equipo Buda. Además, esto no debería contar como "pelea", ni mucho menos como "conflicto", cuando solo me tomara la milésima de un segundo borrar de la faz de este universo a un repugnante gigante mestizo.
—No te confíes mucho, hijo de puta arrogante —dijo Thor esbozando una alegre sonrisa—. Puede que ahora yo esté débil por mi pelea. Pero mientras tenga a Mjölnir, tus patéticos rayos de juguete no me tocaran.
—No necesito los rayos de mi Astra para reducirte a cenizas —contestó Zeus, levantando el puño derecho y apretándolo a tal punto que el metal de su guantelete chirriaba—. Voy a enviarte directo al Helheim, usando solo mi puño derecho. Y esta vez tu papi no intervendrá.
Dicho eso, el iris de los oscuros ojos de Zeus desprendió un brillo azul eléctrico. Lo siguiente que pasó fue que Thor y su familia tuvieron la sensación de que el tiempo se detuvo. Ya que, de repente, el color de todo ganó más nitidez y ellos no podían moverse. El único que se movió fue Zeus, y era con el propósito de atravesar el corazón de Thor con el puño derecho.
El ambiente regreso a la normalidad y un poderoso vendaval agito el pasillo, mientras el torneo entero tembló por un momento, luego de que el puño derecho de Zeus impactara en la palma humeante de una mano izquierda.
—¡¿Quién es el insecto que se atreve a interponerse en mi camino?! —exclamó Zeus denotando una furia llena de intenciones asesinas.
—Por favor, pequeño sobrino, no aparentes que no me conoces —contestó con severidad la persona que acaba de detener a Zeus de matar a Thor. Era un hombre de llamativo cabello plateado, piel bronceada, ojos de brillante color naranja, aureola de dicho color, alas emplumadas de intenso color blanco, y peculiar armadura negra con bordes dorados y una tela roja alrededor de la cintura.
Era San Gabriel.
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—Tú... —dijo Thor desconcertado, apenas reconociendo al arcángel mensajero. Magni y Modi también lo reconocieron, aunque tardaron un segundo más que Thor en hacerlo.
"¡¿Qué?! ¡¿El arcángel mensajero insolente?! ¡¿Por qué no pude reconocerlo?!", pensaba Zeus en extremo confundido. A pesar de que tenía a San Gabriel en frente suyo, no lo reconoció al instante. Y eso le extrañó mucho.
"¿En qué momento apareció? Esto no fue simple velocidad. Fue como si... apareciese de la nada... Él... ¡¿Él también puede usar la Omnipresencia?!", pensaba Thor atónito ante esta conclusión mental. Le parecía increíble que el mismo arcángel que lo venció en el pasado haya podido avanzar tanto. Ya que el solo hecho de usar la Omnipresencia, significaba que San Gabriel también podía usar el Prana.
Era un cambio, que Zeus acabó notando.
—San Gabriel... No solo has ganado más músculo y tu cabello es más largo. Esa mirada despreocupada que tienes. Esa aura imponente que transmites. Esa severidad en tu voz... Ya no eres el mismo pequeño arcángel cobarde, introvertido y temeroso de la violencia que vi antes. Ahora el hijo pródigo del papi Yahweh es un hombre completo —dijo Zeus con rencor puro en su voz.
—Por desgracia, no puedo decir lo mismo de ti. No has cambiado nada, Zeus. Sigues siendo el mismo niño revoltoso, que tanta mala fama le ha traído a toda nuestra familia, en especial a mi padre. Debería matarte aquí y ahora, por cometer el pecado de usar la cara de su forma física y hacerte pasar por él entre los mortales —dijo San Gabriel con un tono disgustado, frunciendo el ceño y apretando el puño de Zeus.
De inmediato Zeus apartó la mano derecha y se alejó tres pasos hacia atrás. Gruñó con rabia mientras miraba al arcángel directo a los ojos. Pero no hizo nada más que acomodarse los huesos de la mano derecha con solo agitarla de forma violenta.
—Es magnífico ver cuánto puede cambiar la paternidad a alguien —dijo Zeus con el ceño fruncido y una sonrisa maliciosa, mientras movía los dedos de la mano derecha para terminar de sanarse los huesos—. En tu caso, es increíble cómo el concebir doce hijos con tres diosas hermosas, ha madurado tu cuerpo, mente y espíritu. La fragilidad y la cobardía de un infante, han desaparecido de ti por completo; ahora solo percibo la presencia madura e imponente de un hombre.
—El Tao me bendijo al unir mi existencia con Brigit, Morrigan y Wadjet, quienes aprendieron a ser mis mejores amigas, leales compañeras y amadas esposas —decía San Gabriel bajando el brazo izquierdo—. Y ellas me bendijeron con doce hijos, que me enseñaron a seguir evolucionando como maestro y como padre. Lástima que tú no has pasado por lo mismo, ni teniendo cientos de hijos para engrandecer tu ego y popularidad.
—Cosas inútiles e insignificantes como la paternidad o la familia, no tienen ninguna relevancia para mí, porque soy un ser superior a todo eso —dijo Zeus con un ego indiferente—. Solo me importa la utilidad que puedo sacar de ellos. La confianza, el amor, el compañerismo y otras debilidades semejantes, no son nada ante la verdadera fuerza del control sobre otros. Y restricciones tontas como la moralidad no existen para los dioses, porque todo es nuestro y podemos hacer lo que queramos con todo.
—Ya veo... Es muy triste que pienses así —dijo San Gabriel con genuina lastima.
—Y debería ser triste para tus esposas que tengas que morir ahora —dijo Zeus volviendo a emanar su aura hostil, que intimidaba a los dioses nórdicos allí presentes—. Un simple ángel no debería ni mirar de frente a un dios. Si no te apartas ahora mismo, te matare primero, y luego seguiré con esta familia de escorias bárbaras.
—Estas muy confiado ahora que tu hijo Hefestos por fin completo la nueva actualización de tu Égida de Adamanto. Debió ser una mejora increíble. ¿Le añadió un nuevo sistema operativo con más funciones? ¿Instaló una nueva carta mágica de gráficos para que vaya más rápido? ¿Ahora también tiene una inteligencia artificial?
—Graciosillo insolente, solo te dire que al fin soluciono el problema de absorción automática de Kenoplasma, incorporando la plata y otros materiales aislantes compatibles con el Adamanto. Me será muy útil contra Reyes Bestia, ataques de Kenoplasma, y por supuesto ataques de Prana. Aún es dudable que tan útil es contra el Chi. Pero eso lo puedo descubrir ahora, que estás tú aquí.
—Cuidado con lo que deseas, porque tal vez lamentes mucho ese descubrimiento —dijo San Gabriel, manteniendo una expresión de calma absoluta e intimidante indiferencia, y comenzando a emanar su propia aura de imponente hostilidad, la cual opacó por completo la de Zeus.
https://youtu.be/86_PtkzKXAc
"Esta hostilidad que emana San Gabriel... es la misma que emanaba Skanda... Es la hostilidad de un maestro disciplinado, mezclada con el salvajismo natural de un animal indomable. Es la misma hostilidad de Rudra", pensaba Thor, sorprendido de percibir la misma aura hostil de Rudra tanto en Skanda como en San Gabriel, e incluso en el mismo Nezha.
Era un aura que, de cierta manera, a Thor y su familia les dio la impresión de que pertenecía a un tigre. Y no fueron los únicos en tener esa visión.
"Esta estrella parlante emana el mismo tipo de hostilidad que Zhu Rong, Nezha y Rudra... Tal parece que el conocimiento del combate, no fue lo único que aprendieron estos cachorros de tigre de ese animal insolente", pensaba Zeus enfadado, y no pudiendo evitar sentir un miedo natural al tener que volver a percibir ese tipo de hostilidad.
Si algo es cierto, es que incluso los hombres sabios temen tres cosas: la tormenta en el mar, la noche sin luna y la furia de un hombre amable. Y tanto Rudra como sus cuatro primeros estudiantes, eran exactamente esas tres cosas combinadas.
La furia de Zeus era aterradora e imponente. Pero no se comparaba a la furia del hombre más amable y cercano a dios en el Panteón Israelita.
De momento nadie dijo algo más; por el lado de Thor y su familia, estaban en silencio por el asombro de percibir esa hostilidad en el ángel más puro del Paraíso, y también les había dejado mudos el miedo que expresaba el rostro de Zeus.
Se podía ver con claridad como Zeus intentaba mantener una cara de seriedad y tranquilidad intimidante. Pero sus cejas estaban temblando, y tenía la impresión de estar incómodo mirando los ojos del arcángel mensajero. Mientras que éste último seguía en una completa calma, que imponía el respeto de un maestro disciplinado, feroz y poderoso.
El Ángel de la Divinidad y el Dios Supremo del Olimpo parecían estar en una competencia de miradas, para descubrir quién retrocedía primero. Duraron así por unos segundos, que se sintieron como largos minutos, hasta que al fin Zeus habló.
—¡Je, je, je! Definitivamente, ya no eres el mismo angelito cobarde de antes —dijo Zeus, sonriendo con diversión sádica, solo para ocultar lo intimidado que se sentía—. Una pelea entre nosotros sería muy interesante, considerando los tipos de arsenal que tenemos en nuestro repertorio. Por eso, también sería una auténtica pena que todos se pierdan nuestro combate.
—Me sorprende escucharte decir que prefieres llevar este enfrentamiento de manera legal en la arena —dijo San Gabriel, sin cambiar su semblante de paz imponente.
—Es más divertido matar a alguien frente a un público que pueda presenciarlo. Además, este pasillo es demasiado estrecho para pelear cómodamente, porque reconozco que me costará mucho más vencerte en tu nivel actual. Creí que ahora sin tus queridos hermanos, sería más sencillo aplastarte. Pero veo que tú también te has hecho más fuerte; tal vez incluso más que tu paranoico hermano San Miguel.
—Mi hermano Miguel sigue siendo superior a mí en combates con armas. De resto si estoy de acuerdo contigo; antes necesite de mis hermanos para dejarte inconsciente, pero ahora solo necesito mis manos para llevarte directo al infierno.
—Dudo mucho que alguien tan blandengue como tú tenga la llave de las puertas del infierno. A no ser que, por ser la Mano Izquierda de Yahweh, tengas una llave maestra.
—No. Pero si tengo unos puños maestros. Y funcionan tan bien que, aparte de abrir cualquier puerta, también abren cualquier camino directo a los órganos internos de un dios.
—¡Ja, ja, ja! ¡Vaya, vaya! Eres incluso más amenazante e insolente que antes. Admito que me agrada más esta versión ruda y varonil de ti. Incluso me hubiera gustado que fueras tú quién desposase a mi hija favorita, Athenea, en vez de tu paranoico hermano.
—Llama a mi hermano Miguel así de nuevo, y al final del día necesitaras un cuerpo físico nuevo —dijo San Gabriel, con un tono más molesto y con los ojos brillando cual flamas—. Athenea es la esposa de Miguel, y la respeto como una hermana. Así que tampoco tolerare que hables así de ella e insultes su relación con mi hermano mayor.
—No te gusta escucharme decir estas cosas sobre ellos, ¿verdad?
https://youtu.be/txNYszXnz5w
—Lo pondré de este modo claro y corto: hazlo otra vez, y otra vez habrá un dios griego medio muerto en la sala médica.
—Que hermosas frases amenazantes sueltas. Cero palabrotas coloridas y muchas metáforas. Incluso parecen poesía. Podrías haber sido una buena adquisición para mi Panteón, si hubieras aceptado la propuesta de tu amada hermanita Nyx. Sin duda nuestra batalla será legendaria. Pero no será hoy.
Dicho eso, Zeus se dio la vuelta y comenzó a caminar para retirarse por donde vino, mientras continuaba hablando.
—En nuestro primer encuentro, pudiste vencerme sin esfuerzo porque los subestime y contabas con ayuda de tus hermanos Lucifer, San Rafael y San Miguel. No obstante, en nuestro siguiente combate no pienso volver a cometer el mismo error, y tus queridos hermanitos no te podrán salvar de nuevo.
—¿Tanto quieres pelear contra mí?
—Sí... Planeo tener mi venganza contra Rudra y todo lo relacionado con él, incluyendo su legado. Y la mejor manera de empezar, es matando a su querido estudiante estrella, nunca mejor dicho.
—Interesante manera de comenzar tu campaña de odio contra el señor Rudra.
—Mi manera, es la manera de los dioses.
—"La manera de los odiosos", diría Wadjet si estuviera aquí presente. En fin. Espero que, cuando eso pase, muestres tu verdadera cara. Athenea me dijo que tu verdadera forma física maduro unos años más. Ojala que sí, porque detesto golpear niños y ancianos.
—De hecho, puede que te sientas incómodo. Quizás sea por la conexión espiritual entre nuestras familias, o solo fue una simple jugarreta de la biología. Pero ahora se puede decir que somos familia, porque tu forma física me recuerda a la mía.
Dijo Zeus, de nuevo pasando por una breve distorsión pixelada, que le hizo pasar de anciano a joven en un instante. Y su forma joven, por un momento, tuvo cierto parecido con la forma física de San Gabriel, solo que de tez más clara y ojos de color azul cielo. Pero al estar dándole la espalda al mencionado arcángel y a la familia de inmortales nórdicos, ninguno de ellos lo noto.
Acto seguido Zeus se transformó en una centella celeste y, a la velocidad del rayo, desapareció moviéndose al fondo del pasillo. Mientras San Gabriel dejo de emanar esa imponente aura hostil, tras asegurarse de que se había ido el dios más problemático e incorregible de todos.
—No puedo creerlo... Intimido al mismísimo Zeus con solo una mirada —dijo Sif con total perplejidad, al presenciar algo que el arcángel mensajero no podría haber hecho en el pasado.
—Por Ymir... Fue el intercambio de palabras más intenso que he visto —dijo Magni anonadado.
—Sí, hermano... Fue como si se golpearan el uno al otro. ¡Plap, plap! —dijo Modi igual de impresionado y moviendo ambas manos para simular que le daba cachetadas a algo invisible.
—Nunca dejaras de ser una caja de sorpresas, estrella parlante —dijo Thor riendo un poco—. Ahora eres más fuerte y rudo de lo que recuerdo. Es una pena no haber enfrentado esta versión de ti antes.
—Habrías perdido tan rápido que no hubieras tenido tiempo de disfrutar la pelea —dijo San Gabriel girándose para ver a Thor, ahora con un semblante más compasivo—. Tú también te has hecho más fuerte a tu manera con el Kenoplasma. Sin embargo, yo escale cimas mucho más altas con mi manera, la cual llamó "la manera de los ángeles".
—¡Ja! No lo creería, sino fuera porque tuviste un hijo que es literalmente el próximo Pináculo de los Dioses. Ni siquiera debería sorprenderme que puedas ahora usar el Prana.
—Yo no diría que puedo usarlo —dijo San Gabriel, teniendo un semblante decepcionado por un segundo, antes de volver a su cara alegre—. Todavía trabajo en ello. Pero aprendí a soportarlo, al menos lo suficiente como para usar la Omnipresencia.
—No entiendo a qué te refieres con "soportarlo". Pero conociéndote, imagino que es otro dilema psicológico. A fin de cuentas, todos tienen sus propias razones para no querer usar magia, Chi, Kenoplasma o Prana. Como sea. Te doy las gracias por haber mandado a ese hijo de puta arrogante de vuelta a la mierda de donde salió. ¡Ja, ja, ja! ¡Fue divertido verlo huir de ti! ¡Mi familia y yo te debemos una!
—En realidad no me deben nada. Vine aquí para evitar otra tragedia, y para pagar mi deuda contigo.
—¿Qué deuda? —pregunto Thor arqueando una ceja, bastante confundido—. No recuerdo haberte ayudado jamás.
—Pues déjame refrescarte la memoria: cuando mis tres esposas causaron ese famoso desastre en el Territorio Nórdico, fuiste tú quien sugirió resolver el conflicto con una Batalla de Inmortales entre los dioses de Asgard y yo. Gracias a tu sugerencia, se evitó una tonta guerra innecesaria, y salve a mis esposas de ser castigadas por culpa de mi estupidez infantil.
—Ohhh. Te refieres a ese día. ¡Je, je, je! Sí, me acuerdo de eso. Aunque no pensé que lo decías en serio.
—Yo no soy un adulador o hablo por hablar. Todo lo que digo es lo que pienso, y por eso cuando hablo jamás miento. Aunque eso me sigue metiendo en problemas casi todo el tiempo.
—¡Ja! Me lo suponía. Hay cosas que jamás cambian.
—Para bien o para mal, eso es una realidad —dijo San Gabriel sonriendo con diversión y desviando la mirada al suelo—. Brigit, Morrigan y Wadjet son prueba de eso en verdad. Pero a ellas las amo tal como son, y nunca más desearía que fuesen de otra manera. Sin embargo, al igual que yo, ellas también evolucionaron para mejor, gracias a la experiencia de ser madres rodeadas de mucho amor. Los hijos pueden cambiar de muchas maneras a sus padres, y a veces los padres pueden hacer lo mismo por sus hijos —con un parpadeo San Gabriel centra la vista en la madre de Thor, y luego en los hijos de éste último, antes de volver a mirar al mismo Thor—. Espero que tú también pases por eso.
—¡Espera un momento! —dijo Sif dando un paso adelante, justo cuando el arcángel mensajero comenzó a retroceder con la obvia intención de irse—. ¡Gracias, muchas gracias por salvarnos! Entiendo que eso pueda disgustarte, porque mi marido casi mata a tu hermano de escuela, Skanda, y también por lo que el odio lo ha llevado a hacer en el pasado. Pero...
—No es necesario, Sif —dijo San Gabriel levantando la mano izquierda por un momento en señal de alto, interrumpiendo a la diosa nórdica rubia—. Considéralo un gesto de amabilidad de parte de Skanda y mía, para que ustedes tengan algo de paz.
Tras decir eso, San Gabriel agito las alas un poco y desapareció de la misma forma repentina en que apareció. Ahora Thor y su familia volvían a ser los únicos en ese pasillo, y respiraron aliviados de que nada malo ocurrió.
—Hijo mío... —dijo Jörð, a punto de sujetar la mano izquierda de Thor. Pero éste comenzó a caminar hacia adelante. Aunque todavía cojeaba, ya no necesitaba apoyo para caminar.
—Magni, Modi, asegúrense de que nadie lastime a mi madre. ¿Entendido? —dijo Thor, sin voltearse a mirar y todavía caminando.
—Sí, papá —contestaron Magni y Modi al mismo tiempo.
—Sif, quédate con ellos y ayúdalos a proteger a mamá, por favor —pidió Thor.
—Sí, mi amor —contestó Sif, sonriendo de alegría por la decisión de su marido.
—Espera hijo mío... —decía Jörð preocupada. Pero su hijo la interrumpió.
—Si me acompañas, papá podría saber que estás aquí. Espera junto a mi esposa e hijos en un lugar seguro. Después de ir a la sala médica, iré a hablar con ustedes. Mientras estés aquí, papá no podrá hacerte nada. Pero él es demasiado inteligente y astuto. Así que no quiero correr riesgos.
—Está bien, hijo mío. He esperado miles de años para volver a verte. Puedo esperar otras horas más, para volver a hablar contigo —dijo Jörð sonriendo con amor y esperanza.
Al mismo tiempo, en el pasillo contrario donde estaban reunidos Skanda y Skadi con el resto de sus amigos, había aparecido San Gabriel otra vez de forma repentina, y sus esposas caminaron hacia él a paso veloz y preocupado. Pero con un rápido vistazo, comprobaron que el arcángel mensajero estaba bien.
https://youtu.be/8CZc95QvOCI
—A juzgar por la buena vibra que emanas, y por el hecho de que no hubo más temblores, no tuviste problemas con el problemático de Zeus —dijo Skanda con una sonrisa divertida.
—Fue bastante testarudo a retirarse, como siempre. Pero al final acabó cediendo. Claro, no sin antes jurar que tendríamos una revancha —dijo San Gabriel, dándose la vuelta para mirar a sus amigos.
—Ohhh, por la abuela Khaos. Ojala hubiera estado allí para verlo —dijo Hestia con una sonrisa maliciosa.
—No hay problema. Estoy seguro de que San Raziel está anotando todo lo que está pasando en este torneo. Cuando el siguiente volumen de sus crónicas esté terminado, le pediré una copia para que lo leamos juntos —dijo Zhu Rong riendo un poco, mientras rodeaba con el brazo izquierdo la estrecha cintura de la diosa griega pelirroja.
—Eso me agradaría mucho —dijo Hestia, para luego besar la mejilla izquierda del dios taoísta de fuego.
—Si es así, espero que también anote esto—decía Nezha con una sonrisa burlona, y dirigiendo la mirada hacia un público invisible—. "Y recuerden, cuando un camino desaparece y aparece otro, lárguense cuanto antes porque el lugar está embrujado". Hasta la próxima.
—¿A quién le estás hablando? —pregunto Skadi perpleja y mirando en la dirección que veía Nezha.
—¡Al público! ¡Ja, ja, ja! —contestó Nezha entre risas.
—Mejor no le hagas caso. Ha estado haciendo eso desde que se enteró de que el hermano de San Gabriel formó un grupo para anotar el historial de nuestra sociedad —explicó Skanda sonriendo divertido.
—Y seguramente está anotando todo lo que está pasando ahora —dijo San Gabriel viendo de reojo hacia arriba por un segundo con una sonrisa.
El arcángel mensajero paso a sujetar a Wadjet de los delgados hombros y la acercó al frente de él. Luego rodeó la estrecha cintura de Brigit con el brazo derecho y la tonificada cintura de Morrigan con el izquierdo, también para acercarlas, mientras las abrazaba un poco con las alas.
—Me encantaría quedarme a charlar, pero tengo que aprovechar el tiempo libre que nos brinda este evento especial, para recuperar el tiempo perdido con mi familia —explicó San Gabriel apenado por tener que irse así.
—Lo entendemos —dijo Skanda soltando una pequeña risa—. Disfruten todo lo que puedan, porque después tendremos que volver a nuestros trabajos de tiempo completo. Y no sabemos cuándo habrá otro evento como este.
—Pues yo tengo el presentimiento de que será más pronto de lo que esperamos —murmuró Zhu Rong con algo de humor sarcástico.
—¡Ojala el universo te oiga, hermano mayor! Porque ya quiero ver cuánto han mejorado tú y el arcángel del surrealismo. ¡Ja! —comentó Nezha entre risas—. ¡También me encantaría ver al genial de Dazhbog partiéndole el trasero al imbécil sabelotodo de Odín!
—¿Dazhbog? ¡¿Hablas del primogénito del señor Rudra y la señora Dziewanna?! —pregunto Hestia tan sorprendida que abrió más los ojos.
—¡El mismo y único! ¡Ja, ja! —contestó Nezha divertido y emocionado—. Le pidió al chico inca con problemas del corazón que lo agregaran en la lista de peleadores sobrantes, en caso de que Odín decidiese participar en alguna ronda decisiva. Está decidido a aprovechar estos torneos internacionales, para enseñarle al Cabrón Supremo lo que es el verdadero terror. ¡Ja, ja, ja!
—¡Ja! Después de la paliza que yo le di a Odín en el pasado, dudo mucho que él esté dispuesto a enfrentar a uno de los más poderosos hijos del señor Rudra —dijo San Gabriel, riéndose un poco por los comentarios irónicos de sus hermanos de escuela—. Pero en fin. Más tarde seguimos hablando. ¡Nos vemos!
—¡Hasta pronto!
—Adiós.
—¡Bye, bye sayonara!
También se despidieron Brigit, Morrigan y Wadjet respectivamente de los demás; la primera con su actitud amable, la segunda con su sonrisa cínica, y la tercera con su humor burlón. Entonces los cuatro desaparecieron de forma fugaz, como si jamás hubieran estado allí.
—Ahora que Thor y su familia están bien, ya puedo retirarme en paz a mi habitación —dijo Skanda, cada vez teniendo más problemas para mantenerse en pie. Fue evidente, ya que su esposa lo estaba sujetando fuerte con ambas manos.
—Me parece increíble que le hayas pedido a San Gabriel que interviniera, aunque de todos modos él ya lo iba a hacer —dijo Zhu Rong con una sonrisa sarcástica—. Después de la pelea, creí que preferirías que Thor muriese en manos de alguien más.
—No quería que su familia sufriera. Ni mucho menos por culpa de alguien tan despreciable como Zeus —dijo Skanda adoptando un semblante molesto.
—Entiendo lo que dices. Aunque Thor hubiese muerto, igual ese maldito de Zeus no se hubiera quedado conforme. Habría pasado a hacerles algo indescriptible a la madre, la esposa y los hijos de Thor —dijo Zhu Rong con molestia de solo pensar en el Dios Supremo griego—. En mi boda con Hestia, supe lo desagradable que es ese infeliz. Y puedo decirles que es el tipo de persona que jamás aprende, y solo se queda tranquilo cuando alguien más monstruoso lo pone en su lugar. Por su culpa, Hestia ya no puede volver al Olimpo.
—No te pongas así, mi amor —dijo Hestia, sujetando entre sus pechos el brazo izquierdo de su marido—. Nunca considere el Olimpo como mi hogar, de todos modos. Ahora mi hogar es adonde tu vayas.
—Argh. Por favor, no empiecen con su cursilería ahora —dijo Leviathan con una expresión de asco.
—Sí. Mejor búsquense un cuarto —dijo Nezha igual de asqueado.
—¡Ustedes dos también serán así a las dos semanas de vivir juntos! —dijo Skadi con una risa divertida, caminando al lado de ellos dos en dirección al fondo del pasillo para salir de allí.
—¡Jamás! —contestaron Nezha y Leviathan al mismo tiempo.
—Eso ya lo veremos —dijo Skanda sonriendo divertido, mientras se retiraba del lugar con ayuda de Skadi—. Cuidense chicos. Quién sabe cuántos viejos oponentes y enemigos rencorosos hayan venido a aprovechar este evento, para saldar cuentas pendientes con nosotros.
—Y no solo con nosotros; también de los otros participantes de este evento —dijo Zhu Rong, preocupado de la cantidad de enemigos y peligros que atraiga esta reunión entre Panteones.
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