Capítulo I: Torneo Parabellum
https://youtu.be/4bwYJQ9gfq0
[Planeta Thai. Torneo Parabellum: Arena de Duelo]
Después de muchos siglos, volvía a suceder: en un mundo semejante al planeta tierra, se estaba llevando a cabo el evento más grande de la existencia. Un evento que solo se celebra cuando acontece un conflicto o disputa que involucra a más de un Panteón entero. Y como tal, la importancia de semejante evento llama la atención de todos los Panteones que conforman la Sociedad de los Inmortales.
La zona escogida para celebrarse el evento era un edificio de diseño cuadrado, cuyo tamaño era el triple de alto y ancho que el coliseo romano. Se hallaba flotando en el cielo —de manera que parecía una isla flotante— como si fuera arte de magia, aunque en realidad había máquinas de gravedad en los bordes que mantenían la estructura flotando.
Alrededor de la estructura también flotaban siete edificios parecidos a las pagodas chinas, los cuales también contaban con propulsores debajo que las mantenían flotando, y además tenían cerca colosales barcos voladores hechos de aleaciones metálicas, que flotaban con propulsores semejantes al de los cohetes. La estructura principal carecía de techo, por lo que su mayor fuente de luz era el mismo sol del planeta.
Por ser de día el interior de la estructura estaba iluminado en su totalidad, además de que con un poco de esfuerzo se podía vislumbrar en el cielo diurno un planeta parecido a Saturno, aunque un poco más pequeño que éste. Respecto al interior de la principal estructura, era todo un espectáculo que los humanos no podían imaginar.
En todo el lugar había gradas con habitaciones especiales en lo alto, muy parecidas a las que se encontrarían en un torneo de artes marciales asiático o un coliseo, con la diferencia de que en el lugar había más de millones de entidades de todo tipo; eran distintos inmortales provenientes de diferentes Panteones; chinos, japoneses, hinduistas, budistas, africanos, israelitas, incas, mayas, mexicas, persas, polinesios, celtas, egipcios, nórdicos y griegos.
—¡Bienvenidos y bienvenidas inmortales de todas las razas, especies y Panteones!
Grito al aire una joven mujer griega de belleza sobrenatural, constitución bastante esbelta y delgada con enormes pechos, largo cabello dorado y liso, ojos azul marino, una piel clara que rosaba con el tono pálido y teniendo en apariencia una edad cercana a los 27 años. Llevaba una reveladora vestimenta, que consistía en conchas marinas simulando un sostén junto con una tela celeste que hacía de ropa interior. Además llevaba una tela verde marino alrededor del cuerpo y traía adornos de oro como aretes, cinturones y pulseras.
Era la Diosa Griega del Amor Erótico y la Sexualidad, Afrodita.
Afrodita se encontraba parada en medio de una plataforma de concreto blanco, con 3 mts de alto y 200 mts de ancho, construido encima del suelo de toda la zona media del edificio, pero dejando un considerable espacio en los bordes, de forma que se podía ver el suelo liso que se hallaba debajo de la plataforma de concreto, el cual tenía césped reluciente. También había escaleras en ambos lados de la plataforma que permitían subir sin problemas, y se hallaban justo en frente de una entrada ovalada ubicada en la pared de las gradas, de manera que estaban en lados opuestos.
—Sería una idiotez mencionar el motivo por el que todos estamos reunidos aquí, ¡porque en realidad todos lo sabemos! ¡Estamos aquí reunidos para presenciar las tradicionales Batallas de Inmortales en el mítico y legendario Torneo Parabellum! —decía Afrodita con una sonrisa divertida, mientras sujetaba en su mano izquierda un estilizado y pequeño báculo de madera, en cuyo extremo superior había un círculo mágico de color blanco, con cinco rayas azules en medio y los bordes también de color azul.
Era un círculo mágico que amplificaba el sonido de algo cercano, y al estar la voz de Afrodita tan cerca el báculo aumentaba el volumen de su voz a tal magnitud, que cada inmortal en las gradas podía escucharla, aun cuando ella hablara en voz baja.
—En el principio nuestros ancestros, los Primordiales, crearon una serie de desafíos y batallas para resolver sus conflictos y determinar al mejor de todos ellos en un factor: fuerza, velocidad, resistencia, inteligencia, habilidad, magia, espíritu y energía vital —decía Afrodita cerrando los ojos y alzando la mirada, mientras tenía una voz solemne y llena de respeto—. Ese fue el inicio de lo que hoy conocemos como las Batallas de Inmortales. ¡Y también fue el origen de este torneo! Durante milenios nuestras distintas filosofías, culturas, ideales y objetivos han llevado a nuestros Panteones a estar al borde de la guerra.
»Y para evitar esa guerra se ha impuesto como solución alternativa estas Batallas de Inmortales. Dicho esto, hace poco sucedió otro conflicto cuya gravedad llevó a los principales presidentes de nuestra sociedad, el Primordial Israelita de la Creación Yahweh, el Dios Hindú de la Preservación Vishnu, la Primordial Celta del Océano Danu y la Diosa Inca de la Tierra Pachamama, a tomar la decisión conjunta de que el conflicto debía resolverse con una serie de Batallas de Inmortales. ¡Y siendo no uno sino varios combates por ley tuvo que abrirse una vez más este legendario torneo!
»En cada uno de nuestros Panteones este torneo recibe un nombre diferente: Juicios del Xibalbá, Records del Apocalipsis, Batallas del Ragnarok, Fumetsu Tenkaichi, Buxiu Wushu, Torneo del Poder, Pirámide de los Desafíos de Ra, Olimpomaquia. Pero en esta ocasión recibirá su nombre más popular, basado en la icónica frase una vez dicha por el apuesto y maravilloso Ángel de la Guerra y recién nombrado Octavo Arcángel San Camael: si vis pacem, para bellum (si quieres la paz, prepárate para la guerra).
»¡En esta fecha recibirá el nombre "Torneo Parabellum"! Tal como se les informo días antes, en esta ocasión serán doce combates entre dos equipos, que representarán la decisión final para la solución del presente conflicto; el ganador será el equipo que consiga siete victorias entre esas doce rondas. ¡Y ahora sin más espera, porque sé que están tan emocionados como yo de ver una vez más estos gloriosos combates... —con una mano Afrodita señala una entrada que estaba a su izquierda—, les presento al primer luchador de esta histórica primera ronda!
De la entrada izquierda comenzó a salir filas de soldados griegos, formándose en dos líneas entre la entrada y las escaleras de la plataforma, pero dejando un espacio a modo de camino para que pasara alguien de suma importancia para ellos. Luego todos los soldados se arrodillaron al mismo tiempo, y entonces comenzó a oírse el sonido de las trompetas y los tambores, junto con exclamaciones masculinas similares a los gritos de batalla de los soldados espartanos.
https://youtu.be/p1SlBlB5pzU
—Descendiendo del Monte Olimpo llega un dios famoso por su crueldad e impulso de luchar contra oponentes formidables. ¡Un guerrero sanguinario e implacable cuyo deseo de pelear y matar solo se compara con su orgullo y lujuria, criado y entrenado desde su nacimiento por su propio padre para ser un arma viviente en su reino! —decía Afrodita con tanto júbilo y ánimo como el público ansioso de ver el combate—. ¡Ganador invicto de los anteriores torneos, adorado como Marte en Roma y hoy representando al Equipo Buda llega el Dios Griego de la Guerra: Ares!
Tan pronto como Afrodita presentó al primer combatiente de la Ronda I, éste hizo su aparición.
De la entrada izquierda salió un hombre bastante alto de piel clara y cuerpo tan musculoso, que era fornido a un nivel casi exagerado, y bastante alto incluso para el tamaño promedio de un inmortal. Portaba una armadura griega que se asemejaba al de los guerreros espartanos, que consistía en acorazados brazales, grebas, botas y una pechera, todo de un dorado reluciente y detallado de tal forma que parecían más una armadura ceremonial.
Portaba en su brazo izquierdo un imponente escudo y en su mano derecha una lanza tan alta como él. Y como extra traía una capa roja que cubría casi toda su pechera desde el lado derecho y llegaba hasta por debajo de sus rodillas, junto con un cinturón dorado, elegantes sandalias y un casco espartano que tapaba su rostro por completo, pero mostraba unos aterradores ojos rojos que reflejaban una enfermizo deseo de matar.
Tras presentarse el primer dios luchador del Equipo Buda, de pronto los tambores y las trompetas se detuvieron, y se dio inicio a un coro de poderosas voces masculinas que parecían ser un canto ancestral usado por los antiguos guerreros tailandeses antes de pelear en nombre de su familia, seres queridos y amada tierra. Y luego empezó el sonido de tambores y otros instrumentos musicales, junto con una nueva, poderosa y motivadora canción, semejante a la que escucharía un boxeador o artista marcial para motivarse durante los entrenamientos.
—¡Ahora les presento al retador! —decía Afrodita mientras señalaba una entrada ubicada en el lado derecho.
https://youtu.be/I9EsYuDYwos
Entonces los guerreros inmortales hinduistas y chinos entre el público se levantaron de su respectivo asiento, para después cada uno poner la mano derecha en el pecho izquierdo con honor, dignidad y orgullo porque sabían bien quién iba a salir a pelear. Acto seguido en la entrada derecha comenzaron a salir luchadores de distintas tierras de Asia, quienes a diferencia de los soldados griegos de la otra entrada, permanecieron parados y firmes con dignidad, mientras daban espacio a su más grande maestro e inspiración.
—Por primera vez en la historia de este torneo debuta uno de los mismísimos Pináculos de las Artes Marciales y genuinos Maestros del Dharma. ¡Un legendario guerrero criado y entrenado por humanos y bestias, admirado y respetado por su humildad e impulso de proteger a los débiles, un auténtico hombre cuya fuerza y ferocidad solo se compara con la bondad de su corazón y su alto sentido del honor! —decía Afrodita teniendo un sonrojo que la hacía parecer una joven enamorada—. ¡¡Respetado bajo muchos nombres en el Territorio Hinduista y debutando como representante del Equipo Cuzco llega el Dios Hindú de la Guerra: Karttikeya!!
Tan pronto como finalizó la presentación, el mencionado dios hizo acto de presencia; de la entrada derecha salió un hombre joven de origen indio que aparentaba estar entre los 20 y 22 años, cuya mirada transmitía una serenidad que solo los verdaderos sabios poseen. Tenía el cabello de color negro con mechas doradas, liso y largo, pero lo mantenía atado en una trenza que llegaba hasta su hombro derecho. Sus ojos eran azules y tenía la piel bronceada.
Como ropa traía una simple capa marrón oscura con capucha, un pantalón holgado de color rojo y vendas blancas en manos y pies. Y al tener el pecho expuesto, se podía apreciar en todo su esplendor que el dios hindú poseía una marcada musculatura digna de un boxeador recién entrando en la categoría de peso pesado, además de también tener tatuajes tradicionales sak yant arriba del pecho, lo cual le daba el aspecto de un genuino luchador tailandés. Y como adorno no tenía encima objetos brillantes como oro, sino una simple cinta roja alrededor de su frente, la cual era un regalo de su querida madre.
https://youtu.be/yGeHfbhbtdA
—¡Dos Dioses de la Guerra; dos caras de una misma moneda! ¡El Verdadero Genocida de Ejércitos contra el Verdadero Defensor de los Débiles; el hombre que nació siendo el Dios de la Guerra contra el hombre que se convirtió en el Dios de la Guerra! —decía Afrodita con la emoción y entusiasmo de una joven fanática.
—¡Ya termina de parlotear y lárgate de una maldita vez Afrodita!
La diosa griega se calló al sobresaltarse del susto por el repentino comentario de Ares, cuya voz era tan potente que se podría comparar al sonido de una trompeta de guerra.
—¡Quiero comenzar ya con este juego! —exclamó Ares con una aterradora emoción en su voz, igual que un niño que se emociona al llegar a un parque de diversiones.
"¿Eh...? Ares está... ¿emocionado...?", pensaba Afrodita estupefacta de la incredulidad, al notar a través del casco de Ares que éste sonreía como un completo lunático, y sus rojos resplandecían de un desquiciado éxtasis.
Y en realidad eso era cierto.
"Este torneo es un estúpido festival de niños. No es un sitio ideal para encontrar buenos adversarios, por culpa de los malditos humanos ignorantes que eligen como organizadores... Pero este hombre... camina con una paz absoluta, y aun así mis instintos me gritan que levante la guardia. Y a pesar de la serenidad que él muestra a simple vista, puedo notar alrededor suyo una colosal aura, que solo los inmortales más poderosos transmiten. Este dios puede ser casi, o igual de fuerte que mi padre", pensaba Ares mientras su corazón palpitaba de la emoción por haber encontrado un verdadero desafío en ese torneo.
—Yo también le recomiendo por favor que tome distancia, señora Afrodita.
Afrodita despertó de su estado de sorpresa absoluta al escuchar la juvenil y a la vez dominante voz de Karttikeya, que transmitía la gentileza de un caballero y al mismo tiempo la seriedad de un guerrero feroz. Una contrariedad y combinación, que la diosa griega encontró demasiado atractivo.
—Termine de decir las reglas de esta ronda a una distancia segura y luego vaya a cubrirse, porque esto será una violenta "guerra" —dijo Karttikeya con un semblante serio, pero sin perder la amabilidad de su tono, mientras tenía su mirada feroz centrada en su oponente.
Entonces Karttikeya empezó a quitarse la capa, revelando que tenía tatuajes sak yant de estrellas de ocho puntas en los hombros, y su espalda estaba adornada con más tatuajes de mantras con el dibujo de tigres gemelos. Esto sumado con su semblante y la forma tan amable en que hablaba, dejaron una gran impresión en todas las inmortales mujeres del público, y también en la árbitra del torneo.
"Ahhh. Este joven es... tan genial y varonil como su padre... ¡Ahora entiendo porque Lilith está tan rara y obsesionada desde que peleó con él!", decía Afrodita en su mente con un fuerte rubor en sus mejillas, mientras tenía la mirada fija en el joven dios hindú y empezaba a imaginarse mil escenas de ella junto con él, que podrían considerarse demasiado no aptas para todo público.
Mientras tanto en lo más alto de las gradas, en habitaciones especiales con sillones frente a ventanas con vista amplia a la arena de combate, los líderes y capitanes de los equipos Cuzco y Buda, cuyos representantes eran los veinticuatro luchadores inmortales mencionados por la propia Afrodita, miraban atentos el comienzo de la primera ronda.
Y en la habitación del Equipo Cuzco se encontraban dos inmortales, que eran parte de los tres principales protagonistas de la presente historia que se desarrollaba ahora.
https://youtu.be/VWHfiEKK3zw
—¡Ja! Siendo la primera ronda, los malditos organizadores humanos racistas hijos de mona del equipo rival, soltaron a uno de sus putos cabrones más locos y sobrevalorados. ¡Ja! Como casi todos los humanos, ellos debieron tragarse toda esa mierda de que nuestros parientes griegos hijos de puta son los "dioses más fuertes" de todos los Panteones. ¡Ja, ja, ja!
Comento, con un tono cínico y sin ni una pizca de respeto en su vocabulario, una diablesa israelita cuya forma física parecía una gótica mujer joven de entre 18 y 19 años, delgada y atlética como una deportista que se ejercita cada semana con el único propósito de tener un cuerpo saludable e inspirador. De modo que la diablesa poseía unas curvas muy proporcionales, y sus pechos eran de tamaño mediano, lo cual era muy modesto para una diablesa o una súcubo.
Su piel era de un tono blanco que combinaba con sus fríos ojos grises, y hacía contraste con su cabello de color negro, liso y largo hasta la cintura. Y como toda diablesa israelita ella tenía en ambos lados de la cabeza cuernos grises largos y encorvados hacia adelante, también poseía dientes filosos y en su espalda tenía alas negras de murciélago.
Vestía una armadura ligera de color negro en su totalidad, bastante reveladora y a la vez intimidante, que consistía en una pechera con un amplio escote, hombreras puntiagudas, una delgada coraza que iba desde sus pies hasta la mitad de sus muslos, y una tela negra que cubría su entrepierna. También llevaba en la cintura una capa negra corta, la cual estaba unida entre la parte baja de la pechera y la tela de la entrepierna.
Era la segunda hija del Rey Ángel Caído Lucifer Satán y primogénita de la Madre de los Demonios Nanma; era la Diablesa del Armagedón, Naamah Satán.
—Te recomiendo que no los subestimes, ni mucho menos a Ares, que ganó todas las Batallas de Inmortales en las que se solicitó su participación. Fueron torneos en los que los únicos inmortales guerreros eran griegos, nórdicos, japoneses, egipcios y mexicas. Pero de todas maneras ganó las rondas en las que peleó.
Respondió, con un tono tranquilo y educado, un ángel cuya forma física era la de un hombre joven que aparentaba rondar entre los 19 y 20 años; su cuerpo físico estaba marcado por una musculatura tan desarrollada que reflejaba décadas de entrenamiento puro, y además le daba una apariencia más madura. Su piel era de un tono bronceado claro similar al de los antiguos hebreos y los nativos de Asia Central, pero las facciones de su rostro recordaban bastante al de los irlandeses.
Aparte de la característica pupila blanca y brillante de todo ángel, el iris de sus ojos era de un color naranja (muy raro en un ángel) que combinaba con su aureola también naranja flameante, y sus majestuosas alas de color dorado naranja con degradados rojizos. Pero su característica más distintiva y destacada sin duda era su melena rojiza, alborotada y larga hasta los hombros, la cual era muy propia de los irlandeses.
Como ropa traía un pantalón holgado de color negro, adornado con una tela roja envuelta alrededor de la cintura a modo de capa, y sujetado con una correa dorada en cuyo centro destacaba una cruz roja que recordaba al símbolo de los cuatro puntos cardinales. Llevaba botas negras con grebas doradas. Y además tenía desde los hombros hasta las muñecas una armadura ligera de color dorado, con el mismo símbolo de la cruz roja en los antebrazos.
Era el primogénito del Ángel de la Divinidad San Gabriel y la Diosa Celta del Fuego Brigit; el próximo Dios Supremo de la Creación del Panteón Israelita; era el Ángel de la Creación, Israel Yahweh.
https://youtu.be/2n7kNm_Qz1g
El dúo ángel y diablesa se encontraban sentados cada uno en un sillón a escasos centímetros cerca del otro —Naamah estaba al lado derecho de Israel—, frente a una colosal ventana por la que ambos, y muchos otros miembros del Equipo Cuzco, veían el inicio de la primera ronda del torneo.
—¡Ja, ja, ja! ¡Por favor Israel no los sobrestimes tanto! —decía Naamah entre risas y teniendo el dorso de la mano derecha cerca de la boca—. Ares es el maestro que mi padre eligió para que educara a mi hermana Enyo. Sé lo suficiente de ese sobrevalorado dios desquiciado para saber que no es taaaan grandioso como lo elevan los humanos. Entre los dioses occidentales es uno de los más fuertes. Pero comparado con los Guerreros Taoístas y los Maestros del Dharma es un simple dios promedio. Es como el típico niño fortachón de su vecindario.
—Es verdad. Pero aun así su locura lo hace alguien muy peligroso, al igual que el resto de nuestros parientes griegos con desequilibrios mentales. Si algo sé por experiencia, es que las personas con problemas mentales, por más débiles que sean, siempre serán un peligro a tener en cuenta. Y es un peligro que se multiplica por mil si se trata de inmortales.
—Seee. Tienes experiencia de sobra en tratar con inmortales lunáticos: como mi encantadora hermana mayor Alyssa, y por supuesto yo. ¡Je, je, je!
—Oye no te digas así —dijo Israel con un poco de severidad, dirigiendo la mirada hacia la diablesa.
—Descuida primito santito. No tengo problemas en reconocer que puedo ser una verdadera lunática, sobre todo al pelear y al estar contigo —contestó Naamah guiñándole un ojo de forma seductora, lo cual incomodó al ángel pelirrojo—. Como dice mi padre: reconocer tus "imperfecciones" es dar un paso hacia la "perfección absoluta".
—No es por ofenderte, pero jamás pensé que siguieras ese tipo de consejos.
—Bueeeeeno, este consejo me lo dio mi padre; un perfeccionista obsesivo con graves problemas de impulsividad, que lo llevaron a pasar una larga eternidad dentro de un coloso artificial en el círculo más profundo y frío del Infierno Israelita. Eso ya es motivo suficiente para que yo le haga caso. ¡Je, je! Además tú me amas con mi locura y el resto de mis defectos, de la misma manera en que yo te amo pese a tu excesiva amabilidad e inocencia.
—Sí, es verdad. ¡Pero no digas nuestro "amor familiar" así o se malinterpretara por el largo historial incestuoso de nuestra familia! ¡Además Alyssa puede estar escuchándonos!
—¡Y con más razón para decirlo en voz alta! Como dice el refrán de mi vieja amiga, la hija del dios mexica Camazotz por si la olvidaste: "cuando en el norte sobran primas, al primo se le arrima". Así que... ¡Te amo primo Israel! ¡¡Ja, ja, ja!!
—¡Naamah esto es serio! —decía Israel cambiando a un semblante que reflejaba preocupación y vergüenza por el sentido del humor retorcido de su prima diablesa—. Si Alyssa causa un alboroto en este lugar, con medio multiverso reunido...
—¡Je, je! Tranquilo Israel, lo entiendo —le interrumpió Naamah, ahora cambiando su actitud por una más seria, aunque seguía sonriendo como una bromista—. Pero recuerda que mi hermana puede más que cuidarse sola; literalmente si se lo propone es capaz, al igual que tú, de provocar un "big bang" dando un fuerte aplauso con su Ydorkenos (Agua del Vacío) liberado al 100%.
—Eso es exactamente lo que me preocupa —decía Israel cambiando a una expresión cansada—. Nos metimos en este torneo para evitar que tú fueses enjuiciada por los Devas, y también para que me concedan como deseo el permitirte vivir en el Reino de los Yakshas. Pero Alyssa también decidió involucrarse en este torneo. No sé qué es lo que planea, pero tengo el presentimiento de que no tiene pensado ayudar al bando enemigo, sino hacer algo más. Y dudo mucho que sea ayudarnos.
—Ella te ayudará en cualquier cosa sin vacilación, de eso no hay duda. Pero solo si no involucra mi bienestar —decía Naamah cruzándose de brazos y haciendo una mueca de disgusto—. Yo también presiento que ella planea aprovecharse de este torneo de algún modo, para obligarte a separarte de mí para toda la eternidad. Aunque no se me ocurre ni una sola idea de lo que ella piensa hacer.
»Sabes, a mí nunca se me ha dado bien hacer planes profundos y elaborados para ganar o lastimar a mis enemigos, como lo hace mi padre. Soy más "tradicionalista" como mi madre: antes de matar al pedazo de bobo hijo de puta que me cabrea, prefiero atacar directamente, y divertirme torturándolo de distintas formas, como sacarle las jugosas tripas por su sucio trasero de simio asqueroso.
—Está bien, no hacía falta que fueras tan "específica" —decía Israel cerrando los ojos y poniendo una cara enferma, al no poder evitar imaginarse lo dicho por la diablesa—. Y por favor, mientras estamos aquí, ten algo de decoro y trata de controlar tu "colorido lenguaje".
—Púdrete. ¡Ja, ja, ja! —respondió Naamah a modo de broma, mientras se reía enseñando la lengua y mostraba el dedo medio de la mano izquierda.
Israel solo se dedicó a taparse el rostro con la mano derecha, mientras daba un largo suspiro de vergüenza y cansancio, en mayor parte para despejar un poco el estrés que tenía acumulado. Y aparte intentaba relajar la mente, porque no podía dejar de sentirse observado. Pero su presentimiento estaba en lo correcto; desde el lado contrario de donde se encontraban Israel y Naamah yacía parado detrás de un pilar, escondido en las sombras y con la mirada fija en el ángel pelirrojo, la tercera protagonista de la presente historia.
https://youtu.be/Aq7VM-BQ_NM
Era una mujer joven mitad griega e israelita, que aparentaba estar por los 20 o 21 años. Su físico era delgado, de manera que se destacaban mucho sus amplias curvas y enormes pechos, además de que tenía la piel de un tono blanquecino que contrastaba con su cabello negro cuál carbón, liso y largo hasta la cintura. El color de sus ojos eran de un rojo fuego, sus labios estaban pintados de negro y tenía un sombreado oscuro alrededor de sus ojos.
Como ropa llevaba un vestido negro como el vacío del espacio, sin mangas, con un amplio escote, y una falda cortada a ambos lados de manera que se veían sus piernas, las cuales traían unas pantimedias negras que iban desde sus pies hasta la mitad de sus muslos. En ambos brazos portaba guantes igual de negros que llegaban hasta sus bíceps, con puntas filosas en los dedos e intimidantes brazales dorados con picos filosos.
Como extra traía adornos de oro que consistían en aretes, un collar con un rubí redondo y una aterradora placa en el torso, que tenía en medio un rubí a modo de ojo, y se extendía desde el lado derecho bajo la forma de un cráneo humano. Aparte su cabello lo mantenía atado desde atrás en una coleta de caballo, pero dejando una parte suelta en ambos lados de la cabeza que llegaba hasta sus pechos. Y por último poseía encima de su cabeza un par de cuernos negros largos y rectos.
Era la primogénita de Lucifer Satán; hermana mayor de Naamah y heredera al cargo como única y legítima gobernante del Panteón Griego; era la nueva Diosa Oscura del Caos, Alyssa Khaos.
"Falta poco, querido Israel, falta poco para que al fin pueda separarte de mi molesta hermanita Naamah para toda la eternidad, y pueda tenerte solo para mí...", pensaba Alyssa esbozando una dientuda sonrisa y riéndose en silencio de una forma infantil que daba miedo, mientras tenía la mirada fija en el ángel pelirrojo.
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