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En el principio solo había un océano de oscuridad infinita, un vacío que parecía no tener fin; y de esa oscuridad nació una entidad sin forma definida: salvaje y caótica, como un tsunami en el cosmos. Fue la primera en existir, y la primera deidad primordial. Pero en la oscuridad del espacio, pasó algo sorprendente. En medio de todo ese cataclismo y energía comprimida, ocurrió un gran estallido de luz; y de la explosión, emergieron innumerables pequeñas luces, que comenzaron a iluminar todo el cosmos; el cual se expandió a proporciones inimaginables.

Y es entonces que, parte de aquella luz, comenzó a moldearse de manera inverosímil, hasta dar forma a una figura humana. Posteriormente la luz se desvanece en partículas; revelando a un hombre joven, que parecía estar por los 20 años: constitución musculosa, piel clara, cabello blanco y largo hasta los hombros, y ojos azules. Pero lo más destacado, era que tenía en su espalda siete pares de gigantescas alas emplumadas, de color blanco. No llevaba nada puesto, pero una extraña flama blanca le cubría de la cintura para abajo; simulando una toga.

El hombre empezó a caminar por el vacío del espacio, como si caminara sobre el agua. Luego vio a lo lejos en la oscuridad, y levanto su mano derecha; apuntando al vacío; y de esta desprendió un brillo dorado. Acto seguido comenzó a dibujar en el aire líneas de diferentes colores, que posteriormente se convirtieron en nebulosas. Después dibujo lo que parecían ser planos; en los que trazaba otros dibujos de diversos colores, que tenían forma de galaxias.

—¿Porque haces eso?

Se escuchó una voz femenina en la oscuridad, haciéndole una pregunta al hombre. Él la escucho, y se volteó, mirando en la dirección de dónde provino la voz, la cual, volvió a preguntar.

—¿Porque estas... creando?

—Porque todo luce muy triste, solitario y... oscuro. Quiero llenar todo este vacío, para que ya no luzca solitario —dijo el hombre con un tono melancólico.

—Pero me gusta así. Me gusta que no haya nada, más que oscuridad y soledad.

—No siempre es bueno estar solo. Ni mucho menos estar en la oscuridad.

—¿Tu que sabes de eso? ¿Porque no es bueno?

—Porque es triste y... vacío... A veces, hay que llenar el vacío con algo; algo que nos acompañen, para que tengamos algo de felicidad: como la luz. Quizás eso sea lo que necesitas: llenar tu vacío. Solo tienes que crear algo para que te acompañe, y veras como te llenara de felicidad.

—No puedo... llenar mi vacío, porque no puedo... crear. Lo único que puedo hacer, es caos.

—Entonces déjame ayudarte con eso. Puedo crear todo lo que quieras, para que ya no vivas en soledad. Ven a la luz, y verás que no es tan malo.

—No soy como tú, no... yo... no soy así.

—Pues... piensa en una forma definida; concéntrate en eso y piensa que te vez así. Piensa en cualquier cosa pero que sea definida.

—No se me ocurre nada... No puedo imaginar ni pensar en otra cosa... que no sea oscuridad y caos... Puedo ser... ¿un poco similar a ti?

—Sí, no hay problema.

De repente, parte de la oscuridad comienza a moldearse, hasta dar forma a una apariencia humana. Y de la misma oscuridad, va saliendo a la luz de las estrellas y las nebulosas, una figura humana femenina; era una mujer joven que parecía de estar por los 20 años: constitución muy voluptuosa y esbelta, piel pálida, cabello negro y largo hasta casi llegar a los muslos, ojos rojos como fuego, labios y uñas negras. Tampoco llevaba nada puesto, pero tenía un manto de oscuridad que la cubría; simulando un vestido hecho de agua; tan oscura como el abismo sin fondo.

—Ya ves, no fue tan difícil, ni tampoco es tan malo estar en la luz —dijo el hombre joven de forma inocente y feliz como un niño.

—Sí, tienes razón —dijo la entidad igualmente feliz, ahora con forma humana y femenina.

—Me alegra que te alegre. Y ahora que te ayudare a crear, sería bueno que conocieras mi nombre: puedes llamarme YHWH.

—¿Ya...wey? Perdón si lo dije mal, pero...

—Descuida. Sé que es un poco complicado de pronunciar, así que no te preocupes. Puedes llamarme por la mejor manera, en la que puedas pronunciar mi nombre.

—Gracias. Tratare de decir correctamente tu nombre lo mejor que pueda.

—De acuerdo. ¿Y cómo podré llamarte?

—En realidad... no tengo nombre.

—¿De verdad no tienes ni un apodo?

—No.

—Pues entonces... como lo único que puedes hacer es causar caos... ¿qué tal si te apodo "Caos"?

—"Caos"... si... me gusta. Entonces me llamare Caos.

Y ese fue el inicio. No solo el inicio de dos Primordiales, que darían origen a dos panteones, sino también el inicio de la primera pareja de la existencia. Ese fue el inicio del Señor del Cielo y la Señora del Océano; los Padre y Madre del Cosmos, y de los primeros ángeles, demonios y titanes. Ese fue el inicio del Creador y la Destructora.